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GUIA NUMERO 1

                                  EDUCAR LOS SENTIMIENTOS

Se piensa que los sentimientos son una realidad misteriosa e inmanejable. Sin embargo,
ellos son moldeables.

En pocas palabras:

¿Qué son los sentimientos?

Los sentimientos son nuestra reacción al mundo que nos rodea, son la respuesta a todo aquello
que nos llega a través de los sentidos. Y, como nuestro conocimiento siempre comienza en lo
sensible, los sentimientos nunca dejan de estar presentes.

¿Cuál es su importancia?

Gracias a los sentimientos, el mundo y las personas no nos resultan neutros, indiferentes y
amorfos. Por el contrario, los sentimientos colorean la realidad conocida con una carga de
atracción o repulsión, de placer o de dolor. Así, ellos pueden contribuir positiva o negativamente en
la conducta y en el desarrollo de la personalidad.

¿Cómo manejarlos?

Porque somos seres humanos, los sentimientos deben perfeccionarse mediante la inteligencia y la
voluntad, de manera de crear hábitos y virtudes. Por el contrario, la preponderancia de los
sentimientos como principio rector en la vida y en la actuación llevan a hacer las cosas sólo porque
se tiene ganas o dejar de hacerlas porque se ha pasado el entusiasmo. Se cae así en la
dependencia casi exclusiva de los estados de ánimo y de los caprichos.

¿Por qué educarlos?

Educar los sentimientos es hacer que ellos se rijan por la voluntad y la inteligencia; es
transformarlos en virtud. Esta integración trae como consecuencia equilibrio y unidad de conducta,
estabilidad y madurez. Los sentimientos modelados no sólo llevan a querer el bien sino que a
quererlo "de corazón". La persona con sentimientos bien encauzados es capaz de gozar, de sufrir,
de superar los altibajos, de odiar el mal y de enojarse cuando hay motivo. En definitiva, es dueña
de sus sentimientos.

Más allá de las palabras



Muchas veces al intentar decir algo a otra persona tropezamos con los límites del lenguaje, y a
pesar de la variedad expresiva que tiene nuestra lengua, no encontramos las palabras justas para
expresarnos, sobre todo cuando se refiere a temas relacionados con los sentimientos, cuestiones
personales                        difíciles                     o                        delicadas.
Los aspectos que componen la comunicación humana son variados y la ciencia que los ha
estudiado, realizó aportes que clarifican uno de los puntos medulares en la vida de relación de las
personas. Sin embargo, más allá de las palabras (a veces cerca de ellas, a veces no tanto), está el
expresivo lenguaje de los gestos, porque el cuerpo habla y los gestos dicen mucho más de lo que
nos proponemos manifestar.
En nuestros vínculos mostramos más de lo que formulamos con palabras; a la vez, también
leemos aquello que los otros nos dicen con su mirada o con un gesto que desautoriza lo dicho, es
decir      que      son      múltiples      los     lenguajes      que     se       despliegan.
Sabido es que una imagen vale más que mil palabras, casi lo mismo que un gesto. Según estudios
realizados en los Estados Unidos, el 35% de la comunicación durante una charla es verbal y el
restante 65% corresponde a gestos, tal vez porque todos los seres tenemos habilidades innatas
que nos permiten expresar nuestras emociones a través del cuerpo.

El lenguaje verbal y no verbal (gestos, mímicas, expresiones faciales, etc.), componen parte del
valioso entramado que rige la comunicación entre los hombres y hace posible el acercamiento, el
entendimiento, o bien la confusión y la separación. Porque más allá de estos elementos que lo
integran, subyace el sentimiento que alimenta las palabras y las dota de sentido.

Cuántas veces amparados bajo el lema de: "Soy franco y digo la verdad", mortificamos a las
personas con conceptos que pueden llegar a ser verdaderos pero están teñidos de impiedad, y
herimos a ese ser al que sólo le llegó la forma en que le dijimos las cosas, con la fuerza negativa
de un sentimiento que mortifica y humilla.

