2. 2 3
América Misionera Comparte tu fe
Presentación
Bendito sea Dios, Padre de N.S. Jesucristo que nos ha concedido la gracia
de participar este Congreso Americano Misionero.
Después de diversas consultas se eligió el tema de este Congreso:
“Discípulos Misioneros en un mundo secularizado y pluricultural”. Nos
preguntamos ¿cómo vivir la fe cristiana en un mundo donde la religión es
paulatinamente desplazada? y donde la diversidad cultural exige diversificar las
propuestas evangelizadoras.
Las ponencias pretenden iluminar este nuevo mundo en el que nos
desenvolvemos y sugerir respuestas, desde la fe, a esos desafíos.
La primera ponencia del licenciado Lucas Cerviño trata de describir
“El mundo de hoy, pluricultural y secularizado” al que hay que “mirar con
esperanza y amor, con profundidad y profetismo”. Compartir la fe implica
comprender un mundo en veloz transformación, donde la diversidad irrumpe
por todos lados, un mundo cada vez más plural, variopinto y complejo.
En mundos cambiantes que buscan fuera de la fe razones para vivir, los
cristianos experimentamos y proponemos una existencia que se define por el
encuentro con la Palabra Eterna encarnada. Mons. Silvio Báez desarrolla la
temática de “La Biblia como fuente de sentido en un mundo secularizado y
pluricultural”.
El P. Raul Biord tematiza “La urgencia de la Misión en los ámbitos de la
la Nueva Evangelización y la Misión Ad Gentes”. La Iglesia es misionera por
naturaleza(AG 2) La misión es un desafío teológico-espiritual, la misión tiene una
iglesia y no la Iglesia tiene una misión, la misión como categoría central de la
Teodramática o actuación de Dios en el mundo.
A nivel universal y a nivel de iglesias particulares se plantea la necesidad
de declararnos en Iglesia en Misión Permanente. La Dra. Olga Consuelo Vélez
señala los elementos bíblico-teológicos que fundamentan un nuevo modelo de
Iglesia “Hacia una Iglesia Americana en permanente estado de misión”, es
decir, misionera, profética y liberadora, capaz de afrontar los nuevos tiempos
y abrir caminos de renovación. La autora arriba a conclusiones prácticas: una
iglesia que se pone en camino, una iglesia dialogal, una iglesia testimonial y
una iglesia que cambia sus estructuras.
El Hermano Israel José Nery aborda la cuestión de “La misión en la
Vida Religiosa Consagrada en la Iglesia permanentemente misionera”
desarrollando tres tesis. 1) la identidad misionera de la Vida Religiosa Consagrada
es su principal misión; 2) La vida religiosa consagrada es una misión místico-
simbólica-profética; 3) La Vida Religiosa Consagrada es, por su misma
naturaleza, misionera Ad Gentes.
Que estas reflexionen despierten y afiancen nuestra tarea de anunciar la
Buena Noticia de la persona de Jesús y de la vida plena y feliz que él trae a
todos los pueblos.
+Jesús Alfonso Guerrero Contreras
Presidente de la Comisión Teológica del 4to
CAM - Comla 9no
.
3. 4 5
América Misionera Comparte tu fe
348), como subrayaron los obispos
reunidos en Aparecida. Porque, como
dijo Pablo VI, “solamente el Reino es
pues absoluto y todo el resto es relativo”
(EN 8).
Para compartir la fe el primer
paso es tenerla y alimentarla. Haber
encontrado la presencia viva del
Resucitado que de mil maneras nos
dice: Dios te ama, ama a cada ser
humano. En palabras de Benedicto
XVI, “no se comienza a ser cristiano
por una decisión ética o una gran
idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que
da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva” (DA
12). Esta relación personal con Jesús,
como toda amistad, exige ser cultivada
y profundizada.
La amistad con Dios es sui
generis, original. Entre tantos modos
de cultivarla y profundizarla hay una
característica peculiar y fundamental:
el compartirla. Mientras más se
comparte más crece en cada uno,
como el fuego, que sólo incendiando
algo puede seguir prendido. Compartir
la fe, ser misioneros y misioneras, no es
un añadido o plus en la vida cristiana,
es esencial por la misma vitalidad de
la fe.
Para compartir nuestra “perla de
gran valor” (Mt 13,45), por la que somos
capaces de vender todo, es importante
conocer a nuestro interlocutor. Para
que al ofrecerle el don-regalo de la fe
pueda acogerlo y hacerlo propio. A
un niño que aún no lee no se le regala
un libro, por más bello que sea. A un
diabético no se regala un hermoso
pastel o torta. A un adolescente no
se le regala un vestido de adulto. Hay
que conocer al amigo para saber qué
y cómo ofrecerle algo que realmente
sea un regalo o don para él.
Es imprescindible saber mirar
y comprender el mundo de hoy para
descubrir el mejor modo de compartir
nuestra “perla de gran valor”. Y esto
es aún más urgente y necesario ante
nuestro mundo actual que se presenta
cada vez más cambiante. Con
transformaciones sumamente veloces
a todos los niveles de la vida humana,
con una diversidad que irrumpe desde
todos los rincones y por todas las
direcciones. Un mundo siempre más
plural, variopinto y complejo.
Un comprender que es
intercambio de dones
¿Con qué actitud acercarnos a
esa porción de mundo que es nuestro
continente, a esa porción de mundo
que nos toca mirar y amar, interpretar y
acompañar? La Gaudium et Spes, ese
documento clave del Concilio Vaticano
II para comprender el rol de la Iglesia
en el mundo, inicia así: “Los gozos
y las esperanzas, las tristezas y las
angustias de los hombres de nuestro
tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y
esperanzas, tristezas y angustias de
El mundo de hoy, pluricultural
y secularizado
Actitudes, insumos y claves para una mirada
creyente de la realidad
Lic. Lucas Cerviño
Bienvenidos a todas y todos a
nuestro Cuarto Congreso Americano
Misionero. Un acontecimiento muy
especial y significativo dada la urgencia
derenovarelardormisionerodenuestra
Iglesia americana, pero también
universal. En un periodo donde Papa
Francisco invita a que “busquemos
ser una Iglesia que encuentra caminos
nuevos, capaz de salir de sí misma
yendo hacia el que no la frecuenta,
hacia el que se marchó de ella, hacia el
indiferente”, subrayando que para esto
“es necesario tener audacia y valor”
(ECC, 13). Quizás, el primer paso de
audacia y valor para salir de nuestros
lugares seguros y autorreferenciales,
es mirar con esperanza y amor, con
profundidad y profetismo, el mundo de
hoy.
I. A manera de introducción
Compartir la fe nos conduce a
comprender el mundo
El lema del CAM 4, “América
misionera,compartetufe”,essugerente
y bello. Clara invitación a compartir
nuestro tesoro más preciado: la fe en
Jesucristo que abre la posibilidad de
vida plena. Porque como Jesús dijo:
“Yo he venido al mundo para que tengan
vida y la tengan en plenitud” (Jn 10,10).
Nuestro diálogo con Jesús es el que da
sentido, orientación y sabor a nuestras
vidas, el que nos impulsa al servicio de
los demás en el mundo. El discípulo-
misionero está al servicio del Reino de
Dios para que todos nuestros pueblos
tengan, en Cristo, vida plena (Cf. DA
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América Misionera Comparte tu fe
e instrumento de la íntima unión con
Dios” (LG 1) siendo “germen y principio
del Reino” (LG 5). Para que la Iglesia se
mantenga como medio para el Reino
de Dios y no fin en sí misma.
De manera simbólica el ritmo
del intercambio de dones entre la
comunidad cristiana y el mundo, sería:
Sumergirse – Revisitar - Renovarnos.
Parecería sólo un juego de palabras,
pero no lo es. Hay un giro de fondo
en estos verbos y las acciones que
se desprenden. Sumergirse, remite a
entrar dentro, dejarse empapar y desde
allí mirar y observar la realidad, ese
mundo que somos nosotros mismos.
Una mística cristiana del siglo XX diría:
He aquí lo más fascinante
de nuestro tiempo:
penetrarenlamásaltacontemplación
y permanecer mezclado con todos,
hombre entre los hombres.
Diría aún más:
perderse en la muchedumbre
para impregnarla de lo divino,
como se empapa un trozo
de pan en vino (…)
(Lubich 2000:229)1
.
Permanecer y perderse en esa
diversidad pluricultural y secularizada
en ebullición. De pluralidad de
modos de estar y vivir en el mundo.
Luego, Revisitar: después de haber
escuchado las preguntas, anhelos,
gozos, fracasos, luchas, sin sentidos
1 Meditación el Atractivo del tiempo moderno,
que ha de ser también la atractiva del tiempo
postmoderno.
de la diversidad cultural, religiosa,
secular, etc., no juzgarla. Más bien,
desde nuestra fe, releer nuestra
tradición cristiana y re-apropiárnosla
teniendo presente esa variopinta
pluralidad que nos invadido en la
inmersión con el mundo. Finalmente,
Renovarnos: hacernos nuevos juntos
a los demás, que ya no son unos
extraños o los otros en oposición a
nosotros, sino compañeros de viaje. Es
más, somos un renovado tejido social
impregnado de divino. Renovada
praxis que potencia toda vida digna
desde dentro. Células vivas que
revitalizan un cuerpo. Manifestación
del Reinado de Dios. Capacidad de
vivir desde la diversidad sin anular
la comunión profunda de nuestra
condición humana. De mantener lo
específico sin negar la pluralidad.
Sumergirnos para mirar
desde dentro
Desde las dos premisas apenas
expuestas, el objetivo de esta reflexión
es tomar conciencia de la profunda
realidad que va aconteciendo en el
mundo de hoy, y sobre todo en nuestro
contexto americano. Tomar el pulso
de la transformación para ofrecer
insumos de discernimiento personal
y comunitario sobre el desde dónde
y cómo compartir nuestra fe, nuestra
“perla de gran valor”, en los múltiples
y variados ambientes y situaciones
existenciales de nuestros pueblos de
América.
los discípulos de Cristo. Nada hay nada
de verdaderamente humano que no
encuentre eco en su corazón” (GS 1).
La actitud vital para mirar el
mundo de hoy es hacer eco en nuestros
corazones y comunidades cristianas a
los interrogantes, búsquedas y anhelos
de nuestros pueblos americanos.
Sobre todo de aquellos que están
en dificultad, que son rechazados
o marginados por el actual sistema
neoliberal. Estos interrogantes y
anhelos son y no son los de hace 50
o 15 años atrás. Los anhelos vitales se
presentan de manera diversa, cambian
al mismo ritmo que cambiamos
nosotros y cambia el mundo. A esos
anhelos hemos de hacer eco, acoger
y donar nuevamente, desde el corazón
de nuestras comunidades cristianas.
Acoger con la mayor amplitud
y misericordia posible, con el menor
prejuicio y cerrazón. Acoger como una
madre acoge al hijo luego de meses
o años fuera de casa, como acoge
la abuela al nieto que llega a casa,
como acoge la pareja el recién nacido.
Recibiendo con gozo, sirviendo con
cariño, protegiendo con cuidado.
Donar nuevamente, luego de
acoger. Donar desde lo que sus gozos
y esperanzas, tristezas y angustias
han generado en nosotros. No una
respuesta fría y legalista, sino vital y
amorosa, compasiva. Re-donarlo como
propio, a partir del discernimiento
desde los valores del Evangelio.
Incluso, si fuera necesario, con nuevos
interrogantes, desafíos y críticas. Pero
todo como un don.
Este hacer eco, acoger y re-
donar todo anhelo humano, venga de
donde venga, es fundamental. Lo es
porque el mundo y la Iglesia no están
en oposición sino que se necesitan
mutuamente, es más, están en fecunda
interrelación. La Iglesia está en el
mundo, por tanto no es un algo aislado
e inmune a las vivencias mundanas y
seculares, sino que comparte su gran
tesoro siendo parte de las alegrías y
búsquedas, las sombras y sufrimientos
del mundo de hoy.
Ya el Vaticano II afirmó la
importancia de “promover, acertada-
mente, este mutuo intercambio y esta
mutua ayuda en todo aquello que en
cierta manera es común a la Iglesia y
al mundo” (GS 40). El Concilio subraya
la ayuda que la Iglesia ha dado al
dinamismo humano pero también
“reconoce los muchos beneficios que
ha recibido de la evolución histórica
del género humano” (GS 44). Aquí se
manifiesta la importancia del dar y
recibir. Dicho con otras palabras, del
diálogo. Pero un diálogo que no es
unidireccional sino recíproco.
