Este artículo analiza el primer asentamiento europeo en el sur de Sudamérica, Sancti Spiritus, fundado por Sebastián Gaboto en 1527 en la confluencia de los ríos Carcarañá y Coronda, en Argentina. Luego de dos años, el fuerte fue abandonado y destruido por los indígenas locales. A pesar de su corta duración, Sancti Spiritus marcó el inicio de la presencia española permanente en la región y sentó las bases para futuras expediciones y la fundación de ciudades como Santa Fe la Vieja.
3. Luis María Calvo y Gabriel Cocco
Compiladores
Primeros asentamientos
españoles y portugueses
en la América central
y meridional
Siglos XVI y XVII
4. Evaluadores de este libro
Nidia Areces (ISHIR–CONICET. CEDCU–UNR, Argentina)
Eugenia AzevedoSalomao (Universidad Michoacana San Nicolás Hidalgo, México)
Agustín Azkárate (Universidad del País Vasco / EuskalHerrikoUnibertsitatea)
Silvana Buscaglia (IMHICIHU–CONICET, Argentina)
Luis María Calvo (Universidad Nacional del Litoral–Ministerio de Innovación y Cultura
de Santa Fe, Argentina)
Carlos Ceruti (CONICET, Argentina)
Gabriel Cocco (Dpto. Estudios Etnográficos y Coloniales–Ministerio de Innovación y Cultura
de Santa Fe, Argentina)
Susana Colazo (Instituto de Historia, Facultad de Humanidades de la UNNE, Argentina)
Adriana Collado (Universidad Nacional del Litoral, Argentina)
Silvia Cornero (Universidad Nacional de Rosario, Argentina)
Horacio Chiavazza (Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina)
William R. Fowler (VanderbiltUniversity, Estados Unidos)
Guillermo Frittegotto (Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe, Argentina)
Ramón Gutiérrez (CEDODAL, Argentina)
Joaquín Ibáñez Montoya (Universidad Politécnica de Madrid, España)
Jorge Elías Pavel Lequernaqué (Universidad de Piura, Perú)
Fabián Letieri (Museo Histórico provincial «Julio Marc», Ministerio de Innovación y Cultura
de Santa Fe, Argentina)
Juan Guillermo Martín (Universidad del Norte–Barranquilla, Colombia)
Alberto Nicolini (Universidad Nacional de Tucumán, Argentina)
Ana Osella (Facultad de Ciencias Exactas–Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina)
Ruth Poujade (Dirección General de Patrimonio y Museos–Misiones, Argentina)
Andrey Rosenthal Schlee (Universidade de Brasilia, Brasil)
Beatriz Rovira (Universidad de Panamá, Panamá)
Sonia Tedeschi (CONICET–FHUC/Universidad Nacional del Litoral, Argentina)
Marilia Brasileiro Teixeira Vale (Universidade Federal de Uberlandia, Brasil)
Fernando Vela Cossío (Universidad Politécnica de Madrid, España)
Víctor Velezmoro Montes (Universidad de Piura, Perú)
5. Índice
Introducción
Primera parte. Enfoques teóricos aplicados al estudio
de ciudades coloniales
1.1. Habitus, campo y capital en las primeras fundaciones
urbanas hispanoamericanas: el caso de ciudad vieja
de San Salvador. William R. Fowler y Eugenia Zavaleta Lemus
1.2. ¿Aldeas pretenciosas o ciudades en los márgenes?
Mendoza (Arg) y Santa Cruz la Vieja (Bol) en la colonización hispana
del siglo XVI. Horacio Daniel Chiavazza
Segunda parte. Urbanismo colonial iberoamericano (aspectos
generales)
2.1. Génesis y colapso de una ciudad indiana del norte peruano.
Santiago de Miraflores de Saña, 1563–1720. Juan Castañeda Murga
2.2. La ciudad de San Miguel de Piura en la cartografía histórica.
Fernando Vela Cossío
2.3. Transformaciones y continuidades en la habitabilidad urbana
y doméstica en Yucatán, México, siglos XVI y XVII. Lucia Tello Peón
2.4. Formación de la ciudad a partir de la traza. Santa Fe entre
1573 y 1660. Luis María Calvo
11
19
21
35
49
51
63
77
93
6. 111
127
145
147
163
179
199
201
221
237
251
273
287
2.5. La dimensión utópica y los ingredientes locales en la
conformación de asentamientos para la población nativa: algunas
experiencias en Nueva España y América portuguesa. Eugenia
Maria Azevedo Salomao y Marília Maria Brasileiro Teixeira Vale
2.6. Urbanismo no Brasil colonial durante a união ibérica
(1580–1640). Luisa Durán Rocca
Tercera Parte. Ciudad y estructura social en la América
Colonial (siglos XVI y XVII)
3.1. Actas del Cabildo de Santa Fe en la red. El quehacer
burocrático en el proceso de urbanización. Pascualina Di Biasio
3.2. Santa Fe la Vieja, retrato social de una ciudad del temprano
período colonial. Nidia R. Areces
3.3. La transmisión de la encomienda por la vía femenina.
El caso de las encomenderas de la ciudad de San Miguel de Piura.
Jorge Pável Elías Lequernaqué y Cristina Vargas Pacheco
Cuarta parte. Arqueología histórica en Iberoamérica
(estudio de casos)
