1. Ecografía
para
anestesiólogos:
Una
revisión
de
los
aspectos
no
científicos.
Julián
Esteban
Quintana
Puerta.
Anestesiólogo
Universidad
CES,
Vocal
académico
SADEA.
La
ecografía
hecha
por
el
clínico
(o
´point
of
care
ultrasonography’,
como
se
encuentra
en
la
literatura
mundial)
es
la
utilización
de
un
ecógrafo
por
el
propio
médico
tratante(1).
Permite
responder
de
inmediato
a
las
preguntas
que
aparecen
mientras
se
hace
el
examen
físico
y
el
interrogatorio,
en
lugar
de
esperar
los
resultados
de
un
examen
que
se
toma
y
se
lee
más
tarde
por
alguien
que
no
está
involucrado
directamente
en
el
manejo
del
paciente;
permite
también
la
realización
de
procedimientos
con
mayor
seguridad,
así
como
la
valoración
repetida
para
evaluar
la
eficacia
de
las
intervenciones(1,2).
Se
caracteriza
por
ser
muy
enfocada
al
órgano
o
sistema
que
el
médico
considera
que
está
comprometido,
mientras
que
los
estudios
obtenidos
por
los
especialistas
en
imágenes
tienden
a
ser
más
extensos
y
sistemáticos(1,2).
Algunos
consideran
la
ecografía
como
una
extensión
del
examen
físico,
y
hay
quienes
sugieren
que
es
el
estetoscopio
del
siglo
XXI(1,3).
Sin
embargo,
cuando
se
comparan,
para
la
mayoría
de
las
patologías
la
ecografía
es
más
sensible
y
específica
que
el
estetoscopio,
e
incluso
mucho
más
fácil
de
aprender(2–4).
En
este
sentido
la
literatura
sugiere
que,
con
excepción
de
los
cardiólogos,
las
habilidades
de
la
mayoría
de
los
clínicos
en
auscultación
cardíaca
son
muy
pobres(5,6).
Con
todas
las
consideraciones
anteriores,
y
ante
el
caudal
de
publicaciones
de
ecografía
por
clínicos,
incluyendo
anestesiólogos,
se
hizo
una
búsqueda
manual
en
las
ediciones
de
los
últimos
cinco
años
de
la
Revista
Colombiana
de
Anestesiología,
de
las
palabras
“ecografía”,
“ultrasonido”
y
“ultrasonografía”,
encontrando
un
total
de
siete
artículos(7–13),
en
su
mayoría
reportes
de
casos,
de
los
cuales
en
sólo
tres
el
anestesiólogo
era
quien
utilizaba
la
ecografía(7,8,12).
Ante
la
evidencia
del
limitado
uso
de
la
ecografía
por
los
anestesiólogos
(y
por
los
clínicos
en
general)
en
nuestro
medio,
se
decidió
hacer
esta
revisión,
con
el
objetivo
de
incentivar
el
mayor
uso
de
esta
herramienta,
así
como
de
evaluar
los
posibles
obstáculos
que
se
encuentran
para
su
utilización
rutinaria.
¿Por
qué
no
somos
competencia
para
otras
especialidades?
Las
especialidades
que
utilizan
la
ecografía
como
medio
diagnóstico,
la
ven
como
una
herramienta
estática,
que
se
toma
en
un
momento
dado;
los
clínicos
tienden
a
utilizar
la
ecografía
como
un
medio
dinámico,
donde
se
toma
una
imagen
inicial
para
apoyar
los
diagnósticos
que
la
clínica
y
el
examen
físico
sugirieron,
y
posteriormente
siguen
tomando
imágenes
para
vigilar
la
respuesta
al
tratamiento
que
han
instaurado(1,2).
De
este
modo,
se
convierte
en
una
herramienta
de
monitoría
fisiológica,
algo
con
lo
que
los
anestesiólogos
convivimos
día
a
día.
2. En
ese
contexto,
es
improbable
encontrar
en
las
instituciones
radiólogos
y/o
cardiólogos
dispuestos
a
entrar
a
quirófanos
o
a
ir
a
las
unidades
de
cuidados
intensivos
en
horarios
extendidos
y
a
estar
presentes
durante
todo
el
tratamiento
del
paciente(1,2).