Actitud vital para comprender e
interpretar la presencia de Dios en el
acontecer del mundo, es el intercambio
dedones.Dondelacomunidadcristiana
ofrece muchos aportes al caminar,
tantas veces no cristiano o secular, de
la humanidad, pero también el mundo
ayuda a la Iglesia para que sea “señal
5. 8 9
América Misionera Comparte tu fe
de carácter más metodológico, sobre
el mirar la realidad. Aclaraciones
que intentan hacer eco de la actual
de transformación de la humanidad,
signada por la irrupción del pluralismo
a todos los niveles. Luego se
presentan algunas claves macro de
este mundo en transformación. Claves
que permitan realizar un ejercicio de
discernimiento en cada contexto local
y según sus características propias.
A continuación se profundizan dos
acentos: lo pluricultural y secularizado
del mundo de hoy. Se concluye con
algunos desafíos que el mundo de hoy
plantea a la Iglesia y misión del siglo
XXI.
II. Cuatro preguntas para
afinar la mirada
A veces, en el método Ver –
Iluminar - Actuar se sobreentiende
lo que implica ver, con el riesgo
de una mirada desenfocada de la
realidad. Sobre todo una visión parcial
pero también objetivamente, muy
condicionada por lo científico e incluso
ideologizada. Considero importante
explicitar, para afinar, lo que comporta
mirar la realidad. Además, en tiempo
grandes transformaciones como el
actual, también el modo de mirar y
acercarse a la realidad ha de cambiar.
Para un discípulo-misionero es
vital afinar la mirada, porque la mirada
está muy relacionada con la misión.
El mirar es un presupuesto de toda
misión, eso previo a toda misión que la
condiciona y configura. Por eso, “para
poder pensar la misión hoy deberíamos
preguntarnos qué miramos, desde
dónde, por qué lo hacemos. Debemos
renovar nuestra visión” (Marina
2008:223), si es que queremos renovar
la misión.2
Simone Weil escribía: ‘lo que nos
salva es la mirada’. Para esta mística
del siglo XX, de origen judío y cercana
al cristianismo, en la mirada está todo.
Pero no cualquier mirada, sino una
mirada atenta. Una mirada que observa
con cuidado y respeto, con “sospecha
y promesa de que el esfuerzo del mirar
de ese modo no es en vano, pues en
lo que nos rodea anida lo digno de ser
tenido en cuenta, lo valioso y lo que tal
vez pueda orientarnos en nuestra vida”
(Esquirol 2006:66).
Mirada que se deja sorprender
por el sentido de la vida y la realidad
que viene a nuestro encuentro. “Vivir
viendo, vivir percibiendo las cosas de la
vida, vivir prestando atención a lo que
nos rodea, a los demás y a nosotros
mismos. Vida del respeto y respeto de
la vida” (Esquirol 2006:173). Dios está
siempre allí, listo a manifestarse. Pero
nuestra desatención, despreocupación
e incapacidad de mirar con delicadeza
y atención, impide abrirnos a Él, a
descubrir en la historia y sus aconteci-
mientos un signo de su presencia.
2 Para un mayor desarrollo y profundización de
esta relación entre mirada y misión ver Cerviño
2010:215-272.
Será un ejercicio de mirar la
realidad con ojos creyentes. Un
ejercicio del sumergirse en la realidad
para mirar desde dentro, primer paso
del ritmo ternario del intercambio
de dones (sumergirse-revisitar-
renovarnos). Mirar esa realidad que
es el mundo que estamos llamados a
habitar y amar, a asumir y transfigurar,
de esa realidad que nos habita y ama,
nos transfigura. Una mirada que activar,
como expresa el Papa Francisco en la
encíclica Lumen Fidei, “la comprensión
de la fe que nace cuando recibimos el
gran amor de Dios que nos transforma
interiormente y nos da ojos nuevos
para ver la realidad” (LF 26).
Este acercamiento a la realidad
no será un análisis de la crisis
económica o la situación sociopolítica
del continente, sino el intento de
visualizar algún signo de los tiempos
(Cf. DA 33): esa presencia de Dios en el
mundo que está fecundando la historia
para gestar Vida plena, y también
actuando para promover fraternidad:
justicia, paz (plenitud en las relaciones
interpersonales) e integridad de
la creación. Ver la realidad para
interpretar el tiempo presente (Cf. Lc
12,56) en busca de signos positivos
que manifiestan un sentido de vida,
esperanza en la fuerza espiritual,
humanización del tejido social. Es
el difícil arte de visualizar el trigo en
medio de la cizaña (Cf. Mt 13,24-30).
Laintenciónesofrecerclavespara
individualizar esos lugares, tiempos,
propuestas, acciones y proyectos
donde Dios se está manifestando,
muchas veces misteriosamente.
Porque a menudo estos signos de
los tiempos se dan en situaciones
que, desde una mirada externa y
superficial, parecerían lejanas de Dios
e incluso lo niegan. Pero como diría
Papa Francisco, “hay que encontrar
a Dios en nuestro hoy” y dejarnos
de lamentaciones buscándolo en el
pasado. Y “Dios se manifiesta en el
tiempo y está presente en los procesos
de la historia. Esto nos hace preferir
las acciones que generan dinámicas
nuevas” (ECC, 19).
Este ejercicio hermenéutico (de
interpretación) de la realidad desde la
fe y bajo el horizonte del Reinado de
Dios, es todavía más urgente en una
época de cambio como la actual. Los
tiempo de grandes transformaciones
son momentos de bifurcación o incluso
de iniciar nuevos caminos. Tiempos
que abren la disponibilidad a que
personas, grupos sociales, pueblos
e incluso continentes, tomen nuevas
direcciones y rumbos orientados hacia
nuevos horizontes. Horizontes que
podrían ser más auténticos, fraternos
e incluyentes, más generadores de
vida digna y plena para todos, todas y
todo el planeta. Ante esto es vital saber
interpretar la realidad para acompañar
los procesos históricos que van
aconteciendo.
Concretamente se inicia con
algunas importantes aclaraciones,
6. 10 11
América Misionera Comparte tu fe
limitada y parcial, pero necesaria.
Ejercicio que continuamente un
discípulo-misionero ha de realizar en
su camino por el mundo, para afinar la
mirada, para corregir la focalización,
para reubicarse y no perder el horizonte
vital. Para que, como los discípulos
de Emaús, se nos abran los ojos y
reconozcamos a Jesús (Cf. Lc 24,31).
¿Para qué mirar el mundo?
Una respuesta sencilla y concisa
sería, desde el CAM 4 que nos reúne
aquí, para compartir la fe. Las cristianas
y cristianos miramos el mundo para
ofrecer nuestra experiencia de fe, esa
experiencia vital que crece al donarla.
Miramos el mundo para promover
vida en los demás, porque nos hemos
encontrado con Alguien que ha
generado y genera plenitud de vida en
nosotros. Hemos descubierto que “la
vida se alcanza y madura a medida que
se la entrega para dar vida a los otros.
Eso es en definitiva la misión” (DA 360).
Nuestro horizonte es hacer
partícipes a los demás de nuestro
“tesoro escondido” (Mt 13,44), de la
Buena Noticia que Jesús inauguró con
su vida, muerte y resurrección: Dios
está en y entre nosotros promoviendo
vida plena. Los obispos reunidos en
Aparecida afirman que “el proyecto
de Jesús es instaurar el Reino de su
Padre. Por eso pide a sus discípulos:
‘¡Proclamen que está llegando el Reino
de los cielos!’ (Mt 10, 7). Se trata del
Reino de la vida” (DA 361).
Por tanto, como creyentes hemos
de mirar el mundo para manifestar y
promover todo experiencia de vida
digna y fraterna, venga de donde
venga. “Porque la propuesta de
Jesucristo a nuestros pueblos, el
contenido fundamental de esta misión,
es la oferta de una vida plena para
todos. Por eso la doctrina, las normas,
las orientaciones éticas, y toda la
actividad misionera de la Iglesia, debe
dejar transparentar esta atractiva oferta
de una vida más digna, en Cristo, para
cada hombre y para cada mujer de
América Latina y de El Caribe” (DA
361).
Miramos el mundo para ser
partícipes de las miles de iniciativas
de nuestros pueblos por dar a luz
otros mundos posibles más fraternos
(con justicia, paz e integridad de la
creación), para contribuir al Buen Vivir
de nuestros pueblos indígenas. Para
comprender como acompañar todo
proceso social y cultural que defienda y
promueva vida digna. Para reaprender
“a vivir como Iglesia samaritana (cf.
Lc 10,25-37) recordando que ‘la
evangelización ha ido unida siempre a
la promoción humana y a la auténtica
liberación cristiana’” (DA 27).
Queremos mirar una y otra
vez el mundo, para optar por una
convivencia intercultural capaz
de generar alternativas de vida
en el presente: hoy, aquí y ahora.
Alternativas siempre insuficientes
y limitadas, pero alternativas al
Por esto es imprescindible y
urgente desarrollar una mirada atenta
y respetuosa hacia uno mismo, hacia
los demás y hacia la realidad para
dejarse sorprender e interpelar por
esa Presencia que todo lo transfigura.
Mirada que es también escucha,
ya que “gracias a la unión con la
escucha, el ver también forma parte
del seguimiento de Jesús, y la fe se
presenta como un camino de la mirada,
en el que los ojos se acostumbran a ver
en profundidad” (LF 30). Mirada atenta
es mirada profunda, escucha plena,
configurarse con Cristo.
Para ahondar en las
características principales del mirar
la realidad es práctico hacerse cuatro
preguntas:
• ¿Desde dónde mirarla realidad?
El lugar desde donde se mira
configura el modo de mirar
el mundo y sus procesos
socioeconómicos, culturales,
religiosos y políticos. La
ubicación, a la hora de mirar,
influye y condiciona, aún más
en un mundo pluricultural y
secularizado como el actual. La
espacialidad no es neutra, como
tampoco lo es el cómo se mira,
lo que se mira y la finalidad del
mirar.
• ¿Cómo mirar la realidad? Hay
múltiples modos de mirar.
Hay miradas compasivas o
que juzgan, misericordiosas
o denunciadoras, profundas
o superficiales, empáticas o
que cosifican, liberadoras o
esclavizadoras, frías o cálidas,
complacientes o irrespetuosas.
El cómo mirar manifiesta la
dimensión ética del mirar.
• ¿Qué mirar? Al mirar orientamos
nuestra mirada hacia un lugar,
objeto o espacio. Al mirar la
realidad, nuestra mirada puede
orientarse hacia realidades
religiosas, hacia los errores y
desviaciones, hacia lo nuevo que
está surgiendo o lo antiguo que
está muriendo, hacia lo popular
o las elites, hacia los procesos
o lugares seguros. Desde un
mismo lugar y con una misma
actitud, pueden verse cosas,
procesos, personas y mundos
muy distintos.
• ¿Para qué mirar la realidad?
Miramos la realidad para
juzgarla o iluminarla, para
amarla o rechazarla, para
transformarla o contemplarla,
para descifrarla fríamente o para
integrarla armónicamente, para
simplificarla o complejizarla,
para habitarla o evadirla. ¿Dónde
radica el sentido y la finalidad
del mirar la realidad para un
creyente?
Luego de esta condensada
enumeración de las cuatro
características principales del mirar es
oportuno responder cada interrogante
o aspecto del mirar. Respuesta siempre
7. 12 13
América Misionera Comparte tu fe
alto3
. Mirada desde lo que parece
insignificante y de poco valor, por ello
humilde.
Una mirada desde las
carencias: exclusión e desintegración,
egoísmo y superficialidad, racismo y
discriminación, clasismo e inequidad.
Mirar desde allí permite cargar con
estas carencias. No para generar odio
y polarización, sino para, desde la
compasión (sufrir junto a), transformar
esas carencias en plenitudes: libertad,
justicia, inclusión, solidaridad. Mirada
desde el amor y, como dice Papa
Franciscoensuencíclica,“laexperiencia
del amor nos dice que precisamente
en el amor es posible tener una visión
común, que amando aprendemos a
ver la realidad con los ojos del otro, y
que eso no nos empobrece, sino que
enriquece nuestra mirada” (LF 47).
