2. Vivía en Irlanda un rey que heredó un
gran diamante de belleza extraordinaria
que pronto causó admiración en todos
los reinos.
3. El diamante permanecía expuesto
para que todos los visitaran bajo
una constante vigilancia.
4. Tanto el rey como el
reino prosperaban, y
el rey atribuía al
diamante su buena
fortuna.
5. Un día uno de los guardias,
nervioso le dió al rey una
terrible noticia:
´
Había aparecido un defecto
en el diamante.
6. Se trataba de una grieta, aparecida en la mitad
de la joya. El diamante había sufrido una fisura
en sus entrañas.
7. Convocó a todos los joyeros del reino para pedir
su opinión y le aseguraron que el defecto era tan
profundo que lo único que conseguiría si
intentaba arreglarlo sería que aquella
maravillosa joya perdiera todo su valor.
8. Mientras el rey meditaba,
un joyero ya anciano, que
había sido el último en
llegar le dijo:
9. Si me da una semana para
trabajar en la joya, es posible
que pueda repararla.
10. Al principio el rey no dió crédito alguno a sus
palabras. Finalmente el rey cedió, pero con una
condición:
La joya, no debía salir del palacio real.
Al anciano joyero le pareció bien el deseo del rey
y se puso a trabajar.
11. A diario el rey y los guardianes se paseaban
nerviosos ante la puerta de la habitación. Oían los
ruídos de las herramientas y se preguntaban qué
estaría haciendo el anciano.
12. Al cabo de la semana, el anciano salió de la habitación.
El rey y los guardianes se precipitaron al interior para
ver el trabajo del misterioso joyero.
13. Al rey se le saltaron las lágrimas de pura alegría ¡Su
joya se había convertido en algo incomparablemente
más hermoso que antes!
14. El anciano había grabado en el diamante una
rosa perfecta, y la grieta que antes dividía la
joya por la mitad se había convertido en el
tallo de la rosa.
15. Para este rey el diamante era su perla preciosa. Era el
tesoro de su vida.
Para Dios este diamante somos cada uno de nosotros.
“Eres precioso a mis ojos....eres estimado y yo te amo”
(Is 43,4)
16. Quizás como en el diamante del rey, en nuestras
vidas aparezcan roturas y grietas.
18. Y Dios llega por los caminos
más simples y a la vez más
sorprendentes y como el
anciano joyero viene a hacer
en nosotros lo que nosotros no
podemos hacer.