3. Descripción de la ruta
Se trata sin duda de una de las rutas más conocidas por haber aparecido en distintos medios de
comunicación como la sección Ruta Verde de El País (Serra, s.d.), o el coleccionable del País Aguilar
(Datcharry & Mardones, 1995), el libro Madrid, a la búsqueda de su naturaleza (Acero, 1995), o el más
antiguo de todos, El suroeste de Madrid a través de una vía de tren abandonada (Grupo Chrysaetos, 1989),
aunque es posible que sean pocas las personas que la hayan realizado tomando como punto de partida el
pueblo de Navas del Rey.
Dividiremos el recorrido en tres etapas:
Primera etapa: Navas del Rey (altitud 710 m) - Colonia El Puente (altitud 520 m). Distancia: 5 km.
Partiremos del pueblo por la antigua carretera hacia el puerto de San Juan, dejando la Iglesia a nuestra
izquierda y tomando, a unos 500 metros, la pista que conduce a la urbanización de El Morro y que recibía
tradicionalmente el nombre de Cañada de los Segovianos. Descenderemos hasta un valle en el que
encontramos algunos de los mejores pastos del término y
donde, hace unos años, también se encontraban algunos
huertos. A unos 700 metros del comienzo de la pista
encontramos a la izquierda una higuera de grueso e intrincado
tronco, y 50 metros más adelante el camino de Bajondillo, a la
derecha, que será el que tomemos.
Discurre el camino de Bajondillo entre suaves lomas antaño
tierras de labor, hoy día zonas de pasto para los rebaños de
ovejas y cabras, algunas viñas, pinos piñoneros, encinas
mezcladas con retama, en un paisaje que se antoja muy
modificado por la actividad humana.
Cuando llevamos recorridos unos 800 m de este camino,
podemos observar que paralela a nosotros, por la derecha,
discurre la conducción de agua de Picadas a Valmayor,
construida por el Canal de Isabel II en los primeros años
noventa para asegurar el abastecimiento a algunas
poblaciones cercanas a la capital. Los efectos de esta obra
afectaron particularmente a una vegetación de monte bajo compuesta por cantueso, tomillo y retama, y,
aunque se realizaron algunas labores de repoblación, aún son visibles. Enseguida encontramos un cambio en
la composición florística pues atravesamos el arroyo de Valgranado, tocando los 650 metros de altura; vemos
ahora una vegetación propia de zonas húmedas con junco churrero, algunas cárices y también mentas.
Y hablando de naturaleza, la fauna es más esquiva, pero podemos observar algunas aves y pequeños
mamíferos. Es éste el dominio de las perdices, abubillas, urracas, cogujadas, abejarucos y conejos, entre
otros, aunque, en ocasiones, también podremos observar las huellas de algún jabalí y de algún zorro.
Tras este vallejo, una pequeña subida de unos 400 metros en la que dejamos algunas casas a nuestra
izquierda nos sitúa a 680 metros de altura y nos asoma, en dirección sur, al valle del Alberche pudiendo
distinguirse al fondo uno de los puentes de la vía de tren que corre paralela al embalse de Picadas, y al que
llegaríamos bajando por el llamado barranco de la Casa Nueva. Podemos aprovechar un momento en este
alto para recuperar aliento tras el repecho y mirar la panorámica del otro lado del Alberche, en la que, si el día
es claro, podremos distinguir de oeste a este entre otras elevaciones el Altolamira, con 1038 metros de altura,
seguido del cerro de Valdenoches.
En esta zona el relieve es un poco más irregular y el suelo más pobre, por lo que la falta de actividad agrícola
ha favorecido el hecho de que las encinas rebroten de raíz formando pequeñas carrascas. Este es
precisamente el nombre de una finca que da denominación a la zona que alcanzamos inmediatamente “La
Carrasca”, a unos 3 km del inicio de nuestro recorrido. A este punto también es posible acceder en coche o
en bici por el llamado camino de la Carrasca o camino de San Martín, que arranca de la antigua carretera
C-501, hoy denominada M-855, justo donde comienza el puerto de San Juan. Esta vía será la que sigamos
tomando hacia la izquierda y bordeando el cerro de San Juan (706 metros de altura), hasta llegar a la colonia
de El Puente, a orillas del Alberche.