Estos espacios fronterizos
y periféricos, configuran la nueva
geografía misionera: el desde donde
sintonizar con los anhelos de vida de la
humanidad en su variopinta diversidad;
desde donde testimoniar, dialogar y
anunciar nuestra plenitud de vida en
Jesús. Lugares y espacios desde los
cuales aprender a vivir la diversidad
3 “¿Qué es lo que, en general, se ve desde abajo?
Pues, justamente lo contrario de lo que se ve
desde las alturas: todo aumenta de tamaño y se
aprecian mejor los detalles y las singularidades
de cada cosa. A ras del suelo, miramos hacia
arriba y no hacia abajo, como los niños que
al mirar asombrados hacia arriba lo ven todo
grande. (…) Esta aparente limitación espacial
supone una promesa de visión ontológica. Es
decir, que ¡desde lo bajo se ve lo alto!” (Esquirol
2006:157).
cultural, religiosa, generacional…
como gozo y riqueza, compartiendo
plenitudes y sabidurías de vida. Un
mirar desde lo llano y cotidiano,
desde las calles, plazas y lugares no
religiosos para ir reconfigurando una
vida alternativa desde el espacio inter
(cultural, religioso, social…).
¿Cómo mirar el mundo?
La respuesta más sencilla sería:
miremos el mundo como lo miró Jesús.
Y, ¿cómo lo miró Jesús? Para Jesús el
mundo eran, sobre todo, las personas y
grupos sociales con los que interactuó.
Para ellos tuvo una mirada de amor y
compasión, liberadora, pero al mismo
tiempo desafiante y crítica-profética
ante toda opresión. Por ejemplo en
el relato del joven rico el evangelista
nos describe que Jesús, “fijando en
él su mirada lo amó y le dijo: “Sólo una
cosa te falta” (Mc 10,21). Combinación
de mirada amorosa y exigente. O ante
la viuda de Naín: “Al verla el Señor,
tuvo compasión de ella y le dijo: “No
llores” (Lc 7, 1314). Mirada que conduce
a sufrir con la desdichada, a incorporar
su sufrimiento. De ahí surge la acción
milagrosa, la resurrección del hijo de la
viuda.
Su mirada también es crítica. Por
ejemplo “le presentaban unos niños
para que los tocara, pero los discípulos
les reñían. Pero Jesús, al ver esto, se
enfadó y les dijo: ‘Dejad que los niños
vengan a mí, no se lo impidáis, porque
de los que son como ellos es el Reino
fin, que son manifestaciones del
Reino de Dios. Seguir mirando para
desafiarnos a dejarnos fecundar por
esa diversidad cultural y religiosa que
habita en nosotros y los demás.Mirar
el mundo para ofrecer, con respeto y
desprendimiento, nuestra plenitud.
Plenitud que porque es tal, atrae y no
se impone. Plenitud de vida que no es
ni intimista ni elitista, sino “fuente de
agua que brota para la vida eterna”
(Jn 4,14) en la cotidianidad de cada
momento vivido en y con Cristo.
¿Desde dónde mirar el
mundo?
Tanto el relato de Jesús con la
samaritana que dialogan en territorio
sincrético y alrededor de un pozo en
el camino (Jn 4,5-42), como el del
samaritano que atiende al herido que
encuentra en el camino y lo acompaña
a un hostal (Cf. Lc 10,25-37) conducen
a fértiles lugares desde donde mirar el
mundo. Jesús, que ha de ser nuestro
centro. Con su vida muestra claramente
que lo periférico es el desde donde.
Él que es un judío en las periferias
del imperio romano. Un galileo, más
aún un nazareno (“¿De Nazaret puede
salir algo bueno?” Jn 1,46), lejos de la
importante Judea y central Jerusalén.
Una mirada evangélica del
mundo ha de partir desde los espacios
fronterizos y periféricos, no desde los
centros, sean políticos, económicos
o religiosos. Como no se cansa de
repetir Papa Francisco, el discípulo-
misionero es enviado a las periferias
existenciales. Desde allí es desde
donde se ha de mirar el mundo,
porque “la posición del discípulo
misionero no es una posición de centro
sino de periferias: vive tensionado
hacia las periferias”. Aunque sabiendo
que no es fácil porque “hablar de
periferias existenciales des-centra, y
habitualmente tenemos miedo a salir
del centro” (Papa Francisco al CELAM,
28/07/2013).
Los lugares periféricos y zonas
fronterizas son lugares marginados
y populares, no interesantes e
importantes para el poder humano,
pero sí para Dios. Muchas veces
espacios no controlados y por tanto
no empoderados. Lugares que no
son ni de uno ni de otros. Más bien
no-lugares que facilitan el encuentro
con la diversidad. Y sabemos que
“en el encuentro con los demás, la
mirada se extiende a una verdad más
grande que nosotros mismos” (LF 14).
En estos lugares descubrimos que no
somos poseedores de la verdad, de la
justa y única mirada, sino que siempre
podemos aprender de los demás
generando una mirada más amplia,
límpida e incluyente.
Estos lugares posibilitan una
mirada atenta y respetuosa que brota
desde abajo. Esa mirada que brota
al ras del suelo y por ello mismo es
capaz de ver hacia arriba, hacia lo
8. 14 15
América Misionera Comparte tu fe
poseerlo, sino para dejarnos irradiar
por su presencia que nos impulsa
a seguir caminando por el mundo y
la historia. Porque “Dios es siempre
una sorpresa y jamás se sabe dónde
y cómo entroncarlo, porque no eres
tú el que fija el tiempo ni el lugar para
encontrarte con Él” (ECC, 20).
Orientar la mirada, agudizarla
y ejercitarla, para vislumbrar esa
presencia del Resucitado que nos
mira y transforma. Mirada abierta a
ser modificada por lo que ve, porque
“cuando el que ve se da cuenta de
que forma parte de lo que ve, cambia
radicalmente su comprensión de lo que
ve. Viendo, es visto por aquello mismo
que ve” (Melloni, 2012:148). Un mirar
que se descubre realidad, de esa
realidad que está más allá de lo que
vemos aunque también está más acá
manifestándose en cada presente.
Ejerciciodelmirarqueespersonal
y comunitario, como lo trasmite la
comunidad joánica: “Lo que existía
desde el principio, lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos, lo
que contemplamos y tocaron nuestras
manos acerca de la Palabra de vida
(pues la Vida se manifestó y nosotros
la hemos visto y damos testimonio y os
anunciamos la Vida eterna, que estaba
vuelta hacia el Padre y que se nos
manifestó), lo que hemos visto y oído,
os lo anunciamos” (1Jn 1,13).
Mirar todo para encontrar el
Todo, mirar nada para vislumbrar
la Presencia que es toda donación.
Mirar ese ya del “ya y todavía no” de
la salvación, que porque es tan frágil,
comporta seguir caminando: volver a
mirar una y otra vez el mundo y sus
procesos, la humanidad y sus anhelos.
III. Un mundo en
transformación
A continuación se presentan
algunasclaves-macroquecaracterizan
el actual mundo en transformación. Son
claves para situarse, mínimamente, en
esta gran metamorfosis y habitarla de
maneraproactivaycreativa.Clavesque
no entran en detalles o exposiciones
minuciosas, sino que ofrecen líneas
orientativas para un ejercicio de
discernimiento en cada contexto local
con sus particularidades.
Inmersos en una época de
cambio
A nivel mundial existe consenso
que la humanidad está atravesando
un cambio de época. Esto significa
que el desajuste, desequilibrio y
contraposición que percibimos a partir
de muchos acontecimientos de la vida
cotidiana no son simples cambios
coyunturales o parciales, regionales
o nacionales, sino planetarios y
profundos.Cambiosqueencadalugary
momento tendrán matices, tonalidades
y concretizaciones diferentes pero que
son hondos y afectan a todos y todas.
de Dios’” (Mc 10,1315). Mirada crítica
porque es profunda y busca lo esencial.
“Alzando la mirada, vio a unos ricos que
echaban sus donativos en el cepillo del
templo, vio también a una pobre viuda
que echaba unos céntimos, y dijo: De
verdad os digo que esta viuda ha echado
más que todos” (Lc 21,13).
Jesús desarrolla una capacidad
especial de sensibilidad para captar la
realidad y situarse ante ella. Un modo
de mirar donde sobresale lo pequeño,
insignificante o escondido: una viuda
pobre, unos niños que son rechazados,
un joven rico de sí mismo. El mirar de
Jesús proporciona una manera de ver
y situarse ante los acontecimientos de
forma peculiar y profunda: mirar con los
ojos del Padre. Un mirar diáfano porque
puro, libre y descentrado de todo
egoísmo. Jesús es la concretización del
“dichosos los puros de corazón, porque
ellos verán a Dios” (Mt 5,8). Su mirar
descubre Dios porque es como Dios:
gratuidad plena, vacio todo acogida,
fuerza amorosa transformadora.
La mirada de Jesús invita a
una mirada toda participación e
involucramiento, lejos de toda actitud
distante como de quien mira un objeto o
algo extraño. Un mirar que se sumerge
dentro de lo que ve, que se siente
parte de eso. Mirada contemplativa
que, en palabras de Papa Francisco,
“no nos separa de la realidad, sino
que nos permite captar su significado
profundo, descubrir cuánto ama
Dios a este mundo y cómo lo orienta
incesantemente hacía sí; y esto lleva al
cristiano a comprometerse, a vivir con
mayor intensidad todavía el camino
sobre la tierra” (LF 18).
Unamiradaqueestálejosdetoda
evasión del mundo y espiritualización
de la vida, comprometida en observar y
promover la manifestación del sueño de
Dios en todos, todas y todo el planeta.
Mirada frágil capaz de sintonizar con
el misterioso entramado de la vida.
¿Qué mirar del mundo?
Al llegar al último punto de
nuestra descripción del mirar ya se ha
ido manifestando qué hemos de mirar
del mundo. Desafío del discípulo-
misionero es mirar el todo en la parte
y la parte en el todo, para encontrar a
Dios en todas las cosas como afirma el
Papa Francisco. Mirar siempre cargado
de incertidumbre y duda porque lo qué
se mira, constantemente se escapa y
escabulle. Por ello “la actitud correcta
es la agustiniana: buscar a Dios para
hallarlo, y hallarlo para buscarle
siempre” (ECC, 20).
Lo que miramos del mundo es un
qué, que nos coloca en una búsqueda
a tientas y que ejercita un mirar que
ha de ser admiración y gozo ante el
don de vislumbrar su Presencia. El
Papa recuerda que “todos nuestro
antepasados en la fe murieron teniendo
ante los ojos los bienes prometidos,
pero muy a lo lejos”. Aprender a mirar
el mundo buscando el qué, no para
9. 16 17
América Misionera Comparte tu fe
del concepto de familia, las opciones
de género, la aparente falta de
compromiso por opciones definitivas,
la cosificación del ser humano, la crisis
ambiental, el aparente crecimiento de
rechazo y negación de Dios, etc.
Esta interrelación entre realidad
humana, divina y cósmica está
modificándose y adquiere algunas
características generales, pero
también peculiares según cada
continente y contexto local. Porque “la
novedad de estos cambios, a diferencia
de los ocurridos en otras épocas, es
que tienen un alcance global que, con
diferencias y matices, afectan al mundo
entero” (DA 34).
Estamos en un periodo, también
en Latinoamérica, postmoderno.
Para muchos una superación de la
modernidad, para algunos todavía una
modernidad líquida (S. Bauman), para
otros una profundización de algunos
elementos característicos de la
modernidad (por ejemplo la libertad).
En general, hablar de postmodernidad
significa asumir una creciente crisis de
sentido junto con una racionalidad que
brota de una razón débil. Esto lleva a
una fragmentación de la vida personal,
ya que sin un sentido de vida claro, la
vida se vive a trozos y sin un hilo que
la articule.
De aquí surge el relativismo,
que niega o le resulta indiferente la
posibilidad de conocer y actuar según
una verdad absoluta. La razón débil
produce la creciente crítica hacia
cualquier metarelatos, sea político
o religioso o de cualquier ideología.