Por
ejemplo,
cuando
ingresa
un
paciente
séptico
en
horas
de
la
madrugada,
y
se
decide
guiar
su
reanimación
por
metas
ecográficas,
probablemente
ninguno
de
ellos
esté
dispuesto
a
asistir
de
inmediato
y
a
permanecer
en
la
cabecera
del
paciente
durante
las
primeras
horas
de
la
reanimación,
hasta
verificar
que
se
cumplan
las
metas
fisiológicas.
En
adición
a
las
aplicaciones
en
monitoría,
las
especialidades
que
utilizan
la
ecografía
también
lo
hacen
para
intervenciones
muy
específicas
de
su
área;
si
un
anestesiólogo
está
entrenado
en
hacer
anestesia
regional
o
hacer
intervencionismo
en
dolor,
el
uso
de
la
ecografía
para
guiar
sus
procedimientos
le
aporta
mayor
seguridad,
pero
no
está
siendo
competencia
para
un
especialista
en
imágenes,
que
probablemente
no
está
familiarizado
con
el
procedimiento(1,2,14).
Por
otra
parte,
los
anestesiólogos
no
tienen,
en
su
mayoría,
interés
en
salir
de
sus
áreas
de
influencia
usuales
(quirófanos,
salas
de
recuperación,
unidades
de
cuidado
intensivo,
y
en
excepcionales
ocasiones,
salas
de
emergencias)
y
dejar
de
tratar
pacientes
con
patología
aguda,
para
realizar
exámenes
ecográficos
extensos
de
manera
electiva
en
pacientes
estables(1,2).
Si
bien
es
cierto
que
las
habilidades
ecográficas
aprendidas
en
un
campo
pueden
extenderse
a
otros,
la
realidad
es
que
el
entrenamiento
enfocado
que
se
recibe
por
un
especialista
clínico
no
es
suficiente
para
hacer
este
tipo
de
exámenes,
donde
se
requiere
una
curva
de
aprendizaje
mayor(2).
¿Podemos
aprender
a
usar
la
ecografía
de
manera
correcta?
Históricamente,
la
primera
aplicación
que
se
le
encontró
en
anestesia
a
la
ecografía
perioperatoria
fue
la
ecocardiografía
transesofágica(15);
sin
embargo,
ésta
la
hacen
los
anestesiólogos
cardiovasculares,
personas
con
gran
entrenamiento
y
que
deben
demostrar
unas
habilidades
similares
a
las
de
los
cardiólogos
y
radiólogos
ecocardiografistas
para
poder
ejercer(16).
Algunos
autores
opinan
que,
paradojicamente,
esta
aplicación
tan
especializada
y
que
implica
los
riesgos
de
un
procedimiento
invasivo,
alejó
la
ecografía
del
anestesiólogo
general
durante
mucho
tiempo(2,17,18).
Aún
con
una
aplicación
tan
especializada,
existe
evidencia
que
demuestra
que
los
anestesiólogos
cardiovasculares
tienen
habilidades
diagnósticas
adecuadas(2,15,19,20).
Sin
embargo,
las
aplicaciones
de
la
ultrasonografía
que
están
al
acceso
del
anestesiólogo,
son
más
sencillas
y
menos
especializadas
que
la
ecocardiografía
transesofágica.
Para
el
uso
de
la
ecografía
por
el
médico
de
atención
aguda
se
predican
protocolos
simplificados,
enfocados
a
responder
preguntas
sencillas
que
el
clínico
se
hace
durante
el
tratamiento
de
su
paciente(1,2).
Por
ejemplo,
en
ecocardiografía
transtorácica,
la
Sociedad
Americana
de
Ecocardiografía
(ASE),
en
su
consenso
acerca
de
las
vistas
básicas,
exige
el
uso
de
20
vistas
diferentes
para
que
el
examen
sea
completo(21);
sin
embargo,
el
protocolo
FATE
(“Focused
Assesment
in
Transthoracic
Echocardiography”),
uno
de
los
protocolos
de
ecocardiografía
para
el
paciente
crítico,
sólo
exige
la
3. utilización
de
cuatro
vistas,
mucho
más
fáciles
de
aprender,
con
las
cuales
el
clínico
puede
obtener
respuesta
a
sus
preguntas
puntuales(22–24).
Las
aplicaciones
de
la
ecografía
para
el
paciente
agudo
se
basan,
principalmente,
en
reconocimiento
de
patrones(2).
La
idea
de
los
protocolos
es
hacer
exámenes
cortos
y
enfocados,
para
que
el
clínico
aprenda
a
reconocer
patrones
anormales
que
le
den
información
sobre
patologías
severas
que
comprometan
la
vida
del
paciente;
no
se
pretende
en
ningún
momento
hacer
ecografía
cuantitativa(1,2).
