Planificacion Anual 4to Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
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Introducción
(1) Por razones obvias hemos reducido el título en la traducción al nombre de José Miguel
Carrera y a los años en que aparece en las guerras civiles argentinas. El grabado de la
carátula reproduce una acuarela del pintor argentino Carlos Morel, “La Montonera”,
ejecutada hacia 1840 que pertenece al Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
(2) Bartolomé Mitre. Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. Tomo III. Pág. 331.
Capítulos XLII, XLV, XLI. Buenos Aires. 1887.
(3) B. Vicuña Mackenna. El Ostracismo de los Carreras. Los Generales José Miguel y Juan José
y el Coronel Luis Carrera. Episodio de la independencia de SudAmérica, por Benjamín
Vicuña Mackenna. Santiago. Imprenta del Ferrocarril. 1857. (Hay edición de 1886).
(4) Santiago de Chile. Imprenta Cervantes. El primer tomo apareció en 1902; el segundo en
1909. Hay reedición en un tomo de la Biblioteca Ayacucho. Editorial América. Madrid. (Sin
fecha).
(5) Revista Histórica. Publicada por el Archivo y Museo Histórico Nacional. Tomo VI, 4°
trimestre de 1912. Numero 16. Montevideo. 1913.
(6) Como notas a la Memoria de Yates, la Dirección publica las cartas del Sr. Carve (2 de enero
de 1913) al Sr. Groussac y al Dr. Letellier, y las contestaciones de estos últimos (14 de
enero y 5 de febrero) con un informe del Sr. Carlos Silva Cruz al Dr. Letellier, sin fecha.
Revista Histórica, cit. págs. 35 a 40.
(7) Revista Nacional. Historia Americana. Literatura. Jurisprudencia. Director Adolfo P.
Carranza. Tomo VI. Pág. 289. Buenos Aires. 1888.
(8) En la Revista Histórica de Montevideo el título se reduce a la mitad, según lo hemos
mencionado, suprimiéndose lo de las montoneras y las fechas. En realidad no sabemos si
el título Memoria, etc., corresponde al manuscrito de Domínguez o le cayó en suerte al ser
publicado. Ninguna referencia se hace ni manuscrito en ninguna de las dos publicaciones.
En la Revista Histórica no se consigna su verdadera procedencia, pero sin duda pasó del
archivo de Lamas al de Montevideo. En ambas publicaciones, después del título Memoria,
etc. viene una advertencia preliminar, encabezada por una cita de Lord Bollingbroke, que
dice así: Original records, authentic memorials are the sole fundation of true history. (En la
Revista Histórica la cita se ha traducido al castellano). Luego sigue el texto de la traducción
así titulado: “Extracto de la narración de Mr. Yates”. La Revista Nacional pone Estracto.
(9) Las frases entre comillas son del general Mitre, en su Historia de San Martín.
(10) Revista do Instituto Histórico e Geographico Brasileiro. Tomo VII. Río de Janeiro.
(11) Palabras de un oficio del gobierno a Balcarce: 7 de Enero de 1819.
(12) Destaco este oficio de López porque no lo cita ningún historiador de aquellos sucesos. El
mismo general Mitre, tan prolijamente informado sobre esos particulares, dice que “un
parlamentario encargado de llevar los despachos a Viamonte protestó en nombre de López
sus sentimientos de americano y de patriota”. En realidad, el parlamentario entregó los
papeles de San Martín con el oficio del jefe santafecino. También importa conocer ese
antecedente para juzgar la posición de López respecto a José Miguel Carrera en los años
siguientes.
(13) La constitución de Santa Fe es de agosto de 1819. En mayo, el congreso nacional había
sancionado la constitución unitaria “ni monárquica ni republicana”, según la expresión de
Mitre, y en la que se dejaba lugar muy holgado para el principillo que procuraba en Europa
el canónigo don Valentín Gómez.
Batalla de Cepeda – Tratado del Pilar
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(1) Entre las fuentes utilizadas por Mitre para su descripción de la batalla de Cepeda, figura el
relato de Yates. “Aunque exagerado y parcial —dice Mitre— Yates suministra interesantes
detalles”. Historia de Belgrano. III. p. 331.
(2) 11 de febrero.
(3) Algunas de estas provincias no proclamaron su autonomía hasta 1821.
(4) Excusaría decir que no se trata del texto del Tratado del Pilar, sino de un caprichoso
engendro de Yates, aunque algunas, muy pocas, de las ideas expresadas en el supuesto
documento, coinciden con disposiciones del referido tratado. Estas disposiciones son
suficientemente conocidas y parece innecesaria su trascripción, pero es de advertir que
Sarratea no fue nombrado gobernador por el acuerdo del Pilar, sino que lo firmó como
gobernador de Buenos Aires, elegida ya por una Junta de Representantes.
(5) Ninguna de estas afirmaciones merece crédito alguno; ni Carrera podía aspirar a la
gobernación de Buenos Aires, ni Ramírez incurrir en el absurdo de incitarlo a proclamarse
gobernador... Carrera ni siquiera tenía consigo la división chilena, que le franqueó Sarratea
en el mes de marzo.
(6) No fue “en la mañana siguiente”, sino cinco días después. Balcarce llegó el 1° de marzo a
Buenos Aires y el 6 del mismo mes estallo el movimiento.
(7) Por primera vez aparece Yates como actor en este relato.
(8) Yates omite decir que Alvear estaba con Balcarce en la revolución del 6 de marzo y huyó
con él del Fuerte el día 10, manteniéndose oculto en Buenos Aires. Se presentó al Cabildo
el día 12 y hubo de ser asesinado en el recinto, siendo conducido preso a un barco, en la
rada. Desembarcó el 25 y audazmente se apoderó del cuartel de Aguerridos, haciéndose
proclamar comandante de armas... El movimiento fue sofocado al día siguiente. En
circunstancias en que Alvear y algunos de sus partidarios eran atacados por tropas
numerosas, se interpuso José Miguel Carrera con sus chilenos y logró que el jefe porteño y
un grupo de sus oficiales ganara la campaña, refugiándose en el ejército federal. No hubo
arresto de Alvear por Soler.
(9) Todavía no se había retirado Ramírez, puesto que pidió amnistía para Alvear y le fue
denegada por el Cabildo.
(10) Soler no depuso a Sarratea. Después que se retiraron de Buenos Aires, Ramírez, López y
Carrera, Sarratea convocó a elecciones para que la ciudad y campaña de la
provincia eligieran nueva Junta de Representantes. Las elecciones se hicieron el 27 de abril
y resultaron componentes de la nueva Junta, los hombres más notables del partido
directorial, entre ellos algunos comprendidos en el proceso por Alta Traición. Sarratea los
vetó, pero se le impuso el Cabildo y la Junta misma. Vióse obligado a renunciar el 1° de
mayo.
La Junta nombró gobernador a Ramos Mejía. Este entró en conflicto con Soler, comandante
de armas, puso en libertad a los congresales presos y reconoció nuevamente como
representante de Chile a Don Miguel Zañartu, a quien Sarratea había dado su pasaporte. El
Cabildo de Lujan reconoció como gobernador a Soler. Este dirigió a la Junta, una
representación de sus oficiales y comunicó su reconocimiento por el Cabildo (17 de junio).
Ramos Mejía renunció, la Junta se declaro disuelta y depositó el mando en el Cabildo de la
Capital (20 de junio).
El 23 de junio, Soler prestaba juramento ante el Cabildo de la Capital como gobernador de
la Provincia, En este mismo mes, el gobernador López, de Santa Fe, secundado por Alvear
y Carrera, avanzo sobre la provincia de Buenos Aires.
(11) Don José Ignacio de la Rosa. Esta sublevación tuvo lugar el 9 de enero de 1820.
(12) Mayo de 1820.
(13) Por cierto que López no acompaño a Carrera, sino éste a López. El gobernador de Santa
Fe había tomado parte muy principal en la campaña de Cepeda, había firmado el tratado
del Pilar e intervenido en negociaciones posteriores. Carrera nada representaba en ese
sentido. Lo que dio formalidad a la empresa, fue la intervención del gobernador de Santa
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Fe. Esto no quita que la mediación de Carrera y Alvear haya podido pesar en el ánimo de
López para decidirlo a una nueva campaña.
Sería largo enumerar todos los hechos que determinaron la guerra. El gobernador de
Santa Fe los expuso en un oficio dirigido a la Sala de Representantes de la Provincia.
Puede verse en Carrera: Historia de Santa Fe, tomo II. Apéndice, p. 74, incluido por error
entre documentos del año 1829. Siguiendo su costumbre, Yates abulta las fuerzas de
Carrera para dar más importancia al personaje y hacerle aparecer como jefe del ejército.
Los soldados de López sumaban 700, y 400 los de Carrera; Alvear llevaba 54 oficiales
proscriptos y 100 milicianos de Buenos Aires.
Nueva campaña contra Buenos Aires
(1) Yates, fanático de Carrera, fue el primero en hacer esta peregrina afirmación. La han
repetido los historiadores chilenos, empezando por Vicuña Mackenna, para quien hacían fe
las más extravagantes patrañas del irlandés. Mitre, que conocía el relato de Yates, todos
los partes relativos a la batalla y había recogido además la relación oral hecha por Alvear a
los generales Iriarte y Vedia “que estuvieron a su lado en aquella campaña”; que oyó
también al coronel Dionisio Quesada, edecán de Soler, dice: López situó la división de
chilenos, sobre su izquierda, etc., como que era López quien comandaba el ejército.
(2) La relación de Mitre sobre la batalla de la Cañada de la Cruz, que considero la más verídica,
difiere en algunos puntos importantes de la descripción que hace Yates. El espíritu
tendencioso de ésta es evidente, y consiste en disminuir la intervención de López y los
santafecinos, destacando mañosamente la figura de Carrera. Mitre. Historia de Belgrano,
tomo III cap. XLV.
