Los niños se burlaban de Martina por usar anteojos grandes. La molestaban más durante los recreos cuando la profesora no estaba presente. Un día, entró un ratón en el salón de clases mientras la profesora estaba ausente. Martina atrapó al ratón asustando a sus compañeros, quienes dejaron de burlarse de ella. Desde entonces, los ratones tampoco visitaron más el salón.