Papa Francisco, en su catequesis referente al siguiente versículo hermoso: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. […] Aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio» Mt. 11, 28-30
2. El 14 de septiembre dijo en su catequesis:
Durante este Jubileo hemos reflexionado muchas veces
sobre el hecho que Jesús se expresa con una ternura única,
signo de la presencia
y de la bondad de Dios.
3. Hoy, nos detenemos en un pasaje conmovedor del Evangelio
(Cfr. Mt 11,28-30), en el cual Jesús dice:
«Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados,
y yo los aliviaré. […] Aprendan de mí, porque soy paciente
y humilde de corazón, y así encontrarán alivio» (vv. 28-29).
4. La invitación del Señor es sorprendente:
llama a seguirlo a personas sencillas y oprimidas por
una vida difícil,
llama a seguirlo a personas que tienen muchas necesidades
y les promete que en Él encontraran descanso y alivio.
5. La invitación es dirigida en forma imperativa: «vengan a mí»,
«tomen mi yugo», y «aprendan de mí». ¡Tal vez los líderes del
mundo pudieran decir esto! Tratemos de coger el significado de
estas expresiones.
6. El primer imperativo es «Vengan a mí». Dirigiéndose a aquellos
que
están cansados y oprimidos, Jesús se presenta como el Siervo del
Señor descrito en el libro del profeta Isaías. Y así dice, el pasaje
de Isaías:
«El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que
yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento»
(50,4).
7. A estos desconsolados de la vida, el Evangelio muchas veces une
también a los pobres (Cfr. Mt 11,5) y los pequeños (Cfr. Mt
18,6).
Se trata de cuantos no pueden contar sobre sus propios medios,
ni sobre amistades importantes. Ellos sólo pueden confiar en
Dios. Conscientes de la propia humilde y mísera condición,
saben que dependen
de la misericordia del Señor, esperan de Él la única ayuda
posible.
8. En la invitación de Jesús encuentran finalmente respuesta a sus
expectativas: convirtiéndose en sus discípulos reciben la promesa
de encontrar consolación para toda la vida. Una promesa que al
final del Evangelio es extendida
a todas las naciones: «Vayan – dice Jesús a los Apóstoles –
y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt 28,19).
9. Acogiendo la invitación a celebrar este año de gracia del
Jubileo,
en todo el mundo los peregrinos atraviesan la Puerta de la
Misericordia abierta en las catedrales y en los santuarios y en
tantas iglesias del mundo; en los hospitales, en las cárceles…
10. ¿Para qué atravesar esta Puerta de la Misericordia? Para
encontrar a Jesús, para encontrar la amistad de Jesús, para
encontrar el alivio que solo da Jesús.
11. Este camino expresa la conversión de todo discípulo
que se pone en el seguimiento de Jesús.
Y la conversión consiste siempre en descubrir
la misericordia del Señor. Y esta misericordia es infinita e
inagotable:
es grande la misericordia del Señor.
12. Atravesando la Puerta Santa, pues, profesamos
«que el amor está presente en el mundo y que este amor es más
fuerte
que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad,
el mundo están metidos». (Juan Pablo II, Enc. Dives in
misericordia, 7).
13. El segundo imperativo dice: «Tomen mi yugo».
En el contexto de la Alianza, la tradición bíblica utiliza la imagen
del yugo para indicar el estrecho vínculo que une el pueblo a
Dios y,
de consecuencia, la obediencia a su voluntad expresada en la Ley.
14. En polémica con los escribas
y doctores de la Ley,
Jesús pone sobre sus discípulos su
yugo, en el cual la Ley encuentra
su pleno cumplimiento.
Les quiere enseñar a ellos
que descubrimos la voluntad de
Dios mediante su persona:
mediante Jesús,
no mediante leyes y
prescripciones
frías que el mismo Jesús condena.
15. Podemos leer el capítulo 23 de
Mateo, ¿no?. Él está al centro de
su relación con Dios, está en el
corazón de las relaciones entre
los discípulos
y se pone como fulcro
de la vida de cada uno.
Recibiendo el “yugo de Jesús”
todo discípulo entra así en
comunión con Él y es hecho
participe
del misterio de su cruz
y de su destino de salvación.
16. Sigue el tercer imperativo: «Aprendan de mí».
A sus discípulos Jesús presenta un camino de conocimiento y de
imitación. Jesús no es un maestro que con severidad impone a
otros cargas que Él
no lleva: esta era la acusa que Él hacía a los doctores de la ley.
17. Él se dirige a los humildes, a los pequeños, a los pobres,
a los necesitados porque Él mismo se ha hecho pequeño y
humilde.
Comprende a los pobres y a los sufrientes porque Él mismo es
pobre
y experimento los dolores. Para salvar a la humanidad Jesús no
ha recorrido un camino fácil; al contrario, su camino ha sido
doloroso y difícil.
18. Come lo recuerda
la Carta a los Filipenses:
«Se humilló hasta aceptar por
obediencia la muerte y muerte de
cruz» (2,8).
El yugo que los pobres y los
oprimidos llevan es el mismo yugo
que Él
ha llevado antes de ellos:
por esto es un yugo ligero.