Crítica que va acompañada del
rechazo a toda institución que imponga
sus pensamientos y criterios de vida
anulando el valor de la libertad y
autonomíapersonal.Perotambiénsurge
el fundamentalismo, como respuesta
al relativismo. Fundamentalismo que
en busca de algo duro y perdurable
se orienta al pasado para fundamentar
posturas esencialistas e inmutables,
sean culturales o religiosas.
Ante esas sombras o riesgos,
desde una mirada creyente es posible
percibir el cambio de época como
una oportunidad de volver a las raíces
cristianas. Regresar al Evangelio para
ser creativos y audaces desde allí.
Para desde una auténtica experiencia
de fe bíblica gestar y abrir nuevos
caminos. Con una fe capaz de caminar
en la incertidumbre y la duda que
genera este cambio epocal, como lo
hicieron los padres de la fe, orientarse
hacia una nueva tierra que apenas
vislumbramos.
Orientarse hacia lo que está
germinando promoviendo todos
aquellos signos de vida digna y plena.
Vengan de donde vengan, sean
de quienes sean. Identificando las
“estructuras caducas” (DA 365) que
han de ser modificadas y simpatizando
con todo lo que sea integración de la
diversidad, generación de redes y
comunión, nuevos sentidos de vida.
Estamos inmersos en un proceso
de mutación que es más profundo
que una simple época de cambios.
El mundo de hoy no atraviesa
simplemente cambios dentro de una
época, como podría ser el surgimiento
de nuevas potencias económicas o
la democratización de ciertos países
o nuevas integraciones regionales.
El nuestro es un cambio que está
transformando la raíz del modo de
estar y vivir en el mundo, y no sólo
de algunos en el mundo, sino de
todos los pueblos. Lo quieran o no, la
transformación se impone.
Algunos rasgos fundamentales
del proceso de mutación son la
aceleracióndelatemporalidad,acausa
de la tecnología, donde lo que vale es
para ahora y ya; la reconfiguración de
la conciencia del espacio que parece
adquirir dimensiones planetarias
facilitando una gran movilidad humana;
el calentamiento global del planeta que
interpela a recrear o redescubrir otros
modelos de vida ante lo insostenible
del modelo impuesto en los últimos
siglos; la acumulación armamentista
que permitiría acabar con el planeta
en cualquier momento, siendo una
amenaza siempre latente; la creciente
urbanización de la población con la
consiguiente modificación de sus
hábitos, de agrícolas a industriales y
cibernéticos; la crisis de las religiones
institucionales ante el resurgir de
una nueva conciencia espiritual más
personal y autónoma, son algunos
síntomas de los cambios que están
aconteciendo en las profundidades.
Al interpretar las causas de estos
síntomas el consenso inicial sobre
el cambio de época se fragmenta
surgiendo diversos posicionamientos
y propuestas. Difieren las lecturas
sobre el alcance y la profundidad de
la transformación. Para algunos tienen
el nivel de los cambios generados
por la revolución industrial o incluso
un cambio de paradigma. Para otros
tiene el alcance de lo que fue la caída
del imperio romano en su época. En
lo religioso varios piensan que es
el inicio de una nueva conciencia
religiosa. Un segundo tiempo axial
con un alcance como el primer tiempo
axial cuando surgió alrededor del año
600 a.C. el budismo, el profetismo,
el confucianismo y taoísmo, el
zoroastrismo.
Lo innegable es que, como
también subraya el Documento del
CELAM en Aparecida, “vivimos un
cambio de época cuyo nivel más
profundo es el cultural. Se desvanece
la concepción integral del ser humano,
su relación con el mundo y con Dios”
(DA 44). La crisis, esa palabra tan
usada hoy en día, no es simplemente
económica o del medio ambiente o
política. A la base de todo hay una crisis
antropológica, de cómo se comprende
al ser humano. Están mutando las
coordenadas de comprensión del ser
humano y su relación con los demás,
el planeta y el Absoluto. Aquí hay que
situar cambios como la reconfiguración
10. 18 19
América Misionera Comparte tu fe
todo cristiano o no, a abrirse, dejarse
interpelar y fecundar por personas
de otras culturas y pertenencias
culturales y religiosas. Actitudes vitales
e indispensables, en el hoy americano,
para un discípulo-misionero.
El nuevo paradigma en gestación
invita a abrirse, sin prejuicios y con una
acogida plena, “a nuevas perspectivas
sobre la vida, sobre la comprensión
del ser humano y sobre el Absoluto.
Ello implica pasar del paradigma
aislacionista y expansionista al de la
reciprocidad” (Melloni 2011:29). En
el nuevo mundo de la reciprocidad
no hay futuro para estilos sectarios e
imperialistas, elitistas y proselitistas.
El nuevo paradigma rechaza toda
uniformidad ya que es germen de
encierros y expansiones; implica a un
dialogo entre todas y todos a todos
los niveles para evitar imposiciones y
sumisiones; invita a dejarse interpelar
por el diverso para enriquecerse
recíprocamente. A dejarse poseer por
la verdad en lugar de creer poseer la
verdad.
También los obispos reunidos
en Aparecida reconocieron que “entre
los aspectos positivos de este cambio
cultural aparece el valor fundamental
de la persona, de su subjetividad y
experiencia, la búsqueda del sentido
de la vida y la trascendencia. El fracaso
de las ideologías dominantes para dar
respuesta a la búsqueda más profunda
del significado de la vida, ha permitido
que emerja como valor la sencillez
y el reconocimiento en lo débil y lo
pequeño de la existencia, con una gran
capacidad y potencial que no puede
ser minusvalorado” (DA 52).
Dado que estamos en un
tiempo de transición, de paso, es
claro que en cada uno de nosotros
confluyan actitudes, sentimientos,
acciones y pensamientos de los tres
paradigmas mencionados; donde “en
la mentalidad tribal, el otro es negado;
en la mentalidad imperialista, el otro es
absorbido; en la mentalidad pluralista,
el otro es reconocido” (Melloni 2011:29).
Aquí está la raíz del cambio de mirada
hacia el mundo, los demás, la realidad
e incluso Dios. Mirar para reconocer
al otro, para redescubrirse en el otro,
para vislumbrar la presencia de Dios
en el otro. No para negarla o absorberla
y así poder imponer la nuestra, sino
compartir nuestras plenitudes. Aquí
la gran conversión del siglo XXI ante
la cual está cada ser humano. Aquí
el núcleo al cual ha de llegar todo
espiritualidad y todo camino creyentes.
Esta brecha que van abriendo,
leído desde el paradigma de la
reciprocidad, “inaugura un kairós, un
tiempo oportuno, un tiempo propicio
para un mayor y nuevo conocimiento
de Dios, de la condición humana y
del planeta en que vivimos, en el que
dejarse interpelar, purificar y fecundar
por los demás” (Melloni 2011:29).
Manifiesta un signo de la presencia de
Dios que acompaña la historia humana
en su evolución y crecimiento hacia
La reciprocidad, nuevo
paradigma en gestación
Dentro de las diferentes lecturas
e interpretaciones del cambio de época
una que tiene bastante consenso,
desde diversas disciplinas sociales y
antropológicas, es la del cambio de
paradigma. Se entiende por paradigma
el conjunto de experiencias, creencias
y valores que afectan la forma en que
el ser humano percibe la realidad y
cómo responde a esta percepción.
Dentro de esta vertiente, se coloca el
acento en distintos rasgos esenciales
del nuevo paradigma emergente o en
gestación: época ecuménica, época
planetaria, época ecológica, etc.
Considero que el actual
paradigma en gestación, siguiendo
a uno de los precursores de la
interculturalidad y el diálogo
interreligioso, es el del pluralismo. La
actualtransiciónepocalinvita,demanera
desafiante, a asumir que “el pluralismo
va un paso más allá del reconocimiento
de la diferencia (pluralidad) y de la
variedad (pluriformidad), el pluralismo
tiene que ver con la diversidad radical”
(Panikkar 2010:13). Signo claro de esta
diversidad radical es el paradójico
fenómeno, a todos los niveles, de que
“aunque pugnan fuerzas uniformadoras
que tratan de imponer un modelo único,
al mismo tiempo se ha despertado más
que nunca la defensa de las minorías,
porque ellas posibilitan la pluralidad”
(Melloni 2011:28).
Es la pugna entre las búsquedas
de otros modos de vida y el modelo
único, muchas veces condensando
en la expansión de la omnipresente
economía neoliberal que difunde una
“globalización de la indiferencia” como
dijo Papa Francisco en Lampedusa.
Pero también está la globalización
desde abajo, las de las víctimas
que manifiestan la diversidad desde
las carencias: minorías culturales
discriminadas, minorías populares
marginadas, minorías grupales
excluidas. Indígenas, migrantes,
jóvenes, pobres, mujeres, niños….
Rostros de la pluralidad emergente.
Subrayar que el corazón del
cambio de época está en el pluralismo
implica que tanto las religiones
como las culturas, “están llamadas a
abrirse las unas a las otras, a dejarse
interpelar y fecundar. En esta situación
de pluralismo han de aprender a
convivir unas con otras en una nueva
configuración planetaria que no solo es
irreversible sino que todavía irá a más”
(Melloni 2011:28).
En nuestro continente, esta
nueva configuración planetaria,
tiene un hito en el año 1.992. Con la
conmemoración del los 500 años se
condensó un inició de manifestación de
la diversidad cultural. Hito que todavía
ha de ser asumido e interiorizado
en ámbitos sociales y políticos,
como también eclesiales. Hito que
configura una innegable invitación a
todo latinoamericano y caribeño, a
11. 20 21
América Misionera Comparte tu fe
empresa es aquella más eficiente y
productiva en menor tiempo. Incluso
el tiempo se ha mercantilizado: la
expresión el tiempo vale oro refleja
este carácter lucrativo de concebir el
tiempo, de la necesidad de sacarle el
jugo a cada instante.
Parece ser que “la secuencia
temporal del ser humano (pasado,
presente, futuro), que es la base
imprescindible para que éste pueda
recorrer con garantías su trayecto
biográfico, se ha visto profundamente
afectada: su pasado y su futuro, tal vez
por razones diferentes, se encuentran
en precario y entonces sucede, como
tan bien lo expresaba Paul Klee, que
‘definir aisladamente el presente, es
matarlo’” (Duch 2007:161). La juventud
es un fiel reflejo de esta velocidad del
tiempo y acentuación del presente.
Pero no cabe mirarlo todo como
negativo. Si se va más lento, dándose
el tiempo de aproximarse a los demás,
a la realidad y a Dios, el pasado y el
futuro se integran al presente. Crece
la convicción que se está gestando
un cambio que exige redescubrir el
presente. Aprender a vivir el presente,
“ya que el sentido de la vida no está
en el futuro o en construir la sociedad
o en transformar la Naturaleza, sino en
la vida misma, vivida en su profundidad
presente y verdadera” (Panikkar
1998:148). Esta transformación de la
temporalidad estaría manifestando
algo olvidado, la hondura del
presente. Es posible vivir el presente
desde el descentramiento del yo y la
donación. Un presente que integra el
pasado y futuro subrayando que en
cada momento tenemos la opción de
experimentar la plenitud de la vida,
tanto humana (de todos y todas) como
cósmica (de todo).
Vivir la hondura del presente
parecer ser un signo de los tiempos.
Signo que manifiesta que la “plenitud
humana no puede estar restringida
o pertenecer a una raza, una cultura
o una religión” y que exige resistir
“la gran tentación: la caída en la
indulgencia hedonista en el momento
meramente temporal por parte de
aquellos que pueden egoístamente
permitírselo. (…) Ésta es la piedra de
toque de una espiritualidad auténtica.
El escapismo respecto a los demás,
la autogratificación momentánea, el
egoísmo elitista y la ceguera ante la
difícil situación histórica del hombre”
(Panikkar 1998:156).
Desde esta perspectiva, la
afirmación del Papa Francisco que “es
el tiempo el que inicia los procesos, el
espacio los cristaliza. Dios se encuentra
en el tiempo, en los procesos en curso”
adquiere gran valor. En momentos de
transformación y cambios como los
que vivimos, lo importante no está
en afianzar la presencia de Dios en
esos espacios que han cristalizado su
presencia. Lugares de por sí religiosos
y sagrados. Más bien el desafío está
en buscar a Dios en el tiempo, que es
dinámico e incesante, y por ello tiene
nuevos horizontes más plenos y más
en Dios.
