El relleno sanitario de Doña Juana en Bogotá es el mayor impacto ambiental en la ciudad y recibe toda la basura de Bogotá y 20 municipios de Cundinamarca. Antes se usaba para cultivos y paseos familiares, pero ahora contamina el suelo y aire con basura electrónica, hospitalaria y otros desechos. Esto ha causado problemas de salud como malos olores, moscas, problemas de piel y respiratorios en los residentes cercanos.
1. QUE ES EL RELLENO DE DOÑA JUANA
El botadero de Doña Juana es el mayor impacto ambiental
que ha tenido la ciudad de Bogotá, antes era conocido
como un sitio para salir con la familia y pasear, el suelo se
usaba para sembrar cultivos de habitantes cercanos; pero
ahora solo se conoce como un botadero, como un relleno
sanitario en donde llegan todas las basuras de la ciudad y
su grado de contaminación es muy alto ya que allí llegan
todo tipo de basuras ya sea electrónicas, de hospitales
que afectan no solo el suelo si todo el ambiente.
2. CONSECUENCIAS DEL RELLENO DE
DOÑA JUANA
Primero comenzaron los malos olores, que por lo general se
hacían más fuertes en las tardes. Después la proliferación de
moscas. Luego algunos habitantes comenzaron a presentar
problemas en la piel, según ellos, debido a la baja calidad del
agua, y otros, sobre todo los niños, fueron diagnosticados
con laringitis aguda.
En el hospital del sector las consultas por problemas
respiratorios se volvieron frecuentes. En total se identificaron
250 familias, cerca de mil personas, que estaban directamente
afectadas con el relleno. Esta semana, en medio de un debate
de control político, el concejal Fernando López confirmó las
fatales consecuencias que tiene el relleno en la salud de los
habitantes cercanos a Doña Juana.
3. QUIEN SE ENCARGA EL
RELLENO DE DOÑA JUANA
El alcalde encargado de Bogotá, Enrique Borda, confirmó
que durante 4 meses el distrito recibirá la basura de 20
municipios de Cundinamarca al llegar a un acuerdo con las
autoridades del departamento.
4. PROBLEMÁTICA DEL RELLENO DE DOÑA
JUANA
El relleno sanitario de Doña Juana, en el sur de Bogotá,
está rodeado de montañas fértiles donde hay surcos
de cultivos de haba, papa, alverja y fresa e incluso
algunas vacas alimentando a sus terneros. A simple
vista no se ve basura, apenas una montaña amarilla de
tierra árida que parece un desierto. Sin embargo, el
olor delata este depósito de basura con 24 años de
antigüedad y 596 hectáreas de extensión.
Ala distancia, varios camiones de basura –900 en un
día– se mueven lentamente por caminos laberínticos.
Van cargados de todo tipo de desechos sólidos que
los bogotanos han dejado en bolsas plásticas afuera
de sus casas. Otros transportan residuos
hospitalarios, como pedazos de piel, órganos y sangre.