2. “Gozosos en Sus Promesas”“Gozosos en Sus Promesas”“Gozosos en Sus Promesas”“Gozosos en Sus Promesas”
Romanos 8.1-30
Queridos hermanos, nuestro Padre Celestial nos ha dado preciosas promesas y en éste texto se
halla una de las más impactantes. Es la que hace que miremos hacia las nubes cada mañana y en
alabanza al Señor roguemos por Su pronta venida. Nos dice que de la misma manera que resucitó
a Jesucristo de los muertos, por medio del Espíritu Santo, también dará vida a nuestros cuerpos
mortales. El nos ha dado vida espiritual, nos prometió la vida eterna, en cuerpos glorificados.
Seremos semejantes a nuestro amado Salvador. ¿No es esto maravilloso? El tuvo que hacerse
como nosotros para hacernos como El. Uno con El.
1. Certeza y convicción de la promesa Divina
a) Cristo es la primicia (v. 11, 29): ¡Cuánto amor nos ha tenido el Padre! ¡Qué sacrificio
hermoso ha hecho por nosotros, por éstas simples vasijas de barro que se quiebran
con el paso del tiempo! Jesucristo es el primer fruto, es la ofrenda de Dios a nosotros,
es ese don más valioso que el oro y la plata. Es el primogénito entre muchos
hermanos. Es la promesa pre-concebida. ¡Cuánto amor nos ha tenido el Padre para
venir a reconciliarnos consigo mismo! Porque para nosotros era imposible, éramos
como topos que nos chocábamos en la oscuridad, que no sabíamos de dónde
veníamos ni hacia dónde íbamos. Nuestras justicias eran como trapos de inmundicia
para nuestro Dios Santo. El nos hizo nueva criatura, nos dio una vida para que la
vivamos en abundancia; en cambio el ladrón viene a matar, robar y destruir. No le
demos lugar al diablo, porque él es homicida desde el principio y es mentiroso.
Ahora somos libres en Cristo, porque El fue santo y sin mancha, cumplió la ley que
para nosotros era imposible cumplir, El puso Su vida en nuestro lugar para salvarnos
de la ira de Dios que reposaba sobre nuestras cabezas sucias de pecado, El murió por
nosotros derramando hasta la última gota de Su Santa Sangre y también resucitó
teniendo victoria sobre la muerte. Por Su Gracia, por medio de Su Sangre Preciosa
tenemos entrada al lugar Santísimo, tenemos comunión con el Padre. Por Su Gracia,
podemos rendirnos a los pies del trono del Señor, para pedir misericordia. Por Su
Gracia, seremos transformados, en un abrir y cerrar de ojos, y nuestros cuerpos serán
glorificados. Ahora vemos oscuramente como a través de un cristal, pero cuando el
Señor venga, le veremos cara a cara, conoceremos como fuimos conocidos. Andemos
en amor, hermanos, si es que andamos en Su luz, si es que Su espíritu vive en
nosotros. Seamos dignos de El. Amémonos unos a otros, porque El murió por ti, por mí
y por tu hermano que está a tu lado sentado.
b) En esperanza fuimos salvos (v.24-25): El Señor cumplirá todas y cada una de Sus
promesas hecha a Su Pueblo, El nos ama, somos Suyos. No necesitamos ver con los
3. ojos de éste cuerpo para saber que El nos acompañará hasta el fin del mundo, ni
necesitamos tocar las heridas de Sus manos ni Su costado para confiar en que El
vendrá a redimirnos. Bienaventurados los que crean sin haber visto dijo el Señor a
Tomás. Y así es, somos dichosos porque gozamos de Su presencia, vemos el rostro
sonriente de Jesús con nuestros ojos espirituales. Cada día el Señor nos sostiene con
Sus manos, detrás de cada detalle de nuestra vida cotidiana, está El controlándolo
todo, porque nada escapa de Su Presencia. Como dice el salmista: ¿A dónde me iré de
tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? El está adonde vayamos, guiándonos
hacia Su Perfecta Voluntad, alumbrando cada paso que damos. ¿Hay algo que temes
abandonar? ¿Hay ídolos en tu corazón que ocupan el lugar que le corresponde al Rey
de tu vida? ¿Vicios? ¿Comodidad? ¿Una relación inadecuada? ¿Inmoralidad? ¿Hay
preocupaciones que te impiden confiar en la absoluta soberanía de Dios? ¿Temes
compartir a Cristo por temor a las burlas? No temas, El no te abandonará. No temas a
lo que pueda hacerte el hombre porque el Dios Creador del Universo está de nuestro
lado. No te afanes por lo que vendrá, porque cada día tiene su propio problema.
