1. Martha Cáceres y Guaci
2º BACHILLERATO
EL RÉGIMEN POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN Y
SUS FUNDAMENTOS SOCIALES.-
2. Martha Cáceres y Guaci
1.- LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: ALFONSO XII.
La Restauración borbónica en España se inicia con la proclamación
como rey de España de Alfonso XII, hijo de Isabel II, tras el
pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto el 29 de
diciembre de 1874, prolongándose la misma hasta la dictadura del
general Primo de Rivera en 1923. Esta Restauración, que supone la
vuelta de la monarquía liberal y el retorno al poder de la burguesía
conservadora, con exclusión de carlistas y republicanos, se puede
dividir en dos etapas:
Etapa de consolidación, que incluye el reinado de Alfonso XII (18741885) y la regencia de María Cristina (1885-1902).
Etapa de crisis del sistema, que coincide con el reinado de Alfonso XIII
hasta el golpe militar de Primo de Rivera en 1923.
El proyecto restaurador en la figura de Alfonso XII fue preparado,
durante el sexenio revolucionario, por Antonio Cánovas del Castillo
quien, asustado por el giro democrático, social y republicano del
sexenio, consigue plenos poderes de Isabel II para preparar la vuelta al
trono de su hijo.
5. Martha Cáceres y Guaci
En esa planificación figura el envío a la academia militar de
Sandhurst (Gran Bretaña) del príncipe Alfonso, para facilitar la
publicación de un manifiesto, redactado por Cánovas, conocido como el
Manifiesto de Sandhurst (1-12-1874). Este texto supone la oferta por
éste del restablecimiento de la monarquía constitucional en su persona
para acabar con la inestabilidad política del sexenio, comprometiéndose
a ser el rey de todos los españoles –a diferencia de su madre, vinculada
exclusivamente a los intereses de los moderados- y a defender a la vez
los principios del liberalismo y del catolicismo. Su objetivo de conseguir
un amplio respaldo popular que evitase el recurso al pronunciamiento
militar para acceder al poder, fue frustrado por el inmediato
pronunciamiento de Martínez Campos que llevó a Alfonso XII al trono.
8. Martha Cáceres y Guaci
2.- LAS BASES DEL SISTEMA.-
Una vez entronizado Alfonso XII, fue Cánovas también el que fijó los
principios ideológicos del sistema y sus bases institucionales y jurídicas,
alejando los peligros que habían provocado el fracaso del régimen
isabelino. Para ello, se propuso apartar al ejército del poder político y
pacificar el país, además de conseguir la estabilidad política integrando
las diferentes concepciones liberales en un proyecto común sobre la
base de la monarquía, lo que se plasmó en la organización de un
sistema bipartidista, siguiendo el modelo británico, y en la aprobación
de una constitución lo suficientemente flexible para adaptarse a los
programas de los dos partidos.
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LA PACIFICACIÓN MILITAR.
Para la construcción del nuevo régimen, era necesario pacificar el país,
lo que se consiguió con:
La finalización en 1876 de la tercera guerra carlista que, desde 1872,
se libraba en el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo,
aboliéndose los fueros vascos y navarros.
La firma de la Paz de Zanjón en 1878, que pone fin a la insurrección
cubana iniciada en 1868, concediéndose una autonomía administrativa
a Cuba y una amplia amnistía a los insurrectos.
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EL BIPARTIDISMO.
A imitación del sistema británico de bipartidismo, los partidos políticos
leales a la Corona, llamados partidos dinásticos, eran el Partido
Conservador y el Partido Liberal, que se turnan en el poder mediante los
mecanismos propios de un sistema parlamentario, mientras que el resto de
las formaciones políticas queda excluido del juego político.
El Partido Conservador, liderado por Cánovas, se formó a partir de
la integración de los moderados, los unionistas y parte de los progresistas
de la época isabelina.
El Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, integraba,
por su parte, a demócratas, radicales y algunos republicanos moderados.
Las diferencias ideológicas y políticas entre ambos partidos eran
mínimas: más preocupados por las reformas sociales y por la educación los
liberales, y más autoritarios y defensores del orden establecido los
conservadores.
