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Mudio acerca conquisia
   históriio dela
                                   DE




                                                  LEMA
                                     Cum semine eorum perma-
                                   nent bona.
                                               Eclesiastes    XLIV.

                                POR

     PRUDENCIO                            MORALES                         E
                                                                          a

                   --+-~~~~


Bedicado    al Excmo.     Iltmo.    Sr.      Dr. Don Adolfo       POrez
   Muñoz,    celosísimo       g caritativo     obispo     de @anahas.
                           En testimonio         de veneracióq.

                                          8e   @kt&toú.



                                                                          õ
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    Estudio eerculaconquista
        histórico 4e                      d
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        GRAN CANARIA                       m
            ----W-5--                     :t
                                           I
    Premiado    en 103 Juego3 Flozxle,5
celebzado3   po~ la Socieclad EL RECREO   s
                                          i
                                          d
en La3 Palrna~ á 25 de Junio de 1910.     t
                                          2
                                          !
ESTUDIO HISTC)RICO
                   LA          QONQUISTA
La’Real Gdula de 13 de Mayo de 1478.-Las                      fechas
    de la expedicih de Juan Rejón.-Fundacibn                  del
                        Real    de La;a Palmas



          OR primera vez en estas islas publicase ahora integra
          la Real Cédula de 13 de Mayo de 1478. Que en 15 de
          Octubre de 1477, en Sevilla, ante el escribano Bartolo-
          mé Sànchez de Porras, se celebró la cesión y ajuste,
par,virtud     de los cuales tomaron     sobre sí los Rkyes     Cató-
licos la empresa de la conquista de Gran Canaria, Tene-
rife y Palma. Que la Reina Isabel expidió en Sevilla Real
Cédula,  en 12 de Mayo de 1478, previniendo  al Obispo de Ru-
bicbn, Fray Juan de Frias, al Dean .Becmudez .y al ge[n&
Rejon que no perturbasen   .en sus dominios à los sefiores de
Lanzarote, Fuerteventura y Gomera. Que en 26 de Mayo de
,l478 expidióse.otra Real Cédula dirigida á Diego de Herrera,
conminaqdo con penas a los que facilitasen .recursos $ los por-
 tugpeses ,que as,piraban à la conquista de estas .islas. Estos
 documentos, literales 6 en relación, por noción directa 6 indi-
recta, fueron conocidos de los cronistas é historiadores de
 Canarias ,hasfa Viera y Clavijo que escribió su obra ep ,los
 @os 1772, 172, 1776 y 1783.
6-

      Pero la Real. Cédula de 13 de Mayo de 1478, aprgbatoria
 del asicrrto ó c~~itutación       cclcbrado cn 20 (Ic Abril de 1478,
por Aifonsq dë Palencia, coronista é S&retario               é deC Con-
sejo de S. A. para el aparejo y expedición de la Armada que
había de conquistar       la Gran Canaria, que es propiamente        el
mandato soberano para poner por obra el designio de la con-
quista, no fué conocida, entre nosotros, hasta muy entrado el
siglo XIX.
      Extraña,    en verdad,     que antes no se conociera, dada su
capital importancia.     Y más aún habiendo en cuenta que se co-
nocía la existencia del asiento. Por las copias y noticias que
quedan de nuestros archivos, saqueados y pasto de incendios,
no sabemos que hubiera traslado            ó registro de ella. Viera y
Clavijo,     que redujo à fàbrica, magnifica         é imperecedera, lo
que era confwo montan de crónicas, memorias y papeles, y
que e>riqueció     nuestros    anales, acudiendo à fuentes autknti-
cas en la Península, en Roma, en ParíS y en Viena, no cono-
ci la Real Cedula.
      Súpose su existencia y leyóse su texto en la colección de
Fernandez Navarrete,        tomo 2.“, página 390, editada en Ma-
drid en 1823. Posteriormente,        con mejor tipo de letra, publi-
cóse à la pàgina 62 del tomo XXXVIII            de la «Cotecci&z de
documentos inddiios relativos al descubrimiento,     conqujs-
ta y organización   de las antigaas posesiones espaÍíoIas
de Arnér~ca y Oceanía sacados de los Archivos del Reino
y muy especialmente     det de Indias», editada en Madrid en
 1882. Nuestro docto historiador        Millares,    que hizo estudio
concienzudamente     crítico de la época interesante          de la con-
quista, depurando    datos, desvaneciendo          errores,    y recons-
truyendo la verdad histórica,     cita la Real Cédula,, pero no ‘Ia
transcribe   ni hace apenas relación.
      Será enojosa ó pesada su lectura para espíritus superfi-
ciales y ligeros, no para quienes sepan amar a historia de .su
pais y gozar los deleites de su glorioso          abolengo.     Hay que
leer la Real Cédula con respeto y veneraci6n.            En ella està la
Purísima ejecutoria   de kestro    entronque crin la madrepatria.
      Hela aquí:
      «SEVILLA-MAYO         13 DE 1478~(Registro            del sello de
Corte en Simancas)-Doña        Isabel... etc-Por        cuanto el Rey
mi scfior é yo hobimos dado cargo à vos, Alfonso de Palencia,’
mi Coronista    é Secretario,    é del nuestro     Oansejo, para que
por vigor de nuestra comisión é mandamrente               entendiese&&
en el aparejo é expedición       de la armada que Nos, mandamos
ir ti las Islas de la Gran Canaria, é à las otras islas de Ca
narias infieles; é vos, entendiendo       ser así complidero    8 nuestro
 servicio é al mas presto é mejor aparejo de la dicha armada,
 ficisteis cierta concordia é asiento con el Obispo de Róbigo:
é de las dichas Islas D. Fray Juan de Frías, é con los otros
 Capitanes D. ‘Juan Bernuídez, Dean de las dichas islas, nues-
 tro Capellàn, é Juan Rejón, nuestro criado, según se contic-
ne en una Escritura       6 Capitulación     que paresce firmada          de
vuestro nombre, el tenor de la cual es este que se sigue: «Por
el Rey é Reina nuestros Señores:           mandaron     tomar cargo à
mi, Alfonso de Palencia su Coronista           é su Secretario    é de su
 Consejo, que entendiese en todo el expediente            de la armada
que sus Altezas mandan ir en la Isla de la Grande                Canaria,
para sojuzgarla    á su Corona      Real, é para expeler,      con el fa-
vor de Dios, toda superstición         y heregías que alli y en algu-
nas otras Islas de infieles usan los canarios y otros paganos,
de la cual santa empresa sus Altezas quisieron que fuese don
Juan Bermudez, Dean de Róbigo, é de las dichas Islas, su Ca-
pellàn, é Juan Rejón, su criado;         é fué asi mesmo mandado
por   sus Excelencias         que para   mejor    dirección      dc la dicha   em-
presa, fuese allá personalmente      el R. P. in Cristo      D. Fray
Juan de Frias, Obispo de Róbigo,       é de las dichas yslas, el
cual por dar obra entera, con la merced de Dios, à tan santa
empresa, se hobo de obligar à grandes cuantías de maravedi-
ses que fueron para ella necesarias, acorddse que para su se-
guridad se le diesen algunos saneamientos          de los señores
Contadores    mayores que en este negocio hobieron de enten-
der, según màs largamente       en los dichos saneamientos         se
contiene; pero non se pudiendo con todas las particularidades
que adelante   podrian   recrescer   declarar   los dichos sanea-
mientos, fué necesario que yo, el dicho Coronista,         como per-
sona dada é diputada para encaminamiento         é solicitud del di-
cho   cargo,   espccificasc      cn la presente      Escritura     toda   la suma
de lo acordado, porque después non intervengan       dnbdas ni
achaques, en dafto 4 perjuicio  del dicho Señor Obispo,    ni de
los dichos Capitanes,  ni de las otras personas   que llevaren
otros cargos para la dicha empresa: é la primera    declaración
-8-

que comple para saneamiento del dicho Señor Obispo que to-
das aquestas cuantías de esta expedicion, por la mayor.parte,
tomó sobre sí, pareció ser honesto que yo, el dicho Coronista
de parte de los dichos SeAores Rey é Reina, asegurase à su
Reverenda Paternidad, que sus Altezas mientras se conquìs-
tan las dichas Islas de Canarias de infieles, dejaran en manos
del dicho Señor Obispo        el coger   é sacar     de la. orchilla      que
 hay en la dichas yslas, de tal manera que otro non la coja ni
 saque, sinon quien él quisiere, fasta las soj,uzgar é pacificar
 las dichas Islas de Canarias moradas de infieles, porque aques-
 te emolumento que la tierra allí produce sea como alivio de
 sus cargos é trabajos; é aun porque si la dicha orchilla se de-
rramase à muchas manos era de muy poco é de ningún valor,
 seyendo ella de tal calidad que luego se adislarfa, é andando
 en mano de uno es de algun precio, é en manos de muchos se-
 ría d&trución de todos; é por aquestas causas se, acordó que
 quedase en la forma que solía estar; conviene à saber en una
 mano, é llendt: aguru los dichos capitanes lo lier1e11 asi asegu-

rado; allende de aquesto fué menester declaración, por lo que
montaron las veinte lanzas de la Hermand.ad, con las cuales
los dichos Señores Rey é Reina mandaron favorescer à la di-
cha empresa, porque ninguna persona pueda en el tiempo ad-
venidero, con color de mas servir à los dichos Rey é Reina,
entrometerse en demandar cuenta ó ganancia de parte por
respeto de las dichas veinte lanzas, pues que la voluntad de
sus Altezas de cierto, fué dar obra à servkio de Dios é suyo,
é sojuzgar á los dichos infieles que de verdad en lo temporal
deben ser sujetos à su Corona Real, y en lo espiritual son de
la Metrópoli de Sevilla, à la cual la Iglesia de Kóbigo es so-
fragaña; é quisieron que en la dicha Isla de la Grande ,Cana-
ria, según mandamiento de la Sede Apostúlica, se edificase la
Iglesia Catedral, é la dicha Isla se poblase de personas cató-
licas sus naturales, é que para seguridad de Eelesiàsticos é
Religiosos   15de Seglares,    se enfortalesciesen       los Puertos       de
la dicha Isla con tales edeficios é fabricas,. que permanescie-
sen allí seguros   los que ende poblasen,      é non pudiesen           reci-
bir daño de los adversarios de la dicha Corona de Castilla,,6
de otras algunas gentes advenedizas; para las cuales fabricas
tan complideras se llevan dende agora muchas ferramientas é
pertrecbx    que montan       mayores    sumas de maravedis            de los
-Y-

que suman las dichas veinte lanzas, cuanto mas que se llevan
para ello muchos mantenimientos, de los cuales é de los di-
chos pertrechos é ferramientas, ha de dar cuenta à los dichos
Señores       Rey é Reina su Receptor,      el cual después    debe   dar
 relación de lo que con ello se face, que es cierto que allende
de la suma de las dichas veinte lanzas se habrán de expender
 é gastar muchas otras cuantías que resultarán en provecho é
 honra de la Corona Real. Asi mesmo, por cuanto el dicho Se-
ñar Obispo hobo de tomar prestado para dicha empresa, pri-
mero por acuerdo de los Sehores Cardenal é Legado, é des-
pues por acuerdo de los dichos señores Contadores mayores,
é por algunos Seiiores del Consejo de los dichos Señores Rey
é Reina, cuatrocientos      é veinte mil maravedis de Micer
Agostin de Espindola, Tesorero de lo que se recibe de la
Indulgencia otorgada por nuestro muy Santo Padre para la
conversión de los infieles de Canarias, é para edefica%n
de Iglesias     é Monasterios,   é para     sustentación    de los Ecle-
siàsticos é Religiosos que en las dichas yslas permanescen é
permanescieren, é trescientos mil maravedis de Pedro: de
Setien,   vecino    de Burgos,   Tesorero     de lo que se rescibe        de
  13 dicha Indulgencia por la mayor parte en los Arzobis-
  pados é Obispados de estos Reinos de Castil1a.é de León; é
  se obligó el dicho Sehor Obispo à ellos en cierta forma, de ma-
 nera quel arisco del dicho emprestido é suma, carga sobre él
 .é sobre su fíador, que fue el dicho D,. ‘Juan Rermudez; é
 así mesmo carga el flete de algunos .navios, que asf mesmo el
 dicho Señor Obispo fué fiador juntamente con la paga, del
 sueldo de los marineros en la forma que puede paroscer por
 las obligaciones qtmsobrello están fechas, .es de buena r&ón
.pues non se pudiera expedir la dicha flota, nin encaminarse la
 dicha empresa sin que el dicho Señor Obispo é su fiador, ho-
 bieran habido prestadas las dichas cuantías, é se estima ser
cabdal suy. lo.que ende se puso como             cabdal    de cualquier
otro armador, declararse por la presente, según debieron de-
clarar los dichos Señores Contadores mayores, que en la pre-
sa con la grac,ia de Dios se ficiese, se tenga la orden siguien-
te: que de ella se haya de sacar el coste, si alguno fuere, é
luego el Quinto de los dichos Señores Rey é Reina, é des-
pués entre lo que copiere à las partes de los armadores reci-
ba de su parte el dicho Obispo todo lo restante. Fué fecha
-ío-
esta declaración       por mí, el dicho Coronista,      para alguna se-
guridad del dicho Sefior Obispo, e de su fiador, en la Cibdad
de Sevilla á veinte dias del mes de Abril, afro del Nascimien-
to de nuestro Redentor Jesucristo,           de mil e cuatrocientos        e
setenta é ocho años, demandàndolo            así el dicho Seiior Obispo
y el Dean. su fiador, porque yo usando de la abtoridad                  que
los dichos Señores Rey é Reina en este negocio de esta dicha
empresa me habían dado, les diese algtin camino de descargo,
e solicitase con sus Altezas la aprobaci6n de todo lo susodi-
cho.-Alfonso        de Palencia.»-Por      la cual dicha Concordia         é
                                                                               ;
Capitulación      paresce que vos el dicho Coronista aseguràsteis
à los dichos Obispos e Dean, su fíador, solecitariades               nues-
                                                                               s
tra.aprobación       de todo lo susodicho en la dicha Capitulación             d
contenido. E agora como quier que por la dicha vuestra                  Es-    0
critura é Capitulación        e Concordia    ellos pueden ser seguros,
porkayor       firmeza me suplicàsteis       e pedisteis    por merced,        E
                                                                               a
que confirmase        e aprobase, e si necesario es, de nuevo otor-
gase el dicho asiento e Conc’ordia e Capitulación,             por vos el      t
                                                                               5
dicho Coronista        fecho con los dichos Obispos e Dean e Ca-               Y
pitanes, e Yo tóvelo por bien; e por la presente apruebo todo-                 H
                                                                               m
lo contenido en la dicha vuestra Capitulación,            asiento e Con-
cordia, segun é por la mesm:l vía y forma que vns, el dicho                    ,F
Coronista     lo asentasteis e capitulasteis      e se contiene en la di-      i
                                                                               d
cha Escritura,      firmada de vuestro nombre de suso encorpora-
                                                                                E
da; e por esta mi Carla do libre e entera facultad               al dicho      b
 Obispo para que use e pueda usar enteramente                 de todo lo       !
                                                                               :
contenido en la dicha Capitulacibn,          e de cada cosa e parte            i
 dello, e prometo que así le serà todo guardado              e complido.        f
                                                                               5
 Fecha en la muy noble e muy leal Cibdad de Sevilla,                 trece     0
días del mes de Mayo, año del Nascimiento              de Nuestro Señor
Jesucristo de mil e cuatrocientos         e setenta e ocho años-Yo
la Reina-Yo        Alfonso de Avila, Secretario       de nuestra Señora
la Reina, la fice escrebir por su mandado.-Registfada-Die-
go Sánchez.»
-   ll -