Nuestras palabras podrán transmitir ciertas verdades, nuestro lenguaje corporal podrá acompañar
o no lo dicho, pero es sumamente importante que el lenguaje de los sentimientos, que son los que
dan significado y trascendencia a lo que se quiere decir, sea cuidadoso, minuciosamente
analizado, para que las palabras lleguen al otro ser y sean recibidas con el sentido que quisimos
darle, con el cariño que fueron alimentadas, con la comprensión que las sustenta y no se
produzcan ciertos roces y mortificaciones que hieren el alma y perduran a veces, por bastante
tiempo.

El efecto que genera el sentimiento cuando se verbaliza o se transmite en gestos o expresiones,
es enorme y a veces no somos demasiado concientes de ello, y no sólo no medimos ni cuidamos
nuestro lenguaje, sino que tampoco suele considerarse la importancia que tiene el lenguaje de los
sentimientos que son los que en definitiva nos acercan y nos reúnen con quienes amamos. A
veces pocas palabras, pocos gestos, pero mucha comprensión de los errores ajenos y
circunstancias de vida por las que cada ser debe atravesar, son suficientes para poder estar en
armonía con los otros y con uno mismo. Esa armonía que es la amalgama perfecta de una
expresión correcta, un pensamiento generoso y una acción honesta, todo lo cual dará paz y
serenidad a nuestra conciencia.

Qué valioso sería poder hacer del lenguaje verbal y gestual el instrumento más apto para la
expresión de los sentimientos de bien que buscan expandirse en cada ámbito de vida diferente, en
cada grupo social, en cada etapa de vida, en cada corazón donde palpita la vida.

Intentemos tal vez, fortalecer aquellas palabras que buscan apoyar y expresar sentimientos
positivos porque ellos conforman un lenguaje propio.

   "Cuando hablan los sentimientos, nos vemos obligados a escuchar y a veces, a actuar, aun
cuando no siempre comprendamos el porqué. No tener conciencia de los propios sentimientos, no
 comprenderlos o no saber cómo utilizarlos y expresarlos es peor que la ceguera, la sordera o la
   parálisis. No sentir es no estar vivo. Más que ninguna otra cosa, los sentimientos nos hacen
                    humanos. Nos hacen, en fin, semejantes." (David Viscott).
Nuestros Sentimientos

Nuestros sentimientos son un sexto sentido, el sentido que interpreta, ordena, dirige y resume los
otros cinco. Los sentimientos nos dicen si lo que experimentamos es amenazador, doloroso,
lamentable, triste o regocijante. Podemos describirlos y explicarlos de manera sencilla y directa,
ya que no hay en ellos nada de místico ni de mágico. Conforman todo un lenguaje propio.

Cuando hablan los sentimientos, nos vemos obligados a escuchar y a veces, a actuar, aun cuando
no siempre comprendamos el porqué. No tener conciencia de los propios sentimientos, no
comprenderlos o no saber cómo utilizarlos y expresarlos es peor que la ceguera, la sordera o la
parálisis.”No sentir es no estar vivo”. Más que ninguna otra cosa, los sentimientos nos hacen
humanos. Nos hacen semejantes.

Los Sentimientos son nuestra reacción frente a lo que percibimos y a su vez tiñen y definen
nuestra percepción del mundo. Son, en realidad, el mundo en el que vivimos. Dado que buena
parte de lo que conocemos depende de nuestros sentimientos, flotar a la deriva en medio de
sentimientos confusos o vagamente percibidos equivale a sentirse avasallado por un mundo
confuso.

El lenguaje de los sentimientos es el medio por el cual nos relacionamos con nosotros mismos. Si
no podemos comunicarnos con nosotros mismos, no podemos comunicarnos con los demás.
Percibimos el mundo por medio de los cinco sentidos. Las impresiones sensoriales que nos llegan
por dichos sentidos deben ser integradas nuevamente por cada uno de nosotros. La manera como
cada uno percibe con un sentido determinado vana, pero no tanto como la manera como cada uno
"crea un sentido" del mundo que percibe. Este proceso de integrar el mundo a nosotros a nuestra
propia manera, es un proceso mental básico, así como también un proceso creativo.