El sistema ideado por Cánovas basaba su funcionamiento en el turno
pacífico de los dos partidos dinásticos que pactaban el acceso al gobierno,
sin recurrir a los pronunciamientos militares; de esta forma, se evitaba que
la monarquía se identificara con un solo partido, al tiempo que se
garantizaba la continuidad del régimen al alejar del poder a las fuerzas
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En la práctica, el turnismo no pasa de ser una ficción de democracia
parlamentaria, que ha de recurrir al fraude electoral para sobrevivir. El
mecanismo del turno era el siguiente: cuando uno de los partidos se
desgastaba mucho en el poder, el Rey encargaba la formación de un
nuevo gobierno al otro quien, tras la disolución de las Cortes por el Rey,
convocaba unas elecciones que sistemáticamente ganaba gracias a su
falseamiento. El Ministerio de Gobernación preparaba el “encasillado” o
listas de diputados que debían salir elegidos en cada distrito,
reservando siempre algunos escaños a la oposición dinástica; ese
encasillado se entregaba a los gobernadores civiles para que lo
impusieran en la provincia y los ayuntamientos, a través del cacique
local (jefe local del partido, cuyo poder se basaba en la utilización de la
administración del Estado), recurriendo si era preciso a la manipulación
de censos electorales (voto de muertos) y actas, al “pucherazo”, la
compra de votos y la violencia. Dicho de otro modo, en la práctica el
Gobierno no dependía de las Cortes, sino que más bien era el Gobierno
el que fabricaba las Cortes.
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2.3.- LA CONSTITUCIÓN DE 1876.
El mecanismo político canovista tuvo su formulación legal en una
nueva Constitución en 1876, tras la convocatoria de unas elecciones a
Cortes Constituyentes por sufragio universal, manipuladas por el gobierno
conservador. Su contenido supone, básicamente, un retorno a las normas
de la Constitución de 1845, pero incorpora algunos aspectos de la de
1869, en especial en lo que respecta al reconocimiento de derechos y
libertades.
Las características más destacadas de este texto constitucional son:
º La soberanía era compartida por las Cortes y el Rey..
Las Cortes eran bicamerales, con un Senado elitista que garantizaba el
control del poder legislativo por las minorías privilegiadas.
º El Rey era inviolable y sus poderes fueron acrecentados: le
corresponde el poder ejecutivo, que ejerce a través del Gobierno, a cuyo
presidente nombra y destituye, y la iniciativa legislativa, con derecho de
veto y capacidad para convocar, suspender o disolver las Cortes, además
del mando directo supremo sobre el ejército.
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La Constitución no se define sobre el tipo de sufragio,
remitiéndose a una ley electoral posterior; en la práctica se
restablece el sufragio censitario, que otorga el derecho de voto
a los propietarios y a las personas con alto nivel de instrucción o
títulos académicos (en 1881, el cuerpo electoral ascendía a poco
más del 5% de la población). El sufragio universal masculino no
volvió a utilizarse hasta 1890, gracias a una ley electoral del
partido liberal.
º La libertad religiosa se recorta, reconociendo a la religión
católica como la religión oficial del Estado, aunque se admite una
cierta tolerancia, al permitirse otros cultos aunque
exclusivamente en el ámbito privado.
º Un reconocimiento formal de los derechos y libertades
individuales, aunque de hecho quedaron limitados o aplazados,
produciéndose así un retroceso con respecto a la situación legal
de 1869.
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3.- LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1885-1902)
A la muerte de Alfonso XII, su segunda esposa, María Cristina de
Habsburgo, asumió la regencia con el apoyo de los partidos dinásticos,
que firmaron el Pacto del Pardo, según el cual se comprometían a
mantener la monarquía, a respetar los turnos políticos y a conservar las
medidas legislativas aprobadas por los respectivos gobiernos.
María Cristina, respetando las funciones que le asignaba la
Constitución, otorgó el poder a los liberales, que, presididos por
Sagasta, gobernaron el país entre 1885 y 1890 (Parlamento Largo),
realizando las reformas más avanzadas del período: aprobación del
Código de Comercio (1885) y el Código Civil (1889); Ley de
Asociaciones (1887) y sufragio universal masculino (1890).
La vuelta de los conservadores al poder en la década de los
noventa supone una menor atención a los problemas sociales y el
recrudecimiento de las medidas represivas contra los brotes de
agitación social protagonizados, sobre todo, por los anarquistas.
