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El sábado enseñaré | Lección 10 | ¡Llorad y aullad! | Escuela Sabática
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El sábado enseñaré...
Texto clave: Santiago 5:1-6.
Enseña a tu clase a:
Saber que el resultado de apartarse del pecado es una vida transformada.
Sentir dolor por los pecados con arrepentimiento sincero.
Hacer: Demostrar, mediante una distribución generosa de los medios, la convicción de que toda la riqueza proviene de Dios.
Bosquejo de la lección:
I. Saber: Arrepentimiento verdadero.
A. ¿Por qué pide Santiago que los ricos sientan dolor, y cuáles son las razones?
B. Define el arrepentimiento y la tristeza según Dios, de acuerdo con la Escritura.
II. Sentir: ¡Llorad y aullad!
A. ¿En qué sentido la tristeza según Dios puede llevar al arrepentimiento? B. ¿Por qué no hay un cambio verdadero en la vida si no se experimenta una tristeza sincera por el pecado y un posterior alejamiento de él?
III. Hacer: Almacenar riqueza para el día de la matanza.
A. ¿De qué manera podemos mostrar, mediante la administración de nuestros recursos, la creencia de que todo lo que poseemos proviene de Dios? B. ¿Qué puedes hacer para demostrar a otros la futilidad de confiar en las riquezas?
Resumen: No puede haber una reforma verdadera sin un arrepentimiento genuino.
Ciclo de aprendizaje
Pasaje destacado: Santiago 5:1-6.
Concepto clave para el crecimiento espiritual: No puede haber una reforma sin un arrepentimiento genuino.
{ 1: ¡Motiva!}
• Solo para los maestros: Ayuda a los miembros de tu clase a comprender que una vida transformada es el resultado de apartarse del pecado.
Actividad: Lee, en tantas traducciones como sea posible, la exhortación de Santiago a llorar en voz alta y aullar (Sant. 5:1). Todas esas expresiones son exhibiciones públicas, visuales y auditivas de dolor. Analiza las formas en que una persona llora una muerte en
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tu sociedad. ¿De qué maneras se actúa en forma audible y visible como medios para recordar una pérdida? Comparte tus experiencias de duelos y de dolores, sea por la pérdida de un ser amado u otro daño, incluyendo los modos de expresarlo tanto en forma visible como audible.
Considera: ¿En qué sentido el experimentar el dolor ayuda a comprender la exhortación de Santiago a llorar por el pecado? ¿Por qué es necesario llorar por el pecado? Toma tiempo, en oración silenciosa, para condolerte por el sufrimiento que tus pecados causaron a otros y a Jesús. ¿De qué manera este duelo te acerca a Dios?
{ 2: ¡Explora!}
• Solo para los maestros: Ayuda a los miembros de tu clase a comprender la necesidad del verdadero arrepentimiento y su significado, y la futilidad de confiar en la riqueza.
Comentario de la Biblia
I. Llorar y lamentarse en voz alta (Repasa, con tu clase, Sant. 5:1- 6.)
Santiago invita a los ricos a que “lloren a gritos por las calamidades que se les vienen encima” (Sant. 5:1, NVI). ¿Cuál es el propósito de la exhortación de Santiago a ocuparse de tales demostraciones ostentosas de dolor? ¿No habría sido más beneficioso espiritualmente –sin mencionar material y civilizadamente- para toda la sociedad que, en lugar de eso, les hubiera pedido a los ricos que devuelvan cuatro veces lo que habían tomado fraudulentamente, como hizo el publicano Zaqueo, por voluntad propia, después de la visita transformadora de Jesús a su casa? ¿No es la restauración y la reforma el fruto necesario de la gracia en una vida transformada, y el resultado definitivo de su propósito? A esta pregunta, Santiago sin dudas respondería que sí. Al mismo tiempo, reconocería que, así como una reforma es el resultado de la gracia, no puede haber reforma sin arrepentimiento. La expresión “vamos ahora, ricos” parecería implicar una designación espiritual así como una material; es decir, la de ser ricos en bienes materiales pero empobrecidos espiritualmente. Juan alude a este grupo de personas en el Apocalipsis, en su mensaje a los laodicenses: “Pues tú dices que eres rico, que te ha ido muy bien y que no te hace falta nada; y no te das cuenta de que eres un desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (3:17, DHH). Sin la paciente aceptación de la exhortación a dolerse, dada por Santiago, la panacea que sugiere Juan no puede sanar a la persona: “Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado en el fuego, para que seas realmente rico; y que de mí compres ropa blanca para vestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y una medicina para que te la pongas en los ojos y veas” (vers. 18, DHH). El dolor, la verdadera tristeza por el pecado, es la moneda que sirve para esta transacción. En tiempos bíblicos, los lamentos eran expresiones de dolor por quienes morían. Santiago está pidiendo a los ricos que lamenten sus propias muertes mientras todavía están vivos; es decir, mientras todavía tienen la posibilidad de arrepentirse. Santiago deja en claro que las vestimentas literales de los ricos fueron “comidas por polillas” (Sant. 5:2), sugiriendo que son inadecuadas espiritualmente para cubrirlos y que sus actos de corrupción los ven claramente los demás. Lo que necesitan, dice Juan, es colirio para los ojos – discernimiento espiritual que da el Espíritu Santo- a fin de verse como realmente son, y oro viviente –fe– para alcanzar y comprar lo que se les ofrece gratuitamente: las
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imperecederas riquezas de la misericordia de Dios, de modo que puedan ser ricos hacia otros y almacenar riquezas en el cielo.
