2. Abordaremos estos temas:
Viernes Santo y Pascua de Resurrección
Los ritos de la Vigilia Pascual
La Eucaristía de Pascua
3. Viernes Santo y
Pascua de Resurrección
La última celebración de la
Semana Santa es la festividad
de la Resurrección del Señor.
La tradición de la Iglesia siempre
ha estado orientada hacia la
finalidad última de la cruz: la vida,
una nueva vida orientada hacia un
mundo nuevo y una resurrección
en el reino de los cielos.
San Pablo, recogiendo una
tradición muy antigua, afirma:
“Porque yo os transmití en primer
lugar, lo que también yo recibí:
que Cristo murió por nuestros
pecados según las Escrituras; y
que fue sepultado y que resucitó
al tercer día, según las Escrituras”
(1 Cor 15, 3-4).
4. Los ritos de la Vigilia Pascual
La liturgia de la palabra es mucho más larga que
la habitual.
• Las siete lecturas del Antiguo Testamento, que no siempre
se proclaman todas, quieren ser un apretado resumen de la
historia de la salvación, comenzando por la creación del
mundo hasta llegar a los tiempos mesiánicos.
Después de la última lectura del Antiguo
Testamento, de su salmo responsorial y oración,
• Se encienden los cirios del altar y el sacerdote entona el
canto del Gloria, mientras se hacen sonar las campanas.
¡Cristo ha resucitado¡
5. Andemos una vida nueva
La vigilia pascual expresa la íntima
conexión del bautismo con el
misterio de la muerte y
resurrección de Jesucristo:
“Por el bautismo fuimos
incorporados con él en la muerte,
para que, así como Cristo fue
resucitado de entre los muertos
por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos una vida nueva.
Porque, si nuestra existencia está
unida a él en una muerte como la
suya, lo estará también en una
resurrección como la suya” (Rom 6,
4-5).
6. La Eucaristía de Pascua
La gran vigilia llega a la cima con
la Eucaristía nocturna, que inicia
el domingo de resurrección.
La celebración eucarística más
importante del año litúrgico es
la de la noche de Pascua, que es
la culminación de la Semana
Santa.
• Es la Eucaristía por antonomasia,
en la que todo cristiano queda
como injertado en la comunión con
Cristo, nuestra pascua, en la espera
de la venida gloriosa del Señor.
7. Él es el verdadero Cordero
El Prefacio de la Misa
vuelve a proclamar la causa
de la alegría pascual:
• “Cristo, nuestra Pascua, ha sido
inmolado. Él es el verdadero
Cordero que quitó el pecado del
mundo; muriendo destruyó
nuestra muerte, y resucitando
restauró la vida”.
Entre la Resurrección del
Señor y la Eucaristía hay
una relación muy estrecha.
• Sin la Resurrección, la Eucaristía
sería solamente una comida
fraterna de los cristianos, pero no
sería un encuentro real con el
cuerpo glorioso del Señor y no
nos comunicaría la vida divina.
8. Yo soy el pan de la Vida
Jesús que dijo: “Yo soy la
resurrección y la vida” (Jn 11, 25),
es el mismo que dijo: “Yo soy el
pan de la Vida” (Jn 6, 48).
Así, la Eucaristía es
verdaderamente la Pascua
de la Iglesia. Ella realiza el
continuo paso a la vida
definitiva.
Celebrar la Eucaristía,
particularmente en la noche de la
resurrección del Señor, es la
cumbre de la actividad de la Iglesia
y el acto clave de de la Vigilia
pascual.
Por eso, la vida espiritual de
todo cristiano debe de
estar centrada en la
Resurrección del Señor y en
el encuentro con él por la
comunión eucarística.
9. ORACIÓN
Oh Dios, que iluminas esta noche santa con
la gloria de la resurrección del Señor, aviva
en tu Iglesia es el espíritu filial, para que
renovados en cuerpo y alma, nos
entreguemos plenamente a tu servicio. Por
N.S.J. Amén.