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MATRIMONIO Y FAMILIA EN LA SAGRADA
ESCRITURA
Pastoral familiar, Valparaíso, Chile
http://pfamiliar.blogcindario.com/2005/09/00018-matrimonio-y-familia-en-la-biblia-fichas-pastorales.html

TEMA 1:

MATRIMONIO Y FAMILIA EN EL PENTATEUCO

• REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 ¿cómo te presentaron en el catecismo o en tu casa las figuras de Adán y Eva?
 ¿qué concepto de amor humano, entre hombre y mujer, te enseñaron tanto en tu
casa como en la Iglesia?
• LECTURA BÍBLICA:

Gn 2,18.21-22 y Gn 1,26-27

• LECTURA Y COMENTARIO
1 - LOS PRIMEROS TESTIMONIOS
El pueblo judío, a quien Dios quería educar para el amor, era ingenuo y primitivo.
Por eso la pedagogía de Dios se apoyó inicialmente en testimonios concretos. Entonces
no era el momento de ideologías y doctrinas abstractas. Aquellos hombres elementales
no estaban preparados para una reflexión de carácter teórico. En cambio, el ejemplo
concreto y vital les iba muy bien.
Siguiendo esta pedagogía, Dios presenta al pueblo hebreo unos prototipos
históricos de amor conyugal: el ejemplo de Abrahán y Sara (Gn 17,15-22; 18,1-15; 20;
21,1-21; 23), de Isaac y Rebeca (Gn 24), de Jacob y Raquel (Gn 29,6-30), de Moisés y
Séfora (Ex 2,16-22), de David y Micol (1 Sam 19,11-17). Las grandes figuras de la
historia de Israel, los padres del pueblo, han amado de un modo grandioso y ejemplar.
Su testimonio será un estímulo para el resto del pueblo.
Quizás para nuestra mentalidad actual la ejemplaridad de estos personajes no nos
convence plenamente. Sus vidas contienen aventuras extrañas a nuestro modo de
concebir el matrimonio y la familia. Pero no por eso dejan de ser testimonios
maravillosos de amor entre un hombre y una mujer, y mucho más en aquel tiempo.
Un dato importante de estos primeros tiempos es que Dios comenzó el proceso de
revelación bíblica a partir de experiencias religiosas familiares. "El Dios de los padres"
es un Dios familiar. Para hablar de la cercanía de Dios se usan expresiones de la vida
familiar. Se habla de Dios en relación a las realidades familiares y de grupo, y no en
relación a las necesidades del Estado. Dios está íntimamente relacionado con los
elementos vitales para el grupo familiar: nacimientos, vida de los hijos, relaciones y
tensiones entre esposos, mujeres, hermanos y parientes. La historia más extensa del
Génesis habla justamente de un casamiento (Gn 24). Se da gran importancia a las
genealogías y a las muertes de los familiares.
El Dios que va junto, que permanece ligado al grupo familiar, que está donde están
los suyos, es una de las principales características de "la religión de los padres". Y el
Dios que acompaña, va también al frente de ellos. El prevé el nuevo lugar de pastoreo y
de sobrevivencia.
Los cultos están también centrados en la vida familiar: nacimiento, casamiento,
hijos, muerte. Y las funciones sacerdotales son realizadas por los miembros de la
familia.
La religión de los patriarcas tiene, pues, características de una religión familiar. Es
importante tenerlo en cuenta. Si pretendemos poner en marcha un nuevo proceso de
evangelización, hemos de comenzar por la familia. Así lo hizo el mismo Dios
2 - LA PAREJA HUMANA
La pareja en los primeros relatos del Génesis
En el Génesis encontramos dos relatos de la creación de la pareja humana. En los
dos relatos se nos presenta el ideal que Dios tiene sobre la pareja humana.
Estos textos revelan la presencia directa de Dios en la formación de la pareja
humana. Los dos explican esta intervención divina de una manera directa: "Dijo Yavé:
No es bueno que el hombre esté solo. Haré, pues, un ser semejante a él para que lo
ayude... Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Y le
sacó una de sus costillas, tapando el hueco con carne. De la costilla que Yavé había
sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre" (Gn 2,18.21-22). En el
segundo texto se descubre la misma voluntad soberana: "Dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen
de Dios lo creó. Macho y hembra los creó" (Gn 1,26-27). Según ambas descripciones,
la creación del hombre, en su doble cualidad de varón y mujer, no tiene su origen en
ningún principio mitológico, ni su dimensión sexual ha sido causada por algún poder
maligno, sino que todo es fruto de la palabra creadora de Dios.
El relato más antiguo de la creación de la pareja (Gn 2,21-24), lleno de imágenes
poéticas, contiene datos interesantes para comprender el significado de la atracción
entre el hombre y la mujer
La presencia de los animales no había bastado para solucionar la soledad humana, a
pesar de su dominio y superioridad sobre ellos.
En los animales el hombre "no encontró un ser semejante a él para que lo ayudara"
(Gn 2,20).
En esta situación es cuando la mujer se hace presente como gran regalo de Dios. El
sueño profundo que sufre primero el hombre, anuncia, como en otras ocasiones, un gran
acontecimiento:
"¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será
Varona, porque del varón ha sido tomada. Por eso el hombre deja a sus padres para
unirse a una mujer, y formar con ella un solo ser" (Gn 2,21-24).
El grito de exclamación manifiesta una alegría inmensa al haber encontrado por fin
el reflejo suyo, la compañera y ayuda que anhela; lo único que ha podido elegir y hacia
lo que se siente atraído entre todos los seres que acaban de desfilar ante él. Acaba de
brotar una comunidad más fuerte que ninguna otra, en la que los dos tienden a
identificarse en un solo ser.
La ayuda y comunión es claro que no se refiere sólo a una atracción sexual. El diálogo
que aquí aparece entre el hombre y la mujer tiene resonancias afectivas y personales
mucho más íntimas.
Esta "ayuda" se traduce en roca firme en la que apoyarse, luz que ilumina, escudo
que defiende, auxilio en quien confiar, fortaleza de los débiles, escucha atenta y
cariñosa... Por ello el Eclesiástico, haciendo una alusión a este texto del Génesis, da
también al encuentro con la mujer un horizonte muy amplio de ayuda:
"La belleza de una mujer alegra el rostro y supera todos los deseos del hombre. Si
habla siempre con bondad y mansedumbre, su marido es el más feliz de los hombres. El
que consigue esposa principia su riqueza, pues tiene una ayuda semejante a él, una
columna para apoyarse. Por falta de cierres la propiedad es entregada al pillaje; sin
mujer, el hombre gime y va a la deriva" (Eclo 36,24-27).
La llamada recíproca entre el hombre y la mujer queda orientada, desde sus
comienzos, hacia esta finalidad. Por una parte, es una relación íntima, un encuentro en
la unidad, una comunidad de amor, un diálogo pleno y totalizante, cuya palabra y
expresión más significativa se encarna en la entrega corporal. Además, esa misma
donación se abre hacia una fecundidad que brota como consecuencia del amor.
Cuando Jesús en cierta ocasión se refirió a un problema conyugal, acudió a este
proyecto primero como el modelo típico que había de mantenerse por encima de todas
las limitaciones humanas: "¿No han leído aquello? Ya al principio el Creador los hizo
varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer
y serán dos en un solo ser. De modo que ya no son dos, sino un solo ser" (Mt 19,4-5).
La tragedia del pecado
El relato de la caída de Adán y Eva va metido en medio de dos afirmaciones
paralelas contradictorias. La primera cierra el anuncio gozoso de la comunidad nueva y
grandiosa que acaba de nacer en el matrimonio: "Los dos estaban desnudos, el hombre
y su mujer, pero no sentían vergüenza" (Gn 2,25). La segunda afirmación, colocada
inmediatamente después de la caída, indica el cambio que se había realizado: "Se le
abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos" (3,7). Con el
desorden nacía en ellos el sentimiento de culpa.
El hombre había acogido a la mujer con un grito de alegría (Gn 2,23); pero ahora
le echa culpa a "la mujer que me diste por compañera" (Gn 3,22). Ya no forman los dos
un solo ser. La ruptura realizada exige que la palabra de Dios se dirija a cada uno por
separado para escuchar su propia condena (3,6-17).
El sufrimiento en lo más esencial de la humanidad -maternidad y trabajo- sustituye al
gozo anunciado de la fecundidad y del dominio sobre la tierra (2,28). Es que la pareja,
modelo de unidad y compenetración, está resquebrajada en su base. El egoísmo
instalado en lo más profundo del ser humano, hace difícil la actitud de apertura y
entrega amorosa. No es extraño entonces que la sexualidad adquiera una tonalidad
sombría, y se convierta en algo considerado como impuro y malvado.
El sexto mandamiento: mutua dignificación
El sexto mandamiento según el Éxodo dice textualmente: “No cometerás adulterio" (Ex
20,14). La intención del sexto mandamiento es proteger el bienestar del matrimonio y,
consiguientemente, de la familia.
En el sexto mandamiento, la ley de Dios muestra de un modo especial su
profundidad. El cambio que quiere realizar en la sociedad es radical. La relación entre
las personas debe cambiar totalmente. Debe convertirse en una relación de igual a igual,
relación de amor y fraternidad. Y esta relación debe nacer desde el núcleo más íntimo
de la vida: la relación hombre-mujer. ¡Es en la igualdad fundamental entre el hombre y
la mujer y en el amor fiel entre los dos, donde se empieza a construir el Reino de Dios!
El amor humano y el amor divino son dos realidades íntimamente unidas, que se
iluminan y se fomentan recíprocamente. Por ello es tan importante la fidelidad al amor.
Por eso se considera al matrimonio como sacramento, es decir, como signo del
amor de Dios, no sólo para los cónyuges y sus hijos, sino para todo el pueblo. Y el
objetivo primordial del sexto mandamiento es preservar la comunidad de amor formada
por un hombre y una mujer, que ha de ser una imagen de la fidelidad de Dios.
Por mucho tiempo el sexto mandamiento ha sido reducido a la práctica de la
castidad, entendida como un esfuerzo por respetar el propio cuerpo. La Biblia, aun en el
Antiguo Testamento, quiere más que esto. Quiere que sea respetada la imagen de Dios
en el ser humano. Esta imagen aparece más plenamente cuando el hombre y la mujer
llegan a un respeto mutuo y el amor entre ambos no es pretexto para dominar al otro,
sino motivo de crecimiento igualitario y armonioso para los dos.

• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
-

¿Qué elementos nuevos has descubierto?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te comprometes?

-

¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

-

¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te sientes llamado?

• PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
TEMA 2:

MATRIMONIO Y FAMILIA EN LOS PROFETAS

• REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 ¿qué simboliza para ti el matrimonio?
 ¿qué concepto tienes de la fidelidad y del adulterio desde lo que te enseñaron
tanto en tu casa como en la Iglesia?
• LECTURA BÍBLICA:

