2. El cambio climático ya está dañando la agricultura,
acidificando los mares y empeorando los climas extremos
Enviado por Analía Betancour el Sáb, 20/12/2014 - 12:34
(por Jeremy Hance, vía Mongabay.com) Ya no es sólo una
cuestión de derretimiento de los glaciares o raras y tempranas
primaveras: el cambio climático ya está impactando sobre todos
los aspectos de la civilización humana, desde nuestra capacidad
para cultivar suficientes cosechas, hasta nuestra habilidad para
estar juntos los unos con los otros, según un nuevo informe de
2.300 páginas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés). El enorme
informe, del grupo ganador de un premio Nobel, expone
categóricamente que el cambio climático está ya afectando las
sociedades humanas en cada continente, disminuyendo la
producción agrícola, empeorando el acceso al agua potable,
exacerbando los climas extremos, acidificando los océanos y
aumentando el riesgo de conflictos internos.
3. Elcambioclimáticoyaestádañandolaagricultura,acidificandolos
maresyempeorandolosclimasextremos
Para aquellos familiarizados con la ciencia climática e investigaciones recientes, los
hallazgos del informe no son particularmente sorprendentes, ya que ofrece una rigurosa
recopilación de descubrimientos de la última década relacionados con el clima, algunos de
los cuales, han sido poco mencionados en los medios. El informe llama particularmente la
atención por las grandes advertencias que hace en relación a los impactos que el cambio
climático supone para la agricultura, la cual, ya está en apuros por el rápido crecimiento de
la población mundial.
“La producción de harina y maíz a nivel global y en muchas regiones ha sido afectada por el
cambio climático en las últimas décadas”, puede leerse en el informe, que también advierte
que “el rápido incremento de los precios de la comida y los cereales indica que los
mercados actuales en regiones productivas clave son muy sensibles a los extremos
climáticos”.
Naciones Unidas hizo saber a principios de este mes que el mundo tendrá que producir un
60% más de comida en 2050, dado el crecimiento de población (de los siete millones
actuales a los nueve millones que se prevén en 35 años) y los cambios dietéticos de los
ricos, incluyendo un mayor consumo de carne y productos lácteos, los cuales, provocan una
mayor huella ecológica.
4.
5. EL VALOR PRECIADO DE LAS NUBES
Tímidas o amenazantes, altas o bajas, grandes o pequeñas, las hay para todos los
gustos. Hacen parte de la vida cotidiana aun cuando pueden pasar desapercibidas al
sistema sensorial humano por lapsos breves, e incluso largos, de tiempo. A ratos se
admira su belleza, se plasman en pinturas y canciones, se les contempla o se les
teme. Pero mucho más, con demasiada frecuencia, se omite su valor vital.
Las nubes, esa importante interfaz en el ciclo hidrológico terrestre, esa aglomeración
de partículas acuosas sólidas y líquidas, representan mucho más de lo que se tiene,
por lo general, en consideración. Su función en el equilibrio climático planetario va
más allá de la generación de precipitación en cualquiera de sus variadas formas, ya
sea lluvia, llovizna, chubascos, granizo, nieve, etc., y de los ingentes beneficios que
suponen estos fenómenos meteorológicos para la biodiversidad y su subsistencia. Las
nubes también son importantes por su función en el balance térmico del planeta dado
su papel como reflectantes y absorbentes de la radiación solar y terrestre. Son
importantes en la transferencia de energía térmica en forma de calor latente y
humedad a nivel atmosférico tanto vertical como horizontalmente. Son
fundamentales en la circulación atmosférica a nivel general como regional y local
mediante su capacidad de liberación de calor latente en su proceso formativo. Pero
además, a través de sus mecanismos de formación, permiten la remoción constante de
partículas atmosféricas que pueden ser perjudiciales para el desarrollo normal de
actividades y salud humanas.
6. EL VALOR PRECIADO DE LAS NUBES
Al verlas se subestima su valor, la fascinación
por su apariencia física supera la apreciación
funcional que su papel delata. Solo en momentos
y épocas cuando el voraz apetito térmico de la
atmósfera permite su crecimiento desmesurado
para luego ensañarse contra la superficie de
manera violenta, entonces, ahí, en ese preciso
instante, captan el nivel de atención que un
actor de su talante merece. La puesta en escena
es completa, la acompañan truenos y rayos,
precipitaciones intensas, continuas e
intermitentes. Un enfriamiento repentino invade
el entorno, el viento arrecia de manera errática,
la luminosidad del sol se opaca y, entre veces,
un estruendo inicial hace las veces de toque de
campana para que la fiesta comience. He aquí
que el cumulonimbus ha dicho presente.
7.
8. LOS LIMETES DE
CRECIMIENTO.
Hace 40 años, a principios de la década de los 70, un colectivo de
ecólogos, biólogos y climatólogos se reunió bajo los auspicios del
llamado Club de Roma, recopilaron datos sobre el estado de la Tierra y
construyeron un sofisticado (para la época) modelo informático
llamado World3 y que proyectaba la evolución de las distintas variables
hasta 2100.
El resultado de aquella simulación fue un controvertido informe
titulado ‘Los límites del crecimiento’ (1972), un documento tachado
de alarmista y apocalíptico por muchos, en tanto suponía un torpedo en
la línea de flotación del sistema capitalista que regía –y hoy mucho
más- los designios de la economía y la sociedad del momento.
Los críticos con el Club de Roma creyeron ver en el auge económico del
último cuarto del siglo XX la refutación de los peores augurios del
informe: hambrunas, guerras, epidemias, escasez de agua y
superpoblación. A fin de cuentas, aducían, ‘Los límites el crecimiento’
fue escrito durante la grave crisis energética de los 70, una década en
la que parecía haberse evaporado la magia de la prosperidad infinita en
la que parecía flotar Occidente desde el final de la II Guerra Mundial.
9.
10. Cada persona emite dos toneladas de
CO2 al año por alimentarse
Desde que se producen los alimentos hasta que el cuerpo humano los excreta, se emiten
alrededor de dos toneladas equivalentes de dióxido de carbono por persona y año, lo que
representa más de un 20% de todas las emisiones anuales. Así lo refleja un estudio de la
Universidad de Almería que confirma por primera vez la contribución de los excrementos
humanos a la contaminación de las aguas, sobre todo por el aporte de nitrógeno y fósforo.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Almería (UAL) ha estimado el impacto
ambiental que tiene la dieta española y el papel que juegan los excrementos humanos en
el ciclo de vida de los alimentos. Es la primera vez que un estudio científico de este tipo
introduce el papel que juegan los excrementos humanos.
“La alimentación en España genera unas emisiones de unas dos toneladas de dióxido de
carbono por persona y año (más de un 20% de las emisiones totales por persona y año), y
un consumo de energía primaria de 20 gigajulios”, explica a SINC Iván Muñoz, autor
principal del trabajo e investigador de la UAL.
En el estudio, que ha publicado recientemente The International Journal of Life Cycle
Assessment, se analiza la relación de la cadena de producción y consumo de alimentos
con el calentamiento global y la acidificación y eutrofización (exceso de nutrientes) del
medio, tomando como referencia lo que consumió una persona en España en 2005 (881
kilogramos).