Contextualización y aproximación al objeto de estudio de investigación cualit...
Análisis del libro El Príncipe de Maquiavelo
1. El Príncipe, Nicolás Maquiavelo
En libro de “El Príncipe”, del autor Maquiavelo, describe los distintos modelos de
Estado que según se pueden presentar, sea cuál sea su origen, (la fuerza, la
perversión, el azar) y deduce las políticas más adecuadas para su pervivencia,
hace alusión a un príncipe, pero no es más que la persona encargada en el
Estado o el gobernante.
Maquiavelo concluye que un dirigente debe aparentar poseer ciertas cualidades,
ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la
razón del Estado. Maquiavelo tiene una concepción totalmente diferente de la
sociedad humana: para él, el hombre es por naturaleza: perverso y egoísta, sólo
preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un
estado fuerte, gobernado por una persona astuta y sin escrúpulos morales, puede
garantizar un orden social justo que frene la violencia humana.
También se entiende que un gobernante, debe tener como misión y visión objetiva
la felicidad de sus súbditos y de las personas que representa, y ésta sólo se puede
conseguir con un Estado fuerte. Para conseguir esto tiene que recurrir a la astucia,
al engaño y, si es necesario, a la crueldad. Si el interés de la patria exige traición o
perjurio, se comete. Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un
realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Es por ello que
en la actualidad, la política y la moral son dos ámbitos distintos e incluso
contradictorios.
Para Maquiavelo, un gobernante debe de cubrir los siguientes requisitos:
Capacidad de manipular situaciones, ayudándose de cuantos medios
precise mientras consiga sus fines: lo que vale es el resultado.
El gobernante debe poseer seria destreza, intuición y tesón, así como
habilidad para sortear obstáculos.
2. El Príncipe, Nicolás Maquiavelo
Diestro en el engaño: no debe tener virtudes, solo aparentarlas para lograr
engañar a las personas.
Indiferencia entre el bien y el mal, su bienestar debe estar por encima de
todo.
Para Maquiavelo la mejor forma de gobernar es con una república, ya que el
gobierno de muchos es mejor que el de unos pocos, y justifica la romana como la
más perfecta. Aunque él era republicano y aspiraba a convertir a Florencia en un
Estado fuerte, en El Príncipe acepta, como mal menor, que en ciertos momentos
de corrupción y desorden es más útil y eficaz la acción de un solo personaje,
adornado de cualidades excepcionales.
El Estado también empezaba a concebirse como un poder civil, no ofrecido a los
individuos por derecho divino sino por intereses económicos, de clases, o por
ambiciones personales.
El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y
armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades las
que impondrán una respuesta. Y con ello los hombres se miden con el mundo y
actúan sobre él.
El poder, considerado como uno de los ámbitos de realización del espíritu
humano, y el fenómeno político, visto como la expresión suprema de la existencia
histórica que involucra todos los aspectos de la vida, es lo que impulso a
Maquiavelo a escribir esta obra.
Los fines políticos eran inseparables del bien común. La moral, para el
diplomático, radica en los fines y la ley, constituye el núcleo organizador de la vida
social. Todo lo que atenté contra el bien común debe ser rechazado y es por ello,
que la astucia, la hábil ocultación de los designios, el uso de la fuerza y el engaño,
adquieren categoría de medios lícitos, si los fines están guiados por el idea del
3. El Príncipe, Nicolás Maquiavelo
buen común; noción que encierra la idea de patriotismo, por una parte, pero
también las anticipaciones de la moderna razón de Estado.
Para Maquiavelo, la razón suprema no es, sino la razón de Estado. El Estado que
constituye un fin último, un fin en sí, no solo independiente sino también opuesto al
orden moral y a los valores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como
instancia absoluta. El bien supremo no es ya la virtud, la felicidad, la perfección de
la propia naturaleza, el placer o cualquiera de las metas que los moralistas
propusieron al hombre, sino la fuerza y el poder del Estado y de su personificación
el príncipe o gobernante.
El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la persona humana
en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines
particulares por más sublimes que se consideren.
Pienso que el libro El Príncipe, es un análisis de cómo funciona el Estado y que
incluso algunos detalles ahí escritos pueden ser útiles y que se aplican en la
actualidad.
Ahora podemos comprender, con la lectura de este libro, de donde proviene el uso
del calificativo “Maquiavélico”, ya que se refiere a la acción premeditada en
beneficio propio.
Luis Suárez
Maestría en Administración