Considera: ¿Por qué les pide Santiago a los ricos que lloren y aúllen? ¿Cuál es el propósito de esa manifestación de dolor? ¿En qué sentido la “tristeza que es según Dios”, como dice la Biblia (2 Cor. 7:10), guía al arrepentimiento?
II. En un día de matanza (Repasa, con tu clase, Sant. 5:2- 6.)
Santiago sigue su amonestación a lamentarse con dos listas de juicios contra los ricos. La primera lista (vers. 2, 3) pronuncia castigos sobre la riqueza acumulada en sí misma, detallando exactamente cómo ha sido maldecida. La segunda lista (vers. 4- 6) describe los crímenes reales que los ricos cometieron y que les trajeron maldición sobre lo que amasaron.Consideremos cada lista para entender más plenamente las implicaciones espirituales para nuestra propia vida acerca de la futilidad de confiar en las riquezas y de su terrible costo, no solo para los ricos, sino también para la sociedad, por ser fortunas obtenidas a expensas de los demás. La riqueza se mide por lo que uno posee. Los ricos a los que se refiere Santiago no son sencillamente los que tienen muchos bienes: son quienes tienen más que suficiente, mientras que aquellos a los que explotan no poseen nada. Su abundante riqueza se manifiesta de tres maneras:
1) sus [muchas] ropas,
2) su “oro y plata”, y
3) los “tesoros”, que Santiago no especifica (vers. 3); es decir, lo que hoy llamaríamos bienes como casas, tierras, colecciones de arte, joyas, acciones y bonos, etc.
Como dice Santiago, estos tesoros –ropa costosa, oro, plata y otras posesiones valiosas- fueron “amontonado[s] [...] y ¡eso que estamos en los últimos días!” (vers. 3, NVI). Un “montón” denota una pila muy grande de cualquier cosa. Sugiere una superabundancia, e implica codicia y avaricia. Lo que más perturba es la frase “para los días postreros” (RVR) o “eso que estamos en los últimos días” (NVI), pues sugiere que los ricos, en los últimos días de la historia de la Tierra, buscan acumular riquezas (o tienen la intención de hacerlo) en lugar de tener consideraciones espirituales. Implícito está el razonamiento usado para justificar esta actitud: lo hacen para la causa de Dios. Sin embargo, en su segunda lista, Santiago descubre que lo que ellos están haciendo no es para Dios sino en lugar de Dios. “Oigan”, dice él en el versículo 4 (NVI). Está pidiendo que escuchen –Santiago señala que la evidencia de su falsedad es claramente visible—: “Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que les trabajaron sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor Todopoderoso. Ustedes han llevado en este mundo una vida de lujo y de placer desenfrenado. Lo que han hecho es engordar para el día de la matanza. Han condenado y matado al justo sin que él les ofreciera resistencia” (Sant. 5:4- 6, NVI). Santiago advierte que la búsqueda de riquezas por el bien de las riquezas solo conduce a:
1) la extorsión,
2) la indulgencia propia,
3) la gratificación propia,
4) la glotonería material,
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5) la injusticia, y
6) el homicidio.
Estas transgresiones no solo son claramente visibles; es posible que sean evidentes porque los ricos las practican abiertamente sin temor a represalias. Y no solo la humanidad ve sus actos; también los ve Dios. Jesús, una vez, preguntó: “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mat. 16:26). El mundo, con demasiada frecuencia, muestra cuán poco valor le da a un alma. Santiago ruega que el mundo se lamente, se conduela “por las miserias” (Sant. 5:1), con “la tristeza que es según Dios [y] produce arrepentimiento (2 Cor. 7:10), para evitar los juicios del “día de matanza” (Sant. 5:5), “que os vendrán” (vers. 1).
Considera: La riqueza es un don de Dios; no obstante, ¿por qué se condena aquí la fortuna acumulada? ¿De qué manera los ricos acumularon sus posesiones? ¿Qué advierte Santiago que sucederá a los ricos si no “lloran y lamentan”, o se arrepienten?
{ 3: ¡Aplica!}
• Solo para los maestros: Estimula a los miembros de tu clase a aplicar en las situaciones de su vida diaria la exhortación de Santiago al arrepentimiento.
Preguntas de aplicación: ¿De qué manera te consideras rico? Las posesiones económicas no son la única manera en que las sociedades miden la opulencia y la riqueza, aunque son una de las más obvias. Algunas personas la miden por la salud o por la familia. Otras, por el reconocimiento o la fama. Otras, incluso por los logros personales. Todas esas cosas son buenas cuando mantenemos dos aspectos en perspectiva:
1. la riqueza que valoramos es un don de Dios, dado para bendecir a otros antes que a nosotros mismos, y
2. la riqueza tiene que ser dedicada al servicio de Dios, a fin de ser usada para el progreso de su causa y no para el engrandecimiento propio. ¿Con qué cosas te ha honrado Dios? ¿Por qué debemos dar el honor a Dios en lugar de buscar la honra propia?
{ 4: ¡Crea!}
• Solo para los maestros: Este ejercicio es para llevar a cabo fuera del horario del estudio de la lección, para ayudar a los miembros a personalizar el mensaje de Santiago y a no idolatrar nada que divida el corazón.
Actividad: Santiago pide a los ricos que lamenten las miserias a las que conduce el pecado. ¿Qué debemos abandonar o de qué debemos alejarnos? ¿Cuáles cosas, si las lamentáramos, nos acercarían a Jesús? Pide a los miembros de tu clase que compongan un lamento u oración, dirigido a Dios, que sea una expresión de tristeza o de dolor por el pecado, o por el sufrimiento que este produjo. Sugiere que elijan la forma de presentarlo: escribir o leer un poema, pintar, cantar un himno, componer música propia.