4.1. Sancti Spiritus, 1527–1529. Aportes al estudio de los primeros
asentamientos europeos en Sudamérica. Gabriel Cocco, Cristina
Pasquali, Fabián Letieri, Guillermo Frittegotto, Agustín Azkarate,
Iban Sanchez–Pinto, Sergio Escribano–Ruiz y Verónica Benedet
4.2. La reducción franciscana de San Bartolomé de los Chaná:
un asentamiento bi–religioso del Paraná argentino. Ana María
Rocchietti y Nélida De Grandis
4.3. Arqueología de Santa Fe la Vieja: el claustro y el hospital.
Algunos problemas de interpretación del registro. Silvia Cornero
y Ana Rocchietti
4.4. Variedad y distribución del material cerámico de tradición
hispana e indígena en la ciudad de Valdivia y su jurisdicción
entre los siglos XVI y XVIII. Leonor Adán A., Simón Urbina A.,
Cristina Prieto Olavarría, Valeria Zorrilla y Lorena Puebla
4.5. La ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Madrid (Esteco
El Nuevo) y su fuerte de San Carlos. Alfredo Tomasini y Ana Paula
Porterie
4.6. Una arqueología del colonialismo español en el extremo sur
de Sudamérica. La Ciudad del Nombre de Jesús (Estrecho de
Magallanes, siglo XVI). María Ximena Senatore, Mariana E. De
Nigris y Romina C. Rigone
7. 303
327
337
339
353
369
383
4.7. Fundación y refundación de la ciudad de Valdivia (lat. S.
39º): implicancias arqueológicas de dos modos de instalación
hispana (ca. 1552 y 1647). Simón Urbina A., Leonor Adán A.,
Rodrigo Mera M. y Doina Munita P.
4.8. Aplicación de técnicas geológicas exploratorias en el sitio
arqueológico Santa Fe la Vieja, manzana 38. Guillermo
Sagripanti, David Aguilera, Aldo Giaccardi y Diego Villalba
Quinta Parte. Conservación y musealización
de sitios coloniales
5.1. Intervenciones arqueológicas en cuatros conjuntos Patrimo-
nio Mundial: Reducciones de Santa Ana, San Ignacio Miní, Santa
María La Mayor y Nuestra Señora de Loreto (Misiones, Argentina).
Ruth A. Poujade, María Victoria Roca y Lorena Salvatelli
5.2. La musealización de Santa Fe la Vieja: propuesta para la
interpretación de un sitio colonial temprano. Paula Busso, Luis
María Calvo y Gabriel Cocco
5.3. Santa Fe la Vieja de asentamiento urbano a parque arqueo-
lógico. Aproximaciones desde la didáctica del patrimonio. Paula
Busso y Rosa García
5.4. Custodiar la historia: preservación patrimonial y museogra-
fía de sitio, en la ciudad colonial de Santa Fe la Vieja. Cayastá,
Argentina. Silvia Cornero
8. 201
4.1. Sancti Spiritus, 1527–1529. Aportes al estudio de
los primeros asentamientos europeos en Sudamérica
Introducción
En el contexto de expansión geopolítica de la Corona española, la ruta abier-
ta por Magallanes–Elcano (1519–1522) permitió poner pie en Asia. Este acon-
tecimiento dará inicio a una serie de viajes siguiendo esa ruta, siendo su ob-
jetivo tanto económico (obtener especias, y en lo posible, oro, plata y piedras
preciosas) como político, delimitar sus posesiones frente a Portugal.
Sebastián Gaboto, al mando de una expedición cuyo destino era las islas Mo-
lucas (Asia) para comerciar especias, en el transcurso de su viaje recibe noticias
sobre un territorio rico en metales preciosos en el sur del continente y decide
ignorar los compromisos contraídos con la Corona. Se interna por el Río de la
Plata, luego por el Paraná y finalmente, en la confluencia del Carcarañá con el
Coronda, establece en 1527 el asentamiento al que llamó Sancti Spiritus.
Luego de los acontecimientos que llevaron a la destrucción y abandono de
Sancti Spiritus en 1529,1
expediciones posteriores instalaron nuevos empla-
1
El ataque al fuerte fue realizado cuando los que estaban de guardia lo abandonaron para
retirarse a sus viviendas a dormir. Los indios llegaron portando antorchas y quemando
Gabriel Cocco, Fabián Letieri,
Guillermo Frittegotto, Cristina Pasquali
Ministerio de Innovación y Cultura, Santa Fe, Argentina
E–mail: gabrielcocco@gmail.com; crispasquali@hotmail.com;
fletieri@santafe.gov.ar; guillefri@yahoo.com.ar
Agustín Azkarate, Iban Sanchez–Pinto,
Sergio Escribano–Ruiz, Verónica Benedet
Grupo de Investigación en Patrimonio Construido (GPAC),
Universidad del País Vasco, España.
E–mail: agustin.azcarate@ehu.es; iban.sanchez@ehu.es;
sergio.escribanor@ehu.es; vbenedet@gmail.com
9. 202
zamientos que también tuvieron una corta existencia, tales como la primera
Buenos Aires o Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre (1536),
Corpus Christi y Buena Esperanza (1536). Si bien, ninguno de los primeros
sitios españoles perduró, salvo Asunción (1537) y el territorio continuó sien-
do poblado y ocupado por las sociedades indígenas preexistentes, esta etapa
exploratoria y de conquista es clave para comprender el desarrollo posterior
del proceso de colonización. Este momento de inflexión en la historia de
esta región de Sudamérica tendrá como consecuencia, en la segunda mitad
del siglo xvi, la conquista y ocupación efectiva de territorios por parte de los
europeos a partir de la estrategia de fundación de ciudades, como el caso de
Santa Fe la Vieja (1573).
Las expediciones europeas al Río de la Plata
Tras el descubrimiento de América por Colón y la posterior firma del tratado
de Tordesillas (1494) entre España y Portugal, quedó conformado el campo
de operaciones entre ambas potencias en el territorio recién «descubierto».
Será en este nuevo contexto de expansión en el que se enmarcan los dife-
rentes viajes que se realizan al continente americano en la primera mitad del
siglo xvi. Las potencias que toman la delantera en la exploración y posterior
conquista son Portugal y España, siendo una de las principales obsesiones es-
pañolas, además, la apertura de una nueva vía directa a las islas Molucas que
no entrara en conflicto con los intereses portugueses. En tanto, la presencia
del resto de potencias europeas en el sur del continente americano en este
periodo es más testimonial.
