La maldad de los hombres se había institucionalizado. Aquellas mentes maestras, aquellos maravillosos e inalcanzables intelectos para los más sabios de la actualidad se habían vuelto perversos en gran manera.
Los animales una vez tan tiernos e inocentes, que buscaban la compañía de los hombres se fueron a vivir cada vez más lejos de él porque estos los persiguieron para matarlos, no solo para comérselos sino por mera diversión y enfermizo deleite.
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Noé
(El
que
es
consolado)
Pr. Yván Balabarca C.
La maldad de los hombres se había institucionalizado. Aquellas mentes maestras,
aquellos maravillosos e inalcanzables intelectos para los más sabios de la actualidad se
habían vuelto perversos en gran manera.
Los animales una vez tan tiernos e inocentes, que buscaban la compañía de los hombres
se fueron a vivir cada vez más lejos de él porque estos los persiguieron para matarlos,
no solo para comérselos sino por mera diversión y enfermizo deleite.
Pronto aquellos tiernos seres se volvieron feroces para poder defenderse del que debía
cuidarlos con tierno cuidado y solicitud. Se fueron a vivir cada vez más lejos y
apartados de los hijos de los hombres.
Los hombres utilizaron sus poderosas mentes solo para buscar el deleite y los placeres.
Pronto aquella generación
llegó a colmar la copa de la
ira del Creador.
El corazón de Dios se dolió
de ver tanta decadencia y
pecado entre aquellos que
debía portar su imagen
pero que en lugar de ellos
eran portadores de la
imagen del diablo.
Pero el Señor tuvo un
remanente. Un hombre de
entre toda esa generación
permaneció leal al
Todopoderoso. Era Noé.
Un día el Señor llamó a
Noé y le mostró sus planes.
Le dijo que la generación
de los hombres había
colmado la copa de la
tolerancia y que destruiría
la tierra con agua. Noé
escuchó en perfecta
sumisión. Se le dio la orden
de predicar a los hombres
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el mensaje del Señor. Así Dios a través de su profeta extendió su tierna invitación al
arrepentimiento a fin de que buscasen refugio dentro del arca que Noé comenzó a
construir.
Durante ciento veinte años el constante martillar de Noé y sus hijos en el que hacer de la
construcción del arca fue un golpeteo duro a las entenebrecidas conciencias de los
magníficos antediluvianos. Una vez tras otra el martilleo iba acompañado de un dulce
llamado de misericordia de un Dios de amor.
Muchos atendieron la voz misericordiosa de Dios. Algunos decidieron echar su suerte
con el arca y tomando las herramientas participaron de su edificación, pero las décadas
al pasar hicieron mella en su débil fe abandonando luego la labor a causa del desánimo
y de la aparente demora. Aquellos que antes se alegraron con Noé y su familia ahora
engrosaban la muchedumbre burlona.
En un principio las gentes se sintieron aterrorizadas pero al pasar el tiempo la
depravación de sus almas pudo más y consideraron las acciones de Noé como locura.
-‐ “Va a caer agua del cielo”
-‐ “Que es eso Noé” – decía la gente.
-‐ “Dios va a mandar lluvia…”
-‐ “Jajajajajajajajaja, Noé, estás loco, jamás a caído agua del cielo, nuestros
científicos llevan décadas diciéndolo y demostrándolo en nuestros
laboratorios… no tiene sentido, estás haciendo una embarcación en un lugar más
seco que nuestras gargantas por hablarte”
Pero el corazón de Noé y de sus hijos no hicieron caso sino solo a la voz de Dios. El
corazón de Dios que llamaba al mundo al arrepentimiento se dolía con el desafío de los
hijos de los hombres.
Un día, ya acabada el arca, los burladores quedaron atónitos. Aquellos animales que
huían de los hombres venían en perfecto orden en parejas como si su instinto se hubiera
trastornado. La naturaleza ininteligente hacía caso a la voz del predicador, mientras
aquellos hombres de titánico intelecto solo se burlaban.
