En un pequeño pueblo había una cancha de patinaje donde los niños iban a patinar todas las tardes. Pedrito le gustaba hacer piruetas difíciles pero un día se cayó intentando una prueba muy arriesgada y se rompió las rodillas. Aunque al principio los otros niños se burlaron de él, el accidente le permitió conocer nuevos amigos y volver a la cancha más cuidadoso y amigable.