Mal 2,14-15

• LECTURA Y COMENTARIO
EL MATRIMONIO COMO SIMBOLO DE LA ALIANZA: LOS PROFETAS
Los profetas dan nuevos pasos en el proceso de la revelación.
Dios es presentado como esposo y el pueblo como esposa. Dios es el esposo fiel
que nunca falla y el pueblo es la esposa siempre amada, aunque casi siempre es infiel y
a veces llega a ser una verdadera prostituta. Tan fuerte es la vinculación de la Alianza
con el matrimonio, que se emplea la misma palabra, berith, para designar a ambos.
El matrimonio ganará extraordinariamente con este descubrimiento. No será ya
algo sin importancia, sino un verdadero misterio religioso. La mujer, poco a poco,
dejará de ser vista como una cosa que se compra y se tira cuando deja de interesar al
hombre, pues es amada por Dios entrañablemente. La alianza entre hombre y mujer
debe reflejar el amor de Dios a su pueblo.
Un testimonio de fidelidad: Oseas
Oseas es el primero que utiliza lenguaje matrimonial para explicar la comunidad de
amor entre Yavé y su pueblo. Cuando Oseas se ve traicionado por su esposa y a pesar de
ello siente que la sigue amando, se da cuenta de que eso era exactamente lo que sucedía
entre Dios y su pueblo: Dios seguía amando a aquel pueblo a pesar de sus infidelidades.
"Ama a una mujer amante de otro y adúltera, como ama el Señor a los israelitas, a
pesar de que siguen a dioses extranjeros" (3,1).
Esto le llevó al profeta a mantener su fidelidad a pesar de la traición.
En los tres primeros capítulos del libro de Oseas puede verse con qué fuerza
aparece su amor traicionado y su firme decisión de perdón y fidelidad.
A pesar de las leyes en contra, él busca a su esposa y vuelve junto a ella, la recibe
y la perdona con un cariño impresionante. "La volveré a conquistar, llevándomela al
desierto y hablándole al corazón" (2,16). "Me casaré contigo para siempre, me casaré
contigo a precio de justicia y derecho, de afecto y de cariño" (2,21).
Un matrimonio conflictivo concreto ha servido de vehículo para el conocimiento
de una verdad sobre Dios; a través de una experiencia tan dramática, el amor de Dios se
ha hecho más comprensible. Y como contrapartida, se profundiza el misterio de la
fidelidad y del perdón conyugal.
La imagen del adulterio en Jeremías
El libro de Jeremías emplea también de manera constante el símbolo del
matrimonio. El pecado de Israel, su infidelidad, su idolatría, los excesos sexuales
ligados al culto a Baal, quedan estigmatizados en la alegoría de la unión conyugal.
"Igual que una mujer traiciona a su marido, así me traicionó Israel" (3,20). "Si un
hombre repudia a su mujer, y ella se separa y se casa con otro. ¿Volverá él a ella? ¿No
está esa mujer infamada? Pues tú has fornicado con muchos amantes, ¿podrás volver a
mí?" (3,1).
El profeta termina señalando la fidelidad infinita de un amor que no se acaba ni se
consume: "Con amor eterno te he amado; por eso prolongué mis favores contigo.
Volveré a edificarte y serás reedificada" (31,3-4).
En el horizonte de Jeremías se vislumbra a lo lejos la nueva y definitiva Alianza
que traerá Jesús: "Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones; y yo seré
su Dios y ellos serán mi pueblo" (31,33).
De nuevo un profeta, Jeremías, presenta al matrimonio como prototipo del amor entre
Dios y su pueblo. Esta vez está también presente el sentido de perdón por parte de uno
de los cónyuges. Y algo más aún: el deseo de ayudar a regenerar a la parte infiel:
"Volveré a edificarte..."
Significado simbólico de la entrega conyugal
Para nosotros lo importante de todo este lenguaje profético reside en su
presupuesto de base. Si los profetas se han valido del matrimonio para que el hombre
vislumbre la realidad de sus relaciones con Dios, es necesario que el amor conyugal sea
capaz de describir el misterio de la Alianza entre Dios y los hombres. El matrimonio
debe adquirir esa densidad significativa. Como gesto y experiencia humana debe estar
lleno de este valor trascendente: ser signo e imagen de la amistad y el cariño divino. La
historia de un amor conyugal, con sus progresos y crisis, con sus gozos y tinieblas, es el
reflejo de una intimidad profundamente misteriosa. El corazón de Dios se nos hace de
esta manera más comprensible.
Al proclamar este mensaje de salvación, los profetas han acentuado con una fuerza
extraordinaria, aunque sin buscarlo de manera directa, cuál debe ser el significado de la
entrega conyugal. Debe existir una semejanza creciente entre el amor de Dios y el amor
entre esposos, fiel y misericordioso, hasta las últimas consecuencias. Amor que no sólo
se demuestra en los buenos momentos, sino también, y de una manera muy especial,
sabiendo perdonar y olvidar.
La lección profética sobre el amor conyugal no se refiere sólo a su aspecto
espiritual, sino que abarca también la relación más íntima. Sabemos que el verbo
utilizado por la Biblia para expresar la donación corporal es "conocer", y Dios se queja
constantemente de que su pueblo no lo conoce. "Conocer un hombre a su mujer" nos
evoca, por tanto, un hondo sentido de intimidad, de entrega profunda en todos los
órdenes, de revelación progresiva y recíproca hasta formar una sola carne, una sola vida,
un solo ser.
Que los profetas hablen de la infidelidad de la esposa, no quiere decir que ataquen
solamente las infidelidades femeninas, y no las masculinas. Se trata sólo de una
comparación, en la que el pueblo está representado por la esposa y Yavé es el esposo.
Respecto a infidelidades concretas de los hombres, encontramos una cita muy
elocuente en el profeta Malaquías: "Yavé es testigo de que tú has sido infiel con tu
esposa, a la que amabas cuando eras joven. Ella, a pesar de todo, ha sido tu
compañera, y con ella te obliga un compromiso. ¿No ha hecho Dios de ambos un solo
ser que tiene carne y respira? Y este ser único, ¿qué busca sino una familia dada por
Dios? No traiciones, pues, a la mujer de tu juventud" (Mal 2,14-15).

• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
-

¿Qué elementos nuevos has descubierto?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te comprometes?

-

¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

-

¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te sientes llamado?

• PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
TEMA 3:

MATRIMONIO Y FAMILIA EN LOS LIBROS SAPIENCIALES

• REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 ¿qué opinas de los celos?
 ¿qué concepto tienes de la mujer en el matrimonio y en la familia a partir de lo
que te enseñaron tanto en tu casa como en la Iglesia?
• LECTURA BÍBLICA:

Prov 5,15-20

• LECTURA Y COMENTARIO
LA LITERATURA SAPIENCIAL
Los libros sapienciales de la Biblia muestran una faceta profundamente humana de
la familia. La mayor parte de estos libros nacieron de la comunidad judía de Alejandría,
en contacto con la civilización griega, de mentalidad bastante diferente a la judía de
Palestina.
La fecundidad no aparece como un bien absoluto, ni la esterilidad, por tanto, es
considerada como maldición. Desaparece en gran parte la poligamia. Y se abre el
horizonte a nuevas perspectivas dentro de la familia. Se acentúa, sobre todo, la grandeza
del amor conyugal y el relieve que toma la mujer como ayuda y compañera.
Los libros sapienciales subrayan la importancia de la mujer fuerte, la mujer de la
primera juventud, la mujer de su casa. Con un gran respeto a la mujer y al mismo
tiempo con un conocimiento existencial de ella. Se da, además, especial importancia a la
atención a los padres ancianos y a la educación de los hijos.
Dignificación de la mujer
Los autores sapienciales describen lo que significa la mujer en la vida del hombre.
"Quien encuentra mujer, encuentra un bien, alcanza favor del Señor" (Prov 18,22).
"Vale mucho más que las perlas" (Prov 31,10).
Célebres son los elogios de los Proverbios a la buena esposa:
"Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? Es de más valor que cualquier joya.
Su marido puede confiar en ella: ¡qué beneficio no le traerá! Le devuelve el bien, no el
mal, todos los días de su vida.
Aparece fuerte y digna, y mira confiada el porvenir. Habla con sabiduría y enseña
la piedad. Está atenta a la marcha de su casa, y nunca ociosa.
Sus hijos se levantan y la llaman dichosa. Su marido la elogia diciéndole:
'Muchas mujeres han obrado maravillas, pero tú las superas a todas'.
Merece destacarse el elogio que realiza el libro del Eclesiástico a los esposos
unidos, resaltando el papel primordial que se da a la esposa:
"Feliz el marido de una buena mujer; el número de sus días se duplicará. Una
mujer valiente es la alegría de su marido; pasará en paz todos los días de su vida. Una
mujer buena es don excelente, reservada para el que teme al Señor; rico o pobre, su
corazón es dichoso y muestra siempre alegre el rostro...
La gracia de la esposa hace la alegría de su marido, y su saber es reconfortante
para él... Como el sol matinal sobre los cerros del Señor, así es el encanto de una
mujer buena en una casa bien ordenada. Como la luz que brilla en el candelabro
sagrado, así es la belleza de su rostro en un cuerpo bien formado..." (Eclo 26,14.13.16-17).
Todas estas citas ciertamente están vistas desde la perspectiva del hombre. Pero,
dentro de aquel ambiente machista, la Biblia se esfuerza en exaltar el papel destacado de
la mujer dentro del hogar. Sin ella no puede vivir el hombre. "Por falta de cierres la
propiedad es entregada al pillaje; sin mujer el hombre gime y va a la deriva" (Eclo
36,27).
En aquel ambiente machista la fidelidad a la propia esposa se volvía algo difícil.
Por eso tienen especial mérito las exhortaciones en este sentido:
"Bebe el agua de tu cisterna, la que corre de tu propio pozo. ¿Deben derramarse
fuera tus fuentes? ¿Correrán por las plazas tus arroyos? Sean para ti solo y no para los
de afuera. ¡Bendita sea tu fuente, y sea tu alegría la mujer de tu juventud! ¡Sea para ti
como hermosa cierva y graciosa gacela; que sus pechos sean tu recreo en todo tiempo;
que siempre estés apasionado por ella! ¿Cómo te apasionarías, hijo, por una
desvergonzada, y reposarías en el regazo de una ajena?..." (Prov 5,15-20).
Ejemplo típico de fidelidad de una mujer a su marido más allá de la muerte es el de
Judit (Jdt 8,4-6; 16,22).
Los celos
Los celos son con frecuencia un problema que atenta contra la armonía conyugal.
Estos libros tratan del tema con insistencia.
Se combate tanto los celos del marido como los de la esposa: "No tengas celos de
tu propia esposa; le causarás malos deseos contra ti" (Eclo 9,1). "La mujer celosa de
otra, es dolor del corazón; su lengua es un azote que a todos alcanza" (Eclo 26,6).
Igual que alaban a la mujer sensata, los libros sapienciales atacan con dureza a la
mujer deslenguada: "Gotera que no deja de caer en día de lluvia y mujer caprichosa
son iguales. Atajarla es como atajar el viento y agarrar el aceite con la mano" (Pro
27,15-16). "Como una cuesta arenosa para los pies de un anciano así es la mujer
parlanchina para el hombre tranquilo" (Eclo 25,20) "Una mala mujer es como un
yugo mal amarrado a los bueyes; querer dominarla es como agarrar un escorpión"
(Eclo 26,7).
En el ambiente bíblico, dominado por los varones, se achacan estos defectos a la
mujer; pero por supuesto que también existen hombres caprichosos y habladores. A la
luz de la experiencia y de la revelación posterior sabemos que la armonía del hogar es
obra tanto del hombre como de la mujer.
Educación de los hijos
Los libros sapienciales están llenos de normas sobre la educación de los hijos.
En ellos se habla con frecuencia de la alegría que los hijos traen a la familia. "Si
un padre llega a morir, es como si no hubiera muerto, porque deja tras de sí a un
hombre que se le parece. Cuando vivía, al verlo, se regocijaba; al morir no se siente
apenado" (Eclo 30,4-5).
Sobre la educación de los hijos, se elogia el camino del rigor: "Corrige a tu hijo:
te ahorrarás inquietudes y hará la felicidad de tu alma" (Prov 29,17). “no dejes que
vaya a la muerte" (Prov 19,18).
Esto no quiere decir que la Biblia apoye toda clase de corrección insensata. A
veces los padres corrigen llevados del mal humor o del capricho. "Hay reprensiones
inoportunas; hay un silencio propio del hombre sensato" (Eclo 20,1)."No reprendas
antes de examinar; reflexiona primero, y después reprende" (Eclo 11,7). Esta
insistencia en corregir oportunamente al hijo tiene siempre como telón de fondo buscar
el bien futuro de él mismos. Es una muestra de amor "para que no vaya a la muerte".
Respeto y atención a los padres
Dentro del espíritu familiar de Israel, se ponía un especial énfasis en honrar a los
padres, y a ello se le daba una especial fuerza religiosa: "Quien honra a su padre paga
sus pecados; y el que da gloria a su madre se prepara un tesoro. El que honra a su
padre recibirá alegría de sus hijos y, cuando ruegue, será escuchado. El que glorifica a
su padre tendrá larga vida. El que obedece al Señor da descanso a su madre y, como a
su Señor, sirve a quienes le dieron la vida" (Eclo 3,3-7).
Se insistía en la atención a los padres ancianos: "Hijo cuida a tu padre en su vejez,
y mientras viva no le causes tristeza. Si se debilita su espíritu, perdónale, y no le
desprecies, tú que estás en plena juventud. Pues la caridad para con el padre no será
olvidada; te servirá como reparación de tus pecados" (Eclo 3,12-14). "Como quien
injuria a Dios, es quien abandona a su padre y maldito del Señor quien ofende a su
madre" (Eclo 3,16).
Especial maldición merecen los que despojan a sus padres de sus bienes: "El que
despojó a su padre y a su madre diciendo: no es ello pecado, es socio del criminal"
(Prov 28,24). "El que despoja al padre y echa de la casa a su madre es un hijo infame y
degenerado" (Prov 19,26).
Estas sentencias entran dentro de la línea bíblica de atención preferencial a los
necesitados, ya que a veces no hay prójimo más necesitado que los propios padres
ancianos. Y pienso que hoy son profundamente actuales.

• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
-

¿Qué elementos nuevos has descubierto?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te comprometes?
-

¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

-

¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te sientes llamado?

• PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
TEMA 4:

CANTAR DE LOS CANTARES: UN EVANGELIO DEL AMOR

REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 ¿qué significan para ti la pasión, la ternura y el contacto físico en la relación de
pareja?
 ¿qué se te dijo de los temas de la pregunta anterior en tu familia y,
eventualmente, en la iglesia?
• LECTURA BÍBLICA:

Cant. 1,7 al 2,7

• LECTURA Y COMENTARIO
EL CANTAR DE LOS CANTARES: UN EVANGELIO DEL AMOR
Cualquier reflexión seria sobre el matrimonio ha de tener en cuenta el librito
bíblico llamado "Cantar de los Cantares".
En muchas ocasiones se espiritualiza totalmente su contenido, quizás creyendo que
el amor humano no merece el carácter de sagrado.
No se trata aquí originalmente del amor entre Yavé y el pueblo elegido. Aunque
ello no quita que se le pueda dar una interpretación simbólica refiriéndolo al amor de
Dios y su pueblo.
Pero directamente el librito habla del amor humano de enamoramiento. Ya fray
Luis de León, en 1561, decía que el Cantar "no quiere decir más de lo que suena".
La expresión del enamoramiento tiene su propio lenguaje. Renunciar a él sería
reprimir una realidad humana. En la Biblia no estaría recopilado todo el acontecer
humano si faltase la expresión del amor físico.
Dios reveló a través de su pueblo todas las posibilidades humanas. Y una de ellas
es la relación amorosa. ¿Por qué se ha de escandalizar el hombre de fe cuando
comprueba que el Cántico es la expresión del amor físico? Cuando el autor escribe:
"¡Que me bese con los besos de su boca! Tus amores son un vino exquisito" (1,2-3),
¿por qué no entender el mensaje tal como se nos da, sin sentir necesidad de
espiritualizarlo?
Este librito es sencillamente una colección de diálogos entre una pareja de
enamorados, "pastor de azucenas" y "señora de los jardines". Son canciones con dos
protagonistas por igual. El y ella, sin nombres propios, representan a todas las parejas de
la historia que repiten el milagro del amor.
Está redactado seguramente durante la época de la dominación persa, algún tiempo
después de la vuelta del destierro de Babilonia. Y su mensaje es de una originalidad
extraordinaria, pues va contra corriente de toda la cultura de entonces, tan despreciadora
y manipuladora de la mujer. No se hacía valer a la mujer por sí misma, sino por los
hijos y por las ventajas que pudiera traer al varón. Ella no podía expresar nunca lo que
sentía y quería. No se le valoraba en su singularidad. Jamás se le ponía en plano de
igualdad con el varón. No se ha encontrado en todo el Medio Oriente antiguo un
testimonio de amor femenino como éste, tan directo, tan fino y tan lleno de entusiasmo.
Todas las canciones de amor están expresadas desde el punto de vista masculino.
Parece que no se habla de una historia realmente sucedida, pues en aquel tiempo
las chicas israelitas vivían recluidas, sin poder salir a la calle y menos aún de noche. Es
el sueño, la añoranza, el deseo de una mujer lo que aquí se nos entrega.
Expresa con fuerza y ardor lo que le estaba prohibido: sentir y querer como mujer.
Ama, sueña y llora como mujer, y esa sinceridad es su grandeza. Ella está dispuesta a
hacer lo imposible con tal de unirse para siempre a él. Para ella la vida sin amor es sólo
desasosiego y tristeza. Toda su vida es para su amado, toda su preocupación va hacia él,
toda ella es para él.
El canto contenido entre el 1,7 al 2,7 se podría llamar "locura de amor". Ella quiere
ser para él perfume; quiere agradarle y dulcificarle la vida toda. Con su amor ella le
arrulla a él, le devuelve la tranquilidad y la inocencia. Es una especie de éxtasis. Ella lo
hace nadar entre aromas de flores y perfumes, lejos de las asperezas de la vida. En él
llena ella su vida y en ella él.
En el capítulo 4. El jardín es ella, la fuente es ella, los perfumes son ella, y lo que
quiere es que su amado goce con ella.
Es ella la que se extasía ante el recuerdo de su amado. Es ella la que sueña con lo
que quiere que le diga él. Es ella la que canta la posesión, la unión, el sosiego y la
transformación que opera la unión de los cuerpos. Se trata de la expresión de toda la
sensibilidad de una mujer (leer 5,2 - 6,3).
En la "danza del amor" (7,1 - 8,4), se describe la belleza corporal de la mujer, sin
ningún tipo de puritanismos, pero con fina elegancia. No se trata de un cuerpo que se
vende: ¡se admira a una mujer!. No es un medio de seducción y de propaganda; es una
mujer que goza y sabe compartir la alegría. Se canta a toda la belleza y a todo el encanto
de la mujer, sin despreciar o devaluar ningún aspecto de ella.
En el Canto se celebra al hombre que sabe conquistar, pero que también sabe
respetar y admirar. Es el hombre que sabe corresponder a los deseos de la mujer amada.
El Cantar libera al amor humano de las ataduras del puritanismo y al mismo
tiempo del libertinaje del erotismo. Se habla del amor humano con una maravillosa
naturalidad poética, sin malicia.
Lo que de verdad interesa a esta pareja es el amor interpersonal, un amor cargado
de emoción y de cariño. "Yo soy para mi amado y su deseo tiende hacia mí" (7,11). "Su
izquierda bajo mi cabeza y su derecha me abraza" (8,3).
Implícitamente el Cantar afirma que la sexualidad es un modo humano de expresar
la donación mutua, fruto del amor. Se trata de una alabanza ferviente a la sexualidad
humana. Aquí vale lo que se le dijo a San Pedro en otro contexto: "Lo que Dios ha
purificado no lo llames tú profano" (Hch 10,15). El Cantar de los Cantares es la carta
magna de la liberación de la mujer y, por lo tanto, también del varón. En él se libera al
sexo de todas sus miopías y mezquindades. El sexo de los hijos de Dios no embrutece,
sino que humaniza. Cuando es verdadero, acerca al Dios que lo creó. Es una manera de
hablar de Dios, fidelidad y ternura...
Este canto de amor es un acto de fe en la bondad creadora de Dios. Sin fe, el
Cantar no sería posible. Detrás de estas palabras está presente el Dios que es fidelidad y
ternura: ¡amor inconcebible!
Este final del Cantar resume todo lo dicho. Nada puede detener la fuerza del amor
cuando nace en el corazón humano. Y todos los tesoros son nada para adquirirlo, pues
es imposible comprarlo. El amor es un don que nos viene de forma gratuita. El hombre
y la mujer ante el amor son nada, pues el amor es la llama de Dios.
"Es fuerte el amor como la muerte,
y la pasión, tenaz como el infierno.
Sus flechas son dardos de fuego, como llama divina" (8,6).

• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
-

¿Qué elementos nuevos has descubierto?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te comprometes?

-

¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

-

¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te sientes llamado?

• PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
TEMA 5: TOBIAS: AMOR Y FECUNDIDAD
REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 ¿qué concepto de amor humano, entre hombre y mujer, te enseñaron tanto en tu
casa como en la Iglesia?
 ¿cuáles son, a tu juicio, los componentes principales de una relación
matrimonial?
• LECTURA BÍBLICA:

Libro de Tobías (completo)

• LECTURA Y COMENTARIO
TOBIAS: AMOR Y FECUNDIDAD
Otra bella expresión de amor en el Antiguo Testamento, complemento del Cantar, es el
libro de Tobías.
Pero en este libro aparecen sintetizados de un modo realmente maravilloso todos
los elementos que a lo largo de la revelación bíblica han ido apareciendo hasta ahora.
El matrimonio de Tobías y Sara se vive en un ambiente profundamente religioso
de oración, de intimidad personal y con la firme voluntad de darse el uno al otro total y
definitivamente.
En este librito post-exílico se profundiza espiritualmente en la misión de la pareja,
acercándose al ideal propuesto por Dios. Dice el ángel a Tobías, según la versión de la
Vulgata: "Escúchame y te mostraré quiénes son aquellos contra los que puede
prevalecer el demonio. Son los que abrazan el matrimonio de tal modo que excluyen a
Dios de sí y de su mente y se entregan a su pasión" (6,16-17 vulg.). Un amor casto,
santificado por la plegaria (6,18; 8,4-8), acerca el matrimonio de Tobías al prototipo
original, caracterizado por la procreación (Gn 1,27-28; Tob 6,21-22 vulg.) y la ayuda
mutua (Gn 2,18; Tob 8,6). Amor, fecundidad, ayuda mutua, son las notas del
matrimonio prototipo original.
Con Tobías culmina la enseñanza sobre el matrimonio en el Antiguo Testamento.
Los resultados de la pedagogía empleada por Dios han sido lentos, pero han dado sus
frutos. Los tiempos van estando ya maduros para la venida de Cristo y la predicación de
su mensaje de amor.
• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
-

¿Qué elementos nuevos has descubierto?

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¿Qué desafío se te plantea?

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¿A qué te comprometes?

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¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

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¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

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¿Qué desafío se te plantea?
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¿A qué te sientes llamado? PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
FICHAS “REFLEXIONEMOS SOBRE EL MATRIMONIO”
TEMA 1: El matrimonio: un regalo y una opción
REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 Ensaya una definición propia de matrimonio.
 ¿Por qué se puede decir que el matrimonio es un regalo y una opción?
 ¿Cuáles son, a tu juicio, los componentes principales de una relación
matrimonial?
• LECTURA Y COMENTARIO

El Sacramento del Matrimonio: Un Regalo y una Opción
por Álvaro González, Pbro. y Pelagia Ortúzar, sicóloga
(Artículo publicado en los Cuadernos de Espiritualidad del Centro de Espiritualidad
Ignaciana)
No es frecuente oír hablar a los cristianos de las aventuras en que se ven envueltos en su
fe. Poco hablamos de nuestros sueños, de nuestros descubrimientos, de la paciente
siembra de sabiduría que el Señor va imprimiendo en nuestro corazón. Nos hemos ido
poniendo prudentes, medidos, doctrinales. Hemos institucionalizado nuestra fe,
dimensionado nuestra esperanza y reducido nuestra caridad. Así hemos ido perdiendo
también fuerza para vivir y dar a conocer la presencia de la gracia de Dios en nosotros.
Hoy quisiera mostrar la vida matrimonial sacramental como una desafiante novedad en
medio de una humanidad cansada por el trabajo excesivo, sometida a la eficiencia de la
ciencia y de la técnica y conducida alienadamente por la propaganda.
Vivimos en una sociedad que no apoya la vida de pareja; por un lado le exige "sanidad"
y la presenta como la manera de alcanzar la felicidad, y por otro, no le da los medios
para hacerlo. Esto hace que muchas parejas se sientan presionadas a lograr algo fuera de
su alcance, lo que las lleva a una búsqueda incesante de parejas cada vez más
idealizadas. La frustración que sigue a la idealización hace que muchos teman o se
nieguen a formar relaciones permanentes y estables.
Los cristianos somos hombres y mujeres capaces de soñar y sufrir, marcados por un
proyecto que da sentido a nuestras vidas: seguir el camino de Jesús. ¡Si las parejas
supiéramos el importante regalo que llevamos en nuestras manos al recibir de la Iglesia
el sacramento! Son los medios que el Señor pone a nuestro alcance para lograr nuestra
felicidad. El matrimonio es una tarea; un trabajo hermoso, delicado, difícil de realizar.
Exige una radicalidad que atrae y atemoriza. No negamos las dificultades pero también
sabemos bien "en quién hemos puesto nuestra confianza".
Casarse por la Iglesia es una aventura trabajosa, pero también un inmenso don.
Buscamos que nuestra vida de pareja sea una vida sacramental, porque nuestra fe nos
permite intuir que no bastan las fuerzas de un hombre y una mujer para recorrer el
camino que emprendemos. Sabemos que el amor se cansa, que nos desviamos sin
darnos cuenta, que hoy no contamos con una "red social" que nos contenga.
Necesitamos ser ayudados por Dios y apoyados por nuestros hermanos. Por medio de
las gracias del sacramento, Jesús viene en auxilio de nuestra debilidad, se hace
compañero, a veces como una suave brisa que no sabemos de dónde viene, otras como
un viento fuerte y poderoso que renueva nuestra vida cotidiana, revitalizándola.
Si estamos atentos, notamos su presencia en la paz de los períodos tranquilos que nos
llenan del gozo de vivir juntos. Pero también, y en especial cuando nos topamos con
nuestros límites, cuando cansados, adoloridos, desilusionados de nuestras capacidades
humanas, sorpresivamente aparecen posibilidades nuevas, insospechadas, que nos
sorprenden, que escapan a toda lógica. En esos momentos percibimos la presencia de la
gracia de Dios. Descubrir su presencia como algo verdadero, vivo y eficaz, es de los
dones más hermosos que las parejas podemos recibir. Pero esta gracia no es una
imposición, se inscribe en el marco de libertad con que el Señor ha querido
dignificarnos. Dios garantiza su poder pero nosotros podemos bloquearlo, despreciarlo
o recibirlo en vano. Requiere de nuestro consentimiento, de una opción que nos
involucre en el misterio de ser "signos del amor de Cristo por su Iglesia".
En el Sacramento del matrimonio podemos reconocer esta presencia en cinco gracias
específicas:
La gracia de la unidad
Nadie como una pareja conoce lo distintos que somos los seres humanos. La
convivencia cotidiana nos permite reconocer los mil matices diferentes que distinguen
nuestra propia aproximación al mundo y que nos llevan permanentemente a buscar
satisfacer nuestras necesidades por caminos diferentes.
Sin embargo, de aquella opción inicial, sacramentada por Dios frente a la Iglesia, de
"permanecer unidos hasta que la muerte nos separe", surge una fuerza misteriosa que va
mas allá de las diferencias, tentaciones y caídas, permitiéndonos seguir unidos,
buscando y trabajando por la cercanía, por sernos fieles.
Es la gracia de la unidad que hace brotar en nosotros deseos de pertenecernos y nos
permite ir creciendo en el aprendizaje de "ser de otro" y "contar con otro", a lo largo de
los años.
Sólo así podemos ver y gozar de la individualidad de nuestra pareja como un don que
enriquece la esencia de nuestra vida en común, llevándola a una dimensión que
trasciende la suma de nuestras personalidades, manifestando el misterio de "los dos se
harán una sola carne". De manera profética, esta unidad desafía la visión contemporánea
de la autosuficiencia y del antagonismo como motor del progreso, señalando más bien el
camino del diálogo y la colaboración.
La gracia de la paternidad
También conocemos de los sacrificios, renuncias, esfuerzos con que vamos creando una
manera y un lugar para acoger la vida de nuestra familia, donde aprendemos a compartir
el cariño, a abrir el corazón a las necesidades de quienes buscan consuelo. Hemos
optado libremente por ser padres, dispuestos a no separar nuestro amor de pareja de la
posible paternidad que le es inherente, y el Señor nos regala la gracia de la paternidad.
Somos así de una manera muy especial cocreadores con Dios. El es el padre de todos y
crea un mundo grande y hermoso, que en muchas partes hemos transformado en lugares
de conflicto y dolor. Pero la vida sacramental de la pareja va engendrando hijos,
acogiendo amigos necesitados, y es una invitación interior permanente a donarnos sin
medida para su bien. Vamos haciendo con el Señor la "tierra nueva", en la audacia de la
renuncia a nuestra propia vida y comodidad, por el bien de los hijos que el Padre nos ha
encomendado; y así ellos van aprendiendo a compartir y entregar su vida por otros, a
crear espacios donde los hombres se encuentren en la verdad de sí, en la fraternidad y en
la búsqueda y celebración de Dios.
La gracia de la elevación
Muchas veces nos sorprende la transformación que se opera en una pareja que al
mirarse se transfigura ante nuestros ojos, desapareciendo las huellas de los años, los
dolores, el cansancio. Los vemos en su "imagen y semejanza" al Padre y podemos
admirarlos en la esperanza de ser vistos así por el Señor. Es que para aquellos que
eligieron amarse en "salud y enfermedad", Dios ha reservado una gracia muy hermosa,
la de la mirada profunda que eleva. Es el don de mirar en el otro, penetrando hasta el
fondo de su ser, donde se encuentra en su forma original, para ayudarlo a emerger; y así
pueda llegar a ser la creatura que El hizo. Es el lugar donde se encuentra la humanidad
del hombres con la divinidad de Dios.
Para gozar de esta presencia de Jesús en el interior de la pareja, vamos aprendiendo a
estar con nosotros mismos y detenernos para entrar cuidadosamente, junto con el otro,
en nuestros jardines interiores. Para esto necesitamos vencer nuestra ignorancia, timidez
y superficialidad. Superar el temor a hacernos vulnerables. Aprender a ir más allá de las
rutinas para buscar el misterio profundo del otro.
Al acoger la gracia de la mirada profunda, la pareja puede ir por el mundo
reconociendo, más allá de las apariencias, la presencia de Dios en cada hombre y mujer,
en cada situación; y, superando las oscuridades y conflictos, esto nos enseña a discernir.
La gracia de la irradiación
El compromiso libre de los esposos frente a la Comunidad de Iglesia es amar y respetar
a su pareja. Permite que se derrame en ellos la gracia de la irradiación con la que se
transparenta el amor de Dios a todos los hombres. Nos transformamos así, frente a la
comunidad, en testigos del amor del Señor. Es en nuestro amor de pareja donde
permitimos visualizar el amor del Señor.
La pareja, al irse jugando por vivir la unidad, por crear un hogar que acoge, que abre sus
ojos para ver, en la profundidad del otro y de los otros, la obra del Señor, se va
inundando de una delicada luminosidad que hace presentir el amor del Señor. Su vida
de pareja va siendo una fuerza que atrae a otros. Es al ver a una pareja que se ama cómo
los hombres pueden aprender algo del amor que Dios nos tiene. Santos son los hombres
que saben amar y es en la donación total de uno por el otro que el Señor quiere hacer
sentir su amor por cada hombre.
La gracia de la sanación
Peleas y reconciliaciones, heridas profundas con lentos y trabajosos reencuentros, son
una constante en la vida de las parejas. Pero hemos elegido unirnos para toda la vida a
otro ser, distinto y limitado, con una capacidad de amor que será siempre insuficiente
para nuestros anhelos de absoluto. Heridos y frustrados, necesitamos constantemente de
la gracia de volver a empezar, la sanación. Es la presencia comprometida de Jesús la
que restaura nuestras heridas. Cada vez que desilusionados tendemos a separarnos, a
encerrarnos en nuestros dolores, lejos del gozo y la fecundidad, percibimos una
misteriosa presencia que alienta y confirma nuestra voluntad de volver a partir junto al
otro, de reencontrar en el perdón la capacidad de sobrepasar el propio dolor, para fijar la
mirada, más amplia y generosa, primero en nuestra pareja y luego en tantos que han
sido heridos. La historia de las parejas que optan por vivir el sacramento va permitiendo
que la capacidad de reconciliación se vaya expandiendo en el mundo de las
desconfianzas y los conflictos. Y crece así la esperanza de un encuentro más amplio
entre los hombres.
El casarse como cristianos, el recibir el sacramento, es un regalo pero también es una
opción. Las decisiones de permanecer unidos, ser padres, amarnos en salud y
enfermedad, amar y respetar a nuestra pareja, para toda la vida, es necesario renovarlas
día a día. Esto supone seguir el camino de Jesús. Supone creer y aprender a ser felices a
su manera. Supone aceptar la invitación a vivir no sólo para sí y los suyos, sino a querer
ser testigos, para los hombres de nuestro tiempo, de un amor real, vivo y presente del
Señor por cada uno. No basta casarse para que haya sacramento, hay que elegirlo como
un camino que toma toda la vida.
Sólo así podremos hacer ver con nuestro testimonio que la felicidad y la plenitud son
posibles hoy, siguiendo el camino que Jesús y la Iglesia nos proponen.
Matrimonio regalo y opción. Gracias a Dios. Para hombres y mujeres que libremente
escogen y renuevan su voluntad de permanecer unidos, encarnando el amor de Cristo
por su Iglesia, hasta que la muerte los separe.

• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
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¿Qué elementos nuevos has descubierto?

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¿Qué desafío se te plantea?

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¿A qué te comprometes?

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¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

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¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

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• PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
TEMA 2: El matrimonio: gozo y tarea
REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 Ensaya una definición propia de matrimonio.
 ¿Por qué se puede decir que el matrimonio es un gozo y una tarea?
 ¿Cuáles son, a tu juicio, los principales desafíos para las parejas hoy?
• LECTURA Y COMENTARIO

El Matrimonio: Gozo y Tarea
por Álvaro González, Pbro. y Pelagia Ortúzar.
(Artículo publicado en los Cuadernos de Espiritualidad del Centro de Espiritualidad
Ignaciana)
Ser pareja toda una vida es uno de los desafíos mayores y más arduos que un hombre y
una mujer pueden emprender. Requiere de cada uno esfuerzo, lucidez y bondad a
raudales. Es necesario crear lazos afectivos y canales de comunicación por donde
circula una vida nueva y misteriosa, de la que nadie puede dar cuenta en forma clara y
precisa.
En el matrimonio conocemos bien el punto de partida y se entrevé el punto de llegada
pero el camino a recorrer es totalmente incierto y hay que irlo haciendo cada día. Es la
convivencia cotidiana la que da forma y realidad al amor de pareja, a los sueños
compartidos, y son muchas las personas y situaciones que condicionan la posibilidad de
permanecer unidos.
El matrimonio es una tarea a realizar, un lugar donde se aprende a vivir, una ocasión de
creer y por eso la Iglesia no se cansa de favorecerlo, de servirlo y de invitar a
descubrirlo siempre con ojos nuevos para vivirlo mejor.
¿Cómo aprender a vivir gozosamente el matrimonio?
La relación de pareja requiere ser cuidada a lo largo de los años. No basta vivir el cada
día como vaya saliendo ya que no es así como podemos hacer madurar el amor y crecer
en humanidad. Se necesita tiempo y reflexión para aprender de lo vivido, para decidir
los caminos a seguir, para cargar juntos con el dolor, que es parte de la vida de todos.
El matrimonio es ocasión de gozo, es tarea que no termina y es un lugar de aprendizaje
privilegiado, es escuela de vida donde se aprende y se enseña cada día.
1. El matrimonio es gozo.
Ser pareja permite compartir lo bello de la vida, lo grande y lo pequeño, lo cotidiano y
lo especial. Necesitamos adiestrar los ojos para tener una mirada penetrante y un
corazón capaz de admiración.
Algunos de los gozos que a lo largo de los años cada pareja va celebrando:
a) La alegría de pasar por la vida acompañados, de ser dos para enfrentar las mil
encrucijadas que a lo largo de los años se plantean.
Es el gozo de tener a alguien junto a sí con quien compartir el "buenos días" cotidiano,
las preocupaciones del día y los sueños de la noche. Es la posibilidad de discutir
alternativas ante una decisión, sabiendo que el otro conoce lo que para mí significa la
incertidumbre, el amor, la familia, el trabajo, el dinero, el ayer, la enfermedad, el
fracaso. En una palabra, la vida.
Es el gozo de contar con alguien que refleje lo que soy y lo que digo. A veces estará de
acuerdo, otras muchas no, pero mis palabras no se pierden en el silencio.
¿Cómo no celebrar el poder compartir alegrías y logros que son frutos de la complicidad
y que al ser compartidos se plenifican y adquieren un peso de vida mayor?
b) El gozo de ir haciendo una historia juntos, de recorrer un camino juntos, en el afecto,
en el sexo, en la fe. Es poder mirar para atrás y hacer recuerdos de lo que fuimos. Es la
alegría de ser testigos de los procesos tuyos y míos y de los de ambos en la tarea de
hacernos pareja. ¡Cuántas experiencias nuevas a medida que las etapas de la vida se
suceden!
Casi sin darse cuenta viene la vejez y es ocasión de gozo el poder envejecer juntos,
compartir lo que la vida va enseñando y reírse y llorar de tantos hechos que conforman
el hoy y nos preparan para el mañana.
c) El gozo de llegar a tener y compartir una casa, un lugar nuestro. Arreglar sus
espacios, decorar sus murallas, tener un lugar grato donde sentarse a conversar, a leer el
diario, a tomarse un café, donde podamos recibir a otros. Es el gozo de tener un
dormitorio, lugar de encuentros y desencuentros, albergue de penas, espacio de
compañía y un lugar especial tiene la cama, nuestra cama, testigo privilegiado de
nuestra historia.
d) El gozo de engendrar vida nueva y contemplar cómo nuestros hijos crecen y van
encontrando su camino.
Es el gozo simple de ver salir un diente, aprender a caminar; es el primer día de colegio
y la graduación; es reconocer en otro mis rasgos y los tuyos, es sentirse prolongado y
que nuestra vida, nuestro esfuerzo y nuestro amor no han sido en vano.
Es poder contemplar, también, lo que hemos podido hacer por los demás, nuestro aporte
como pareja y como familia a la sociedad. Esos pequeños grandes proyectos a los que
hemos entregado nuestro trabajo y dedicación y que son parte importante de nuestra
vida.
e) Un gozo más profundo es cuando podemos reconocer que somos sacramento del
amor de Dios, que nuestra historia de amor, nuestras peleas y reconciliaciones, nuestros
esfuerzos por compartir son historia santa, hechos de Iglesia.
Nuestra vida simple tiene un valor incomparable a los ojos de la comunidad cristiana
porque anuncia y explicita el amor de Dios por su pueblo. Nuestro amor matrimonial se
va poniendo paciente, misericordioso y transformador como el de El y esto es el triunfo
de la gracia en nosotros.
2. El Matrimonio es tarea
Para ser pareja se necesita del esfuerzo humano y de la ayuda de Dios para que el amor
no se canse sino que se recree mil veces y con los años sea más fuerte y vitalizador.
Cuesta ajustar dos historias de vida, dos personalidades, dos maneras de estar presente
en el mundo, como son la del hombre y la mujer. Es un trabajo arduo y hay que
descubrir caminos propios, ensayar qué vivir y cómo hacerlo. Esta dificultad se ve
acentuada por el contexto social en el que estamos inmersos donde se acentúa la
realización individual y se valora lo rápido y eficiente, lo cual dificulta el ajuste que
siempre conlleva tiempo, paciencia y dolor.
Algunos desafíos que cada pareja tiene que trabajar son:
a) Aprender cada uno a ser lo que es, con toda su riqueza de personalidad, sus recursos
emocionales e intelectuales, físicos y estéticos, pero también con las limitaciones
propias de nuestra manera de ser. Este ser lo que uno es toma tiempo y está, a menudo,
amenazado, por el deseo de dominar de uno o por el de dejarse llevar y no crear
dificultades del otro.
Es necesario descubrir y aceptar nuestras insuficiencias en el hacer y en el querer para
que así podamos aceptar y querer al otro en su realidad. Nuestra tendencia es poner
nuestra mirada en los defectos y carencias del otro considerando que nuestras
debilidades y límites son pequeños, llevaderos, a veces hasta simpáticos. Es así como
fácilmente asignamos al otro la causa de los dolores y frustraciones que vamos
encontrando en la vida de pareja. Ciertamente es más fácil acusar a la pareja que asumir
la parte propia en las dificultades.
b) Necesitamos aprender a crear el "nosotros", lo cual es un proceso lento, que toma
tiempo, ya que se trata de crear una realidad toda nueva. Para ello cada uno tiene que
crecer en autonomía, que es una independencia creciente de los modelos y costumbres
aprendidas en las familias de origen. El desafío es estar libre para crear nuevas
relaciones y tener prioridades distintas a las que teníamos con anterioridad.
Los apegos a personas y estilos de relación que teníamos con los miembros de nuestra
familia, como también el oposicionismo excesivo a ellos, que delatan una dependencia
importante, dificultan la formación de una nueva cultura, de un nosotros.
c) Otra tarea que nunca termina es la de crecer en la capacidad de aceptar las diferencias
que hay entre nosotros. A medida que pasa el tiempo, se descubre cómo las diferencias
marcan todos los niveles de la existencia y van desde los ritmos de vida, los gustos, las
maneras de expresarse, los modos de gastar el dinero, a los significados de las cosas y
los acontecimientos y a la manera de crecer y de buscar a Dios.
El descubrimiento y la aceptación de las diferencias conlleva mucho dolor. Nuestros
deseos, velados o explícitos, son que el otro cambie sus gustos, ritmos, intereses y
criterios para que lleguen a ser más semejantes a los míos. Lo distinto nos saca de
nuestros marcos y lo juzgamos inadecuado, anormal, amenazador al camino trazado.
La aceptación del otro, con sus diferencias, toma años y exige esfuerzo y bondad de
parte de cada uno, hasta que lentamente se abre un mundo nuevo donde empiezo a
acoger y valorar que el otro sea distinto, con sensibilidad y sueños diferentes a los míos.
Cuesta llegar a tener un corazón universal y más libre, que nos permita aceptar que no
somos la medida de los demás, ni de los cercanos ni de los lejanos.
d) Necesitamos buscar y respetar los espacios propios y los espacios del otro como
también desarrollar y gozar de espacios comunes.
En la relación de pareja no todo es privado y no todo es común y es necesario ir
estableciendo las áreas compartidas, el tiempo a dedicarles y las actividades a realizar.
Esto exige diálogo intenso, claridad sobre sí para plantear las necesidades, gustos, y
comprensión para llegar a acuerdos que faciliten el desarrollo de las personas y el amor
de pareja.
Un problema anexo en esta tarea matrimonial es que las necesidades, las posibilidades,
los gustos y las circunstancias van cambiando a lo largo de los años y por eso es
necesario ir negociando muchas veces, a medida que los acuerdos alcanzados se
muestran insuficientes.
e) Querer es una tarea que nunca termina, cada vez nos invita a una conversión mayor, a
descentrarnos para estar más abiertos a la realidad del otro, a lo nuevo, a lo verdadero y
hermoso que está en su profundidad, a los pasos que ha podido dar, que manifiestan su
dedicación, su amor, su perseverancia.
La tarea de alimentar el amor es urgente y es ardua y de especial importancia en los
momentos de conflicto, de sequedad y de apatía que se suceden a lo largo del tiempo y
que son invitaciones a dar un paso más, a crecer en gratuidad.
La rutina es un fantasma que ronda en torno a cada pareja y amenaza con carcomer la
vitalidad de su amor. Los años juntos, el quehacer y cansancio cotidiano nos envuelven
con un manto de escepticismo, de pereza, que dificulta imaginarse un mañana distinto y
mejor. Repetimos sin elegir, vivimos sin sorprendernos y todo adquiere un tamaño
similar y un color gris cansador. La rutina siempre va a ser un síntoma y una invitación:
nuestro amor se instaló, tenemos que ir más profundo para descubrir con ojos nuevos y
más penetrantes lo delicado, lo hermoso, lo único que somos como personas y como
pareja.
A medida que aprendemos a querer vamos preguntándonos con más insistencia: ¿cómo
querer más y mejor? ¿Cómo aprender a esperar? ¿Qué puedo ofrecer ahora? ¿Cómo
volver a partir? Sólo así pasamos del 50% 50% al 100% 100%.
No hay amor verdadero mientras el que ama no pasa por la cruz. Es allí donde el amante
y el amor se purifican del egoísmo y de los deseos de posesión y brota una vida nueva,
cercana, resucitada.
3. El Matrimonio es escuela
Aprender a ser pareja toma toda la vida. Al casarse uno elige aprender junto a otro lo
que es querer, lo que es formar una familia, lo que son los hijos, el trabajo y el dinero, el
cansancio y la salud, los amigos, los parientes, la sociedad.
El matrimonio es escuela de vida y allí, en la convivencia diaria, es necesario aprender a
expresar los deseos de cercanía como también compartir los dolores y los temores.
Aprender a comunicar más y mejor hasta llegar a tener un corazón transparente para el
otro.
Los casados son los grandes testigos de una unidad anhelada y necesaria, construida con
paciencia y tantas veces desbaratada por malos entendidos y cansancios. Es necesario
aprender a mantenerse abiertos y flexibles para ser compañeros de camino y signos de
un gran amor.
El amor humano se demora en echar raíces, florecer y fructificar y, cuando con cuidados
pacientes lo vamos cultivando, se llega a poder afirmar con paz: "somos pareja", y algo
distinto empezamos a vivir; el "para siempre" toma forma y peso de vida junto a
nosotros.
Son meses y años que van pasando y han puesto a prueba nuestra palabra ante Dios y
ante la ley de permanecer unidos, de buscarnos con afán, de hacer todo el camino, de
compartir hasta la eternidad.
El matrimonio no sólo es escuela para nosotros; lo es también para los hijos. De
nosotros aprenden a querer y ser pareja, a cuidar y a ser padres, a convivir y a perdonar,
a pelear y a volver a partir. De nosotros aprenden cómo esperar los tiempos propios y de
los demás, cómo permanecer unidos en el sufrimiento y cuando la vida nos sacude y
parece que todo va a caer.
Por último, el matrimonio es escuela donde tenemos que aprender a ser felices, un
hábito difícil de adquirir pero necesario para vivir en plenitud. Nos cuesta convencernos
que en esta relación simple de un hombre y una mujer podremos encontrar el gozo y la
paz necesarios para vivir.
Mañana podremos ver con claridad cómo los gozos y las penas compartidos fueron los
materiales para la construcción del amor hermoso que no termina; también podremos
reconocer que Jesucristo nunca nos dejó, sino que nos condujo con ternura de Maestro y
con amor de Salvador.
• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
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¿Qué elementos nuevos has descubierto?

