1. Liceo Inmaculada Concepción
Departamento Historia y Geografía Nombre:_______________________________________
Prof. Isabel Orellana
Cauquenes
GUÍA N° ___ / REALIDAD NACIONAL / 2013
“CRECIMIENTO Y DESARROLLO ECONÓMICO EN CHILE”
OBJETIVO: Extraer información relevante acerca del Crecimiento económico y Desarrollo en Chile
INSTRUCCIONES:
Lee comprensivamente los textos que se presentan a continuación y en cada recuadro, anota la idea que extraigas de
cada párrafo indicado. Se precis@.
El crecimiento económico de Chile
El crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo integral, ni
de igualdad, ni de sustentabilidad ambiental, ni de felicidad. Pero
la evidencia mundial muestra que el PIB promedio por habitante
está muy correlacionado con las medidas anteriores. Los países
más ricos tienden a ser aquellos donde la felicidad de sus
habitantes es mayor y la proporción de los pobres es menor.
Además, un alto crecimiento del ingreso es condición necesaria
(aunque no suficiente) para disminuir la desigualdad, reducir la
pobreza y aumentar la felicidad.Chile, con un PIB por habitante de
US$18 mil (medido a PPC), está entre los países de ingreso medio
alto del mundo. Considerando dicho nivel, la felicidad de los
chilenos es alta y la pobreza absoluta es moderada.
Aunque Chile ha crecido más que el mundo en el último cuarto de
siglo, su crecimiento ha ido de más a menos. El país creció a una
tasa asiática del 7,1% promedio anual en 1990-1998, y a una tasa
latinoamericana de 3,8% en 1999-2010. ¿Por qué cayó tanto? Por
la enorme caída en "inspiración", vale decir, debido al colapso en
el aumento de la productividad de la economía chilena, desde
3,5% promedio anual en 1990-1998 a 0,4% en 1999-2010.
Mientras que nuestra "transpiración" (los esfuerzos por acumular
capital y emplear personas) siguen al ritmo de los años noventa,
las ganancias en eficiencia productiva de Chile son muy bajas en
comparación con otros países y con nuestra propia historia.
El crecimiento actual de 5,5% (2011-12) es mayor al promedio
1999-2010, en parte, por la recuperación cíclica y posterremoto, y
las (aún) buenas condiciones internacionales. Esta cifra también es
mayor a la proyección del crecimiento de tendencia de Chile,
estimado recientemente en 5% por el Comité del PIB Tendencial. A
este 5% (equivalente a un 4% de crecimiento del PIB per cápita
tendencial), ¿cuánto tardaría Chile en pasar el umbral de los países
desarrollados? Si definimos dicho umbral como el 70% del PIB per
cápita de EE.UU. (el nivel relativo de España en 2011), y
reconociendo que Chile alcanzó apenas un 35% del PIB per cápita
de EE.UU. en 2011, nuestro país alcanzaría este umbral en torno al
año 2045 si el crecimiento per cápita de Chile superare en 2% al de
EE.UU. Esto significaría un largo período de más transpiración y
mucha más inspiración que la que demostramos en 1999-2011.
Pues bien, ¿cuáles son los grandes retos que debemos abordar
para crecer más? La experiencia mundial y chilena señala que son
principalmente tres: (i) ahorrar e invertir más y mejor en capital
físico, (ii) adoptar una cultura radical en apoyo de la eficiencia y la
innovación, y (iii) realizar una revolución en educación. Estas
prioridades no son fáciles de lograr porque requieren de muchas
reformas bien diseñadas e implementadas.
2. Para dar un salto significativo en sus tasas de ahorro e inversión,
Chile requiere elevar el ahorro previsional, reemplazar los
impuestos a las personas desde base ingreso a base gasto,
aumentar el ahorro público, reducir la tributación a la inversión
extranjera no minera, destrabar la inversión en proyectos
energéticos (a fin de reducir el costo de la energía en Chile a la
mitad), incrementar la inversión pública y las concesiones
privadas, y eliminar muchas trabas sectoriales.
Para generar una revolución económica y cultural en apoyo de la
innovación y el emprendimiento, se debe partir reconociendo que
el estancamiento de la productividad en Chile se debe a la triple
conjunción de trabas regulatorias a la competencia e innovación,
bajos incentivos para el gasto en I+D (hoy alcanza sólo al 0,4% del
PIB) y una cultura imperante que niega (desde la escuela hasta la
burocracia estatal) el valor de la innovación y del emprendimiento.
Por lo tanto, aquí la tarea es revisar las trabas regulatorias al
emprendimiento y a la innovación e implementar cambios
curriculares y culturales que los fomenten.
Finalmente, en Chile aún enfrentamos un círculo vicioso entre una
muy baja calidad de la educación para la gran mayoría de los
estudiantes, la pobreza, la desigualdad y los bajos salarios. La
herramienta más efectiva y políticamente consensuada para cortar
este nudo gordiano es una revolución en la calidad de la
educación. Requerimos con urgencia de una reforma radical para
garantizar a todo chileno -desde la cuna a la universidad- el acceso
a una educación que eleve sustancialmente la productividad
laboral y la iniciativa personal.