Las etapas del descubrimiento que abordaremos, focalizadas en el ulterior
fuerte Sancti Spiritus, se articulan en dos momentos diferenciados: un pri-
mer momento marcado por el carácter exploratorio de las expediciones y un
segundo, en el que se inicia la conquista propiamente dicha.
todas las construcciones que encontraban a su paso. De acuerdo con Astiz y Tomé (1987),
este acontecimiento fue la culminación de las dos vertientes de conflictividad que generó
la expedición. La interna, propia de la organización de los españoles, de las personalidades
implicadas sobre todo la de Gaboto; y los resentimientos y rencores que generaron las
injusticias, favoritismos y maltratos que alcanzaron a todos los miembros de la tripulación.
Muy pocos fueron respetados por el jefe quién ejerció una autoridad sin límites y se creó
enemigos por doquier. A esta situación se agregó la expedición de Diego García, que tuvo que
aceptar que su predecesor en la conquista controlara sus bienes, tripulación y barcos. Por
otra parte, la conflictividad externa se debió a las profundas diferencias culturales existentes
entre los recién españoles y los habitantes originarios. La situación fue abordada por los
europeos con autoritarismo y arrogancia, sin considerar, el importante juego de alianzas y
enemistades existentes en la región. Luego, trataron de aprovecharse de ellas con escaso
éxito (Astiz y Tomé 1987; Frittegotto et al., 2013).
10. 203
Primeras exploraciones (1500–1525)
En esta carrera expansionista serán la corona castellana y la portuguesa las
que jueguen un papel preponderante en el sur del continente americano. Las
primeras expediciones exploratorias tienen como fin obtener un beneficio eco-
nómico, abriendo nuevas rutas comerciales, cuyo objetivo es descubrir y co-
merciar. Es por ello que muchas de las armadas cuentan con una financiación
mixta, si bien los monarcas sufragaban parte de la cuantía económica que su-
ponía llevar a cabo la expedición, eran los propios expedicionarios quienes te-
nían que aportar parte de la misma y buscar «socios capitalistas» (tal y como se
observa en las capitulaciones de Loaisa, Solís, García de Moguer, Gaboto, etc.).
Así estos primeros momentos, en lo que a la Cuenca del Plata se refiere,
están marcados por procesos expedicionarios, más que de conquista propia-
mente dicha (véase el viaje de Solís, Loaisa, las expediciones portuguesas,
etc.) con un marcado carácter épico del que dan fe las historias que se cons-
truyen a la vuelta e incluso las historias que cuentan aquellos marineros que,
resultado de un naufragio o abandono, quedaran en la tierra (Avonto 2001).
Varias son las expediciones portuguesas y castellanas de las que hay cons-
tancia que arriban al estuario del actual Río de la Plata. Las portuguesas
(Laguarda, 1964, 1973), en el mejor de los casos, penetran ligeramente en el
mismo como son la expedición de Esteban Froes (1511–1512) y la de Cristóbal
Jacques (1521). Curiosamente ambas expediciones volverán con información
relativa a las riquezas de la sierra de la Plata y el rey Blanco. En cuanto a las
castellanas que penetran en el estuario del Plata, destacan la de Solís (1515–
1516), conocida por el final trágico en el propio estuario (Medina 1908a), la de
Magallanes (1519–1522) que reconoció el estuario del Plata y el río Uruguay
(Pigafetta, 1941 [1536]; Kleinpening, 2011) y, finalmente, la de Loaisa (1525)
(Medina 1889). A diferencia de las expediciones portuguesas, éstas estuvieron
marcadas por los naufragios, amotinamientos, muertes y deserciones que pro-
vocan que parte de los marineros de estas expediciones (fundamentalmente
de las de Solís y Loaisa) queden en el continente americano, emplazando con
el tiempo el sitio que posteriormente será conocido como Puerto de los Patos
(Kleinpening, 2011; Maura, 2007) desde donde partirán los relatos referentes
al Rey Blanco y las riquezas de la sierra de la Plata.
Primeros intentos de colonización. Los primeros asentamientos
(1527–1550)
Como hemos señalado, la etapa previa responde a un momento exploratorio
del continente recién descubierto tratando de abrir una ruta de comercio con
las Molucas o para extraer productos, siendo los pasos para la colonización y
conquista del mismo muy tímidos. Si bien en la Cuenca del Plata no se esta-
blece ningún asiento hasta finales del primer tercio del siglo xvi, no se puede
11. 204
señalar lo mismo para la costa brasileña para la que tenemos constancia del
«fuerte» de Pernambuco (Maura 2007; Taylor 1932) y el sitio de San Vicente2
compuesto por «diez o doce casas y una hecha de piedra con sus tejados,
una torre» (Cuesta, 1984:364), documentados ya para 1527.3
A estos asenta-
mientos, más o menos estables, debe sumarse el Puerto de los Patos lugar en
el que, como se ha reseñado, moraban los náufragos de las expediciones de
Solís y Loaisa.
En todos ellos el capitán Gaboto recibió cumplida información en rela-
ción con el camino que le esperaba y a la Sierra de la Plata y el Rey Blanco.
Además, Sebastián Gaboto, desde su atalaya de la Casa de Contratación,4
fue
conocedor de los viajes oficiales y, muy probablemente de aquellos de los que
no ha quedado registro escrito.
Es por ello que en este primer momento colonizador tendrá un interés
especial el poblado de Sancti Spiritus, ya que rompe con la tónica general de
las expediciones previas al anticipar lo que con posterioridad será la norma
general de las armadas: descubrir, pacificar y poblar (del Val Mingo, 1986).
Pero sobre ello volveremos más adelante.
A partir del episodio de Sancti Spiritus, se abre definitivamente un proceso
de expediciones a la Cuenca del Plata, tanto españolas como portuguesas
(Kleinpening, 2011), que desembocarán en la concesión del adelantamiento
del Río de la Plata a Pedro de Mendoza5
en 1534 con la potestad de «conquis-
tar y poblar (…) y que podais hazer hasta tres fortalezas de piedra». Señala U.
Schmidel, integrante de la expedición, que
vinimos de nuevo a nuestro real (…) y ahí mismo se levantó un asiento y una casa fuerte
para nuestro capitán general Pedro de Mendoza y un muro de tierra en derredor del asien-
2
Si atendemos al diario de López de Sousa, este asentamiento se instaló en torno al 1500,
ya que al momento de su arribo a la zona «e com elle veo Francisco de Chaves e o bacharel,
e cinco ou seis castellanos. Este bacharel havia trinta annos que estava degradao nesta
terra» (de Varnhagen, 1839:29).