Con
estos
protocolos
simplificados
y
con
la
ayuda
de
cursos
cortos
(en
su
mayoría
talleres
con
pacientes
sanos),
se
han
demostrado
curvas
de
aprendizaje
cortas,
con
retención
adecuada
de
las
habilidades
adquiridas(2).
También
se
han
utilizado
con
éxito
algunos
simuladores.
Se
encuentran
dos
visiones
diferentes
con
respecto
a
qué
tan
difundida
debe
estar
la
ecografía;
algunos
opinan
que
cualquier
anestesiólgo
debería
recibir
entrenamiento
en
el
tema,
y
otros,
que
debería
ser
un
entrenamiento
limitado
sólo
a
personal
muy
especializado(2,25,26).
Algunos
artículos
hablan
de
una
pirámide
de
experticia.
En
esta
pirámide,
en
la
base
están
las
aplicaciones
generales
y
de
fácil
aprendizaje,
para
la
mayoría
de
los
anestesiólogos
y
con
entrenamiento
más
avanzado
se
sube
en
la
pirámide,
hacia
usos
más
especializados.
Es
posible
que
con
el
uso
continuo
de
la
ecografía,
la
profundidad
diagnóstica
pueda
ir
mejorando,
lo
que
permitiría
utilizar
las
habilidades
adquiridas
en
aplicaciones
más
exigentes.(2,25,26)
Aplicaciones
de
la
ecografía
para
anestesiólogos.
Existen
por
lo
menos
20
especialidades
para
las
cuales
la
ecografía
hecha
por
el
clínico
tiene
utilidad(1).
La
ecografía
por
el
clínico
incluye
tres
usos
grandes:
para
hacer
diagnóstico,
para
guiar
procedimientos
y
para
hacer
tamización(1);
para
el
anestesiólogo
son
relevantes
los
primeros
dos.
Vamos
a
revisar
de
manera
muy
somera
qué
aplicaciones
de
estas
le
pueden
servir
al
anestesiólogo;
para
una
descripción
más
detallada,
se
recomienda
mirar
las
bibliografías
respectivas.
Utilizaremos
una
secuencia
ABCDE,
como
la
que
guía
el
manejo
del
paciente
con
trauma,
utilizada
también
en
algunos
cursos
de
difusión
de
la
ecografía
por
el
clínico(27).
En
la
A,
con
ecografía
de
la
vía
aérea
es
fácil
verificar
el
tamaño
de
la
tráquea
y
el
tubo
apropiado,
si
hay
desviaciones
significativas,
y
es
posible
estar
viendo
el
esófago
durante
toda
la
intubación,
para
descartar
una
intubación
esofágica;
incluso,
con
algunas
maniobras
específicas
(llenar
el
balón
con
agua),
se
puede
verificar
el
paso
del
tubo
por
las
cuerdas.
Antes
de
una
inducción
de
secuencia
rápida,
es
posible
medir
el
volumen
gástrico
y
valorar
la
probabilidad
de
regurgitación.
La
ecografía
también
es
útil
para
guiar
procedimientos
percutáneos,
como
traqueostomía
y
cricotirotomía,
en
especial
a
través
de
masas
vascularizadas,
intentando
evitar
al
máximo
los
vasos(28,29).
En
la
B,
la
ecografía
pulmonar,
desarrollada
en
los
últimos
20
años
en
la
unidad
de
cuidados
intensivos,
tiene
diversas
utilidades.
Inicialmente,
si
se
documenta
la
expansión
de
ambos
4. pulmones,
verificando
el
“sliding”
o
deslizamiento
pleural,
se
garantiza
la
intubación
que
se
realizó
en
la
A,
y
así
mismo,
se
descarta
una
intubación
monobronquial.
En
un
paciente
politraumatizado,
o
después
de
un
procedimiento
del
anestesiólogo,
como
un
acceso
vascular
o
un
bloqueo,
se
puede
descartar
un
neumotórax
con
la
presencia
de
este
deslizamiento
pleural,
con
un
valor
predictivo
negativo
del
100%
(aunque
para
diagnosticarlo
con
seguridad,
la
ausencia
de
este
deslizamiento
no
es
lo
suficientemente
específica
y
tienen
que
asociarse
otros
signos
ecográficos).