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4. Prácticamente todo el camino es descendente, en algunos tramos incluso resulta algo peligroso si el recorrido
se realiza en bicicleta, por lo que recomendamos prudencia: si no se está muy acostumbrado a este tipo de
camino es mejor apearse y hacer el tramo a pie. Son varios los caminos y rodadas que se nos van
presentando en este trayecto; para no despistarnos seguiremos las siguientes señales: a unos 800 metros de
tomar el camino de la Carrasca hay un cruce, seguimos de frente y a unos 100 metros, tomamos el camino
de la derecha que se va estrechando. Nada más iniciarlo encontramos a la derecha un gran pino piñonero
con una chapa del ayuntamiento de Navas del Rey, y rápidamente, unas casas a la izquierda. Si somos
observadores nos daremos cuenta de que la vegetación aquí es más densa, aparece la jara pringosa y gran
número de encinas jóvenes recubiertas por líquenes; ésta es una buena señal de que el aire es limpio (los
líquenes se usan como indicadores biológicos de la calidad del aire), de que la actividad humana en la zona
es reducida (se utiliza casi exclusivamente como coto de caza) y de que la influencia del Alberche ya se deja
sentir.
Hablando de rocas
Entre la vegetación y en dirección oeste podemos
ver parte del embalse de San Juan, y dedicando
unos minutos apreciar las diferencias entre la
litología que hemos podido ver hasta ahora y la que
observamos a través de nuestros prismáticos en las
inmediaciones del embalse. Si hemos mirado al
suelo de vez en cuando, habremos visto bellísimos
fragmentos de cuarcitas (rocas de color blanco y
bordes aristados en las que a veces se encuentra la
forma prismática del cuarzo cristalizado), así como
otros de gneises y esquistos, todas ellas rocas de
origen metamórfico (resultado de grandes
presiones y temperaturas en el interior de la corteza
terrestre), estas dos últimas caracterizadas por la
presencia de bandas y nódulos claros y de láminas,
respectivamente. La transformación de estas rocas
da lugar a un suelo arcilloso.
Por el contrario, los cerros que rodean el embalse de
San Juan, como las Cabreras y el cerro del Yelmo,
que veremos más de cerca desde otros puntos del
recorrido, son de naturaleza granítica. Es el granito
roca plutónica, llamada así por formar grandes
masas o plutones y originarse por enfriamiento de
las bolsas de magma (rocas fundidas) en el interior
de la corteza. Esta roca está presente en todo el
Sistema Central, siendo fácil observarla tanto en la
Sierra de Guadarrama como en la de Gredos, es
decir, en las dos cadenas montañosas que se
encuentran en el valle del Alberche justo en esta
zona.
Comienza ahora una fuerte bajada paralela al desmonte de la conducción Picadas-Valmayor, cuya pendiente
próxima al 20 % junto con el mal estado del camino hacen aconsejable realizarla a pie; en lo alto, detrás de
nosotros queda el tubo de hormigón desde donde se bombea el agua y que no deja de ser impactante pues
rompe la armonía del matorral circundante.
Tras unos minutos de continuo descenso, y a cerca de los 5 km de iniciar nuestro recorrido en el pueblo,
llegamos a la colonia de El Puente de San Juan, donde se puede aprovechar para realizar un alto, tomar un
refresco y acercarse al Alberche. En este punto vemos la desembocadura del arroyo de Valdezate y, en la
orilla opuesta, el área recreativa del ayuntamiento de Pelayos de la Presa. Según la forma de hacer el
recorrido, habremos tardado entre media hora y hora y cuarto aproximadamente, en bici o andando.
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5. Segunda etapa: Colonia El Puente- Comienzo del camino del Morro. Siguiendo la vía (Altitud: 520 m).
Distancia: 3 km
Desde El Puente deberemos
recorrer unos 500 metros por la
carretera M-501 para cruzar el
puente sobre el Alberche, y,
enseguida tomaremos una pista a
la izquierda que conduce al área
recreativa, zona en la que se une al
río el arroyo del Molino de la Presa
procedente de Pelayos.