                                        ll

       ,$uales fueron las fechas de la expedición               conquistado-
 ra? ¿De qué puerto salió? ¿A qué puerto llegó? &uantos                        bu-
 ques vinieron y de qué clase 6 aparejo?               ¿Quienes     vinieron?
 Circunstancias     son estas interesantísimas.          Que de anteriores
 expediciones,   ya por su lejanía cronológica,           ya por su carác-
ter fortuito ó aventurero,     ya por no existir testimonios                 cier-
 tos, sea punto menos que imposible saberlas, se explica.                      Pe-
 ro, tratándose   de una expedición          regular,     ordenada      por la        ;
 Corona, preparada      con anticipación,       en lo cual halla su prin-
 cipio un periodo histórico que corre ya por cauce definitivo,                        6
                                                                                      d
 con cronistas que formaron        parte de la misma, parece natural
que sean indudables        y perfectamente            conocidas    talessir-          0
 cwnstancias.
                                                                                      i
       Y no es así.
       Con Juan Rejón, el caudillo de la Armada,               vino el cro-           t
nista Antonio    Sedeño 6 Cedetio, natural de Toledo.                Escribió         5
                                                                                      B
 una crónica, la cual, segun hoy la tenemos, es concisa y harto
lacónica. Pasó seguramente         por mano de muchos copistas, y                     i
 hay señales de mutilaciones       é inexactitudes.       Fija la salida del          s
Puerto de Santa María en 23 de Mayo de 14% y la llegada                           á   i
 Canaria el dia de San Juan al amanecer. Estos datos no pue-
 den ser mas erróneos. Pone la salida uada menos que siete
años antes de la Real Cédula, ya transcrita,             ordenando       lo ne-
cesario para la conquista.     Y hace tardar á las naves, de quie-
nes hablan otros cronistas como impelidas por vientos                      favo-
bies, cerca de un mes.
      Pedro Gómez Escudero, Capelhin, que vino después, con
Pedro de Vera, y cuya crónica, más detallada que la de Sede-
ño, no corrió mejor suerte, según todas las trazas, en manos
de copistas, dice exactamente          lo mismo: «Salió la Armada
Real para la Gran Canaria del Puerto de Santa María el año
de 1469 á 23 de Mayo; tuvieron          buen tiempo la vuelta N. E. á
S. 0. y víspera del Señor San Juan Bautista                   descubrieron
la Gran Canaria y amanecieron           surtos el día 24 de Junio en
la playa de la Isleta.»
      Es casual que aparezca en los códices la misma errónea
-12’

fecha, y errónea por imposible. Tratáse de cronistas que es-
cribieron en los días de los sucesos, testigos presenciales, uno
soldado de Rejon, otro capellán de Pedro de Vera. Y tanto
más dá que pt‘nsnr             porque      seria   ente error,     originario,          6 de cn-
pistas, cuanto que, como lo notaremos más adelante, al referir
la fundación del Real de Las Palmas, narran lisa y llanamente,
Cun naturalidad y lúgica que avalurarr su Leslimuuiu.
     El franciscano Juan de Abreu y Galindo escribió en 1632,
una Historia de la Conquista de [as siete Islas de Gran
 Canaria. Dála salida del Puerto de Santa María en 23 de
Mayo de 1477. Después de hacer constar que tuvieron los
barcos próspero viento, dice: «Venían con determinación de
ir á tomar tierra en el Puerto de Gando, junto á la ciudad de
Telde, donde estaba la torre que Diego de Herrera había edi-
ficado y los canarios hablan deshecho, para tornarla & reedifi-
 car?Más quiso Dios tomaran puerto en el de las Isletas á 24
de Junio, día de San Juan Bautista del dicho aiío 1477 por la
mafiana». Si perplejos nos dejan Sedeño y Escudero con las
fechas de 1469, no menos el historiador franciscano. ¿Porqué
señaló   días    anteriores         con mucho         al de la cesión              de   los    He-
rreras á los Reyes Católicos? Explíquelo quien pueda. Y cons-
ta que Abreu Galindo recorrió todas las islas y acopió mate-
riales antes de poner mano en la obra.
      Don Juan Núñez de -la Peña, que imprimió su libro «Con-
quista y Antigüedades de las Islas de la Gran Canaria en
Madrid y en IGIKi, después de referir el propósito de la Con-
quista por los Reyes Católicos, escribe: «El Asistente puso
luego    en ejecución           lo que Sus Magestades                  le    mandaron          con
mucha brevedad en el año de 1480 y mandó salieran del Puer-
to en el mes de Junio; dieron á la vela, y á 24 de Junio del
aiio dich,o, dia del glorioso San Juan Bautista, al amanecer,
llegaron á la isla de Canaria.» Siguen las fechas, B no dudar-
lo, siendo      arbitrarias,        pero     es de     notar     que        este   cronista,          á
pesar de haber procedido de memoria y con ligereza, fija la
salida en el mes de Junio. Se aproxima á la verdad, tal vez,
porque    pensara        que cra improbable              una     navegación             de     casi
un mes, con buenos tiempas, desde el,Puerto de Santa Maria
(I Gran Canaria.
      El P. Fr. José de Sosa, franciscano, compuso á tines del
siglo XVII su «Topografía de Ja Isla Afortunada Gran Ca-
-13-
naria.»   Cortó por lo sano. Sin mkdios de depurar- los datos
contradictorios y discrepantes en úrden á las fechas, estimó
más acertado, y tuvo razón, prescindir de ellos. «Embarca-
ronse en el Puerto de Santa María, llevando su derrota á las
afortunadas Islas Canarias» dice en un capitulo. Y en otro:
«Tnmri    pnerto   la arm’ada de ~npañoles      en el de la Lnk que eri-
tonces se llamaba el Puerto de las Isletas una mafiana alegre,
día de Señor San Juan Bautista)).
     Y llegamos     g la obra notabilísima     del Dr. D.    Tomás      Ma-
rín y Cubas, natural de Telde en esta isla. Puede estimarse
inédita, aunque, si mal no recordamos, empezó á publicarla
y no acabó, la revista Et Museo Canario. El original, de le-.
tra del autor, está en el archivo de los herederos de D. Juan
del Castillo   y Westerling.     Tiene razón don       Agustin    Millares.
al decir que refiere Marin y Cubas la conquista de la Qran
Canaria con un lujo de pormenores, que, en vano, buscaría-
mos en otras crónicas. No he visto el original y sí una copia
que hizo el poco recordado é infatigable coleccionador de
nuestras antigüedades Don Francisco J. León y Jóven. Apa-
rece de ella fijada la salida en 20 de Mayo de 1496. El Doctor
Chil y Naranjo asevera que Marin la fijó en 20 de Mayo de
1469. Quiz6.s viera    el original   ú otrn copia...   Y agrega   el histo-
riador teldense: «Salieron del Puerto de SantaMaría el dia 13
de Junio, llegaron á dar vista á Canaria 23 de Junio; dieron
fondo, en el Puerto de las Isletas, el día 24 de San Juan Bau-
tista, de madrugada, con luna; traían buenos prácticos, los
dos vecinos de Lanzarote que fueron á deponer á Don Juan
Peraza y á Diego de Herrera». Es el único autor que fija en
firme la fecha de salida en 13 de Junio.
      Viera y Clavijo, el gran Viera, polígrafo insigne, al decir
de Menéndez y Pelayo uno de los mejores prosistas del siglo
 XVIII é historiador clasico de Canarias, á quien deben estas
islas un monumento que sea perpetuo homenaje á su superior
cultura y servicios eminentes al país, escribió el primer to-
mo de su obra Noticias de la Historia General de tas Islas
 Canarias en Tenerife, antes de marchar á Madrid, donde la
 continuó en años sucesivos y publicó aquel tomo y los res-
 tantes. Obséi-vase que, en IU tocante á la conquista de Gran
 Canaria, tuvo en mucho el testimonio de Abreu y Galindo. No
obstante, Viera, que supo hacerse cargo de las Reales Cédu-
-14-

 las de 12 y 20 de Mayo de 1478, corrigió          h Abreu   Galindo    en
 la fecha arbitraria de 1477, fijando la salida de la expedición
en 1478. Mas la corrección dejó subsistente el error del mes,
Mayo, variando, también, en el día. Viera señala el 28. Y no
esta seguro, porque, después de decir que surgió la expedi-
ción en el puerto de las Isletas el 24 de Junio por la mañana,.
agrega. «Aunque esta navegación fué de un mes, asegura
Galindo que se hizo con próspero viento.» Claro es: :no le
habla de extrailar esto á Viera? Tenemos la creencia de que
si el sabio Arcediano de Fuerteventura       hubiera conocido á                  ;
Marín y Cubas, hace lo que Millares, en el siglo XIX, con,                       s
muy buen sentido, fijar la salida el 13 de Junio.                                s
      Nuestro ilustre historiador contemporáneo don Agustin                      d
Millares y Torres, que, por sysaber, por su laboriosidad, por                    0”
su ver sin límites al pais, parece Viera y Clavijo redivivo,                     E
                                                                                 a
publicó en 1893 su Historia     General de las /das Canarias,
obra de positivo mérito, aunque desigual y resentida de pre-                     t
cipitación. No es admisible en la parte correspondiente al si-                   5
glo XIX.   Hubiera     valido   m& para el éxito    de la magna        em-       B
                                                                                 g
presa que acabara en las postrimerias del siglo XVIII. De to-
das maneras, digna de loa es y laureles inmortales acompañan                     ‘1
la memoria de su autor, principalmente, por su trabajo de pa;                    i
ciente depuración y sana crítica en la época casi legendaria                     d
de la conquista.     Bien documentado,     con libros,   manuscritos     y       f
                                                                                 b
noticias, inapreciable arsenal, que hemos tenido ocasión de                      !
                                                                                 8
ver, avivandose en el alma la admiración que causa labor tan                     ;
fatigosa, util y desinteresada, Millares hizo, salvo algún que               ,   %
otro error sin importancia, la verdadera historia de la conquis-                 5
                                                                                 0
ta de Gran Canaria. Su libro, en esta parte,parece definitivo.
      Corrige los errores de las fechas. Así por la luz que
 arrojan las Reales Cédulas y por las seguras indicaciones
 cronol6gicas de posteriores sucesos hasta la rendicidn en 29
de Abril de 1483, fija la fecha de salida del Puerto de Santa
María, acerca de la cual, como ya hemos visto, han traido
cronistas é historiadores gran confusión, en 13 de Junio de
1478, la de Marín y Cubas, que, en unión de la fija de llegada,
y en esto si que existe entre todos perfecta unanimidad, á 24
de Junio, explica-satisfactoriamente    la duración probable de
un viaje entre el Puerto de Santa María y el de las Isletas en
- í5-
aquella época, máxime habida razón del testimodio de Escu-
dero en cuanto al próspero viento y buena mar.
      Catorce años después, en viernes 3 de Agosto de 1492,
partió de la barra dc Saltes la expedición inmortal de Colón.
«Anduvimos-se      lee en el Diario que extractó Fray Bartolo-
mé de las Casas-con fuerte virazon hasta el poner del sol há-
cia el Sur sesenta millas, que son quince lenguas; después al
Sudueste y al Sur cuarta del Sur-ueste que era el camino para
las Canarias.» El jueves 9 de Agosto estaban las carabelas so-
bre la Gran Canaria. Hicieron, pues, de seis á siete singladu-
ras... Poniendo la fecha de salida de la expedición de Rejón se-          ;
gún el testimonio de Marín y Cubas, y aceptando la invariable             i
de llegada de todos los autores, resultan diez singladuras. Si            d
no es rigurosamente histórica la fecha del 13 de Junio, aproxi-
                                                                          0
mase, por lo menos, á la verdad, y esto no es poco cua:do
carecemos de medios infalibles de investigación. Nada, ade-               aE
más, tiene de extraño que las naves de Rej6n fueran inferio-
res en condiciones marineras 6 que los pilotos no tuvieran la             t
competencia de Colón y los Pinzones.                                      5
                                                                          Y
      Prescindiendo del número y clase de las naos, pues son              H
                                                                          m
oscuras las indicaciones, si bien parece probable que fueran,
como quiere Millares, seis grandes carabelas y dos pequeñas               ,F
fustas, dada la gente que vino y la impedimenta que trajo con-
sigo, llámanos la atención el hecho del fondeo en el puerto de
las Isletas y no en Gando,   adonde   venían   dirigidas,    según   se
colige, así de los precedentes históricos de las luchas de los
Herreras con los indfgenas, como del testimonio de Gómez
Escudero al decir, «Dispuesto ya de no ir a Gando, que fué el
designio con que se desembarcó el día de San Juan>> No nos
parece acertado Miliares cuando escribe... ~y como llevase
pilotos (la escuadrilla) que conocían el puerto de las Isletas,
dirigiú su rumbo al fondeadero.» Que los vecinos de Lanza-
rote, que venían   con los conquistadores,      prácticos,     de que
habla Marín y Cubas, fueran peritos en las costas, no consta.
Es de creer lo contrario precisamente, porque, en tal caso pa-
ra servir los propósitos de Rejón, hubieran influido en la de-
terminación del fondeadero. Y tanto que no es inverosímil su-
poner que el jefe de la expedición debió sentir una gran con-
trariedad por el desembarque en la playa de las Isletas, pues
le vemos disponer la gente con presteza para marchar d Gan-
--í6-