Nuestros sentimientos son la reacción a lo que percibimos por medio de los sentidos y dan forma a
nuestras reacciones frente a lo que percibiremos en el futuro. La persona que lleva dentro una
gran dosis de enojo no resuelto, por ejemplo, puede tender a hallar que el mundo que encara es
un mundo también lleno de enojo y con ello justificar y perpetuar su propio sentimiento.

Creo que de esto cabe inferir que el mundo es en buena parte el que nosotros mismos nos
creamos. En realidad, el mundo se halla mucho más bajo nuestra influencia de lo que la mayoría
de nosotros advierte. Cuando asumimos la responsabilidad de nuestros sentimientos, asumimos,
además, nuestra responsabilidad frente a nuestro mundo. En la comprensión de nuestros propios
sentimientos reside la clave del dominio de nosotros mismos, la verdadera independencia, lo cual
significa lograr el único poder real que merece ser obtenido.

Si bien la idea implica que cada uno de nosotros actúa en forma autónoma, también significa que
cada uno puede hacer mucho para reconstruir las piezas inconexas de su vida y llevarlas a una
armonía. Si cada uno aceptase la responsabilidad de poner orden en su propio mundo emocional,
el mundo más amplio podría adquirir también mayor realidad, armonía y aun paz.

Despejar el misterio que rodea a los sentimientos, permite en mayor medida reconocer y
comprender lo que sentimos, muestre el origen de los sentimientos, así como su dirección, a fin de
que se transformen en aliados, en lugar de enemigos de nuestro propio desarrollo normal. El
método básico es la comprensión es adquirir una conciencia renovada de sí mismo.

A medida que expresamos en forma más abierta nuestros sentimientos, tenemos menos
necesidad de precavernos con cosas que hallamos amenazadoras en el mundo, ya que en lugar
de ocultarlos, la persona abierta los utiliza como guía para interpretar el mundo que vive. Quienes
confían exclusivamente en el intelecto para encontrar su camino en el mundo no tienden a estar
tan en armonía con él como quienes utilizan sus sentimientos. Los más altos logros del hombre no
se encuentran en la precisión de su ciencia, sino en la perfección de su arte. El arte del hombre es
la celebración de sus sentimientos en su punto de mayor coherencia.

No es posible captar la realidad sin tener en cuenta los sentimientos. Las abstracciones del
intelecto y el razonamiento tienen importancia, pero cuando ellas pierden contacto con los
sentimientos, abren el camino para los actos inhumanos y destructivos. Cuando perdemos
contacto con nuestros sentimientos, perdemos a la vez el contacto con nuestras cualidades más
humanas. Recordemos a Descartes y digamos, en una paráfrasis de su célebre frase: "Siento,
luego, soy".

Podemos manejar nuestros sentimientos en forma defensiva o bien constructiva. En la primera,
nos volvemos hacia adentro, mientras que la segunda es un expresivo volverse hacia afuera.

Libro: El Lenguaje de los Sentimientos

David Viscott



Luego de leer la guía, respondan las siguientes preguntas:



1.- Que relación existe entre nuestros sentimientos y el desarrollo profesional.

2.- Como se educan los sentimientos?

3.-Cual es la importancia del lenguaje?

