1. SCHOPENHAUER Y LA VOLUNTAD
Evidentemente, la voluntad para este filósofo alemán es un substrato
substancial que está presente en la naturaleza, y también en la
conducta racional del ser humano. Porque como escribe Schopenhauer
la voluntad: «es aquello de lo cual toda representación, todo objeto, la
apariencia, la visibilidad es objetivación. Es lo más íntimo, el núcleo de
todo lo individual, como también del universo; aparece en cada una de
las fuerzas ciegas de la naturaleza, en la conducta reflexiva del
hombre, que en toda su diversidad sólo se diferencia en el grado de sus
manifestaciones, mas no por la esencia del fenómeno». En realidad, en
este sentido la naturaleza es una especie de voluntad universal o fuerza
y energía de la realidad. En el plano empírico la potencia de lo
voluntad se pone de manifiesto en las propiedades física y químicas, y
también según este filósofo en el instinto animal. De todos modos,
conviene matizar adecuadamente el verdadero sentido de la voluntad
desde la filosofía de este pensador. La voluntad es considerada y
conceptualizada por Schopenhauer fundamentalmente como actividad
de los seres en el mundo. Si bien, también es cierto, que lo volitivo
aunque como fuerza es irracional en las personas está controlada por
el principio de razón. De todas formas, la totalidad de las
manifestaciones o expresiones intelectuales, morales, artísticas,
psíquicas, estéticas, etc, están posibilitadas por el ejercicio activo de la
capacidad volitiva humana.
Esta concepción de la voluntad-energía de Schopenhauer es más
próxima al enfoque científico de la realidad que a un planteamiento
puramente metafísico del mundo. Porque es más una fuerza física que
un principio de tipo ontológico o epistemológico. Al pensar que la
naturaleza es voluntad se aproxima claramente a un monismo
energetista. Porque es sabido que este gran pensador se interesó mucho
por la ciencia de su época, y estaba al tanto de numerosas discusiones
científicas de su tiempo en pleno siglo XIX. Además le influyó el
denominado panenergetismo de Leibniz que parte del supuesto de una
actividad vital única, de la que surgieron la heterogeneidad de especies
e individuos existentes en la naturaleza. El interés por la ciencia de
Schopenhauer es confirmado por la enorme cantidad de citas de obras
científicas que utilizaba en sus obras escritas.
Para este pensador la voluntad aunque es única se divide en grados
respecto a su manifestación en la realidad. Por tanto, es aplicable la
participación platónica de las cosas en las ideas a la voluntad tal como
la entiende Schopenhauer. Existe una objetivación de la voluntad que
se plasma en grados que son similares a las ideas del mundo inteligible
de Platón, porque son las formas determinantes de la realidad objetiva,
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2. o una especie de modelos eternos. De este modo, los grados inferiores
de concreción objetiva de la voluntad son realmente las propiedades
físicas y químicas, y también la sensibilidad, etc. En cambio, los grados
superiores de la objetivación de la voluntad son el reflejo efectivo de la
inteligencia y la individualidad de cada ser vivo en toda la amplia
diversidad existente. Si bien en el ser humano los grados más altos de
la voluntad alcanzan su más profunda manifestación sentientemente
intelectiva.
En los animales la voluntad no es un impulso ciego porque adquiere un
sentido intuitivo y representacional, aunque no de un modo tan
articulado y complejo como es definible en los individuos humanos.
Indudablemente, para Schopenhauer el intelecto ha surgido en función
de la capacidad activa de la voluntad respecto a la vida. El
irracionalismo del pensador germano posee en este aspecto una cierta
razón de ser. Aunque, la razón no evita la ausencia de errores en el
curso de la existencia está al servicio de los intereses vitales de los
hombres y mujeres. Desde el planteamiento schopenhaueriano de la
voluntad como dominadora de la razón es pensable también, que a
través del arte y de la moderación, el intelecto puede lograr una mayor
libertad e independencia.
Y es que la inteligencia es una capacidad de entender y representar la
realidad, y del querer-vivir comprendido como Voluntad. Por tanto, se
evidencia claramente una metafísica de la voluntad que se manifiesta
como energía o deseo de saber, y también como conocimiento. La
respetuosa y fundamentada crítica de Schopenhauer a la forma de
entender la representación y la voluntad por parte de Kant es
discutible pero es coherente. Al respecto escribe Volker Spierling: «En
rigor, Kant había hecho una triple división: la representación, el objeto
de la representación, la cosa en sí. Pero, para una mayor aclaración –y
a esta corrección le otorga Schopenhauer el máximo valor-, no
existirían sino la representación y la cosa en sí (voluntad). «Voluntad»
significa, desde un punto de vista metafísico, siempre lo no-tangible, lo
no-objetivo. La crítica de Schopenhauer a Kant, así como su posición
frente a Berkeley, muestra cuán decididamente cercano a un
planteamiento idealista está nuestro pensador».
En cualquier caso, es necesario poner de relieve el ateísmo de
Schopenhauer. Por tanto, el mundo representado no puede proceder
de la infinita consciencia divina como ocurre para Berkeley, sino de la
manifestación de la voluntad ciega. El mismo Nietzsche resume muy
bien el pensamiento fundamental de Schopenhauer: «La voluntad sin
conocimiento ni razón se revela como mundo mediante la maquinaria
de la representación».
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3. Frente a las necesidades de la voluntad y del mundo para
Schopenhauer aparece el arte y la creación como expresión de lo
sublime, y que es la superación de los impulsos de la voluntad.
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