   do. Este, á no dudarlo, era su objetivo. Casi es seguro que
   los pilotos, cualquiera fuera su experiencia de navegantes por
  estos mares, no conocían bien la costa de la isla, y recalaron
  sobre’el puerto de las Isletas por error al tratar de enfilar la
  bahía de Gando. El «quiso Dios tomaran puerto en el de las
  Isltfaszi de Abreu Galindo, parece uua sentencia.
        Dado pregón en el puerto de Santa María reuniéronse
  666 hombres de infantería, procedentes de tropas ya aveza-.
  das á las fatigas de campaña, armados con picos, ballestas,
  espadas y rodelas. Llamábanse los pardiUos, del color de su
  capote. LJno de ellos era el futuro cronista Antonio Sedeño.
  Dispusieron también á embarcar hijo-dalgos, que servían á
  caballo, con lanza, yelmo y cota de malla. Traían los verse-
  ciffos, especie de culebrinas de corto calibre. Uniéronse, ade-
  más, muchos aventureros.. . ;Lástima que no se trasmitieran
  á la posteridad los nombres de todos estos expedicionarios!...
  De este privilegio sólo gozaron Juan Rejón, que unos hacen
  natural de León, otros de Aragón, no faltando quien diga que
  era del Condado de Niebla, el Dean de Rubicón, Bcrmúdcz,
 ya conocedor de las islas, el alferez Alonso Jaimez de Soto-
 mayor, cuñado de Rejón, pues este estaba casado con Dona
 Elvfra Jaimez de Sotomayor y los oficiales Kodrígua de So-
 lorzano, Francisco de Espinosa, Alonso de Zorita, Hernan
 García del Castillo, Juan de Quintana y Alonso Hernández de
 Arevelo. Millares sufre el lapsus de mentar en esta expedi-
 cion á Pedro Gomez de Escudero, capellán, que vino más tar-
 dc, con Pedro de Vera. Mero descuido, pues el mismo MiIla-
 res así lo reconoce en la Introducciún de su obra. No podían
faltar y no faltaron los hijos del santo glorioso de Asis. Ellos
fueron los evangelizadores de la Gran Canaria, y antes, mu-
cho .antes de que cesara la guerra de conquista en 1483, te-
nían ya su convento de San Francisco, al pie de la sierra;
mansión poética, entre palmeras y huertas, sobre el luminoso
horizonte del Atlántico.
- 17 -


                                111

        &omo se fundú el Real de Las Palmas, el pobre campa-
  mento, que es hoy poblada ciudad, emporio marítímo y co-
   mercial de España en el Atlántico? El origen de la Muy Noble
  y Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas en la isla de Gran
  Canaria, io cuentan Sedeño y Ciomez Escudero cn concisas
  palabras, sin adorno, sin leyenda, con los trazos escuetos de
  lo que pasó, de lo que sucedió como ellos lo narran, y nó de
  otra manera.
        Leed sus breves relatos.
       Sedeño, más compendioso, dice: (<Habiendo Ilcgudo Juan
  Rejón á Canaria y los suyos, lleg6 B dar fondo y tomó tierrs,
  sin contradicción alguna, en el puerto de las Isletas y allí dijo
 el Dean la primera misa que se dijo en esta isla, y por ser el
  sitio falto de agua, vinieron caminando á sentar el Real 6 un
  arroyo que sale al mar, llamado Guiniguada, donde ahora es-
 tá la ciudad llamada de Las Palmas. Parecioles á los españo-
 les este siti: muy bueno y aparente por sus salidas y Ilanadas
 para defenderse y ofender. Hicieron el Real de tapias con
 ánimo de mudarse despues porque este no era lugar sano.»
 Es una simple noticia, como se ve. Sedeiío, que años andan-
 do, muriú en la conquista de Tenerife, era soldado, no muy
 letrado, y más que crúnica escribió un seco epítome.
       No así Gomez Escudero. Con más saber, con nlis repo-
 so, viviendo entre los fundadores del Real, que le instruirían
 de todo, hizo una crónica, que ha sido guía de cuantos, que-
 riendo proceder con veracidad, escribieron después.
       c:... y amanecieron surtos el día 24 de Junio en la playa
de la Isleta, abrigada del norte de unn montniin alta y pedre-
gosa. Saltó en tierra la gente, dióse úrden de decir misa y
díjose la primera del Lic D. Juan Rermudez á Nuestra Seño-
ra de Gracia y después SC hizo alii una ermita. (Claro es que
debe entenderse el después, tiempo muy posterior, cuando
se erigió In de la Virgen de la Luz). Después de misa hizo
una plática cl Dean Rermudez en órden á la reducción dc los
infieles, que causó mucha devoción, y exhortci á los soldados,
y lo mismo el general Rcjúll. El Aifer-ez Mayor Alonso Jaimcz
- 18 -
de Sotomayor- hizo venir á tierr-a y escuadromu          la gente y
cotnenzú á marchar con banderas y forma de ejército en cam-
paña. Los espías que iban delante trajeron un canario viejo
que estaba cogiendo marisco, y no se veia más gente, que pa-
recía no haber nadie en la isla. Preguntckele        por el camino
dc T~lrlc, que wtá dos leguas y media, camino al Sur pnr
la misma ribera. (Bien se ve que Gomez Escudero escribió
mk tarde) dió algunas razones que se podían entender de
que no fueran más adelante por el peligro de una sierra que
se había de pasar, onde les esperaba una gran emboscada,
que fueran más adelante, onde los llev6 é hiciesen alto y asi
plantaron su Real en ribera distante una lengua de onde se
 dijo la misa.»
      43-a un hermoso valle de gran cantidad de palmas, dra-
gos, higueras y sauces y agua que corría siempre á la mar de
un al-royo (nada de río) llamado Gcniguada. Este es á la falda
de im cerro que corre de N. á S. por legua y media, poco tn&
 hasta encontrar con el paso peligroso de un risco alto y taja-
 do (por el túnel de Telde) que cae al mar. Tiene esta ribera
 un ancho de dos ó tres tiros de piedra, onde se situó el Real
Ilam.ldo de Las Palmas. Dispúsose hacer iglesia eh una casa
 canaria. Tenían otras casas canarias, metidas debajo de tic-
rra, á modo de madrigueras, y por fuera se conocía por un
mont6n de tierra y pocas piedras alrededor. Y media legua
 sería de onde se dijo misa, que había otra peqneõa, las pare-
 des de piedra, y sobre el enmaderado tosco el terrado.»
       ((Dispuesto ya de no ir á Gando, que fué el designio con
 que se desembarcó el dia de San Juan, y ahora por acuerdo
 de D. Juan Rejón y el Dcan y Alonso Jaimez y personas
 prácticas, se acor-dú fabr-icar- una tor-l-e, y con diez tapiales y
 mucha gente, en poco tiempo, hacían mucha cerca, estando
 todos contentos por la amenidad del sitio y toda conveniencia
 de agua, Icfia y los navíos presentes 6 nuestra vista.»
       ePuede caber duda? La lejariía de Gando, el temor de la
 emboscada, de que habló B los conquistadores el viejo canario,
 el sitio llano, cercano el arroyo, en el desemboque de un valle
 umbroso, á In vista y paso franco del puerto, todo convidaba
  á Rcjbn á establecer aquí el Real, base de las futuras opera-
 ciones. Y armonizanse el dicho de Sedeño de no ser el lugar
 sano y el de Gomcz Escudero del contento de los expedicio-
-   19

  narios. Debió parecerles, al principio, insalubre por la hume-
dad. Q uiz&s hubo enfermos de calentura al hacer trabajos de
 desmonte. Pero esto cesó pronto y quedó fijado el emplaza-
miento de la futura capital del Archipiélago.       A no dudarlo,
así como lo cuentan estos cronistas, verificóse la fundaciún
 de nuestra ciudad de Las Palmas. Millares, con excelente
acuerda, acepta estas narraciones, y juzga que el sitio del
campamento fue el lugar que hoy ocupan la iglesia 6 ermita
de San Antonio Abad, su plaza y calles adyacentes. La igle-
sia en la casa canaria tenía que estar dentro de tapias, y esa
iglesia fué, como está comprobado, la que existia en el mis-
 mo solar en que se reedificó mucho más tarde San Antonio
 Abad. Precisamente es el sitio más elevado de Vegueta que
coli nda con el barranco. Debió haber sido un alto 6 colina
apropósito para atalaya.
       El estudiante salmantino Marln y Cubas, erudito, $ie
nutrió su espíritu con estudios del Renacimiento, escribió su
obra, de que ya hemos hablado, después de lGs’2, y si bien
respeta la verdad histúrica, testimoniada por Sedeño y Escu-
dero, adórnala con galas de fantasía y de lenguaje. Si Viera
y Clavijo, en el siglo XVIII, en pleno neo-clacisismo, pone
en labios de los heroes indigenas discursos que no haria me-
 joi-es el más consumado académico, como dice graciosamente
cl inolvidable Dr. Chil y Naranjo, Marín y Cubas pinta una
escena dramática, con declaraciones entre Rejon y el viejo
canario mariscador, que no va á la zaga de las piezas más
acabadas del género en los historiadores griegos y latinos.
       Hela aquí:
       «Luego, bien de mariana, salid toda la gente, armas, artille-
ría menuda 6 vemesillos       de bronce, caballos con sus g-metes
 y demás pertrechos á tierra. Dijo en la playa la pr imei-a misa
 el Dean, llamada de la Luz, á nuestra Señora de Guía. /(Debe
ser error, de Gracia, como dice Escudero. Ya vemos el origen
de la ermita de Nuestra Sefiora de la Luz y del nombre del
puerto de la Luz, hasta entonces, y aún despues, de las Is-
 letas).
       El ánimo era pasar á Telde por tierra con las compafiías
 puestas á punto de guerra y que los navíos fueran á Gando.
 Hizo el Dean una larga plática en órden á la reducción de los
 infieles y que los tratásen benignamente, como á hermanos,
-20

