2. Cuando comparamos las vidas de David, Elías,
Ezequías, Ester y Nehemías, surgen temas
similares: Dios es capaz de usar personas
“insignificantes” para invertir la marea del mal.
Por alguno de estos informes vemos que, a pesar
de encontrar obstáculos tremendos, no
necesitamos hundirnos bajo el mal abrumador,
sino que podemos
mantenernos firmes con
el poder de Dios, quien es
fiel a sus promesas,
cumplidas para nosotros
en Jesús.
3. El Gran Conflicto se
libra en el corazón
de cada uno de
nosotros.
Aun cuando a veces
podamos caer del
lado enemigo, Dios
está dispuesto a
seguir trabajando
con aquellos que
verdaderamente se
arrepienten.
«Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no
salva con espada y con
lanza; porque de Jehová es
la batalla, y él os entregará
en nuestras manos»
(1ª de Samuel 17:47)
Humilde pastor, al frente de un
ejército atemorizado, se elevó
a la más alta cima de la fe,
dando la gloria a Dios.
«Y escribió en la carta,
diciendo: Poned a Urías al
frente, en lo más recio de la
batalla, y retiraos de él,
para que sea herido y
muera» (2ª de Samuel 11:15)
Lujurioso rey, dejando a un
valeroso ejército la batalla, se
hundió en la más baja
hondonada del pecado.
4. «Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta
cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?
Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.
Y el pueblo no respondió palabra» (1ª de Reyes 18:21)
La historia de Elías describe muy
bien el Conflicto: Dios desafía a los
poderes de las tinieblas (Baal y
Asera). ¿Podrán los dioses de la
fertilidad traer lluvias a Israel?
Ante un pueblo indeciso, un solo
profeta está de parte de Dios,
mientras que 450 profetas de Baal
y 400 de Asera defienden a sus
dioses (1R. 18:19).
Al igual que ocurrirá al final del
Conflicto, los siervos de Dios serán
exaltados, los siervos del maligno
serán destruidos, y el carácter de
Dios quedará vindicado.
5. «Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca
este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú
vuelves a ti el corazón de ellos» (1ª de Reyes 18:37)
La oración de Elías pone de manifiesto
la forma en que Dios actúa en
nuestros corazones.
Nosotros no podemos de ningún
modo cambiar nuestros afectos, de
modo que amemos el bien y odiemos
el pecado.
Sin embargo, si nos ponemos en
manos de Dios y elegimos volvernos a
Él, el Espíritu Santo hará esta labor
transformándonos en nuevas
criaturas. Nuevos súbitos del reino de
los Cielos.
6. «¿A quién has vituperado y blasfemado? ¿y contra
quién has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos?
Contra el Santo de Israel» (2ª de Reyes 19:22)
Aquí tenemos un nuevo episodio del Conflicto. Asiria, que ya
había destruido al reino de Israel, lanzaba ahora sus ejércitos
contra el reino de Judá.
Consciente de que la batalla no era
suya, sino de Dios, Ezequías se
volvió a Él en oración.
La respuesta fue rápida. Isaías profetizó la derrota de
Asiria en manos de Dios mismo. No pelearía ningún
hombre en este caso. El ángel de Jehová desbarató
completamente el ejército asirio.
El mismo Senaquerib volvió a Asiria solo para encontrar
la muerte en manos de sus propios hijos.
Por boca del rey Senaquerib, se
lanzó un desafío al Dios verdadero.
¿Sería capaz de vencer a sus dioses,
que le habían dado tantas victorias?
7. «No es fuera de la prueba, sino en medio de ella,
donde se desarrolla el carácter cristiano.
Expuestos a las contrariedades y la oposición, los
seguidores de Cristo son inducidos a ejercer mayor
vigilancia y a orar más fervientemente al poderoso
Auxiliador. Las duras pruebas soportadas por la
gracia de Dios, desarrollan paciencia, vigilancia,
fortaleza y profunda y permanente confianza en
Dios. Este es el triunfo de la fe cristiana que
habilita a sus seguidores a sufrir y a ser fuertes; a
someterse y así conquistar; a ser muertos todo el
día y sin embargo vivir; a soportar la cruz y así
ganar la corona de gloria»
E.G.W. (Los hechos de los apóstoles, pg. 373)
8. «Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y
distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu
reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y
no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el
dejarlos vivir» (Ester 3:8)
Amán odiaba a Mardoqueo porque no estaba
dispuesto a adorarle como los demás lo hacían.
Detrás del decreto de muerte había un problema
de adoración, una nueva batalla del Conflicto.
«Satanás mismo, instigador oculto del plan,
estaba procurando quitar de la tierra a los que
conservaban el conocimiento del Dios verdadero»
(E.G.W., Patriarcas y profetas, pg. 442).
La misma historia se repetirá
al fin del tiempo. Satanás
perseguirá al remanente fiel
(Apocalipsis 12:17) y mandará
matar a todo aquel que no le
adore (Apocalipsis 13:15).
9. «esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos
para oír la oración de tu siervo, que hago ahora
delante de ti día y noche, por los hijos de Israel
tus siervos; y confieso los pecados de los hijos
de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y
la casa de mi padre hemos pecado» (Nehemías 1:6)
¿Qué podemos aprender de la oración de
Daniel 9:4-19 y Nehemías 1:5-11 con
relación al gran Conflicto?
Confesión del pecado, espíritu de
arrepentimiento, petición de ayuda en los
conflictos (tanto a nivel personal como
eclesiástico).
Después de la oración vino la acción.
Nehemías halló gracia ante el rey y fue nombrado
gobernador de Judea. Animó al pueblo para
reconstruir la ciudad y se pusieron manos a la obra.
No importaron las burlas, las amenazas ni las
mentiras. La obra de Dios era lo primero.
Así es también hoy.
10. «Cuando surjan las perplejidades, como
seguramente va a ocurrir, acérquense a Dios y él se
acercará a ustedes. Y entonces, cuando el enemigo
venga como río, el Espíritu del Señor levantará
bandera en favor de ustedes. Aférrense a la idea de
que hay una gran obra que hacer y que ni la
influencia, ni la oposición de nadie los podrá
apartar de la clara senda del deber. Entonces
podrán decir con Nehemías: “La mano de mi Dios
está sobre mí”. Véase Nehemías 2:18»
E.G.W. (Cada día con Dios, 2 de octubre)