1. Hugo Alfredo Benítez Hernández
INTRODUCCIÓN
Durante largo tiempo, la idea de conocer el desarrollo del niño ha resultado ser un
tema de poco interés, sobre todo en nuestra práctica docente, sin embargo ¿De
qué nos sirve conocer todos estos temas? ¿En que nos beneficia conocer este
desarrollo del niño?, y ¿Cómo podemos utilizar este conocimiento en beneficio de
los propios alumnos?, es en estas interrogantes donde considero indispensable
tratar de analizar cada uno de los aspectos referentes a estos planteamientos,
para poder adentrarnos en temas que competen al desarrollo del niño y su
desempeño escolar, que sin duda alguna, nos auxiliará a entender el
comportamiento de nuestros alumnos con los que diariamente convivimos y de
esta forma poder identificar algunos actuares que llegan a tener en el salón de
clase.
Comúnmente, los docentes nos damos a la tarea de tratar de entender la
conducta, el comportamiento y el desarrollo de nuestros alumnos por puro juicio,
(por nuestras experiencias, observaciones y hasta por costumbre), sin tener un
referente teórico que nos respalde, pues de alguna forma así crecimos y fuimos
educados y donde difícilmente se realizaba una explicación teórica sobre este
desarrollo que sufre el alumno durante su estadía en la escuela primaria; se daba
por fehaciente que el alumno era de alguna forma un sujeto mecánico que siempre
debe aprender lo mismo y que en cierta edad debe captar ciertos conocimientos
propios; ahora con todos estos estudios y con todas estas teorías, podemos
asumir que no es verdad y que es necesario conocer cada una de las etapas de
su desarrollo, para de alguna forma, delimitar conocimientos propios de su edad,
ya que se caía (en algunos casos todavía es evidente esta tradicionalidad) en el
error de intuir que el desarrollo del niño era lineal, ya que los maestros tenían su
propia forma de enseñar y por ende intervenían en el aprendizaje del niño.
Entonces, en el presente ensayo trato de reflexionar sobre este necesario
conocimiento que debemos adquirir los maestros para potenciar nuestras
capacidades, habilidades y destrezas que tendrán como objetivo, abordar los
distintos contextos del desarrollo de nuestros alumnos, pues en gran medida con
el uso de los mismos, podemos brindar aprendizajes coherentes a su edad y en
consecuencia crear personas más críticas, reflexivas y competentes que puedan
enfrentar las distintas problemáticas en su contexto sociocultural y así poder
sobrevivir ante los requerimientos de esta sociedad tan cambiante.
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2. Hugo Alfredo Benítez Hernández
EL DESARROLLO DEL NIÑO, ¿UN CONOCIMIENTO NECESARIO
O EMPÍRICO PARA LOS DOCENTES?
Para entrar en tema, debemos considerar algunos términos que estaremos
utilizando en los consecutivos párrafos, tal es el caso de crecimiento, maduración
y desarrollo, pues serán el pilar para la correcta comprensión del planteamiento
inicial.
Como primer concepto, me referiré al crecimiento apoyándome en los estudios de
Tanner para tratar de explicarlo. Este autor, en sus investigaciones, describe al
crecimiento como “un proceso muy regular y organizado”1, sin embargo, estas
condiciones no tienen que ser iguales en todos los seres humanos, es decir,
ciertamente cumplen un ritmo, pero hay aspectos que influyen en su inicio,
desarrollo y termino; estos aspectos pueden referirse a términos de cuestiones
fisiológicas que suceden en el proceso de crecimiento (los genes, la alimentación,
las enfermedades, etc.), para posteriormente partir a los periodos críticos de
crecimiento y desarrollo, donde nos alude a entenderlos por determinadas etapas
de duración limitada, durante la cual una influencia particular de otra área del
organismo en desarrollo, o del medio, evoca una respuesta particular2, y donde
una respuesta puede ser benéfica y hasta esencial para el desarrollo normal o
patológico.
Ante estas investigaciones de Tanner logramos encontrar el desarrollo por etapas
que se refieren a cada momento en el cual el ser humano va desarrollando
distintos logros tanto motores (gatear, andar, etc.), cognitivos (pues al producir un
problema se va buscando la mejor solución y esto constituye un avance en su
desarrollo3) y hasta emocionales, y donde nos contrasta al crecimiento físico, ya
que como tal, no se realiza en una serie de saltos, sino es continuo. Con lo
anterior, podemos llegar a la concepción de que “La mejor manera de considerar
el desarrollo es como una serie de múltiples procesos que se traslapan
temporalmente y están enlazados unos a otros, a veces flojamente, a veces de
modo más apretado”4.