La educación, el trabajo responsable y la iniciativa personal son
precisamente los tres factores principales -por lejos- que
identifican los chilenos como claves para tener éxito económico.
Esto refleja una notable coincidencia entre la opinión de los
chilenos, basada en su experiencia personal, y la evidencia
recogida por los economistas sobre el crecimiento en el mundo y
en Chile.
El Desarrollo en Chile
Hoy está en marcha una conversación pública global relativa al
desarrollo. Diversos actores plantean cada vez más la necesidad de
poner atención a otras dimensiones además del crecimiento
económico (o del modo tradicional de concebirlo), lo cual implica
afinar los objetivos, los puntos de llegada, el horizonte normativo,
incluso las mediciones estadísticas; obliga a asumir en la acción
pública aquello que “importa en última instancia” cuando se aspira
al desarrollo.
En este contexto, la posibilidad de incorporar la felicidad de las
personas como un objetivo más del desarrollo está cada vez más
presente en la discusión pública internacional. Diversos países y
líderes han comenzado a dar importancia a las consideraciones
asociadas a la evaluación que las personas hacen de sus vidas
como un objetivo políticamente relevante. Aunque de manera
incipiente, esta conversación también se ha instalado
en la sociedad chilena.
3. Esta propuesta representa sin duda una oportunidad para
repensar el desarrollo. Es una oportunidad pues vuelve a poner a
las personas en el centro de la discusión sobre el desarrollo y
porque profundiza el argumento a favor de identificar, más allá del
mero crecimiento económico, las metas que una sociedad debe
perseguir para considerarse verdaderamente desarrollada. En
otras palabras, la apelación a situar la felicidad como fin del
desarrollo sitúa en el centro la pregunta por “aquello que
realmente importa”alcanzar, tanto en la vida de las personas como
en el devenir de la sociedad.
Sin embargo, este empeño no está exento de dificultades teóricas
y prácticas. Más allá de la mayor o menor adhesión que tal
objetivo puede suscitar, no todas las posibilidades que abre este
debate son fructíferas en términos de servir de guía al desarrollo.
Uno de los principales obstáculos es que, en su uso cotidiano, la
nociónde felicidad está impregnada de significadosque
difícilmente permiten situarla de maneralegítima comoun fin del
desarrollo. De hecho, este Informe muestra que, en las
conversaciones cotidianas y en los discursos producidos por el
mercado, la felicidad es concebida como un objetivo cuya
búsqueda solo depende del individuo, oscureciéndose muchas
veces sus dimensiones y determinantes sociales.
Lo que aquí se pretende mostrar es que, para resignificar el
horizonte del desarrollo poniendo al centro los proyectos de vida
de las personas, esnecesario ampliar la mirada y asumir en toda su
complejidad una dimensión hasta ahora menos atendida del
desarrollo, y de la cual el fenómeno de la felicidad forma parte: la
subjetividad. Se entiende por subjetividad el espacio y el proceso
en que los individuos construyen una imagen de sí, de los otros y
del mundo en el contexto de sus experiencias sociales. Este ámbito
está formado por sus emociones, imágenes, percepciones, deseos,
motivaciones y evaluaciones, entre otros elementos.
Este ha sido el caso también para la sociedad chilena. A nadie dejó
indiferente el creciente número de expresiones de malestar social
que a lo largo del año 2011 se instalaron en la agenda pública y en
las conversaciones cotidianas. Manifestaciones que impulsaron
con mucha fuerza la pregunta por la subjetividad de las personas,
por sus percepciones y aspiraciones, por los estadosde ánimo
colectivos. Este contexto derivó en un nuevo ambiente para la
evaluación del desarrollo del país. La conversación de los actores
públicos comenzó a dar cuenta de evaluaciones ambivalentes
sobre la sociedad chilena y su desarrollo: el país presenta muy
buenas cifras macroeconómicas, con un crecimiento del 6%, muy
superior al promedio mundial. La tasa de desempleo cae bajo el
7%, y se observan aumentos considerables en el nivel de inversión
y emprendimiento.
Estas cifras son consistentes con una evolución positiva del Índice
de Desarrollo Humano (que refleja los avances del país en los
ámbitos de salud, educación e ingresos) y que ha pasado de 0,630
en 1980 a 0,805 en 2011, lo que sitúa al país en el primer lugar de
América Latina. Sin embargo, estas cifras se acompañan de un
malestar social que sorprende por la diversidad de sus
aspiraciones y por su ubicuidad. En cada hecho social de protesta –
desde los referidos a aspectos micro a los temas macrosociales– se
advierte la estructura de una insatisfacción o un malestar con la
sociedad. En la mayoría de ellos aparece como telón de fondo el
fenómeno de la desigualdad.