(3) Derrotado Soler en la Cañada de la Cruz (28 de junio), huyó a Montevideo, y el Cabildo de
la Capital se hizo cargo del gobierno (30 de junio). El cabildo sofocó una sublevación del
comandante Pagola y nombró gobernador interino (solamente de la Capital) a Manuel
Dorrego (4 de julio). Una asamblea llamada “de los pueblos libres de la campaña”, había
ya elegido gobernador a Alvear el 1° de julio, con el consentimiento de López.
El ejército federal estaba a las puertas de Buenos Aires y reconocía como gobernador a
Alvear. Pero Dorrego organiza la defensa, con Lamadrid, Martín Rodríguez y Rosas,
alcanzando éxito en su empeño, porque el ejército federal inicio la retirada hacia el Arroyo
del Medio, el 12 de julio. Las negociaciones del Cabildo y de Dorrego, en los primeros días
de julio, no fueron con Carrera sino con López, que era el jefe del ejército. Yates trata de
presentar a Carrera como factotum. A este respecto, y aludiendo a las exageraciones de
Vicuña Mackenna sobre el papel de Carrera después de la Cañada de la Cruz, dice don
Vicente Fidel López: “Esta cómica ocurrencia de poner a López que era el general en jefe y
el caudillo nato de la invasión, a las órdenes de Carrera... sólo podía ocurrírsele a un
escritor sin criterio... Es preciso ignorar las cosas de aquel tiempo y no haber tenido noción
seria ninguna sobre los hombres que actuaban en los sucesos para no saber que López era
un hombre evidentemente superior a Carrera en capacidad estratégica y en sagacidad
diplomática; que tenía un agudísimo sentido común y un sentido moral no sólo más
elevado, sino infinitamente más sensato y reposado”... Vicente Fidel López. Historia de la
República Argentina Tomo VIII, pág. 259.
(4) Los párrafos de Mitre, que se transcriben a continuación, sintetizan perfectamente la actitud
de Carrera y los hechos que sobrevienen en San Nicolás: “López en retirada, contestó [al
Cabildo que le exigía la reunión de un Congreso y la separación de Alvear] que había
manifestado con franqueza sus sentimientos... manifestando que estaba dispuesto a toda
clase de sacrificio por el bien de la Nación sin faltar a sus deberes y sin abandonar a los
pueblos que habían solicitado su auxilio. Pero Alvear y Carrera no estaban dispuestos a
desistir de su empresa y resolvieron mantenerse a todo trance en el territorio de Buenos
Aires, conservando el primero el título de gobernador que se había hecho conferir por la
Junta... que le seguía mezclada con su comitiva. Puestos ambos de acuerdo, Carrera se
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separó de López en la villa de Lujan en dirección hacia el Este... y después de cometer
algunos desórdenes en los pueblos inmediatos de San Fernando y San Isidro, atravesó el
Río Las Conchas tomando por ultimo el camino de la costa con dirección a San Nicolás... El
28 de julio reuniéronse Alvear y Carrera en San Nicolás. El gobernador López con sus
santafecinos repaso al norte del Arroyo del Medio y estableció su campamento en el
Arroyo de Pavón, licenciando sus milicias. Alvear estableció en San Nicolás la sede de su
nominal gobierno. Dorrego se puso en campaña el 18 de julio”. Mitre, op. cit. III. Cap, XLV.
(5) Según oficio de López de 4 de septiembre, el oficial que trajo el mensaje de Dorrego para
Carrera y López, invitándolos a levantarse contra Soler, [en junio o principio de mayo] fue
don Bernardino Guans. Por lo que respecta a la afirmación de Yates sobre la actitud
posterior de dicho mensajero, ignoramos el grado de verosimilitud que pueda contener.
(6) “Este triunfo fue deshonrado por el saqueo a que se entregó una parte de los vencedores,
no alcanzando a borrar esta mancha la acción caballeresca de Dorrego al enviar al campo
enemigo con una escolta a la bella esposa de don José Miguel Carrera”. — Mitre, op. cit.
Tomo III.
(7) El general Alvear estuvo en Montevideo de 1920 a 1822, pero no al servicio de los
portugueses, como lo afirma Yates.
(8) El campamento de López, al que se acogieron Carrera y Alvear. Carrera pasó al Rosario.
López en carta al delegado Méndez, del 3 de agosto, decía: “La mañana del 2 del corriente
lograron los enemigos sorprender la división chilena que en su mayor número se ocultaba,
en los arrabales de San Nicolás; el descuido en que se hallaba pudo haberle hecho sentir
su total ruina, pero el terror que la ocupa hizo salvarse la mayor parte; en mi campo tengo
reunidos mas de ciento y treinta de los dispersos y el Gral. Carrera, que pasó al Rosario,
no tiene menor número”. — Archivo de Santa Fe. — Tomo 1 1/2 primero 18161820.
(9) Afirmación falsa e insidiosa de Yates, en descrédito de López. Este no pensó en entregar a
Carrera, si bien no podía subordinar los destinos de su provincia a las aventuras del jefe
chileno. Dorrego invitó efectivamente a López a una entrevista que se realizo el día 6,
Mitre dice equivocadamente que fue López quién la propuso. Dorrego exigió, al parecer, la
entrega de Carrera; López se negó, proponiendo, en cambio, un armisticio de tres días. En
ese intervalo (58) se reunieron los comisionados de ambas partes: Martín Rodríguez por
Buenos Aires, Cosme Maciel por Santa Fe. El diputado santafecino pidió una indemnización
de guerra que fue denegada y el día 12 ocurrió el combate de Pavón, favorable a las
armas de Dorrego. Contra el parecer de Martín Rodríguez y de Juan Manuel de Rosas,
Dorrego invadió el territorio de Santa Fe. “Ésta fácil victoria fue fatal a Dorrego”, dice con
acierto, Mitre. El Juan Antonio García, que según Yates habría sido consultado por López
sobre la proposición de alianza contra Carrera, era un oficial santafecino que por lo visto
andaba ya en tratos con el jefe chileno y meses más tarde se declararía contra López.
Entró después en la conspiración para derrocar a los gobernadores de Buenos Aires y
Santa Fe (Martín Rodríguez y Estanislao López) en la conjuración conocida por del Dr.
Tagle (1823) y fue fusilado en Buenos Aires, foso de la Fortaleza, el 24 de marzo de 1823.
Sobre las gestiones de paz entre Dorrego y López, en agosto de 1820, puede verse: Mitre,
Historia de Belgrano, tomo III; Cervera: Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe;
tomo II, pág. 525 y sig.; Iriondo: Apuntes para la Historia de Santa Fe; Parson Horne:
Biografía del coronel Manuel Dorrego.
Contraofensiva de López
(1) 20 agosto 1820.
(2) 31 de agosto 1820
(3) La batalla del Gamonal tuvo lugar el 2 de setiembre de 1820. López llama también a ese
paraje, en algunas de sus comunicaciones: Las chacras del Mayor Benítez. Corresponde a
las inmediaciones del Pueblito y estación Alcorta, sud de la provincia de Santa Fe.
(4) En esta versión de Yates sobre la batalla del Gamonal, la intervención de Benavente y sus
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chilenos, aparece como decisiva. El parte de López, escrito el día 3, nos parece el
documento que puede encerrar más veracidad sobre dicha acción de armas. En su parte
mas sustancial, el documento dice así: “Sabedor el Gobernador en campaña del
movimiento del Ejército Federal sobre el Pergamino, en circunstancias de hallarse situado
con el de su mando en el territorio de Sta. Fe., al Norte del Arroyo del Medio, agitado su
orgullo por la sorpresa y castigo que recibió el desnaturalizado Obando y toda su División
destinada al infame proyecto de quemar la Población de Melincué, y talar su campaña,
intentó volverme la mano sorprendiendo todo el Ejército en las chacras del Gamonal, a
cuyo punto me había replegado por proteger la marcha de los prisioneros y ganados a sus
respectivos depósitos. En efecto, a las 10 de la mañana del 2 del corriente pudo llegar con
800 hombres de caballería sin ser sentido hasta colocarse a una legua a retaguardia de mi
campo, cuando mis partidas exploradoras me informaron de su aproximación. Como yo
estuviese satisfecho tanto de la suficiencia de mis fuerzas para escarmentar al enemigo
cuanto cierto de lo fascinado que éste estaba con el decantado e insignificante triunfo de
Pabón, celebré me anticipase la oportunidad de convencerlo de su temeridad e impotencia.
Dispuse la marcha de mi División y muy pronto estuvimos a la vista de las enemigas que
desplegaron en batalla sobre una cuchilla donde esperaron ser atacados. Mandé que la
División de Vanguardia se dirigiese hacia la derecha para distraer, envolver si podía, o
atacar la izquierda enemiga, y destiné con el primer objeto una corta fuerza de
Guaycurúes y Dragones, de mi escolta contra su derecha, desplegando el resto del Ejército
en batalla a su frente a menos distancia de tiro de fusil. Parecía regular que haciéndose
este movimiento tan inmediato a una fuerza que ocupaba superior posición en la propia
formación para cargarnos no nos hubiese dado tiempo para concluirlo; pero ella se
mantuvo firme hasta que situada una pequeña reserva en retaguardia a nuestro centro,
ordené que lo ejecutasen mis Tropas sin hacer uso del fusil; así se hizo, y el enemigo, cuya
línea en dos filas ocupaba igual terreno que la nuestra en ala, salió fon denuedo recibirnos
con ventaja bien conocida por su movimiento no. y orn. que por su doble formación pudo
conservar hasta cruzar sables, momento en que mis heroicos soldados les probaron la
injusticia con que en un mes de aparentes glorias les dieron el renombre de cobardes. Los
supuestos héroes de San Nicolás y Pabón fueron obligados a mostrar la espalda sin haber
dado a nuestra línea nueva ocasión de distinguirse...”