Con
modo
M,
se
puede
verificar
la
movilidad
diafragmática,
después
de
un
bloqueo
interescalénico.
Se
pueden
observar
derrames
pleurales
y
cuantificar
su
volumen,
y
mucho
más
avanzado
es
el
uso
para
el
diagnóstico
de
edema
agudo
de
pulmón,
SDRA
y
consolidaciones.
También
en
la
B,
algunos
protocolos
incluyen
en
el
estudio
del
paciente
hipoxémico,
la
ecografía
venosa
de
miembros
inferiores
y
algunas
ventanas
ecocardiográficas
de
ventrículo
derecho,
en
búsqueda
de
signos
de
embolismo
pulmonar.
En
UCI
y
para
el
clínico
en
general,
la
ecografía
puede
guiar
con
mayor
seguridad
para
el
paciente,
la
práctica
de
la
toracentesis(1,30–33).
En
la
C,
existen
protocolos
para
el
paciente
en
choque,
para
hacer
diagnóstico
y
para
guiar
la
reanimación.
Con
unas
pocas
ventanas
de
ecocardiografía
transtorácica,
es
posible
diferenciar
la
causa
del
choque
en
pacientes
con
hipotensión
(hipovolémico,
cardiogénico,
obstructivo
y
distributivo);
se
pueden
ver
derrames
pericárdicos
y
trastornos
grandes
de
la
contractilidad
global
y
segmentaria,
que
pueden
explicar
las
alteraciones
del
paciente
(descartando
así
eventos
isquémicos
agudos,
falla
cardíaca
y
las
valvulopatías
muy
significativas),
y
encontrar
signos
de
tromboembolismo
pulmonar
masivo
(recordar
que
no
descarta
los
embolismos
con
menor
compromiso
hemodinámico);
se
puede
determinar
el
estado
de
volemia,
y
de
manera
dinámica
estar
verificando
la
respuesta
a
volumen
del
paciente
(haciendo
una
ecografía
de
cava
inferior,
para
medir
su
tamaño
y
su
colapsabilidad,
así
como
buscando
signos
de
congestión
en
la
ecografía
pulmonar
a
medida
que
se
infunde
volumen,
con
la
presencia
de
múltiples
líneas
B),
y
a
continuación
encontrar
las
posibles
fuentes
de
sangrado
(haciendo
un
FAST
E
para
encontrar
líquido
peritoneal,
unas
ventanas
pulmonares
para
descartar
derrame
pleural
o
hemotórax,
y
haciendo
una
ecografía
de
aorta
para
encontrar
un
aneurisma
de
aorta
abdominal
que
pueda
estar
roto).
Existen
incluso
protocolos
para
el
paciente
en
paro
cardíaco,
donde
con
mínimas
interrupciones
del
masaje,
se
buscan
activamente
causas
tratables.
También
como
parte
de
la
C,
está
el
acceso
vascular
con
ecografía,
con
mayor
evidencia
en
yugular
interna,
pero
útil
también
en
subclavia
y
en
femoral,
así
como
para
el
acceso
arterial,
y
para
el
paso
de
marcapasos;
disminuye
el
tiempo
de
realización
del
procedimiento,
y
se
sugiere
que
disminuye
las
complicaciones
mecánicas
e
infecciosas.(20,23,24,30,34–40)
La
ecocardiografía
transesofágica,
una
aplicación
mucho
más
avanzada,
tiene
utilidad
comprobada
en
anestesia
cardiovascular,
cuidado
intensivo
e
incluso,
en
cirugía
mayor;
sirve
para
refinar
diagnósticos
preoperatorios,
para
guiar
al
cirujano
en
algunos
procedimientos
y
para
monitoreo
hemodinámico
intraoperatorio.(15,16,19,20)
Con
respecto
a
la
D,
los
neuroanestesiólogos
y
neurointensivistas
ya
están
familiarizados
con
el
doppler
transcraneal,
como
herramienta
de
diagnóstico
y
monitoría
intraoperatoria.
Pero
se
han
documentado
otras
aplicaciones
que
son
útiles
para
el
clínico
en
el
paciente
agudo;
con
un
5. transductor
de
alta
frecuencia
se
puede
ver
la
reacción
pupilar
a
la
luz
(útil
en
los
pacientes
con
edema
palpebral,
a
quienes
no
se
les
pueden
abrir
los
ojos)
y
se
puede
hacer
diagnóstico
de
papiledema,
útil
en
el
paciente
a
quien
se
le
sospecha
hipertensión
endocraneana.