Aléjate del pecado porque su paga es muerte. Ocúpate del Espíritu que da vida y
paz.(Rom. 8.6)
Por eso, hermanos, estemos firmes, que nuestras pisadas encajen con exactitud en las
huellas que nos va dejando el Señor. No nos desviemos de la fe. El vendrá por Su
Iglesia y no queremos alejarnos de El avergonzados cuando veamos llegar Su
Majestuoso Ser.
2. Los que gimen por la manifestación de los hijos de Dios:
a) La creación (v. 19-22): La Palabra de Dios nos dice que “la creación gime a una y a
una está con dolores de parto”. ¿Qué provoca este doloroso lamento? La
respuesta es muy sencilla: el pecado. Cuando Dios creó a Adán y Eva, ellos
gozaban de una íntima comunión con El. Pero al desobedecer al Señor, la muerte
entró en ellos y a sus descendientes. Desde ese momento hasta la actualidad toda
la creación se ha ido corrompiendo a causa de la maldad, la cual ha degradado la
belleza original de lo que Dios creó con Su aliento Divino. Pero ella fue sujeta a
ésta depravación por causa del que la sujetó también en esperanza. Por eso es
que gime y está con dolores de parto, porque ya no soporta tanta inmundicia y
también será libertada de su esclavitud, cuando los hijos de Dios, seamos
glorificados por nuestro Redentor. Nuestro amado Señor nos alerta sobre guerras,
hambre, pestes, terremotos y falsos cristos. Recuerden que El nos dijo que esto
será principio de dolores. El Señor viene pronto y el fin se acerca. Pedro nos
cuenta en su epístola que en “el día del Señor” los cielos pasarán con gran
estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en
ella hay serán quemadas, y se fundirán.
La creación ya no soporta ser gobernada por Satanás. Tiene náuseas de tanto olor
a muerte.
b) Nosotros, los creyentes (v. 23): También nosotros, gemimos en nuestro interior,
esperando la redención de nuestro cuerpo. Al igual que el apóstol Pablo, más de
4. una vez, exclamamos: ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte? El Señor lo hará. Mientras tanto, al tiempo que nuestro hombre interior
se deleita en las verdades de Dios, nos complacemos en caminar en compañía de
nuestro amado Yeshua. Cada día es especial, único. Deseamos que se aproxime
otro día para aprender una nueva enseñanza del Padre. Pero muchas son las veces
que cedemos a la tentación. ¿Ante qué cosas sucumbimos? ¿A quedarnos toda la
mañana durmiendo en vez de hacer algo productivo, dejándole lugar a la pereza?
¿A quedarnos en casa en vez de servir al Señor? ¿A no hablar de Dios porque
prejuzgamos la apariencia de las personas pensando que no les interesará y
ponemos límite a la fe en la obra del Espíritu Santo, creyendo que no podrá
convencer de pecado, justicia y juicio? ¿Atendiendo a los sueños y no a la
Voluntad de Dios? ¿Mirando televisión, en lugar de estudiar la Palabra?
¿Codiciando lo ajeno, envidiando, murmurando? ¡Cuántas veces nos
sorprendemos andando por los rincones sombríos del pecado! Pensamos que
nada va a suceder, si le damos un bocado a la carne. Cometemos el error de
alimentarla pero al igual que un depredador, pide más y terminamos dando más
de lo que pensábamos. Nuestras pisadas se hacen pesadas en ese sendero que
pasó de ser pradera a fango. Cuando nos percatamos estamos embarrados hasta
el cuello. En las lejanías, nuestros ojos, perciben una luz que nos es familiar. Nos
encandila pero nos acercamos como podemos, hasta que nuestras rodillas se
quiebran y se postran ante la cruz de Cristo. El nos limpia con Su Sangre Valiosa
porque es Fiel, aunque nosotros seamos infieles, porque cumple Sus Promesas.
Allí vemos Su Gracia. Allí somos pequeños como las partículas de arena que el
viento arrastra. Allí miramos a un Rey Majestuoso de ojos bondadosos y colmados
de amor perdonador. Entonces podemos decir: ¡Tus misericordias son nuevas
cada mañana, grande es tu fidelidad!
3. La gloria venidera no tiene comparación al presente:
a) Las aflicciones (v. 18,26): el apóstol Pablo nos alienta diciendo que la gloria venidera
no tiene comparación con las aflicciones presentes. En nuestro andar cristiano surgen
dificultades, pruebas, tentaciones y el Padre las coloca en nuestro recorrido con un
único fin: crecer, crecer en Su Gracia, ser transformados a la imagen de Su Hijo
Unigénito, el Primogénito de muchos hermanos.
