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Valores dehonianos en un tiempo líquido

                                                              El amor y la duda nunca se han hablado
                                                                                     Kahlil Gibran

En enero de 2010 fui invitado1 a hablar a los profesores y personal de nuestra escuela
Leoninum en Handrup (Alemania) sobre qué hace que una escuela sea una escuela
dehoniana, que se tradujo como: “¿Qué valores hacen que Leoninum se reconozca como
una escuela de tradición dehoniana?” Cuando comenzamos los preparativos para la
Conferencia General en 2011 me pidieron que ampliara lo presentado en Handrup. Se
pensó que podría ser útil en la actualidad y el contexto del Proyecto Educativo Dehoniano
(PED).

Valores

Es un signo de los tiempos que comience esta discusión con una reflexión sobre los
valores. La razón para ello es la actual dificultad con los valores, particularmente en
Europa. En su actual escepticismo frente a las autoridades tradicionales, Europa pasa por
un momento difícil para unirse sobre las bases de los valores. A pesar de que hay valores
comunes, estos no crean Europa. La mayoría puede decir que es porque estos valores se
usan como arma para excluir a países como Turquía y, en otro tiempo, Austria. Tal vez
podamos aprender algo de sus vacilantes intentos de trabajar con los valores para nuestra
discusión sobre los valores dehonianos en la educación.

Europa es muy consciente de la necesidad de los valores. En documentación acerca de los
valores europeos estos son llamados el pegamento que mantiene a la Comunidad Europea
unida. El problema en Europa no es que no haya valores. Las investigaciones han
mostrado que hay valores comunes sostenidos por el pueblo a lo largo de Europa. La
European Values Network2, European Ideas, un informe Pew sobre los valores europeos,
presenta una lista bastante consistente de valores comunes en Europa, como por ejemplo,
la paz, la libertad, la igualdad entre hombres y mujeres, la democracia, el imperio de la ley,
la tolerancia, la solidaridad, la individualidad. Mi interés en mencionarlos como europeos
no es para decir que estos valores no existan en otras áreas culturales. Otras áreas culturales
pueden incluirlos, pero también incluirán otros valores. Mi interés en estos valores
europeos es la forma en que estos valores funcionan o no en la vida europea. En los
informes de los estudios realizados por la European Values Network, por ejemplo, se
reconoce generalmente que estos valores no funcionan como razones para pertenecer a la
Unión Europea. Han actuado más como marcadores de límites.

En los informes, se reconoce la importancia de los valores para Europa. Cuando se
pregunta cómo funcionan estos valores comúnmente aceptados, las respuestas son muy
reveladoras. Voy a mencionar tres y luego sacar algunas conclusiones preliminares.

1. Está generalmente fundado que no está claro qué es lo que une a los diferentes pueblos
de Europa. Es más que pura geografía. Esto es significativo porque el origen de la idea

1 Conferencia del P. John van den Hengel, scj en Roma el 12 de enero de 2012 en el primer encuentro de
directores de centros educativos dehonianos.
2 El sitio web de la European Values Network (EVN): http://www.europeanvalues.net/docs/EVN PP web

2010.pdf <acceso 6 de diciembre 2011>.
europea en la Unión Europea fue económico. Sólo más tarde la idea política de Europa
comenzó a dominar. Los tratados y convenciones que subyacen a la Unión Europea hablan
de principios culturales comunes. Pero estos principios, cuya existencia ha sido
determinada por la investigación, no han tenido éxito en la creación de una unión o
fundamento europeo. En Europa, el vínculo étnico, la pertenencia a una nación, es todavía
más fuerte que la pertenencia a Europa. En otras palabras, para construir una Europa más
fuerte, es más necesario construir la "unidad en la diversidad". Se pensaba que la unidad se
construiría a través de valores comunes. No parece que sea así. Los valores no son una gran
motivación para pertenecer a la Unión Europea.

2. Para la mayoría de los europeos la unión es puramente instrumental. Es útil
económicamente. Es una herramienta beneficiosa porque permite a Europa una mejor
oportunidad para competir con los nuevos jugadores económicos del mundo. Es
beneficioso porque, juntos, los países europeos pueden hacer más de lo que cada país
puede hacer solo. Este punto de vista instrumental significa que las instituciones de la
Unión Europea pueden hacerse cargo de las necesidades de los estados miembros, pero no
siempre reflejan sus verdaderos intereses y temores cotidianos. Las instituciones y el
proceso de toma de decisiones parecen demasiado lejanos. Siempre y cuando la Unión
Europea prevea una Europa próspera, sin guerras y con las estructuras justas, Europa
sobrevivirá. Sin embargo, el punto de vista instrumental proporciona una unión débil.
Europa carece de un liderazgo político fuerte. Los líderes son vistos como tecnócratas,
eficientes pero distantes y predecibles3.

3. Otra opción para Europa es considerar como la razón de su unión a sus comunes raíces
históricas y culturales. ¿Hay razones históricas, valores históricos, que podrían unir a
Europa? Europa podría haberse remitido a la tradición filosófica griega, a la ley romana, al
cristianismo, al humanismo y la influencia del pensamiento de la Ilustración. En este
sentido, el Vaticano y una serie de Conferencias Episcopales de Europa insistieron en que
Europa debería reconocer sus raíces religiosas. ¿Podría el cristianismo considerarse como el
lazo común de Europa? El debate en torno a la Constitución Europea ni siquiera se dignó
mencionar la religión o el cristianismo. Si hay algún valor histórico para ser consagrado en
la Constitución, Francia insistió en que serían sólo los valores laicos o seculares. A pesar de
que la influencia del cristianismo y de Dios fueron excluidos originalmente como parte de
la herencia europea, el Tratado de Lisboa incluyó finalmente una referencia muy débil a la
“herencia religiosa y humanista”. La religión y el cristianismo no se consideran valores
públicos, sino, como mucho, valores privados. La investigación ha tendido a apoyar este
planteamiento. Los cristianos europeos tienden a identificarse principalmente con su
nacionalidad, no con su religión. De diferente modo ocurre en EE.UU., donde el 46% se
identifica primero con su religión. Este porcentaje es aún mayor en países como India o
Camerún4. En otras palabras, los valores religiosos y la religión no son el pegamento de
Europa.

¿Qué conclusiones podemos sacar de esto y cómo va a ayudar en la reflexión sobre los
valores dehonianos en las instituciones educativas?




3http://tt.europeanideasnetwork.com/index.php?option=comcontent&task=view&id=2&Itemid=9 <acceso
7 de diciembre 2011>.
4http://www.pewglobal.org/2011/11/17/the¬american -western -european-val ues-gapj <acceso 7 de

diciembre 2011>.
En Europa se piensa que para la conformación de las identidades es importante que haya
(1) una dimensión política, (2) un aspecto educativo, cultural y (3) la cohesión social,
económica.

1. Empecemos con la dimensión política. En Europa encontramos que no hay valores que
unan a estas naciones entre sí y que hagan que sus miembros se sientan responsables los
unos de los otros. ¡Nadie se puso del lado de los griegos cuando su economía se derrumbó!
Las razones instrumentales o de procedimiento para la existencia de la Unión Europea se
descomponen cuando aparece la crisis, no había más que desprecio por las penurias de
Grecia5. ¿Que falta? ¿Y qué podemos aprender de esto? Lo que falta en Europa es enraizar
a Europa y sus valores en un relato de origen. En palabras de Mauro Magati: “Tratar de
establecer normas comunes, sin depender de un 'relato fundacional' sobre el que crearlas es
como querer construir una casa sin cimientos”6. En otras palabras, los valores no son
efectivos en el vacío, necesitan un contexto o una fundación. Un relato fundacional
legitima, proporciona un contexto en el que las acciones y sus razones -sus valores- cobran
sentido. Da sentido a lo que están haciendo y por qué lo están haciendo. Si la Unión
Europea no tiene ningún relato fundacional y si por esa razón no tiene una identidad clara,
¿tiene nuestra escuela uno? ¿Tiene nuestra escuela una identidad que sea más bien un
procedimiento? ¿Está nuestra identidad arraigada históricamente, basada en la red de
relaciones que une pasado y futuro, desde el pasado con el horizonte de expectativas que
tenemos hacia el futuro? Sólo de esta manera las escuelas pueden aportar valores.

2. En segundo lugar, los valores tienen también una función cultural y educativa. Como se
verá en una presentación posterior por el Padre Heiner Wilmer, dentro de un mito
fundacional es posible introducir los valores en un contexto educativo. Los valores no
necesariamente se convierten en parte del propio plan de estudios. Por lo general se enseña
a través de interacciones o celebraciones festivas, homilías, días especiales, asambleas
docentes, retiros. Estos valores pueden entrar a veces en un plan de estudios. Pero en la
mayoría de los casos entran a través de ciertos énfasis del plan de estudios o a través de un
enfoque en los métodos pedagógicos o en la manera de actuar entre el personal y los
estudiantes. Por lo tanto, los valores dehonianos no son necesariamente el contenido
inmediato de un plan de estudios. Ni siquiera de los contenidos de un curso de religión. Se
podría decir que los valores impregnan el currículo y lo que se hace en la escuela. Fijan la
agenda de las escuelas, a menudo detrás del escenario. Actúan en el ámbito de las
motivaciones. Y así, aunque los valores tienen ciertas restricciones sobre ellas, ya que llevan
consigo ciertas obligaciones, sólo pueden funcionar si cuentan con un atractivo inherente a
la comunidad escolar.

3. También hay un tercer ámbito en el que funcionan los valores. Los llamo vectores
sociales y económicos. Con esto quiero decir que los valores deben aplicarse más o menos
igual a todos. No debe haber diferencias en el funcionamiento de los valores basadas en las
diferencias sociales y económicas entre estudiantes y personal. De hecho, los valores
deberían ayudar a que las diferencias sociales y económicas, así como las diferencias
académicas, sean menos difíciles. Aunque es evidente que hay diferencias en las habilidades
de los alumnos, los valores de la escuela deben ayudar a lidiar con las diferencias sociales y
económicas en una escuela. Este es uno de los temas más difíciles en los contextos
educativos. ¿Cómo superar las desigualdades sociales y económicas dentro de la educación?
¿Pueden los valores, operativos en las escuelas como instituciones, ayudar a conciliar o

5M. L. BOOMERANG, Travels in the New Third World, New York 2011.
6 M. MAGATI: "Is Faith a Sign of Hope for Europe?" in Consecrated Ufe in Europe Today: Situations and
Implications (75th Semestral Assembly USG, May 2010) Roma 2010, 50.
superar los agudos contrastes entre nuestros estudiantes en su situación social y económica,
o las diferencias étnicas? Esto probablemente no sucederá si nos basamos en una ética
utilitarista. Sólo ocurre dentro de una ética que reconoce que la libertad significa responder
a la petición de otro que me dice: “Permíteme existir ante ti como tu igual” (Ricoeur,
391:174). Sólo en las escuelas donde los estudiantes y el personal interactúan de modo que
“tu libertad se convierte en mi tarea”, donde el otro es reconocido, esto es posible. Este es
un gran desafío ético7.

