Berlioz queda maravillado por la habilidad de Beethoven para capturar musicalmente la sublimidad de una tormenta en el cuarto movimiento de su Sinfonía Pastoral. Describe cómo la música imita los sonidos de la tormenta que se acerca, estalla con violencia y alcanza un clímax catastrófico, superando incluso la capacidad de la poesía para expresar tal grandeza.