La Iglesia y Convento de San Francisco en Quito es un imponente conjunto arquitectónico construido entre 1537 y 1680 que alberga la mayor colección de arte de la Escuela Quiteña. Con más de 150 años de construcción, combina diferentes estilos como renacentista, manierista, mudéjar y barroco. El edificio alberga más de 3,500 objetos de arte, importantes pinturas y esculturas, y está rodeado de leyendas como la del dedo misterioso y el atrio de Cantuña.
2. Iglesia de San Francisco (Quito)
El conjunto de la Iglesia y Convento de San
Francisco es un edificio católico que se yergue en
medio del centro histórico de la ciudad de Quito,
frente a la plaza del mismo nombre. La imponente
estructura ostenta el privilegio de ser el conjunto
arquitectónico de mayor dimensión dentro de los
centros históricos de toda América,1 y por ello es
conocido como "el Escorial del Nuevo Mundo". San
Francisco es, además, una joya de la arquitectura
continental por su amalgama de diferentes estilos
armoniosamente combinados a lo largo de sus más de
150 años de construcción.
3. Historia
La construcción de la iglesia y convento de San
Francisco inició alrededor del año 1537, apenas tres
años después de la fundación española de la ciudad,
con la terminación de un templo provisional que se
mantuvo hasta 1550, cuando se inició la construcción
del edificio actual y que fue culminado hacia 1680.
Aunque el edificio fue oficialmente inaugurado en el
año 1705.
4. Su construcción
«Con todo lo que he invertido en su iglesia, y en las
torres que sobresalen en la ciudad, debería verlas desde
aquí» fue la primera expresión de Carlos V, Rey de
España, para hablar del conjunto monacal y clerical de
San Francisco que estaba financiando en la novel villa
de Quito, en tierras del Nuevo Mundo.
Inmediatamente después, en tono muy orgulloso,
declaró aquella célebre frase de que en sus imperios
jamás se ponía el sol.
5. Su arquitectura
Si se hace un análisis puntual de su ambiente
arquitectónico, se va a notar que en San Francisco
pervivió la tipología clásica de los monasterios
medievales. En esto la distribución espacial partía de la
iglesia, su eje rector, y desde allí se abrían las galerías
claustrales en donde normalmente se distribuían las
celdas, el refectorio, la sala capitular, la bodega y
el locutorio.
6. Su estilo
La fachada del templo refleja la presencia temprana, y
por primera vez en América del Sur, de
elementos manieristas, lo que lo convirtió en un punto
de referencia de este estilo en el continente. La
severidad renacentista y el manierismo exteriores
contrastan con la decoración interna de la iglesia, en la
que se mezclan el mudéjar y el barroco bañados por
pan de oro para dar un esplendor inusual.
7. Piezas de arte
Siendo la cuna misma de la afamada Escuela Quiteña de
arte, a la que vio nacer y desarrollarse entre sus paredes, el
conjunto de San Francisco es, sin duda alguna, la mayor
galería de este movimiento artístico. Cuenta con más de
3.500 objetos que abarcan un período entre los siglos XVI al
XVIII.
En el altar mayor de San Francisco, dominado por un gran
retablo barroco y cubierto de pan de oro, destacan las
esculturas de la "Virgen de Quito" de Legarda y del "Jesús
del Gran Poder" del Padre Carlos; ambos destacados
miembros de la escuela quiteña de arte.
8. Pintura
El conjunto monacal y clerical de San Francisco es, además, una
enorme pinacoteca en la que se exhiben docenas de pinturas de
famosos pintores quiteños y europeos; pero su principal atractivo
radica en las obras pertenecientes a la escuela quiteña de arte, estilo
que nació en los patios de este convento, y cuya fama trascendió las
fronteras y hoy se encuentra en importantes museos de todo el mundo.
El convento guarda, además, una serie de 16 pinturas de caballete
exhibidas en el Zaguán, correspondientes al siglo XVII y atribuidas
a Miguel de Santiago. La serie conocida como La vida de San Francisco
de Asís, por su parte, es una colección de 27 lienzos de caballete de
grandes dimensiones y atribuidas a diferentes artistas, que se
encuentran en los corredores del claustro principal.
9. Leyendas relacionadas
El dedo misterioso:
Se presume que esta leyenda fue una de las primeras historias en conocerse entre los
habitantes de la ciudad de Quito tras su fundación, en 1534. Edgar Freire Rubio, en su
libro "Leyendas y Tradiciones", la recoge de la siguiente forma:
En el convento de San Francisco había dos aspirantes a sacerdotes, Leonidas y Antonio,
quienes acostumbraban a siempre bromear sobre sus superiores. Una noche caminaban
por el patio principal del convento y una persona tocó la campana de la portería, Antonio
fue a ver quién era y se llevó una sorpresa, pues una anciana muy fea, que tenía tapado su
rostro con un velo y sobresalía su nariz y barbas, preguntó por el padre Anselmo; el joven
regresó muy contrariado y le dijo a su amigo que no atendería a esa anciana, cuya nariz
era parecida a la de sus superiores. Al cabo de cinco minutos, un dedo se le apareció cerca
de la nariz a Antonio. Con el correr del tiempo, Antonio cayó en una profunda depresión
pues el dedo le seguía haciendo señas de que le siga. El seminarista le confesó esta visión a
su superior, quien le mandó como penitencia participar de una novena para pedirle a Dios
una visión. Luego de los nueve días, el dedo le seguía haciendo señas, el superior le dijo que
podría tratarse de una visión de Dios y le aconsejó seguirlo. Antonio comenzó a seguir al
dedo, mientras sus amigos y superiores iban tras él; al pasar por un arco, el estudiante se
detuvo y giró a la izquierda, hacia donde existe una puerta de piedra que da a la Capilla de
Villacís. Dice la leyenda que la puerta se abrió y ordenó a Antonio entrar, sus amigos y
superiores también quisieron entrar, pero la puerta se cerró y nunca más se supo qué pasó
con el seminarista.
10. Leyendas relacionadas
El atrio de Cantuña:
Quizás por la importancia de la mano de obra aborigen durante la construcción
del templo, es que precisamente un indígena es a quien la historia señala como
protagonista de una de las leyendas más antiguas de Quito, que se relaciona
con los orígenes de esta iglesia y se ha mantenido viva en la memoria popular a
lo largo de cuatro siglos. De acuerdo a la tradición:
El indígena Cantuña corría el riesgo de ir a la cárcel porque aún no había
terminado la obra que le había sido asignada y por la cual le habían pagado por
adelantado: el imponente atrio de la iglesia de San Francisco; y pronto expiraría
el plazo en el que debía entregarla. Una noche, se le apareció el diablo y le
ofreció terminarla en una sola jornada a cambio de su alma. El apremiado
Cantuña aceptó la propuesta y a la noche siguiente, miles de afanosos diablillos
trabajaron intensamente y al alba la tenían lista. Pero antes de recibirla, el
astuto indígena retiró una piedra y la obra, en la práctica, quedó inconclusa.
Este detalle le salvó de los horrores eternos del infierno. Aquella leyenda,
contada una y mil veces a lo largo del tiempo y en todos los estratos sociales del
país, demuestra en plenitud el valor arquitectónico, artístico y religioso que
tiene el templo de San Francisco, arraigado desde hace centurias en la cultura
popular.