También
con
un
transductor
curvo
se
puede
observar
la
línea
media
en
muchos
pacientes,
de
manera
mucho
más
rápida
y
accesible
que
una
tomografía,
pudiendo
en
segundos
evidenciar
hematomas
con
efecto
de
masa.(30,41,42)
Finalmente,
en
nuestro
medio
ya
se
han
difundido
algunos
usos
del
ultrasonido,
que
incluyen
el
manejo
del
dolor
agudo,
y
algunas
aplicaciones
diagnósticas
y
terapéuticas
en
dolor
crónico.
Se
utiliza
en
anestesia
regional,
sobre
todo
para
los
bloqueos
de
extremidades,
con
evidencia
de
disminución
en
el
tiempo
de
realización
del
bloqueo,
disminución
de
la
latencia,
y
en
algunos
casos
disminución
de
la
dosis
de
anestésico
local;
se
piensa
que
también
mejora
la
seguridad
y
la
efectividad
de
los
bloqueos.
La
presencia
de
la
ecografía
también
ha
permitido
mayor
difusión
de
algunos
bloqueos,
como
el
del
plano
transverso
abdominal
y
el
paravertebral.
Su
uso
en
neuroaxial,
en
maternas
y
en
otras
poblaciones,
ha
facilitado
la
realización
del
procedimiento
en
algunos
estudios,
por
lo
que
es
una
buena
alternativa
para
la
columna
difícil
de
abordar(43–47).
En
dolor
crónico,
aunque
el
estándar
de
oro
ha
sido
la
fluoroscopia,
cada
vez
se
publican
más
procedimientos
guiados
con
ultrasonografía.
Así
mismo,
las
aplicaciones
de
ultrasonido
musculoesquelético
pueden
servir
para
refinar
diagnósticos
en
patologías
de
dolor
crónico(42).
¿Podemos
utilizar
la
ecografía
para
diagnóstico
e
intervenciones?
En
Colombia,
la
ley
657
de
2001
reglamenta
la
especialidad
médica
de
la
radiología
y
las
imágenes
diagnósticas;
en
su
artículo
4º
dice
que
“…el
médico
especializado
en
radiología
e
imágenes
diagnósticas
es
el
autorizado
para
ejercer
esta
especialidad”.
Sin
embargo,
en
el
parágrafo
del
mismo
artículo,
aclara
que
“También
podrán
realizar
las
imágenes
diagnósticas
aquellos
médicos
especialistas
quienes
en
su
pénsum
o
formación
académica
hayan
adquirido
los
conocimientos
del
manejo
y
la
interpretación
del
espectro
electromagnético,
del
ultrasonido
especialmente,
así
como
de
las
radiaciones
ionizantes
para
establecer
el
diagnóstico
y/o
el
tratamiento
de
las
enfermedades
inherentes
a
sus
especialidades,
para
lo
cual
deberán
acreditar
el
respectivo
certificado”.
Posteriormente,
la
misma
ley
en
el
artículo
11º
dice
que
“…
Las
demás
especialidades
de
la
medicina
podrán
utilizar
los
métodos
de
imágenes
diagnósticas
indispensables
para
su
ejercicio,
siempre
que
acrediten
el
entrenamiento
adecuado”(48).
Es
así
como
encontramos
que
el
anestesiólogo
podría
estar
facultado
para
utilizar
la
ecografía,
siempre
que
se
considere
el
uso
de
esta
como
parte
indispensable
del
ejercicio
de
su
profesión
y
que
los
anestesiólogos
reciban
el
entrenamiento
adecuado.
Con
respecto
al
primer
punto,
las
sociedades
científicas
son
las
que
reglamentan
cuáles
son
los
conocimientos
que
debe
tener
el
especialista;
no
hay
hasta
el
momento
ningún
consenso
de
parte
de
la
Sociedad
Colombiana
de
Anestesiología
que
defina
los
alcances
de
la
ecografía
para
anestesiólogos;
la
única
sociedad
científica
en
Colombia
que
ha
llegado
a
un
consenso
acerca
del
entramiento
necesario
para
hacer
6. ecografía
es
la
Asociación
Colombiana
de
Especialistas
en
Urgencias
y
Emergencias
(ACEM)
(Pendiente
publicación).
Con
respecto
al
entrenamiento
necesario,
la
ley
30
de
1992
define
en
su
artículo
16
que
unicamente
las
Instituciones
de
Educación
Superior
(IES)
pueden
hacer
entrenamiento
en
posgrado.