que á todos pareció bien. Despuk le siguió otra de Juan Re-
jón en Orden á la buena milicia y al honor de buenos y leales á
los Reyes de Castilla, y juraron todos hacer cada cual SU de-
 ber, :í fwr riel huasos, como les pertenecía, y dijeron amén.»
      &kwchó la playa adelante, primero los de caballo, el ba-
gaje y la tnilicia con las banderas sueltas, sin haber visto gen-
 te, que parecía eslur la i& dcsicrta, lo que 6 todos mnravi
Iló. Más, habiendo caminado cosa de mediu legua, al Sur, ca-
mino de Telde, trajeron los espías 3 un canario viejo que es-
taba mariscando. A todo cuanto le preguntaban, asi cn lengua
canaria como castellana, callaba, sin responder palabra, y di-
jeron que donde había agua d~dce, y luego señaló con la ma-
no adelante el camino, donde la había, sin hablar, y viendo
que 4 todo entendía, pues respondía por señas, se llegó 6 él
uno de los de Lanzarote y díjole que guiase LÍ donde estaba el
ngUa y que-porqué no hablaba. El viejo, respondiendo en am-
 bas lenguas (i!), aunque cl castellano mal formado, dijo las
razones siguientes:
      <CYO entiendo nitij bien lo que decis y á lo que ve-
           os
nis y mi    lo noto.   ;Oh,    cuan   porfiados       sois!   <No habeis
siempre llevado quz contar? ~NO 02 acordais de la torre de
Gando? Pues no Id tanto que pascí. Ahora venís muy po-
cos y sois gente unida, de buenas armas; volveos presto;
tomad el consejo del hombre que ha visto muchas desdichas
vuestras. CVeis aquí cerca el agua en Guiniguada? No paseis
de este sitio en adelante. Aquí teneis vuestros p5jaros blancos
(los buques) en que luego porleis h:lir. No deis lugar B que en
vosotros se ejccuteii las cruc!dudc5 qllc nuc;troj Ciwnarte-
mes siempre han ejecutado con vwotro;.       Suk provoîadore;,
amigoj de grandes ruidos. Teneis a!lá tierras mayores, mucha
gente. Dejad la nuestra pelneìla y pobre; andad, idos de aquí;
no conseguireis cl fruto que prerendeis, que los canarios he-
mos sidn y wrífmos     sictmpw victorio~oj.       >
      «Fue este canario llevado antc e! Capitán Juan Rejón é
informado de lo que había dicho. Le respondió al canario para
qtle llevase á 103:suyo.5 y se fuee~ cuando quisiera. u.Yo me
holgara, dijo, hallar vivo ;í vuestro Reyezuelo BEntagoya, el
que decis de Te!de. y en campaña veríamos quien buscaba á
qui-n. Yo os u;rradezco el biwn consejo que me habeis dado,
y s:lbA vo.5olrod qu¿‘ no eì mrne;tcr   mái gente para pelea,
21

  que yo la hubiera traido. Vengo á daros la noticia de la ley
  evarlgelica y A que vivlis como howbres,    y no con10   fieras,
  que es gran lástima, sin ley, religión verdadera, la de Dios
  hombre, Jesus, nacido en Bel&, criado en Nazaret, en toda
  verdad y luz. Vengo á conquistaros por bien, no á haceros
  mal. La tierra será vuestra como lo es. Solo la sujecci6n y
 dominio será de los Reyes de Castilla, y así os tendremos por
 hermanos.:>
       «Y al dia siguiente se fué el canario.
       «A poco más de una legua se halló el arroyo de agua, Ila-
 mado Guiniguada, que dijo el canario viejo. Venia de un valle       ;
 arriba, entre unas sierras, que desaguaba al mar dicho arro-
 yuelo, no muy ,copioso ni de mala agua. El sitio era de muchas      6
 palmas, sauces, higueras y otros árboles, todo ameno y delei-       ca
                                                                     :
 table. Aquí se acord6 hacer alto POI-algún tiempo, par-eche/;-      g
 do que este sitio seria enfermo, y por el peligroso paso p>ra
 ir á Telde, donde esperaba una emboscada de canarios, media         i
 legua adelante. Salió dc acuerdo de los capitanes y demás ca-
balleros hacer una torre, que, en breve, se hizo, con diez ta-       t
                                                                     5
piales y reposo para los caballos, y enramadas, cortando pal-        :
mas, dragos y otros árboles, convenientes á tal fábrica, que
 importó muy mucho para después, y hacer ahnacen, y tenien-
do los navíos tronteros, se acordó que, quedando en el puerto        s
                                                                     i
los dos rnás medianos, se fueran los demás á Espaiia, dando          d
aviso de lo sucedido.:)                                              2
    Mucho se ha discutido acerca de la legitimidad de las aren-      8
                                                                     !
gas, discursos y diálogos que ponen los clásicos y sus imita-        d
dores en labios de los grandes hombres de la historia y con          g
ocasión de memorables sucesos. Y, a vueltas de la confusión y        5
discrepancia de opiniones, es lo cierto que si debe proscribirse     0
toda influencia exagerada de la imaginación en la historia se-
ria, modelada sobre las severas líneas del género, ni cabe tal
regla, ni se observa, por mucho que lo aconsejen preceptistas
y críticos, en la historia viva, fragmentaria, animada, que es,
ante todo y sobre todo, evocación viviente del pasado. Sobre
la base de lo que fué y sucedió, cuando se ignora el como su-
cedió, elemento tan integrante de la realidad, corno que es la
realidad misma en todas sus faces y aspectos, necesitase acu-
dir á la imaginación, facultad creadora, que, nutrida de
las ideas y sentimientos, del alma de toda una época, pone la
-22

verosimilitud como atavío espléndido y necesario del fondo
de la verdad histórica. Más aun; jamás, sin la potencia imagi-
nativa, por ricos en testimonios y documentación que sean los
hechos, podra exhumárseles del panteon de las cosas muertas
para hacerlos resurgir con ambiente y colorido.
      La Historia es arte. Y al pensar en el carácter estético
de la Historia, al considerar que, aunque por distintos proce-
dimientos, y valikndose de otros recursos, los que estudia y
regula la ciencia, será tanto más perfecta, segfin la autori-
zada opinión del gran Menéndez Pelayo, wunnfomrís se acer-
que, con sas propios medios, á prodacir los mismos efectos
que producen el drama y fu novela)>, na podemos menos de
transcribir la concepción clásica que expone en su libro «El
Genio de la Historia» Fr. Jerúnimo de San José. Es acabada,
cbnvincente, definitiva... «Yacen como en sepulcros, gasta-
dosva y deshechos, en los monumentos de la venerable anti-
guedud, vcstigiog de sus cosas. Conservúnse allí polvo y CC-
nizas, ó, cuando mucho, huesos secos de cuerpos enterrados,
esto es, indicios dk acaecimientos, cuya memoria casi del to-
do pereci6; á los cuales, bara restituirles vida, el historiador
ha menester; cpmo otro Ezequiel, vaticinando sobre ellos,
juntarlòs; unirlos, engarzarlos, dándoles á cada uno SII enraje
lugar y propio asiento en la disposición y cuerpo de la historia,
atíadirles, para su enlazamiento y fortaleza, nervios de bien
trabadas conjetnras; vesfirlos de carne, con raros y nota-
bles apoyos; extender sobre todo este cuerpo, así dispuesto,
 ana hermosa piel de vuría 1’ bien segaida narración,            y,
 ultimamente, infundirle un soplo de vida, con la energía de
 ufi tan vivo decir, que parezcan bullir y menearse las CO-
 sas ne que trata, en medio de la pluma y el papel.»
       Asi, asi debe ser la historia escrita. Que no habló el ca-
 nario-mariscador con el atildamiento que le hace hablar Ma-
rín y Cubas, ni RejOn, probablemente, hubo. de ensartarle
 aquel discurso altivo y á la par insinuante y catequizador.
 ;Quien lo duda! Pero lo que dijo $1 viejo canario responde al
 sentimiento de fiera independencia de los indígenas, dispues-
 tos, por conservarla, hasta la muerte, y lo que Rejón habló es
 el mimen de las empresas conquistadoras de la Esparla de los
 siglos XV y XVI, atraer pueblos, mas que acrecer los domi-
 nios de la Corona, por difundir las luces del Evangelio. tNo
palpitaban esas grandes ideas y esos fecundos sentimientos
en los pechos de aquellos soldados y de aquel mísero indlge-
na, aquí, en las mismas playas que ha transformado la civili-
zación moderna, donde flameó la bandera de Castilla en la
mañana hermosa de San Juan Bautista á 24 de Junio de 1478?
ePuede decirse, en rigor de verdad, que fuera vana la fanta-
sía de Marín y Cubas? ~NO bulle y se menea el puñado de
conquistadores, recien desembarcados en las desiertas playas
de las Isletas, marchando en busca de Gando por las riberas
del mar, al aire desplegadas las banderas, después de celebra-
do el santo sacrificio de la misa, bajo la pluma del docto tel-   ;
dense, en la varía y bien seguida narración?
       Y como llevados de la mano entramos ya en los terrenos     6
de la leyenda, de la hermosa y cristiana leyenda, tradición de    f
la Iglesia de Canarias, origen de la advocaciún de Santa Ana,     2
                                                                  8
titular de nuestra magnífica Catedral Basílica... Leamos á        E
Abreu Galindo, al historiador de la milicia de Cristo. «Des-      2
                                                                  1
embarco toda la gente en tierra con mucha quietud y conten-
to, y haciendo un toldo pusieron un altar, donde el Dean don      5
Juan Bermudcz dijo misa, la cual fué oida de todos con gran       B
 devoción; y formando su escuadrón comenzaron á caminar
hacia Gando, queriendo hacer allí su asiento, y llegando al IU-   g
gar donde al presente está fundada la ciudad, se les puso de-     i
lante una mujer canaria en el traje, y les preguntó en nuestro    õ
                                                                  d
lenguaje castellano donde iban; y dada razon y cuenta á que       f
venían, les dijo no fueran adonde tenían determinado, que era     B
                                                                  !
lejos y el camino aspero y corrían mucho riesgo; que mucho        d
mejor les era allí donde les mostraría, que era cerca, pasado     ;
el arroyo del Guiniguada; que estaban en buen compás de la        5
isla y tenían agua y el puerto cercano y para poblar lugar        0
llano y bien asentado, y mucha leña y provisiún; y que de allí
podían correr toda la isla. Entendido por el capitán Juan Re-
j6n y por cl Dean D. Juan Rermrídez y los detnás lo que la ca-
naria les había dicho, y las buenas razones que daba, determi-
minaron seguir su parecer, y llevandola por adalid, los llevó
al lugar que habla dicho y senalado; y viendo ser así asenta-
 ron el Real donde ahora está fundada la ciudad, el cual es si-
 tio llano, de muchas y altas palmas y higuerales, y por la
 abundancia de palmas que había le llamaron el Real de Las
 Palmas y este nombre quedó á la ciudad. Viendo Juan Rejón
-y&-


   y su gente el sitio y lugar ser cómodo y aparejado para lo que
   pretendían, hizo asiento, y mirando por el adalid que allí los
   había encaminado y traido, no lo hallaron, lo cual puso en ad-
  miración á todos. Era Juan Rejón muy devoto de Sra. Santa
  Ana, y tuvo entendido había sido su guía y así hizo luego una
   iglesia de la advocacitln de Santa Ana, que fué la primera y
  hoy se intitula San Antonio 6 hizo una torre y casa de tapias
  y piedra seca donde recoger los bastimentos y cerccí el Real
  COtL  tdpi¿B d(JWk   Se defW,díun.X
         Con referencia á Núñez de la Peña y al poeta Viana, Vie-   ;
  ta y Clavijo, después de trasladar sustancialmente el relato
  de Abreu y Galindo, vierte el de los primeros cronistas, y ex-    6
   tremando la nota crítica acerca de la leyenda de la aparición    d
  de Santa Ana, dice que Rejón se persuadid ó quiso persaa-         0
 dir. Q los otros que la madre de María Santísima, bajo la figu-
 ra de aquella buena mujer, había descendido del cielo á diri-      i
 girle en el primer paso de su campaña, lo cual pudo ser cstra-
 tagema política de Rejón para animar sus tropas. No creemos        t
                                                                    5
 atinadas estas conjeturas del clásico historiador. Abreu y Ga-     :
 lindo escribió siglo y medio después del suceso. Observese
 que su narración es en el fondo idéntica á la de Gómez Escu-
 dero, difiri,endo solo en cuanto al viejo pescador, que trueca     s
                                                                    i
 en mujer, y á In creencia que supone en Rejón de haber sido        d
 su guía Santa Ana, transfigurada en aquella mujer. Estamos,        2
 á no dudarlo, en presencia de una leyenda tejida por la piedad     B
 popular, que corrió de boca en boca, de padres á hijos, y que      !
                                                                    d
 recogió el religioso escritor. Esto y solo esto explica la nove-   :
 dad del texto, sin que, en rigor de buena crítica, podamos         5
 conjeturar superchería alguna por parte de Rejtin.                 0
        <Como se formó esta leyenda? Para nosotros es induda-
 dable. Está en el órden natural de los hechos humanos. Siem-
pre hemos creido, aun por las enseñanzas de la propia expe-
riencia, que la leyenda sigue á la historia como la sombra al
 cuerpo, y más aún, que la leyenda es como la aureola poética
de la historia. Divergen los hisloriadores ace[-ca de la patria
local de Rejón. En Aragón ó en Le6n ó en el Condado de Nie-
bla, si nos fuera dado saber su cuna é infancia, hallaríamos
quizás algún viejo templo dedicado á Santa Ana. Rejón hubo
de hacer en la primitiva y tosca iglesia del Real lo que hicie-
ron m6s tordc los caudillos que colonizaron á América, trans-
plantar, en aquellos tiempos de arraigado fervor religioso, el
culto de los santos lares. Allí, á la bienaventurada madre de
María, se elevaron las plegarias de la naciente población, y
para fortalecer la fé de los pequeños y de los indígenas bauti-
zados, para que todos pusiesen su corazón al amparo de la
gloriosa santa de la conquista, para que siempre la implora-
sen como intermediaria       y protectora, deslizariase ¡a piadosa
 idea de que bajó del cielo, vistió de canaria 1 trazó al cau-
dillo el area del campamento. Esta tierna leyenda hizo á Santa
Ana la capitana dc las huestes cspafiolas en Gran Canaria.
Nuestra isla no quedaba inscrita en la cristiandad con solo la
égida del pendon de Castilla. Necesitaba Ll scllo sagrado de
la Religión del Calvario iQue tigura más legitima que la de la
matrona de Belén que guardaba en su pecho el general cas-
tellano!
       ¿No es histórica esa leyenda? ,$o broió del alma sencilla
y creyente de nuestros mayores? UNO va unida á la consagra-
ciún de la pequeiía ermita levantado sobr-e antigua vivienda
canaria? ~NO surge á los purísimos destellos de la aurora del
día de San Juan, (ue vió á las naves de Rejon surtas en el
Puerto de las Isletas? ;No ha recogido, en el rodar de los
tiempos, las oraciones de los canarios, arrodiilados bajo las
bóvedas de la Catedral de Santa Ana, y 1~~1preces por la
eterna ventura de nuestros muertos que elevan los cánticos
litúrgicos? ~NO movió el buril de nuer;ro g-nial escultor,
 Luján Pérez, labrando mármol de Jinamar, para poner IU san-
 ta efigie en alto relieve, en el frontis posterior de la Basílica,
 mirando hácia la vieja población y hácia ei mar, alli co!ocada
 como perpetuo y glorioso blason de Las Palmas? Guardémos-
 la como santa reliquia; que la canten los poetas, que la dibu-
 jen los pintores, que la vener2n las generaciones; y que la
 crítica histórica, que ya no se hace con seco racionalismo, si-
 no con razón ilustrada, con razón que penetra hondo, que son-
 dea los senos del alma, diga y pregone que si, que fué una le-
 yenda, no una impostura, pues al afirmarlo, rindiendo culto á
 la verdad, revive el pueblo que crearon canarios y espaìloles,
 bajo las palmeras del Guiniguada, al amparo del pendon de
 los Reyes de Castilla, después de adorar la hostia santa que
 elevaron las manos sacerdotales del Dean Bermudez.