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  • 2. En nuestros vínculos mostramos más de lo que formulamos con palabras; a la vez, también leemos aquello que los otros nos dicen con su mirada o con un gesto que desautoriza lo dicho, es decir que son múltiples los lenguajes que se despliegan. Sabido es que una imagen vale más que mil palabras, casi lo mismo que un gesto. Según estudios realizados en los Estados Unidos, el 35% de la comunicación durante una charla es verbal y el restante 65% corresponde a gestos, tal vez porque todos los seres tenemos habilidades innatas que nos permiten expresar nuestras emociones a través del cuerpo. El lenguaje verbal y no verbal (gestos, mímicas, expresiones faciales, etc.), componen parte del valioso entramado que rige la comunicación entre los hombres y hace posible el acercamiento, el entendimiento, o bien la confusión y la separación. Porque más allá de estos elementos que lo integran, subyace el sentimiento que alimenta las palabras y las dota de sentido. Cuántas veces amparados bajo el lema de: "Soy franco y digo la verdad", mortificamos a las personas con conceptos que pueden llegar a ser verdaderos pero están teñidos de impiedad, y herimos a ese ser al que sólo le llegó la forma en que le dijimos las cosas, con la fuerza negativa de un sentimiento que mortifica y humilla. Nuestras palabras podrán transmitir ciertas verdades, nuestro lenguaje corporal podrá acompañar o no lo dicho, pero es sumamente importante que el lenguaje de los sentimientos, que son los que dan significado y trascendencia a lo que se quiere decir, sea cuidadoso, minuciosamente analizado, para que las palabras lleguen al otro ser y sean recibidas con el sentido que quisimos darle, con el cariño que fueron alimentadas, con la comprensión que las sustenta y no se produzcan ciertos roces y mortificaciones que hieren el alma y perduran a veces, por bastante tiempo. El efecto que genera el sentimiento cuando se verbaliza o se transmite en gestos o expresiones, es enorme y a veces no somos demasiado concientes de ello, y no sólo no medimos ni cuidamos nuestro lenguaje, sino que tampoco suele considerarse la importancia que tiene el lenguaje de los sentimientos que son los que en definitiva nos acercan y nos reúnen con quienes amamos. A veces pocas palabras, pocos gestos, pero mucha comprensión de los errores ajenos y circunstancias de vida por las que cada ser debe atravesar, son suficientes para poder estar en armonía con los otros y con uno mismo. Esa armonía que es la amalgama perfecta de una expresión correcta, un pensamiento generoso y una acción honesta, todo lo cual dará paz y serenidad a nuestra conciencia. Qué valioso sería poder hacer del lenguaje verbal y gestual el instrumento más apto para la expresión de los sentimientos de bien que buscan expandirse en cada ámbito de vida diferente, en cada grupo social, en cada etapa de vida, en cada corazón donde palpita la vida. Intentemos tal vez, fortalecer aquellas palabras que buscan apoyar y expresar sentimientos positivos porque ellos conforman un lenguaje propio. "Cuando hablan los sentimientos, nos vemos obligados a escuchar y a veces, a actuar, aun cuando no siempre comprendamos el porqué. No tener conciencia de los propios sentimientos, no comprenderlos o no saber cómo utilizarlos y expresarlos es peor que la ceguera, la sordera o la parálisis. No sentir es no estar vivo. Más que ninguna otra cosa, los sentimientos nos hacen humanos. Nos hacen, en fin, semejantes." (David Viscott).
  • 3. Nuestros Sentimientos Nuestros sentimientos son un sexto sentido, el sentido que interpreta, ordena, dirige y resume los otros cinco. Los sentimientos nos dicen si lo que experimentamos es amenazador, doloroso, lamentable, triste o regocijante. Podemos describirlos y explicarlos de manera sencilla y directa, ya que no hay en ellos nada de místico ni de mágico. Conforman todo un lenguaje propio. Cuando hablan los sentimientos, nos vemos obligados a escuchar y a veces, a actuar, aun cuando no siempre comprendamos el porqué. No tener conciencia de los propios sentimientos, no comprenderlos o no saber cómo utilizarlos y expresarlos es peor que la ceguera, la sordera o la parálisis.”No sentir es no estar vivo”. Más que ninguna otra