1. 31/3/2015 ::: ARGENTINA HISTÓRICA la historia argentina :::
http://argentinahistorica.com.ar/imprimir_libros.php?tema=7&doc=68&cap=231 1/4
década de 1820
imprimir José Miguel Carrera 18201821
William Yates
Ramírez se une a Carrera
[Ramírez se une a Carrera. Marcha sobre Bustos en el Sauce. Ataque frustrado de la Cruz Alta. El
Padre Guiraldes. Separación de Ramírez y Carrera. Sus causas.]
Mientras se pasaban todos estos hechos, Bustos había permanecido
encerrado en sus fortificaciones del Sauce. Ramírez y Carrera decidieron asaltarlo
en las trincheras y a ese efecto emprendimos nuevamente la marcha. Pero
informado Bustos de nuestro movimiento, abandonó su reducto para reunirse a
López y La Madrid, que se encontraban en la Posta de la Esquina, lugar situado
en los límites de Córdoba y Santa Fe 1. Se llevó consigo desde el Sauce un gran
número de carretas para protegerse en el camino de un posible ataque.
Cuando llegamos al Sauce, encontramos que Bustos se había retirado dos
días antes. Dejamos entonces en esa villa el bagaje más pesado y partimos a
marchas forzadas en su persecución.
Doña Delfina, la dama que acompañaba a Ramírez, era una linda porteña
“que le amaba por las batallas que ganó contra sus comprovincianos” (sic) y la
afición que le tenía Ramírez era causa de los errores que éste venía cometiendo y
fue más tarde motivo de su muerte.
Por su naturaleza delicada, difícilmente podía Doña Delfina soportar las
penalidades de semejantes marchas y por ella nos vimos obligados a detenernos
repetidas veces. Así, cuando llevábamos a Bustos muy próximo, unas ocho
leguas de distancia, fue preciso hacer alto durante toda una noche para que doña
Delfina descansara y pudiera soportar las fatigas del día siguiente. Estas paradas
permitieron a Bustos llegar antes que nosotros a la Cruz Alta y atrincherarse allí.
En la mañana siguiente a su llegada estuvimos delante de la villa y formamos
nuestras divisiones. 2 Un ayudante se adelantó para intimar la rendición
incondicional, amenazando a Bustos con el asalto inmediato en caso de negativa.
Se le dieron quince minutos para contestar, pero no vaciló en responder al oficial
“que las armas federales no se rendían sino al precio de la sangre de quienes las
empuñaban”. El oficial volvió con la respuesta y nos preparamos para el asalto.
(Bustos hablaba de su ejército federal, pero cuando fue puesto en posesión del
gobierno de Córdoba, por Carrera y Ramírez, la fuerza de Bustos se denominaba
“tercera división del ejército federal”. Ahora que había renegado de su credo,
luchando como aliado de Buenos Aires y mercenario de Chile, tenía la
impudencia de llamarse “federal”). 3
La Cruz Alta es un pueblito que ha sido fortificado algunas veces contra las
incursiones de los indios del norte. Dispone de tres pequeños fuertes en ángulo
recto, formados por empalizadas, muros de tierra, e impenetrables corrales de
tuna. 4 Uno de los lados del triángulo en cada fuerte estaba ahora protegido por
una fila de carretas amarradas estrechamente unas con otras; los otros dos lados
por caballos de frisa, casas, corrales, etc. 5 Estos pequeños fuertes estaban bien
guarnecidos y cada uno tenía una pieza de artillería. Entre cada fuerte se había
2. 31/3/2015 ::: ARGENTINA HISTÓRICA la historia argentina :::
http://argentinahistorica.com.ar/imprimir_libros.php?tema=7&doc=68&cap=231 2/4
emplazado infantería ligera, atrincherada. La caballería de Bustos, muy escasa,
fue batida por nuestras guerrillas y obligada a guarecerse en la plaza, así que
llegamos al pueblo, por la mañana.
