El canto gregoriano surgió en la Edad Media como parte de la liturgia cristiana, ya sea en la forma paleorromana o por el Papa Gregorio I. Se usaba en la liturgia de las horas y la misa, y tenía diferentes tipos como silábico, adornado y melismático. Tenía variaciones como los tropos y secuencias, y se basaba en los cuatro modos principales de protus, deuterus, tritus y tetrardus.