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ropa, de las mujeres, de cine,
                                                                                                                                  de pintura, de novelas. ¿Dor-
                                                                                                                                  mimos también algo aquella
                                                                                                                                  noche? Me parece que no.
                                                                                                                                    A las nueve de la mañana
                                                                                                                                  sonó el teléfono. Era mi pa-
                                                                                                                                  dre. Parecía que él tampoco
                                                                                                                                  había dormido aquella noche.
                                                                                                                                  Quería noticias. Se q u e d ó
                                                                                                                                  muy sorprendido al saber que
                                                                                                                                  Farah se había quedado en
                                                                                                                                  mi casa. Le comuniqué la bue-
                                                                                                                                  na nueva. Hubo un silencio
                                                                                                                                  al otro extremo de la línea y
                                                                                                                                  luego me dijo:
                                                                                                                                    —Déjame decir una pala-
                                                                                                                                  bra a la señorita Diba.
                                                                                                                                     Llamé a Farah y cerré la
                                                                                                                                  puerta detrás de mí. No tenia
                                                                                                                                  el derecho de escuchar lo que
                                                                                                                                  se decían. Una sola frase atra-
                                                                                                                                  vesó la puerta:
                                                                                                                                    —... Es maravilloso...
                                                                                                                                     ¿Qué era maravilloso? ¿La
                                                                                                                                  vida, el porvenir, el amor?
                                                                                                                                     El resto lo conocen los lec-
                                                                                                                                  tores tan bien como yo. Fa-
                                                                                                                                  rah partió para Europa a ha-
                                                                                                                                  cer sus compras y luego se
                                                                                                                                  proclamó el noviazgo oficial
                                                                                                                                  en octubre de 1959. La boda
                                                                                                                                  se celebró a fin de año.
                                                                                                                                     Durante toda la ceremonia
                                                                                                                                  estuve muy conmovida. Daba
                                                                                                                                  mi mejor amiga, daba mi úni-
                                                                                                                                  ca amiga a mi padre para que
                                                                                                                                  realizase lo que dos mujeres
                                                                                                                                  no habían podido conseguir.
                                                                                                                                  ¿Lo lograría esta vez?

                                                                                                                                          SUPERSTICIOSA

                                                                                                                                     Para volver a hablar de mí
                                                                                                                                  diré lo que no he dicho aún:
                                                                                                                                  que soy muy supersticiosa. No
                                                                                                                                  creo que esto sea cosa exclu-
                                                                                                                                  siva de los orientales. Soy su-
                                                                                                                                  persticiosa en grado enfermi-
                                                                                                                                  zo ; cualquier cosa me da mie-
                                                                                                                                  do y creo mucho en las adivi-
                                                                                                                                  nas.
                                                                                                                                     Un día, en Teherán, fui con
                                                                                                                                  una amiga a ver a la más cé-
                                                                                                                                  lebre de las cartománticas, sin
                                                                                                                                  darme a conocer, por supues-
                                                                                                                                  to. Aquella anciana me cogió
                                                                                                                                  la mano izquierda, luego qui-
                                                                                                                                  so ver mi mano derecha v a
                                                                                                                                  continuación me dijo_ p o c o
                                                                                                                                  más o menos lo siguiente:
                                                                                                                                     "Toda tu vida te haJalta-
                                                                                                                                  do alguien, un padre, una ma-
                                                                                                                                  dre, un pariente muy próxi-
                                                                                                                                  mo. Y alguien te faltará to-
                                                                                                                                  da la v i d a . Estarás siempre
                                                                                                                                  sola, no porque te guste la so-
                                                                                                                                  ledad, sino porque atraes la
                                                                                                                                  soledad. Huyes de las multi-
                                                                                                                                  tudes. Ve con cuidado cuan-
                                                                                                                                  do te acerques a Tos treinta
                                                                                                                                  años. Tendrás que tomar una
                                                                                                                                  decisión muy importante que
                                                                                                                                  afectará también 3 quienes te
                                                                                                                                  rodean, y de tu respuesta de-
                                                                                                                                  penderán muchas cosas. No
                                                                                                                                  sé lo que responderás, pero
                                                                                                                                  lo que te aconsejo es que re-
                                                                                                                                  flexiones m u c h o . . . Muchas
                                                                                                                                  personas giran a tu alrededor,
                                                                                                                                  te acechan. Eres rica, p e r o
                                                                                                                                  desconfía de l o s envidiosos,
                                                                                                                                  de los celosos, de los que pue-
                                                                                                                                  den hacerte daño. Desconfía
                                                                                                                                  también del número 3 y del
                                                                                                                                  sábado."
                                                                                                                                     Pues bien: tengo miedo del
                                                                                                                                  número 3 y no haga nada los
                                                                                                                                  sábados, ni viajo ni nada.
                                                                                                                                     Si no hubiera sido la hija
                                                                                                                                  del Sha creo que me habría

