Un ventilador consta de dos polos, positivo y negativo, que envían electricidad a la bobina recubierta de cables de cobre. Estos cables producen la energía magnética necesaria para mover el eje y las hélices, generando así la corriente de aire. La velocidad del ventilador depende de la cantidad de energía que reciba la bobina; entre más energía, mayor será la velocidad.