Valores dehonianos

Bien puede preguntarse el lector: “¿Los valores pueden hacer todo esto por nosotros como
escuela?" Creo que sí. Acabo de dar algunas condiciones. Precisan de un relato fundacional,
deben ser las motivaciones reales en el espíritu de una escuela y, por último, debe afectar o
posibilitar una cohesión más allá de las diferencias sociales y económicas. Esto es mucho
pedir.

Bien puede preguntarse: ¿Pueden los valores dehonianos cumplir estas condiciones?

Antes de presentar los mismos valores, deberíamos preguntarnos si el padre Dehon, que
vivió en el siglo XIX y principios del XX, aún puede proporcionarnos un marco de sentido
para sus escuelas. ¿No era su tiempo muy diferente del nuestro? ¿Pueden los valores
derivados de él dar una respuesta a la visión del mundo claramente postmoderna de
nuestros estudiantes? Antes de explorar los valores dehonianos es necesario decir de dónde
obtenemos estos valores. El padre Dehon no nos dejó una filosofía de la educación. A
pesar de que el padre Dehon durante gran parte de su vida dio el discurso de fin de año
para los graduados de la Institución San Juan de San Quintín, y les habló sobre muchos
temas, estas conferencias no son suficientes para obtener de estas alocuciones un florilegio
que nos pueda ayudar hoy. Si el padre Dehon estuviese aquí hoy, estoy seguro de que no
repetiría lo que dijo entonces.

Una de las lecciones que hemos aprendido de la hermenéutica filosófica es que no se puede
adivinar lo que el padre Dehon nos hubiera dicho hoy a nosotros. No podemos recrear al
Dehon de carne y hueso. El Dehon de carne y hueso ha pasado, está separado de nosotros
por el tiempo y por su muerte. Lo que tenemos de él son los textos, los escritos, los diarios
y las cartas. Se trata de un rastro de papel, huellas del Dehon real. Y en los últimos ochenta
años, más o menos, los seguidores del padre Dehon han buscado esas huellas y una
interpretación. Existe ahora una creciente biblioteca de libros, disertaciones y artículos
sobre el padre Dehon. Como congregación religiosa somos también una interpretación del
padre Dehon. De alguna manera, el padre Dehon ha adquirido una nueva forma en
nosotros. No siempre estamos seguros de que nuestra interpretación, nuestra vida, sea un
memorial preciso del padre Dehon.

Nada me lo ha clarificado tanto como cuando hace unos meses leí Témoignage d'une vie: Le
Pere Jean-Léon Dehon del padre André Perroux. En su manuscrito de unas 100 páginas el
padre Perroux sigue las memorias del padre Dehon desde sus primeros escritos hasta poco
antes de su muerte. El final de la lectura de cómo el padre Dehon interpreta su propia vida
me hizo sospechar más y más. (Creo que he sido demasiado influenciado por Freud y
Nietzsche, que me hicieron tomar conciencia de la falsa conciencia, de que lo que aparece
en la superficie es una ilusión). Cada vez más, me parecía que estaba leyendo un código
indescifrable detrás del que se escondía el padre Dehon. Él utiliza la providencia divina
7   Cf. "European Values and Identity", May 9, 2006, Euractiv.com. <acceso 7 de diciembre 2011>.
como un código para entender los acontecimientos y las experiencias de su vida. Es ésta la
forma en que evalúa, página a página, los acontecimientos, las decepciones por la falta de
entusiasmo de sus seguidores, la muerte de sus amigos, las políticas anticlericales del
gobierno: como una acción de Dios para su bien.

Difícilmente podemos traducir esto directamente a un conjunto de valores de hoy. No creo
que podamos traducir al padre Dehon directamente a nuestro tiempo; por lo tanto,
debemos ser cuidadosos cuando hablamos de valores dehonianos. Los valores que
proponemos como valores dehonianos para nosotros y para nuestras escuelas, no son
valores que viviese el padre Dehon. No es cuestión de repetir en nuestro tiempo los valores
vividos en el tiempo del padre Dehon. Nuestras experiencias y nuestras expectativas son
muy diferentes de las de quienes vivieron en los tiempos del padre Dehon. Estos valores
proceden de nuestra lectura, de nuestra interpretación del padre Dehon. Es la forma en que
nosotros, lectores del padre Dehon del siglo XXI lo entendemos y cómo es para nosotros
fuente de inspiración de nuestras vidas. Es bueno recordar que sólo como lectores del siglo
XXI hacemos esta interpretación. Y también que nos damos cuenta de que estas
interpretaciones se leerán de manera diferente por alguien del Congo o de Vietnam que por
alguien de Francia o Bélgica, nuestros lugares de origen como Congregación. En tanto en
cuanto podamos, volveremos a los escritos del padre Dehon para asegurarnos de que no se
le ha malentendido. Pero bien podemos admitir que, si el padre Dehon fuera a leer nuestra
interpretación, podría sorprenderse de cómo lo entendemos hoy. (Y puedo asegurar,
después de haber participado en un debate sobre espiritualidad dehoniana en la
Confederación holandesa-flamenca en noviembre de 2011, que hay una distancia
impresionante entre los lectores originales del padre Dehon y de los tímidos lectores del
padre Dehon hoy en Bélgica; pero mi presentación no está centrada en la hermenéutica o
interpretación de las teorías, de cómo se entienden hoy en día).

En cuanto a los valores que voy a explorar a continuación, me doy cuenta que, desde hace
algún tiempo, en las dos conferencias de Salamanca sobre la educación, celebradas en 2001
y 2008, ha crecido el consenso de que los valores que debemos explorar como valores
subyacentes dehonianos son tres. Se expresan en los lemas o consignas que los miembros
de la Congregación han conservado del padre Dehon, a pesar de que hoy se pueden
interpretar de manera diferente a como él lo hizo: Adveniat Regnum Tuum, Ecce Venio y Sint
Unum.

Pero, como ya he mencionado anteriormente, no es suficiente proponer sólo los valores.
Estos valores necesitan basarse en un relato de origen o en un relato fundacional. Es en
este relato fundacional donde los otros valores encuentran sus raíces y su coherencia. Por
lo tanto, voy a comenzar con el relato fundacional.

El relato fundacional: la experiencia del padre Dehon: Cristo me ama

Al primer valor lo llamo fundacional. Probablemente puede que en realidad no sea un
valor, sino más bien lo que cohesiona nuestros valores. Nos referimos a una especie de
historia fundacional, de por qué existimos como comunidad. También estamos diciendo
que es fundamental que las escuelas obtengan su identidad o parte de su identidad en el
padre Dehon. Esta historia fundacional no fue un evento específico en la vida del padre
Dehon. Por lo tanto, no se puede decir: “Un día el padre Dehon tuvo una experiencia
espiritual específica”; sin embargo, cuando la Congregación logró resumir el carisma que él
nos dejó, la Regla de Vida dio la siguiente explicación, que obviamente es nuestra
interpretación y que claramente es una interpretación histórica, formulada en 1973. En el
número 2 de la Regla de Vida leemos:

Nuestro Instituto encuentra su origen en la experiencia de la fe del Padre Dehon.
Es la misma experiencia que San Pablo expresó así:
“Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida de ahora en la
carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gál 2,20).

El Costado abierto y el Corazón traspasado del Salvador
son para el Padre Dehon
la expresión más evocadora de un amor
cuya presencia activa
experimenta en su propia vida.

En este amor de Cristo que acepta la muerte
como entrega final de su vida por los hombres
y como obediencia filial al Padre,
el Padre Dehon ve la fuente misma de la salvación.

Del Corazón de Jesús, abierto en la cruz,
nace el hombre de corazón nuevo,
animado por el Espíritu
y unido a sus hermanos
en la comunidad de amor que es la Iglesia
(cf. Etudes sur le Sacré-Coeur I, 114).

La historia es una creencia en el amor, en el amor de Dios. El amor de Dios en un triple
exceso. El padre Dehon llegó a creer que este amor es la realidad primordial, la que nos
precede. La historia primordial del padre Dehon es una experiencia de que en el centro del
universo y de nuestra vida hay una explosión de amor, una nube de amor, que lo define
todo. No hemos hecho nada para merecerlo. Simplemente está ahí.

Para los dehonianos, esta experiencia de arrebato de amor del padre Dehon, que descubrió
a un nivel personal muy profundo, es su historia de origen. Este es el legado más preciado.
También es la historia central de su identidad. Dios es un amor desconocido y a veces
despreciado que, sin embargo, nos estabiliza en el corazón de nuestra identidad. El
descubrimiento del amor personal de Dios por uno es la historia de nuestro origen. No es
que tengamos más éxito al vivir este legado. La mayoría de nosotros necesitamos
convencernos de que está ahí, de que es real, de que es para nosotros.

Los dehonianos utilizan símbolos para evocar esto. El principal ha sido la imagen del
Corazón traspasado de Cristo, de un corazón inflamado por el amor, una imagen del siglo
XVII que nos fue dada por Santa Margarita María. Detrás de esta imagen está la imagen
bíblica de la muerte de Jesús en la cruz, su costado abierto, del que fluye la vida para los
demás. También está la imagen del Dios trinitario, Padre, Hijo y Espíritu Santo, el uno
totalmente para y en el otro. Ante este amor nos quedamos sin palabras. Todas ellas son
imágenes de amor como la efusión de vida original. Como dehonianos recorremos la gran
tradición que nos permite entrar en este misterio de amor. A menudo nos hemos
convertido en los grandes místicos que han vivido esta experiencia intensamente y nos han
dado la poesía del amor. Así descubrimos la poesía de Santa Gertrudis:
“Eres el esplendor de todos los colores, la dulzura de todos los sabores,
la fragancia de todos perfumes, el encanto de cada melodía,
dulce ternura de los abrazos íntimos.
En ti está cada placer,
tus abundantes aguas de manantial de la vida,
tú atraes el más dulce encanto,
contigo el alma se llena de los sentimientos más sagrados”
(Santa Gertrudis)

O el lamento de San Agustín:

“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Y Tú estabas dentro de
mí, y yo afuera... Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera. Brillaste y
resplandeciste y curaste mi ceguera. Exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo.
Gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti. Me tocaste, y deseé con ansia la paz que
procede de ti”.