(5) Otra falsedad de Yates. López, no solamente no comenzó ningún tratado en Pavón, sino que
después de su entrevista con Dorrego, escribió al delegado Mendez: “Difícilmente podrá
presentarse un hombre más intrigante que Dorrego, cuyo carácter es, mucho ha, conocido
por los santafecinos… ; teme, no sin fundamento, que una nueva revolución le despoje de
su mando que mantiene con la desaprobación general.” Cervera. Ob. cit., II pág. 528.
Estas palabras, explican la actitud de López, después de su triunfo en Gamonal. Derrotado
Dorrego, pensó López que aquél no podría mantenerse en el gobierno de Buenos Aires y
ofreció la paz al Cabildo de la Capital, en un documento que honra la figura del caudillo y
demuestra que no lo guiaban propósitos anárquicos ni luchaba por satisfacer las
ambiciones de José Miguel Carrera.
(6) Por ignorancia o mala fe, Yates confunde lamentablemente los hechos relativos a la
elección de Martín Rodríguez y a la revolución de octubre en Buenos Aires. Cuando
Dorrego salió con su ejército contra los federales, a fines de julio, ejercía provisionalmente
el gobierno de la provincia. Después del triunfo de San Nicolás, se dirigió al gobernador
sustituto para que se eligieran los representantes que debían nombrar gobernador en
propiedad. Estos fueron elegidos el 31 de agosto y se constituyeron en asamblea el 8 de
septiembre. Pero el 2, había sido derrotado por Dorrego en el Gamonal... Los
representantes no confirmaron al gobernador provisional sino que eligieron a Martín
Rodríguez, el 26í del mismo mes. El 1° de octubre se sublevó en Buenos Aires el Coronel
Pagola con algunas tropas. Rodríguez abandonó la ciudad el día 2 y se situó en Barracas.
Rosas le ayudo con sus “colorados del Monte” y el día 6 se impusieron nuevamente en
Buenos Aires Rosas y Rodríguez, después de un reñido combate. La Junta ratificó el
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nombramiento de Rodríguez. Dorrego acató los hechos consumados. Es falso que Soler
viniera de Montevideo: estaba para entonces en la Colonia. La especie de que Rodríguez
puso en libertad a los prisioneros de San Nicolás para incorporarlos a su ejército parece
una de las tantas suposiciones de Yates; lo mismo por lo que hace a la libertad y pasaporte
de los chilenos. En cuanto a la diputación a los indios y los tratados de Rodríguez con el
cacique Nicolás —a que se hace referencia más adelante— parece haber existido por lo
menos un intento de convenio por parte de Rodríguez, a fin de obtener caballos y hasta un
contingente de tropas, en diciembre de 1820. Así lo comunicó el agente norteamericano
Forbes a su gobierno, en 1821, agregando, exageradamente, que Rodríguez se iba a
convertir en espectador de una guerra entre indios. Una carta de un oficial del ejército de
Buenos Aires, fechada el 4 de enero de 1821, vista por Forbes, —según su oficio—
especificaba el número de vacas, caballos e indios (2.000) que los caciques cederían a
Rodríguez.
(7) En el mes de septiembre López propuso la paz, después de su triunfo del Gamonal. Bustos
fue uno de los gobernadores que la propició con más tesón, mandando comisiones a López.
Lo mismo hicieron luego los gobernadores de Salta, Mendoza, San Luis y San Juan, El
gobernador de Tucumán, Aráoz, se dirigió a López interponiendo sus oficios para que fuera
un hecho la paz del litoral. Esto demuestra que, a despecho de la caída del Directorio, no
era todo anarquía en el país y que primaba el sentimiento de solidaridad nacional, Por eso
es vano el afán de algunos publicistas chilenos, que siguiendo a Vicuña Mackenna —quien a
su vez se fundaba en las imposturas de Yates— tratan de destacar como figura central de
ese momento histórico a José Miguel Carrera. Los comisionados que se reunían en San
Nicolás —excusaría decirlo— no lo hacían para cooperar a la ruina de Carrera sino para
afianzar la tranquilidad del país, eliminar los obstáculos que se opusieran y evitar que se
malograse la expedición al Perú, como lo comprueban documentos intergiversables.
(8) Es falso que Mendizábal sublevara el regimiento de San Juan (9 enero 1820) para cederlo a
Carrera ni que Corro tuviera que recibir órdenes del caudillo chileno para atacar a
Mendoza. El propósito de Yates es evidente: hacer creer que todos los movimientos
revolucionarios de ese año, giraban alrededor de la persona de su héroe... Mendizábal no
sólo prescindió en absoluto de Carrera, sino que, después de sublevar el regimiento Nº 1,
en San Juan, se puso a las órdenes del Director Rondeau.... Antes de un mes éste caía
vencido en Cepeda. Véase el documento respectivo en Damián Hudson: Recuerdos
Históricos sobre la provincia de Cuyo, tomo I, pág. 283.
(9) Estos hechos ocurrieron en agosto de 1820. En Recuerdos Históricos sobre la provincia de
Cuyo, don Damián Hudson los expone metódicamente, con muchos e interesantes
pormenores.
(10) No es presumible que Carrera escribiera tal documento y ya veremos cómo, las cartas
que dirige a Estanislao López están escritas en tono muy distinto al que Yates le atribuye.
Lo cierto es que desde el mes de septiembre, la presunta víctima de López, conocía, bien
los planes de Ramírez en Entre Ríos y se mostraba muy complacido, en carta a su mujer,
de la posible caída de su amigo y protector el gobernador de Santa Fe... Tales eran los
nobilísimos sentimientos de Carrera… Vera está muy amigo de Ramírez —dice la carta— y
sin duda López caerá, porque tiene poco partido y pocos conocimientos para revolución.
Refiriéndose a la negativa de López para avanzar sobre Buenos Aires, después de
Gamonal asienta: No se ha hecho la miel para la boca del asno… —Vicuña Mackenna, op.
cit. Apéndice. Quien así se expresaba no tenía derecho a exigir que López sacrificara a la
amistad personal, los intereses de su provincia, la paz de la república y la causa general de
la revolución. Vicuña Mackenna, con su habitual ligereza, no advirtió que la publicación de
tal documento invalidaba todas sus declamaciones, sobre la supuesto deslealtad de López
para con Carrera.
(11) No dice tal cosa el tratado firmado por los representantes de Santa Fe y Buenos Aires el
día 24 de noviembre de “1821, en la estancia de Benegas, bajo la, garantía del gobierno de
Córdoba. Por el tratado se asegura la paz entre las dos provincias, se comprometen sus
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representantes a promover un congreso general en Córdoba dentro del termino (Ir dos
meses: declaran libre el comercio de armas entre las partes contratantes, se obligan a
poner en libertad los prisioneros y a, remover cada gobierno de su territorio los obstáculos
que, pudieran hacer infructuosa la paz celebrada. Como López había exigido una
indemnización de guerra, que fue rechazada por Rodríguez, y este inconveniente hacía
peligrar la paz, Juan Manuel de Rosas se comprometió bajo su responsabilidad personal a
entregar al gobierno de Santa Fe un cierto número de cabezas de ganado, para ser
repartidas entre los vecinos perjudicados en la guerra anterior. Para hacer efectivo ese
compromiso, contribuirían voluntariamente los estancieros de Buenos Aires. Véase al
respecto mi monografía Rosas en la historia de. Santa Fe. Esto no obstante, el señor
Vicuña Mackenna, repite en el texto de su obra las falsas aseveraciones de Yates, sin
perjuicio de publicar en el Apéndice el texto del tratado… La entrega de Carrera habría sido
estipulada, por un tratado secreto...
Carrera esperaba, como es sabido, que las luchas civiles argentinas del año 20 le
permitirían pasar a Chile con su división de chilenos y derrocar a 0'Higgins, que se hallaba
escaso de tropas mientras San Martín expedicionaba en el Perú. Ya sabrás —decía en carta
de octubre— que la expedición chilena se dio a la vela el 20 de agosto; el 31 publica el
cochino de 0'Higgins publicó un manifiesto terrible contra mi que hago contestar igualmente
con algunas proclamas para que circulen luego que pasemos la cordillera… 0'Higgins no
tiene tropas... La paz del litoral, consagrada en el tratado de Benegas entre López y Martín
Rodríguez, sancionó indirectamente los hechos consumados por San Martín, librando al
mismo tiempo a Chile del peligro que significaba la empresa de Carrera. Este ya no podría
insistir en sus propósitos de revolucionar a Chile. “Son obligados los gobiernos —decía el
art. 5 del tratado— a remover cada uno en su territorio, todos los obstáculos que pueden
hacer infructuosa la paz celebrada”. Todos los gobiernos provinciales —a excepción de
Ramírez y algunos políticos porteños que habían ganado su voluntad— auspiciaban ese
tratado. Antes de firmarse, ya sabía Carrera que López se opondría a todo intento de
expedicionar contra Chile. Pero, hombre fértil en recursos de toda especie e impulsado
además por el sentimiento de venganza que le inspiraba la muerte de sus hermanos, había
previsto las consecuencias del tratado, asegurándose la adhesión de los indios del sur, que
le ayudarían en su empresa. Los indios ranqueles, los güiliches y los araucanos, —dice en
su carta citada de octubre— me franquean el paso. Obsérvese que un mes antes de
firmarse el tratado, ya Carrera tenía formados sus tratos con los indios.
Después de firmado el pacto de Benegas, y por los días en que llegaban las noticias del
desembarco triunfal de San Martín en el Perú, el gobernador López se dispuso a disolver la
división chilena y evitar que Carrera llevare a cabo sus propósitos. Este se encontraba a
una legua de Rosario donde se hallaba López, después do haber licenciado su ejército.