Otro concepto que nos compete presentar en este texto es el de maduración, y
aunque muchas veces hemos escuchado el término, creo que no lo ocupamos de
forma correcta. Una forma de entenderlo es en nuestro propio contexto, pues
debemos de generar que los alumnos maduren en su pensamiento y puedan
lograr los conocimientos necesarios para sobrevivir en la sociedad y que estos no
solamente le sean factibles para resolver problemas escolares, sino que los
ocupen en su vida cotidiana para encontrar soluciones, es decir, que le sean
significativos.
1
J. M. Tanner, Educación y desarrollo físico. México, Siglo Veintiuno, 1979, p. 63-83.
2
Ídem.
3
J. DE AJURIEAGUERRA. El desarrollo Infantil según la Psicología Genética., en: Manuela de Psiquiatría
Infantil. Barcelona-México. Masson, 1983. P. 21-24.
4
Ibídem 1.
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3. Hugo Alfredo Benítez Hernández
A toda esta palabrería anterior, de alguna forma tengo que establecer una línea
divisoria entre los tres conceptos manejados hasta el momento y de manera tal,
que desde el enfoque pedagógico los podamos entender puesto que si ignoramos
el conocimiento propuesto, podemos confundirlos en algún momento.
Ahora bien, el crecimiento lo podemos entender desde aspectos meramente
cuantitativos, es decir, podemos ejemplificarlo con un individuo; él puede pesar y
medir tanto, estamos midiendo su crecimiento, estamos evaluándolo en base a
términos que nos resultan perceptibles a simple vista, pero no podemos establecer
términos que pueden ser cualitativos; pues es en este momento donde entra la
maduración, al indicarnos que es posible distinguir la formación fisiológica y
anatómica, que compete a la conducta, ya que a través de ella, de alguna forma
podemos medir que tanto puede funcionar en una sociedad y que tan equilibrado
puede resultar este individuó en su quehacer diario. Aunque algunas veces
podemos decir que nuestros alumnos son “maduros”, ¿esta concepción estará
bien utilizada?, pues de alguna forma, ajustándonos en su edad, puede resultar
errónea y equivoca la utilización de este término. En último lugar aparece el
desarrollo como una generalidad de las concepciones utilizadas hasta el
momento, al seguir siendo el punto central del planteamiento y, donde incluyen
aspectos tanto cualitativos como cuantitativos, hablando de los conceptos
anteriormente usados que son crecimiento y maduración, pero ¿Qué es lo que
distingue este concepto de los demás?, y es en esta interrogante, donde podemos
distinguir el manejo de semblantes tanto sociales, culturales, emocionales,
fisiológicos, psicológicos y del comportamiento, entre otros, que sin duda alguna
se entrelazan en algún momento de nuestra vida.
Es tiempo de recalcar algunos términos esenciales que los investigadores como
Piaget y Wallon nos mencionan y que no debemos de enredar; tal es el caso de
términos como escalas de desarrollo y estadios de desarrollo, pues estos últimos
han sido definidos para identificar los niveles funcionales5, ya que las escalas a las
que se refieren, son descriptivas, mientras tanto los estadios se basan en una
sucesión funcional, esta idea fue en base a las investigaciones hechas por Piaget
donde estudia las operaciones intelectuales tal como se presentan al observador
a lo largo de la asimilación del niño6. Al señalar las posturas de Piaget, podemos
puntualizar que a los alumnos les gusta interactuar con los objetos y por tanto
tienen que estar en constante uso con los mismos, en consecuencia, esa
responsabilidad de proporcionar interactividad recae en nosotros los docentes.
Mientras tanto Wallon hace un contraste con los estadios planteados por Piaget,
pues él, describe al desarrollo emocional y a la socialización7. Esto lo podemos
5
J. DE AJURIARIAGUERRA. “Estadios del Desarrollo según H. Wallon”, en: Manual de Psiquiatría Infantil.
Barcelona-México, Massorí. P. 24-29.
6
Ídem.
7
Ibídem 5.
5
4. Hugo Alfredo Benítez Hernández
transpolar a una sociedad en donde su comportamiento tiene que ver con el propio
actuar de los individuos que entrelaza; y ocupa el termino de integridad educativa
al ser continua, para lograr ser parte fundamental de los conocimientos que deben
ser adquiridos en generaciones posteriores y que deben ser sobresalientes y
consecutivas en esta sociedad tan cambiante.