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Estudio histórico acerca de la conquista de Gran Canaria. Prudencio Morales. 1910

  • 1. Mudio acerca conquisia históriio dela DE LEMA Cum semine eorum perma- nent bona. Eclesiastes XLIV. POR PRUDENCIO MORALES E a --+-~~~~ Bedicado al Excmo. Iltmo. Sr. Dr. Don Adolfo POrez Muñoz, celosísimo g caritativo obispo de @anahas. En testimonio de veneracióq. 8e @kt&toú. õ
  • 2. ; @ Estudio eerculaconquista histórico 4e d s d DE E I GRAN CANARIA m ----W-5-- :t I Premiado en 103 Juego3 Flozxle,5 celebzado3 po~ la Socieclad EL RECREO s i d en La3 Palrna~ á 25 de Junio de 1910. t 2 !
  • 3. ESTUDIO HISTC)RICO LA QONQUISTA La’Real Gdula de 13 de Mayo de 1478.-Las fechas de la expedicih de Juan Rejón.-Fundacibn del Real de La;a Palmas OR primera vez en estas islas publicase ahora integra la Real Cédula de 13 de Mayo de 1478. Que en 15 de Octubre de 1477, en Sevilla, ante el escribano Bartolo- mé Sànchez de Porras, se celebró la cesión y ajuste, par,virtud de los cuales tomaron sobre sí los Rkyes Cató- licos la empresa de la conquista de Gran Canaria, Tene- rife y Palma. Que la Reina Isabel expidió en Sevilla Real Cédula, en 12 de Mayo de 1478, previniendo al Obispo de Ru- bicbn, Fray Juan de Frias, al Dean .Becmudez .y al ge[n& Rejon que no perturbasen .en sus dominios à los sefiores de Lanzarote, Fuerteventura y Gomera. Que en 26 de Mayo de ,l478 expidióse.otra Real Cédula dirigida á Diego de Herrera, conminaqdo con penas a los que facilitasen .recursos $ los por- tugpeses ,que as,piraban à la conquista de estas .islas. Estos documentos, literales 6 en relación, por noción directa 6 indi- recta, fueron conocidos de los cronistas é historiadores de Canarias ,hasfa Viera y Clavijo que escribió su obra ep ,los @os 1772, 172, 1776 y 1783.
  • 4. 6- Pero la Real. Cédula de 13 de Mayo de 1478, aprgbatoria del asicrrto ó c~~itutación cclcbrado cn 20 (Ic Abril de 1478, por Aifonsq dë Palencia, coronista é S&retario é deC Con- sejo de S. A. para el aparejo y expedición de la Armada que había de conquistar la Gran Canaria, que es propiamente el mandato soberano para poner por obra el designio de la con- quista, no fué conocida, entre nosotros, hasta muy entrado el siglo XIX. Extraña, en verdad, que antes no se conociera, dada su capital importancia. Y más aún habiendo en cuenta que se co- nocía la existencia del asiento. Por las copias y noticias que quedan de nuestros archivos, saqueados y pasto de incendios, no sabemos que hubiera traslado ó registro de ella. Viera y Clavijo, que redujo à fàbrica, magnifica é imperecedera, lo que era confwo montan de crónicas, memorias y papeles, y que e>riqueció nuestros anales, acudiendo à fuentes autknti- cas en la Península, en Roma, en ParíS y en Viena, no cono- ci la Real Cedula. Súpose su existencia y leyóse su texto en la colección de Fernandez Navarrete, tomo 2.“, página 390, editada en Ma- drid en 1823. Posteriormente, con mejor tipo de letra, publi- cóse à la pàgina 62 del tomo XXXVIII de la «Cotecci&z de documentos inddiios relativos al descubrimiento, conqujs- ta y organización de las antigaas posesiones espaÍíoIas de Arnér~ca y Oceanía sacados de los Archivos del Reino y muy especialmente det de Indias», editada en Madrid en 1882. Nuestro docto historiador Millares, que hizo estudio concienzudamente crítico de la época interesante de la con- quista, depurando datos, desvaneciendo errores, y recons- truyendo la verdad histórica, cita la Real Cédula,, pero no ‘Ia transcribe ni hace apenas relación. Será enojosa ó pesada su lectura para espíritus superfi- ciales y ligeros, no para quienes sepan amar a historia de .su pais y gozar los deleites de su glorioso abolengo. Hay que leer la Real Cédula con respeto y veneraci6n. En ella està la Purísima ejecutoria de kestro entronque crin la madrepatria. Hela aquí: «SEVILLA-MAYO 13 DE 1478~(Registro del sello de Corte en Simancas)-Doña Isabel... etc-Por cuanto el Rey mi scfior é yo hobimos dado cargo à vos, Alfonso de Palencia,’
  • 5. mi Coronista é Secretario, é del nuestro Oansejo, para que por vigor de nuestra comisión é mandamrente entendiese&& en el aparejo é expedición de la armada que Nos, mandamos ir ti las Islas de la Gran Canaria, é à las otras islas de Ca narias infieles; é vos, entendiendo ser así complidero 8 nuestro servicio é al mas presto é mejor aparejo de la dicha armada, ficisteis cierta concordia é asiento con el Obispo de Róbigo: é de las dichas Islas D. Fray Juan de Frías, é con los otros Capitanes D. ‘Juan Bernuídez, Dean de las dichas islas, nues- tro Capellàn, é Juan Rejón, nuestro criado, según se contic- ne en una Escritura 6 Capitulación que paresce firmada de vuestro nombre, el tenor de la cual es este que se sigue: «Por el Rey é Reina nuestros Señores: mandaron tomar cargo à mi, Alfonso de Palencia su Coronista é su Secretario é de su Consejo, que entendiese en todo el expediente de la armada que sus Altezas mandan ir en la Isla de la Grande Canaria, para sojuzgarla á su Corona Real, é para expeler, con el fa- vor de Dios, toda superstición y heregías que alli y en algu- nas otras Islas de infieles usan los canarios y otros paganos, de la cual santa empresa sus Altezas quisieron que fuese don Juan Bermudez, Dean de Róbigo, é de las dichas Islas, su Ca- pellàn, é Juan Rejón, su criado; é fué asi mesmo mandado por sus Excelencias que para mejor dirección dc la dicha em- presa, fuese allá personalmente el R. P. in Cristo D. Fray Juan de Frias, Obispo de Róbigo, é de las dichas yslas, el cual por dar obra entera, con la merced de Dios, à tan santa empresa, se hobo de obligar à grandes cuantías de maravedi- ses que fueron para ella necesarias, acorddse que para su se- guridad se le diesen algunos saneamientos de los señores Contadores mayores que en este negocio hobieron de enten- der, según màs largamente en los dichos saneamientos se contiene; pero non se pudiendo con todas las particularidades que adelante podrian recrescer declarar los dichos sanea- mientos, fué necesario que yo, el dicho Coronista, como per- sona dada é diputada para encaminamiento é solicitud del di- cho cargo, espccificasc cn la presente Escritura toda la suma de lo acordado, porque después non intervengan dnbdas ni achaques, en dafto 4 perjuicio del dicho Señor Obispo, ni de los dichos Capitanes, ni de las otras personas que llevaren otros cargos para la dicha empresa: é la primera declaración
  • 6. -8- que comple para saneamiento del dicho Señor Obispo que to- das aquestas cuantías de esta expedicion, por la mayor.parte, tomó sobre sí, pareció ser honesto que yo, el dicho Coronista de parte de los dichos SeAores Rey é Reina, asegurase à su Reverenda Paternidad, que sus Altezas mientras se conquìs- tan las dichas Islas de Canarias de infieles, dejaran en manos del dicho Señor Obispo el coger é sacar de la. orchilla que hay en la dichas yslas, de tal manera que otro non la coja ni saque, sinon quien él quisiere, fasta las soj,uzgar é pacificar las dichas Islas de Canarias moradas de infieles, porque aques- te emolumento que la tierra allí produce sea como alivio de sus cargos é trabajos; é aun porque si la dicha orchilla se de- rramase à muchas manos era de muy poco é de ningún valor, seyendo ella de tal calidad que luego se adislarfa, é andando en mano de uno es de algun precio, é en manos de muchos se- ría d&trución de todos; é por aquestas causas se, acordó que quedase en la forma que solía estar; conviene à saber en una mano, é llendt: aguru los dichos capitanes lo lier1e11 asi asegu- rado; allende de aquesto fué menester declaración, por lo que montaron las veinte lanzas de la Hermand.ad, con las cuales los dichos Señores Rey é Reina mandaron favorescer à la di- cha empresa, porque ninguna persona pueda en el tiempo ad- venidero, con color de mas servir à los dichos Rey é Reina, entrometerse en demandar cuenta ó ganancia de parte por respeto de las dichas veinte lanzas, pues que la voluntad de sus Altezas de cierto, fué dar obra à servkio de Dios é suyo, é sojuzgar á los dichos infieles que de verdad en lo temporal deben ser sujetos à su Corona Real, y en lo espiritual son de la Metrópoli de Sevilla, à la cual la Iglesia de Kóbigo es so- fragaña; é quisieron que en la dicha Isla de la Grande ,Cana- ria, según mandamiento de la Sede Apostúlica, se edificase la Iglesia Catedral, é la dicha Isla se poblase de personas cató- licas sus naturales, é que para seguridad de Eelesiàsticos é Religiosos 15de Seglares, se enfortalesciesen los Puertos de la dicha Isla con tales edeficios é fabricas,. que permanescie- sen allí seguros los que ende poblasen, é non pudiesen reci- bir daño de los adversarios de la dicha Corona de Castilla,,6 de otras algunas gentes advenedizas; para las cuales fabricas tan complideras se llevan dende agora muchas ferramientas é pertrecbx que montan mayores sumas de maravedis de los
  • 7. -Y- que suman las dichas veinte lanzas, cuanto mas que se llevan para ello muchos mantenimientos, de los cuales é de los di- chos pertrechos é ferramientas, ha de dar cuenta à los dichos Señores Rey é Reina su Receptor, el cual después debe dar relación de lo que con ello se face, que es cierto que allende de la suma de las dichas veinte lanzas se habrán de expender é gastar muchas otras cuantías que resultarán en provecho é honra de la Corona Real. Asi mesmo, por cuanto el dicho Se- ñar Obispo hobo de tomar prestado para dicha empresa, pri- mero por acuerdo de los Sehores Cardenal é Legado, é des- pues por acuerdo de los dichos señores Contadores mayores, é por algunos Seiiores del Consejo de los dichos Señores Rey é Reina, cuatrocientos é veinte mil maravedis de Micer Agostin de Espindola, Tesorero de lo que se recibe de la Indulgencia otorgada por nuestro muy Santo Padre para la conversión de los infieles de Canarias, é para edefica%n de Iglesias é Monasterios, é para sustentación de los Ecle- siàsticos é Religiosos que en las dichas yslas permanescen é permanescieren, é trescientos mil maravedis de Pedro: de Setien, vecino de Burgos, Tesorero de lo que se rescibe de 13 dicha Indulgencia por la mayor parte en los Arzobis- pados é Obispados de estos Reinos de Castil1a.é de León; é se obligó el dicho Sehor Obispo à ellos en cierta forma, de ma- nera quel arisco del dicho emprestido é suma, carga sobre él .é sobre su fíador, que fue el dicho D,. ‘Juan Rermudez; é así mesmo carga el flete de algunos .navios, que asf mesmo el dicho Señor Obispo fué fiador juntamente con la paga, del sueldo de los marineros en la forma que puede paroscer por las obligaciones qtmsobrello están fechas, .es de buena r&ón .pues non se pudiera expedir la dicha flota, nin encaminarse la dicha empresa sin que el dicho Señor Obispo é su fiador, ho- bieran habido prestadas las dichas cuantías, é se estima ser cabdal suy. lo.que ende se puso como cabdal de cualquier otro armador, declararse por la presente, según debieron de- clarar los dichos Señores Contadores mayores, que en la pre- sa con la grac,ia de Dios se ficiese, se tenga la orden siguien- te: que de ella se haya de sacar el coste, si alguno fuere, é luego el Quinto de los dichos Señores Rey é Reina, é des- pués entre lo que copiere à las partes de los armadores reci- ba de su parte el dicho Obispo todo lo restante. Fué fecha