Cuando López se decidió a proceder, ordenó que bajaran sus dragones de Santa Fe. Antes
de llegar esas fuerzas, mandó una partida al campo de Carrera porque tenía noticias de
que formalizaba sus tratos con los indios. Cuando la partida llegó los chilenos habían
desaparecido: de ahí la carta manuscrita de López a Martín Rodríguez: “Mi estimado
Paisano: Con el mor sentimiento tomo la pluma a participarle que hoy día de la fecha se ha
marchado Carrera con los chilenos que serán ciento y tantos, y 40 indios Pampas que ayer
habían llegado a este punto: al ponerse el sol mande a su campamento por sospechas que
tuve, porque los indios allí estaban y con el pretexto de conversar con dichos indios se
había ido… Yo pudiera seguirlo pero la falta de caballos me hace no verificarlo en la hora,
que serán las ocho de la noche, el rumbo que el debe llevar es el de Melinque, lo que aviso
a V. para su gobierno y fines que convengan...” Ricardo Levene. La Anarquía del 1820 en
Buenos Aires, pág. 79.
Levene publica en facsímile otra carta de López a Martín Rodríguez indicándole el rumbo
que seguía Carrera y advirtiéndolo que ha destacado una partida “para evitar el mal que
van causando y con orden de que reúna vecindario y los concluya si fuese posible”. En la
misma fecha, López escribía a Godoy Cruz, anunciándole la fuga de Carrera “cuando tenía
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tomadas las medidas conducentes... a impedir que dirigiera su división a los objetos
particulares de sus miras, en perjuicio de la general tranquilidad de las provincias. . .
después de haber sellado una paz firme con Buenos Aires el 24 del presente... He creído
de mi deber comunicarlo a... Rodríguez y por este a Ud. para que tomen las medidas que
convengan a evitar cualquier sorpresa'“. Dando una prueba de solidaridad con la política
continental de San Martín, terminaba: “He celebrado sobre mi corazón las noticias
favorables del ejército libertador del Perú y por ello y la paz de nuestros recíprocos
deseos, le rindo mil enhorabuenas”.
El citado autor publica también una interesante carta de Carrera a López, fechada el 25 de
noviembre, día en que emprendió su marcha acompañado de los indios. Explica Carrera su
actitud por las instancias de sus soldados que esperaban una sorpresa a la que sin
embargo, no daba crédito “por las estrechas relaciones de amistad que la contradecían”.
Esta carta de Carrera está escrita, en términos mesurados y hasta cordiales. “Atendiendo a
las circunstancias que rodean a V. y a las que yo me hallo, he creído el más prudente y el
más honorable partido continuar mi destino arrojándome en los brazos de la suerte por
vencer los enormes obstáculos que se presentan: marcho con el pesar de no decir a V. el
último aDios y disgustado por que no puedo hablar con V. con mucha detención; bajo su
protección y generosidad queda la familia del hombre que por un año le ha ayudado en sus
esfuerzos poco comunes a sostener la independencia de la heroica Sta Fe… Mi amistad por
V. y por esta provincia será en todo tiempo intachable y si algún día dejo de ser oprimido,
entonces se penetrara V. sin equivocación de mi carácter e intenciones”. La carta envuelve
más bien una disculpa que una recriminación y hubiera causado gran sorpresa a Vicuña
Mackenna, como debe causar a sus continuadores, empeñados en mostrar a Carrera
entregado, sino “vendido” por López... Dos cosas cabe destacar: en octubre Carrera
deseaba ya la caída de López y anunciaba el triunfo de Ramírez; en noviembre, al
abandonar secretamente el campamento de López para unirse con los salvajes, escribe
una carta en que aparece como convicto de una mala acción.
Primera marcha en la Pampa
(1) No existen noticias de tal movimiento. En la citada carta de López a, Rodríguez se dice: …”la
tropa que dije a V. que haria venir con el objeto de impedirle sus miras hoy tarde ha
llegado a San Lorenzo como lo verá V. por el adjunto que es (de) el Comte de dicha tropa”.
Es más de suponer que López no se decidiera a una persecución por la pampa que
resultaría infructuosa como resultó la de Rodríguez.
(2) El encuentro de Carrera con los indios y las maniobras que se describen deben haberse
pasado en el actual límite de Santa Fe con Buenos Aires, a la altura de Teodolina, entre
este punto y la estación de General Arenales. Las cartas que escribió Carrera mientras
permaneció con los indios antes del ataque al Salto están fechadas en el “Campamento al
Sur del Salado”. Desde allí escribía a Juan Antonio García: “Soy victima de mi constante
carácter de mi patriotismo y de mi honor: Yo veré cosas que partan mi corazón y que
despedacen mis sentimientos humanos: pero no oiré decir a mis compatriotas y amigos
que dejé de dar un solo paso que condujere a sacarlos de la ignominiosa esclavitud a que
los ha reducido !a ambición de un infame tiranuelo, etc… ” “Sírvase V. saludar a su
apreciable familia y dispensar no escriba muy extenso porque estoy medio loco con la
larga parla de los caciques rodeados de 2000 indios...” “Mientras yo permanezca por estos
destinos será muy respetada la Provincia de Sta Fe por estos naturales que emprenden
contra todo lo que es de Buenos Aires”.
En la misma fecha escribía a su mujer: “Ayer a las doce de la mañana, llegué al campo de
los indios compuesto como de 2000, enteramente resueltos a avanzar a las guardias de
Buenos Aires para saquearlas, quemarlas, tomar las familias y arrear las haciendas.
¡Doloroso paso! En mi situación no puedo prescindir de acompañarlos al Salto que será
atacado mañana al amanecer. De allí volveremos para seguir a los toldos en donde
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estableceré mi cuartel para dirigir mis operaciones como más convenga. El paso de
mañana me consterna, y más que todo, que su sepa que yo voy, pero atribúyase por los
imparciales a la cruel persecución del infernal complot”.
(3) Medida inglesa de longitud que equivale a unos noventa y un centímetros.
(4) El malón al Salto se llevó a cabo el 3 de diciembre. La explicación de Yates para disculpar a
Carrera, —seguida por Vicuña Mackenna— no resulta muy clara. Ha dicho que Carrera
mandó “un capitán con treinta hombres con instrucciones de retirarse tan pronto como
empezara el fuego. En seguida es el mismo Carrera el que entra en escena al frente del
piquete. Poco más adelante afirma que el chileno se encontraba a dos leguas de distancia
mientras se realizaba el saqueo. Por fin Carrera en carta a la mujer dice así: “Ayer mi
Mercedes, tomé el Salto sin querer; mi objeto era sacar ganado y el de los indios saquear
e incendiar el pueblo. Avanzamos y mandé la primera compañía con orden de tirar al aire
y huir de las primeras calles como aterrados para que los indios desistiesen de su
empresa. Así se habría logrado, pero los soldados animados por el pillaje se apoderaron de
la plaza con intrepidez, y los indios contra sus promesas, hicieron tolerías (sic) en la
iglesia, en las casas y en las familias. Me vi obligado a contenerlos en parte y aún estuve
resuelto a batirlos sino cedían. Por la fuerza, por robo y por intriga, les quité casi todas las
prisioneras, y esto me costó hasta el echar mano de una pistola para quitar a una tierna
joven que en comitiva con doce más volví anoche con la oscuridad acompañadas de una
escolta. He comprado por veinte vacas la hija de un honrado (sic), y al instante la mandé,
y una chica como Javierita, muy bonita, con quién dormí anoche porque estaba desnuda al
frío.” Vicuña Mackenna, Op. cit. p. 494. A propósito de este documento, dice Don Vicente
Fidel López: “Por mi parte, no creo en la veracidad textual de esta carta, si es que existe, o
si es que no ha sido inventada o adulterada para justificar las atenuaciones necesarias al
panegirista que otras cosas ya ha inventado y adulterado en documentos oficiales. Historia
de la República Argentina etc. Tomo VIII pág. 369. — El Dr. López, según su costumbre, no
aduce ninguna prueba que justifique semejante acusación.
(5) Ya se ha visto la impostura que supone esta afirmación.
(6) Puede verse un facsímile de la proclama impresa de Rodríguez en el libro Escritos
Históricos del Coronel Manuel A. Pueyrredón, Guerrero de la independencia Argentina.
Noticia preliminar por Ramón J. Cárcano, Buenos Aires, 1929.
Según esa proclama, el saqueo se habría efectuado el día 2 de diciembre y no el 3 como lo
dice la carta de Carrera a su mujer, ya citada, y lo da a entender la carta de Carrera a
García del 2 de diciembre. La comunicación del comandante de Lujan del día 2, dice así: “El
comandante del fuerte de Areco don Hipólito Delgado, en oficio datado boy, me dice lo que
sigue: Acaban, de llegar & este punto el cura del Salto U. Manuel Cabral, D. Blas Represa,
D. Andrés Macaruci, D. Diego Barruti, D. Pedro Canoso y otros varios, que es
imponderable cuanto han presenciado en la escena horrorosa de la entrada de los indios al
Salto, cuyo caudillo es D. José Miguel Carrera, y varios oficiales chilenos con alguna gente,
con los cuales han hablado todos estos vecinos, que en la torre se han escapado. Han
llevado sobre trescientas almas de mujeres, criaturas &c. sacándolas de la iglesia, robando
todos los vasos sagrados, sin respetar el copón con las formas consagradas, ni dejarles
como pitar un cigarro en todo el pueblo, incendiando muchas casas, y luego se retiraron
tomando el camino de la guardia de Roxas: pero ya, se dice que anoche han vuelto a
entrar al Salto”... La proclama de Rodríguez que traduce la más exasperada indignación
termina de este modo: “Yo juro al Dios que adoro, perseguir a ese tigre [Carrera] y vengar
a la religión que ha profanado, a la patria, que ha ofendido, la naturaleza, que ha ultrajado
con sus crímenes”.
Segundo viaje por la Pampa
(1) No indica Yates la dirección que llevaban en la marcha. Seguramente sería hacia el sur por
el hecho de que Rodríguez, saliendo en persecución de Carrera y los indios, llegara hasta
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las puntas del arroyo Chapaleofú, en la sierra del Tandil.