ABC (Madrid) - 20/07/1969, Página 124
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  • 1. ropa, de las mujeres, de cine, de pintura, de novelas. ¿Dor- mimos también algo aquella noche? Me parece que no. A las nueve de la mañana sonó el teléfono. Era mi pa- dre. Parecía que él tampoco había dormido aquella noche. Quería noticias. Se q u e d ó muy sorprendido al saber que Farah se había quedado en mi casa. Le comuniqué la bue- na nueva. Hubo un silencio al otro extremo de la línea y luego me dijo: —Déjame decir una pala- bra a la señorita Diba. Llamé a Farah y cerré la puerta detrás de mí. No tenia el derecho de escuchar lo que se decían. Una sola frase atra- vesó la puerta: —... Es maravilloso... ¿Qué era maravilloso? ¿La vida, el porvenir, el amor? El resto lo conocen los lec- tores tan bien como yo. Fa- rah partió para Europa a ha- cer sus compras y luego se proclamó el noviazgo oficial en octubre de 1959. La boda se celebró a fin de año. Durante toda la ceremonia estuve muy conmovida. Daba mi mejor amiga, daba mi úni- ca amiga a mi padre para que realizase lo que dos mujeres no habían podido conseguir. ¿Lo lograría esta vez? SUPERSTICIOSA Para volver a hablar de mí diré lo que no he dicho aún: que soy muy supersticiosa. No creo que esto sea cosa exclu- siva de los orientales. Soy su- persticiosa en grado enfermi- zo ; cualquier cosa me da mie- do y creo mucho en las adivi- nas. Un día, en Teherán, fui con una amiga a ver a la más cé- lebre de las cartománticas, sin darme a conocer, por supues- to. Aquella anciana me cogió la mano izquierda, luego qui- so ver mi mano derecha v a continuación me dijo_ p o c o más o menos lo siguiente: "Toda tu vida te haJalta- do alguien, un padre, una ma- dre, un pariente muy próxi- mo. Y alguien te faltará to- da la v i d a . Estarás siempre sola, no porque te guste la so- ledad, sino porque atraes la soledad. Huyes de las multi- tudes. Ve con cuidado cuan- do te acerques a Tos treinta años. Tendrás que tomar una decisión muy importante que afectará también 3 quienes te rodean, y de tu respuesta de- penderán muchas cosas. No sé lo que responderás, pero lo que te aconsejo es que re- flexiones m u c h o . . . Muchas personas giran a tu alrededor, te acechan. Eres rica, p e r o desconfía de l o s envidiosos, de los celosos, de los que pue- den hacerte daño. Desconfía también del número 3 y del sábado." Pues bien: tengo miedo del número 3 y no haga nada los sábados, ni viajo ni nada. Si no hubiera sido la hija del Sha creo que me habría ABC (Madrid) - 20/07/1969, Página 124 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de lo contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposició como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.