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¿Qué desafío se te plantea?

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¿A qué te comprometes?

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¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

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¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

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¿Qué desafío se te plantea?

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¿A qué te sientes llamado?

• PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
TEMA 3: El matrimonio: un regalo y una opción
REFLEXIONEMOS EN GRUPO:
Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:
 Ensaya una definición propia de matrimonio.
 ¿Por qué se puede decir que el matrimonio es un regalo y una opción?
 ¿Cuáles son, a tu juicio, los componentes principales de una relación
matrimonial?
• LECTURA Y COMENTARIO

El Matrimonio: Un Camino de Santidad
por Álvaro González, Pbro. y Pelagia Ortúzar
(Artículo publicado en los Cuadernos de Espiritualidad del Centro de Espiritualidad
Ignaciana)
La Iglesia muestra en sus santos, modelos de vida para los hombres de todos los
tiempos. En ellos celebra cómo la gracia los trabaja interiormente y los transforma,
hasta llegar a vivir las virtudes en forma heroica.
Llama la atención, por esto, que la Iglesia no presente a alguna pareja de casados que se
hayan caracterizado por la santidad en su relación matrimonial y que hoy podríamos
presentar como testigos insignes del sacramento del matrimonio.
¿Acaso no existe la santidad en la vida matrimonial?
Santos son aquellos que saben amar y el matrimonio es el lugar por excelencia donde
podemos aprender a entrar en comunión cada vez más profunda hasta llegar a ser "dos
en una sola carne".
Vamos aprendiendo, con la ayuda de Dios, a dar y recibir, a entregarnos cada vez más
generosamente, a contar con nuestros límites y los límites del otro. Así podemos, a lo
largo de los años, configurarnos con el amor salvador de Jesucristo y llegar a ser
testigos de la paciencia, de la bondad sin medida y de la ternura de Dios.
Ser santos en el matrimonio es buscar incansablemente caminar juntos, sufrir juntos,
gozar juntos, aprender a servir cada día más. Es un largo proceso, con altos y bajos, y
tarde o temprano, las propias fuerzas flaquean, los sueños se desdibujan, el amor se
cuestiona. Algo nuevo tiene que nacer, un proyecto común, fruto del amor perseverante
y de la larga contemplación de Jesús crucificado, maestro de dolores y fuente de vida
nueva. De su costado y del nuestro brota la misión como pareja, la impronta que cada
pareja aporta a la sociedad.
Los caminos de Dios para los casados pasan por sendas humildes y cotidianas que cada
pareja recorre con gozo y con dolor y que los santos se disponen a llevar hasta el final.
Nadie se salva solo, pero esto adquiere un significado especial en el matrimonio. La
salvación, el amor liberador de Jesucristo para mí, pasa por mi pareja y me plenifica. Es
por esto que cada cónyuge se hace santo con el otro, a través del otro, para el otro. Mi
tarea para contigo es anhelar que mañana participes en el gozo del cielo y hoy,
participando en los afanes y trabajos de los hombres, sepas responder a los llamados de
Dios para ti.
Nos parece que la santidad en la pareja pasa por algunas conductas y aprendizajes que
son canales de comunicación y de gracia.
Aprender a escuchar
Es una manera muy especial de querer. Necesitamos ser escuchados, ya que, al serlo,
nos sentimos valorados, respetados, confirmados en nuestro ser mismo.
Cuesta escuchar a mi pareja, dado que supone crear un espacio interior en mí, un lugar
donde acoger, y esto requiere postergar planes y deseos propios, disponerme a entrar en
comunión, posiblemente tener que revisar juicios y maneras propias de ver y por último,
será necesario eventualmente servir. En pocas palabras, para aprender a escuchar hay
que olvidarse de sí, estar dispuesto a desinstalarse por amor al otro.
Escuchar no es algo pasivo. Hay que descubrir, en lo que el otro dice, lo que el otro es,
lo que quiere decir, lo que no se atreve a decir. Es ir más allá de las palabras para
descubrir al otro en toda su realidad, en su historia, en sus proyectos. Por eso, para
escuchar a nuestra pareja, no sólo hay que hacerlo con los oídos, sino con la mente, con
el corazón, con todo nuestro ser.
Es frecuente querer oír del otro sólo aquello que uno quiere oír, lo que no perturba mis
planes ni me cuestiona en mi manera de ser. Así puedo permanecer tranquilo, en lo mío,
tratando que la realidad del otro no me toque. A menudo oímos sólo para responder y
seguir en lo propio, no para acoger.
Al casarse una pareja se compromete a vivir en comunión y para ello necesitamos
aprender a ver el mundo desde un punto de vista distinto del propio. El escuchar con el
corazón es un paso importante en el descentrarnos. Nos hace salir de nosotros mismos y
entrar en la perspectiva del otro, dada por su historia y su familia, sus miedos, sus gozos
e intereses.
Cuando escuchamos verdaderamente, nos hacemos dóciles y vulnerables a la suerte del
otro, y de los otros, y esto nos desinstala y nos hace peregrinos, contemplativos,
acogedores de la suave voz de Dios que nos invita a crecer y a servir a los demás como
El mismo quiere hacerlo.
Es así como el escuchar, la más sencilla de las vivencias humanas, pasa a ser un medio
indispensable que nos hace nacer a una nueva existencia. Morir es una manera de poder
resucitar.
Santos son los que, reconociendo sus sorderas, ayudados por el amor de Dios, aprenden
a escucharse y aceptarse con libertad, tal como cada uno es.
Aprender a confiar
Confianza es la firme decisión de mostrarme al otro en mi verdad, hacerme transparente
a su mirada para que descubra en mi interior, mi realidad, hecha de grandezas y
limitaciones, caídas y miserias. Es la capacidad que tengo de desnudarme y permanecer
disponible ante el otro.
Confianza no es un compartir con el otro sobre la realidad que nos rodea sino,
principalmente, dar cuenta de lo que soy y me pasa.
A nadie le sale fácil confiar de esta manera, supone creer en la bondad y en la grandeza
de corazón del otro, es tener la firme convicción que puede comprenderme, tomarme,
acompañarme en este momento de mi vida y en los que vendrán.
Cuando se desconfía se afirma implícitamente: "no creo en tu bondad, en tu capacidad
de tomarme como soy". Es una descalificación del otro.
No es posible establecer una relación estable y verdadera sin la firme convicción de
cultivar la confianza. Necesito decidir poner mi vida, lo que soy y lo que hago, en las
manos de mi pareja, tengo que vencer mil dudas y temores sobre la conveniencia de
hacerlo, sobre la bondad del otro y sobre mi propia amabilidad. Cuesta mucho mostrarse
a sí mismo necesitado y vulnerable, es el temor a ser ridiculizado, incomprendido,
descalificado. Es en estas situaciones donde cada gesto, mirada y palabra del otro
adquiere un significado y un valor inconmensurable que expresan el cuidado y la
habilidad para reconocer lo más profundo y hermoso que hay en cada uno de nosotros.
Cuando flaquea la confianza, se crea lentamente un paralelismo y una soledad en la
relación, que le quita fuerza al amor matrimonial y al deseo de santidad que habita en
cada uno.
Muchas veces y es fácil culpamos al otro por su dificultad para acogernos en nuestra
debilidad y buscamos compartir con otros lo que no queremos o no sabemos compartir
en pareja. Nuestro compromiso primero es permitir que el otro sepa todo lo que soy y
me pasa, como también ayudarlo a crecer en realismo y humanidad para querernos con
un amor verdadero y salvador.
El amor y la gracia de Dios son los que nos convencen interiormente que nos
arriesguemos una y otra vez a poner en común y a acoger la debilidad, los límites y la
pobreza de ser hombres. En realidad cuesta creer que una relación verdadera y hermosa
se construye con estos materiales.
La confianza es un largo camino, un estilo de vida, un requisito indispensable para vivir
en el amor. De ninguna manera podemos confundirla con un sentimiento. Los
sentimientos son cambiantes, mientras la confianza es una decisión que tenemos que
tomar 70x7 veces y mucho más cada día.
Aprender a perdonar
Un tercer camino por donde circula la gracia y hace florecer a la pareja es el perdón,
remedio indispensable ya que cada día nos herimos. Son tantas las diferencias que nos
separan y las limitaciones que cada uno tiene, que nos impiden estar atentos para querer
al otro como lo necesita. También el pecado opera en nosotros y nos enceguece
haciéndonos elegir alternativas que hacen sufrir al otro.
Perdonar es la capacidad de comprender al otro en sus errores, en su debilidad, en su
pecado, ir a su encuentro y, mirándolo con ojos renovados, restaurarlo en su dignidad
para seguir caminando juntos.
Perdonar es una gracia de Dios que me permite ver nuevamente al otro como un don
para mí y redescubrirlo en su verdad, en su belleza, como alguien a quien necesito para
seguir viviendo. Es hacerle sentir que es más importante que cualquier cosa que haya
podido hacer y que no quiero quedarme en el dolor de la herida sino restablecer la
relación.
El perdón se hace posible cuando constato mis propias limitaciones y pecado, cuando
reconozco que yo también tengo que ser perdonado.
Pedir perdón es una audacia y una experiencia del amor humilde. Es mostrarse
vulnerable y necesitado, poniendo nuestra vida en las manos del otro para ser recreados.
Es un pedido que nace desde el corazón mismo de nuestra limitación y de los errores
cometidos. Es un grito todo lleno de humanidad que solicita ser escuchado para
recuperar la cercanía perdida.
Al pedir perdón estamos reconociendo cuánto necesitamos estar en comunión para
poder seguir viviendo. Son las experiencias de perdonar y de pedir perdón las que
robustecen y le dan madurez a la relación de pareja. No hay unión más profunda que la
que nace de dar vida y recibir vida del otro y no hay gozo comparable a esa experiencia
de comunión.
Aprender a celebrar
Aprender a celebrar es cultivar la capacidad de admirarnos de lo que el otro es y de
reflejar lo que es para mí. Se requiere aprender a mirar, a desentrañar la realidad y a
cantar su vida y la vida como un don de Dios.
Desgraciadamente vivimos en un contexto de exigencias, de más y más, y de
frustraciones por lo que aún falta, por lo no logrado. Es por esto que nos cuesta
detenernos para volver a mirar y permitirnos gozar de lo que el otro es y hace, de lo
hermoso y verdadero que tiene, de los pasos que ha podido dar, de lo que hemos podido
caminar juntos, de lo que juntos hemos creado y de lo que Dios y los hermanos nos han
regalado.
Nuestra sensibilidad está más atenta a reconocer y reflejar lo que nos incomoda e irrita;
por eso tenemos que hacer un esfuerzo importante para que nuestros ojos vean, nuestro
corazón celebre y, echando fuera toda rutina, admiremos cada día la gratuidad del amor,
de la compañía, de la vida junto a otro.
Celebrar es darle relieve a la vida junto al otro, es pensar para sacar la cuenta de lo
vivido, gozar de un nuevo acontecimiento de la vida, cantar lo logrado, es decir mi
gozo, nuestro gozo de vivir.
Celebrar está estrechamente vinculado a contemplar la realidad; y los que lo hacen, al
terminar, dicen amén a la vida y gracias a Dios, su autor.
Celebrar supone una opción y un aprendizaje. Es estar abierto a lo bueno, lo gozoso y lo
logrado, es destacar lo rescatable de cada situación, es cultivar una mirada clara, un
corazón agradecido y unos labios que dicen la vida; unas manos que apoyan y aplauden,
unos pies que bailan, una boca que canta. Es todo nuestro ser el que se sobrecoge ante
la bondad de Dios que pasa por nuestra vida de pareja y de familia.
El sacramento del matrimonio es una gran invitación a todos los casados a entrar en la
escuela de humanidad que es vivir humildemente cada día escuchando al otro,
confiando en él, perdonando y pidiendo perdón, celebrando toda la vida juntos.
Cada pareja ya tiene un cierto camino recorrido y le queda todavía tanto por andar. Es la
gracia, son los hombres, es la Iglesia la que hace posible continuar ya que necesitamos
del testimonio de parejas que buscan vivir con santidad estos caminos para así
configurarse con Cristo.
El Evangelio es una larga lista de hombres y mujeres confiados que supieron poner sus
vidas en las manos de Jesús. Intuían que El podía salvarlos, darles gozo y sentido, al
entrar en comunión. Hoy cada pareja sigue escribiendo su evangelio de salvación y los
hombres necesitan escuchar su anuncio para despertar a la esperanza. Es difícil la tarea
para el hombre pero sí es posible para Dios, Maestro de imposibles. Ser uno en la vida,
ser testigos del amor de Dios es invitación, es desafío, es esperanza.

• DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS:
-

¿Qué elementos nuevos has descubierto?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te comprometes?

-

¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo?

-

¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas?

-

¿Qué desafío se te plantea?

-

¿A qué te sientes llamado?

• PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA

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Matrimonio y familia en la sagrada escritura

  • 1. MATRIMONIO Y FAMILIA EN LA SAGRADA ESCRITURA Pastoral familiar, Valparaíso, Chile http://pfamiliar.blogcindario.com/2005/09/00018-matrimonio-y-familia-en-la-biblia-fichas-pastorales.html TEMA 1: MATRIMONIO Y FAMILIA EN EL PENTATEUCO • REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  ¿cómo te presentaron en el catecismo o en tu casa las figuras de Adán y Eva?  ¿qué concepto de amor humano, entre hombre y mujer, te enseñaron tanto en tu casa como en la Iglesia? • LECTURA BÍBLICA: Gn 2,18.21-22 y Gn 1,26-27 • LECTURA Y COMENTARIO 1 - LOS PRIMEROS TESTIMONIOS El pueblo judío, a quien Dios quería educar para el amor, era ingenuo y primitivo. Por eso la pedagogía de Dios se apoyó inicialmente en testimonios concretos. Entonces no era el momento de ideologías y doctrinas abstractas. Aquellos hombres elementales no estaban preparados para una reflexión de carácter teórico. En cambio, el ejemplo concreto y vital les iba muy bien. Siguiendo esta pedagogía, Dios presenta al pueblo hebreo unos prototipos históricos de amor conyugal: el ejemplo de Abrahán y Sara (Gn 17,15-22; 18,1-15; 20; 21,1-21; 23), de Isaac y Rebeca (Gn 24), de Jacob y Raquel (Gn 29,6-30), de Moisés y Séfora (Ex 2,16-22), de David y Micol (1 Sam 19,11-17). Las grandes figuras de la historia de Israel, los padres del pueblo, han amado de un modo grandioso y ejemplar. Su testimonio será un estímulo para el resto del pueblo. Quizás para nuestra mentalidad actual la ejemplaridad de estos personajes no nos convence plenamente. Sus vidas contienen aventuras extrañas a nuestro modo de concebir el matrimonio y la familia. Pero no por eso dejan de ser testimonios maravillosos de amor entre un hombre y una mujer, y mucho más en aquel tiempo. Un dato importante de estos primeros tiempos es que Dios comenzó el proceso de revelación bíblica a partir de experiencias religiosas familiares. "El Dios de los padres" es un Dios familiar. Para hablar de la cercanía de Dios se usan expresiones de la vida familiar. Se habla de Dios en relación a las realidades familiares y de grupo, y no en relación a las necesidades del Estado. Dios está íntimamente relacionado con los elementos vitales para el grupo familiar: nacimientos, vida de los hijos, relaciones y
  • 2. tensiones entre esposos, mujeres, hermanos y parientes. La historia más extensa del Génesis habla justamente de un casamiento (Gn 24). Se da gran importancia a las genealogías y a las muertes de los familiares. El Dios que va junto, que permanece ligado al grupo familiar, que está donde están los suyos, es una de las principales características de "la religión de los padres". Y el Dios que acompaña, va también al frente de ellos. El prevé el nuevo lugar de pastoreo y de sobrevivencia. Los cultos están también centrados en la vida familiar: nacimiento, casamiento, hijos, muerte. Y las funciones sacerdotales son realizadas por los miembros de la familia. La religión de los patriarcas tiene, pues, características de una religión familiar. Es importante tenerlo en cuenta. Si pretendemos poner en marcha un nuevo proceso de evangelización, hemos de comenzar por la familia. Así lo hizo el mismo Dios 2 - LA PAREJA HUMANA La pareja en los primeros relatos del Génesis En el Génesis encontramos dos relatos de la creación de la pareja humana. En los dos relatos se nos presenta el ideal que Dios tiene sobre la pareja humana. Estos textos revelan la presencia directa de Dios en la formación de la pareja humana. Los dos explican esta intervención divina de una manera directa: "Dijo Yavé: No es bueno que el hombre esté solo. Haré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude... Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Y le sacó una de sus costillas, tapando el hueco con carne. De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre" (Gn 2,18.21-22). En el segundo texto se descubre la misma voluntad soberana: "Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó" (Gn 1,26-27). Según ambas descripciones, la creación del hombre, en su doble cualidad de varón y mujer, no tiene su origen en ningún principio mitológico, ni su dimensión sexual ha sido causada por algún poder maligno, sino que todo es fruto de la palabra creadora de Dios. El relato más antiguo de la creación de la pareja (Gn 2,21-24), lleno de imágenes poéticas, contiene datos interesantes para comprender el significado de la atracción entre el hombre y la mujer La presencia de los animales no había bastado para solucionar la soledad humana, a pesar de su dominio y superioridad sobre ellos. En los animales el hombre "no encontró un ser semejante a él para que lo ayudara" (Gn 2,20). En esta situación es cuando la mujer se hace presente como gran regalo de Dios. El sueño profundo que sufre primero el hombre, anuncia, como en otras ocasiones, un gran acontecimiento: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Varona, porque del varón ha sido tomada. Por eso el hombre deja a sus padres para unirse a una mujer, y formar con ella un solo ser" (Gn 2,21-24).
  • 3. El grito de exclamación manifiesta una alegría inmensa al haber encontrado por fin el reflejo suyo, la compañera y ayuda que anhela; lo único que ha podido elegir y hacia lo que se siente atraído entre todos los seres que acaban de desfilar ante él. Acaba de brotar una comunidad más fuerte que ninguna otra, en la que los dos tienden a identificarse en un solo ser. La ayuda y comunión es claro que no se refiere sólo a una atracción sexual. El diálogo que aquí aparece entre el hombre y la mujer tiene resonancias afectivas y personales mucho más íntimas. Esta "ayuda" se traduce en roca firme en la que apoyarse, luz que ilumina, escudo que defiende, auxilio en quien confiar, fortaleza de los débiles, escucha atenta y cariñosa... Por ello el Eclesiástico, haciendo una alusión a este texto del Génesis, da también al encuentro con la mujer un horizonte muy amplio de ayuda: "La belleza de una mujer alegra el rostro y supera todos los deseos del hombre. Si habla siempre con bondad y mansedumbre, su marido es el más feliz de los hombres. El que consigue esposa principia su riqueza, pues tiene una ayuda semejante a él, una columna para apoyarse. Por falta de cierres la propiedad es entregada al pillaje; sin mujer, el hombre gime y va a la deriva" (Eclo 36,24-27). La llamada recíproca entre el hombre y la mujer queda orientada, desde sus comienzos, hacia esta finalidad. Por una parte, es una relación íntima, un encuentro en la unidad, una comunidad de amor, un diálogo pleno y totalizante, cuya palabra y expresión más significativa se encarna en la entrega corporal. Además, esa misma donación se abre hacia una fecundidad que brota como consecuencia del amor. Cuando Jesús en cierta ocasión se refirió a un problema conyugal, acudió a este proyecto primero como el modelo típico que había de mantenerse por encima de todas las limitaciones humanas: "¿No han leído aquello? Ya al principio el Creador los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán dos en un solo ser. De modo que ya no son dos, sino un solo ser" (Mt 19,4-5). La tragedia del pecado El relato de la caída de Adán y Eva va metido en medio de dos afirmaciones paralelas contradictorias. La primera cierra el anuncio gozoso de la comunidad nueva y grandiosa que acaba de nacer en el matrimonio: "Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza" (Gn 2,25). La segunda afirmación, colocada inmediatamente después de la caída, indica el cambio que se había realizado: "Se le abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos" (3,7). Con el desorden nacía en ellos el sentimiento de culpa. El hombre había acogido a la mujer con un grito de alegría (Gn 2,23); pero ahora le echa culpa a "la mujer que me diste por compañera" (Gn 3,22). Ya no forman los dos un solo ser. La ruptura realizada exige que la palabra de Dios se dirija a cada uno por separado para escuchar su propia condena (3,6-17). El sufrimiento en lo más esencial de la humanidad -maternidad y trabajo- sustituye al gozo anunciado de la fecundidad y del dominio sobre la tierra (2,28). Es que la pareja, modelo de unidad y compenetración, está resquebrajada en su base. El egoísmo instalado en lo más profundo del ser humano, hace difícil la actitud de apertura y entrega amorosa. No es extraño entonces que la sexualidad adquiera una tonalidad sombría, y se convierta en algo considerado como impuro y malvado.
  • 4. El sexto mandamiento: mutua dignificación El sexto mandamiento según el Éxodo dice textualmente: “No cometerás adulterio" (Ex 20,14). La intención del sexto mandamiento es proteger el bienestar del matrimonio y, consiguientemente, de la familia. En el sexto mandamiento, la ley de Dios muestra de un modo especial su profundidad. El cambio que quiere realizar en la sociedad es radical. La relación entre las personas debe cambiar totalmente. Debe convertirse en una relación de igual a igual, relación de amor y fraternidad. Y esta relación debe nacer desde el núcleo más íntimo de la vida: la relación hombre-mujer. ¡Es en la igualdad fundamental entre el hombre y la mujer y en el amor fiel entre los dos, donde se empieza a construir el Reino de Dios! El amor humano y el amor divino son dos realidades íntimamente unidas, que se iluminan y se fomentan recíprocamente. Por ello es tan importante la fidelidad al amor. Por eso se considera al matrimonio como sacramento, es decir, como signo del amor de Dios, no sólo para los cónyuges y sus hijos, sino para todo el pueblo. Y el objetivo primordial del sexto mandamiento es preservar la comunidad de amor formada por un hombre y una mujer, que ha de ser una imagen de la fidelidad de Dios. Por mucho tiempo el sexto mandamiento ha sido reducido a la práctica de la castidad, entendida como un esfuerzo por respetar el propio cuerpo. La Biblia, aun en el Antiguo Testamento, quiere más que esto. Quiere que sea respetada la imagen de Dios en el ser humano. Esta imagen aparece más plenamente cuando el hombre y la mujer llegan a un respeto mutuo y el amor entre ambos no es pretexto para dominar al otro, sino motivo de crecimiento igualitario y armonioso para los dos. • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes? - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te sientes llamado? • PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
  • 5. TEMA 2: MATRIMONIO Y FAMILIA EN LOS PROFETAS • REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  ¿qué simboliza para ti el matrimonio?  ¿qué concepto tienes de la fidelidad y del adulterio desde lo que te enseñaron tanto en tu casa como en la Iglesia? • LECTURA BÍBLICA: Mal 2,14-15 • LECTURA Y COMENTARIO EL MATRIMONIO COMO SIMBOLO DE LA ALIANZA: LOS PROFETAS Los profetas dan nuevos pasos en el proceso de la revelación. Dios es presentado como esposo y el pueblo como esposa. Dios es el esposo fiel que nunca falla y el pueblo es la esposa siempre amada, aunque casi siempre es infiel y a veces llega a ser una verdadera prostituta. Tan fuerte es la vinculación de la Alianza con el matrimonio, que se emplea la misma palabra, berith, para designar a ambos. El matrimonio ganará extraordinariamente con este descubrimiento. No será ya algo sin importancia, sino un verdadero misterio religioso. La mujer, poco a poco, dejará de ser vista como una cosa que se compra y se tira cuando deja de interesar al hombre, pues es amada por Dios entrañablemente. La alianza entre hombre y mujer debe reflejar el amor de Dios a su pueblo. Un testimonio de fidelidad: Oseas Oseas es el primero que utiliza lenguaje matrimonial para explicar la comunidad de amor entre Yavé y su pueblo. Cuando Oseas se ve traicionado por su esposa y a pesar de ello siente que la sigue amando, se da cuenta de que eso era exactamente lo que sucedía entre Dios y su pueblo: Dios seguía amando a aquel pueblo a pesar de sus infidelidades. "Ama a una mujer amante de otro y adúltera, como ama el Señor a los israelitas, a pesar de que siguen a dioses extranjeros" (3,1). Esto le llevó al profeta a mantener su fidelidad a pesar de la traición. En los tres primeros capítulos del libro de Oseas puede verse con qué fuerza aparece su amor traicionado y su firme decisión de perdón y fidelidad. A pesar de las leyes en contra, él busca a su esposa y vuelve junto a ella, la recibe y la perdona con un cariño impresionante. "La volveré a conquistar, llevándomela al desierto y hablándole al corazón" (2,16). "Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo a precio de justicia y derecho, de afecto y de cariño" (2,21). Un matrimonio conflictivo concreto ha servido de vehículo para el conocimiento de una verdad sobre Dios; a través de una experiencia tan dramática, el amor de Dios se ha hecho más comprensible. Y como contrapartida, se profundiza el misterio de la fidelidad y del perdón conyugal.
