1. TEMA 7: María discípula y misionera
“El que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, es para mí un hermano, una
hermana o una madre” (Mt 12,50). María es la gran misionera, continuadora de la
misión de su Hijo y formadora de misioneros.
Signo para la Catequesis:
Una Biblia, unas sandalias, una cruz y una gorra. El misionero debe tener el alimento
espiritual, que es la lectura orante de la Biblia. Debe andar con un calzado cómodo para
poder andar sin problemas por los caminos de las las colonias, aldeas, predicando la
Buena Noticia. Debe llevar siempre en su pecho una cruz en señal de su identidad
cristiana. Y por supuesto no debe faltarle cuando está en misión de llevar la gorra para
evitar una insolación.
Saludo:
Estamos en el mes de octubre, mes del Domund, mes de las misiones. Que bueno sería
que en nuestro grupo parroquial podamos participar de la Misión que tiene la Iglesia, la de
ser portadora de la Buena Noticia, os invito en este mes que nos saquemos nuestras
perezas y comodidades y “cumplamos” con nuestro compromiso de cristianos visitando a
los pobres para Evangelizar, o al menos ir a visitar a los hogares que tenemos cerca, para
que al menos nos sintamos y seamos verdaderos seguidores de Cristo. No podemos ser
misioneros si no me importa que el hermano no cree en Jesucristo. Como dice san
Vicente de Paúl, “No basta que yo ame a Jesucristo si mi hermano no lo ama”. Debemos
pedir al Señor que nos aumente un poco más este celo apostólico que hizo de San
Vicente de Paúl fundar la Congregación de la Misión, para la salvación de las almas.
Oración Inicial.
Señor Dios Nuestro, que tu Espíritu nos regale un corazón misionero sin frontera y
unas manos extendidas que nos ayuden a ser solidarios, en todo momento y en
todo lugar, para que el mundo conociéndote te ame y amándote te anuncien. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
María discípula y misionera.
En el camino del discipulado de la Iglesia, la Santísima Virgen María aparece como
discípula, hermana y compañera nuestra. La Virgen María por su fe y obediencia a la
voluntad de Dios, es la discípula más perfecta del Señor. Ella es la mujer que nos ofrece a
su Hijo, para el bien de la Iglesia.
“Incluso en la riqueza de las admirables prerrogativas con que Dios la ha dotado para
hacerla digna Madre del Verbo encarnado, Ella permanece cercanísima a nosotros. Hija
de Adán como nosotros y por ello hermana nuestra por vínculos de naturaleza”. (Pablo
VI, Discurso de clausura del tercer período del concilio Vat. II).
2. La condición de hermana que representa María coincide con el discipulado. María
aparece como la primera discípula del Reino (RM 20). Desde el mismo instante de la
anunciación cuando acoge la palabra con la obediencia que es requerida a los que son
llamados a convertirse en discípulos de Jesús. Hombres y mujeres, en el contexto de la
fraternidad y el discipulado, tienen mucho que aprender espiritualmente al elevar sus ojos
hacia María que “refulge como modelo de virtud ante todos los elegidos” (LG65).
En el documento conclusivo de Aparecida podemos leer al respecto:
“La Virgen María quien por su fe (cfr. Lc 1,45) y obediencia a la voluntad de Dios (cfr. Lc.
1,38) así como por su constante meditación de la palabra y de las acciones de Jesús (cfr.
Lc. 2, 19 – 51), es la discípula más perfecta del Señor. Interlocutora del Padre en su
proyecto de enviar su verbo al mundo para la salvación humana, María con su fe, llega a
ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo y también se hace
colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos del Evangelio, emerge su
figura de mujer libre y fuerte conscientemente orientada al verdadero seguimiento de
Cristo.
Ella ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como Madre de Cristo y luego de
los discípulos sin que le fuera ahorrada la incomprensión y la búsqueda constante del
proyecto del Padre. Alcanzó así, a estar al pie de la cruz en una comunión profunda, para
entrar plenamente en el misterio de la Alianza”. (Documento conclusivo de Aparecida n.
266).
Acompañemos a María en su itinerario de discípula y misionera; ella ha sido llamada por
excelencia portadora de la buena nueva y estrella de la evangelización. María inspira a los
creyentes a imitarla en la actividad misionera. Ella está presente dondequiera que la
Iglesia lleva a cabo la actividad misionera entre los pueblos.
Itinerario de María, discípula y misionera, a la luz de los evangelios
Evangelio según san Marcos: Jesús les dijo “Venid conmigo y os haré pescadores de
hombres” (Mc. 1, 16 -18). Nos encontramos ante el género literario de vocación:
“Subió al monte y llamó a los que Él quiso, y vinieron junto a Él. Instituyó doce para que
estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”
Estos doce tienen una doble destinación:
1) Han de acompañar y de seguir a Jesús siempre (Mc. 1, 16-20);
2) Del acompañamiento se deriva una misión o encargo de proclamación misionera,
como la misma misión de Jesús: Predicar el reino y liberar a los hombres de sus
esclavitudes.
Dos verbos básicos expresan la fascinante experiencia del discipulado: Estar con Él y ser
enviado”. Los misioneros tienen un modelo perfecto de consagración y fidelidad en María,
que “se consagró plenamente como esclava del Señor en la persona y a la obra de su
Hijo”.
