El documento critica la falta de libertad en el "mundo libre" y la falta de comunismo en el "mundo comunista". Argumenta que las luchas radicales de las últimas décadas en todo el mundo tienen como objetivo subyacente la abolición del Estado, la economía de mercado y el trabajo asalariado. Las tácticas revolucionarias adecuadas son principalmente críticas y negativas, atacando las instituciones e ideologías que refuerzan la sumisión al sistema y señalando las deficiencias y posibilidades de las l
1. Banalidades
El “mundo libre” no es libre y el “mundo comunista” no es comunista. El viejo
movimiento proletario no pudo derrocar a la sociedad de clases, siendo desviado
principalmente hacia variantes reformistas o burocráticas-totalitarias del capitalismo
clásico. En todas partes las personas todavía se encuentran alienadas de su propia
actividad — lo que se ven obligadas a producir regresa como un poder en contra suya
— y por lo tanto alienadas unas de otras. El desarrollo moderno del capitalismo ha dado
lugar a una nueva etapa de esta alienación: el espectáculo, que monopoliza la
comunicación entre las personas en torno a lo que se les presenta, desde la
“información” y las aventuras substitutas hasta las imágenes de mercancías o burócratas
exaltadas.
Pero este sistema no ha resuelto todas sus contradicciones; en las últimas dos décadas
han surgido nuevas luchas en todas las regiones del mundo desafiando diversos aspectos
del mismo y tendiendo a rechazar la mediación burocrática. El proyecto fundamental en
última instancia implícito en estas luchas es la abolición del Estado y de todo poder
jerárquico, de la economía mercantil y el trabajo asalariado. Las precondiciones
tecnológicas para esa transformación ya existen. La forma de organización social capaz
de hacerlo realidad ya ha sido prefigurada en los consejos obreros que surgieron en las
revoluciones reprimidas anteriormente en este siglo: asambleas generales democráticas
de trabajadores y de otras personas que se congregaron a su proyecto, asambleas que
disuelven todos los poderes exteriores y se confederan internacionalmente, eligiendo
delegados para llevar a cabo tareas específicas, delegados que pueden ser revocados en
cualquier momento.
Tal revolución no puede promoverse mediante los métodos de manipulación que
reproducen las relaciones jerárquicas dominantes. La tarea de los revolucionarios es
contribuir a la autoconciencia, la autonomía y la coherencia de las luchas radicales sin
convertirse en un nuevo “dirección” que domine esas luchas. Debido a esto, y porque la
oposición “constructiva” tiende a ser integrada en el sistema, las tácticas adecuadas son
en gran medida “negativas” o críticas — atacar a las instituciones e ideologías que
refuerzan la sumisión al sistema, señalar las deficiencias y las posibilidades de las
luchas contra el mismo — dejando que la gente elija su propia forma de responder a las
situaciones así expuestas.
Es una cuestión de enfrentar al mundo real en el que vivimos; de vincular la teoría y la
práctica en una actividad experimental a fin de resistir la tendencia de la teoría a
petrificarse en una ideología. Todo lo que sea de valor positivo y se halle expresado en
el arte o en la religión sólo puede ser realizado mediante la superación de ambos como
esferas separadas, llevando la creatividad y la búsqueda de la realización al terreno de la
vida cotidiana. “En una sociedad que ha destruido toda aventura, la única aventura
posible es la destrucción de esa sociedad.”
BUREAU OF PUBLIC SECRETS
Abril 1979