Como dehonianos creemos en la fuerza de este amor. El conocimiento de Dios como
amigo se convierte en un poder en nosotros. Creemos que este poder es el propio Espíritu
de amor de Dios que ha arraigado en nosotros. Se convierte en la fuente de nuestra
capacidad de amar. Pero nos damos cuenta de que sólo se nos da esta capacidad a través de
la fe. Tenemos que aprender a confiar en este amor como la fuerza principal de nuestras
vidas. En el lenguaje de la Iglesia, nuestra fe en este amor por nosotros, para mí, es la
culminación de la vida humana, es la salvación. Todo lo demás fluye de él. Es el verdadero
fundamento de la alegría y la felicidad. Para los dehonianos, de esta fe en el amor de Dios,
fluyen todos los demás valores. Sin éste los demás no tienen sentido. Es este amor lo que
nos hace seres humanos capaces de enfrentarse a la vida, la fuente de nuestra fuerza. Se
trata del valor de todos los valores: se necesita toda la vida para apreciar y ver su poder.
Nunca termina de crecer en ti. Sé que en mi propio trabajo como catequista en Canadá, era
muy consciente de que la principal tarea de la catequesis era transmitir este don. Para
nosotros, dehonianos, es el valor primordial que acompaña y fortalece a jóvenes y viejos
como la roca sobre la que nuestras vidas se construyen. Todos los valores dehonianos están
construidos sobre esta roca fundacional.

Tres valores dehonianos

¿Qué fluye de la roca de la caridad, del Espíritu de Dios como amor que reside en
nosotros? ¿De qué manera esta historia fundacional se convierte en valores para una
escuela? No es ésta la primera vez que los dehonianos tratan de convertir este legado en
valores de calidad de vida para la educación. Ya ha habido, como he dicho, dos reuniones
sobre educación dehoniana en Salamanca (España). Allí los participantes elaboraron un
manifiesto sobre la educación; se basa en tres lemas utilizados por el padre Dehon y
posteriormente por sus seguidores: Adveniat Regnum Tuum (Venga a nosotros tu Reino), Ecce
Venio (Aquí estoy, yo vengo), al que se podrían añadir Ecce Ancilla, y Sint Unum (Sean uno).
Todos estos son lemas tomados de las Escrituras. Tienen su origen en Jesús. El padre
Dehon los utilizó como resúmenes. De una manera hermosa traducen el relato fundacional
del fundador en los valores de nuestro trabajo en la educación.

Consideremos cada uno de estos lemas: Adveniat Regnum Tuum, Ecce Venio y Sint Unum, y
veamos cómo se trasladan de la historia fundacional del padre Dehon a valores de calidad
de vida para nuestros estudiantes ¿Qué tipo de visión del mundo promueven estos lemas?
¿Qué tipo de dirección dan a nuestros estudiantes y a nuestras escuelas? ¿Qué puede
promover una escuela dehoniana en este momento?

1. El primer lema es: Adveniat Regnum Tuum (Venga tu Reino). El lema deriva de la
oración de Jesús. No reza "venga mi reino", sino "venga tu reino": el reino de Dios, el reino
del Padre. En línea con la historia de la fundación de la Congregación, podríamos decir
“venga el reino de amor”. Esto sería mucho pedir para ponerlo en práctica como valor en
una escuela. ¿Cómo podría una escuela traducir esto en algo posible? Para el padre Dehon
esta venida del Reino fue la venida del Reino de Cristo a las sociedades y los corazones de
las personas. Él lo vio sobre todo en relación con la Iglesia y con su papel en la vida de las
personas.

Para nuestras escuelas de hoy esto significa algo muy diferente. En primer lugar, para los
estudiantes el primer regalo de la escuela será la educación: el cumplimiento de las
necesidades humanas básicas de alimentación, vivienda, comunidad unida, humana, salud,
urbanidad, medio ambiente limpio, mantenimiento de las relaciones. Y puede que tengan
razón, este es un objetivo de la educación. ¿Pero hay algo más? ¿Puede la oración "Venga
tu reino" ayudarnos a indicar ese más? Por eso no me refiero a la religión. Yo diría que no
tiene que ser expresado en términos religiosos o espirituales.

Con el fin de explorar el valor de "Venga tu Reino" en la escuela, se nos insta a imitar el
lenguaje de Jesús cuando habló acerca del reino o acerca de Dios. No habló de Dios muy
directamente. Lo hizo casi siempre de manera indirecta. Lo dijo en parábolas. Usó
aforismos. Las parábolas son formas de hablar de la sabiduría, formas de hablar de Dios
hablando de lo que sucede en la vida diaria, lo que pasa en las familias y en los hogares.

El lenguaje de Jesús sobre Dios es acerca del exceso, la paradoja, la hipérbole de la vida
cotidiana. Habla de semillas de mostaza y plantas, sobre la levadura en la harina, sobre la
siembra de semillas. Y lo que evoca en estas historias es el exceso de vida, su abundancia,
sus sorpresas, sus desafíos.

Nuestro lenguaje, diferente en la música y en la poesía, ha señalado siempre
metafóricamente, incluso en sus más tristes expresiones, lo que todavía no ha aparecido en
el lenguaje. Hay un superávit de vida. Se trata de un exceso que tocamos cuando leemos,
cuando escuchamos, también el uno al otro, cuando caminamos en el bosque, cuando
miramos a los ojos de los estudiantes. La educación debe ser lo primero de este exceso, es
decir, el reino. Si somos capaces de ver, vamos a ver a nuestro alrededor la sorpresa de un
infinito que quiere invadir nuestra finitud. El filósofo Paul Ricoeur llamó a esto “la
erupción de lo inaudito en nuestro discurso y en nuestra experiencia”8.

La educación debe poner a los estudiantes en contacto con el infinito que aparece en los
momentos más creativos de la vida. Debe permitir a nuestros estudiantes tener la
conciencia de que, a pesar de todas las pruebas en contra que encuentran, tal como señaló
uno de mis compatriotas, Bernard Lonergan, viven en un “amistoso” universo, no sólo en
un universo peligroso y malvado, sino un universo amigable. Nosotros, dehonianos,
identificamos este exceso como Amor Original. Creemos que desde el principio de la
creación toda la realidad está impregnada de amor. Que el amor está en el origen de este
mundo, que el amor lo sostiene. Debemos ser capaces de reconocer en nuestros alumnos la
primera vez que se enamoran, reconocer la energía que surge cuando sacas lo mejor de
ellos cuando hacen estos descubrimientos emocionantes en clase. Una educación
8   ABiblical Hermeneutics@ in Semeia 4 (1975), 127.
dehoniana cree en este superávit, este exceso de energía, esta amistad del universo en una
oscuridad a veces abrumadora. Este es nuestro primer punto en la educación: ¡el amor, el
exceso de vida! Esto se traduce a valores que podríamos llamar generosidad, o grandeza de
corazón, o cordialidad.

2. Ecce Venio (“He aquí que yo vengo”, o mejor: “Aquí estoy, yo vengo”).

En las Escrituras Ecce Venio es el grito de nacimiento de Jesús. “Aquí estoy”, o más
exactamente: “Aquí estoy, yo vengo” es en realidad el grito de nacimiento de cada ser
humano. Cuando Dios llamó a Abraham, Isaías, Samuel y María todos ellos responden con:
“Aquí estoy yo”. La respuesta no es “obediencia”, a no ser que nos refiramos a la
obediencia como una escucha profunda de tu interior. La respuesta es un descubrimiento
repentino de una nueva identidad. Abraham, Isaías, Samuel y María recibieron su vocación.
Toda su vida era su vocación. María, la que conocemos, es la María que ante el mensajero
de Dios aceptó la palabra que se le dijo al decir: Aquí estoy, “esto es lo que soy”, la
sirvienta (Ecce Ancila). Ella se convirtió en lo que fue llamada.

Esto es válido no sólo para estas grandes figuras, sino para todos. Mi vida, mi pensamiento,
no comienzan conmigo, con mi decisión, sino que fui llamado a la existencia. Lo que tengo
que hacer es escuchar la llamada. La Regla de San Benito comienza con la palabra
“¡Escucha!”. También él tomó algo que está en el origen de la vida humana, tal como lo
hacen los judíos en la Shema. También en este caso la primera palabra es “¡Escucha!”:
“Escucha, Israel”. Nuestras identidades se resumen en lo que llamamos una vocación, una
llamada.

El mandato más decisivo de la educación es ayudar a los estudiantes a escuchar la llamada
que da a cada uno su identidad única. En esto volvemos a Sócrates, el sabio, quien dijo que
el objetivo de la vida es “conócete a ti mismo”. Conoce tu lugar de origen. Aprende a
escuchar una voz que no es la tuya. Yo vengo de un lugar que no es mío, pero que, sin
embargo, es mi identidad más profunda.

Nuestra educación viene de escuchar. A partir de esta escucha vendrá la vocación, la
auténtica identidad. Este es el segundo punto: la educación dehoniana debe ayudar a los
estudiantes a conocer su vocación, ¡a saber quiénes son!

En la tradición judía y cristiana la respuesta a la llamada es “Aquí estoy”. En realidad uno
podría decir: “Este soy yo, a tu servicio”. Este “yo” de “Aquí estoy yo” no es el “yo”
egoísta o atómico de hoy. No es el ego cartesiano, que comenzó el viaje occidental de
individualismo y el principio de nuestro dominio sobre los demás y sobre las cosas. Es otro
“yo” que escucha a los demás, o mejor dicho, tiene otro “yo” ubicado. Nuestra época no
está muy segura de ese otro “yo” que se encuentra en nuestra alma. ¿De quién es esa voz
que oímos cuando nuestra conciencia nos habla? ¿Es el superego de Freud? ¿Es la voz de
un pariente o un legislador en mí? ¿Es Dios? Nuestra época tiene dificultades para
identificar al otro.

Dentro de un contexto dehoniano el otro tiene un valor muy alto. En el “Ecce Venio”, el
“venio” se refiere a la llamada de Jesús. Se dice que la vocación de Jesús no es para hacer su
voluntad, sino la voluntad del Padre, la voluntad del otro. Esto significa que su yo es
totalmente para el otro. Como un valor, escuchar la voz del otro puede ayudar a destruir el
mensaje vicioso de la modernidad e incluso de la post-modernidad del yo solitario que debe
crear, sin ninguna obligación o autenticidad para con el otro. Nuestro ideal cultural es ser
auto-dirigidos, ¿pero ser auto-dirigido debe excluir la voz del otro?