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FUNDAMENTOS SOCIALES DEL ANTIGUO RÉGIMEN:
Se caracterizaba por unas altas tasas de mortalidad y natalidad muy
elevadas y un crecimiento natural muy débil. De forma cíclica se daban
mortalidades catastróficas (hambrunas, malas cosechas, epidemias) que
hacían disminuir de forma repentina los niveles de población. La
consecuencia general era el estancamiento de la población, entre la
segunda mitad del siglo XVIII y la primera del s XIX, en la mayor parte de
Europa se produjo la “transición demográfica”, caracterizada por la
desaparición de las mortalidades catastróficas, la disminución de la
mortalidad ordinaria y el mantenimiento de una alta natalidad. Todo esto
tuvo como consecuencia un importante aumento. En España, la transición
demográfica se produjo de manera imperfecta durante el s XIX, a causa del
mantenimiento de unas altas tasas de mortalidad. Sin embargo, la
mortalidad ordinaria experimentó una disminución relativa, a pesar de que
no desaparecieron las crisis demográficas provocadas por el hambre y las
epidemias de cólera.
La mortalidad infantil se mantuvo en niveles muy altos a pesar de que
disminuyó un poco. La esperanza de vida de los españoles era muy baja
(29 años), muy por debajo de los países más avanzados, ya que en estos
países el aumento demográfico fue paralelo a la modernización económica
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Este atraso provocó un desequilibrio entre recursos y población. La población
española aumentó en unos 8 millones a lo largo del s XIX. En cuanto a la
distribución de la población aumentó en las zonas costeras y se estancó o
disminuyó en el interior. Así, la población se concentraba en áreas periféricas.
La distribución por sectores económicos muestra el atraso tecnológico de
España respecto a otros países más avanzados. Entre 1877 y 1900 el sector
primario ocupaba el 65% de la población activa el secundario el 17.5 % y el
terciario el 18%.
Con respecto a la población urbana a mediados del s XIX sólo una cuarta
parte de la población española vivía en núcleos de más de 2000 habitantes, y
en 1870 sólo había cinco ciudades que superaban los 100.000 habitantes
(Madrid Barcelona, Sevilla, Valencia y Málaga). Hubo un progresivo
movimiento migratorio del campo a la ciudad, a pesar de que en 1900 sólo
Madrid y Barcelona superaban el medio millón de habitantes. Más significativa
fue la migración exterior. En los dos primeros tercios el s XIX se produjeron
oleadas migratorias hacia América y el norte de África. Sin embargo la
migración española a ultramar fue más importante entre 1875 y 1900 y se
dirigía a Argentina, Brasil, Cuba, Argelia.
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LA SOCIEDAD DEL SIGLO XIX.
Con el triunfo del liberalismo político desapareció definitivamente la antigua
organización estamental de la sociedad propia del Antiguo Régimen, y se
consolidó la división de clases. Desaparecieron los privilegios, los grupos
sociales se separaban en función de las diferencias económicas y la
propiedad.
La nobleza española, perdió el monopolio del poder político, mantuvo
un gran poder social y económico. La gran nobleza, rentista y absentista,
seguía siendo la gran propietaria de la tierra, sobre todo en Andalucía y
Extremadura.
La revolución liberal desamortizó los bienes de la, debido a ello, perdió
gran parte de sus propiedades. Posteriormente se normalizaron las
relaciones entre la Iglesia y el Estado liberal. Conservó parte de sus
riquezas y mantuvo una importante influencia social, monopolizando la
mayoría de la educación.
La gran burguesía, estaba formada por grandes propietarios agrícolas
y financieros, puesto que los comerciantes tenían un menor poder
económico y existían muy pocos industriales fuera de Cataluña y País
Vasco. La burguesía terrateniente y la gran nobleza formaban la
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La clase media era un grupo muy diverso y poco numeroso. Los
burócratas eran los funcionarios y militares, el grupo de los
profesionales estaba constituido por abogados, médicos e intelectuales.
Las clases populares eran campesinos y artesanos que solían
trabajar en pequeños talleres. Dentro de los campesinos había cuatro
grupos muy diferenciados: los pequeños propietarios, los arrendatarios,
los aparceros y los jornaleros, el grupo social más numeroso, en los
latifundios del sur de España eran víctimas del paro crónico y vivían en
la miseria, lo que daba lugar a revueltas.
En Cataluña y el País Vasco se consolidó la burguesía industrial y
apareció el moderno proletariado.