3
No será hasta 1530 que probablemente se funde la primera colonia francesa estable en
Brasil, bajo el mandato del general Dupéret situada en la isla de Saint–Alexis, que fortificó,
y donde quedaron 70 hombres (Bonnichon, 1992:32).
4
Sebastián Gaboto, tras un periodo al servicio de la corona británica, llega a España en 1512
y es nombrado capitán de la Casa de Contratación a finales del mismo año (Archivo General
de Indias, ES.41091.AGI/22.15.413//INDIFERENTE, 419, L.4, F.78R–78V). No será hasta
comienzos de 1518 que ascienda al puesto de piloto mayor del Consejo de Indias (Archivo
General de Indias, ES.41091.AGI/22.15.413//INDIFERENTE, 419, L.7, F.691R–692V.), en
sustitución del fallecido Juan Díaz de Solís, y examinador de los pilotos navegantes de Indias.
5
Archivo General de Indias, ES.41091.AGI/22.15.409//INDIFERENTE, 415, L.1, F.148V–
152V.
12. 205
to de una altura hasta donde uno podía alcanzar con una tizona. Este muro era de tres pies
de ancho y lo que se levantaba hoy se venía mañana de nuevo al suelo. (Quevedo, 1983:10)
Desde Buen Ayre el capitán Juan de Ayolas, en las inmediaciones del aban-
donado Sancti Spiritus, construyó un nuevo fuerte que llamó de Corpus
Christi (1536) cambiándolo de ubicación a los tres meses de su edificación y
nombrando al nuevo emplazamiento Nuestra Señora de la Buena Esperanza.
Al año siguiente de estas dos fundaciones el capitán Juan de Salazar, miembro
también de esta expedición, fundó, en las inmediaciones del poblado cario
Lambaré, la casa–fuerte de Nuestra Señora de Santa María de la Asunción
para «el amparo y reparo de la conquista» (Kleinpenning, 2011:69).
De todas estas fundaciones únicamente sobrevive en el tiempo la casa–
fuerte de Nuestra Señora de Santa María de la Asunción, que pasará a ser
conocida como Asunción, siendo uno de los pocos asentamientos que, en
los siglos venideros, merezca el calificativo de ciudad en el actual territorio
de Paraguay. Es más, transcurrido un lapso de tiempo, a partir de 1550, será
Asunción quien asuma los nuevos proyectos colonizadores como Santa Fe
(1573) o la segunda Buenos Aires (1580) entre otras.
El Contexto multicultural de las sociedades indígenas en el siglo XVI
Los europeos que arribaron a la cuenca del Río de La Plata en el inicio del
siglo xvi irrumpieron en el complejo panorama social y cultural de la región,
un territorio poblado por diferentes grupos étnicos. Eran sociedades con un
modo de vida basado en la caza, la pesca, la recolección y la horticultura de
pequeña escala, que ocupaban los ambientes fluviales del Paraná y las plani-
cies adyacentes.
La información etnohistórica acerca de estas poblaciones procede de la do-
cumentación generada por miembros de la expedición de Sebastián Gaboto
o directamente relacionados a la misma, entre ellos: Luis Ramírez (Mau-
ra, 2007) Roger Barlow (Taylor, 1932), Diego García de Moguer (Medina,
1889); y otros que remontaron el Paraná en viajes posteriores tales como Pero
Lopes de Sousa en 1531 (Varnhagen, 1839) y Ulrico Schmidel en 1567 (Queve-
do, 1983). Estos relatos reflejan la visión de los europeos hacia los habitantes
de la región con una tendencia a ponderar ciertos aspectos recurrentes con
relación a los modos de vida de las poblaciones indígenas, en la mayoría de
los casos relacionada con los objetivos de la empresa colonizadora (Letieri
et al., 2013).
La visión sobre esta complejidad cultural a la que nos referimos queda ex-
presada en la carta de Luis Ramírez, quien al describir la situación poblacio-
nal del enclave en donde se erigió Sancti Spiritus dice «Aquí habían venido
todos los indios de la comarca, que son de diversas naciones y lenguas, á
13. 206
ver al Señor Capitán General» (Medina 1908a). Así, Ramírez describió a los
pueblos que habitaban en las cercanías, entre los cuales enumera a Guaraníes
o Chandris, Querandíes, Caracaráes, Chanás, Beguás, Chaná–Timbú y Tim-
búes entre otras naciones (Medina, 1908a). Por su parte, Diego García que
navegó con el Capitán general por el Paraná aguas arriba, tuvo oportunidad
de conocer otros pueblos ubicados más al norte de los ya mencionados, tales
como los Mecotaes, Mepenes, Anamecs, Agaces y Chandules.
Las demás cronistas mencionan los mismos grupos con algunas variaciones,
no obstante, la documentación es insuficiente para determinar si estas deno-
minaciones hacían referencia a diferentes etnias o si corresponden a grupos
o «parcialidades» (como las denomina Serrano, 1930) con un mismo origen
étnico, diferenciados por su lengua y/o por divisiones políticas/territoriales.
En cuanto a los territorios que ocupaban, pueden diferenciarse grupos ca-
zadores recolectores que abarcaban grandes territorios de la planicie pam-
peana (ubicada al oeste del valle aluvial del Paraná), como los Querandíes
a los que Ramírez caracterizó como «gente del campo, es gente muy liger»
(Medina, 1908a) porque alcanzaban un venado persiguiéndolo a pie. Diego
García los ubicaba más allá de los Caracaraes y los describía como una gene-
ración muy grande. «esta generación nos dio muy buena relación de la sierra
y el Rey Blanco» (Medina, 1908a) y de hecho, el Capitán Francisco César
se internó junto con ellos y otros ocho tripulantes para tratar de alcanzar la
mítica sierra de la Plata dando origen a la leyenda de la ciudad de los Césares
(Frittegotto et al., 2013:34).