Los dehonianos llaman a este valor de la donación de sí mismo a otros oblación, que
significa permitir que la identidad de uno sea la escucha del otro. Es el valor del regalo de sí
mismo como un camino hacia uno mismo.

Este es nuestro segundo valor: “Aquí estoy, yo vengo”.

3. Sint Unum (“Ser uno con todos los demás”)

El tercer lema dehoniano para la educación es Sint Unum: “Que sean uno”. Esta es también
palabra de Jesús, expresando su profundo deseo de una comunidad humana unida. Para
Jesús era una oración para que la comunión de Dios impregnara nuestra unidad como
comunidad humana y reparar el daño de la traición, la rivalidad, la dominación y la codicia.
Los valores, como ya hemos dicho, tienen que desempeñar un papel en la superación de las
diferencias sociales y económicas en las escuelas. Dentro de la política de la escuela
dehoniana, el valor subyacente “Sint Unum” está ahí para dar una orientación sobre cómo
manejar las diferencias sociales y económicas no sólo dentro de las prácticas escolares, sino
también como una actitud básica en la sociedad y el mundo. “Sint Unum” es el valor que
subyace en el espíritu de una escuela dehoniana, y también el impulso de su plan de
estudios.

El valor subyacente “Sint Unum” se traduce quizás mejor como solidaridad. Cualquiera que
lea la vida de León Dehon se impresiona por su intensa preocupación por el bienestar
social de las personas. La mayor parte de la vida del padre Dehon estuvo marcada por las
cuestiones sociales de su tiempo. Desde el comienzo de su ministerio pastoral en San
Quintín, se dio cuenta de que las cuestiones sociales de su tiempo fueron también
profundamente religiosas. La alienación de la clase obrera, debido a las condiciones salvajes
de trabajo y de vida de la revolución industrial, se tradujo en alienación espiritual de los
trabajadores. A lo largo de su vida conectó lo espiritual con lo material, con las condiciones
sociales y económicas de la vida. Estaba claro para él que en una relación con Cristo no se
puede separar lo personal de lo social. Creía en la unidad de la relación con el Corazón de
Cristo en las “almas” y en “las sociedades”. El padre Dehon no creía en la privatización, en
el aislamiento de la religión, separada de la vida pública.

Una escuela dehoniana debe estar abierta al mundo exterior y a su funcionamiento.
Ciertamente, los asuntos del tiempo del padre Dehon, al comienzo de la revolución
industrial y los primeros pasos hacia el capitalismo, ya no son los de nuestro tiempo. Pero
la búsqueda fundamental del padre Dehon se mantiene. Vio esta búsqueda de la justicia y la
reconciliación o reparación de la sociedad incluyéndola en la participación en nuestra
relación con Cristo. Para él, como en el Evangelio, la búsqueda de Cristo es una búsqueda
de Cristo en los que son el blanco principal de su sint unum. Estos son los excluidos de la
tierra, los excluidos de nuestras sociedades. Una escuela dehoniana que no tuviera
proyección social, una profunda preocupación por los problemas sociales de la época, por
la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia, carecería de algo esencial.

Dentro de la congregación, este impulso hacia la justicia, la paz, la integridad de la creación
y la reconciliación ha recibido una atención específica. El padre Dehon vio la proyección
social como una forma de reparar el tejido social. En su tiempo, influenciado por una
particular devoción al Sagrado Corazón, la palabra reparación fue utilizada con frecuencia
para hablar de una manera de hacer bien las cosas delante de Dios. En nuestro tiempo,
consideramos esta reparación más como una reconciliación, la sanación de las relaciones, o,
para usar las palabras de la Regla de Vida, como la “acogida del Espíritu”. Por eso se
entiende como la liberación de nuestra capacidad de amar. En la compleja red, a menudo
intensa y violenta, de relaciones que es nuestro mundo, nosotros, los seres humanos, en el
poder de Dios, se convierten en agentes hacedores de que las personas puedan volver a
amar. Acoger el Espíritu es expulsar lo que la envidia, la codicia, el odio, el orgullo, el
miedo han congelado y para crear un espacio para la vida auténtica a través del poder
aflorar el amor, configurando un espacio de justicia y reconciliación. En un mundo que
amenaza con convertirse en más y más cínico frente a la fuerza del amor, los dehonianos
siguen creyendo en la capacidad de amar. Maurice Zundel, gran escritor espiritual de Suiza,
ha llamado a este proyecto de la reconciliación "cuidar de Dios" en el espacio que llamamos
mundo.

Dentro de una filosofía dehoniana de la educación este valor de la solidaridad, el “Sint
Unum”, se manifiesta, como he dicho antes, por un lado, en el ethos, el carácter distintivo de
la escuela, y, por otro, en el currículum de los alumnos.

Un espíritu de solidaridad en la escuela

La filosofía de un centro dehoniano debe ser la de la solidaridad: la creación de un espíritu
de comunidad que no excluye a nadie. En los Estados Unidos existía un programa
educativo llamado "Ningún niño dejado atrás", un lema difícil para una escuela.

En la doctrina tradicional católica sobre los ángeles existía la conciencia de que son
protectores no sólo de los individuos, sino también de las instituciones. En este sentido se
cree que todas las escuelas tienen un ángel. Se sugiere así que una escuela está realmente en
el corazón de una red de relaciones. La escuela es considerada como un ser vivo. Me gusta
la idea, ya que convertiría a la escuela en su conjunto en algo más tangible. La escuela tiene
algo que ver con el espíritu, es un ser vivo, un organismo. A raíz de estas imágenes, vemos
que este ángel tiene un nombre. El ángel de la escuela tiene también un carácter, construido
a partir de la suma total de las relaciones pasadas y presentes. El ángel tiene un espíritu
determinado, una filosofía de vida, una cierta personalidad. Cuando trabajo con profesores
les pido a menudo que describan el ángel de su escuela. Mirar a nuestra escuela como un
ser espiritual con una personalidad, una filosofía, etc. puede dar mucha información. Se
obtiene una imagen fascinante de la escuela cuando uno comienza a explorar todas las
características de este ángel.

El ángel de la escuela dehoniana puede convertirse en un ángel de la solidaridad dentro de
la escuela. Dentro de la escuela, la solidaridad significa que no se escatiman esfuerzos para
crear la unidad en todas sus diferencias. El modelo cristiano de esa unidad en la diferencia
es Dios mismo. Los puntos de la tradición cristiana de Dios como una Trinidad de
personas, una comunidad de tal intimidad que la identidad surge completamente del otro.
Nuestra cultura se ha enorgullecido de haber descubierto y dado valor a la persona. Y así ha
sido. Pero el tiempo también ha reconocido la limitación de este valor de la individualidad.
En una cultura y una filosofía educativa que tenemos hoy en la que se nos mide
principalmente por la utilidad que el otro tiene para el yo, creo que se redescubrió el deseo
de la comunidad. El lema de Sint Unum es una declaración de que más allá del
descubrimiento de mi ser distinto, puedo crear y ser parte de algo más grande que yo: un
nuevo “nosotros”, un nuevo tipo de comunidad. La reparación y la solidaridad en este
contexto significan mirar todas las formas en que en nuestras escuelas trabajamos para no
dejar atrás a ningún alumno.

Para esta tarea los maestros juegan un papel primordial. Tomado de un himno al Espíritu
Santo, me gustaría llamar a los maestros dígiti paternae dexterae. En este himno, al Espíritu se
le llama “dedo de la mano derecha del Padre”. Los maestros son como los dedos
apuntando el camino hacia los demás. Como maestros son el equipo de liderazgo. Su
primera tarea, sin duda, es la de enseñar. Permiten a los estudiantes que se sientan como en
casa en este mundo y encontrar su camino en él. Nadie discute esta tarea. Sin embargo,
para que los estudiantes entiendan, en palabras del famoso alemán Verstehen, requieren
otro talento. El talento tiene que ver con el liderazgo, en el verdadero sentido de la palabra,
para que sean líderes de las almas, es decir, para inducir a sus alumnos al movimiento, para
motivarlos, para darles espíritu. Puede ocurrir en el aula en primer lugar, pero debe ir más
allá de las aulas, a todo lo que da forma a la escuela como una comunidad: un grupo de
personas inspiradas.

En solidaridad con el mundo

Una escuela dehoniana también debe ser una escuela católica o ecuménica en el sentido
pleno de católica. Literalmente “católica” significa “estar en todas partes”. Hubo un
tiempo en que esto pudo significar que los católicos estaban destinados a ir a todas partes
como misioneros. Hoy, sin embargo, esto no se necesita para otros países, se necesita aquí.
El mundo ha venido a vivir con nosotros. Se ha producido un enorme movimiento de los
pueblos en los últimos 60 años.

Para que los estudiantes puedan vivir en este mundo necesitan medios para comprender su
complejidad. Una escuela dehoniana es una escuela de solidaridad con el mundo. Para que
los estudiantes entiendan esto hay que darles herramientas. Cuando el padre Dehon fue a
hablar con el Papa León XIII, el Papa de la Rerum Novarum, la encíclica social, en primer
lugar le pidió predicar las encíclicas. Esta sigue siendo una tarea primordial.

Para que las escuelas dehonianas sigan con esta tradición tienen que dar a los estudiantes la
oportunidad de conocer la doctrina social cristiana. Los estudiantes deben entender la
justicia social, la posibilidad de superar los conflictos sociales, la reconciliación social.
Necesitan convertirse en ciudadanos del mundo y desempeñar su papel en el “cuidar de
Dios”.

Muchos de los países en los que trabajamos se han convertido en países de inmigrantes.
Una escuela dehoniana bien puede reflejarse como una comunidad de naciones. La escuela
católica de secundaria frente a la Universidad de San Pablo en Ottawa es un ejemplo. Hay
estudiantes de más de sesenta países, la mayor parte de sus padres son inmigrantes de
primera generación. Esta internacionalidad es ahora la nueva realidad. En muchos países la
afluencia de inmigrantes ha estrechado la capacidad de alojamiento y ha creado tensiones
sociales. Esta multiculturalidad e internacionalidad es quizás uno de los mayores retos en
muchas naciones. Para nosotros, como congregación, el 2012 se ha dedicado a año de la
internacionalidad. La internacionalidad se ha convertido para nosotros en un valor
fundamental. Es el arte de vivir juntos con los otros más allá de las fronteras. Para dar
cuenta de que hemos creado comunidad internacional: en Roma vivo en una comunidad
que acoge 20 nacionalidades. A la generación a la que estamos enseñando ahora se le pedirá
que haga lo mismo para encabezar otra Europa, otro Estados Unidos, otro Canadá, otra
África del Sur u otro Brasil. La generación a la que estamos enseñando se le pedirá aportar
a sus países lo que significa ser humano, ser cristiano, vivir con musulmanes, con budistas,
con hindúes, con laicistas, con el mundo. Os deseo la sabiduría y la perspicacia para lograr
vuestra vocación. En realidad, ¿no es éste el sentido profundo de la Iglesia, la reunión de
las naciones?