Él se ha cargado sobre sus espaldas
los dolores y los pecados
de la entera humanidad.
19. Para el discípulo, por lo
tanto, recibir el yugo de
Jesús significa recibir su
revelación y acogerla:
en Él la misericordia de Dios
se ha hecho cargo de la
pobreza
de los hombres,
donando así a todos la
posibilidad de la salvación.
Pero,
¿por qué Jesús es capaz de
decir estas cosas?
20. Porque Él se ha hecho todo en todos, cercano a todos, a los
pobres.
Era un pastor que estaba entre la gente, entre los pobres.
Trabajaba todo el día con ellos. Jesús no era un príncipe.
Es feo para la Iglesia cuando los pastores se convierten en
príncipes,
alejados de la gente, alejados de los más pobres:
este no es el espíritu de Jesús.
21. A estos pastores Jesús los amonestaba,
y sobre estos pastores Jesús decía a la gente:
“pero, hagan aquello que ellos dicen, pero no lo que ellos
hacen”.
Queridos hermanos y hermanas, también para nosotros existen
momentos de cansancio y de desilusión. Entonces recordémonos
estas palabras del Señor, que nos dan mucha consolación y nos
hacen entender
si estamos poniendo nuestras fuerzas al servicio del bien.
22. De hecho, a veces nuestro cansancio es causado por haber
puesto la confianza en cosas que no son esenciales,
porque nos hemos alejado de lo que vale realmente en la
vida.
23. El Señor nos enseña a no tener
miedo de seguirlo,
porque la esperanza que
ponemos en Él no será
defraudada.
Estamos llamados a aprender
de Él que cosa significa vivir de
misericordia para ser
instrumentos de misericordia.
Vivir de misericordia para ser
instrumentos de misericordia:
vivir de misericordia,
es sentirse necesitados de la
misericordia de Jesús,
aprendamos
a ser misericordiosos con los
demás.
24. Tener fija la mirada en el Hijo
de Dios nos hace entender
cuanto camino todavía debemos
recorrer;
pero al mismo tiempo nos
infunde la alegría de saber que
estamos caminando con Él
y no estamos jamás solos.
¡Entonces, animo!
No nos dejemos quitar la alegría
de ser discípulos del Señor.
25. “Pero, padre, yo soy pecador, soy pecadora, ¿Cómo puedo hacer?
Déjate mirar por el Señor, abre tu corazón, siente sobre ti su
mirada,
su misericordia, y tu corazón estará lleno de alegría, de la
alegría del perdón, si tú te acercas a pedir el perdón”. No nos
dejemos robar la esperanza
de vivir esta vida junto a Él y con la fuerza de su consolación.
Gracias.
26. El 18 de septiembre al presidir el Ángelus dijo:
“El recorrido de la vida lleva una elección entre 2 caminos:
entre honestidad y deshonestidad, entre fidelidad e infidelidad,
entre egoísmo y altruismo, entre bien y mal.
No se puede oscilar entre uno y otro,
porque se mueven en lógicas distintas y que contrastan”.
27. “Es importante decidir qué dirección tomar y después,
una vez elegida la justa, caminar con entusiasmo y
determinación,
confiando en la gracia del Señor y en la ayuda de su Espíritu”.
28. El Evangelio del día invita a reflexionar sobre 2 aspectos
contrapuestos.
“el mundano y el del Evangelio”
mediante la parábola del administrador infiel y corrupto.
29. “Este administrador no es presentado como un modelo a seguir,
sino como ejemplo de astucia. Este hombre es acusado de una
gestión mala de los negocios de su jefe y antes de ser alejado,
busca de manera astuta de ganarse el favor de los prestatarios,
condonando su parte de la deuda para asegurarse un futuro”.
30. “Ante tan astucia mundana nosotros estamos llamados a
responder
con astucia cristiana, que es don del Espíritu Santo”.
“Se trata de alejarse del espíritu y de los valores del mundo,
que tanto gustan al demonio, para vivir según el Evangelio”.
31. “La mundanidad se manifiesta en actitudes de corrupción, de
engaño,
de opresión, y constituye el camino más equivocado,
el camino del pecado, aunque sea el más cómodo de recorrer”.
32. “Por el contrario, el espíritu del Evangelio requiere
un estilo de vida serio e constante, con el sello de la honestidad,
la corrección, el respeto por los otros y su dignidad, el sentido
del deber.
¡Esta es la astucia cristiana!”.
33. “Jesús hoy nos exhorta a hacer una elección clara entre Él
y el espíritu del mundo, entre la lógica de la corrupción
y de la ambición y la de la rectitud y el espíritu de compartir”.
34. “Alguno se comporta con la corrupción como con las drogas:
piensa poderla usar y dejarla de usar cuando quiera” pero
“también la corrupción produce adicción, y genera pobreza,
explotación, sufrimiento”.
35. Sin embargo, “cuando buscamos seguir la lógica evangélica de la
integridad, de la claridad en las intenciones y en los
comportamientos, de la fraternidad, nos convertimos en
artesanos de justicia
y abrimos horizontes de esperanza para la humanidad.
En la gratuidad y en la donación de nosotros mismos
a los hermanos servimos al jefe justo: Dios”.
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Y que permanezcamos unidos en el
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