Yates no entra en pormenores sobre la marcha ni nos ofrece datos para un itinerario
seguro. La única referencia geográfica que suministra sobre el terreno en que acamparon
es de que a su frente corría un río profundo y dos pequeños arroyos paralelos. Don Vicente
Fidel López niega rotundamente que Carrera llegara hasta el Colorado —como lo asegura
Vicuña Mackenna—. “Carrera, no pisó jamás esos ni otros lugares remotos de los campos
del sur —dice— campó con los indios a unas leguas más allá de la Blanca Grande, donde
todavía se señala su parada”. López aduce los testimonios de los coroneles Eugenio Bustos,
Alvaro Barros… “y otros conocedores de la pampa”. Pero los documentos dicen que Martín
Rodríguez se encontraba el 19 de enero al sur de la sierra del Tandil, y la laguna Blanca
Grande queda en las inmediaciones de Bolívar... ¿Con que objeto se habría corrido
Rodríguez, a semejante distancia, y por qué se empeñaba en ganar la voluntad de los
caciques para seguir camino en la pampa?... Son muy ilustrativos a este respecto los
oficios de Rodríguez publicados en La Gaceta de Buenos Aires de! 24 de enero de 1821 y
en la Extraordinaria del mismo día.
Por nuestra parte, fundados en los oficios de Rodríguez y en los escasos datos geográficos
de Yates, creemos que el campamento de Carrera estuvo en las márgenes del Quequén
Grande, no obstante las afirmaciones categóricas de don Vicente Fidel López y las
suposiciones de Vicuña Mackenna, empeñado este ultimo en llevar a Carrera hasta el
Colorado para magnificar las hazañas de su héroe. Los indios, por sus costumbres no
debieron de ser pampas sino araucanos. Cuestión es esta para tratarla más detenidamente
y excedería los límites de una nota.
(2) Ya se ha visto en la nota anterior que no fue ese el lugar donde acampó Rodríguez. Este
reasumió el mando el 31 de enero.
(3) Tampoco en este caso ofrece Yates datos suficientes para establecer el lugar en que se
produjo ese ataque; ni siquiera indica el tiempo que tardaron los indios en llegar adonde se
encontraban los soldados de Rodríguez, pero la facilidad con que parece producirse la
exploración hace creer que no estaban a una gran distancia al sur de Tandil. Rodríguez da
interesantes pormenores de su expedición en los citados oficios de La Gaceta.
(4) María Graham pone la siguiente nota: “Es curioso que el episodio del potro sacrificado, que
ofrece Mr. Yates, tenga relación con lo que sabemos de los sacrificios humanos que los
mejicanos practicaban. Parecería que el caballo no es más que una sustitución de la
persona, Queda abierto el camino y no dudamos que algún observador inteligente, podría,
estudiando las costumbres de los araucanos, hacer mucha luz sobre la historia de las
anticuas civilizaciones americanas”.
Gobierno, vida y costumbres de los salvajes
(1) Debe tratarse de la “chueca” mencionada por Pueyrredón, “un palo con una masa en la
punta, un poco arqueado con el cual disputan una pequeña bola de madera muy liviana,
para hacerla ligera”. Op. cit. p. 303. Las observaciones de Yates coinciden en muchos
puntos con las de Pueyrredón; es interesante un cotejo entre ambas, pero debe tenerse en
cuenta que Yates vivió entre los indios como aliado, y Pueyrredón figuró en expediciones
militares contra ellos.
(2) Benavídez. Guerrillero chileno, desertor del ejército patriota, se levantó en favor de la
causa española y unido a los araucanos del sur de Chile, peleó contra las fuerzas de
0'Higgins, de 1819 a 1821. Fue ahorcado en Santiago. (1822).
Marcha hacia la frontera
(1) La vuelta de Carrera debió de emprenderse a fines de enero porque había salido del Salto
en los primeros días de diciembre y puso treinta y dos días en llegar a los toldos, adonde
llegaría a principios de enero. En su vuelta camino durante treinta y tres días y se hizo
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sentir en la frontera de Córdoba el 1° de marzo. De esto se infiere que pagó en los toldos
casi todo el mes de enero. Yates no indica, el rumbo de este nuevo viaje, pero debió ser
en dirección nortenoroeste desde el punto donde se encontraban porque salen a la
frontera de Córdoba sobre el Río 5º.
(2) Difícil sería ubicar esa farmhouse, pero estaría por las inmediaciones de Chajá o Chaján.
Chaján figura todavía en los mapas modernos, aunque la mayoría de esos nombres
tradicionales, se han convertido en coroneles, generales, doctores, etc… Aparece al sur de
la línea de Río 4º a Villa Mercedes, más cerca de esta última. Sobre la situación de
Córdoba en momentos de la llegada de Carrera al Río 5°. Véase: Ernesto H. Celesia.
Federalismo Argentino. Córdoba. Buenos Aires. 1932. (II, págs. 252 y sig.).
(3) “400 hombres entre indios salvajes y cristianos”, dice el general Mitre. Op. cit. p. 553. Hay
que tener en cuenta que Yates exagera casi siempre el número de las fuerzas enemigas y
reduce las de Carrera por motivos muy explicables.
(4) “Dejó (Carrera) a Bustos sobre su derecha y penetrando a San Luis por San José del Morro
(extremidad austral de la Sierra de Córdoba por la parte de San Luis) se interpuso entre
las fuerzas de Bustos y de Ortiz...”, “El 8 de marzo estableció su campamento en el Chajá,
ondulación de la pampa rodeada de altas lomas que forman una especie de valle”. Mitre.
Op. cit. p. 554. Traducimos “hills” por lomas, aunque podría traducirse también por cerrillos
y en algunos casos por médanos.
(5) Yates escribe Chajan, Salta por Salto y Arioja por La Rioja.
(6) La acción del Chajá tuvo lugar el 9 de marzo de 1821l.
(7) Yates llama “Pampa del Pulgar” a lo que Mitre llama “Ensenada de las Pulgas”. Según este
último, el lugar llamado entonces Las Pulgas corresponde al sitio de la actual ciudad de
Mercedes, en San Luis.
(8) Ensenada de las Pulgas.
(9) Se refiere a la sublevación de españoles prisioneros en San Luis, (febrero de 1919), que
fue sofocada resultando muertos un buen número de oficiales distinguidos, tomados en la
batalla de Maipú. Se acusó a Carrera de haber incitado a la sublevación. Más adelante
Yates llama a los púntanos, “asesinos de los españoles”.
(10) No podían pasar de 800, según Vicuña. Mackenna, de acuerdo a los datos recocidos en el
Archivo de Mendoza.
(11) Según los cómputos de Vicuña Mackenna, Carrera debió llegar a San Luis el 12 ó el 13 de
marzo.
Carrera marcha hacia Santa Fe
(1) Yates, como oficial de Carrera, pudo ver el oficio de Ramírez u oír de labios de Carrera
cuáles eran sus principales proposiciones.
(2) Carrera salió de San Luis en los primeros días de abril dirigiéndose a la Concepción del Río
4°, donde permaneció hasta el 26 de ese mes. Bustos había concentrado sus fuerzas en
Punta del Sauce, [después La Carlota] más abajo, sobre el camino real a Melincué. Las
tropas mendocinas y puntanas quedaban en las Barranquitas, cerca de Río 4°.
(3) Mitre y Vicuña Mackenna hacen llegar a Carrera hasta la Esquina de Lobaton, cerca de Cruz
Alta, en el límite de Córdoba y Santa Fe, antes de dirigirse a Melincué, alterando el
itinerario de Yates. Vicuña Mackenna, que sigue y parafrasea a Yates en tantos pasajes, se
aparta aquí de su mentor sin explicarnos el motivo. Además sitúa la Posta de Lobaton entre
las fronteras de Santa Fe y Buenos Aires. Dada la finalidad de la marcha de Carrera,
parece más segura la información de Yates, que por otra parte, escribía tres años después
de los sucesos y no tenía por qué alterar estos hechos. El nombre de “Esquina de Lobatón”
ha desaparecido del mapa, no así Loboy, que todavía se conserva al S. O. de Córdoba,
próximo al límite con Santa Fe.
(4) Punta del Sauce o La Carlota, sobre el Río 4° y no sobre el 5º.
(5) La Madrid se encontraba con su ejército en San Nicolás, dispuesto a emprender la marcha,
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por la costa del Paraná, con el fin de unirse a López y evitar el desembarco de Ramírez. No
dice Yates hasta donde avanzaron las fuerzas de Carrera. Este se adelantó con una escolta
hasta Melincué, desde Loboy. Posiblemente los demás merodearon por algunos días sobre
la frontera de Buenos Aires. En Melincué supo Carrera que la esposa —residente en
Rosario— había dado a luz un hijo varón. “No tardaré en abrazarte —le escribe— y en
darte las gracias por mi José Miguel, cuyo cuidado es demás el encargarte. Estoy flaco y
enfermo; hace un mes que no como pan ni me afeito la barba”.
(6) Todos estos hechos se suceden con increíble rapidez, dadas las distancias que debían
recorrer en las marchas Carrera y sus soldados. El 26 de abril salió Carrera de Concepción,
y después de haber llegado a Melincué y merodeado por las fronteras de Santa Fe y
Buenos Aires, volvió al Sauce, en Córdoba en los primeros días de mayo, y puso sitio a
Bustos, durante catorce días. En el mismo mes de mayo estaba Carrera muy cerca de la
ciudad de Córdoba.
(7) Salto de Córdoba, a mitad de camino entre esa ciudad y la Concepción de Río 4°. Así figura
en los mapas de la época. Yates escribe Salta, ya se refiera al Salto de Buenos Aires o al
de Córdoba.
(8) El Dr. Celesia, que documenta rigurosamente el levantamiento de las montoneras de
Córdoba, en 1821, niega que Carrera pusiera sitio a la ciudad y así se desprende de los
papeles publicados. El comandante Pinto murió el 29 de mayo, después de haber saqueado
con su montonera la villa del Rosario, o de los Ranchos, sobre el Río 2°. Los hombres que
llegaron a la ciudad de Córdoba el 3 de junio, en número de ciento cincuenta, y fueron
derrotados pertenecían a las fuerzas de Carrera, pero éste ya se había retirado para esa
techa, buscando la unión con Ramírez. Celesia. Op. cit. p. 295 y sig.