En este punto encontraremos
retazos de la antigua vegetación de
ribera como juncos, eneas, algún
sauce, escasos alisos y chopos,
aunque abundan más los árboles
de sombra plantados por el ser
humano como las falsas acacias,
también algunos madroños forman parte del
sotobosque. A pesar de lo umbroso y fresco del
lugar, la proximidad del vertido de la depuradora
situada unos metros más arriba nos hace preferir
pasar un poco de largo para introducirnos en el
desfiladero del embalse de Picadas.
Pronto el asfalto deja paso a la tierra y las paredes
de esquistos y gneises flanquean nuestro avance
por la ribera derecha del río, que por la orientación a
umbría resulta la más fresca. En invierno, las
frecuentes heladas hacen aparecer bellísimos
cristales sobre los restos vegetales cubriendo de un
manto blanco el suelo, dato importante a la hora de
hacer el recorrido pues también el camino puede
helarse y hay que tener cuidado.
Como suele ocurrir cuando se modifican los cursos
fluviales embalsando el agua, los bosques de ribera se
ven inundados en el fondo del valle y, solo en el curso
de los años, los árboles vuelven lentamente a colonizar
las orillas. Esta es la causa por la que a lo largo de
estos 2,5 km aproximados, encontremos sólo de vez en
cuando sauces junto al río, acompañados por zarzas,
alguna rosa silvestre y junco churrero, mientras en la
mayor parte del recorrido es la vegetación circundante,
constituida por encinas, grandes pinos piñoneros,
escoba, jara blanca o jara estepa, torvisco, cornicabra,
entre otras especies, la que se acerca al cauce.
Cubriendo el suelo y las rocas un manto de musgos y líquenes delatan la mayor humedad de esta ladera, en
relación a la opuesta, orientada a solana y con un suelo mucho más empobrecido en especies, salvo en los
pequeños vallejos de los arroyos, donde la orografía permite una mejor conservación de la vegetación
original.
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6. El aliso
Se trata de un bello árbol de ribera que prefiere
suelos ácidos, apareciendo por ello más abundante
en la mitad occidental de la Península, junto a
fresnos y sauces.
Su madera es muy apreciada y fácil de trabajar,
siendo utilizada tradicionalmente en ebanistería y
para hacer carbón vegetal. Su resistencia al agua la
hace útil para realizar pilares en zonas encharcadas.
Baste mencionar como curiosidad que muchos
pilares de la ciudad de Venecia están realizados con
madera de aliso.
Pero quizá uno de los mejores valores que tiene
este árbol es que sus raíces poseen nódulos
fijadores de nitrógeno, resultando así una especie
que mejora el suelo en el que crece.
Entre la fauna, en ocasiones podremos ver especies ligadas al medio acuático como la polla de agua, el
somormujo lavanco, el ánade real, el pato cuchara, el cormorán o el porrón, además de otras aves comunes
en la zona como abejaruco, abubilla, martín pescador y avión, y en los riscos, águilas de majestuoso vuelo,
más visibles desde las zonas altas. En el bosque de galería otros pájaros como el chochín, ruiseñor o el mirlo,
y en las proximidades animales de otros grupos como ranas, culebras de collar, gallipatos y algunos
pequeños mamíferos como el musgaño y la rata de agua. Durante los fines de semana veremos algún que
otro pescador en busca de relajación y de las especies más frecuentes en la zona como el barbo, la boga
ibérica, la bermejuela y la colmilleja.
La abubilla
Una de las aves más bellas de nuestro entorno con su cuerpo
listado de blanco y negro y su vistoso penacho dorado.
La abubilla incuba en huecos de árboles podridos, en montones
de madera, en grietas de rocas, muros o pozos.
Los polluelos y también la hembra mientras incuba, desprenden
una secreción defensiva pestilente de sus glándulas uropigiales,
de forma que ahuyentan a los depredadores.
En septiembre suelen emprender vuelo a África en solitario o en
pequeños grupos.
Este tramo forma parte del trazado de la vía de
tren que pretendía unir Villamanta con San
Martín de Valdeiglesias y las Rozas de Puerto
Real, llegando incluso a Arenas de San Pedro.
