1. Domingo 19 del Tiempo Ordinario. Evangelio (Mateo 14, 22-33). 10 de Agosto 2014.
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.
LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
Después de que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se
le adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente
subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba
muy lejos de la tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se
les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se
asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida:
“¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”. Pedro le contestó: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti
andando sobre el agua”. Él le dijo: “Ven”. Pedro bajo de la barca y echó a andar sobre el agua
acercándose a Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y
gritó: “Señor, sálvame”. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: “¡Qué poca fe!
¿Por qué has dudado?”. En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se
postraron ante él diciendo: “Realmente eres el Hijo de Dios”.
“¡Ánimo, soy yo!”
Muchas veces no encontramos a Dios porque lo buscamos por caminos equivocados.
Tendemos a identificarlo con todo aquello que, desde nuestra pequeñez nos produce
admiración o miedo. No nos damos cuenta de que esa imagen de Dios que nos formamos no
es real, sino producto de nuestra imaginación estimulada por la soledad, o por el pánico, o por
la dura lucha contra las olas. Ese no es Dios: es una caricatura de Él; es, sencillamente, un
fantasma.
Al hacerse Dios tan pequeño, ha invertido nuestros términos, ha cambiado nuestros
esquemas. Ya no es grande lo grande; porque le Grande se ha acoplado tan bien a lo
pequeño, que lo ha convertido en una nueva expresión de grandeza. Ya no hay que mirar
hacia el cielo para descubrir a Dios; no hay que dirigirse a santuario alguno para escucharlo y
hablar con Él: se le descubre más bien, y se le escucha, atendiendo los latidos del propio
corazón, o mirando con amor a los ojos de los que viven contigo, o curando heridas de ese
desconocido que la marea de la vida ha traído hasta la playa…
Ya está todo preparado. Una vez que se consolide entre nosotros esa nueva dimensión de la
grandeza, una vez que hayamos perdido esa dichosa manía de buscar a Dios en el estruendo
y en el relámpago, una vez que nos hayamos hecho a la discreta claridad de su lámpara, a la
tenue expresión de su susurro, estaremos preparados para el paso siguiente, definitivo. Dios
se ha hecho hombre en Jesús, de tal manera ha consumado su matrimonio con nuestra
humana naturaleza que de algún modo se ha identificado con ella: ha hecho suyos los gozos y
las angustias, las tristezas y las alegrías de los hombres.
De ahora en adelante, cualquier cosa que hagamos –buena o mala- a alguien, se la estaremos
haciendo a Él. Y su voz nos llegará no sólo desde las mediaciones a que nos tenía
acostumbrados, sino también y sobre todo, desde la cercanía de cada hermano que vive junto
a nosotros.
Tiempo ha de pasar todavía, hasta que nos logremos habituar a esta nueva -¡tan sencilla!-
manera de estar y de hablar Dios entre nosotros. Seguiremos empeñados -¿cuánto tiempo
aún?- en encontrarlo “andando sobre las aguas”, o en el “viento huracanado”. Pero su voz
seguirá siempre sonando junto a nosotros, cercana y alentadora: “¡Ánimo, soy yo, no
tengáis miedo!”.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Tú eres quien pregunta: dónde está Dios? (Es verdad hay tremendas noticias)
¿Dónde lo has buscado?
¿Ya has encontrado respuesta? (hay que seguir escuchando)