También, habitaban en los alrededores del fuerte otras naciones como los
Caracaraes (denominación que da origen al nombre del río Carcarañá), Cha-
nás, Beguás, Chanás–Timbús y Timbús cuya economía complementaba la
caza y la pesca con la horticultura a pequeña escala de vegetales tales como el
abatí o maíz, calabazas y habas. Estos grupos, a diferencia de los Querandíes,
tenían un sistema de asentamiento y subsistencia adaptado a los ambientes
fluviales por donde se movilizaban en canoas.
Las evidencias arqueológicas para esta región marcan la presencia de sitios
en la llanura aluvial del Paraná durante el periodo Holoceno Tardío. Pero la
mayor densidad de población se produce a partir de los 1000 ap, coinciden-
temente con el Máximo térmico medieval, donde los pueblos con sistema de
vida propio de ambientes acuáticos ocupan toda la llanura aluvial y costas de
los dos colectores —Paraná y Uruguay—, desde el Paraguay hasta el Delta
(Ceruti y González, 2007:126). Para este momento,
en el área inferior del Paraná y Delta se registran campamentos residenciales que fueron
ocupados en uno o varios momentos durante el Holoceno tardío, ubicados preferente-
mente en el sector de islas, sobre montículos y albardones»… «La estrecha cercanía de los
14. 207
sitios con cursos y cuerpos de agua, así como su frecuente ubicación en la intersección de
distintos cursos muestra que se privilegió la ocupación de lugares accesibles por vía acuá-
tica, donde las redes hídricas integraron los sistemas de circulación entre los sitios. Esto
apoya el uso extendido de medios de navegación. (Bonomo et al., 2010:55).
Por otra parte, en las costas altas, sobre la planicie pampeana lindante con
el Paraná también se registran sitios sobre la desembocadura de ríos o arro-
yos, como el caso de «Embarcadero» y «Camino alambrado» que fueron lo-
calizados en las márgenes del Carcarañá en el marco de este proyecto (Cocco
y Letieri, 2009; Letieri et al., 2010).
Por su parte, los guaraníes o chandris, también habitaban en las islas del Pa-
raná y eran considerados como aliados por los europeos, «andan derramados
por esta tierra y por otras muchas, como corsarios, a causa de ser enemigos
de todas estas otras naciones» (Medina, 1908a). Las poblaciones de la familia
lingüística tupi–guaraní proceden de la floresta tropical brasilera y ocuparon
el Paraná inferior y delta en momentos históricos previos a la llegada de los
europeos. De acuerdo con la cronología de los sitios asignados a estos grupos
en el Delta, su presencia dataría del noveno siglo dc. (Loponte et al., 2011) o
épocas aún más recientes, a fines del siglo xiii dc. (Bonomo et al., 2011:561).
Los Guaraníes del Delta debieron prescindir de los cultivos tropicales, ba-
sando su agricultura en el maíz; y la falta de espacio en las islas los obligó a
reducir el número de habitantes de los poblados (originariamente conforma-
dos por grandes casas comunales o malocas) y aumentar la incidencia de la
caza y pesca en el régimen alimentario (Brochado, 1973 en Ceruti y González,
2007:126). La llegada de estos grupos agricultores amazónicos irrumpió en el
escenario cultural de las poblaciones preexistentes y generó diferentes tipos
de relaciones interétnicas: de alianza, enfrentamiento y hasta de sometimien-
to y esclavitud, que posteriormente serían aprovechadas por los expediciona-
rios europeos para favorecer sus estrategias de exploración y conquista.
El fuerte de Sancti Spiritus
Localización geográfica
El sitio fuerte de Sancti Spiritus se ubica sobre la margen norte del río Car-
carañá en el área de su desembocadura en el Coronda, a los 32º 26’ latitud
Sur y 60º 48’ longitud Oeste, en la localidad de Puerto Gaboto, provincia de
Santa Fe, Argentina.
El área se ubica entre el sector oriental de la región de la Pampa Ondula-
da y la llanura aluvial del Paraná, donde la planicie pampeana se encuentra
sobreelevada con respecto al valle aluvial del río y constituye un paisaje rela-
tivamente estable que no ha sufrido grandes transformaciones en los últimos
500 años (Frittegotto et al., 2013:39).
15. 208
Articulación espacial del emplazamiento
Si consideramos los propósitos que tenía Sebastián Gaboto al ingresar y re-
montar el río Paraná, el lugar del emplazamiento de Sancti Spiritus fue elegi-
do por las características favorables que el área presentaba desde el punto de
vista topográfico, geográfico y estratégico:
•• Es un área del paisaje estable (la planicie pampeana), que no era inun-
dable y como se detallará más adelante, un sitio que había sido habitado
previamente por alguno de los grupos indígenas mencionados para la región.
•• Por su posición topográfica y su cercanía a dos cursos de agua era favora-
ble para la construcción de embarcaderos, el acceso directo a las vías navega-
bles y el control de los movimientos en la llanura aluvial del Paraná.
•• El río Paraná era una vía de navegación que posibilitaba la comunicación
desde el Atlántico, a través del Río de La Plata hasta el Paraguay.
•• Tenía un acceso hacia el oeste (donde supuestamente se localizaban las
sierras de oro y plata) a través del río Carcarañá, el cual recorre la planicie
pampeana hasta desembocar en la llanura aluvial del Paraná.
La posición geográfica de este sitio, ya había sido valorada por las pobla-
ciones originarias de la región como un lugar estratégico con acceso directo a
los cursos fluviales y a recursos de la llanura y del Paraná. Esta recurrencia se
verá reflejada en la secuencia de ocupación del sitio.
Secuencia de ocupación del sitio
Como se ha señalado, Sancti Spiritus es el más antiguo de los sitios europeos
construidos en la actual República Argentina, cuya particularidad radica en
el hecho de ser un episodio fruto de las inquietudes del capitán de la arma-
da, Sebastián Gaboto, que desaviniendo las capitulaciones firmadas con el
monarca castellano, y producto de los avatares de su viaje después de partir
del puerto de Sanlúcar (1526), arriba a la confluencia del Carcarañá con el
Coronda donde hace su asiento. Los trabajos arqueológicos iniciados en el
año 2006 pero fundamentalmente las excavaciones realizadas en el sitio desde
2008–2013, han puesto de manifiesto tres fases de ocupación.