Pero este trayecto se hace liviano porque no estamos solos, sino que el Señor Jesús,
cuando ascendió a los cielos, cumplió la promesa que había hecho: nos daría un
Consolador, enviaría al Espíritu Santo a morar con nosotros. ¡Cuántas promesas
cumplidas y cuántas por cumplir! ¡Cómo no tener esperanza en Su Fiel Persona! El
vendrá por nosotros. Entretanto, tenemos a nuestro Ayudador quien intercede por
nosotros con gemidos indecibles, para ayudarnos en nuestras debilidades. ¡Cuántas
veces lamentamos, cuántas veces lloramos en secreto! Y allí está el Santo Espíritu del
Señor pidiendo a nuestro favor según la Voluntad de Dios, porque El conoce Sus
profundidades. El intercede por nosotros, al igual que Cristo, quien intercede
perpetuamente por los que ha salvado. A su vez, el Espíritu es la garantía que tenemos
5. de ésta sobrenatural promesa. ¿Cuántas pruebas más necesitamos para confiar en Su
Fidelidad? ¿Para serle fieles? ¿Por qué nos extraviamos tantas veces? ¿Por qué
dejamos que el enemigo siembre temor en nuestro corazón? ¿O acaso no recuerdan
que él está como león rugiente buscando a quien devorar? Confiemos, hermanos
porque no es con ejército, ni con fuerza, sino con Su Espíritu. Andemos en santidad.
Obedezcamos a Su Palabra. Pidamos que nos muestre Su Voluntad y cuando la
sepamos seamos como Cristo y digamos: “Que sea como tú quieres Padre y no como
yo quiera”. Recuerden que Su Voluntad es agradable y perfecta. Cualquier cosa que no
esté en los propósitos divinos, no nos conviene. Tratemos de alinear nuestro corazón
al del Señor. Pidamos que nos limpie, purifique y andemos en Su luz, en Su amor. Si no
dejamos entrar la iniquidad en nosotros, veremos todo tan claro como si fuese el
mediodía, incluso transitando por el túnel más oscuro por el que debamos atravesar.
El estará con nosotros siempre, y cuando nos dé esos cuerpos espectaculares será
para que podamos vivir una eternidad en Su Presencia. Así que hermanos,
regocijémonos en el Señor a cada momento, en tribulación, angustia, hambre o
persecución porque nada nos separará de Su Amor. Pongámonos la armadura celestial
para andar en esas obras que El nos ha preparado desde antes de la fundación del
mundo. Seamos dignos de Aquel que se entregó por nosotros, ganemos coronas para
que en el día del juicio no estemos frente a nuestro Adonai con las manos vacías. Que
cada día nuestro corazón se desborde de ternura por nuestro Señor. Seamos siervos
fieles, esclavos de Su Amor.
b) Glorificados (v. 30): El Señor nos predestinó, llamó, justificó y glorificó. “Glorificó” está
en pasado, aludiendo al futuro. Porque ya todo está escrito en Su libro, en Su Perfecto
Plan Eterno. Hermanos, miremos a la eternidad con confianza, sabiendo que ya
estamos allí, sentados en lugares celestiales.
Vayamos de gloria en gloria, superando las pruebas y tentaciones, siendo
transformados a la imagen de nuestro Señor por medio de Su Santo Espíritu, hasta
alcanzar la medida de la estatura de un varón perfecto. Prosigan en la lucha, cultiven
la paciencia, paz, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, gozo, amor;
porque esos frutos del Espíritu serán eternos y podremos saborear de ellos para
siempre.
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene
sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”
Apocalipsis 22.17
¡Maranatha!
6. Bosquejo del Sermón:
1. Certeza y convicción de la promesa Divina
a) Cristo es la primicia (v. 11, 29)
b) En esperanza fuimos salvos (v. 24-25)
2. Los que gimen por la manifestación de los hijos de Dios:
a) La creación (v. 19-22)
b) Nosotros, los creyentes (v. 23 )
3. La gloria venidera no tiene comparación al presente
a) Las aflicciones (v. 18)
b) Glorificados (v. 30)
Sermón N° 1, Julio del 2011
Creado por Hija de Dios, con la ayuda incondicional del Espíritu Santo.
Padre Santo, gracias por darme el gozo de servirte llevando Tu Palabra, te pido que no vuelva a ti
vacía mi Señor, bendice a todos aquellos que quieras hablarles, te lo ruego en el nombre de
Jesucristo. Amén.
www.hermanoslibresdepecado.blogspot.comwww.hermanoslibresdepecado.blogspot.comwww.hermanoslibresdepecado.blogspot.comwww.hermanoslibresdepecado.blogspot.com