Para concluir os dejo tres lemas: Sint Unum: “estar en solidaridad con los demás”; Ecce
Venio: “Conócete a ti mismo, descubre tu vocación”; y Adveniat Regnum Tuum: "ama la
abundancia de vida”.

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  • 1. Valores dehonianos en un tiempo líquido El amor y la duda nunca se han hablado Kahlil Gibran En enero de 2010 fui invitado1 a hablar a los profesores y personal de nuestra escuela Leoninum en Handrup (Alemania) sobre qué hace que una escuela sea una escuela dehoniana, que se tradujo como: “¿Qué valores hacen que Leoninum se reconozca como una escuela de tradición dehoniana?” Cuando comenzamos los preparativos para la Conferencia General en 2011 me pidieron que ampliara lo presentado en Handrup. Se pensó que podría ser útil en la actualidad y el contexto del Proyecto Educativo Dehoniano (PED). Valores Es un signo de los tiempos que comience esta discusión con una reflexión sobre los valores. La razón para ello es la actual dificultad con los valores, particularmente en Europa. En su actual escepticismo frente a las autoridades tradicionales, Europa pasa por un momento difícil para unirse sobre las bases de los valores. A pesar de que hay valores comunes, estos no crean Europa. La mayoría puede decir que es porque estos valores se usan como arma para excluir a países como Turquía y, en otro tiempo, Austria. Tal vez podamos aprender algo de sus vacilantes intentos de trabajar con los valores para nuestra discusión sobre los valores dehonianos en la educación. Europa es muy consciente de la necesidad de los valores. En documentación acerca de los valores europeos estos son llamados el pegamento que mantiene a la Comunidad Europea unida. El problema en Europa no es que no haya valores. Las investigaciones han mostrado que hay valores comunes sostenidos por el pueblo a lo largo de Europa. La European Values Network2, European Ideas, un informe Pew sobre los valores europeos, presenta una lista bastante consistente de valores comunes en Europa, como por ejemplo, la paz, la libertad, la igualdad entre hombres y mujeres, la democracia, el imperio de la ley, la tolerancia, la solidaridad, la individualidad. Mi interés en mencionarlos como europeos no es para decir que estos valores no existan en otras áreas culturales. Otras áreas culturales pueden incluirlos, pero también incluirán otros valores. Mi interés en estos valores europeos es la forma en que estos valores funcionan o no en la vida europea. En los informes de los estudios realizados por la European Values Network, por ejemplo, se reconoce generalmente que estos valores no funcionan como razones para pertenecer a la Unión Europea. Han actuado más como marcadores de límites. En los informes, se reconoce la importancia de los valores para Europa. Cuando se pregunta cómo funcionan estos valores comúnmente aceptados, las respuestas son muy reveladoras. Voy a mencionar tres y luego sacar algunas conclusiones preliminares. 1. Está generalmente fundado que no está claro qué es lo que une a los diferentes pueblos de Europa. Es más que pura geografía. Esto es significativo porque el origen de la idea 1 Conferencia del P. John van den Hengel, scj en Roma el 12 de enero de 2012 en el primer encuentro de directores de centros educativos dehonianos. 2 El sitio web de la European Values Network (EVN): http://www.europeanvalues.net/docs/EVN PP web 2010.pdf <acceso 6 de diciembre 2011>.
  • 2. europea en la Unión Europea fue económico. Sólo más tarde la idea política de Europa comenzó a dominar. Los tratados y convenciones que subyacen a la Unión Europea hablan de principios culturales comunes. Pero estos principios, cuya existencia ha sido determinada por la investigación, no han tenido éxito en la creación de una unión o fundamento europeo. En Europa, el vínculo étnico, la pertenencia a una nación, es todavía más fuerte que la pertenencia a Europa. En otras palabras, para construir una Europa más fuerte, es más necesario construir la "unidad en la diversidad". Se pensaba que la unidad se construiría a través de valores comunes. No parece que sea así. Los valores no son una gran motivación para pertenecer a la Unión Europea. 2. Para la mayoría de los europeos la unión es puramente instrumental. Es útil económicamente. Es una herramienta beneficiosa porque permite a Europa una mejor oportunidad para competir con los nuevos jugadores económicos del mundo. Es beneficioso porque, juntos, los países europeos pueden hacer más de lo que cada país puede hacer solo. Este punto de vista instrumental significa que las instituciones de la Unión Europea pueden hacerse cargo de las necesidades de los estados miembros, pero no siempre reflejan sus verdaderos intereses y temores cotidianos. Las instituciones y el proceso de toma de decisiones parecen demasiado lejanos. Siempre y cuando la Unión Europea prevea una Europa próspera, sin guerras y con las estructuras justas, Europa sobrevivirá. Sin embargo, el punto de vista instrumental proporciona una unión débil. Europa carece de un liderazgo político fuerte. Los líderes son vistos como tecnócratas, eficientes pero distantes y predecibles3. 3. Otra opción para Europa es considerar como la razón de su unión a sus comunes raíces históricas y culturales. ¿Hay razones históricas, valores históricos, que podrían unir a Europa? Europa podría haberse remitido a la tradición filosófica griega, a la ley romana, al cristianismo, al humanismo y la influencia del pensamiento de la Ilustración. En este sentido, el Vaticano y una serie de Conferencias Episcopales de Europa insistieron en que Europa debería reconocer sus raíces religiosas. ¿Podría el cristianismo considerarse como el lazo común de Europa? El debate en torno a la Constitución Europea ni siquiera se dignó mencionar la religión o el cristianismo. Si hay algún valor histórico para ser consagrado en la Constitución, Francia insistió en que serían sólo los valores laicos o seculares. A pesar de que la influencia del cristianismo y de Dios fueron excluidos originalmente como parte de la herencia europea, el Tratado de Lisboa incluyó finalmente una referencia muy débil a la “herencia religiosa y humanista”. La religión y el cristianismo no se consideran valores públicos, sino, como mucho, valores privados. La investigación ha tendido a apoyar este planteamiento. Los cristianos europeos tienden a identificarse principalmente con su nacionalidad, no con su religión. De diferente modo ocurre en EE.UU., donde el 46% se identifica primero con su religión. Este porcentaje es aún mayor en países como India o Camerún4. En otras palabras, los valores religiosos y la religión no son el pegamento de Europa. ¿Qué conclusiones podemos sacar de esto y cómo va a ayudar en la reflexión sobre los valores dehonianos en las instituciones educativas? 3http://tt.europeanideasnetwork.com/index.php?option=comcontent&task=view&id=2&Itemid=9 <acceso 7 de diciembre 2011>. 4http://www.pewglobal.org/2011/11/17/the¬american -western -european-val ues-gapj <acceso 7 de diciembre 2011>.
  • 3. En Europa se piensa que para la conformación de las identidades es importante que haya (1) una dimensión política, (2) un aspecto educativo, cultural y (3) la cohesión social, económica. 1. Empecemos con la dimensión política. En Europa encontramos que no hay valores que unan a estas naciones entre sí y que hagan que sus miembros se sientan responsables los unos de los otros. ¡Nadie se puso del lado de los griegos cuando su economía se derrumbó! Las razones instrumentales o de procedimiento para la existencia de la Unión Europea se descomponen cuando aparece la crisis, no había más que desprecio por las penurias de Grecia5. ¿Que falta? ¿Y qué podemos aprender de esto? Lo que falta en Europa es enraizar a Europa y sus valores en un relato de origen. En palabras de Mauro Magati: “Tratar de establecer normas comunes, sin depender de un 'relato fundacional' sobre el que crearlas es como querer construir una casa sin cimientos”6. En otras palabras, los valores no son efectivos en el vacío, necesitan un contexto o una fundación. Un relato fundacional legitima, proporciona un contexto en el que las acciones y sus razones -sus valores- cobran sentido. Da sentido a lo que están haciendo y por qué lo están haciendo. Si la Unión Europea no tiene ningún relato fundacional y si por esa razón no tiene una identidad clara, ¿tiene nuestra escuela uno? ¿Tiene nuestra escuela una identidad que sea más bien un procedimiento? ¿Está nuestra identidad arraigada históricamente, basada en la red de relaciones que une pasado y futuro, desde el pasado con el horizonte de expectativas que tenemos hacia el futuro? Sólo de esta manera las escuelas pueden aportar valores. 2. En segundo lugar, los valores tienen también una función cultural y educativa. Como se verá en una presentación posterior por el Padre Heiner Wilmer, dentro de un mito fundacional es posible introducir los valores en un contexto educativo. Los valores no necesariamente se convierten en parte del propio plan de estudios. Por lo general se enseña a través de interacciones o celebraciones festivas, homilías, días especiales, asambleas docentes, retiros. Estos valores pueden entrar a veces en un plan de estudios. Pero en la mayoría de los casos entran a través de ciertos énfasis del plan de estudios o a través de un enfoque en los métodos pedagógicos o en la manera de actuar entre el personal y los estudiantes. Por lo tanto, los valores dehonianos no son necesariamente el contenido inmediato de un plan de estudios. Ni siquiera de los contenidos de un curso de religión. Se podría decir que los valores impregnan el currículo y lo que se hace en la escuela. Fijan la agenda de las escuelas, a menudo detrás del escenario. Actúan en el ámbito de las motivaciones. Y así, aunque los valores tienen ciertas restricciones sobre ellas, ya que llevan consigo ciertas obligaciones, sólo pueden funcionar si cuentan con un atractivo inherente a la comunidad escolar. 3. También hay un tercer ámbito en el que funcionan los valores. Los llamo vectores sociales y económicos. Con esto quiero decir que los valores deben aplicarse más o menos igual a todos. No debe haber diferencias en el funcionamiento de los valores basadas en las diferencias sociales y económicas entre estudiantes y personal. De hecho, los valores deberían ayudar a que las diferencias sociales y económicas, así como las diferencias académicas, sean menos difíciles. Aunque es evidente que hay diferencias en las habilidades de los alumnos, los valores de la escuela deben ayudar a lidiar con las diferencias sociales y económicas en una escuela. Este es uno de los temas más difíciles en los contextos educativos. ¿Cómo superar las desigualdades sociales y económicas dentro de la educación? ¿Pueden los valores, operativos en las escuelas como instituciones, ayudar a conciliar o 5M. L. BOOMERANG, Travels in the New Third World, New York 2011. 6 M. MAGATI: "Is Faith a Sign of Hope for Europe?" in Consecrated Ufe in Europe Today: Situations and Implications (75th Semestral Assembly USG, May 2010) Roma 2010, 50.