Fase 1. El asentamiento originario
Que el emplazamiento elegido por Gaboto para su asiento era el idóneo, lo pone
de manifiesto la presencia de un poblado indígena que se situaba en el lugar previo
a la llegada de los europeos, desde hacía al menos un siglo, y que controlaba el
nudo de comunicación que componían el río Carcarañá y Coronda. Contrasta esta
información obtenida en la excavación con la de los documentos de los propios co-
lonizadores, ya que nada señalan en relación con la existencia de poblados previos.
16. 209
En los casi 200 m2
excavados, se han documentado más de 350 agujeros
de poste pertenecientes, de forma mayoritaria, a las viviendas de madera que
conformaban el sitio de las poblaciones originarias, de forma y dimensiones
variables, siendo testigos en alguno de los casos de una continuada reposi-
ción.6
La imagen resultante, tras las campañas de excavación, permite vis-
lumbrar una realidad muy compleja producto de la continua yuxtaposición
de las evidencias. Esta situación por el momento, y a falta de ampliar el área
excavada, no permite elucubrar cómo eran las plantas y dimensiones de las
estructuras en las que vivían los indígenas. Es interesante, sin embargo, com-
probar que bajo los rellenos que colmataban muchos de estos agujeros y sobre
la base de los mismos, aún se conserva parte del material cerámico que se dis-
puso a modo de preparación intencionada del interior, para evitar que el poste
tuviera contacto directo con el nivel arcilloso natural. Se trata de fragmentos
lisos de contenedores y «cerámica gruesa» (fragmentos de vasos campana).
Finalmente, contamos con una datación de Carbono 14 efectuada sobre
muestras de carbones procedentes de la amortización de uno de estos aguje-
ros de poste que ofrece (a dos sigmas, es decir, con un 95 % de certeza) una
horquilla cronológica circunscrita entre 1405 y 1455 de nuestra Era.
Fase 2. La ocupación europea: fuerte Sancti Spiritus (1527–1529)
La construcción del asentamiento europeo sobre el poblado indígena preexisten-
te, conllevó la destrucción parcial del mismo, pero no que los pobladores origina-
rios dejaran de vivir alrededor del mismo, tal y como se colige de la carta de Diego
García de Moguer al señalar que «allí en aquella casa (fuerte) avitavan Yndios que
tenían cabe la fortaleza sus casas» (Medina, 1908b:243). En este punto el registro
estratigráfico es claro, mostrando cómo los muros y foso del fortín español se
superponen y cortan los agujeros de las cabañas de los pobladores originarios.
Las investigaciones arqueológicas han puesto de manifiesto la existencia
inequívoca de los restos de la fortaleza mandada construir por Gaboto, no
así de las 20 casas de paja en las que habitaron los españoles (Medina, 1908a).
Las evidencias documentadas en el registro arqueológico se resumen, hasta
el momento, en la zanja de construcción practicada para la colocación del
muro de tapia este de la casa–fuerte, el propio muro de una anchura de 120
cm (cuatro pies y medio castellanos), una longitud que hasta al momento
alcanza más de 35 m y un foso de protección, con unas dimensiones de 4 m
de ancho en la boca y 2,5 en la base y una profundidad que ronda los 70 cm,
en cuyos sedimentos se ha recuperado abundante material arqueológico.
6
Las últimas investigaciones señalan que la tasa de reposición de un poste difícilmente
supera una generación en el mejor de los casos (Azkarate 2007–2008; Quirós 2012).
17. 210
Figura 1. Ubicación del sitio Fuerte Sancti Spiritus en la localidad de Puerto Gaboto.
Figura 2. Restos del asentamiento indígena y sendos detalles de agujeros. Arriba a la
izquierda, detalle de cerámica gruesa empleada como calzo para el poste. Arriba a la
derecha superposición de agujeros de poste en la que 4 corta a 3; 3 corta a 2 y 2 corta a 1.
República Argentina. Provincia de Santa Fe
Puerto Gaboto
1 2 3 4
18. 211
El análisis de la composición del muro de tapial7
ha permitido constatar
que la presencia de determinados minerales (anhidrita y plagioclasas) es lo
suficientemente significativa como para que su uso fuera intencionado en la
construcción de la estructura. Comparado con una muestra de tapial proce-
dente de una vivienda del sitio Santa Fe la Vieja (1573–1660), provincia de
Santa Fe,8
se ha demostrado que ambas muestras presentan composiciones
ligeramente distintas, pero que comparten características fundamentales,
como determinados minerales o las formas de producción.
Los artefactos que pueden ser asociados al momento de ocupación euro-
peo proceden principalmente de unidades estratigráficas con alto contenido
de carbón situadas sobre la base del foso. Dichas unidades, luego de la des-
trucción del fuerte fueron cubiertas por sucesivas capas que colmataron la
antigua estructura del foso.
Los artefactos europeos recuperados en las excavaciones formaron parte de una
expedición marítima de principios del siglo xvi y dentro de ese contexto son
estudiados e interpretados. Para el abastecimiento de los barcos, el punto de refe-
rencia a partir del cual se realizaban todas las previsiones, era la ración alimentaria
para todos los hombres que irían a bordo durante el viaje (Mena García, 2004).
Los contenedores comerciales, destinados al transporte de las provisiones para
la alimentación de la tripulación, ofrecen numerosas denominaciones según la
documentación histórica, como también, de acuerdo con las investigaciones ar-
queológicas tanto en el continente americano como en España. De acuerdo con
los registros históricos, los mismos constituyen desde un punto de vista cuanti-
tativo, el capítulo más importante de productos cerámicos enviados a América.
