La mayoría de la gente del sector había sufrido los ataques del astuto zorro; las aves de corral lo pasaban muy asustadas, evitando ser atrapadas. El animal engañaba a los vecinos y cada noche visitaba los gallineros en silencio. Muchos habían perdido la paciencia y le hacían guardia varias horas en la madrugada sin conseguir su objetivo.