  • 4. superar los agudos contrastes entre nuestros estudiantes en su situación social y económica, o las diferencias étnicas? Esto probablemente no sucederá si nos basamos en una ética utilitarista. Sólo ocurre dentro de una ética que reconoce que la libertad significa responder a la petición de otro que me dice: “Permíteme existir ante ti como tu igual” (Ricoeur, 391:174). Sólo en las escuelas donde los estudiantes y el personal interactúan de modo que “tu libertad se convierte en mi tarea”, donde el otro es reconocido, esto es posible. Este es un gran desafío ético7. Valores dehonianos Bien puede preguntarse el lector: “¿Los valores pueden hacer todo esto por nosotros como escuela?" Creo que sí. Acabo de dar algunas condiciones. Precisan de un relato fundacional, deben ser las motivaciones reales en el espíritu de una escuela y, por último, debe afectar o posibilitar una cohesión más allá de las diferencias sociales y económicas. Esto es mucho pedir. Bien puede preguntarse: ¿Pueden los valores dehonianos cumplir estas condiciones? Antes de presentar los mismos valores, deberíamos preguntarnos si el padre Dehon, que vivió en el siglo XIX y principios del XX, aún puede proporcionarnos un marco de sentido para sus escuelas. ¿No era su tiempo muy diferente del nuestro? ¿Pueden los valores derivados de él dar una respuesta a la visión del mundo claramente postmoderna de nuestros estudiantes? Antes de explorar los valores dehonianos es necesario decir de dónde obtenemos estos valores. El padre Dehon no nos dejó una filosofía de la educación. A pesar de que el padre Dehon durante gran parte de su vida dio el discurso de fin de año para los graduados de la Institución San Juan de San Quintín, y les habló sobre muchos temas, estas conferencias no son suficientes para obtener de estas alocuciones un florilegio que nos pueda ayudar hoy. Si el padre Dehon estuviese aquí hoy, estoy seguro de que no repetiría lo que dijo entonces. Una de las lecciones que hemos aprendido de la hermenéutica filosófica es que no se puede adivinar lo que el padre Dehon nos hubiera dicho hoy a nosotros. No podemos recrear al Dehon de carne y hueso. El Dehon de carne y hueso ha pasado, está separado de nosotros por el tiempo y por su muerte. Lo que tenemos de él son los textos, los escritos, los diarios y las cartas. Se trata de un rastro de papel, huellas del Dehon real. Y en los últimos ochenta años, más o menos, los seguidores del padre Dehon han buscado esas huellas y una interpretación. Existe ahora una creciente biblioteca de libros, disertaciones y artículos sobre el padre Dehon. Como congregación religiosa somos también una interpretación del padre Dehon. De alguna manera, el padre Dehon ha adquirido una nueva forma en nosotros. No siempre estamos seguros de que nuestra interpretación, nuestra vida, sea un memorial preciso del padre Dehon. Nada me lo ha clarificado tanto como cuando hace unos meses leí Témoignage d'une vie: Le Pere Jean-Léon Dehon del padre André Perroux. En su manuscrito de unas 100 páginas el padre Perroux sigue las memorias del padre Dehon desde sus primeros escritos hasta poco antes de su muerte. El final de la lectura de cómo el padre Dehon interpreta su propia vida me hizo sospechar más y más. (Creo que he sido demasiado influenciado por Freud y Nietzsche, que me hicieron tomar conciencia de la falsa conciencia, de que lo que aparece en la superficie es una ilusión). Cada vez más, me parecía que estaba leyendo un código indescifrable detrás del que se escondía el padre Dehon. Él utiliza la providencia divina 7 Cf. "European Values and Identity", May 9, 2006, Euractiv.com. <acceso 7 de diciembre 2011>.
  • 5. como un código para entender los acontecimientos y las experiencias de su vida. Es ésta la forma en que evalúa, página a página, los acontecimientos, las decepciones por la falta de entusiasmo de sus seguidores, la muerte de sus amigos, las políticas anticlericales del gobierno: como una acción de Dios para su bien. Difícilmente podemos traducir esto directamente a un conjunto de valores de hoy. No creo que podamos traducir al padre Dehon directamente a nuestro tiempo; por lo tanto, debemos ser cuidadosos cuando hablamos de valores dehonianos. Los valores que proponemos como valores dehonianos para nosotros y para nuestras escuelas, no son valores que viviese el padre Dehon. No es cuestión de repetir en nuestro tiempo los valores vividos en el tiempo del padre Dehon. Nuestras experiencias y nuestras expectativas son muy diferentes de las de quienes vivieron en los tiempos del padre Dehon. Estos valores proceden de nuestra lectura, de nuestra interpretación del padre Dehon. Es la forma en que nosotros, lectores del padre Dehon del siglo XXI lo entendemos y cómo es para nosotros fuente de inspiración de nuestras vidas. Es bueno recordar que sólo como lectores del siglo XXI hacemos esta interpretación. Y también que nos damos cuenta de que estas interpretaciones se leerán de manera diferente por alguien del Congo o de Vietnam que por alguien de Francia o Bélgica, nuestros lugares de origen como Congregación. En tanto en cuanto podamos, volveremos a los escritos del padre Dehon para asegurarnos de que no se le ha malentendido. Pero bien podemos admitir que, si el padre Dehon fuera a leer nuestra interpretación, podría sorprenderse de cómo lo entendemos hoy. (Y puedo asegurar, después de haber participado en un debate sobre espiritualidad dehoniana en la Confederación holandesa-flamenca en noviembre de 2011, que hay una distancia impresionante entre los lectores originales del padre Dehon y de los tímidos lectores del padre Dehon hoy en Bélgica; pero mi presentación no está centrada en la hermenéutica o interpretación de las teorías, de cómo se entienden hoy en día). En cuanto a los valores que voy a explorar a continuación, me doy cuenta que, desde hace algún tiempo, en las dos conferencias de Salamanca sobre la educación, celebradas en 2001 y 2008, ha crecido el consenso de que los valores que debemos explorar como valores subyacentes dehonianos son tres. Se expresan en los lemas o consignas que los miembros de la Congregación han conservado del padre Dehon, a pesar de que hoy se pueden interpretar de manera diferente a como él lo hizo: Adveniat Regnum Tuum, Ecce Venio y Sint Unum. Pero, como ya he mencionado anteriormente, no es suficiente proponer sólo los valores. Estos valores necesitan basarse en un relato de origen o en un relato fundacional. Es en este relato fundacional donde los otros valores encuentran sus raíces y su coherencia. Por lo tanto, voy a comenzar con el relato fundacional. El relato fundacional: la experiencia del padre Dehon: Cristo me ama Al primer valor lo llamo fundacional. Probablemente puede que en realidad no sea un valor, sino más bien lo que cohesiona nuestros valores. Nos referimos a una especie de historia fundacional, de por qué existimos como comunidad. También estamos diciendo que es fundamental que las escuelas obtengan su identidad o parte de su identidad en el padre Dehon. Esta historia fundacional no fue un evento específico en la vida del padre Dehon. Por lo tanto, no se puede decir: “Un día el padre Dehon tuvo una experiencia espiritual específica”; sin embargo, cuando la Congregación logró resumir el carisma que él nos dejó, la Regla de Vida dio la siguiente explicación, que obviamente es nuestra
  • 6. interpretación y que claramente es una interpretación histórica, formulada en 1973. En el número 2 de la Regla de Vida leemos: Nuestro Instituto encuentra su origen en la experiencia de la fe del Padre Dehon. Es la misma experiencia que San Pablo expresó así: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gál 2,20). El Costado abierto y el Corazón traspasado del Salvador son para el Padre Dehon la expresión más evocadora de un amor cuya presencia activa experimenta en su propia vida. En este amor de Cristo que acepta la muerte como entrega final de su vida por los hombres y como obediencia filial al Padre, el Padre Dehon ve la fuente misma de la salvación. Del Corazón de Jesús, abierto en la cruz, nace el hombre de corazón nuevo, animado por el Espíritu y unido a sus hermanos en la comunidad de amor que es la Iglesia (cf. Etudes sur le Sacré-Coeur I, 114). La historia es una creencia en el amor, en el amor de Dios. El amor de Dios en un triple exceso. El padre Dehon llegó a creer que este amor es la realidad primordial, la que nos precede. La historia primordial del padre Dehon es una experiencia de que en el centro del universo y de nuestra vida hay una explosión de amor, una nube de amor, que lo define todo. No hemos hecho nada para merecerlo. Simplemente está ahí. Para los dehonianos, esta experiencia de arrebato de amor del padre Dehon, que descubrió a un nivel personal muy profundo, es su historia de origen. Este es el legado más preciado. También es la historia central de su identidad. Dios es un amor desconocido y a veces despreciado que, sin embargo, nos estabiliza en el corazón de nuestra identidad. El descubrimiento del amor personal de Dios por uno es la historia de nuestro origen. No es que tengamos más éxito al vivir este legado. La mayoría de nosotros necesitamos convencernos de que está ahí, de que es real, de que es para nosotros. Los dehonianos utilizan símbolos para evocar esto. El principal ha sido la imagen del Corazón traspasado de Cristo, de un corazón inflamado por el amor, una imagen del siglo XVII que nos fue dada por Santa Margarita María. Detrás de esta imagen está la imagen bíblica de la muerte de Jesús en la cruz, su costado abierto, del que fluye la vida para los demás. También está la imagen del Dios trinitario, Padre, Hijo y Espíritu Santo, el uno totalmente para y en el otro. Ante este amor nos quedamos sin palabras. Todas ellas son imágenes de amor como la efusión de vida original. Como dehonianos recorremos la gran tradición que nos permite entrar en este misterio de amor. A menudo nos hemos convertido en los grandes místicos que han vivido esta experiencia intensamente y nos han dado la poesía del amor. Así descubrimos la poesía de Santa Gertrudis:
  • 7. “Eres el esplendor de todos los colores, la dulzura de todos los sabores, la fragancia de todos perfumes, el encanto de cada melodía, dulce ternura de los abrazos íntimos. En ti está cada placer, tus abundantes aguas de manantial de la vida, tú atraes el más dulce encanto, contigo el alma se llena de los sentimientos más sagrados” (Santa Gertrudis) O el lamento de San Agustín: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Y Tú estabas dentro de mí, y yo afuera... Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera. Brillaste y resplandeciste y curaste mi ceguera. Exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo. Gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti. Me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti”. Como dehonianos creemos en la fuerza de este amor. El conocimiento de Dios como amigo se convierte en un poder en nosotros. Creemos que este poder es el propio Espíritu de amor de Dios que ha arraigado en nosotros. Se convierte en la fuente de nuestra capacidad de amar. Pero nos damos cuenta de que sólo se nos da esta capacidad a través de la fe. Tenemos que aprender a confiar en este amor como la fuerza principal de nuestras vidas. En el lenguaje de la Iglesia, nuestra fe en este amor por nosotros, para mí, es la culminación de la vida humana, es la salvación. Todo lo demás fluye de él. Es el verdadero fundamento de la alegría y la felicidad. Para los dehonianos, de esta fe en el amor de Dios, fluyen todos los demás valores. Sin éste los demás no tienen sentido. Es este amor lo que nos hace seres humanos capaces de enfrentarse a la vida, la fuente de nuestra fuerza. Se trata del valor de todos los valores: se necesita toda la vida para apreciar y ver su poder. Nunca termina de crecer en ti. Sé que en mi propio trabajo como catequista en Canadá, era muy consciente de que la principal tarea de la catequesis era transmitir este don. Para nosotros, dehonianos, es el valor primordial que acompaña y fortalece a jóvenes y viejos como la roca sobre la que nuestras vidas se construyen. Todos los valores dehonianos están construidos sobre esta roca fundacional. Tres valores dehonianos ¿Qué fluye de la roca de la caridad, del Espíritu de Dios como amor que reside en nosotros? ¿De qué manera esta historia fundacional se convierte en valores para una escuela? No es ésta la primera vez que los dehonianos tratan de convertir este legado en valores de calidad de vida para la educación. Ya ha habido, como he dicho, dos reuniones sobre educación dehoniana en Salamanca (España). Allí los participantes elaboraron un manifiesto sobre la educación; se basa en tres lemas utilizados por el padre Dehon y posteriormente por sus seguidores: Adveniat Regnum Tuum (Venga a nosotros tu Reino), Ecce Venio (Aquí estoy, yo vengo), al que se podrían añadir Ecce Ancilla, y Sint Unum (Sean uno). Todos estos son lemas tomados de las Escrituras. Tienen su origen en Jesús. El padre Dehon los utilizó como resúmenes. De una manera hermosa traducen el relato fundacional del fundador en los valores de nuestro trabajo en la educación. Consideremos cada uno de estos lemas: Adveniat Regnum Tuum, Ecce Venio y Sint Unum, y veamos cómo se trasladan de la historia fundacional del padre Dehon a valores de calidad de vida para nuestros estudiantes ¿Qué tipo de visión del mundo promueven estos lemas?
  • 8. ¿Qué tipo de dirección dan a nuestros estudiantes y a nuestras escuelas? ¿Qué puede promover una escuela dehoniana en este momento? 1. El primer lema es: Adveniat Regnum Tuum (Venga tu Reino). El lema deriva de la oración de Jesús. No reza "venga mi reino", sino "venga tu reino": el reino de Dios, el reino del Padre. En línea con la historia de la fundación de la Congregación, podríamos decir “venga el reino de amor”. Esto sería mucho pedir para ponerlo en práctica como valor en una escuela. ¿Cómo podría una escuela traducir esto en algo posible? Para el padre Dehon esta venida del Reino fue la venida del Reino de Cristo a las sociedades y los corazones de las personas. Él lo vio sobre todo en relación con la Iglesia y con su papel en la vida de las personas. Para nuestras escuelas de hoy esto significa algo muy diferente. En primer lugar, para los estudiantes el primer regalo de la escuela será la educación: el cumplimiento de las necesidades humanas básicas de alimentación, vivienda, comunidad unida, humana, salud, urbanidad, medio ambiente limpio, mantenimiento de las relaciones. Y puede que tengan razón, este es un objetivo de la educación. ¿Pero hay algo más? ¿Puede la oración "Venga tu reino" ayudarnos a indicar ese más? Por eso no me refiero a la religión. Yo diría que no tiene que ser expresado en términos religiosos o espirituales. Con el fin de explorar el valor de "Venga tu Reino" en la escuela, se nos insta a imitar el lenguaje de Jesús cuando habló acerca del reino o acerca de Dios. No habló de Dios muy directamente. Lo hizo casi siempre de manera indirecta. Lo dijo en parábolas. Usó aforismos. Las parábolas son formas de hablar de la sabiduría, formas de hablar de Dios hablando de lo que sucede en la vida diaria, lo que pasa en las familias y en los hogares. El lenguaje de Jesús sobre Dios es acerca del exceso, la paradoja, la hipérbole de la vida cotidiana. Habla de semillas de mostaza y plantas, sobre la levadura en la harina, sobre la siembra de semillas. Y lo que evoca en estas historias es el exceso de vida, su abundancia, sus sorpresas, sus desafíos. Nuestro lenguaje, diferente en la música y en la poesía, ha señalado siempre metafóricamente, incluso en sus más tristes expresiones, lo que todavía no ha aparecido en el lenguaje. Hay un superávit de vida. Se trata de un exceso que tocamos cuando leemos, cuando escuchamos, también el uno al otro, cuando caminamos en el bosque, cuando miramos a los ojos de los estudiantes. La educación debe ser lo primero de este exceso, es decir, el reino. Si somos capaces de ver, vamos a ver a nuestro alrededor la sorpresa de un infinito que quiere invadir nuestra finitud. El filósofo Paul Ricoeur llamó a esto “la erupción de lo inaudito en nuestro discurso y en nuestra experiencia”8. La educación debe poner a los estudiantes en contacto con el infinito que aparece en los momentos más creativos de la vida. Debe permitir a nuestros estudiantes tener la conciencia de que, a pesar de todas las pruebas en contra que encuentran, tal como señaló uno de mis compatriotas, Bernard Lonergan, viven en un “amistoso” universo, no sólo en un universo peligroso y malvado, sino un universo amigable. Nosotros, dehonianos, identificamos este exceso como Amor Original. Creemos que desde el principio de la creación toda la realidad está impregnada de amor. Que el amor está en el origen de este mundo, que el amor lo sostiene. Debemos ser capaces de reconocer en nuestros alumnos la primera vez que se enamoran, reconocer la energía que surge cuando sacas lo mejor de ellos cuando hacen estos descubrimientos emocionantes en clase. Una educación 8 ABiblical Hermeneutics@ in Semeia 4 (1975), 127.
  • 9. dehoniana cree en este superávit, este exceso de energía, esta amistad del universo en una oscuridad a veces abrumadora. Este es nuestro primer punto en la educación: ¡el amor, el exceso de vida! Esto se traduce a valores que podríamos llamar generosidad, o grandeza de corazón, o cordialidad. 2. Ecce Venio (“He aquí que yo vengo”, o mejor: “Aquí estoy, yo vengo”). En las Escrituras Ecce Venio es el grito de nacimiento de Jesús. “Aquí estoy”, o más exactamente: “Aquí estoy, yo vengo” es en realidad el grito de nacimiento de cada ser humano. Cuando Dios llamó a Abraham, Isaías, Samuel y María todos ellos responden con: “Aquí estoy yo”. La respuesta no es “obediencia”, a no ser que nos refiramos a la obediencia como una escucha profunda de tu interior. La respuesta es un descubrimiento repentino de una nueva identidad. Abraham, Isaías, Samuel y María recibieron su vocación. Toda su vida era su vocación. María, la que conocemos, es la María que ante el mensajero de Dios aceptó la palabra que se le dijo al decir: Aquí estoy, “esto es lo que soy”, la sirvienta (Ecce Ancila). Ella se convirtió en lo que fue llamada. Esto es válido no sólo para estas grandes figuras, sino para todos. Mi vida, mi pensamiento, no comienzan conmigo, con mi decisión, sino que fui llamado a la existencia. Lo que tengo que hacer es escuchar la llamada. La Regla de San Benito comienza con la palabra “¡Escucha!”. También él tomó algo que está en el origen de la vida humana, tal como lo hacen los judíos en la Shema. También en este caso la primera palabra es “¡Escucha!”: “Escucha, Israel”. Nuestras identidades se resumen en lo que llamamos una vocación, una llamada. El mandato más decisivo de la educación es ayudar a los estudiantes a escuchar la llamada que da a cada uno su identidad única. En esto volvemos a Sócrates, el sabio, quien dijo que el objetivo de la vida es “conócete a ti mismo”. Conoce tu lugar de origen. Aprende a escuchar una voz que no es la tuya. Yo vengo de un lugar que no es mío, pero que, sin embargo, es mi identidad más profunda. Nuestra educación viene de escuchar. A partir de esta escucha vendrá la vocación, la auténtica identidad. Este es el segundo punto: la educación dehoniana debe ayudar a los estudiantes a conocer su vocación, ¡a saber quiénes son! En la tradición judía y cristiana la respuesta a la llamada es “Aquí estoy”. En realidad uno podría decir: “Este soy yo, a tu servicio”. Este “yo” de “Aquí estoy yo” no es el “yo” egoísta o atómico de hoy. No es el ego cartesiano, que comenzó el viaje occidental de individualismo y el principio de nuestro dominio sobre los demás y sobre las cosas. Es otro “yo” que escucha a los demás, o mejor dicho, tiene otro “yo” ubicado. Nuestra época no está muy segura de ese otro “yo” que se encuentra en nuestra alma. ¿De quién es esa voz que oímos cuando nuestra conciencia nos habla? ¿Es el superego de Freud? ¿Es la voz de un pariente o un legislador en mí? ¿Es Dios? Nuestra época tiene dificultades para identificar al otro. Dentro de un contexto dehoniano el otro tiene un valor muy alto. En el “Ecce Venio”, el “venio” se refiere a la llamada de Jesús. Se dice que la vocación de Jesús no es para hacer su voluntad, sino la voluntad del Padre, la voluntad del otro. Esto significa que su yo es totalmente para el otro. Como un valor, escuchar la voz del otro puede ayudar a destruir el mensaje vicioso de la modernidad e incluso de la post-modernidad del yo solitario que debe