La idea es que sirviera de conexión entre la vía
Madrid-Almorox y la de Madrid-Cáceres, para
utilización fundamentalmente militar, según un
Real Decreto del 21 de Marzo de 1927. En 1930
el Estado se incauta de la línea Madrid-Almorox
y también se hace cargo de la construcción del
llamando Ferrocarril del Tiétar a través del
Ministerio de Obras Públicas, terminándose la
explanación en 1934. Se llegó a inaugurar un
tramo entre San Martín y Pelayos, pero
posteriormente la guerra causó graves
destrozos en la vía. Finalmente, tras estudiar la
conveniencia o no de terminar con el proyecto,
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7. se decidió que no merecía la pena.
Aunque nosotros recorreremos sólo un trayecto de unos 3 km de la vía, el camino se prolonga hasta la presa
de Picadas, durante aproximadamente 4 km más. El primer puente que cruzamos está a unos 7,5 km del
punto de partida (1,5 km del área recreativa) y nos sirve para atravesar el llamado arroyo de Mataloros, bajo
el cerro Pocito; el segundo, unos 500 metros más adelante, cruza el embalse de Picadas, situándonos ya en
la margen izquierda del río, donde se va a mantener hasta la presa. Hasta este puente, habríamos estado en
el término de San Martín de Valdeiglesias, regresando ahora al de Navas del Rey.
Tercera etapa: Picadas (altitud 520 m)-Navas del Rey (altitud 710 m). Distancia: 5 km
Más o menos en el km 8,5 del itinerario
llegaremos a un ensanche de la vía en el que
encontramos unas casitas rodeadas de altas
paredes de gneises glandulares, y en cuyas
proximidades hace unos años podíamos
observar un panel con información sobre las aves
rapaces de la zona realizado por la Escuela
Taller Dehesa Real, hoy desaparecido. En esta
zona desemboca el arroyo del Barranco del
Fresno que discurre por la derecha de la Cañada
de los Segovianos o camino del Morro; este será
el que nos conduzca al pueblo en unos 5 km.
Antes de dejar el río, una mirada a la orilla
opuesta nos muestra una bellísima
imagen llena de contrastes de nuestro
monte mediterráneo, más llamativa en
otoño cuando arbustos como la
cornicabra se vuelven rojizos.
Si nos apetece, a unos 200 m sale un
camino de tierra que nos lleva a una loma
donde queda una casa en ruinas, al
parecer de la época de la construcción de
la vía. Desde este promontorio podremos
dar nuestra despedida al Alberche antes
de afrontar una fuerte subida hasta la
urbanización del Morro.
El primer tramo discurre entre pinares y
se suaviza por las amplias curvas que se
describen, pasando de 520 a 670 m de
altitud en poco más de 1 km (15 %). Más
arriba, pasado el Morro, atravesaremos
zona de encinar, hoy ocupado sobre todo
por retama, cantueso, carrascas aisladas,
algunos viñedos, almendros e higueras, y la
última parte, por huertas y prados.
La fauna vuelve a ser la misma que en el
primer tramo, y si el tiempo acompaña,
disfrutaremos de unas bonitas vistas, tanto
de la Sierra de Gredos como de las últimas
elevaciones de la Sierra de Guadarrama, así
como de unas increíbles puestas de sol.
Mª José Morales y Francisco Navarro | Ruta G 2-2: El río Alberche. Página 7
8. Mª José Morales
Francisco Navarro
Bibliografía.
• ACERO (1995) Madrid, a la búsqueda de su naturaleza.
• DATCHARRY & MARDONES (1995) Coleccionable del País Aguilar
• GALÁN CELA, P., R. GAMARRA & J. I. GARCÍA (1998) Árboles y arbustos de la Península Ibérica e
Islas Baleares. Ed. Jaguar. Madrid.
• SAUER, F. (1982) Aves terrestres. Ed. Blume. Barcelona.
• SERRA, s.d. Sección Ruta Verde de El País.
• GRUPO CHRYSAETOS (1989) El suroeste de Madrid a través de una vía de tren abandonada.
Mª José Morales y Francisco Navarro | Ruta G 2-2: El río Alberche. Página 8