El documento describe cómo un grupo trabajó arduamente para reconstruir la ciudad de Pisco luego de un desastre, trabajando con niños de los orfanatos Casaya y San Miguel. A pesar de no conocerse inicialmente, el grupo terminó sintiéndose como una familia mientras colaboraban en la reconstrucción. El trabajo fue recompensado por la alegría de los niños y el grupo alentó a otros a ayudar, ya que todavía queda mucho por hacer.