  • 6. La imagen del adulterio en Jeremías El libro de Jeremías emplea también de manera constante el símbolo del matrimonio. El pecado de Israel, su infidelidad, su idolatría, los excesos sexuales ligados al culto a Baal, quedan estigmatizados en la alegoría de la unión conyugal. "Igual que una mujer traiciona a su marido, así me traicionó Israel" (3,20). "Si un hombre repudia a su mujer, y ella se separa y se casa con otro. ¿Volverá él a ella? ¿No está esa mujer infamada? Pues tú has fornicado con muchos amantes, ¿podrás volver a mí?" (3,1). El profeta termina señalando la fidelidad infinita de un amor que no se acaba ni se consume: "Con amor eterno te he amado; por eso prolongué mis favores contigo. Volveré a edificarte y serás reedificada" (31,3-4). En el horizonte de Jeremías se vislumbra a lo lejos la nueva y definitiva Alianza que traerá Jesús: "Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (31,33). De nuevo un profeta, Jeremías, presenta al matrimonio como prototipo del amor entre Dios y su pueblo. Esta vez está también presente el sentido de perdón por parte de uno de los cónyuges. Y algo más aún: el deseo de ayudar a regenerar a la parte infiel: "Volveré a edificarte..." Significado simbólico de la entrega conyugal Para nosotros lo importante de todo este lenguaje profético reside en su presupuesto de base. Si los profetas se han valido del matrimonio para que el hombre vislumbre la realidad de sus relaciones con Dios, es necesario que el amor conyugal sea capaz de describir el misterio de la Alianza entre Dios y los hombres. El matrimonio debe adquirir esa densidad significativa. Como gesto y experiencia humana debe estar lleno de este valor trascendente: ser signo e imagen de la amistad y el cariño divino. La historia de un amor conyugal, con sus progresos y crisis, con sus gozos y tinieblas, es el reflejo de una intimidad profundamente misteriosa. El corazón de Dios se nos hace de esta manera más comprensible. Al proclamar este mensaje de salvación, los profetas han acentuado con una fuerza extraordinaria, aunque sin buscarlo de manera directa, cuál debe ser el significado de la entrega conyugal. Debe existir una semejanza creciente entre el amor de Dios y el amor entre esposos, fiel y misericordioso, hasta las últimas consecuencias. Amor que no sólo se demuestra en los buenos momentos, sino también, y de una manera muy especial, sabiendo perdonar y olvidar. La lección profética sobre el amor conyugal no se refiere sólo a su aspecto espiritual, sino que abarca también la relación más íntima. Sabemos que el verbo utilizado por la Biblia para expresar la donación corporal es "conocer", y Dios se queja constantemente de que su pueblo no lo conoce. "Conocer un hombre a su mujer" nos evoca, por tanto, un hondo sentido de intimidad, de entrega profunda en todos los órdenes, de revelación progresiva y recíproca hasta formar una sola carne, una sola vida, un solo ser. Que los profetas hablen de la infidelidad de la esposa, no quiere decir que ataquen solamente las infidelidades femeninas, y no las masculinas. Se trata sólo de una comparación, en la que el pueblo está representado por la esposa y Yavé es el esposo.
  • 7. Respecto a infidelidades concretas de los hombres, encontramos una cita muy elocuente en el profeta Malaquías: "Yavé es testigo de que tú has sido infiel con tu esposa, a la que amabas cuando eras joven. Ella, a pesar de todo, ha sido tu compañera, y con ella te obliga un compromiso. ¿No ha hecho Dios de ambos un solo ser que tiene carne y respira? Y este ser único, ¿qué busca sino una familia dada por Dios? No traiciones, pues, a la mujer de tu juventud" (Mal 2,14-15). • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes? - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te sientes llamado? • PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
  • 8. TEMA 3: MATRIMONIO Y FAMILIA EN LOS LIBROS SAPIENCIALES • REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  ¿qué opinas de los celos?  ¿qué concepto tienes de la mujer en el matrimonio y en la familia a partir de lo que te enseñaron tanto en tu casa como en la Iglesia? • LECTURA BÍBLICA: Prov 5,15-20 • LECTURA Y COMENTARIO LA LITERATURA SAPIENCIAL Los libros sapienciales de la Biblia muestran una faceta profundamente humana de la familia. La mayor parte de estos libros nacieron de la comunidad judía de Alejandría, en contacto con la civilización griega, de mentalidad bastante diferente a la judía de Palestina. La fecundidad no aparece como un bien absoluto, ni la esterilidad, por tanto, es considerada como maldición. Desaparece en gran parte la poligamia. Y se abre el horizonte a nuevas perspectivas dentro de la familia. Se acentúa, sobre todo, la grandeza del amor conyugal y el relieve que toma la mujer como ayuda y compañera. Los libros sapienciales subrayan la importancia de la mujer fuerte, la mujer de la primera juventud, la mujer de su casa. Con un gran respeto a la mujer y al mismo tiempo con un conocimiento existencial de ella. Se da, además, especial importancia a la atención a los padres ancianos y a la educación de los hijos. Dignificación de la mujer Los autores sapienciales describen lo que significa la mujer en la vida del hombre. "Quien encuentra mujer, encuentra un bien, alcanza favor del Señor" (Prov 18,22). "Vale mucho más que las perlas" (Prov 31,10). Célebres son los elogios de los Proverbios a la buena esposa: "Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? Es de más valor que cualquier joya. Su marido puede confiar en ella: ¡qué beneficio no le traerá! Le devuelve el bien, no el mal, todos los días de su vida. Aparece fuerte y digna, y mira confiada el porvenir. Habla con sabiduría y enseña la piedad. Está atenta a la marcha de su casa, y nunca ociosa. Sus hijos se levantan y la llaman dichosa. Su marido la elogia diciéndole: 'Muchas mujeres han obrado maravillas, pero tú las superas a todas'. Merece destacarse el elogio que realiza el libro del Eclesiástico a los esposos unidos, resaltando el papel primordial que se da a la esposa:
  • 9. "Feliz el marido de una buena mujer; el número de sus días se duplicará. Una mujer valiente es la alegría de su marido; pasará en paz todos los días de su vida. Una mujer buena es don excelente, reservada para el que teme al Señor; rico o pobre, su corazón es dichoso y muestra siempre alegre el rostro... La gracia de la esposa hace la alegría de su marido, y su saber es reconfortante para él... Como el sol matinal sobre los cerros del Señor, así es el encanto de una mujer buena en una casa bien ordenada. Como la luz que brilla en el candelabro sagrado, así es la belleza de su rostro en un cuerpo bien formado..." (Eclo 26,14.13.16-17). Todas estas citas ciertamente están vistas desde la perspectiva del hombre. Pero, dentro de aquel ambiente machista, la Biblia se esfuerza en exaltar el papel destacado de la mujer dentro del hogar. Sin ella no puede vivir el hombre. "Por falta de cierres la propiedad es entregada al pillaje; sin mujer el hombre gime y va a la deriva" (Eclo 36,27). En aquel ambiente machista la fidelidad a la propia esposa se volvía algo difícil. Por eso tienen especial mérito las exhortaciones en este sentido: "Bebe el agua de tu cisterna, la que corre de tu propio pozo. ¿Deben derramarse fuera tus fuentes? ¿Correrán por las plazas tus arroyos? Sean para ti solo y no para los de afuera. ¡Bendita sea tu fuente, y sea tu alegría la mujer de tu juventud! ¡Sea para ti como hermosa cierva y graciosa gacela; que sus pechos sean tu recreo en todo tiempo; que siempre estés apasionado por ella! ¿Cómo te apasionarías, hijo, por una desvergonzada, y reposarías en el regazo de una ajena?..." (Prov 5,15-20). Ejemplo típico de fidelidad de una mujer a su marido más allá de la muerte es el de Judit (Jdt 8,4-6; 16,22). Los celos Los celos son con frecuencia un problema que atenta contra la armonía conyugal. Estos libros tratan del tema con insistencia. Se combate tanto los celos del marido como los de la esposa: "No tengas celos de tu propia esposa; le causarás malos deseos contra ti" (Eclo 9,1). "La mujer celosa de otra, es dolor del corazón; su lengua es un azote que a todos alcanza" (Eclo 26,6). Igual que alaban a la mujer sensata, los libros sapienciales atacan con dureza a la mujer deslenguada: "Gotera que no deja de caer en día de lluvia y mujer caprichosa son iguales. Atajarla es como atajar el viento y agarrar el aceite con la mano" (Pro 27,15-16). "Como una cuesta arenosa para los pies de un anciano así es la mujer parlanchina para el hombre tranquilo" (Eclo 25,20) "Una mala mujer es como un yugo mal amarrado a los bueyes; querer dominarla es como agarrar un escorpión" (Eclo 26,7). En el ambiente bíblico, dominado por los varones, se achacan estos defectos a la mujer; pero por supuesto que también existen hombres caprichosos y habladores. A la luz de la experiencia y de la revelación posterior sabemos que la armonía del hogar es obra tanto del hombre como de la mujer. Educación de los hijos Los libros sapienciales están llenos de normas sobre la educación de los hijos.
  • 10. En ellos se habla con frecuencia de la alegría que los hijos traen a la familia. "Si un padre llega a morir, es como si no hubiera muerto, porque deja tras de sí a un hombre que se le parece. Cuando vivía, al verlo, se regocijaba; al morir no se siente apenado" (Eclo 30,4-5). Sobre la educación de los hijos, se elogia el camino del rigor: "Corrige a tu hijo: te ahorrarás inquietudes y hará la felicidad de tu alma" (Prov 29,17). “no dejes que vaya a la muerte" (Prov 19,18). Esto no quiere decir que la Biblia apoye toda clase de corrección insensata. A veces los padres corrigen llevados del mal humor o del capricho. "Hay reprensiones inoportunas; hay un silencio propio del hombre sensato" (Eclo 20,1)."No reprendas antes de examinar; reflexiona primero, y después reprende" (Eclo 11,7). Esta insistencia en corregir oportunamente al hijo tiene siempre como telón de fondo buscar el bien futuro de él mismos. Es una muestra de amor "para que no vaya a la muerte". Respeto y atención a los padres Dentro del espíritu familiar de Israel, se ponía un especial énfasis en honrar a los padres, y a ello se le daba una especial fuerza religiosa: "Quien honra a su padre paga sus pecados; y el que da gloria a su madre se prepara un tesoro. El que honra a su padre recibirá alegría de sus hijos y, cuando ruegue, será escuchado. El que glorifica a su padre tendrá larga vida. El que obedece al Señor da descanso a su madre y, como a su Señor, sirve a quienes le dieron la vida" (Eclo 3,3-7). Se insistía en la atención a los padres ancianos: "Hijo cuida a tu padre en su vejez, y mientras viva no le causes tristeza. Si se debilita su espíritu, perdónale, y no le desprecies, tú que estás en plena juventud. Pues la caridad para con el padre no será olvidada; te servirá como reparación de tus pecados" (Eclo 3,12-14). "Como quien injuria a Dios, es quien abandona a su padre y maldito del Señor quien ofende a su madre" (Eclo 3,16). Especial maldición merecen los que despojan a sus padres de sus bienes: "El que despojó a su padre y a su madre diciendo: no es ello pecado, es socio del criminal" (Prov 28,24). "El que despoja al padre y echa de la casa a su madre es un hijo infame y degenerado" (Prov 19,26). Estas sentencias entran dentro de la línea bíblica de atención preferencial a los necesitados, ya que a veces no hay prójimo más necesitado que los propios padres ancianos. Y pienso que hoy son profundamente actuales. • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes?
  • 11. - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te sientes llamado? • PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