Sin duda que lo positivo del
cambio de paradigma no está exento
de riesgos como la atomización de
la diversidad generando una Torre
de Babel o una reivindicación desde
las minorías (culturales, religiosas,
sociales, sexuales, etc.) que genere
luchas y conflictos que terminan
dañando la vida misma. O el riesgo
mismo del relativismo hedonista,
indiferente hacia los pobres y
marginados. Aún así considero que
el hecho que la pluralidad vaya en
aumento es un signo de los tiempos,
claro y evidente. Porque el Dios
cristiano es alteridad en relación, no
uniformidad ensimismada. Por tanto
la pluralidad es una gran oportunidad
para que los cristianos redescubramos
la comunidad como unidad en la
diversidad, redescubriendo el rostro
original de un Dios Padre en el Hijo por
el Espíritu.
Transformación de la
conciencia temporal y
espacial
Otra clave para situarnos en
la actual transformación del mundo
radica en el modo que el ser humano
concibe el tiempo y el espacio. La
espaciotemporalidad, esa intrínseca
relación entre tiempo y espacio donde
uno remite al otro, configura toda vida
humana y social. Ésta no ha sido la
misma a lo largo de la historia. Nos es
igual la conciencia del tiempo que ha
tenido el ser humano en la época tribal
y la que tiene ahora. Lo mismo puede
decirse del modo de relacionarse con
el entorno y su espacio vital.
Cada época histórica está
configuradadesdeunaconcienciadela
espaciotemporalidad. “La modernidad,
según Barman, empieza cuando, en la
práctica vital (modos de vida, actitudes,
apetencias, etcétera), el espacio y
tiempo se separan y se independizan
como categorías extrañas la una de la
otra. En la modernidad, el espacio se
constituye en el aspecto sólido, estable
y pesado, mientras que el tiempo es
el elemento activo, dinámico y en
cambio incesante” (Duch 2007:159).
Es innegable que la modernidad
se constituyó desde un predominio
del tiempo futuro, que habría de ser
siempre mejor, colocando el espacio
ideal en ese futuro a construir y crear
aquí, desde el presente.
Esta espaciotemporalidad es la
que está en transformación. Hoy es
el presente lo que vale, es allí donde
se coloca todo el acento temporal.
Además,estaacentuacióndelpresente
viene acompañada de una aceleración
de la percepción del tiempo, fruto de
la revolución tecnológica. La mejor
información es la que más rápido llega,
el mejor medio de transporte es el que
traslada en menos tiempo, la persona
más exitosa es la que más actividades
realiza en menos tiempo, la mejor
12. 22 23
América Misionera Comparte tu fe
IV. Dos rasgos de la nueva
realidad: lo pluricultural
y la secularidad
Luego de situar el alcance y
profundidad del cambio de época,
es posible abordar dos rasgos
importantes de la transformación del
mundo actual: lo pluricultural que
desvela la irrupción de la diversidad
cultural y que de manera indirecta ya
se ha abordado en la reflexión. Y la
secularidad creciente del continente
que va estableciendo una reubicación
de la Iglesia en el tejido social junto
una matriz social que ya no se asienta
en presupuestos religiosos.
De la pluriculturalidad a la
interculturalidad
Desde un paradigma pluralista
y de reciprocidad la pluriculturalidad
adquiere gran centralidad. La creciente
pluralidad mundial, en Latinoamérica
y el Caribe tiene características
propias. Referirse a pluralidad es
ahondar en aquella diversidad cultural
latinoamericana que había quedado
sumergida, escondida y negada
durantesiglosperoqueahorasurgecon
fuerza irrumpiendo en los más variados
ámbitos sociales e institucionales.
Al indagar en el fenómeno del
pluralismo cultural es fundamental
explicitar mínimamente qué la
cultura no se asocia a algo elitista,
esencialista o folkloristas. Tampoco al
cultivo de ciertas aptitudes artísticas
o intelectuales que hacen que una
persona sea culta. La metáfora del
iceberg (Cf. Estermann 2010:18-25)
permite entender la idea de cultura
que está a la base de lo pluricultural.
La parte visible de una cultura (el
comportamiento humano, los rituales,
la arquitectura, la alimentación, las
instituciones, el arte, etc.) forma solo
una pequeña porción y se basa en
la parte invisible (valores, normas,
creencias, cosmovisiones, filosofías,
etc.) que encarna el grueso de lo que
es una cultura. Cultura es el universo
simbólico o cultural que me permite
interactuar de cierta manera con los
seres humanos, pero también con el
Absoluto y con la naturaleza. Son los
códigos que tengo para leer la realidad
como tal y la experiencia humana en
ella.
En la ocasión de un encuentro
entre personas o grupos de diferentes
culturas, las partes visibles de este
iceberg entran explícitamente en
contacto, mientras que las partes
invisibles determinan gran parte
de la comunicación, sin que las
personas estén conscientes de ello.
Ignorando las cuatro quintas partes
de nuestras culturas, nos llevamos
a un sinnúmero de malentendidos
interculturales. Acercarse al fenómeno
de la diversidad cultural es colocar de
relieve esta situación y buscar criterios
para facilitar lo que sería el diálogo
intercultural: que la interacción entre
una fuerte carga existencial.
El cambio temporal, hacia una
acentuación del presente, puede ser
visto como un signo de los tiempos.
Buscar a Dios en cada presente, que
si es vivido desde el descentramiento
a todo egoísmo y con mirada atenta,
permite la aproximación al otro y otra,
generando el encuentro. Como el
samaritano que ralentiza su paso y se
aproxima al herido en el camino. Que
se encuentra con Dios en ese prójimo.
Cada momento, también en los
lugares sagrados pero no sólo, puede
ser ocasión de presencia de Dios.
Hacer este giro comporta recuperar
la dimensión peregrina del creyente,
esa actitud caminante. Dimensión que
por mucho tiempo ha quedado en la
oscuridad ante el practicante como
modelo de creyente.
Tambiénlaconcienciadelespacio
está modificándose. El espacial vital
se ensancha hasta adquirir dimensión
planetaria. La famosa expresión aldea
global, pone de manifiesto que mi casa
es el planeta. Podemos estar al tanto
casi inmediatamente de lo que sucede
a miles de kilómetros. Hoy estoy aquí
mañanaallá.Lapercepcióndelespacio
se expande: sabemos lo que ocurre en
el otro extremo del planeta con la misma
inmediatez de lo que sucede al vecino
de casa. El planeta se empequeñece
como percepción espacial. Este es
uno, entre otros motivos, del creciente
desplazamiento humano en el planeta
en busca de lugares más vivibles y
dignos dentro de su casa planeta. El
problema es que los Estados naciones
y algunos continentes no lo entienden
así.
Esto es aún más real y palpable
desde la crisis ecológica global.
Nuestras acciones han de ser ya no
locales con conciencia global, sino
planetarias con conciencia global. El
planeta es nuestra casa común que
hemos de cuidar y administrar como
un ser vivo que es. Entonces quedan
en segundo plano las divisiones
institucionales, políticas, nacionales,
religiosas y culturales.
Ante este cambio espacial,
quedaría obsoleta la distinción
creyentes y no-creyentes como
distinción para aportar al Reino de
Dios, sino más bien si somos personas
a favor de la vida plena y total (de todos,
todas y todo el planeta) o no. Todo esto
manifiesta que “la espaciotemporalidad
actual impone nuevas imágenes de
Dios y nuevas formas de creer, no
porque Dios cambie, sino porque el
ser humano es irremediablemente
histórico, aunque, según creemos,
no sea reductible a la mera historia”
(Duch 2007:32). Imperiosa necesidad
de recrear nuestro lenguaje religioso.
Gran desafío para nuestra teología y
acción misionera.
13. 24 25
América Misionera Comparte tu fe
reconocen en la ideología identitaria de
la “latinidad” y del “mestizaje”, sino en
el Abya Yala. Al mismo tiempo exigirán
respeto por su diversidad cultural y
religiosa, además de reclamar ser
actores y sujetos de los procesos de
construcción sociopolítica y estructural
en sus países. Esto iniciará, en ciertos
países de Latinoamérica, procesos de
reformas constitucionales para que
se reconozca esta diversidad, dando
cabida a conceptos como pluricultural,
diversidad cultural, multicultural.
Es tal la irrupción de estos sujetos
culturales que “en medio de la realidad
de cambio cultural emergen nuevos
sujetos, con nuevos estilos de vida,
manerasdepensar,desentir,depercibir
y con nuevas formas de relacionarse.
Son productores y actores de la nueva
cultura” (DA 51). La diversidad cultural
se convierte en problema y desafío.
Es un problema porque las viejas
recetas de imponer una hegemonía
cultural y religiosa (la famosa
“cristiandad”) sobre otras culturas o de
erradicación forzosa de éstas a través
de procesos de mestizaje e migración
foránea, ya no son viables. Como dice
el documento de Aparecida, “asumir la
diversidad cultural, que es un imperativo
del momento, implica superar los
discursos que pretenden uniformar
la cultura, con enfoques basados en
modelos únicos” (DA 59). Pero también
superar los colonialismos mentales
y simbólicos que aún perduran con
fuerza en el continente.
Es un desafío porque en
Latinoamérica la visibilización de
esta diversidad cultural y civilizatoria,
camuflada bajo el manto de una
supuesta homogeneidad cultural,
exige dejar de ser considerada
ciudadanos de 2º categoría. Se
moviliza para que las instituciones
sean reconfiguradas, para que sus
culturas sean respetadas, valoradas
y promovidas por estructuras sociales
realmente incluyentes. Es asumir que
“la riqueza y la diversidad cultural de
los pueblos de América Latina y el
Caribe resultan evidentes” (DA 56).
Pero que esto comporta, también para
la comunidad cristiana cambios en
su interior, tanto estructurales como
actitudinales.
Con el pasar de los años, hay
un paso más. Ya no es posible seguir
viendo la pluriculturalidad simplemente
como relaciones interpersonales entre
personas de culturas diversas, sino que
hay que asumirla en su desafío macro
que apuesta por transformaciones
políticas, económicas y sociales.
Ya no reformas constitucionales,
sino procesos constituyentes y
transformación de la organización
estatal misma.
Este veloz recorrido de
acercamiento a lo pluricultural desde
la irrupción de las culturas indígenas
nos permite focalizar en lo central
del fenómeno de la irrupción de la
diversidad cultural. Fenómeno que
para muchos es un claro signo de los
personas o grupos de diversas culturas
no sea un conflicto sino una posibilidad
de auténtico encuentro y crecimiento
mutuo. La interculturalidad es más que
la multiculturalidad que simplemente
busca una gestión superficial de la
diversidad cultural en un espacio.
Referirse a culturas no es pensar
solamente a culturas autóctonas o
indígenas, sino también a las culturas
urbanas, a las subculturas como
la juvenil, a culturas nacionales,
regionales, etc. También a esas nuevas
hibridaciones culturales o nuevos
mestizajes que se están dando en
nuestro continente, sobre todo en las
periferias urbanas que son un gran
entrecruce cultural.
La diversidad cultural en
Latinoamérica
Lo actual de la diversidad cultural
en Latinoamérica no es el fenómeno
en sí, sino la conciencia que se ha
despertado sobre el fenómeno como
consecuencia del cambio de época.
La diversidad es más antigua que la
conquista española y la colonización.
Basta recordar la presencia de tantas
culturas, incluso de civilizaciones
como la maya, azteca e inca. Desde la
década del ’70, pero sobre todo el 1992
como hito, las voces silenciadas y los
rostros invisibilizados de los pueblos
originarios y afrodescendientes
adquieren relevancia pública y se
manifiestan con mayor insistencia en
el continente. Manifestación que en
la actualidad ha llegado al punto de
ofrecer y plantear el Buen Vivir como
paradigma de vida alternativo al
modelo dominante.
Los obispos reunidos en
Aparecida afirmaron que “existen
en nuestra región diversas culturas
indígenas,afrodescendientes,mestizas,
campesinas, urbanas y suburbanas.