  • 10. crear, sin ninguna obligación o autenticidad para con el otro. Nuestro ideal cultural es ser auto-dirigidos, ¿pero ser auto-dirigido debe excluir la voz del otro? Los dehonianos llaman a este valor de la donación de sí mismo a otros oblación, que significa permitir que la identidad de uno sea la escucha del otro. Es el valor del regalo de sí mismo como un camino hacia uno mismo. Este es nuestro segundo valor: “Aquí estoy, yo vengo”. 3. Sint Unum (“Ser uno con todos los demás”) El tercer lema dehoniano para la educación es Sint Unum: “Que sean uno”. Esta es también palabra de Jesús, expresando su profundo deseo de una comunidad humana unida. Para Jesús era una oración para que la comunión de Dios impregnara nuestra unidad como comunidad humana y reparar el daño de la traición, la rivalidad, la dominación y la codicia. Los valores, como ya hemos dicho, tienen que desempeñar un papel en la superación de las diferencias sociales y económicas en las escuelas. Dentro de la política de la escuela dehoniana, el valor subyacente “Sint Unum” está ahí para dar una orientación sobre cómo manejar las diferencias sociales y económicas no sólo dentro de las prácticas escolares, sino también como una actitud básica en la sociedad y el mundo. “Sint Unum” es el valor que subyace en el espíritu de una escuela dehoniana, y también el impulso de su plan de estudios. El valor subyacente “Sint Unum” se traduce quizás mejor como solidaridad. Cualquiera que lea la vida de León Dehon se impresiona por su intensa preocupación por el bienestar social de las personas. La mayor parte de la vida del padre Dehon estuvo marcada por las cuestiones sociales de su tiempo. Desde el comienzo de su ministerio pastoral en San Quintín, se dio cuenta de que las cuestiones sociales de su tiempo fueron también profundamente religiosas. La alienación de la clase obrera, debido a las condiciones salvajes de trabajo y de vida de la revolución industrial, se tradujo en alienación espiritual de los trabajadores. A lo largo de su vida conectó lo espiritual con lo material, con las condiciones sociales y económicas de la vida. Estaba claro para él que en una relación con Cristo no se puede separar lo personal de lo social. Creía en la unidad de la relación con el Corazón de Cristo en las “almas” y en “las sociedades”. El padre Dehon no creía en la privatización, en el aislamiento de la religión, separada de la vida pública. Una escuela dehoniana debe estar abierta al mundo exterior y a su funcionamiento. Ciertamente, los asuntos del tiempo del padre Dehon, al comienzo de la revolución industrial y los primeros pasos hacia el capitalismo, ya no son los de nuestro tiempo. Pero la búsqueda fundamental del padre Dehon se mantiene. Vio esta búsqueda de la justicia y la reconciliación o reparación de la sociedad incluyéndola en la participación en nuestra relación con Cristo. Para él, como en el Evangelio, la búsqueda de Cristo es una búsqueda de Cristo en los que son el blanco principal de su sint unum. Estos son los excluidos de la tierra, los excluidos de nuestras sociedades. Una escuela dehoniana que no tuviera proyección social, una profunda preocupación por los problemas sociales de la época, por la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia, carecería de algo esencial. Dentro de la congregación, este impulso hacia la justicia, la paz, la integridad de la creación y la reconciliación ha recibido una atención específica. El padre Dehon vio la proyección social como una forma de reparar el tejido social. En su tiempo, influenciado por una particular devoción al Sagrado Corazón, la palabra reparación fue utilizada con frecuencia
  • 11. para hablar de una manera de hacer bien las cosas delante de Dios. En nuestro tiempo, consideramos esta reparación más como una reconciliación, la sanación de las relaciones, o, para usar las palabras de la Regla de Vida, como la “acogida del Espíritu”. Por eso se entiende como la liberación de nuestra capacidad de amar. En la compleja red, a menudo intensa y violenta, de relaciones que es nuestro mundo, nosotros, los seres humanos, en el poder de Dios, se convierten en agentes hacedores de que las personas puedan volver a amar. Acoger el Espíritu es expulsar lo que la envidia, la codicia, el odio, el orgullo, el miedo han congelado y para crear un espacio para la vida auténtica a través del poder aflorar el amor, configurando un espacio de justicia y reconciliación. En un mundo que amenaza con convertirse en más y más cínico frente a la fuerza del amor, los dehonianos siguen creyendo en la capacidad de amar. Maurice Zundel, gran escritor espiritual de Suiza, ha llamado a este proyecto de la reconciliación "cuidar de Dios" en el espacio que llamamos mundo. Dentro de una filosofía dehoniana de la educación este valor de la solidaridad, el “Sint Unum”, se manifiesta, como he dicho antes, por un lado, en el ethos, el carácter distintivo de la escuela, y, por otro, en el currículum de los alumnos. Un espíritu de solidaridad en la escuela La filosofía de un centro dehoniano debe ser la de la solidaridad: la creación de un espíritu de comunidad que no excluye a nadie. En los Estados Unidos existía un programa educativo llamado "Ningún niño dejado atrás", un lema difícil para una escuela. En la doctrina tradicional católica sobre los ángeles existía la conciencia de que son protectores no sólo de los individuos, sino también de las instituciones. En este sentido se cree que todas las escuelas tienen un ángel. Se sugiere así que una escuela está realmente en el corazón de una red de relaciones. La escuela es considerada como un ser vivo. Me gusta la idea, ya que convertiría a la escuela en su conjunto en algo más tangible. La escuela tiene algo que ver con el espíritu, es un ser vivo, un organismo. A raíz de estas imágenes, vemos que este ángel tiene un nombre. El ángel de la escuela tiene también un carácter, construido a partir de la suma total de las relaciones pasadas y presentes. El ángel tiene un espíritu determinado, una filosofía de vida, una cierta personalidad. Cuando trabajo con profesores les pido a menudo que describan el ángel de su escuela. Mirar a nuestra escuela como un ser espiritual con una personalidad, una filosofía, etc. puede dar mucha información. Se obtiene una imagen fascinante de la escuela cuando uno comienza a explorar todas las características de este ángel. El ángel de la escuela dehoniana puede convertirse en un ángel de la solidaridad dentro de la escuela. Dentro de la escuela, la solidaridad significa que no se escatiman esfuerzos para crear la unidad en todas sus diferencias. El modelo cristiano de esa unidad en la diferencia es Dios mismo. Los puntos de la tradición cristiana de Dios como una Trinidad de personas, una comunidad de tal intimidad que la identidad surge completamente del otro. Nuestra cultura se ha enorgullecido de haber descubierto y dado valor a la persona. Y así ha sido. Pero el tiempo también ha reconocido la limitación de este valor de la individualidad. En una cultura y una filosofía educativa que tenemos hoy en la que se nos mide principalmente por la utilidad que el otro tiene para el yo, creo que se redescubrió el deseo de la comunidad. El lema de Sint Unum es una declaración de que más allá del descubrimiento de mi ser distinto, puedo crear y ser parte de algo más grande que yo: un nuevo “nosotros”, un nuevo tipo de comunidad. La reparación y la solidaridad en este
  • 12. contexto significan mirar todas las formas en que en nuestras escuelas trabajamos para no dejar atrás a ningún alumno. Para esta tarea los maestros juegan un papel primordial. Tomado de un himno al Espíritu Santo, me gustaría llamar a los maestros dígiti paternae dexterae. En este himno, al Espíritu se le llama “dedo de la mano derecha del Padre”. Los maestros son como los dedos apuntando el camino hacia los demás. Como maestros son el equipo de liderazgo. Su primera tarea, sin duda, es la de enseñar. Permiten a los estudiantes que se sientan como en casa en este mundo y encontrar su camino en él. Nadie discute esta tarea. Sin embargo, para que los estudiantes entiendan, en palabras del famoso alemán Verstehen, requieren otro talento. El talento tiene que ver con el liderazgo, en el verdadero sentido de la palabra, para que sean líderes de las almas, es decir, para inducir a sus alumnos al movimiento, para motivarlos, para darles espíritu. Puede ocurrir en el aula en primer lugar, pero debe ir más allá de las aulas, a todo lo que da forma a la escuela como una comunidad: un grupo de personas inspiradas. En solidaridad con el mundo Una escuela dehoniana también debe ser una escuela católica o ecuménica en el sentido pleno de católica. Literalmente “católica” significa “estar en todas partes”. Hubo un tiempo en que esto pudo significar que los católicos estaban destinados a ir a todas partes como misioneros. Hoy, sin embargo, esto no se necesita para otros países, se necesita aquí. El mundo ha venido a vivir con nosotros. Se ha producido un enorme movimiento de los pueblos en los últimos 60 años. Para que los estudiantes puedan vivir en este mundo necesitan medios para comprender su complejidad. Una escuela dehoniana es una escuela de solidaridad con el mundo. Para que los estudiantes entiendan esto hay que darles herramientas. Cuando el padre Dehon fue a hablar con el Papa León XIII, el Papa de la Rerum Novarum, la encíclica social, en primer lugar le pidió predicar las encíclicas. Esta sigue siendo una tarea primordial. Para que las escuelas dehonianas sigan con esta tradición tienen que dar a los estudiantes la oportunidad de conocer la doctrina social cristiana. Los estudiantes deben entender la justicia social, la posibilidad de superar los conflictos sociales, la reconciliación social. Necesitan convertirse en ciudadanos del mundo y desempeñar su papel en el “cuidar de Dios”. Muchos de los países en los que trabajamos se han convertido en países de inmigrantes. Una escuela dehoniana bien puede reflejarse como una comunidad de naciones. La escuela católica de secundaria frente a la Universidad de San Pablo en Ottawa es un ejemplo. Hay estudiantes de más de sesenta países, la mayor parte de sus padres son inmigrantes de primera generación. Esta internacionalidad es ahora la nueva realidad. En muchos países la afluencia de inmigrantes ha estrechado la capacidad de alojamiento y ha creado tensiones sociales. Esta multiculturalidad e internacionalidad es quizás uno de los mayores retos en muchas naciones. Para nosotros, como congregación, el 2012 se ha dedicado a año de la internacionalidad. La internacionalidad se ha convertido para nosotros en un valor fundamental. Es el arte de vivir juntos con los otros más allá de las fronteras. Para dar cuenta de que hemos creado comunidad internacional: en Roma vivo en una comunidad que acoge 20 nacionalidades. A la generación a la que estamos enseñando ahora se le pedirá que haga lo mismo para encabezar otra Europa, otro Estados Unidos, otro Canadá, otra África del Sur u otro Brasil. La generación a la que estamos enseñando se le pedirá aportar
  • 13. a sus países lo que significa ser humano, ser cristiano, vivir con musulmanes, con budistas, con hindúes, con laicistas, con el mundo. Os deseo la sabiduría y la perspicacia para lograr vuestra vocación. En realidad, ¿no es éste el sentido profundo de la Iglesia, la reunión de las naciones? Para concluir os dejo tres lemas: Sint Unum: “estar en solidaridad con los demás”; Ecce Venio: “Conócete a ti mismo, descubre tu vocación”; y Adveniat Regnum Tuum: "ama la abundancia de vida”.