  • 8. -ío- esta declaración por mí, el dicho Coronista, para alguna se- guridad del dicho Sefior Obispo, e de su fiador, en la Cibdad de Sevilla á veinte dias del mes de Abril, afro del Nascimien- to de nuestro Redentor Jesucristo, de mil e cuatrocientos e setenta é ocho años, demandàndolo así el dicho Seiior Obispo y el Dean. su fiador, porque yo usando de la abtoridad que los dichos Señores Rey é Reina en este negocio de esta dicha empresa me habían dado, les diese algtin camino de descargo, e solicitase con sus Altezas la aprobaci6n de todo lo susodi- cho.-Alfonso de Palencia.»-Por la cual dicha Concordia é ; Capitulación paresce que vos el dicho Coronista aseguràsteis à los dichos Obispos e Dean, su fíador, solecitariades nues- s tra.aprobación de todo lo susodicho en la dicha Capitulación d contenido. E agora como quier que por la dicha vuestra Es- 0 critura é Capitulación e Concordia ellos pueden ser seguros, porkayor firmeza me suplicàsteis e pedisteis por merced, E a que confirmase e aprobase, e si necesario es, de nuevo otor- gase el dicho asiento e Conc’ordia e Capitulación, por vos el t 5 dicho Coronista fecho con los dichos Obispos e Dean e Ca- Y pitanes, e Yo tóvelo por bien; e por la presente apruebo todo- H m lo contenido en la dicha vuestra Capitulación, asiento e Con- cordia, segun é por la mesm:l vía y forma que vns, el dicho ,F Coronista lo asentasteis e capitulasteis e se contiene en la di- i d cha Escritura, firmada de vuestro nombre de suso encorpora- E da; e por esta mi Carla do libre e entera facultad al dicho b Obispo para que use e pueda usar enteramente de todo lo ! : contenido en la dicha Capitulacibn, e de cada cosa e parte i dello, e prometo que así le serà todo guardado e complido. f 5 Fecha en la muy noble e muy leal Cibdad de Sevilla, trece 0 días del mes de Mayo, año del Nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil e cuatrocientos e setenta e ocho años-Yo la Reina-Yo Alfonso de Avila, Secretario de nuestra Señora la Reina, la fice escrebir por su mandado.-Registfada-Die- go Sánchez.»
  • 9. - ll - ll ,$uales fueron las fechas de la expedición conquistado- ra? ¿De qué puerto salió? ¿A qué puerto llegó? &uantos bu- ques vinieron y de qué clase 6 aparejo? ¿Quienes vinieron? Circunstancias son estas interesantísimas. Que de anteriores expediciones, ya por su lejanía cronológica, ya por su carác- ter fortuito ó aventurero, ya por no existir testimonios cier- tos, sea punto menos que imposible saberlas, se explica. Pe- ro, tratándose de una expedición regular, ordenada por la ; Corona, preparada con anticipación, en lo cual halla su prin- cipio un periodo histórico que corre ya por cauce definitivo, 6 d con cronistas que formaron parte de la misma, parece natural que sean indudables y perfectamente conocidas talessir- 0 cwnstancias. i Y no es así. Con Juan Rejón, el caudillo de la Armada, vino el cro- t nista Antonio Sedeño 6 Cedetio, natural de Toledo. Escribió 5 B una crónica, la cual, segun hoy la tenemos, es concisa y harto lacónica. Pasó seguramente por mano de muchos copistas, y i hay señales de mutilaciones é inexactitudes. Fija la salida del s Puerto de Santa María en 23 de Mayo de 14% y la llegada á i Canaria el dia de San Juan al amanecer. Estos datos no pue- den ser mas erróneos. Pone la salida uada menos que siete años antes de la Real Cédula, ya transcrita, ordenando lo ne- cesario para la conquista. Y hace tardar á las naves, de quie- nes hablan otros cronistas como impelidas por vientos favo- bies, cerca de un mes. Pedro Gómez Escudero, Capelhin, que vino después, con Pedro de Vera, y cuya crónica, más detallada que la de Sede- ño, no corrió mejor suerte, según todas las trazas, en manos de copistas, dice exactamente lo mismo: «Salió la Armada Real para la Gran Canaria del Puerto de Santa María el año de 1469 á 23 de Mayo; tuvieron buen tiempo la vuelta N. E. á S. 0. y víspera del Señor San Juan Bautista descubrieron la Gran Canaria y amanecieron surtos el día 24 de Junio en la playa de la Isleta.» Es casual que aparezca en los códices la misma errónea
  • 10. -12’ fecha, y errónea por imposible. Tratáse de cronistas que es- cribieron en los días de los sucesos, testigos presenciales, uno soldado de Rejon, otro capellán de Pedro de Vera. Y tanto más dá que pt‘nsnr porque seria ente error, originario, 6 de cn- pistas, cuanto que, como lo notaremos más adelante, al referir la fundación del Real de Las Palmas, narran lisa y llanamente, Cun naturalidad y lúgica que avalurarr su Leslimuuiu. El franciscano Juan de Abreu y Galindo escribió en 1632, una Historia de la Conquista de [as siete Islas de Gran Canaria. Dála salida del Puerto de Santa María en 23 de Mayo de 1477. Después de hacer constar que tuvieron los barcos próspero viento, dice: «Venían con determinación de ir á tomar tierra en el Puerto de Gando, junto á la ciudad de Telde, donde estaba la torre que Diego de Herrera había edi- ficado y los canarios hablan deshecho, para tornarla & reedifi- car?Más quiso Dios tomaran puerto en el de las Isletas á 24 de Junio, día de San Juan Bautista del dicho aiío 1477 por la mafiana». Si perplejos nos dejan Sedeño y Escudero con las fechas de 1469, no menos el historiador franciscano. ¿Porqué señaló días anteriores con mucho al de la cesión de los He- rreras á los Reyes Católicos? Explíquelo quien pueda. Y cons- ta que Abreu Galindo recorrió todas las islas y acopió mate- riales antes de poner mano en la obra. Don Juan Núñez de -la Peña, que imprimió su libro «Con- quista y Antigüedades de las Islas de la Gran Canaria en Madrid y en IGIKi, después de referir el propósito de la Con- quista por los Reyes Católicos, escribe: «El Asistente puso luego en ejecución lo que Sus Magestades le mandaron con mucha brevedad en el año de 1480 y mandó salieran del Puer- to en el mes de Junio; dieron á la vela, y á 24 de Junio del aiio dich,o, dia del glorioso San Juan Bautista, al amanecer, llegaron á la isla de Canaria.» Siguen las fechas, B no dudar- lo, siendo arbitrarias, pero es de notar que este cronista, á pesar de haber procedido de memoria y con ligereza, fija la salida en el mes de Junio. Se aproxima á la verdad, tal vez, porque pensara que cra improbable una navegación de casi un mes, con buenos tiempas, desde el,Puerto de Santa Maria (I Gran Canaria. El P. Fr. José de Sosa, franciscano, compuso á tines del siglo XVII su «Topografía de Ja Isla Afortunada Gran Ca-
  • 11. -13- naria.» Cortó por lo sano. Sin mkdios de depurar- los datos contradictorios y discrepantes en úrden á las fechas, estimó más acertado, y tuvo razón, prescindir de ellos. «Embarca- ronse en el Puerto de Santa María, llevando su derrota á las afortunadas Islas Canarias» dice en un capitulo. Y en otro: «Tnmri pnerto la arm’ada de ~npañoles en el de la Lnk que eri- tonces se llamaba el Puerto de las Isletas una mafiana alegre, día de Señor San Juan Bautista)). Y llegamos g la obra notabilísima del Dr. D. Tomás Ma- rín y Cubas, natural de Telde en esta isla. Puede estimarse inédita, aunque, si mal no recordamos, empezó á publicarla y no acabó, la revista Et Museo Canario. El original, de le-. tra del autor, está en el archivo de los herederos de D. Juan del Castillo y Westerling. Tiene razón don Agustin Millares. al decir que refiere Marin y Cubas la conquista de la Qran Canaria con un lujo de pormenores, que, en vano, buscaría- mos en otras crónicas. No he visto el original y sí una copia que hizo el poco recordado é infatigable coleccionador de nuestras antigüedades Don Francisco J. León y Jóven. Apa- rece de ella fijada la salida en 20 de Mayo de 1496. El Doctor Chil y Naranjo asevera que Marin la fijó en 20 de Mayo de 1469. Quiz6.s viera el original ú otrn copia... Y agrega el histo- riador teldense: «Salieron del Puerto de SantaMaría el dia 13 de Junio, llegaron á dar vista á Canaria 23 de Junio; dieron fondo, en el Puerto de las Isletas, el día 24 de San Juan Bau- tista, de madrugada, con luna; traían buenos prácticos, los dos vecinos de Lanzarote que fueron á deponer á Don Juan Peraza y á Diego de Herrera». Es el único autor que fija en firme la fecha de salida en 13 de Junio. Viera y Clavijo, el gran Viera, polígrafo insigne, al decir de Menéndez y Pelayo uno de los mejores prosistas del siglo XVIII é historiador clasico de Canarias, á quien deben estas islas un monumento que sea perpetuo homenaje á su superior cultura y servicios eminentes al país, escribió el primer to- mo de su obra Noticias de la Historia General de tas Islas Canarias en Tenerife, antes de marchar á Madrid, donde la continuó en años sucesivos y publicó aquel tomo y los res- tantes. Obséi-vase que, en IU tocante á la conquista de Gran Canaria, tuvo en mucho el testimonio de Abreu y Galindo. No obstante, Viera, que supo hacerse cargo de las Reales Cédu-
  • 12. -14- las de 12 y 20 de Mayo de 1478, corrigió h Abreu Galindo en la fecha arbitraria de 1477, fijando la salida de la expedición en 1478. Mas la corrección dejó subsistente el error del mes, Mayo, variando, también, en el día. Viera señala el 28. Y no esta seguro, porque, después de decir que surgió la expedi- ción en el puerto de las Isletas el 24 de Junio por la mañana,. agrega. «Aunque esta navegación fué de un mes, asegura Galindo que se hizo con próspero viento.» Claro es: :no le habla de extrailar esto á Viera? Tenemos la creencia de que si el sabio Arcediano de Fuerteventura hubiera conocido á ; Marín y Cubas, hace lo que Millares, en el siglo XIX, con, s muy buen sentido, fijar la salida el 13 de Junio. s Nuestro ilustre historiador contemporáneo don Agustin d Millares y Torres, que, por sysaber, por su laboriosidad, por 0” su ver sin límites al pais, parece Viera y Clavijo redivivo, E a publicó en 1893 su Historia General de las /das Canarias, obra de positivo mérito, aunque desigual y resentida de pre- t cipitación. No es admisible en la parte correspondiente al si- 5 glo XIX. Hubiera valido m& para el éxito de la magna em- B g presa que acabara en las postrimerias del siglo XVIII. De to- das maneras, digna de loa es y laureles inmortales acompañan ‘1 la memoria de su autor, principalmente, por su trabajo de pa; i ciente depuración y sana crítica en la época casi legendaria d de la conquista. Bien documentado, con libros, manuscritos y f b noticias, inapreciable arsenal, que hemos tenido ocasión de ! 8 ver, avivandose en el alma la admiración que causa labor tan ; fatigosa, util y desinteresada, Millares hizo, salvo algún que , % otro error sin importancia, la verdadera historia de la conquis- 5 0 ta de Gran Canaria. Su libro, en esta parte,parece definitivo. Corrige los errores de las fechas. Así por la luz que arrojan las Reales Cédulas y por las seguras indicaciones cronol6gicas de posteriores sucesos hasta la rendicidn en 29 de Abril de 1483, fija la fecha de salida del Puerto de Santa María, acerca de la cual, como ya hemos visto, han traido cronistas é historiadores gran confusión, en 13 de Junio de 1478, la de Marín y Cubas, que, en unión de la fija de llegada, y en esto si que existe entre todos perfecta unanimidad, á 24 de Junio, explica-satisfactoriamente la duración probable de un viaje entre el Puerto de Santa María y el de las Isletas en
  • 13. - í5- aquella época, máxime habida razón del testimodio de Escu- dero en cuanto al próspero viento y buena mar. Catorce años después, en viernes 3 de Agosto de 1492, partió de la barra dc Saltes la expedición inmortal de Colón. «Anduvimos-se lee en el Diario que extractó Fray Bartolo- mé de las Casas-con fuerte virazon hasta el poner del sol há- cia el Sur sesenta millas, que son quince lenguas; después al Sudueste y al Sur cuarta del Sur-ueste que era el camino para las Canarias.» El jueves 9 de Agosto estaban las carabelas so- bre la Gran Canaria. Hicieron, pues, de seis á siete singladu- ras... Poniendo la fecha de salida de la expedición de Rejón se- ; gún el testimonio de Marín y Cubas, y aceptando la invariable i de llegada de todos los autores, resultan diez singladuras. Si d no es rigurosamente histórica la fecha del 13 de Junio, aproxi- 0 mase, por lo menos, á la verdad, y esto no es poco cua:do carecemos de medios infalibles de investigación. Nada, ade- aE más, tiene de extraño que las naves de Rej6n fueran inferio- res en condiciones marineras 6 que los pilotos no tuvieran la t competencia de Colón y los Pinzones. 5 Y Prescindiendo del número y clase de las naos, pues son H m oscuras las indicaciones, si bien parece probable que fueran, como quiere Millares, seis grandes carabelas y dos pequeñas ,F fustas, dada la gente que vino y la impedimenta que trajo con- sigo, llámanos la atención el hecho del fondeo en el puerto de las Isletas y no en Gando, adonde venían dirigidas, según se colige, así de los precedentes históricos de las luchas de los Herreras con los indfgenas, como del testimonio de Gómez Escudero al decir, «Dispuesto ya de no ir a Gando, que fué el designio con que se desembarcó el día de San Juan>> No nos parece acertado Miliares cuando escribe... ~y como llevase pilotos (la escuadrilla) que conocían el puerto de las Isletas, dirigiú su rumbo al fondeadero.» Que los vecinos de Lanza- rote, que venían con los conquistadores, prácticos, de que habla Marín y Cubas, fueran peritos en las costas, no consta. Es de creer lo contrario precisamente, porque, en tal caso pa- ra servir los propósitos de Rejón, hubieran influido en la de- terminación del fondeadero. Y tanto que no es inverosímil su- poner que el jefe de la expedición debió sentir una gran con- trariedad por el desembarque en la playa de las Isletas, pues le vemos disponer la gente con presteza para marchar d Gan-
