Tres estudiantes del IES As Barxas en Moaña, España regresaron de una semana en Polonia como parte de un proyecto de intercambio escolar. Visitaron Cracovia y otras áreas de Polonia, viviendo con familias locales y experimentando la cultura polaca, incluyendo su fuerte religiosidad. Aprendieron sobre la única reserva de bisontes en Europa y recorrieron minas de sal antiguas. Quedaron impresionadas por la hospitalidad de los polacos y las diferencias entre los sistemas educativos, como el silencio y la discipl
1. El cuerpo en Moaña y la cabeza en
Cracovia
Regresan de Polonia las alumnas del IES As Barxas
09:43
Paula Paz, Noemí Rouco y Raquel Paz, en un
piano instalado en Cracovia en memoria de
Chopin. // C.G.
Tras visitar parte de Polonia y vivir
durante una semana con familias de este
país de Europa oriental, las alumnas del
IES As Barxas Paula Paz, Noemí Rouco
y Raquel Paz vuelven a Moaña repletas
de nuevas experiencias para contar a los
amigos.
F.G.S. - MOAÑA Las estudiantes del IES
As Barxas Paula Paz, Noemí Rouco y Raquel Paz ya se encuentran de regreso en Moaña
después de pasar una semana en Polonia en un intercambio del proyecto Comenius, en el que
el centro moañés está embarcado junto a otros institutos polacos, italianos, franceses,
alemanes y rumanos. Todavía mantienen en la mente todo lo que vieron en un país
desconocido para ellas, sobre todo la ciudad de Cracovia, que califican de "muy europea" con
respecto a las zonas rurales del país. La única reserva de bisontes del continente o el recorrido
por unas minas de sal que se explotan desde la Edad Media son otras de las actividades que
más llamaron la atención a las estudiantes.
Junto a ellas acudieron las profesoras Palmira Calvar y María González, y todas coinciden en
la gran hospitalidad demostrada por el pueblo polaco, aunque a las jóvenes lo que más le llamó
la atención fue la fuerte religiosidad de sus anfitriones. "Te preguntaban si creías en Dios y
cuando entramos en la catedral de Cracovia impactaba ver a mucha gente de nuestra edad
rezando de rodillas", explica Raquel Paz. Asimismo, y a diferencia de lo que pasa en los
institutos españoles, el silencio y la disciplina de los alumnos polacos no pasaron
desapercibidos para las moañesas, que acudían a clase desde las 7.15 horas en la pequeña
villa de Staszów. Aprovecharon una presentación para explicar a los estudiantes locales las
excelencias del paisaje moañés.