(9) Una referencia de Celesia, tomada de los Apuntes de don Ambrosio Punes informa que don
José María Fragueiro escribió a Carrera, diciéndole que se diese prisa a entrar en la ciudad
y le ofrecía “4.000 pesos en plata y 2.000 pesos en ropa para su tropa”. Op. cit. II, p. 299.
Campaña de Ramírez contra Santa Fe
(1) Mansilla tomó las baterías de la costa únicamente (sitio del actual Club de Regatas) no la
plaza de Santa Fe. Se retiró con sus fuerzas el mismo día porque le fracasó el plan que
tenía preparado con Ramírez de hacer invadir la ciudad con los indios del norte,
habiéndoles prometido tres días de saqueo, con lo que hubiera podido repetirse en Santa
Fe el espectáculo del Salto si Ramírez lograba filtrar en la ciudad por el sur. Ya se había
apoderado Mansilla de las baterías y desembarcado toda su tropa, cuando se quedaron
“como esperando algo para entrar en la ciudad”. Lo que esperaban era la llegada de los
indios; pero he ahí que, a las doce del día, se presentan a López algunos indios trayendo
prisionero al capitán Caraballo, comisionado de Ramírez para dirigir la invasión. Estos
datos generales ya los consigna Iriondo en sus Apuntes para la Historia de Santa Fe y
resultan confirmados con mayores detalles en el Diario de don Manuel Ignacio Diez de
Andino, publicado hace pocos años. “Visto por García y Mansilla, que se les había frustrado
su plan, —dice Iriondo— declarándose los indios en su contra cuando los esperaban en su
auxilio, y tal vez a Ramírez por Santo Tomé, se reembarcaron y se retiraron al Paraná
llevándose un lanchón armado y demás que tomaron en la batería”. Diez de Andino
explica, el por qué los indios entregaron al capitán de Ramírez y se negaron a invadir la
ciudad. Es un episodio que podría titularse: “De córno Artigas, desde su retiro del Paraguay
y sin saberlo, perdió a Ramírez y contribuyó a la pacificación de las provincias
argentinas”… En efecto, dice Diez de Andino, contemporáneo de aquellos sucesos y que los
anotaba diariamente: “Han traído los indios a Fernando Caraballo, santafecino, y tres más
que el general Ramírez los mandó con barriles de aguardiente, yerba y tabaco y tres días
de saqueo viniesen a insultar la ciudad… poniéndose [los indios] de parte de Santa Fe,
agraviados con el general Ramírez por haber destronado al general Artigas, que era el
Padre de los indios, que los amparaba, han venido como doscientos a ofrecerse a este
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gobernador y doscientos más que están a llegar… Lo mandó asegurar [López] a Caraballo
y sus dos compañeros al calabozo, y la indiada ha traído diez y seis cautivos; los regalaron
y están en el campamento para auxiliar al gobernador, acción de aprecio no esperada de
gente tan variable”. Junta de Historia y Numismática Americana. Publicaciones de la Filial
Rosario. Diario de Don Manuel Ignacio Diez de Andino. Crónica Santafecina. 18151822.
Noticia preliminar y notas de José Luis Busaniche. Rosario, 1931.
(2) La Madrid dice en sus “Memorias” que fue don Anacleto Medina... “les tomamos algunos
prisioneros y libertamos las caballadas que se llevaban arreando”… Como en todo lo
referente a la invasión de Ramírez a Santa Fe y su derrota, Yates habla de oídas y corre
parejas con La Madrid en cuanto a inexactitudes, no nos detendremos a rectificar todos sus
errores, sino los de más bulto.
(3) En español, en el original, el grito de Ramírez no pudo ser mas elocuente en aquellas
circunstancias, pero respetamos el texto de Yates. El doctor Domínguez, que incluyó en su
“Extracto” este episodio, traduce: “Ramírez, aunque era un soldado valiente, tenía poca
elocuencia para arengar a sus soldados, pero mostrándoles sus flancos y su frente
tomados por el enemigo, exclamó…, etc.”.
(4) Esta acción tuvo lugar el 24 de mayo de 1821. El 8, Ramírez ya había batido a La Madrid y
el 13 a las fuerzas de Dorrego, enviadas por López en auxilio de aquél. Los datos de Yates
sobre la derrota de La Madrid son exactos. En Buenos Aires, se formó proceso con motivo
de esa derrota.
(5) Error de Yates. Ramírez no se encontró con López, hasta dos días después, el 26 de mayo.
(Combate de Coronda o de Colastiné) . El relato más exacto de esta acción es el del
general Mitre. Op. cit. p. 559. “Al día siguiente (26 de mayo) a las tres de la tarde avanzó
López sobre Ramírez y dejando el grueso de su fuerza oculto en un bajo, hizo adelantar
una parte de ella provocándolo a la pelea. El caudillo entrerriano, confiado en la victoria se
comprometió imprudentemente en un terreno que no conocía y que su contrario había,
estudiado de antemano, calculando hasta las ventajas de la hora”. Sobrevino la total
derrota de Ramírez. El relato del general Mitre coincide con lo que dice Diez de Andino. Op.
cit. p. 226: “Llegó el parte de que ayer, 26 de este mes [mayo] como a las 3 de la tarde,
se acercó [López] al monte de Colastiné, donde se había refugiado el general Ramírez... Y
mandó [López] una división de su caballería a torear a Ramírez, dejando el grueso de su
ejército en un bajo y saliendo los orientales del monte, retirándolos, los acometió y logró
derrotarlos, etc... Se repicó (en Santa Fe] y salva de cañón y fusil y música, hasta las ocho
de la noche...”. Los soldados entrerrianos para excusar su derrota, contarían a Yates todas
las fantasías que apunta sobre la batalla. Tanto Yates como Andino llaman “orientales” a
los entrerrianos. Así se les llamaba en aquella época, por la posición del territorio, al
oriente del río Paraná. Después se redujo esa denominación a los que habitaban al oriente
del Uruguay.
(6) Ya se ha dicho que Mansilla no “tomó” Santa Pe.
(7) 7 de junio. Paso de Femira, a la altura de la actual Villa Maria.
Ramírez se une a Carrera
(1) Este dato, que también consigna Vicuña Mackenna, es inexacto. López no salió de Santa Fe
hasta el 21 de junio y La Madrid no se encontraba tampoco en la Guardia de la Esquina,
cuando fue atacado Bustos en la Cruz. López llega, el 29 de junio a la Cruz Alta, después
de haber sido rechazados Carrera y Ramírez por Bustos.
(2) Ramírez y Carrera llegaron a la Cruz Alta el 16 de junio.
(3) Excusaría decir que esto es inexacto. Ni Carrera ni Ramírez pusieron a Bustos en posesión
del gobierno de Córdoba. Las derivaciones de] motín de Arequito son demasiado conocidas
para entrar en detalles a ese respecto. El cargo de Yates a Bustos es absurdo y sólo se
explica como un desahogo de los odios políticos y personales de la época.
(4) Corrales de tuna. En español en el original. “Cercados de setos vivos, hechos del “Cactus
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opuntia”, agrega Yates en una nota explicativa.
(5) Chevauxdefrise, yards. Traducimos yards por corrales en la acepción argentina del
vocablo y en la acepción general que debió tener la palabra cuando los corrales eran de
palo a pique, apropiados para la defensa. La excepción eran los corrales de tunas o de
ramas. El Dr. Domínguez traduce “potreros” (!) y omite los “caballos de frisa”, maderos
armados con púas de hierro que se usaban como defensa contra la caballería. Las casas,
los corrales, las empalizadas, los montones de tierra o parapetos serían las defensas
propias de los fuertes. Bustos agregaría las carretas traídas del Sauce y los caballos de
frisa, en el poco tiempo de que dispuso para esperar a Ramírez y Carrera.
(6) Como no resulta muy clara la forma en que entró la caballería, transcribimos la explicación
que da Vicuña Mackenna, de acuerdo a los informes del teniente Caicedo, recocidos en
1855 en Mendoza: “La caballería avanzando de frente iba a secundarlos y a sostenerlos en
los puestos ya ganados, cuando el fogoso Ramírez, siempre impaciente y osado, llegó
galopando hacia la línea, y le dio orden de girar por un costado y entrar a la plaza del
pueblo, donde estaban asilados los pocos jinetes de que disponía el enemigo. Esta
maniobra imprudente perdió la acción. La numerosa caballería se atropelló en aquel recinto
estrecho sin poder avanzar ni retroceder... En vano los jinetes, revolvían sus caballos
sobre los pértigos de las carretas que cerraban el paso y sableaban a los grupos dispersos
que peleaban protegidos por los armazones de estas”. Op. cit. p. 558.
(7) Del texto se desprende que el episodio del P. Guiraldes se pasó' en e] Sauce, pero Vicuña
Mackenna lo hace pasar en Fraile Muerto, para dar salida a un retruécano sin ninguna
gracia que puede resumirse así: “La intriga de dos frailes (Guiraldes y Monterroso) en la
aldea del Fraile Muerto”. Op., cit. p. 562. Fraile muerto era la actual Belle Ville, en
Córdoba.
(8) Las Charcas, escribe Yate».