  • 14. --í6- do. Este, á no dudarlo, era su objetivo. Casi es seguro que los pilotos, cualquiera fuera su experiencia de navegantes por estos mares, no conocían bien la costa de la isla, y recalaron sobre’el puerto de las Isletas por error al tratar de enfilar la bahía de Gando. El «quiso Dios tomaran puerto en el de las Isltfaszi de Abreu Galindo, parece uua sentencia. Dado pregón en el puerto de Santa María reuniéronse 666 hombres de infantería, procedentes de tropas ya aveza-. das á las fatigas de campaña, armados con picos, ballestas, espadas y rodelas. Llamábanse los pardiUos, del color de su capote. LJno de ellos era el futuro cronista Antonio Sedeño. Dispusieron también á embarcar hijo-dalgos, que servían á caballo, con lanza, yelmo y cota de malla. Traían los verse- ciffos, especie de culebrinas de corto calibre. Uniéronse, ade- más, muchos aventureros.. . ;Lástima que no se trasmitieran á la posteridad los nombres de todos estos expedicionarios!... De este privilegio sólo gozaron Juan Rejón, que unos hacen natural de León, otros de Aragón, no faltando quien diga que era del Condado de Niebla, el Dean de Rubicón, Bcrmúdcz, ya conocedor de las islas, el alferez Alonso Jaimez de Soto- mayor, cuñado de Rejón, pues este estaba casado con Dona Elvfra Jaimez de Sotomayor y los oficiales Kodrígua de So- lorzano, Francisco de Espinosa, Alonso de Zorita, Hernan García del Castillo, Juan de Quintana y Alonso Hernández de Arevelo. Millares sufre el lapsus de mentar en esta expedi- cion á Pedro Gomez de Escudero, capellán, que vino más tar- dc, con Pedro de Vera. Mero descuido, pues el mismo MiIla- res así lo reconoce en la Introducciún de su obra. No podían faltar y no faltaron los hijos del santo glorioso de Asis. Ellos fueron los evangelizadores de la Gran Canaria, y antes, mu- cho .antes de que cesara la guerra de conquista en 1483, te- nían ya su convento de San Francisco, al pie de la sierra; mansión poética, entre palmeras y huertas, sobre el luminoso horizonte del Atlántico.
  • 15. - 17 - 111 &omo se fundú el Real de Las Palmas, el pobre campa- mento, que es hoy poblada ciudad, emporio marítímo y co- mercial de España en el Atlántico? El origen de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas en la isla de Gran Canaria, io cuentan Sedeño y Ciomez Escudero cn concisas palabras, sin adorno, sin leyenda, con los trazos escuetos de lo que pasó, de lo que sucedió como ellos lo narran, y nó de otra manera. Leed sus breves relatos. Sedeño, más compendioso, dice: (<Habiendo Ilcgudo Juan Rejón á Canaria y los suyos, lleg6 B dar fondo y tomó tierrs, sin contradicción alguna, en el puerto de las Isletas y allí dijo el Dean la primera misa que se dijo en esta isla, y por ser el sitio falto de agua, vinieron caminando á sentar el Real 6 un arroyo que sale al mar, llamado Guiniguada, donde ahora es- tá la ciudad llamada de Las Palmas. Parecioles á los españo- les este siti: muy bueno y aparente por sus salidas y Ilanadas para defenderse y ofender. Hicieron el Real de tapias con ánimo de mudarse despues porque este no era lugar sano.» Es una simple noticia, como se ve. Sedeiío, que años andan- do, muriú en la conquista de Tenerife, era soldado, no muy letrado, y más que crúnica escribió un seco epítome. No así Gomez Escudero. Con más saber, con nlis repo- so, viviendo entre los fundadores del Real, que le instruirían de todo, hizo una crónica, que ha sido guía de cuantos, que- riendo proceder con veracidad, escribieron después. c:... y amanecieron surtos el día 24 de Junio en la playa de la Isleta, abrigada del norte de unn montniin alta y pedre- gosa. Saltó en tierra la gente, dióse úrden de decir misa y díjose la primera del Lic D. Juan Rermudez á Nuestra Seño- ra de Gracia y después SC hizo alii una ermita. (Claro es que debe entenderse el después, tiempo muy posterior, cuando se erigió In de la Virgen de la Luz). Después de misa hizo una plática cl Dean Rermudez en órden á la reducción dc los infieles, que causó mucha devoción, y exhortci á los soldados, y lo mismo el general Rcjúll. El Aifer-ez Mayor Alonso Jaimcz
  • 16. - 18 - de Sotomayor- hizo venir á tierr-a y escuadromu la gente y cotnenzú á marchar con banderas y forma de ejército en cam- paña. Los espías que iban delante trajeron un canario viejo que estaba cogiendo marisco, y no se veia más gente, que pa- recía no haber nadie en la isla. Preguntckele por el camino dc T~lrlc, que wtá dos leguas y media, camino al Sur pnr la misma ribera. (Bien se ve que Gomez Escudero escribió mk tarde) dió algunas razones que se podían entender de que no fueran más adelante por el peligro de una sierra que se había de pasar, onde les esperaba una gran emboscada, que fueran más adelante, onde los llev6 é hiciesen alto y asi plantaron su Real en ribera distante una lengua de onde se dijo la misa.» 43-a un hermoso valle de gran cantidad de palmas, dra- gos, higueras y sauces y agua que corría siempre á la mar de un al-royo (nada de río) llamado Gcniguada. Este es á la falda de im cerro que corre de N. á S. por legua y media, poco tn& hasta encontrar con el paso peligroso de un risco alto y taja- do (por el túnel de Telde) que cae al mar. Tiene esta ribera un ancho de dos ó tres tiros de piedra, onde se situó el Real Ilam.ldo de Las Palmas. Dispúsose hacer iglesia eh una casa canaria. Tenían otras casas canarias, metidas debajo de tic- rra, á modo de madrigueras, y por fuera se conocía por un mont6n de tierra y pocas piedras alrededor. Y media legua sería de onde se dijo misa, que había otra peqneõa, las pare- des de piedra, y sobre el enmaderado tosco el terrado.» ((Dispuesto ya de no ir á Gando, que fué el designio con que se desembarcó el dia de San Juan, y ahora por acuerdo de D. Juan Rejón y el Dcan y Alonso Jaimez y personas prácticas, se acor-dú fabr-icar- una tor-l-e, y con diez tapiales y mucha gente, en poco tiempo, hacían mucha cerca, estando todos contentos por la amenidad del sitio y toda conveniencia de agua, Icfia y los navíos presentes 6 nuestra vista.» ePuede caber duda? La lejariía de Gando, el temor de la emboscada, de que habló B los conquistadores el viejo canario, el sitio llano, cercano el arroyo, en el desemboque de un valle umbroso, á In vista y paso franco del puerto, todo convidaba á Rcjbn á establecer aquí el Real, base de las futuras opera- ciones. Y armonizanse el dicho de Sedeño de no ser el lugar sano y el de Gomcz Escudero del contento de los expedicio-
  • 17. - 19 narios. Debió parecerles, al principio, insalubre por la hume- dad. Q uiz&s hubo enfermos de calentura al hacer trabajos de desmonte. Pero esto cesó pronto y quedó fijado el emplaza- miento de la futura capital del Archipiélago. A no dudarlo, así como lo cuentan estos cronistas, verificóse la fundaciún de nuestra ciudad de Las Palmas. Millares, con excelente acuerda, acepta estas narraciones, y juzga que el sitio del campamento fue el lugar que hoy ocupan la iglesia 6 ermita de San Antonio Abad, su plaza y calles adyacentes. La igle- sia en la casa canaria tenía que estar dentro de tapias, y esa iglesia fué, como está comprobado, la que existia en el mis- mo solar en que se reedificó mucho más tarde San Antonio Abad. Precisamente es el sitio más elevado de Vegueta que coli nda con el barranco. Debió haber sido un alto 6 colina apropósito para atalaya. El estudiante salmantino Marln y Cubas, erudito, $ie nutrió su espíritu con estudios del Renacimiento, escribió su obra, de que ya hemos hablado, después de lGs’2, y si bien respeta la verdad histúrica, testimoniada por Sedeño y Escu- dero, adórnala con galas de fantasía y de lenguaje. Si Viera y Clavijo, en el siglo XVIII, en pleno neo-clacisismo, pone en labios de los heroes indigenas discursos que no haria me- joi-es el más consumado académico, como dice graciosamente cl inolvidable Dr. Chil y Naranjo, Marín y Cubas pinta una escena dramática, con declaraciones entre Rejon y el viejo canario mariscador, que no va á la zaga de las piezas más acabadas del género en los historiadores griegos y latinos. Hela aquí: «Luego, bien de mariana, salid toda la gente, armas, artille- ría menuda 6 vemesillos de bronce, caballos con sus g-metes y demás pertrechos á tierra. Dijo en la playa la pr imei-a misa el Dean, llamada de la Luz, á nuestra Señora de Guía. /(Debe ser error, de Gracia, como dice Escudero. Ya vemos el origen de la ermita de Nuestra Sefiora de la Luz y del nombre del puerto de la Luz, hasta entonces, y aún despues, de las Is- letas). El ánimo era pasar á Telde por tierra con las compafiías puestas á punto de guerra y que los navíos fueran á Gando. Hizo el Dean una larga plática en órden á la reducción de los infieles y que los tratásen benignamente, como á hermanos,
  • 18. -20 que á todos pareció bien. Despuk le siguió otra de Juan Re- jón en Orden á la buena milicia y al honor de buenos y leales á los Reyes de Castilla, y juraron todos hacer cada cual SU de- ber, :í fwr riel huasos, como les pertenecía, y dijeron amén.» &kwchó la playa adelante, primero los de caballo, el ba- gaje y la tnilicia con las banderas sueltas, sin haber visto gen- te, que parecía eslur la i& dcsicrta, lo que 6 todos mnravi Iló. Más, habiendo caminado cosa de mediu legua, al Sur, ca- mino de Telde, trajeron los espías 3 un canario viejo que es- taba mariscando. A todo cuanto le preguntaban, asi cn lengua canaria como castellana, callaba, sin responder palabra, y di- jeron que donde había agua d~dce, y luego señaló con la ma- no adelante el camino, donde la había, sin hablar, y viendo que 4 todo entendía, pues respondía por señas, se llegó 6 él uno de los de Lanzarote y díjole que guiase LÍ donde estaba el ngUa y que-porqué no hablaba. El viejo, respondiendo en am- bas lenguas (i!), aunque cl castellano mal formado, dijo las razones siguientes: <CYO entiendo nitij bien lo que decis y á lo que ve- os nis y mi lo noto. ;Oh, cuan porfiados sois! <No habeis siempre llevado quz contar? ~NO 02 acordais de la torre de Gando? Pues no Id tanto que pascí. Ahora venís muy po- cos y sois gente unida, de buenas armas; volveos presto; tomad el consejo del hombre que ha visto muchas desdichas vuestras. CVeis aquí cerca el agua en Guiniguada? No paseis de este sitio en adelante. Aquí teneis vuestros p5jaros blancos (los buques) en que luego porleis h:lir. No deis lugar B que en vosotros se ejccuteii las cruc!dudc5 qllc nuc;troj Ciwnarte- mes siempre han ejecutado con vwotro;. Suk provoîadore;, amigoj de grandes ruidos. Teneis a!lá tierras mayores, mucha gente. Dejad la nuestra pelneìla y pobre; andad, idos de aquí; no conseguireis cl fruto que prerendeis, que los canarios he- mos sidn y wrífmos sictmpw victorio~oj. > «Fue este canario llevado antc e! Capitán Juan Rejón é informado de lo que había dicho. Le respondió al canario para qtle llevase á 103:suyo.5 y se fuee~ cuando quisiera. u.Yo me holgara, dijo, hallar vivo ;í vuestro Reyezuelo BEntagoya, el que decis de Te!de. y en campaña veríamos quien buscaba á qui-n. Yo os u;rradezco el biwn consejo que me habeis dado, y s:lbA vo.5olrod qu¿‘ no eì mrne;tcr mái gente para pelea,
