El documento describe la historia de Ulises y las sirenas. Aunque Ulises se tapó los oídos con cera y se encadenó al mástil para no caer en la seducción de su canto, las sirenas en realidad no cantaron. Su silencio fue su arma más poderosa. Ulises creyó haberlas vencido con sus propias estratagemas, pero en realidad escapó de su seducción gracias al silencio de las sirenas. El documento también discute sobre las tentaciones y la necesidad de orar y confiar en la providencia div
2. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 2
Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir
para la salvación. He aquí la prueba:
Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera
y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía
que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho
lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde
lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los
seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y
cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había
llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y
en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas,
navegó en pos de las sirenas con inocente alegría.
4. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 4
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto:
SU SILENCIO.
No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado
alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún
sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido
mediante las propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez
porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal
vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo
pensaba en ceras y cadenas les hizo olvidar toda canción.
6. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 6
Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba
convencido de que ellas cantaban y que sólo él se hallaba a salvo.
Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración
profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que
todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo
comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su
horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya
no supo más acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban.
Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras
acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por
un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
8. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 8
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel
día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era
tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran
incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea
inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de
las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los
dioses, en cierta manera a modo de escudo.
10. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 10
Las tentaciones son útiles para vencerlas y, venciéndolas, ganar méritos
para el Cielo. Lo malo es ceder a las tentaciones.
Ellas vienen de tres fuentes: el mundo, con su ambiente de pecado, sus
modas provocativas, la televisión y todos los medios de comunicación.
Debemos combatirlo con la huida de espectáculos malsanos y evitar las
ocasiones de pecar. El demonio, que nos tienta directamente
proponiéndonos el pecado con pensamientos, imaginaciones, etc. Debemos
combatirlo sin discutir con él, sino acudiendo a la oración e invocando a
Jesús. La carne, es decir, nuestra propia debilidad, nuestra naturaleza
caída que siempre está tendiendo al mal, pues después del pecado original
el hombre tiende al mal y solo una gran fuerza sobre sí mismo logra vencer
el mal y encaminarlo a la santidad.
12. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 12
Si hemos logrado vencer la tentación, demos gracias a Dios y sepamos que
hemos logrado un mérito para el Cielo. En cambio sí hemos cedido a la
tentación y hemos pecado, humillémonos ante Dios pidiéndole perdón y
confesémonos cuanto antes, y esto nos hará más humildes, y más precavidos
para la próxima vez.
¡Cuántas veces le preguntamos a Dios: “¿Por qué?”! ¿Por qué lo has
permitido?, ¿por qué me pasó esto? Pero no nos apuremos. Esperemos que
pase un poco el tiempo y posiblemente obtendremos una respuesta, y si no es
en este mundo, será en el Cielo donde encontraremos las respuestas
adecuadas. Y así entenderemos que TODO lo que nos sucedió en este mundo
fue querido o permitido por Dios por amor hacia nosotros. ¡Pero cómo! Sí, por
amor. Aquí no lo entendemos, pero en el Cielo veremos claro. Aquí vemos el
tapiz del lado en donde están todos los hilos entrecruzados y no entendemos
nada, pero en la eternidad veremos el tapiz del lado correcto y todos los hilos
formarán un bello cuadro, ordenado, y quedaremos admirados y agradecidos
con Dios.
14. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 14
Lo que sí debemos hacer es orar, y orar mucho, porque las pruebas
que nos pone el demonio en el camino, y que Dios a veces permite, no
siempre nos encuentran bien preparados con la oración.
Nunca le preguntemos a Dios: “¿Por qué?”, sino confiemos en su Divina
Providencia, que todo lo dispone para el bien de los que lo aman.
Nunca hay que decir: “Yo ya llegué al grado de santidad que Dios
quiere y aquí me planto”. ¡No! Siempre hay que seguir avanzando y
luchando contra nuestros defectos y pasiones, porque esta vida es
tiempo de prueba y según como salgamos de esta prueba, así será
nuestro destino eterno.
16. 11/08/2013MATERNIDAD DE CHICAMA 16
En la vida espiritual uno nunca se queda en el mismo lugar, sino
que, o avanza, o retrocede, pero nunca se queda quieto.
Entonces no nos quedemos dormidos en los laureles, como se
suele decir, y trabajemos por nuestra santificación y por la
salvación de las almas. Hasta el último suspiro sigamos en el
combate.
Nunca dejemos las armas, porque el demonio es paciente y a
veces se hace el que no nos vigila, pero en realidad no nos
pierde de vista ni por un instante, y está esperando el momento
oportuno para actuar. Atención, entonces, y mucha oración.
Solo demos el grito de ¡victoria! cuando estemos en el Paraíso
junto a Dios, pero no antes para no aflojar en la carrera.
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/kafka/el_silencio_de_las_sirenas.htm
http://www.renuevodeplenitud.com/#