La turba impía quedó en anonadado silencio mientras las bestias y las aves llegaban en
perfecto orden y sumisión. Más de uno recordó los relatos de los ancianos que a su vez
lo escucharon de sus padres, de días de antaño cuando animales y hombres convivían
en perfecta armonía.
Muchos salieron de sus casas para observar esta singular escena. Una maravillosa
escena.
Noé en silencio sobrecogedor veía con satisfacción una señal de la aprobación divina.
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Hasta que la última pareja de animales subieron al arca, entonces Noé y su esposa, junto
con sus hijos Sem, Cam y Jafet, subieron al arca con sus respectivas esposas.
Allí, se hizo el último llamado de la misericordia.
-“Huid de la destrucción, arrepiéntanse de sus pecados y busque seguridad en esta
formidable estructura”.
Entonces los hombres salieron de su estado de sorpresa. Comenzaron nuevamente las
burlas:
-‐ “Eres todo un genio Noé”
-‐ “Bravo Noé, eres un gran mago”
-‐ “Excelente Noé, mejor que los ilusionistas de la ciudad”
-‐ “jajajajaja”
-‐ “De nuevo, Noé, de nuevo…”- le gritaba la turba.
Noé bajó la mirada con tristeza, la tristeza de aquellos siervos de Dios que luego de
finalizar un esfuerzo evangelístico ven como muchos no deciden entregar su vida a las
manos del Señor.
De pronto, la puerta del arca. Aquella pesada estructura, se comenzó a elevar de manera
silenciosa, solo resonaban los engranes.
Eran ángeles poderosos que resguardaron la entrada. La puerta se cerró. La misericordia
se había terminado. La última oportunidad para aquella generación perversa se había
agotado.
Abandonados ya a los juicios de Dios, el diablo tomó a aquella raza y los empujó a
peores perversidades.
En el interior del arca, Noé y su familia se encontraban tranquilos y seguros esperando
la buena voluntad del Señor.
Unos días después, unas gotas comenzaron a mojar los cuerpos de los hombres y los
campos de la tierra.
-‐ “¿Qué es esto? – preguntaron los hombres.
Rápidamente corrieron hacia sus científicos, hacia aquellas connotadas mentes
maestras, a los genios de los genios para que resolviera sus dudas.
-‐ “¿Qué significa esto?, ustedes nos dijeron que era imposible…
Pronto las grandes cascadas del cielo se abrieron y la lluvia comenzó a caer de manera
horrorosa. Las corrientes subterráneas salían a la superficie con tal fuerza que enormes
rocas eran lanzadas decenas de metros por los aires.
La horrorizada multitud comprendió el extravío de sus almas.
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La naturaleza y sus elementos en confuso desorden era lanzada de un lado hacia otro
por fuerzas desconocidas por la humanidad de la época.
Los animales pequeños corrían hacia las piernas de los hombres confiando en que estos
los cuidarían. Estos a su vez se sujetaban a sí mismos a los cuerpos de los animales más
poderosos confiando así en el instinto de conservación de estos.
Cuan poderosas fuerzas fueron removidas. Los huesos de la tierra, las rocas, enormes y
de decenas de metros de longitud fueron lanzadas en todas direcciones. Fue un
panorama desgarrador.
Poderosos ángeles fueron enviados para proteger la débil embarcación en medio de tan
titánica tormenta.
Los hombres se sujetan con uñas y dientes suplicando..
-‐ “te creemos Noé, déjanos entrar”
-‐ “Somos nosotros Noé, tus vecinos, los que te conocimos desde pequeño, déjanos
entrar…”
-‐ “¿Recuerdas Noé que hace años te ayudé a construir este barco?, soy yo, déjame
entrar…”
Noé con una tristeza desgarradora solo daba los últimos avisos a esas pobres almas:
-‐ “Demasiado tarde… la puerta está cerrada”
Secos golpes de rocas contra el
arca silenciaban las voces de
quienes gritaban y clamaban.