La
misma
ley,
en
el
artículo
29
define
que
las
IES
tienen
autonomía
para
“Crear
y
desarrollar
sus
programas
académicos
[…]”(49).
Podemos
concluir
que
la
educación
en
ecografía
para
los
anestesiólogos
debería
ser
parte
de
su
posgrado,
y
que
las
universidades
son
libres
de
incorporar
en
sus
programas
académicos
los
cursos
requeridos
para
cumplir
los
requisitos
que
las
sociedades
científicas
les
exigirían.
Esta
es
la
forma
como,
por
ejemplo,
los
ginecólogos
certifican
su
habilidad
para
hacer
ecografía
obstétrica.
Algunos
otros
aspectos
legales
para
tener
en
cuenta
es
que
hay
unas
guías
de
excelencia
de
otros
países
(las
guías
del
NICE
en
el
Reino
Unido,
o
del
IOM
en
Estados
Unidos)
que
exigen
la
utilización
de
la
ultrasonografía
para
guiar
cualquier
acceso
vascular(1,2).
En
el
mismo
sentido,
ya
existe
un
caso
documentado
en
la
jurisprudencia
colombiana,
donde
se
condenó
a
un
anestesiólogo
por
realizar
una
monitoría
invasiva
sin
guía
ecográfica
y
tener
como
complicación
un
neumotórax;
a
pesar
de
lo
muy
discutible
que
pueda
parecernos
la
decisión,
la
sentencia
está
basada
en
la
literatura
científica
existente.
El
futuro:
conclusiones
y
opinión
del
autor.
En
el
resto
del
mundo,
ya
hay
facultades
de
medicina
donde
se
enseña
a
utilizar
ecografía
desde
el
pregrado,
la
cual
probablemente
sea
la
estrategia
que
más
resultado
dará
a
mediano
plazo
para
incentivar
su
uso
generalizado(1,2).
Como
se
revisó
en
la
sección
previa,
la
implementación
de
la
educación
en
ecografía
para
el
pregrado
será
difícil
en
el
corto
plazo
por
los
impedimentos
legales.
Sin
embargo,
ya
se
están
empezando
a
realizar
talleres
de
las
diferentes
aplicaciones
de
la
ecografía
en
el
país,
para
diferentes
especialidades;
y
algunas
instituciones,
después
de
examinar
prolongadamente
el
tema,
han
logrado
ubicar
ecógrafos
fuera
de
las
salas
de
radiología.
El
cambio
más
radical
tiene
qué
venir
de
los
posgrados
mismos;
las
propias
residencias
de
anestesia
tienen
que
involucrarse
en
el
tema
de
manera
frontal
y
tienen
qué
aparecer
rotaciones
específicas,
con
docentes
certificados
que
a
su
vez
puedan
certificar
a
sus
residentes.
La
revista
de
alto
factor
de
impacto
Anesthesia
&
Analgesia
publica
mensualmente
una
sección
denominada
“Echo
didactics”,
donde
aparecen
revisiones
de
ecografía
y
ecocardiografía
para
anestesiólogos;
sería
deseable
que
algún
día
tuviéramos
una
sección
dedicada
exclusivamente
a
la
ecografía
en
la
Revista
Colombiana
de
Anestesiología,
y
que
los
anestesiólogos
colombianos
empezáramos
a
investigar
en
este
mismo
campo.
También
deberíamos
estar
buscando
la
manera
de
publicar
consensos
basados
en
la
literatura
para
que,
como
gremio,
incentivemos
el
uso
de
esta
herramienta
y
definamos
de
manera
clara
sus
alcances
y
el
entrenamiento
requerido.
7. Hace
sólo
un
par
de
décadas
la
electrocardiografía
era
una
herramienta
de
interpretación
exclusiva
por
el
cardiólogo;
hoy,
ningún
médico
general
puede
graduarse
sin
cumplir
con
un
mínimo
básico
de
conocimiento
en
el
tema.
Llegará
el
día
en
que
el
ecógrafo
se
unirá
a
la
inspección,
palpación,
percusión
y
auscultación
como
elemento
del
examen
físico.
Todavía
estamos
a
tiempo
de
no
quedarnos
atrás
y
no
ser
los
últimos
en
adoptar
una
herramienta
que
para
el
resto
del
mundo,
ya
es
parte
del
día
a
día.
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