1. Con el paso del tiempo me pregunto si años atrás un domingo por la noche en la plaza de armas de Ferreñafe era como lo es hoy y es que si bien es cierto las generaciones van pasando y cambiando y los recuerdos y las vivencias van quedando. UN DOMINGO POR LA NOCHE EN LA PLAZA DE ARMAS DE FERREÑAFE

3. Así pues, la gente espera con ansias la llegada del domingo, día en que se toman un relax después de arduos días de labores. Grandes y chicos se reúnen desde las 7:30 p.m. para ir a la Santa Misa y gozar de la Palabra de Dios, a las 8:30 p.m. reciben la bendición de Dios por medio del sacerdote y todos dicen ¡a pasear se ha dicho!, la multitud sale al encuentro de sus amigas, amigos y por qué no de un enamorado, originando así pues que la plaza se convierta en escenario aparente de feria patronal.

5. La pileta es rodeada por los aquí llamados vulgarmente “los parqueros” o los pitucos por estudiaren colegios o en universidades particulares o por el hecho de llevar los apellidos más sonados de la ciudad de la doble fe, no falta por ahí una guitarra y a través de canciones melodiosas darle un estilo diferente a su grupo. Es infaltable que en este grupo también existan los “chistositos” para que con sus ocurrencias hagan reir a cualquiera y escuchar esas estruendosas carcajadas acompañadas de palmas.

7. Así también las bancas son inundadas por las parejitas de enamorados que no dejan de demostrarse a cada momento con besos y abrazos lo mucho que se quieren, generando en el resto de jóvenes una ternura. La plaza principal de Ferreñafe presenta en su diseño colonial lo que los parroquianos le han denominado “la rueda grande” y “la rueda chica”, que no es otra cosa que dos circunferencias concéntricas enlocetadas, en las que los paseantes jóvenes, adultos, hombres y mujeres que muchas veces son de lugares alejados del centro de la ciudad,

8. así pues de las unidades vecinales, del campo y por qué no, del distrito de Incahuasi, en parejas o en grupos pasean alegremente, conversación tras conversación, recuerdo tras recuerdo, se dan vueltas a manera de un carrousel de circo. Lo atractivo y hasta turístico, podríamos decir, es que esta es una tradición, una costumbre ferreñafana que data de muchos años atrás. Muchas generaciones gestaron su enamoramiento y luego su matrimonio en los ambientes del parque. Fue un “amor

9. parquero” como muchos dicen. Esto ocurre sólo los domingos por la noche, como dice Augusto Polo Campos en su vals “cada domingo, después de la misa”. El parque también es concurrido por los policías y el patrullero, el mismo que vuelta tras vuelta garantiza la seguridad porque no falta algún grupo de jovenzuelos que quieran alterar el orden público y hagan de ese día un día ingrato para la gente que se refresca con la estrellada noche y bajo la luz de la luna llena.

10. Poetas y cantautores ferreñafanos y no ferreñafanos han convertido sus versos en verdaderos poemas de amor o en valses, polcas o marineras, como para ejemplo tres botones: Orlando Gonzáles García “Manolando”, Julio Mesones García Urrutia y Luis Abelardo Takajasi Núñez. Llegada las 9:00 p.m. el hormigueo humano degrada un poco por los jóvenes que ir a bailar y la pregunta es ¿a dónde?, a dónde más va a ser pues sino a la discoteca más concurrida de la ciudad “Manaos Discotek” con locación en la entrada de la ciudad de la Doble Fe.

11. Es así como entre ragaetones y bebidas refrescantes termina un domingo agitado, recordando que al día siguiente es lunes y las obligaciones toman su turno ya sea para ir al colegio, la universidad o el trabajo, guardando en la memoria cada escena vivida y pensando que nunca más será vivida de ese modo y ni estará la misma gente.