cosa, los sentimientos nos hacen humanos. Nos hacen semejantes. Los Sentimientos son nuestra reacción frente a lo que percibimos y a su vez tiñen y definen nuestra percepción del mundo. Son, en realidad, el mundo en el que vivimos. Dado que buena parte de lo que conocemos depende de nuestros sentimientos, flotar a la deriva en medio de sentimientos confusos o vagamente percibidos equivale a sentirse avasallado por un mundo confuso. El lenguaje de los sentimientos es el medio por el cual nos relacionamos con nosotros mismos. Si no podemos comunicarnos con nosotros mismos, no podemos comunicarnos con los demás. Percibimos el mundo por medio de los cinco sentidos. Las impresiones sensoriales que nos llegan por dichos sentidos deben ser integradas nuevamente por cada uno de nosotros. La manera como cada uno percibe con un sentido determinado vana, pero no tanto como la manera como cada uno "crea un sentido" del mundo que percibe. Este proceso de integrar el mundo a nosotros a nuestra propia manera, es un proceso mental básico, así como también un proceso creativo. Nuestros sentimientos son la reacción a lo que percibimos por medio de los sentidos y dan forma a nuestras reacciones frente a lo que percibiremos en el futuro. La persona que lleva dentro una gran dosis de enojo no resuelto, por ejemplo, puede tender a hallar que el mundo que encara es un mundo también lleno de enojo y con ello justificar y perpetuar su propio sentimiento. Creo que de esto cabe inferir que el mundo es en buena parte el que nosotros mismos nos creamos. En realidad, el mundo se halla mucho más bajo nuestra influencia de lo que la mayoría de nosotros advierte. Cuando asumimos la responsabilidad de nuestros sentimientos, asumimos, además, nuestra responsabilidad frente a nuestro mundo. En la comprensión de nuestros propios sentimientos reside la clave del dominio de nosotros mismos, la verdadera independencia, lo cual significa lograr el único poder real que merece ser obtenido. Si bien la idea implica que cada uno de nosotros actúa en forma autónoma, también significa que cada uno puede hacer mucho para reconstruir las piezas inconexas de su vida y llevarlas a una armonía. Si cada uno aceptase la responsabilidad de poner orden en su propio mundo emocional, el mundo más amplio podría adquirir también mayor realidad, armonía y aun paz. Despejar el misterio que rodea a los sentimientos, permite en mayor medida reconocer y comprender lo que sentimos, muestre el origen de los sentimientos, así como su dirección, a fin de que se transformen en aliados, en lugar de enemigos de nuestro propio desarrollo normal. El método básico es la comprensión es adquirir una conciencia renovada de sí mismo. A medida que expresamos en forma más abierta nuestros sentimientos, tenemos menos necesidad de precavernos con cosas que hallamos amenazadoras en el mundo, ya que en lugar de ocultarlos, la persona abierta los utiliza como guía para interpretar el mundo que vive. Quienes
  • 4. confían exclusivamente en el intelecto para encontrar su camino en el mundo no tienden a estar tan en armonía con él como quienes utilizan sus sentimientos. Los más altos logros del hombre no se encuentran en la precisión de su ciencia, sino en la perfección de su arte. El arte del hombre es la celebración de sus sentimientos en su punto de mayor coherencia. No es posible captar la realidad sin tener en cuenta los sentimientos. Las abstracciones del intelecto y el razonamiento tienen importancia, pero cuando ellas pierden contacto con los sentimientos, abren el camino para los actos inhumanos y destructivos. Cuando perdemos contacto con nuestros sentimientos, perdemos a la vez el contacto con nuestras cualidades más humanas. Recordemos a Descartes y digamos, en una paráfrasis de su célebre frase: "Siento, luego, soy". Podemos manejar nuestros sentimientos en forma defensiva o bien constructiva. En la primera, nos volvemos hacia adentro, mientras que la segunda es un expresivo volverse hacia afuera. Libro: El Lenguaje de los Sentimientos David Viscott Luego de leer la guía, respondan las siguientes preguntas: 1.- Que relación existe entre nuestros sentimientos y el desarrollo profesional. 2.- Como se educan los sentimientos? 3.-Cual es la importancia del lenguaje?