  • 19. 21 que yo la hubiera traido. Vengo á daros la noticia de la ley evarlgelica y A que vivlis como howbres, y no con10 fieras, que es gran lástima, sin ley, religión verdadera, la de Dios hombre, Jesus, nacido en Bel&, criado en Nazaret, en toda verdad y luz. Vengo á conquistaros por bien, no á haceros mal. La tierra será vuestra como lo es. Solo la sujecci6n y dominio será de los Reyes de Castilla, y así os tendremos por hermanos.:> «Y al dia siguiente se fué el canario. «A poco más de una legua se halló el arroyo de agua, Ila- mado Guiniguada, que dijo el canario viejo. Venia de un valle ; arriba, entre unas sierras, que desaguaba al mar dicho arro- yuelo, no muy ,copioso ni de mala agua. El sitio era de muchas 6 palmas, sauces, higueras y otros árboles, todo ameno y delei- ca : table. Aquí se acord6 hacer alto POI-algún tiempo, par-eche/;- g do que este sitio seria enfermo, y por el peligroso paso p>ra ir á Telde, donde esperaba una emboscada de canarios, media i legua adelante. Salió dc acuerdo de los capitanes y demás ca- balleros hacer una torre, que, en breve, se hizo, con diez ta- t 5 piales y reposo para los caballos, y enramadas, cortando pal- : mas, dragos y otros árboles, convenientes á tal fábrica, que importó muy mucho para después, y hacer ahnacen, y tenien- do los navíos tronteros, se acordó que, quedando en el puerto s i los dos rnás medianos, se fueran los demás á Espaiia, dando d aviso de lo sucedido.:) 2 Mucho se ha discutido acerca de la legitimidad de las aren- 8 ! gas, discursos y diálogos que ponen los clásicos y sus imita- d dores en labios de los grandes hombres de la historia y con g ocasión de memorables sucesos. Y, a vueltas de la confusión y 5 discrepancia de opiniones, es lo cierto que si debe proscribirse 0 toda influencia exagerada de la imaginación en la historia se- ria, modelada sobre las severas líneas del género, ni cabe tal regla, ni se observa, por mucho que lo aconsejen preceptistas y críticos, en la historia viva, fragmentaria, animada, que es, ante todo y sobre todo, evocación viviente del pasado. Sobre la base de lo que fué y sucedió, cuando se ignora el como su- cedió, elemento tan integrante de la realidad, corno que es la realidad misma en todas sus faces y aspectos, necesitase acu- dir á la imaginación, facultad creadora, que, nutrida de las ideas y sentimientos, del alma de toda una época, pone la
  • 20. -22 verosimilitud como atavío espléndido y necesario del fondo de la verdad histórica. Más aun; jamás, sin la potencia imagi- nativa, por ricos en testimonios y documentación que sean los hechos, podra exhumárseles del panteon de las cosas muertas para hacerlos resurgir con ambiente y colorido. La Historia es arte. Y al pensar en el carácter estético de la Historia, al considerar que, aunque por distintos proce- dimientos, y valikndose de otros recursos, los que estudia y regula la ciencia, será tanto más perfecta, segfin la autori- zada opinión del gran Menéndez Pelayo, wunnfomrís se acer- que, con sas propios medios, á prodacir los mismos efectos que producen el drama y fu novela)>, na podemos menos de transcribir la concepción clásica que expone en su libro «El Genio de la Historia» Fr. Jerúnimo de San José. Es acabada, cbnvincente, definitiva... «Yacen como en sepulcros, gasta- dosva y deshechos, en los monumentos de la venerable anti- guedud, vcstigiog de sus cosas. Conservúnse allí polvo y CC- nizas, ó, cuando mucho, huesos secos de cuerpos enterrados, esto es, indicios dk acaecimientos, cuya memoria casi del to- do pereci6; á los cuales, bara restituirles vida, el historiador ha menester; cpmo otro Ezequiel, vaticinando sobre ellos, juntarlòs; unirlos, engarzarlos, dándoles á cada uno SII enraje lugar y propio asiento en la disposición y cuerpo de la historia, atíadirles, para su enlazamiento y fortaleza, nervios de bien trabadas conjetnras; vesfirlos de carne, con raros y nota- bles apoyos; extender sobre todo este cuerpo, así dispuesto, ana hermosa piel de vuría 1’ bien segaida narración, y, ultimamente, infundirle un soplo de vida, con la energía de ufi tan vivo decir, que parezcan bullir y menearse las CO- sas ne que trata, en medio de la pluma y el papel.» Asi, asi debe ser la historia escrita. Que no habló el ca- nario-mariscador con el atildamiento que le hace hablar Ma- rín y Cubas, ni RejOn, probablemente, hubo. de ensartarle aquel discurso altivo y á la par insinuante y catequizador. ;Quien lo duda! Pero lo que dijo $1 viejo canario responde al sentimiento de fiera independencia de los indígenas, dispues- tos, por conservarla, hasta la muerte, y lo que Rejón habló es el mimen de las empresas conquistadoras de la Esparla de los siglos XV y XVI, atraer pueblos, mas que acrecer los domi- nios de la Corona, por difundir las luces del Evangelio. tNo
  • 21. palpitaban esas grandes ideas y esos fecundos sentimientos en los pechos de aquellos soldados y de aquel mísero indlge- na, aquí, en las mismas playas que ha transformado la civili- zación moderna, donde flameó la bandera de Castilla en la mañana hermosa de San Juan Bautista á 24 de Junio de 1478? ePuede decirse, en rigor de verdad, que fuera vana la fanta- sía de Marín y Cubas? ~NO bulle y se menea el puñado de conquistadores, recien desembarcados en las desiertas playas de las Isletas, marchando en busca de Gando por las riberas del mar, al aire desplegadas las banderas, después de celebra- do el santo sacrificio de la misa, bajo la pluma del docto tel- ; dense, en la varía y bien seguida narración? Y como llevados de la mano entramos ya en los terrenos 6 de la leyenda, de la hermosa y cristiana leyenda, tradición de f la Iglesia de Canarias, origen de la advocaciún de Santa Ana, 2 8 titular de nuestra magnífica Catedral Basílica... Leamos á E Abreu Galindo, al historiador de la milicia de Cristo. «Des- 2 1 embarco toda la gente en tierra con mucha quietud y conten- to, y haciendo un toldo pusieron un altar, donde el Dean don 5 Juan Bermudcz dijo misa, la cual fué oida de todos con gran B devoción; y formando su escuadrón comenzaron á caminar hacia Gando, queriendo hacer allí su asiento, y llegando al IU- g gar donde al presente está fundada la ciudad, se les puso de- i lante una mujer canaria en el traje, y les preguntó en nuestro õ d lenguaje castellano donde iban; y dada razon y cuenta á que f venían, les dijo no fueran adonde tenían determinado, que era B ! lejos y el camino aspero y corrían mucho riesgo; que mucho d mejor les era allí donde les mostraría, que era cerca, pasado ; el arroyo del Guiniguada; que estaban en buen compás de la 5 isla y tenían agua y el puerto cercano y para poblar lugar 0 llano y bien asentado, y mucha leña y provisiún; y que de allí podían correr toda la isla. Entendido por el capitán Juan Re- j6n y por cl Dean D. Juan Rermrídez y los detnás lo que la ca- naria les había dicho, y las buenas razones que daba, determi- minaron seguir su parecer, y llevandola por adalid, los llevó al lugar que habla dicho y senalado; y viendo ser así asenta- ron el Real donde ahora está fundada la ciudad, el cual es si- tio llano, de muchas y altas palmas y higuerales, y por la abundancia de palmas que había le llamaron el Real de Las Palmas y este nombre quedó á la ciudad. Viendo Juan Rejón
  • 22. -y&- y su gente el sitio y lugar ser cómodo y aparejado para lo que pretendían, hizo asiento, y mirando por el adalid que allí los había encaminado y traido, no lo hallaron, lo cual puso en ad- miración á todos. Era Juan Rejón muy devoto de Sra. Santa Ana, y tuvo entendido había sido su guía y así hizo luego una iglesia de la advocacitln de Santa Ana, que fué la primera y hoy se intitula San Antonio 6 hizo una torre y casa de tapias y piedra seca donde recoger los bastimentos y cerccí el Real COtL tdpi¿B d(JWk Se defW,díun.X Con referencia á Núñez de la Peña y al poeta Viana, Vie- ; ta y Clavijo, después de trasladar sustancialmente el relato de Abreu y Galindo, vierte el de los primeros cronistas, y ex- 6 tremando la nota crítica acerca de la leyenda de la aparición d de Santa Ana, dice que Rejón se persuadid ó quiso persaa- 0 dir. Q los otros que la madre de María Santísima, bajo la figu- ra de aquella buena mujer, había descendido del cielo á diri- i girle en el primer paso de su campaña, lo cual pudo ser cstra- tagema política de Rejón para animar sus tropas. No creemos t 5 atinadas estas conjeturas del clásico historiador. Abreu y Ga- : lindo escribió siglo y medio después del suceso. Observese que su narración es en el fondo idéntica á la de Gómez Escu- dero, difiri,endo solo en cuanto al viejo pescador, que trueca s i en mujer, y á In creencia que supone en Rejón de haber sido d su guía Santa Ana, transfigurada en aquella mujer. Estamos, 2 á no dudarlo, en presencia de una leyenda tejida por la piedad B popular, que corrió de boca en boca, de padres á hijos, y que ! d recogió el religioso escritor. Esto y solo esto explica la nove- : dad del texto, sin que, en rigor de buena crítica, podamos 5 conjeturar superchería alguna por parte de Rejtin. 0 <Como se formó esta leyenda? Para nosotros es induda- dable. Está en el órden natural de los hechos humanos. Siem- pre hemos creido, aun por las enseñanzas de la propia expe- riencia, que la leyenda sigue á la historia como la sombra al cuerpo, y más aún, que la leyenda es como la aureola poética de la historia. Divergen los hisloriadores ace[-ca de la patria local de Rejón. En Aragón ó en Le6n ó en el Condado de Nie- bla, si nos fuera dado saber su cuna é infancia, hallaríamos quizás algún viejo templo dedicado á Santa Ana. Rejón hubo de hacer en la primitiva y tosca iglesia del Real lo que hicie- ron m6s tordc los caudillos que colonizaron á América, trans-
  • 23. plantar, en aquellos tiempos de arraigado fervor religioso, el culto de los santos lares. Allí, á la bienaventurada madre de María, se elevaron las plegarias de la naciente población, y para fortalecer la fé de los pequeños y de los indígenas bauti- zados, para que todos pusiesen su corazón al amparo de la gloriosa santa de la conquista, para que siempre la implora- sen como intermediaria y protectora, deslizariase ¡a piadosa idea de que bajó del cielo, vistió de canaria 1 trazó al cau- dillo el area del campamento. Esta tierna leyenda hizo á Santa Ana la capitana dc las huestes cspafiolas en Gran Canaria. Nuestra isla no quedaba inscrita en la cristiandad con solo la égida del pendon de Castilla. Necesitaba Ll scllo sagrado de la Religión del Calvario iQue tigura más legitima que la de la matrona de Belén que guardaba en su pecho el general cas- tellano! ¿No es histórica esa leyenda? ,$o broió del alma sencilla y creyente de nuestros mayores? UNO va unida á la consagra- ciún de la pequeiía ermita levantado sobr-e antigua vivienda canaria? ~NO surge á los purísimos destellos de la aurora del día de San Juan, (ue vió á las naves de Rejon surtas en el Puerto de las Isletas? ;No ha recogido, en el rodar de los tiempos, las oraciones de los canarios, arrodiilados bajo las bóvedas de la Catedral de Santa Ana, y 1~~1preces por la eterna ventura de nuestros muertos que elevan los cánticos litúrgicos? ~NO movió el buril de nuer;ro g-nial escultor, Luján Pérez, labrando mármol de Jinamar, para poner IU san- ta efigie en alto relieve, en el frontis posterior de la Basílica, mirando hácia la vieja población y hácia ei mar, alli co!ocada como perpetuo y glorioso blason de Las Palmas? Guardémos- la como santa reliquia; que la canten los poetas, que la dibu- jen los pintores, que la vener2n las generaciones; y que la crítica histórica, que ya no se hace con seco racionalismo, si- no con razón ilustrada, con razón que penetra hondo, que son- dea los senos del alma, diga y pregone que si, que fué una le- yenda, no una impostura, pues al afirmarlo, rindiendo culto á la verdad, revive el pueblo que crearon canarios y espaìloles, bajo las palmeras del Guiniguada, al amparo del pendon de los Reyes de Castilla, después de adorar la hostia santa que elevaron las manos sacerdotales del Dean Bermudez.