Los artefactos remitidos fueron vasos, jarras y botijas, siendo estas últimas, el pro-
ducto cerámico de carácter utilitario con mayor volumen de comercio durante
el siglo xvi (Sánchez Cortegana, 1996). Dentro de este tipo de contenedores, que
representan más del 90 % de la muestra de cerámica europea recuperada, fueron
identificados en el contexto de Sancti Spiritus el tipo Early Olive jars (Goggin,
1960) como también las denominadas jarras (Amores y Chisvert, 1993).
Los otros tipos de artefactos recuperados en el sitio son objetos de uso
personal como mayólicas destinadas al consumo de alimentos: platos y escu-
dillas, de los tipos Columbia Plain, Columbia Green Depeed e Isabela Po-
lychrome, albarelo o pote de farmacia, tipo Caparra Blue para el transporte
de medicinas y lebrillo para el aseo personal (Deagan, 2002).
7
Análisis efectuado a una muestra del muro de tapial por Romualdo Seva Román de la
Unidad de Arqueometría de la Universidad de Alicante.
8
El sitio Santa Fe la Vieja se encuentra ubicado en la localidad de Cayastá, provincia de
Santa Fe a unos 180 kilómetros al norte de Puerto Gaboto.
19. 212
Figura 3. Superposición de las estructuras europeas e indígenas. A la izquierda se
aprecia el muro de tapial del fuerte y su zanja de construcción y cómo ésta corta a los
agujeros del asentamiento indígena. Arriba a la derecha, vista cenital. Abajo a la dere-
cha, detalle de agujeros cortados por la zanja de construcción del muro de tapial.
Figura 4. Foto general y sección de las estructuras europeas.
Zanja de construcción del muro de tapia Muro de tapia Agujeros de poste cortados por la zanja de construcción del muro de tapia
Muro de tapial Posible lugar de amasado de tapialFoso Estructuras sin excavar
20. 213
El análisis tecnotipológico de las cerámicas europeas permitió identificar
un total de 7 grupos cerámicos de acuerdo con la consideración conjunta
de decoración, forma y tipología compositiva (Pasquali, 2012; Pasquali y Es-
cribano Ruiz, 2013). A partir de esto se realizó la caracterización química de
10 fragmentos cerámicos seleccionados de estos grupos cerámicos por Fluo-
rescencia de Rayos x (frx) y la determinación mineralógica de la muestra a
través de Difracción de Rayos x (drx).9
Los mismos fueron comparados con
una base de datos de centros productores de España, indicando un posible
origen sevillano para la mayor parte de los fragmentos caracterizados (Buxeda
i Garrigós y Madrid i Fernández, 2012).
Un capítulo aparte merece las denominadas «mercaderías de rescate», es
decir, las cuentas de vidrio y los cascabeles. Entre los productos europeos en-
viados a las colonias americanas, a partir del siglo xvi, las cuentas de vidrio tu-
vieron un rol preponderante en el intercambio con las poblaciones aborígenes
(Relaciones y Cartas de Cristóbal Colón, 1892 y Pigaffetta, 1941 [1536]). En el
fuerte Sancti Spiritus se han recuperado cuentas de vidrio, destacándose los ti-
pos Chevron y Nueva Cádiz (Smith, 1983). Estas mercancías eran objetos con
valor económico para la época, sin embargo ese valor no es una propiedad in-
herente sino un juicio que sobre ellos emiten los sujetos, es decir, la fuente que
otorga valor a los objetos se encuentra en el intercambio (Appadurai, 1986).
A pesar de las restricciones en el siglo xvi para impedir los males derivados
de los juegos de azar y de las referencias en las cédulas referidas a la organiza-
ción de la expedición (Medina, 1908a), se han documentado dados de hueso,
todos los cuales fueron hallados dentro de los rellenos del foso. Finalmente,
se han hallado materiales constructivos: clavos de sección cuadrada y de dife-
rentes tamaños, una planchuela de hierro y restos de madera quemada.
Dentro de los mismos rellenos, se hallaron materiales de manufactura indí-
gena de los grupos que interactuaron con los europeos durante la ocupación
del fuerte. Como se dijo previamente, Luis Ramírez, Roger Barlow, Diego
García de Moguer, y posteriormente Pero Lopes de Sousa y Ulrico Schmi-
del ofrecen en sus relatos una rica información relacionada con los distintos
grupos étnicos que poblaban el área. Estas poblaciones poseían un conjunto
artefactual variado y complejo, con productos realizados en cerámica, hueso,
piedra, madera y fibras vegetales, cuya función estaba relacionada con la vida
doméstica, actividades de subsistencia (caza, pesca y recolección) y con fines
ceremoniales o rituales (Frittegotto et al., 2013:96). Sobre un total de unos
9
La caracterización química por Fluorescencia de Rayos X (FRX) y el estudio de la composi-
ción mineralógica por Difracción de Rayos X (DRX) se realizó en la Universidad de Barcelona.
Grupo ARQUB (Arqueometría y Cultura Material) dirigido por el Dr. Jaume Buxeda i Garrigós.
21. 214
Artefactos europeos
Cerámica
Cuentas de vidrio
Metal
Vidrio
Dados
Cantidad
2102 fragmentos de contenedores
1250 unidades
145 artefactos
414 fragmentos
60 unidades
Tabla 1. Artefactos de origen europeo recuperado en el sitio y clasificado por materialidad.
Figura 5. Artefactos recuperados en la Fase 2. Cascabeles; Cuentas de vidrio tipo Nue-
va Cádiz; cuentas de vidrio tipo Chevron; mayólica sevillana tipo Isabela polícromo;
mayólica tipo caparra azul; mayólica tipo Columbia plain; dados de hueso; lebrillo;
contendor comercial; cerámica tipo guaraní bicolor; plato cerámica tipo guaraní mo-
nócromo rojo; cerámica tipo guaraní cepillada.
22. 215
15.000 fragmentos de cerámica de manufactura indígena recuperados en el
sitio, se pudo establecer que 1107, se encontraban en el contexto de la Fase
2. Dentro de éstos se han identificado platos, ollas, partes de contenedores
abiertos y cerrados con diferentes técnicas de aplicación: pintados de rojo,
con representaciones geométricas (rojo sobre blanco), incisos, corrugados,
unguiculados y cepillados. También se han recuperado fragmentos de pipas,
representaciones modeladas antropomorfas y zoomorfas, torteros, fragmen-
tos reutilizados (fichas de juego o tapas) y alfarerías gruesas.