El total de la gente de Bustos alcanzaba a unos quinientos ochenta
hombres. Nuestra división con la de Ramírez pasaban de mil doscientos.
Trescientos soldados nuestros desmontaron para obrar como infantería
contra los fuertes, protegidos por toda nuestra caballería. Así formada la
infantería, avanzó por los flancos derecho e izquierdo de la población y se le hizo
un fuego muy vivo. Nuestros soldados siguieron adelante y desalojaron al
enemigo de un puesto de avanzada, apoderándose inmediatamente del fuerte que
ocupaba. En esas circunstancias Ramírez montó a caballo y ordenó cargar a la
caballería. Llegamos al galope hasta la línea enemiga bajo un recio tiroteo y
entramos en la plaza donde sólo encontramos los caballos abandonados por los
soldados de Bustos que se habían guarecido en los fuertes. 6 Permanecimos
algunos momentos en la plaza, cubiertos de humo y polvo, expuestos al fuego
que partía de distintas direcciones. Advertida nuestra infantería de que sus
fuegos cruzaban la plaza y podían ofendernos, cesó en sus disparos.
Poco después, viendo que nada podíamos hacer, nos retiramos bastante
desconcertados. La infantería, al contemplar el desorden que cundía entre
nosotros, se retiró también abandonando las ventajosas posiciones conquistadas,
que muy pronto reocuparon los enemigos. Pudimos reorganizar la infantería y la
caballería frente a la villa, pero a poco advertimos que habíamos gastado casi
toda la munición.
Resultaba imposible renovar un ataque, malogrado por una imprudencia
de Ramírez. Este se apartó del plan convenido entre los oficiales y arriesgó
absurdamente la caballería en una posición donde no debió intervenir porque no
podía obrar con eficacia.
Dos días más permanecimos frente a la Cruz Alta y luego volvimos al
Sauce, dejando libre a Bustos para reunirse con sus aliados López y La Madrid.
Habíamos perdido de cuarenta a cincuenta hombres en el asalto. No eran menos
las pérdidas de Bustos, pero éste, por halagar a sus aliados, les comunicó que,
por informes fidedignos, sabía que nuestras bajas alcanzaban a trescientos
hombres. Hasta describió la manera cómo nos apresurábamos a enterrar los
cadáveres de los soldados para ocultar las bajas de nuestras divisiones.
Al llegar al Sauce, conocimos las operaciones del enemigo por informes de
nuestros espías. Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Juan, San Luis y Mendoza
enviaban fuerzas para combatirnos.
El Padre Guiraldes llegó en calidad de diputado por Mendoza, bajo el
pretexto de negociar la paz o la neutralidad en nombre de aquella provincia, pero
en realidad con el objeto de promover una sedición entre los oficiales de Carrera.
El gobierno de Mendoza había obligado a don Juan José Benavente, hermano de
nuestro coronel Benavente, y avecindado en aquella ciudad, a dar a Guiraldes
una carta de recomendación para el mencionado coronel. En dicha carta
suplicaba Benavente a su hermano que aceptara las proposiciones del sacerdote,
porque de ellas dependía el bienestar del país y nuestra salvación. Privadamente,
Guiraldes las puso en conocimiento del coronel esperando que éste propagaría la
rebelión. Por lo que se nos informó, las proposiciones de Guiraldes podían
resumirse así: Carrera y sus divisiones habían causado grandes ofensas a la
Nación; eso no obstante, sus oficiales estaban todavía en tiempo de reparar los
daños a que habían contribuido, si abandonaban el estandarte de la anarquía
3. 31/3/2015 ::: ARGENTINA HISTÓRICA la historia argentina :::
http://argentinahistorica.com.ar/imprimir_libros.php?tema=7&doc=68&cap=231 3/4
para seguir las banderas de la Patria; debían apartarse de Carrera y sus soldados
para que éstos sufrieran el castigo que la Nación creyera justo imponerles. Se
hacían elogios de nuestra capacidad y la Patria no dudaba de que acogeríamos
bien esas proposiciones porque s¿ habíamos tenido la desgracia de extraviarnos
era seguro que ahora miraríamos por el bien público, aprovechando la
oportunidad de demostrarlo. El coronel Benavente, en premio de ese servicio,
sería promovido al grado de Brigadier General y los oficiales al grado inmediato
superior al que tenían en el ejército de Carrera. Los despachos nos serían
otorgados por la Nación y no por el gobierno particular de una provincia, lo que
consideraban más honroso para nosotros. Nada se decía de la Legión del Mérito,
pero de habernos allanado a lo propuesto, hubiéramos ingresado sin duda en
aquella benemérita hermandad.
