1. Canal del Bajo Guadalquivir o de Los Presos
El canal del bajo Guadalquivir (Canal de los Presos) es un canal de riego de 158
Kilómetros, infraestructura hidráulica destinada originalmente a poner en riego una
superficie de 56.000 hectáreas de las provincias de Sevilla y Cádiz. Actualmente riega
una superficie de 80.000 ha.
Parte del embalse de Peñaflor
(junto a Lora del Río) y llega hasta
el embalse de Don Melendo en
Lebrija.
Ya en el siglo XIX se pensaba en su
construcción, pero por ser una
obra de tal magnitud, no fue
hasta 1940 cuando se inició su
construcción, que se concluyó en
1962.
La obra se llevó a cabo por presos
políticos de la dictadura franquista, a "pico y pala", siguiendo la política de Redención
de Penas por el Trabajo, llegando a contar con unos 10.000 presos, siendo
identificados 2.000. A lo largo de su recorrido se jalonaban campos de trabajo como en
Los Merinales, El Arenoso y la Corchuela, asimismo los familiares también crearon los
poblados de Torreblanca, Valdezorras, Quintillo o el Palmar de Troya. Estos familiares
vivieron en condiciones penosas de supervivencia.
En el año 2006 al tramo comprendido entre La Rinconada y Dos Hermanas se le cambió
la denominación por "Canal de los Presos".
Un monumento a la memoria histórica de Los Merinales se instaló el día 17 de junio de
2009 en la rotonda donde empieza la finca del Charco del Pastor, antigua entrada al
campo de trabajo de Los Merinales.
Terminada, en abril de 1939, la Guerra Civil, todos los órdenes de la vida española
quedaron afectados por las nuevas condiciones políticas y económicas impuestas por
los vencedores.
Con el fin de la contienda, comenzaron los controles de residencia y desplazamiento,
las cartillas de racionamiento y el exilio o la prisión de cientos de miles de españoles
derrotados. Campos de concentración, condenas a muerte ejecutadas o conmutadas
en largas condenas de cárcel, trabajos semiesclavos, fueron la suerte de miles de
republicanos, anarquistas, comunistas, etc, capturados tras la guerra. El exilio
republicano, tanto el de los que huyeron como el llamado exilio interior de los
perdedores que llevaron una vida oscura en España, es la otra cara de la represión.
2. El Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas, fue creado en Septiembre de 1939,
con el fin de utilizar a los reclusos en obras de utilidad nacional. Uno de sus mayores
proyectos, fue la obra hidráulica del Canal del Bajo Guadalquivir, conocido
popularmente como Canal de los Presos. Entre 1940 y 1962, gracias al trabajo de los
prisioneros de guerra y de represaliados políticos, numerosos terratenientes sevillanos
transformaron sus latifundios de secano en tierras de regadío y se construyeron varios
poblados de colonización. Los reclusos confinados en los distintos campamentos del
Bajo Guadalquivir, procedían de las más diversas regiones de España, aunque un 61%
eran andaluces. Los presos vivían una existencia desarraigada, lejos de sus habituales
lugares de residencia y en condiciones infrahumanas.
Además, el trabajo que realizaron, sobre todo en los primeros años, fue de gran dureza
por la falta de instrumentos técnicos y por la propia situación de los campamentos.
Muchos de los penados, una vez que consiguieron la libertad, encontraron enormes
dificultades para rehacer sus vidas. Desterrados o sometidos a una fuerte exclusión
social, no podían acercarse a sus lugares de origen, por lo que en muchos casos no
tuvieron más opción que quedarse trabajando en el canal, ahora como asalariados
libres o libertos. Muchos fueron subarrendados a empresas privadas hasta 1970.
Los presos construyeron 30 km. de los 160 km. que tienen el canal en su totalidad,
concretamente, el tramo que comprende desde La Rinconada, hasta Dos Hermanas. El
trabajo de los presos finaliza en la intersección con el canal del Salado, que tiene su
origen en la presa “Torre del Águila” (también construida parcialmente por los presos
políticos) en el término municipal de Utrera y junto a la localidad de El Palmar de
Troya.
No fue la única obra que se realizó por presos políticos en Andalucía, pero sí la más
significativa, al menos en las comarcas occidentales. Fueron unos 110.000 presos los
que trabajaron como esclavos en la España franquista.