Las culturas indígenas se caracterizan
sobre todo por su apego profundo a la
tierra y por la vida comunitaria, y por
una cierta búsqueda de Dios. Los afro
descendientes se caracterizan, entre
otros elementos, por la expresividad
corporal, el arraigo familiar y el sentido
de Dios. La cultura campesina está
referida al ciclo agrario. La cultura
mestiza, que es la más extendida
entre muchos pueblos de la región, ha
buscado en medio de contradicciones
sintetizar a lo largo de la historia
estas múltiples fuentes culturales
originarias, facilitando el diálogo
de las respectivas cosmovisiones y
permitiendo su convergencia en una
historia compartida. A esta complejidad
cultural habría que añadir también la
de tantos inmigrantes europeos que se
establecieron en los países de nuestra
región” (DA 56).
Dentro de esta gran diversidad,
las culturas indígenas asumirán el
proyecto pluricultural para incluso
objetar y cuestionar el mismo
término de Latinoamérica. Los
pueblos originarios e indígenas no se
14. 26 27
América Misionera Comparte tu fe
la “carencia”4
que viven los sujetos
culturales. Es un problema complejo
porque no es sólo una diversidad
cultural, sino que está entrelazada
con la desigualdad socioeconómica
y de oportunidades; con la diferencia
racial y por ende la discriminación y el
racismo; e incluso con la desconexión
al sistema (educativo, informático y
del conocimiento) que sufren grandes
cantidades de población.
Paraquelapropuestaintercultural
sea auténticamente transformadora,
y no un simple maquillaje emotivo y
tranquilizador, tiene que partir desde
esta diversidad “mal asumida”, “mal
vivenciada”, cargada de negatividad.
Desde esta diversidad que no sólo
desafía a cada uno de nosotros de
manera personal, sino también a las
políticas económicas y sociales, a
la institución democrática, al mundo
educativo y religioso.
¿Qué hacer ante esta diversidad,
que para peor aumenta cada vez
más? Ignorarla, mantener una relativa
indiferencia cumpliendo lo mínimo que
se nos exige cívica y religiosamente,
culpar a lo estructural e institucional
(gobiernos, jerarquía eclesial, etc.)
para no esforzarnos a cambiar nuestra
vivencia cotidiana o asumirla como
4 “¿Diferentes, desiguales y desconectados?
Plantear los modos de interculturalidad en clave
negativa es adoptar lo que siempre ha sido
perspectiva del pensamiento crítico: el lugar
de carencia. Pero ponerse en la posición de los
desposeídos (de integración, de recursos o de
conexiones) no es aún saber quiénes somos”
(García 2004:25).
una posibilidad de creatividad y
crecimiento humano.
La diversidad cultural es un signo
de los tiempos más que evidente. Pero
es un signo que desafía e interpela
nuestras comunidades cristianas,
no desde fuera como un tema o
fenómeno de la realidad, sino desde
dentro mismo. Por el simple hecho
que esa diversidad se da y acontece
en nuestras iglesias. Sin duda que hay
muchas “estructura caduca” (DA 365)
por cambiar desde este signo de los
tiempos y una reconfiguración de la
misión.
¿Un continente católico?
Entre secularizado y
plurireligioso
En el espacio religioso son
principalmente dos las corrientes
sociológicas para interpretar la
metamorfosis de lo sagrado producida
por el cambio epocal: la del
postsecularismo y la del pluralismo
religioso. La del postsecularismo
que rompe o debilita fuertemente la
máxima del secularismo (a mayor
modernización mayor secularización)
limitándola a una clave de análisis para
algunos espacios geográficos, sobre
todo europeos. El análisis postsecular
retoma el debate sobre la presencia
pública de las religiones en medio
de Estados laicos. La del pluralismo
religioso pone de relieve la convivencia
siempre mayor de diversas religiones,
tiempos. Lo central se podría formular
así: es posible pensar y generar
mecanismos institucionales que
permiten mantener al mismo tiempo,
como una tensión creativa la diferencia
y la igualdad. Actuar según esta
dialéctica dialógica: somos diferentes,
pero iguales.
Si se ignora lo primero (la
diferencia), se llega a una suerte de
uniformización cultural, social, étnica,
política y económica. Lo que se
propuso hacer, con mayor o menor
éxito, con la idea de mestización o
con la mejora de la raza a partir de la
migración europea o con el exterminio
de la población indígena, etc. o con
las estrategias de “invisibilización” de
la alteridad. Si no tomamos en serio lo
segundo (la igualdad), podemos llegar
a sostener y practicar cualquier tipo
de discriminación racista o religiosa.
De imposición desde estructuras de
poder y colonización que funcionan
desde ciertos marcos culturales pero
que no aceptan una modificación o
abrir espacios para una participación
activa y real desde los diversos grupos
culturales.
Aquí no es el lugar para
profundizar en desafío de fondo y
paradigmático, pero al formularlo es
evidente que sólo desde un paradigma
pluralistaydelareciprocidadesposible
avanzar en una respuesta. Desde un
paradigma tribal o expansionista es
imposible generar alternativas reales a
este desafío central del fenómeno del
pluralismo cultural.
La interculturalidad, camino
para la convivencia desde la
diversidad
La perspectiva intercultural es
una propuesta (de pensamiento, ética
e espiritual) que asume el desafío
del pluralismo actual ofreciendo
las posibilidades de un auténtico
intercambio y diálogo entre culturas
y universos simbólicos diversos. Es
un intento de pensamiento y acción,
además de ético y espiritual, que
busca avanzar en el camino de
dialéctica dialógica: somos diferentes,
pero iguales.
Dentro de las diversas
propuestas, la interculturalidad crítica
que rechaza todo romanticismo hacia
las culturas, coloca su punto de partida
en los grupos más desfavorecidos y
vulnerables de la sociedad. Para esta
propuesta, la diversidad cultural es
romántica cuando focaliza relaciones
simétricas y horizontales que permiten
que cada uno, cada diverso, haga
don de lo que es, generando gozo
y enriquecimiento. Pero es un
desafiante, problemática e interpelante
cuando subraya la interrelación
entre diversidad y la negatividad de
15. 28 29
América Misionera Comparte tu fe
antropólogos de la religión, hay que
reconocer que Latinoamérica ya no es
un continente católico compacto. Para
el sociólogo de la religión Amando
Robles, costarricense, “el fenómeno
más llamativo en las últimas décadas ha
sido y es la alta deserción de católicos
de la iglesia católica y el incremento
casi en las mismas proporciones de
miembros en las iglesias evangélicas
neopentecostales” (Robles 2011).
Presenta varios datos, entre los cuales
algunos del 2005 que muestran: que
“en 1995 el80% deloslatinoamericanos
se autodefinía como católico, mientras
que en el 2004 sólo lo hacía el 71%,
en contraste con los que se definen
genéricamente evangélicos, que en
1995 eran el 3% y en el 2004 el 13%”
(Latinobarómetro 2005). El fenómeno
pentecostal, en muchos países de
América está reconfigurando o ya lo
ha hecho, el panorama religioso de
la región: las comunidades católicas
que se sienten invadidas, una
pentecostalización del catolicismo
popular, nuevos fundamentalismos
cristianos, etc.
La indiferencia religiosa, que
muchas veces viene asociada a la
secularización y que no hay que
confundir con un ateísmo práctico,
es otro elemento fundamental de la
reconfiguración religiosa. Datos del
mundo juvenil chileno muestran que
“en el 2007, el 25% de los hombres
y de las mujeres entre 15 y 29 años
declaró no adherir a ninguna religión,
cuando en 1994 sólo el 9%” (Robles
2011). Son cambios que no hablan de
ateísmo y ni siquiera de secularización
al estilo clásico, porque según la
misma encuesta el 88,5% de los
jóvenes chilenos siguen creyendo en
Dios. Es el fenómeno de la ruptura con
la institucionalización de la creencia,
pero no por ello con la fe y creencia en
un ser absoluto.
Para Parker, chileno sociólogo
de la religión, las causas de este
pluralismoreligiosoencrecimientoenel
cual había que incluir la secularización
como indiferencia religiosa, son cuatro:
1. la influencia de la cultura de
consumo con patrones que
acentúan la libertad de elección,
el consumo de todo tipo de
bienes incluso los religiosos,
2. los medios masivos de
comunicación que permiten
conocerotrasprácticasreligiosas
o no religiosas trayéndonos la
diversidad del mundo a nuestra
casa,
3. la transformación del campo
educacionalconunmayoracceso
a la educación que promueve
una creciente autonomía de la
conciencia, mayor influencia de
la cultura occidental y sus visión
de relación con el Absoluto,
4. la emergencia de movimientos
sociales e indígenas que en el
proceso del fortalecimiento de
su identidad revalorizan sus
religiosidades y espiritualidades en un
mismo espacio (que va desde lo barrial
a lo estatal y regional). Convivencia que
puede ser más o menos armónica, y
donde el Estado tiene el rol de permitir
y facilitar las manifestaciones públicas
de éstas.
El fenómeno religioso actual es
posible caracterizarlo, según José
Casanova (Cf. Casanova 2013), en
tres rasgos principales: a) una enorme
diversidad de sujetos, prácticas,
creencias, instituciones y vivencias
religiosas, con la dificultad de definir
un órgano regulador global sobre
la validez o no de estos fenómenos
religiosos; b) la enorme fuerza creativa,
pero también destructiva, presente
en el hecho religioso; c) por tanto la
urgencia de reconocer esta irrupción
de lo espiritual y generar un diálogo
a todos los niveles para facilitar la
convivencia global.
Lamundializaciónoglobalización
está reconfigurando el fenómeno
religioso. Al respeto, un símbolo
muy sugerente es el de intemperie
espiritual. Manifiesta el anhelo por un
contacto directo, a cielo descubierto,
con el Misterio inefable que emana en
cada momento. Sugiere la crisis de las
mediaciones y la creciente conciencia
personal de autodeterminación
en la búsqueda del Absoluto, sea
comprendido como algo trascendente
o inmanente, religioso o secular.5
Al respecto, los obispos
reunidos en Aparecida vieron y
valoraron positivamente la riqueza
intrínseca de la pluralidad cultural,
pero no hicieron los mismo con el
fenómeno religioso. No lograron
reconocer positivamente la creciente
pluralidad religiosa de Latinoamérica
y el Caribe. Pero también la vivencia
religiosa latinoamericana está en
transformación, donde los fenómenos
centrales son dos: la secularización
de ciertos grupos sociales y la nueva
diversidad religiosa dentro y fuera del
cristianismo. Ambos fenómenos con un
tinte específico a como se manifiestan
en otros continentes del planeta. Ésta
se presenta como un gran desafío,
porque hasta hace poco lo católico se
presentó como un rasgo de la identidad
latinoamericana.
Segúnalgunosdatosestadísticos
junto a estudios de sociólogos y
5 “Hay personas no creyentes que dan un sentido
a su vida. Una muestra de ello es la existencia
de espiritualidades no religiosas que permiten
a muchos de nuestros contemporáneos orientar
sus vidas hacia valores como la justicia, la paz,
la solidaridad, que dan un sentido de vida. A
través de estas y otras experiencias humanas; a
través de vidas humanas vividas con honradez,
desprendimiento y generosidad, es posible que
muchas personas reconozcan el más allá de
sí mismos de que están habitados, escuchen
su requerimiento incondicional y se vean
introducidos en una forma de vida a su altura,
aunquebajoformasnoreligiosas.Esloqueviene
designándose como ‘espiritualidades laicas’,
espiritualidades sin Dios o, sencillamente,
espiritualidades, como formas de ejercicio
de la existencia, alternativas a la existencia
religiosas” (Martín Velasco 2007:227).
16. 30 31
América Misionera Comparte tu fe
subjetiviza. No importa tanto lo creído
cuanto el sujeto que cree. Asistimos a
un desplazamiento desde la institución
al individuo. (…) Estamos ante una
ocasión para personalizar la fe. (…)
Nos hallamos ante un cambio de la
conciencia religiosa del sujeto que
cree” (Mardones 2005:167).
El lado positivo es que vuelve
a ser primordial la opción personal,
recuperando lo fundamental de la
experiencia de fe antes de cualquier
enseñanza doctrinal o moral con
su consecuente práctica ritual. La
reconfiguración del fenómeno religioso
actual se muestra como un signo de
los tiempos. Un signo que conduce
a apostar por una centralidad de
una auténtica experiencia de fe que
redescubra otras dimensiones de la fe.
La descripción de la
transformación del campo religioso
latinoamericano confirma la
formulación del reconocido estudioso,
Peter Berger: la fórmula “modernidad
igual a secularización” no se sostiene.