(9) López, desde Cruz Alta, comunicaba el 29 de junio que hablan desertado cien hombres de
los trescientos catorce que llevaba Ramírez
Marcha de Carrera hacia San Luis
(1) Carrera, desde Fraile Muerto, siguió por ]a Herradura las márgenes del 3° y después cruzó
en dirección a Río 4°. El convoy fue sorprendido en el paso de San Bernardo, abajo de
Concepción, sobre el mismo río. El coronel Manuel A. Pueyrredón, que pertenecía al
ejército salido de San Luis, dice en su citado libro: “Seguirnos la dirección del río (desde
Concepción); a la madrugada se oyó el tiroteo y un poco más tarde llegó parte de haberse
tomado el convoy. Al salir el sol llegábamos a San Bernardo. El combate fue bastante
reñido; más de veinte muertos y como treinta prisioneros fué el resultado de este
encuentro. Entre los prisioneros había ocho oficiales y una señorita natural del Salto que
gozaba de una reputación tal de hermosura que todos aspiraban a tomarla y hasta se la
disputaban antes de haberla tomado. Se decía que la llevaba el general Carrera y esto era
un aliciente más... Cuando llegamos al lugar del combate la encontramos entre los
prisioneros poseída, de un terror pánico; cerca de ella estaba un muchacho que tenia una
herida feroz cara, una cuchillada se la había dividido de modo que parecía no tener más
que media cara, daba horror verle… Había entre los prisioneros, un ayudante Novoa,
perteneciente a una familia que yo había conocido en Concepción; era un joven muy
distinguido y bien educado, estaba desnudo, mandé traer mi valija y le vestí ofreciéndole
mis servicios. El me dio las gracias, diciéndome que ya sabía la suerte que les esperaba. —
Abandóneme a mí que nada valgo, — me dijo, — y salve Ud. si puede a ese desgraciado.
Al decir esto señaló a un hombre ciego que estaba sentado en el pasto, profundamente
caviloso. —Es el capitán Kennedy, — me dijo, — perdió la vista en una acción sobre el
Sauce; ya lo ve Ud., ¿qué se va a hacer con matar a un hombre que no tiene vista?”.
Pueyrredón. William Kennedy, era hijo de norteamericanos, nacido en Jamaica. Teniente
de la marina americana, había venido con Carrera de Estados Unidos.
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(2) “Amaneció sin novedad y marchamos bajo una neblina muy densa. Este gran error trajo
consecuencias funestas de lo cual el enemigo supo sacar partido. Yo no sé como un
hombre tan inteligente como el general Morón pudo cometer el error de marchar sobre el
enemigo en semejante día. Esto sucedía en junio de 1821. Antes de romper la marcha, el
general se hizo mudar caballo… Ese día pidió un tordillo, yo le dije que iba mal en ese
caballo porque era demasiado brioso y herrado en las cuatro patas, lo cual era muy
peligroso en aquellos campos de paja; me contestó que no, que iba bien en ése, que
tomase el rosillo... bastante me pesó después”... Pueyrredón. Ib. p. 32.
(3) La Concepción del Río 4° o simplemente Río 4º, como ya figura en mapas de 1825, fundada
por Sobremonte en 1786, a 24 leguas de La Carlota o fuerte de Punte, del Sauce. Este
fuerte del Sauce o La Carlota es el que Yates ubica sobre el Río 3°. Mitre incurre en el
mismo error al decir: “...suponían atrincherado (a Bustos) en las puntas del Sauce, pero
éste, hacía tres días había abandonado esta posición siguiendo la corriente del Tercero y
situándose en la Cruz Alta”. Op. cit. p. 561.
(4) …boths lines made an involuntary halt: an awful pause ensued… Vicuña Mackenna,
propenso a los efectismos retóricos dice: “Benavente hizo alto. Era, la pausa del león antes
del brinco sobre el lomo de la presa..., etc.”. Yates afirma, sin embargo, que el alto fue
involuntario, y que tanto Benavente como Morón ordenaron perentoriamente el avance.
“Por uno de esos casos imposibles de explicar —dice Pneyrredón— ambas líneas hicieron
alto a distancia de cincuenta pasos una de otra y quedaron clavadas en el campo como en
un día de ejercicio, mirándose una a la otra”. Tan inexplicable ocurrencia y atendida la
expresión de Yates: involuntary halt, hace pensar que al vez se debió al recelo de algunos
caballos resabiados, ante la inminencia del choque.
(5) Morón murió el primero, en el combate. Pueyrredón trae una interesante página sobre la
muerte de su general y afirma que fue ultimado en el suelo, debido a una costalada del
caballo. “El general Morón, natural de Mendoza, era un joven muy distinguido del ejercito
del Perú. Después de ]a maldita sublevación de Arequito, hecha por el coronel Juan
Bautista Bustos y los comandantes José M. Paz y Alejandro Heredia, Morón fue uno de los
jefes fieles a su deber; no queriendo tomar parte en ella, se retiró a su país natal, donde
fue hecho comandante de armas y nombrado general”. Op. cit. p. 41.
(6) “Aquello fue un terrible entrevero en que muy raro era el tiro que se oía. Se combatió a
hierro frío, por lo menos durante tres cuartos de hora, dando vuelta en círculo, sobre el
mismo lugar como se hace en las trillas, quedó el lugar completamente trillado por el
pisoteo de los caballos y cubierto de muertos y heridos, cuyo número fue imposible
calcular, no se veían más que cabezas y caras ensangrentadas”. Pueyrredón. Ibid. p. 36.
(7) 800 según parte de Godoy Cruz al gobierno de Chile.
(8) El arrojo con que peleaban los soldados de Carrera, fueran chilenos o argentinos, es
explicable porque sabían que, de caer prisioneros, serían fusilados inmediatamente. Según
Pueyrredón, antes del combate de Concepción todos los prisioneros habían sido fusilados,
“según ordenes que tenía Morón de su gobierno”, Carrera, por el contrario, que necesitaba
de soldados y a quien no podía escapar la responsabilidad de los hechos cometidos,
trataba de incorporar a sus fuerzas todos los prisioneros. Más adelante, dice Yates:
“Mostrábase [Carrera] generoso con sus enemigos, por criminales que fueran. Dióse el
caso de que perdonara la vida a los mismos asesinos de nuestros soldados...”. El caso no
tenia nada de extraño...
(9) Carrera. Llegó &a San Luis el 15 de julio.
(10) Esta silueta física de Ramírez, trazada por quien le había conocido dos años atrás, no se
compagina, por cierto, con la del historiador entrerriano Ruiz Moreno, recogida en la
tradición oral. 70 años después de la muerte del caudillo: “Hablando ella [una señora
Escobar] sobre el general Ramírez, hace poco más de cinco años; nos decía: Ramírez era
un lindo hombre, rubio y muy blanco, una mirada viva, franca y picaresca: era un hombre
muy agradable en sociedad, etc...”. Martín Ruiz Moreno. Estudio sobre la vida pública del
General D. Francisco Ramírez. Paraná, 1894. p. 10.
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(11) Como este juicio sobre Ramírez ha sido traducido por Domínguez, con alguna variante,
damos a continuación el original de Yates: “Ramírez was of a low stature, very darli
complexión, and disagreeable countenance He seems to llave had a strong capacious mind,
and possessed natural abilities but they were entirely uncultívated, by education. He was a
poor politician but the best qualities of a soldier were concentred in him in a high degree he
was open and frank, a stranger to dissimulation, true to his friend, and in point of personal
bravery was exceded by none”.
(12) No se acuerda este juicio con las críticas que Yates hace de Ramírez como militar en otros
lugares de su narración.
Conspiración contra Carrera
(1) Francisco Aldao, de Mendoza. Vicuña Mackenna lo designa entre “los oficiales allegadizos y
turbulentos”. No sabemos en que momento cayó prisionero.
(2) Carrera permaneció pues en San Luis, desde el 15 de julio hasta el 21 de agosto. Vicuña
Mackenna ofrece algunos datos sobre la vida de Carrera en San Luis, mientras fue dueño
de la ciudad. Pueyrredón, que como hemos visto, figuraba al lado de Morón en el combate
de Río 4º, cayó prisionero de Carrera mientas intentaba la fuga desde San Luis. El chileno
le trató con tanta generosidad que se captó las simpatías del joven oficial, (Pueyrredón
tenía 20 años). Poco después éste se incorporaba al ejército… “Serían las cuatro de la
tarde —cuenta— cuando llegué a la casa y a presencia del general Carrera. Estaba sentado
ante una mesa de escribir; el cabo que me conducía entró primero, avisándole que traía
prisionero a un oficial; e! cabo salió y me hizo entrar; me encontré da pie delante del
hombre que se nos pintaba con colores tan negros, de ese jefe de bandidos que llevaba
una guerra de exterminio por doquier y de quien la credulidad popular hacía un monstruo,
un antropófago… Yo debía temerlo todo de ese hombre porque era el enemigo jurado de
mi familia... — ¿Es Ud. el oficial prisionero? — ¡Sí, Señor! — ¿Era Ud. oficial de Morón? —
¡Sí, Señor, su primer ayudante de campo! — No le pregunto por su grado porque veo que
Ud. es Capitán; ¿su gracia de Ud.? — ¡Manuel Pueyrredón! — Cómo, ¿es Ud. el capitán
Pueyrredón, que estaba en el ejército de Morón? — ¡Sí, Señor!, el mismo, — ¿Había otro
de su apellido allí? — ¡No, Señor, ningún otro! — ¡Entonces Ud., está entre amigos! — y
diciendo esto se levantó y vino a darme la mano; el mismo me arrimó una silla cerca de él,
convidándome a sentar. — Usted tiene aquí deudores y deudoras —agregó. — Yo, Señor?
No lo sé. — ¡Como!. Tan pronto ha olvidado usted lo que hizo por Novoa, Kennedy y la
niña, tomados en San Bernardo?... El General don José Miguel Carrera era un hombre de
estatura más que regular, delgado de cuerpo, color blanco, de mirar tierno y penetrante,
nariz grande, tenía la boca casi siempre entreabierta, al hablar mostraba sus blancos y
bien conservados dientes, algo grandes; en su frente, espaciosa y elevada se notaban a
ambos lados dos prominencias pronunciadas y la cabeza desde allí se elevaba como un
globo… Poseía en grado superior el don de la palabra, el don de gentes y con una
seducción irresistible no se podía hablar cuatro minutos con el general Carrera sin ser su
amigo; hasta su voz era notable, daba a sus palabras una entonación metálica que parecía
una campana”. Pueyrred6n. Op. cit, ps. 45 a 50. El mismo autor ofrece otros pormenores
sobre el corto gobierno de Carrera en San Luis, que completan los apuntes de Yates.