En una conjetura en los que ambos autores coinciden y tienen semejanza es en el
desarrollo psíquico, donde lo describen como “una construcción progresiva que se
produce entre el individuo y su medio ambiente” 8, pues enfrentan al desarrollo del
alumno como una realización que es progresiva en las funciones establecidas y
siendo la adaptación una característica de todo ser vivo, según su grado de
desarrollo, obtendrá diversas formas y estructuras. De esta forma el niño puede
dar muestras de felicidad o incomodidad; en este término y en base a los
contenidos establecidos en algunos cursos que he tomado, he comprendido que
resulta valioso tomar en cuenta estos aspectos, al ser parte fundamental en el
desempeño de los niños, ya que si se sienten a gusto con lo que hacen, pueden
adquirir conocimientos significativos y que les resulten interesantes en su
cotidianeidad para adecuarlas en el entorno y en su propio desempeño.
Como aclaré desde el principio, me apoyo en las investigaciones y estudios
realizados por autores que conciernen al desarrollo del niño y principalmente
establecen términos que nos pueden resultar tan notables para adquirir
conocimientos referentes al tema, y aunque estos planteamientos en ocasiones
llegan tener contrastes entre lo que aportan (operación intelectual y desarrollo
emocional y la socialización), pareciera que se trata de dos semblantes distintos,
sin embargo, son complementarios para entender tanto los procesos de desarrollo
cognitivo, como los cambios estructurales característicos de cada etapa en el
desarrollo cognitivo.
Retomando el planteamiento inicial, puedo señalar que en el desarrollo del niño
habría que comprender aspectos que necesitan de su estudio y que apuntan a
conocer las teorías que los investigadores han propuesto, y adoptarlas en nuestra
labor, pues como profesionales de la docencia es obligatorio conocer la psicología
infantil con el fin de establecer protocolos que nos proporcionen referentes para
mejorar nuestra practica y “establecer pautas que nos lleven a mejorar los
procesos cognoscitivos”9.
CONCLUSIÓN
8
Ibídem 4.
9
M. Isaías López., en: Psiquiatría Infantil Desarrollo Infantil Normal. Monografía No. 1, México, 1976. p.
11-13.
5
5. Hugo Alfredo Benítez Hernández
De alguna forma, estas tan imprescindibles teorías nos llevan a identificarnos en lo
que realmente pasa en nuestras aulas, en las que casi nunca nos preguntamos
¿Qué pasa con nuestros alumnos? o acaso nos hemos preguntado ¿En que
estadio esta mi alumno?, ¡No verdad!, nunca nos hacemos este tipo de preguntas,
todo lo damos por entendido, la gran parte de nuestro tiempo, nos preocupamos
por que los alumnos aprendan sin conocer su desarrollo. Aquí radica la
importancia del estudio del desarrollo de los niños para poder entremeterse en las
diferentes situaciones que cotidianamente ocurren en nuestra aula. Esto refuta las
palabras anteriores, pues es de gran importancia conocer el desarrollo del niño
desde sus inicios, por ser la plataforma, para comprender la vida en un futuro
cercano, y las nuevas concepciones que él tendrá para innovar al mundo.
Con esto pretendo, que seamos los primeros en reflexionar sobre lo que realmente
hacemos con nuestros alumnos y si conocemos (tal vez no a ciencia cierta, pero
con un nivel aceptable) estas teorías relacionadas con el desarrollo de los niños,
poder adoptarlas en nuestra práctica docente y formar en nuestros alumnos un
mejor desarrollo en cada ámbito de su vida, por consiguiente, poder discernir qué
tipo de conocimientos son los pertinentes para ellos.
Quisiera comentar, que este planteamiento de reconocer el desarrollo del niño, a
los docentes nos proporciona un amplio panorama para poder aplicar destrezas,
habilidades, herramientas y competencias (por ser un término utilizado
actualmente) , que nos auxilien en la correcta adecuación de las experiencias
dentro y fuera del aula, para no caer en el mismo proceso educativo tradicionalista
y concretarnos en encaminar a los alumnos en búsqueda de sus propios
conceptos de acuerdo a su etapa humana y, lograr con esto, que sean más
propositivos y dinámicos, en consecuencia lograr que nosotros seamos
formadores de su educación, al ser de cierto modo, el anclaje para que ellos
puedan construir su propio conocimiento.
Para concluir, puedo definir a las constantes relaciones que se establecen en este
proceso tan complicado (para los que no tenemos tantos referentes) de desarrollo
del niño, que resulta esencial como docentes estar al tanto, ya que sin estos
referentes, no podremos acceder a proporcionar un análisis concreto de su
progreso en las distintas “etapas”, pues resulta vital conocer este desarrollo que
atañe a todos nuestros alumnos, con el sentido de poder encaminarlos a
desarrollar en ellos un conocimiento que les sea significativo y trascendental en
esta etapa de su vida con madurez y seguridad propia.
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