Lo que sí se sostiene es la ecuación: “la
modernidad favorece el pluralismo”. No
porque nuestros países, y sobre todo
en las grandes urbes latinoamericanas,
se está dando una modernización
significa que la secularización avanza.
El pluralismo no cambia
necesariamente lo que la gente cree
sino cómo lo cree. Lo importante es
que va a haber opciones, muchas
opciones espirituales. Tan así que lo
que caracteriza a nuestra época no
es que haya muy poca religión o la
secularización, sino más bien que
hay demasiada espiritualidad, incluso
espiritualidades laicas o no religiosas.
En definitiva, “estamos ante una
realidad marcada por una tendencia
al incremento leve pero constante
del pluralismo religioso, frente a una
iglesia católica que todavía sigue
siendo mayoritaria” (Parker 2005). Un
pluralismo religiosa en el cual hay
que colocar la indiferencia religiosa
con matices de vida secular pero no
necesariamente al estilo del rechazo
explícito y lucha contra lo religioso.
Claves para comprender lo
secularizado del mundo
A continuación se presentan
dos tipologías de la secularización
en el mundo de hoy. Haciendo la
salvedad que para los estudiosos
latinoamericanos es preferible usar
el marco de lectura del pluralismo
religioso, como se hizo antes, y no el
de secularización para acercarse a la
metamorfosis de lo sagrado en nuestro
continente.
Aplicar estas dos tipologías al
contexto Latinoamerica y del Caribe
significaría una reflexión que escapa al
objetivo de esta reflexión. Se presenta
estas caracterizaciones como insumos
que pueden ayudar ubicar el discurso
de la secularización en nuestro
contexto.
prácticas y creencias religiosas.
El río profundo del fenómeno de
la diversidad religiosa, tan novedoso
como variopinto y desafiante, se podría
resumir en la fórmula: de la transmisión
religiosa-cultural a la elección personal.
Siempre menos la religión es trasmitida
en la familia de manera espontánea,
enseñada en la escuela y socializada
en la vida pública. Esto conduce a
que cada vez más la adhesión a una
religión o espiritualidad sea sobre
todo de elección personal. Incluso allí
donde ha habido transmisión familiar y
enseñanza religiosa.
Esta condensación de lo religioso
en la elección individual, caracteriza la
vivencia personal de lo religioso de la
siguiente manera:
a. Cuenta propismo donde se
remarca una distancia con lo
institucional y la libertad para
seleccionar y elegir lo que gusta
y reconforta de una o varias
religiones;
b. Nomadismoreligiosoquemuchas
veces suele tener este recorrido:
de una matriz de catolicismo
cultural se pasa a un cristianismo
evangélico pentecostal y luego a
una indiferencia hacia lo religioso
institucional;
c. Proliferación, dada la
superficialidadymercantilización
de lo religioso, de sincretismos
varios donde confluyen en
diversos grados la influencia
de las religiones orientales, de
la religiosidad de las culturas
originarias y de la nueva
espiritualidad secular;
d. La opción personal parece
tener una tendencia hacia una
religiosidad o espiritualidad
difusa y light, con escaso o
ningún compromiso con la
transformación de realidad y más
bien intimista, autoreferencial,
centrada en el autodesarrollo
personal.
Estas actitudes religiosas
“están resistiéndose a las autoridades
jerárquicas y están tejiendo una malla
de redes, desarrollando sus creencias
y rituales en un tejido más horizontal y
descentralizado, virtual y real. Es una
diversidad religiosa que contesta a las
religiones instituidas y racionalizadas,
promueve el sincretismo, el
pluralismo; las dobles afiliaciones,
las interacciones entre religiones; las
neomagias (hermetismo y misticismo
mágico-rituales); los carismáticos,
los chamanismo étnicos y las más
variadas religiones populares y nuevas
espiritualidades” (Parker 2005).
En el fenómeno, tal como se
presenta es posible ver aspectos
positivos, además de aquellas
desviaciones que no aportan a
una auténtica vida plena y digna
tanto personal como social. “Nos
encontramos ante un nuevo sujeto
de la creencia. Esta se personaliza y
17. 32 33
América Misionera Comparte tu fe
de la adhesión institucional del
creyente a las religiones. Sería
una definición más sociológica.
• La definición 3 se refiere a las
condiciones que subyacen a la
experienciareligiosaylacreencia
en una era secular como en la
que vivimos. Aquí se ahonda en
el nuevo marco cultural secular,
y de qué manera es posible
que se dé la creencia en este
contexto. Es un acercamiento
más filosófico.
En ámbitos eclesiales se ha
utilizado la secularización en el caso
de la definición 2 como consecuencia
de una campaña externa contra la
misma Iglesia. Tal vez el gran desafío
es ahondar en un serio análisis de la
definición 3 ya que podría deparar más
de una sorpresa.
V. Desafíos del mundo de hoy
a la Iglesia y la misión
De manera muy esquemática,
porque ya fue apareciendo durante
la exposición, se presentan pistas de
acción a partir de los signos de los
tiemposquesehanvislumbradodurante
la reflexión. Son simples intuiciones de
posibles senderos a transitar para una
reubicación y renovación de nuestra
comunidad cristiana ante el mundo en
transformación.
• El giro hacia una personalización
de la fe invita a centrar la vida
cristiana en la experiencia de
fe. En generar las condiciones
y acompañamiento para que
ésta se de. Eso implica una
revalorización de la mística,
incluso de la mística de los
ojos abiertos y que se da en el
compromiso socio-cultural.
• Sólodeestarenovadaexperiencia
de fe que surge desde lo bíblico,
será posible ir reconstruyendo el
lenguaje religioso, en este caso
cristiano, que es denota una
gran incapacidad de expresión
y conexión con las búsquedas y
anhelos de hoy.
• Justamente por lo anterior,
la misión ha de recuperar y
articularse desde el testimonio
de vida cristiana. El testimonio
desvela que no se puede
compartir lo que no se tiene y
que no hay mayor anuncio que el
testimonio: “De esto reconocerán
todos que son mis discípulos, si
se aman los unos a los otros como
yo los he amado” (Jn 13,35).
• El diálogo también se transforma
en un elemento esencial de la
misión. Un auténtico ejercicio
de diálogo es ya anuncio de
Jesús, el Dios-Hombre que es
un modelo de diálogo para un
mundo plural.
• La pluralidad es una chance
histórica para ahondar,
tanto a nivel de experiencia
K. D. Wald (Cf. en Pérez
2003:751) afirma que la secularización
de la sociedad europea no eliminó
la influencia de la religión, sino que
generó una delimitación del espacio
de acción de la religión, generado
dos verdades: la verdad de la razón y
aquella de la fe. Esta delimitación se da
en cuatro dimensiones: diferenciación,
privatización, desacralización,
liberalización.
• La diferenciación subraya la
separación ente Iglesia-Estado
que distingue y promueve una
sana distinción entre asuntos
temporales y religioso;
• la privatización manifiesta el
proceso de la fe como un asunto
íntimo, separado de lo social y
público, y que muchas veces
genera lo que podría ser un
hedonismo religioso;
• la desacralización como la
conciencia racionalista que
para entender los fenómenos
sociales y naturales deja
de creer en explicaciones
sobrenaturales, por tanto se aleja
de comprensiones mitológicas;
• y la liberalización que se expresa
en la relajación ante las doctrinas
religiosas y el influjo institucional
subrayando la autonomía
personal.
La variedad de cómo se dan
estas cuatro dimensiones también lleva
a comprobar que es imposible asumir
la teoría de la secularización como una
teoría global. Esto porque la distinción
entre poder político y religioso, como la
separación de los asuntos públicos de
los religiosos, no se da del mismo modo
en el mundo, incluso en los lugares
donde la influencia de la modernidad
europea ha sido y es fuerte.
En Latinoamérica se combinan
estas cuatro dimensiones de manera
diversa, aunque cabe señalar que
habría una creciente liberalización,
incluso en los ámbitos populares y no
sólo de clase media europeizados;
ademásdeunasaludablediferenciación
que todavía en cierto países tendría
que profundizarse.
Charles Taylor en su ya clásico
libroAsecularage(Cf.Taylor2007),parte
esquematizando todo lo reflexionado
entorno a la secularización, en tres
definiciones macro:
• La definición 1 que se podría
sintetizar en: “Dios no está
presente en las ideas políticas
ni en la esfera pública u oficial”.
En el sentido que Dios ha sido
relegado como fundamentación
del pensamiento político y de los
asuntos públicos. Una definición
más vinculada a las ciencias
políticas.
• La definición 2 se resumiría
en: “Existe una disminución
de la participación ritual y
devocional de los creyentes”, o
18. 34 35
América Misionera Comparte tu fe
Libroscomo reflexivamente, en la
especificidad cristiana de Dios:
la unitrinitariedad, el uno en lo
múltiple, donde la comunión no
es uniformidad ni la diversidad
fragmentación.
• La diversidad a todos los
niveles interpela a la comunidad
cristiana y principalmente a
la organización jerárquica de
la Iglesia a una eclesiología
auténticamente de comunión y
con protagonismo laical. A un
funcionamiento más sinodal y
colegial.
• Tal vez ha llegado la hora de un
Nuevo Pentecostés, pero que
sea un pentecostés intercultural
e interreligioso, donde gracias
a la presencia del Espíritu, la
fuente originante del Padre
pueda manifestarse en múltiples
y diversas expresiones y
concretización de la encarnación
del Hijo.
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19. 36 37
América Misionera Comparte tu fe
nueva evangelización
a. Dimensión misionera: “Vayan a
todas las gentes”
b. Dimensión pastoral: “Hagan
discípulos”
c. Dimensión litúrgica: “Bautícenlos
en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo”
d. Dimensión profética: “Enséñenles
a guardar todo lo que yo les he
mandado”
6. Urgencia de la misión ad gentes
a. Del optimismo de la nueva
evangelización a la preocupación
por la misión ad gentes
b. La misión ad gentes y la misión
inter gentes en nuestro continente
c. ¡Sal de tus fronteras para dar
desde la pobreza!
7. Una conclusión que se hace
invitación
La Urgencia de la Misión
en los Ámbitos de la Nueva
Evangelización y la Misión
Ad Gentes
P. Raúl Biord Castillo, sdb
1. Pórtico: ...un fruto del Concilio
Vaticano II
2. Misión y nueva evangelización:
ampliación semántica y urgencia
de precisar significados
a. Una intuición de nuestra Iglesia
latinoamericana (Puebla: 1979)
b. Un símbolo: la Cruz en Nowa Huta
(Polonia: 1979)
c. Un compromiso para América
Latina (Haití: 9-3-1983)
d. Un programa pastoral para Europa
y para el mundo (11-10-1985)
e. Una modalidad de la misión
(Redemptoris Missio: 7-12-1990)
f. Un organismo y un sínodo
(Benedicto XVI: 2010-2012)
g. Una nueva actitud (Francisco:
2013)
3. Una misión teo-dramática para
el hombre y para el mundo
a. La misión como desafío teológico,
espiritual y pastoral (Kasper)
b. “La Iglesia no tiene una misión,
la misión tiene una Iglesia”
(Moltmann)
c. La misión como categoría central
delaTeo-dramática(vonBalthasar)
4. Analogía entre la teología de
la misión y la teología de los
misterios del Señor
a. Primer acto. Encarnación: entrar
en las culturas (inculturación del
Evangelio)
b. Segundoacto.Pascua:transformar
desde dentro las culturas
(evangelización de la cultura)
c. Tercer acto. Pentecostés: de lo
multicultural a lo intercultural
(evangelización intercultural)
5. Dimensiones y caminos de la
1. Pórtico: ...un fruto del Concilio Vaticano II
Los organizadores del CAM 4 –
COMLA 9 me han honrado pidiéndome
una reflexión sobre “la urgencia de la
misión y dos de sus principales ámbitos
pastorales: la nueva evangelización y
la misión ad gentes”. A ellos agradezco
la distinción y a ustedes la paciencia
al escucharme, que seguramente será
uno de los tantos sacrificios que deben
hacer como misioneros.