(3) Vicuña Mackenna, que traduce tal cual párrafo de Yates, hace decir aquí al autor algo muy
distinto a lo que registra, el texto original. Véase su traducción: “La experiencia, dice el
oficial Yates, había, enseñado a nuestros soldados que el triunfo dependía menos de la
agilidad de sus caballos que de su propio coraje, y aunque sin murmurar, marchaban
tristes y abatidos volviendo la espalda al enemigo para ir a encontrar otro superior en
número y en recursos”. El subrayado no es de Yates, aunque el Sr. Vicuña lo coloca entre
comillas como del autor.
(4) “Una de las cosas que más contribuyó a la destrucción de los caballos fue la multitud de
mujeres que seguían la división. Es sabido que son siempre las mejor montadas y también
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las más desordenadas”. Pueyrredón. Op. cit. 81. Sobre esto de las mujeres, observa el
coronel: “Todos aquellos hombres eran voluntarios y dueños de sus acciones y en ninguna
parte se manifestaba más esa libertad que en el ramo de mujeres; cada uno era dueño de
llevar las que quisiera, a veces sucedía que uno solo llevaba dos o tres, y otras, que entre
dos llevaban una sola compartiéndose sus favores sin que por esto hubiese jamás
discusión entre ellos. Como el juego era libre, cuando perdían sus prendas, apostaban las
mujeres, de lo que resultaba que el más afortunado tuviese a veces muchas que vendía,
prestaba o volvía a perder en el juego. Aquello era el siglo de oro para esa gentes, como
yo les decía”... pág. 64.
(5) El ejemplar que me ha servido para esta traducción tiene una nota manuscrita de
Sarmiento sobre el caballo de Albín Gutiérrez. Puede verse el facsímil de la página
correspondiente, como ilustración de este libro.
Retirada de Carrera
(1) En un momento de la marcha, Pueyrredón camina junto a Carrera y se dijeron lo siguiente:
“Empezó a hablarme en francés —escribe Pueyrredón— para que no entendiesen los que
nos rodeaban. Tengo noticias —dijo— que en Jocolí, que está en este camino a 12 leguas
de Mendoza, hay como cuatrocientos caballos, guardados por una partida que
sorprenderemos o derrotaremos: una vez dueños de esa caballada atravesaremos el
Tunuyán: tengo el mapa y una aguja de marear. Puestos en la pampa seguiremos por el
desierto hasta Rosario: allí nos embarcaremos para Montevideo, para después seguir a los
Estados unidos, donde aun podemos ser felices, porque tengo buenos amibos, pero es
preciso para esto que se resuelva usted a olvidarse de su país, como voy yo resuelto a
hacerlo. Se acabo para mí la política y la guerra: José Miguel Carrera no volverá nunca a
estos países que serán siempre para él de un ingrato recuerdo... ¿Se acomoda usted a
este plan? —Sí señor, le acompañaré a los Estados Unidos y participar de su suerte. —Pues
bien, es ya cosa decidida. Yo no sé si esta conversación —agrega Pueyrredón— fue oída o
entendida por alguno, o si el general dijo esto mismo u algún otro, pero lo cierto es que
cuando le prendieron se lo echaron en cara”. Op, cit. p. 89.
(2) Sobre este episodio, como sobre el combate de Punta del Médano, suministran otros
muchos pormenores los coroneles Pueyrredón y Benavente, actores ambos en los sucesos.
Benavente escribió una Relación que hace el coronel don José María Benavente, desde la
cárcel de Mendoza, que figura en el Apéndice de la obra de Vicuña Mackenna.
(3) No sabemos si se refiere Yates a los oficiales ingleses o a todos los demás oficiales.
(4) Debe entenderse gobernador de Cuyo. El señor Julio O. Raffo de la Reta, en su libro El
general José Miguel Carrera, levanta muchos cargos de Vicuña Mackenna contra Albín
Gutiérrez.
(5) Sarmiento puso aquí una nota manuscrita en los siguientes términos: “No es fundada, esta
tacha. El Congreso de 1813 habilitó hasta el grado de tenientes coroneles para formar
Consejo de Guerra de oficiales generales. Sarmiento”.
(6) Debe tenerse en cuenta que Yates no estuvo presente en los sucesos que ahora relata.
Benavente, que estaba con Carrera, dice así: “El general pidió hablar con el cura Peña y
creo que con la señora madre de su esposa; contestó Cabero, que vería, pero se nos cerró
el sótano y no fue abierto hasta las 6 y media del día 4. A esta hora entró mi hermano
Juan José y nos dijo que no había remedio, que íbamos a morir. Volvió el general a instar
por la vista de Peña, que quería disponerse con él y quería comunicarle asuntos de su
familia. Se le dijo que Peña estaba enfermo y lo mismo su suegra, que no podía venir,
pero que afuera esperaban religiosos. Pidió entonces papel y tintero para escribir a su
mujer y me dijo que pensaba recomendarla a los señores 0'Higgins y San Martín para que
se le volviesen sus intereses; a mí me hizo otros encargos de su familia. Se le trajo papel
y tintero y principió la carta para su mujer en estos términos: “Mi adorada pero muy
desgraciada Mercedes: Un accidente inesperado y un conjunto de desgraciadas
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circunstancias me han traído a esta situación triste; ten resignación para escuchar que
moriré hoy a las once. Sí, mi querida, moriré con el único pesar de dejarte abandonada
con nuestros tiernos cinco hijos, en país extraño, sin amigos, sin relaciones, sin recursos.
Más puede la Providencia que los hombres. No sé por que causa se me aparece como un
ángel tutelar el oficial Olazábal con la noticia de que somos indultados y que vamos a salir
en libertad con mi buen amigo Benavente y el viejecito Alvarez, que nos acompaña…, etc.
Nos quedamos como un cuarto de hora en esta suspensión, pero luego fue funesto nuestro
consuelo. Se despidió Olazábal con mil demostraciones de ternura y nos prometió venir
pronto a visitarnos. Muy poco rato después fue llamado el general por Correa a nombre del
mayor de plaza; don Felipe Alvarez había ya salido a disponerse y yo solo me quedé en el
sótano, donde no supe mas de mi amigo hasta que oí la descarga…”. Sobre los últimos
momentos de José Miguel Carrera, véase el relato del P. José Benito Lamas en Revista
chilena de Historia y Geografía. Año X I. Tomo XI, transcripto en mi libro Lecturas de
Historia Argentina, p . 283 .
(7) “Llegada la hora fatal, el ayudante Barcala, negro del batallón de cívicos, con el alguacil
Correa, fueron a sacarle. —Ya es la hora, señor, le dijo. —Voy a concluir esta carta, le
contestó. —No es posible, señor, la hora es pasada, y le quito el tintero. —Déjeme mojar
una sola vez la pluma y estoy con usted. Entonces escribió” sus últimas palabras de la
prisión: “En este momento muere José Miguel Carrera”. — Pueyrredón. Op. cit. p. 109.
(8) El coronel Manuel de Olazábal pidió la vida de Carrera y Godoy Cruz se la concedió; por
eso se apresuró a comunicárselo al prisionero. El coronel Olazábal publicó un folleto
titulado: Refutación sobre ciertas apreciaciones a la obra publicada en Chile por el señor
Vicuña Mackenna, El ostracismo de los Carreras. Gualeguaychú,1856. Imprenta, del
Comercio. Se trata de un interesantísimo documento donde se describe con sugestivos
pormenores la batalla de Punta del Médano, y se relatan dramáticos episodios relacionados
con la condena de Carrera, en Mendoza. Según Olazábal, después de comunicar a Carrera
que había salvado su vida, fueron a sacar el preso para ejecutarlo. “Salí de prisa, monté
en mi caballo y fui a casa de Godoy Cruz... Entró en ese momento a gran prisa el Mayor de
Plaza Corvalán a decirme que Carrera; al anunciarle que ya había llegado la hora fatal,
había contestado resueltamente que ‘no se movería de aquel sitio mientras no fuese yo a
decírselo, a menos que lo sacasen arrastrado'. La cólera que tenía en mi pecho se
desbordó y conteste a Corvalán: 'Vaya Vd. y diga al señor Carrera que el Gobernador,
faltando miserablemente a su palabra (estaba presente y se puso a pasear en el cuarto
donde estábamos) ha dado contraorden y que no tengo la fuerza suficiente para ir a
verlo”... El escrito de Olazábal figura en el Apéndice de la obra del señor Raffo de la Reta,
ya citada. En cuanto a la afirmación de Yates, de que el populacho de Mendoza sentía
veneración por Carrera, es de una evidente falsedad. Basta leer a Pueyrredón, Benavente,
Vicuña Mackenna, etc., para comprobarlo.
(9) Los tiempos eran duros… dice el Dr. Vicente Fidel López comentando este episodio. Es la
consabida muletilla para excusar las acciones que, cometidas por otros, se exhiben como
demostraciones de ferocidad y salvajismo. Cuarenta años después (1863) el autor de
Civilización y barbarie dirá refiriéndose al asesinato del general Peñaloza: Yo aquí he
aplaudido la medida precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado
pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se hubieran aquietado en seis meses...”
SarmientoMitre. Correspondencia. Buenos Aires 1911. p. 251.
(10) Exageración manifiesta de Yates...
(11) El Dr. Don Tomás Godoy Cruz, Gobernador de Mendoza, remitió a Bustos la cabeza de
Alvarez y el siguiente oficio: “Con el conductor de la presente remito a V. S. la cabeza del
antiguo y perverso montonero Felipe Alvarez, para que si Vd. lo tiene a bien la mande
colocar en el Fraile Muerto, lugar de su vecindario para que en el suceso que ella les
recuerde, escarmienten los que hayan sido seducidos por su ejemplo…, etc.”. Celesta. Op.
cit. II. p. 324. La cabeza permaneció en la plaza de Fraile Muerto, desde setiembre de
1821 a enero de 1822.