La peste negra asoló Europa entre 1348 y 1351, matando a aproximadamente 25 millones de personas, casi un tercio de la población europea. La bacteria Yersinia pestis se propagó desde Asia a Europa a través de puertos comerciales genoveses, extendiéndose rápidamente a través de ratas portadoras e infectando a humanos. Los síntomas incluían fiebre, escalofríos, vómitos y bubones, y la mortalidad fue extremadamente alta, diezmando poblaciones enteras y causando enormes cambios social