El Concilio Vaticano II ha
redescubierto la misión evangelizadora
como corazón de la Iglesia. El decreto
Ad gentes divinitus, sobre la actividad
misionera de la Iglesia, delineó los
principios de la actividad misional de la
Iglesia, cuyo fin “es la evangelización y
plantación de la Iglesia en los pueblos
o grupos en que todavía no está
enraizada. De suerte que de la semilla
de la palabra de Dios crezcan las
Iglesiasautóctonasparticularesentodo
el mundo suficientemente organizadas
y dotadas de energías propias y
de madurez. El medio principal de
esta plantación es la predicación
del Evangelio de Jesucristo, para
cuyo anuncio envió el Señor a sus
discípulos”6
. En un Congreso Misionero
como éste, nuestra Iglesia en América
quiere renovar su identidad, contenida
en el mandato fundacional: enviada
a anunciar el Evangelio a todos los
hombres.
A los diez años de la clausura
del Concilio Vaticano II, Pablo VI nos
regaló la exhortación apostólica post-
sinodal Evangelii Nuntiandi (1975),
que bien puede considerarse como la
6 CONCILIO VATICANO II, Decreto Ad gentes
divinitus, sobre la actividad misionera de la
Iglesia, (8 de diciembre de 1965), AAS 58
(1966), n. 6. (De ahora en adelante citaremos
con la abreviatura AG).
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América Misionera Comparte tu fe
Carta Magna de la Evangelización y el
último documento conciliar. En ella, el
Pontífice quiso presentar el eje central
de la evangelización, respondiendo a
las preguntas acuciantes del Sínodo
de 1974: “¿Qué eficacia tiene en
nuestros días la energía escondida
de la Buena Nueva, capaz de sacudir
profundamente la conciencia del
hombre? ¿Hasta dónde y cómo esta
fuerza evangélica puede transformar
verdaderamente al hombre de hoy?
¿Con qué métodos hay que proclamar
el Evangelio para que su poder sea
eficaz? Estas preguntas desarrollan,
en el fondo, la cuestión fundamental
que la Iglesia se propone hoy día y que
podría enunciarse así: después del
Concilio y gracias al Concilio que ha
constituido para ella una hora de Dios
en este ciclo de la historia, la Iglesia
¿es más o menos apta para anunciar
el Evangelio y para insertarlo en el
corazón del hombre con convicción
libertad de espíritu y eficacia?”.7
Juan Pablo II, refiriéndose a la
Evangelii Nuntiandi, afirma: “no es
una encíclica, pero su valor intrínseco
supera quizá al de muchas encíclicas.
Esa exhortación, puede decirse,
constituye la interpretación del
magisterio conciliar sobre lo que es
tarea esencial de la Iglesia: ‘¡Ay de mí
7 PABLO VI, Exhortación apostólica post-sinodal
Evangelii Nuntiandi, (8 de diciembre de 1975),
AAS 68 (1976), n 4. De ahora en adelante
citaremos con la abreviatura EN).
si no predicase el Evangelio!”8
.
Mucha tinta ha corrido desde
entonces sobre los términos “Misión-
nueva evangelización-misiones”, por
eso se hace necesaria una reflexión
que ilumine sus significados y apuntale
los compromisos que debemos asumir
con urgencia en los ámbitos de la
Misión.
2. Misión y nueva
evangelización:
ampliación semántica
y urgencia de precisar
significado
Hay expresiones afortunadas
como esas canciones que “pegan”
rápidamente en la radio. Expresiones
que realizan lo que dicen, pues
formulan acertadamente algo latente
en el corazón de muchas personas
y logran comprometer los ánimos
hacia el futuro9
. El Concilio Vaticano II
acuñó la expresión “aggiornamento”
(puesta al día) como una necesidad y
un compromiso impostergable donde
se sintetizaba la intención que el Papa
Juan XXIII ponía en la celebración
del Concilio. En Puebla la fórmula
“comunión y participación” resumió el
proyecto y la línea teológico-pastoral
para América Latina.
8 JUAN PABLO II, Cruzando el umbral de la
Esperanza, Barcelona 1994, 126.
9 Cf. BLÁSQUEZ R., Del Vaticano II a la nueva
evangelización, Santander 2013, 69.
El Papa Juan Pablo II condensó
en “nueva evangelización” todo el
programa pastoral que debía asumir la
Iglesia al cruzar el tercer milenio. Desde
entonces ha sido mil veces coreada en
cuanto foro eclesial se haya celebrado.
Y a fuerza de repetición podemos correr
el riesgo de desdibujar sus contornos
y despilfarrar su significado. Es lo
que pasa con palabras tan usadas y
malgastadas como “misión” y con
“amor”,queportenertantasacepciones
al final no sabemos realmente a qué se
refieren. Se convierten, por decirlo así,
en palabras o expresiones “paraguas”,
pues se extienden mucho y todo lo
cobijan, pero al significar todo, no
significan nada. Cada uno entiende lo
que quiere entender.
Admitida su polivalencia
semántica,urgeprecisarsusignificado.
Para ello visitaremos sus usos en
el magisterio y en nuestro lenguaje
pastoral. ¿Qué se entiende por nueva
evangelización? ¿Qué relación tiene
con la misión? ¿De ahora en adelante
todo es nueva evangelización? ¿Y
cómo queda la misión ad gentes? ¿Por
qué la nueva evangelización es nueva
si proclama a Jesucristo que es el
mismo, ayer, hoy y siempre (Heb 13,8)?
¿Cuál es el significado y alcance
de “misión”? De un significado
radicalmente teológico, las nuevas
teorías organizacionales y corporativas
lo han tomado prestado, hasta
podríamos atrevernos a decir que nos la
han robado. Todas las organizaciones
y empresas que se respetan tienen
muy bien definidas su misión y visión.
Mientras que la Iglesia, misionera por
esencia, nacida de una misión y para
una misión, pareciera que no tenga
hoy tan clara su autocomprensión
misionera, es decir su misión y visión.
Cabe la pregunta: ¿qué relación existe
entre misión y evangelización? ¿Se
identifican totalmente? ¿La misión
de la Iglesia actualmente es la nueva
evangelización? ¿Se trata de una
misión ad gentes o de una misión inter
gentes?
En la conclusión de los
Lineamenta preparatorios al Sínodo
2012 sobre la nueva evangelización,
se evoca lo que podría considerarse
una definición, citando las palabras del
Papa Juan Pablo II, que ha sostenido y
difundido tanto esta terminología.
“Hoy se ha de afrontar con
valentía una situación que cada vez
es más variada y comprometida, en
el contexto de la globalización y de la
nuevaycambiantesituacióndepueblos
y culturas que la caracteriza. He
repetido muchas veces en estos años
la llamada» a la nueva evangelización.
La reitero ahora, sobre todo para
indicar que hace falta reavivar en
nosotros el impulso de los orígenes,
dejándonos impregnar por el ardor
de la predicación apostólica después
de Pentecostés. Hemos de revivir en
nosotros el sentimiento apremiante de
Pablo, que exclamaba: «¡ay de mí si no
predicara el Evangelio!» (1 Co 9,16).
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tantas veces olvidados” (DP 365).
En segundo lugar se refiere a
“situaciones nuevas que nacen de
cambios socio-culturales y requieren
una nueva Evangelización: emigrantes
aotrospaíses;grandesaglomeraciones
urbanas en el propio país; masas de
todo estrato social en precaria situación
de fe; grupos expuestos al influjo de
las sectas y de las ideologías que no
respetan su identidad, confunden y
provocan divisiones” (DP 366).
Finalmente dirige su mirada a
“situaciones particularmente difíciles:
grupos cuya evangelización es
urgente, pero queda muchas veces
postergada: universitarios, militares,
obreros, jóvenes, mundo de la
comunicación social” (DP 367). Con
esto se adelanta a lo que hoy llamamos
evangelización ambiental. Concluye
con la llamada a salir de las propias
fronteras una misión ad gentes extra-
continental: “es verdad que nosotros
mismos necesitamos misioneros. Pero
debemos dar desde nuestra pobreza.
Nuestras Iglesias pueden ofrecer
algo original e importante; su sentido
de la salvación y de la liberación, la
riqueza de su religiosidad popular,
la experiencia de las Comunidades
Eclesiales de Base, la floración de sus
ministerios, su esperanza y la alegría
de su fe” (DP 368).
Una intuición que pronto sería
recogida, apropiada, proclamada
y difundida, como veremos más
adelante, por Juan Pablo II el Grande.
b. Un símbolo: la Cruz en
Nowa Huta (Polonia: 1979)
La primera vez que Juan
Pablo II usó la expresión “nueva
evangelización” fue el 9 de junio de
1979 en una Misa para los obreros en
el Santuario de la Santa Cruz de Mogila
(Nowa Huta-Polonia) al inicio de su
Pontificado. Nowa Huta nos recuerda
el proyecto comunista de construir todo
un barrio moderno, justo a las puertas
de Cracovia, donde debía hacerse
evidente la fuerza de la ideología
marxista atea con la construcción de
un prototipo de una ciudad comunista.
En el corazón del barrio se ubicaba una
enormefábricasiderúrgica,comosigno
elocuente de la reducción del hombre
a trabajo, producción, mercancía.
Trabajaban 40.000 obreros, que eran
los que debían emplearse en la futura
fábrica. No había lugar ni para Iglesias
ni para lugares de culto. En 1973 el
entonces arzobispo de Cracovia, Karol
Wojtyla, mostró su decidido impulso
misionero: decidió celebrar la misa de
la noche de navidad, las autoridades
comunistas no habían concedido el
permiso, pero ante la masiva afluencia
de gente no lo pudieron impedir. El
Cardenal Wojtyla celebró la santa misa
al aire libre afrontando no sólo el gélido
frío de aquella noche, sino sobre todo
un proyecto secularista y ateo que
desterraba a Dios de la cultura y de la
sociedad.
Seis años después, Juan Pablo II
no podía olvidar lo sucedido esa noche
Esta pasión suscitará en la Iglesia
una nueva acción misionera, que no
podrá ser delegada a unos pocos
«especialistas», sino que acabará por
implicar la responsabilidad de todos
los miembros del Pueblo de Dios.
Quien ha encontrado verdaderamente
a Cristo no puede tenerlo sólo para
sí, debe anunciarlo. Es necesario un
nuevo impulso apostólico que sea
vivido, como compromiso cotidiano
de las comunidades y de los grupos
cristianos”.10
La fórmula “nueva
evangelización” puede ser
comprendida como una intuición, como
un símbolo, como un compromiso,
como un programa pastoral, como
una modalidad de la misión, como un
organismo y como una actitud. Estas
categorías nos permitirán recorrer su
itinerario semántico y reconocer su
profundo significado.
a. Una intuición de nuestra
Iglesia latinoamericana
(Puebla 1979)
Fue en la Conferencia General de
Puebla donde se acuñó la expresión
“nueva evangelización”. En el marco
referencial se trató el significado de
10 JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo millennio
ineunte (6 de enero de 2001), 40: AAS 93
(2001), 294. (De ahora en adelante citaremos
con la abreviatura NMI). Cf. Lineamenta para
la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo
de los Obispos sobre La nueva evangelización
para la transmisión de la fe cristiana, (2011), n.
24.
la evangelización, y en particular
su dimensión y destino universal.
Se afirmaba la necesidad de que
la evangelización cale hondo en el
corazón del hombre y de los pueblos,
buscando la conversión personal y la
transformación social.
Después de recordar que su
dinámica busca la universalidad, que
está dirigida al “todos” de la misión
del Resucitado, Puebla reafirma la
necesidad de fortalecer su movimiento
misionero hacia los otros pueblos.
Insiste que el primer servicio eclesial
“consiste en hacer a nuestros
cristianos más fieles, maduros en su
fe, alimentándolos con una catequesis
adecuada y una liturgia renovada.
Ellos serán fermento en el mundo
y darán a la Evangelización vigor y
extensión”11
. El documento se refiere
a la actividad pastoral ordinaria de
nuestras comunidades.
Luego enumera otras tareas que
consisten en atender a situaciones
más necesitadas de evangelización,
y enumera en primer lugar a la misión
ad gentes en nuestro continente
calificándola de “situaciones
permanentes: nuestros indígenas
habitualmentemarginadosdelosbienes
de la sociedad y en algunos casos o
no evangelizados o evangelizados en
forma insuficiente; los afroamericanos,
11 IIICONFERENCIAGENERALDELEPISCOPADO
LATINOAMERICANO, Documento de Puebla:
La evangelización en el presente y futuro
de América Latina, 1979, 364. (De ahora en
adelante citaremos con la abreviatura DP).