Gemidos de animales que
rasguñaban la estructura se
escuchaban y los animales de
adentro eran tranquilizados por
ángeles invisibles. Aquellos
serán de inteligencia limitada
estaban espantados por lo que
se oía en derredor.
De pronto el arca comenzó a
moverse.
Aquella noble estructura se
movía en diversas direcciones,
pero siempre custodiada por
ángeles poderosos para que
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pudiera sobrevivir a aquel cataclismo.
Poco a poco las voces de animales, y hombres se dejaron de escuchar. Luego de unos
días, solo se escuchaba el sonido del agua. Noé supo que solo dentro del arca estaban
seguros, ya que aun el mismo diablo y sus demonios tuvieron temor por sus propias
vidas.
El diablo fue obligado a presenciar el resultado de reinado sobre la raza humana, y vio
con horror los resultados de su transgresión y lo insidioso de sus sofismas. Vio en vivo
lo inútil de su mentira maestra: “No moriréis”.
Toda una generación de millones de seres humanos con todo para haber sido una gran
bendición estaba muriendo a sus ojos. Pero esto no lo hizo desistir de su propósito por
arruinar la creación del Señor.
Pronto, luego de cuarenta días, la lluvia cesó y la calma llegó a las aguas que cubrieron
la tierra. Todo era un inmenso océano. Nada se escuchaba de afuera y Noé realizaba sus
trabajos junto con su familia.
Llegó el día en que debían salir. Cierto día el arca se posó en las cumbres de los montes
Ararat.
Ninguna mano humana cerró el arca, y ninguna la abriría. El arca fue abierta por
ángeles y nuevamente la luz fue contemplada por todos los habitantes de aquel barco.
Cuando salieron del arca, Noé hizo lo que se debía hacer primero. Construyó un altar y
tomando una oveja, la sacrificó y agradeció la enorme salvación del Señor.
La tierra no era ni la sombra de lo que fue antes del diluvio.
Conforme las aguas bajaban de nivel, el peso de estas y las inimaginables presiones
hicieron que la tierra aun blanda y remojada se elevara poco a poco formando así
elevaciones gigantescas.
Antes la tierra plétora de vida y piedras preciosas ahora estaba húmeda y con cuerpos
muertos de plantas, hombres y animales por todos lados. El Señor ocultó aquel
espectáculo de la vista de Noé con poderosos terremotos sepultando tales muestras,
fruto del pecado.
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Dios hizo un pacto nuevamente con los hombres: Puso el arco iris en el cielo, y este
sería señal de que Dios no volverá a destruir la tierra con agua. Fue una señal de
fidelidad.
Querido amigo. Noé fue un guerrero de fe constante y obediencia firme. El arca de Noé
en la actualidad es la iglesia. Muchos a lo largo de los más de 150 años de historia de la
IASD han ingresado a ella y han ayudado en su edificación, pero también has salido de
ella.
Muchos de los que la han abandonado hoy se cuentan como los enemigos de su pueblo,
arrebatando ovejas del redil para engrosar sus propios rediles personales.
Como en los días de Noé.
Hoy tu y yo somos los modernos pasajeros del arca. Hoy las mentes maestras piensan:
-‐ “Adventistas locos… ¿Cristo volverá?, ¿Persecución?, ¿Ley dominical?,
¿Granizo de 20 Kg. Cada pepa?, ¿fuego del cielo?...ja.”
La misma historia de los días de Noé.
Hoy te invito a que tomes los martillos y sigas trabajando por la edificación del pueblo
de Dios. No te apartes de él. No salgas del arca. Porque pronto el Señor cerrará la puerta
de la gracia y ya no habrá oportunidad de perdón.
Hoy es el día de salvación.
Te invito a leer la siguiente oración:
Señor. Necesito de tu gracia salvadora. Necesito de tu ayuda para no abandonar el
barco. Para mantenerme del lado del deber aunque se desplomen los cielos.
Señor, quiero ser leal a ti a prueba de todo. Oh Señor, se propicio para conmigo que soy
débil y pecador. Ayúdanos Señor. En el nombre de Jesús.
Amén.