En la escuela de María, todos los hijos e hijas de la Iglesia aprenden el espíritu misionero
que debe animar su vida cristiana y su celo apostólico.
3. La familia de Jesús
“Llegan su Madre y sus hermanos y quedándose fuera lo envían a llamar. Estaba mucha
gente sentada a su alrededor. Le dicen: “¡oye!, tu madre y tus hermanos y tus hermanas
te buscan. Él les responde: “¿Quién es mi Madre y mis hermanos?” y mirando en torno a
los que estaban sentados en corro a su alrededor, dice! Estos son mi Madre y mis
hermanos. Quien cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi
madre”.
La pregunta de Jesús constituye el centro de la narración: ¿Quienes son mi Madre y mis
hermanos? Aquí no se da un rechazo de Jesús a sus familiares. Todo lo contrario, sus
discípulos son ahora su verdadera familia, y, tanto María la madre, como los hermanos de
Jesús, están invitados a ingresar en este nuevo discipulado (la nueva familia de Jesús), y
esto será posible en la medida en que cumplan la voluntad de Dios.
María, discípula en el evangelio de Mateo
Callada y silenciosa María (característica propia de la mujer judía) está allí presente,
cercana, activa, servicial. María aparece en dos momentos en el evangelio de Mateo: en
los relatos de la infancia (Mt. 1 – 2) y en el ministerio apostólico de Jesús (Mt 12, 46 – 50;
13, 54 – 58).
Para Mateo y su comunidad, Jesús es el cumplimiento pleno de las esperanzas del
pueblo de Israel. María forma parte del “cumplimiento de las escrituras”, con una misión
especial a favor de Jesús, el Salvador del pueblo.
María es la que engendra y es la Madre; en tanto que José es solamente el padre legal. El
cumplimiento de la promesa de dar un Mesías a Israel se produce pues, a partir de una
Virgen Madre y de un padre adoptivo.
¿Cómo se realizó este génesis? Mateo lo dirá: El origen de Jesucristo fue de esta
manera: “Su Madre María, estaba desposada con José y antes de empezar estar juntos
ellos la encontró encinta por obra del Espíritu Santo”. La nueva creación consiste, pues,
en que Jesucristo comenzó a existir arraigado en un pueblo. Este nuevo pueblo, el nuevo
Israel de Dios, brota de Jesús, el Cristo, a través de María, Ella engendra la vida nueva
con la fuerza del Espíritu.
La insistencia de Mateo tiene un sentido teológico claro: de ella nació Jesús (1,16), ella lo
dio a luz (1,21. 23. 25) por eso mismo es “su madre” con todo el derecho. Esta expresión
se repetirá por seis veces (1,18; 2,11.13.14.20.21).
Sesenta y siete veces en Mateo, los discípulos serán siempre el círculo íntimo de Jesús, a
la escucha de su palabra y de su servicio. En este contexto podemos releer el capítulo
dos de Mateo para entender mejor el discipulado de María. Ella está íntimamente unida a
su Hijo y con Él participa plenamente de su vida y su misterio.
Cuando los magos venidos de oriente encuentran la estrella, entraron en casa, vieron al
niño con su Madre y lo adoraron. José no es mencionado. Es ella, la madre, la que lo
ofrece al mundo pagano para ser reconocido y adorado como Señor y Cristo. María es la
4. Madre que está siempre presente junto al Hijo. Ella es la respuesta permanente a la
presencia siempre actual del Señor en la historia.
María vive plenamente el seguimiento de Jesús y las exigencias que Él ha pedido: lo ama
por encima de todo, lo acompaña en todos sus misterios, aunque le cueste dolor y
sufrimiento y es capaz de perderlo todo para mantenerse unida a Él. Así María se
constituye en discípula integral de Jesús.
Para reflexionar y compartir:
1. ¿Cómo podemos acompañar a María en su itinerario de discípula y
misionera?
2. Seguir a Jesús, estar con Él, y ser enviado es lo que hace al misionero.
Todo cristiano por el bautismo es misionero, es decir, enviado por la Iglesia
a proclamar el Evangelio. ¿Cómo vivo mi dimensión misionera (en la
familia, en el trabajo, en la comunidad…) como cristiano-bautizado que
soy?
3. Todo grupo de la parroquia debería pensar un compromiso a favor de la
Misión. Nuestra Parroquia es Misionera, y estamos muy unidos a la Misión
que hay en la Moskitia, en que están misionando los padres que
conocemos: P. José Vicente Nácher , P. Samuel, P. Ismael, P. Victor,
podemos orar por ellos, por todos los misioneros, podemos hacer alguna
actividad para ayudar a la Moskitia, o bien entregarlo cuando se repartan
los sobres del DOMUND.
Oración final:
Señor Jesucristo,
vivo y presente en el camino de nuestros pueblos
y en nuestras iglesias locales,
Tú que nos has llamado por medio del Evangelio,
a vivir un encuentro decisivo contigo
como hijos del Padre y hermanos de todos,
te pedimos asistas con tu gracia a todos nosotros.
Haz que, unidos en la oración y en la misión,
seamos los discípulos que envías para llevar tu palabra
a otros pueblos,
y seamos los profetas que colaboren en descubrir
nuevos signos de tu presencia.
Te lo pedimos a ti que vives, reinas
y das vida a nuestras iglesias
en la unidad del Padre y el Espíritu Santo,
implorando la intercesión de María, Madre de América
Amén.