Es importante reiterar, que estos artefactos juntos con los europeos forman
parte de la cultura material de Sancti Spiritus, es decir, fueron utilizados en-
tre 1527 y 1529 (y fabricados antes o durante este momento) en el contexto de
este primer asentamiento europeo.
Fase 3. Destrucción del fuerte. Reocupaciones temporarias
Tal y como señala la documentación relativa al episodio de Sancti Spiritus, des-
pués de cerca de 31 meses de estancia en la zona, en 1529 es atacado y destruido el
asiento europeo por parte de las comunidades indígenas. En el estado en el que
se encuentra la investigación arqueológica no tenemos tan claro cómo se produ-
ce la destrucción del asentamiento, ya que en los cerca de 200 metros cuadrados
excavados no hay constancia de un nivel de destrucción masivo producto de un
incendio según consta en la documentación histórica (Medina, 1908a).
Destruido el fuerte español, el área es ocupada nuevamente por las so-
ciedades locales, aunque todo hace indicar que de forma muy esporádica.
Prueba de ello es la presencia de un enterratorio primario cuya fosa corta a
los rellenos de amortización del sitio y los restos de un gran fuego temporal
(excavado parcialmente en 2010) sobre los rellenos de amortización del foso.
Parece, además, que la destrucción no fue total y que uno de los baluartes
subsistió en pie, convirtiéndose en un referente de los navegantes que en las
décadas sucesivas remontaban el río (Berberián, 1987, Ledesma, 1978).
La configuración espacial del asentamiento
A partir de los restos localizados en las diferentes campañas de excavación
no se ha podido determinar aún cómo se configuraba el hábitat indígena ni
de qué forma se estructuraban las unidades domésticas que lo componían.
Lo que sí podemos señalar, sin embargo, es que la ocupación del espacio
fue muy profusa atendiendo a la superposición y disposición de los agujeros
de poste. Igualmente, a partir del conocimiento que poseemos de la distri-
bución de las evidencias, podemos suponer su disposición tanto en la zona
elevada del sitio como en la barranca que desciende hacia el río Carcarañá.
Del emplazamiento europeo, sin embargo, podemos afirmar que el fuerte
era una estructura poligonal, ya que la forma del muro de tapia excavado así
23. 216
lo atestigua. Ahora bien, desconocemos como era su forma (cuadrangular,
rectangular, pentagonal, etc.). Si conjugamos los datos de las diferentes cam-
pañas de excavación y proyectamos las líneas conocidas del muro de tapial
Este del fuerte, éste alcanza una longitud de casi 40 metros.
Por tanto, si proyectamos las líneas de los elementos conocidos con sus di-
mensiones (muro de tapial 1,20 m y foso ca. 4 m de ancho), la fortaleza puede
llegar a alcanzar un tamaño, mínimo, de 47 metros de lado exterior. Además,
si superponemos el plano de distribución de evidencias construido a partir
de los restos recuperados durante las excavaciones con el de la reconstrucción
hipotética, observamos que el segundo se ajusta por completo al primero. En
consecuencia, tanto el poblado previo a la llegada de Gaboto como el fuerte
mandado construir por éste, se desarrollan en el mismo emplazamiento y,
por tanto, su investigación no puede (ni debe) disociarse.
Consideraciones finales.
Sancti Spiritus como inicio de un proceso inevitable
Sancti Spiritus es el primer asentamiento español construido en el actual
territorio argentino, un efímero episodio desarrollado al margen de las ór-
denes de la monarquía hispánica producto de las inquietudes del capitán de
la armada. Lo expuesto hasta el momento nos permite señalar, además, que
la iniciativa adoptada por Sebastián Gaboto se adelanta a lo que en los años
venideros iba a ser la tónica general adoptada por la corona castellana en los
territorios recién descubiertos: conquistar, pacificar, poblar.
A pesar de que su empresa no fructificó —al igual que la primera Buenos
Aires o los fuertes de Corpus Christi y Buena Esperanza—, planta las bases
de lo que posteriormente será el devenir del desarrollo de los asentamientos
Figura 6. Detalle del enterramiento y del fogón documentado.
24. 217
cuyo paradigma, de estos pasos iniciales de la conquista y colonización, es la
ciudad de Asunción: sobre un poblado indígena se construye un primer sitio
europeo, de reducidas dimensiones, que posteriormente se transformará en
una ciudad.
Prueba de que el emplazamiento poseía un marcado carácter estratégico,
lo pondrá de manifiesto el hecho de que a pesar de conocer el sitio un final
trágico, a lo largo del siglo xvi habrá intentos de reconstruirlo, ya que su posi-
ción estratégica en la ruta fluvial entre Asunción y Buenos Aires, al situarse en
medio del trayecto, hacía imprescindible volver a poblarla (Berberián, 1987).
En cuanto al contexto social y multicultural en el momento de las pri-
meras expediciones europeas en la Cuenca del Plata, el estudio del registro
arqueológico de la Fase 2 de Sancti Spiritus tiene el valor de representar la
cultura material de este periodo acotado en el tiempo, donde están presentes
conjuntos artefactuales europeos e indígenas de principios del siglo xvi utili-
zados en un hábitat particular (un emplazamiento fortificado). Estos contex-
tos constituyen una referencia para el estudio de otros sitios con ocupaciones
españolas tempranos en Sudamérica, como el caso de los recientes estudios
en la desembocadura del río San Salvador, Uruguay (López Mazz et al., 2013).
Asimismo, el registro material de esta Fase 2 en el sitio constituye un mar-
cador temporal en la historia de las poblaciones indígenas de este sector par-
ticular del Nordeste argentino, que puede ser comparado con los contextos
arqueológicos de las ocupaciones anteriores (Fase 1) y posteriores (Fase 3) en
este mismo sitio y con otros poblados indígenas del Paraná inferior y Delta.
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