Cuando conocimos por el coronel las dichas proposiciones, sólo nos
merecieron burla y desprecio. Prendimos a Guiraldes y le llevamos frente al
general, a quien terminó por revelarlo todo. 7 Fue conducido a la guardia en
calidad de prisionero y pocos días después escapó, aprovechando la confusión de
un combate. Desde el Sauce nos dirigirnos hacia Fraile Muerto, donde sobrevino
una desavenencia entre nuestros generales y se separaron. Nosotros echamos a
andar hacia la frontera de San Luis con el fin de sorprender a los mendocinos que
acampaban en las Barranquitas. Ramírez marchó en dirección al norte con
intención de volver a Entre Ríos por el Chaco. 8 Las causas que provocaron la
separación fueron diversas y entre las principales pueden consignarse las
siguientes: Ramírez tenía como secretario al célebre cura Monterroso, que había
sido primer secretario de Artigas y el consejero de todas sus resoluciones. Era
muy adicto a su antiguo jefe y en consecuencia enemigo de Carrera y Ramírez.
Carrera reconvino a Ramírez por la presencia de tal individuo y le insinuó la
oportunidad de mandarlo a Entre Ríos donde podría darle pruebas de su
amistad. Así evitaba el riesgo de llevar en sus filas un sujeto sospechoso de
traición. Pero Ramírez tenía mucha confianza en el belicoso clérigo y no se
mostró dispuesto a separarlo de su lado. Por otra parte, nuestra gente comenzaba
a demostrar mala voluntad con los de Ramírez, acusándolos de ser ellos y su
general los causantes del fracaso de Cruz Alta y del abandono del sitio de
Córdoba. Ramírez, que en esta, campaña se había dado a los placeres con más
libertad que en las anteriores, no toleraba a sus soldados la menor desviación en
la rígida disciplina que les imponía. En medio de la abundancia se les
mezquinaba la carne y eran castigados por la falta más pequeña. El contraste
resultaba algo fuerte, porque si el general satisfacía todos sus apetitos, los
soldados, que venían exponiendo la vida en su defensa, eran, merecedores por lo
menos a que se les alimentara mejor; sobre todo en regiones enemigas donde el
mantenimiento no costaba nada.
En atención a estas cosas, Carrera creyó lo más conveniente alejarse de su
amigo Ramírez, antes de que se ahondaran las disidencias y como la separación
era impuesta por las circunstancias, no causó menoscabo en su amistad. El día
subsiguiente a la separación, apareció un ayudante de Ramírez con carta para el
general, en que aquél solicitaba la unión de todas las fuerzas bajo el comando de
Carrera. Monterroso permanecería en calidad de simple cura, dándose la
seguridad de que había terminado su amistad con Artigas y era un sincero
adepto de la causa. Carrera contestó que, mientras el intrigante fraile siguiera en
el ejército, él no arriesgaría su vida ni la de sus soldados. A ese reparo agregó que
el único medio de eludir la continua vigilancia de nuestros muchos enemigos era
la separación inmediata porque así podríamos distraer su atención desde puntos
diversos y batirlos separadamente. Concluía dándole su opinión sobre la