  • 12. TEMA 4: CANTAR DE LOS CANTARES: UN EVANGELIO DEL AMOR REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  ¿qué significan para ti la pasión, la ternura y el contacto físico en la relación de pareja?  ¿qué se te dijo de los temas de la pregunta anterior en tu familia y, eventualmente, en la iglesia? • LECTURA BÍBLICA: Cant. 1,7 al 2,7 • LECTURA Y COMENTARIO EL CANTAR DE LOS CANTARES: UN EVANGELIO DEL AMOR Cualquier reflexión seria sobre el matrimonio ha de tener en cuenta el librito bíblico llamado "Cantar de los Cantares". En muchas ocasiones se espiritualiza totalmente su contenido, quizás creyendo que el amor humano no merece el carácter de sagrado. No se trata aquí originalmente del amor entre Yavé y el pueblo elegido. Aunque ello no quita que se le pueda dar una interpretación simbólica refiriéndolo al amor de Dios y su pueblo. Pero directamente el librito habla del amor humano de enamoramiento. Ya fray Luis de León, en 1561, decía que el Cantar "no quiere decir más de lo que suena". La expresión del enamoramiento tiene su propio lenguaje. Renunciar a él sería reprimir una realidad humana. En la Biblia no estaría recopilado todo el acontecer humano si faltase la expresión del amor físico. Dios reveló a través de su pueblo todas las posibilidades humanas. Y una de ellas es la relación amorosa. ¿Por qué se ha de escandalizar el hombre de fe cuando comprueba que el Cántico es la expresión del amor físico? Cuando el autor escribe: "¡Que me bese con los besos de su boca! Tus amores son un vino exquisito" (1,2-3), ¿por qué no entender el mensaje tal como se nos da, sin sentir necesidad de espiritualizarlo? Este librito es sencillamente una colección de diálogos entre una pareja de enamorados, "pastor de azucenas" y "señora de los jardines". Son canciones con dos protagonistas por igual. El y ella, sin nombres propios, representan a todas las parejas de la historia que repiten el milagro del amor. Está redactado seguramente durante la época de la dominación persa, algún tiempo después de la vuelta del destierro de Babilonia. Y su mensaje es de una originalidad extraordinaria, pues va contra corriente de toda la cultura de entonces, tan despreciadora y manipuladora de la mujer. No se hacía valer a la mujer por sí misma, sino por los hijos y por las ventajas que pudiera traer al varón. Ella no podía expresar nunca lo que sentía y quería. No se le valoraba en su singularidad. Jamás se le ponía en plano de
  • 13. igualdad con el varón. No se ha encontrado en todo el Medio Oriente antiguo un testimonio de amor femenino como éste, tan directo, tan fino y tan lleno de entusiasmo. Todas las canciones de amor están expresadas desde el punto de vista masculino. Parece que no se habla de una historia realmente sucedida, pues en aquel tiempo las chicas israelitas vivían recluidas, sin poder salir a la calle y menos aún de noche. Es el sueño, la añoranza, el deseo de una mujer lo que aquí se nos entrega. Expresa con fuerza y ardor lo que le estaba prohibido: sentir y querer como mujer. Ama, sueña y llora como mujer, y esa sinceridad es su grandeza. Ella está dispuesta a hacer lo imposible con tal de unirse para siempre a él. Para ella la vida sin amor es sólo desasosiego y tristeza. Toda su vida es para su amado, toda su preocupación va hacia él, toda ella es para él. El canto contenido entre el 1,7 al 2,7 se podría llamar "locura de amor". Ella quiere ser para él perfume; quiere agradarle y dulcificarle la vida toda. Con su amor ella le arrulla a él, le devuelve la tranquilidad y la inocencia. Es una especie de éxtasis. Ella lo hace nadar entre aromas de flores y perfumes, lejos de las asperezas de la vida. En él llena ella su vida y en ella él. En el capítulo 4. El jardín es ella, la fuente es ella, los perfumes son ella, y lo que quiere es que su amado goce con ella. Es ella la que se extasía ante el recuerdo de su amado. Es ella la que sueña con lo que quiere que le diga él. Es ella la que canta la posesión, la unión, el sosiego y la transformación que opera la unión de los cuerpos. Se trata de la expresión de toda la sensibilidad de una mujer (leer 5,2 - 6,3). En la "danza del amor" (7,1 - 8,4), se describe la belleza corporal de la mujer, sin ningún tipo de puritanismos, pero con fina elegancia. No se trata de un cuerpo que se vende: ¡se admira a una mujer!. No es un medio de seducción y de propaganda; es una mujer que goza y sabe compartir la alegría. Se canta a toda la belleza y a todo el encanto de la mujer, sin despreciar o devaluar ningún aspecto de ella. En el Canto se celebra al hombre que sabe conquistar, pero que también sabe respetar y admirar. Es el hombre que sabe corresponder a los deseos de la mujer amada. El Cantar libera al amor humano de las ataduras del puritanismo y al mismo tiempo del libertinaje del erotismo. Se habla del amor humano con una maravillosa naturalidad poética, sin malicia. Lo que de verdad interesa a esta pareja es el amor interpersonal, un amor cargado de emoción y de cariño. "Yo soy para mi amado y su deseo tiende hacia mí" (7,11). "Su izquierda bajo mi cabeza y su derecha me abraza" (8,3). Implícitamente el Cantar afirma que la sexualidad es un modo humano de expresar la donación mutua, fruto del amor. Se trata de una alabanza ferviente a la sexualidad humana. Aquí vale lo que se le dijo a San Pedro en otro contexto: "Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano" (Hch 10,15). El Cantar de los Cantares es la carta magna de la liberación de la mujer y, por lo tanto, también del varón. En él se libera al sexo de todas sus miopías y mezquindades. El sexo de los hijos de Dios no embrutece, sino que humaniza. Cuando es verdadero, acerca al Dios que lo creó. Es una manera de hablar de Dios, fidelidad y ternura...
  • 14. Este canto de amor es un acto de fe en la bondad creadora de Dios. Sin fe, el Cantar no sería posible. Detrás de estas palabras está presente el Dios que es fidelidad y ternura: ¡amor inconcebible! Este final del Cantar resume todo lo dicho. Nada puede detener la fuerza del amor cuando nace en el corazón humano. Y todos los tesoros son nada para adquirirlo, pues es imposible comprarlo. El amor es un don que nos viene de forma gratuita. El hombre y la mujer ante el amor son nada, pues el amor es la llama de Dios. "Es fuerte el amor como la muerte, y la pasión, tenaz como el infierno. Sus flechas son dardos de fuego, como llama divina" (8,6). • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes? - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te sientes llamado? • PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
  • 15. TEMA 5: TOBIAS: AMOR Y FECUNDIDAD REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  ¿qué concepto de amor humano, entre hombre y mujer, te enseñaron tanto en tu casa como en la Iglesia?  ¿cuáles son, a tu juicio, los componentes principales de una relación matrimonial? • LECTURA BÍBLICA: Libro de Tobías (completo) • LECTURA Y COMENTARIO TOBIAS: AMOR Y FECUNDIDAD Otra bella expresión de amor en el Antiguo Testamento, complemento del Cantar, es el libro de Tobías. Pero en este libro aparecen sintetizados de un modo realmente maravilloso todos los elementos que a lo largo de la revelación bíblica han ido apareciendo hasta ahora. El matrimonio de Tobías y Sara se vive en un ambiente profundamente religioso de oración, de intimidad personal y con la firme voluntad de darse el uno al otro total y definitivamente. En este librito post-exílico se profundiza espiritualmente en la misión de la pareja, acercándose al ideal propuesto por Dios. Dice el ángel a Tobías, según la versión de la Vulgata: "Escúchame y te mostraré quiénes son aquellos contra los que puede prevalecer el demonio. Son los que abrazan el matrimonio de tal modo que excluyen a Dios de sí y de su mente y se entregan a su pasión" (6,16-17 vulg.). Un amor casto, santificado por la plegaria (6,18; 8,4-8), acerca el matrimonio de Tobías al prototipo original, caracterizado por la procreación (Gn 1,27-28; Tob 6,21-22 vulg.) y la ayuda mutua (Gn 2,18; Tob 8,6). Amor, fecundidad, ayuda mutua, son las notas del matrimonio prototipo original. Con Tobías culmina la enseñanza sobre el matrimonio en el Antiguo Testamento. Los resultados de la pedagogía empleada por Dios han sido lentos, pero han dado sus frutos. Los tiempos van estando ya maduros para la venida de Cristo y la predicación de su mensaje de amor. • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes? - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿Qué desafío se te plantea?
  • 16. - ¿A qué te sientes llamado? PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
  • 17. FICHAS “REFLEXIONEMOS SOBRE EL MATRIMONIO” TEMA 1: El matrimonio: un regalo y una opción REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  Ensaya una definición propia de matrimonio.  ¿Por qué se puede decir que el matrimonio es un regalo y una opción?  ¿Cuáles son, a tu juicio, los componentes principales de una relación matrimonial? • LECTURA Y COMENTARIO El Sacramento del Matrimonio: Un Regalo y una Opción por Álvaro González, Pbro. y Pelagia Ortúzar, sicóloga (Artículo publicado en los Cuadernos de Espiritualidad del Centro de Espiritualidad Ignaciana) No es frecuente oír hablar a los cristianos de las aventuras en que se ven envueltos en su fe. Poco hablamos de nuestros sueños, de nuestros descubrimientos, de la paciente siembra de sabiduría que el Señor va imprimiendo en nuestro corazón. Nos hemos ido poniendo prudentes, medidos, doctrinales. Hemos institucionalizado nuestra fe, dimensionado nuestra esperanza y reducido nuestra caridad. Así hemos ido perdiendo también fuerza para vivir y dar a conocer la presencia de la gracia de Dios en nosotros. Hoy quisiera mostrar la vida matrimonial sacramental como una desafiante novedad en medio de una humanidad cansada por el trabajo excesivo, sometida a la eficiencia de la ciencia y de la técnica y conducida alienadamente por la propaganda. Vivimos en una sociedad que no apoya la vida de pareja; por un lado le exige "sanidad" y la presenta como la manera de alcanzar la felicidad, y por otro, no le da los medios para hacerlo. Esto hace que muchas parejas se sientan presionadas a lograr algo fuera de su alcance, lo que las lleva a una búsqueda incesante de parejas cada vez más idealizadas. La frustración que sigue a la idealización hace que muchos teman o se nieguen a formar relaciones permanentes y estables. Los cristianos somos hombres y mujeres capaces de soñar y sufrir, marcados por un proyecto que da sentido a nuestras vidas: seguir el camino de Jesús. ¡Si las parejas supiéramos el importante regalo que llevamos en nuestras manos al recibir de la Iglesia el sacramento! Son los medios que el Señor pone a nuestro alcance para lograr nuestra felicidad. El matrimonio es una tarea; un trabajo hermoso, delicado, difícil de realizar. Exige una radicalidad que atrae y atemoriza. No negamos las dificultades pero también sabemos bien "en quién hemos puesto nuestra confianza".
  • 18. Casarse por la Iglesia es una aventura trabajosa, pero también un inmenso don. Buscamos que nuestra vida de pareja sea una vida sacramental, porque nuestra fe nos permite intuir que no bastan las fuerzas de un hombre y una mujer para recorrer el camino que emprendemos. Sabemos que el amor se cansa, que nos desviamos sin darnos cuenta, que hoy no contamos con una "red social" que nos contenga. Necesitamos ser ayudados por Dios y apoyados por nuestros hermanos. Por medio de las gracias del sacramento, Jesús viene en auxilio de nuestra debilidad, se hace compañero, a veces como una suave brisa que no sabemos de dónde viene, otras como un viento fuerte y poderoso que renueva nuestra vida cotidiana, revitalizándola. Si estamos atentos, notamos su presencia en la paz de los períodos tranquilos que nos llenan del gozo de vivir juntos. Pero también, y en especial cuando nos topamos con nuestros límites, cuando cansados, adoloridos, desilusionados de nuestras capacidades humanas, sorpresivamente aparecen posibilidades nuevas, insospechadas, que nos sorprenden, que escapan a toda lógica. En esos momentos percibimos la presencia de la gracia de Dios. Descubrir su presencia como algo verdadero, vivo y eficaz, es de los dones más hermosos que las parejas podemos recibir. Pero esta gracia no es una imposición, se inscribe en el marco de libertad con que el Señor ha querido dignificarnos. Dios garantiza su poder pero nosotros podemos bloquearlo, despreciarlo o recibirlo en vano. Requiere de nuestro consentimiento, de una opción que nos involucre en el misterio de ser "signos del amor de Cristo por su Iglesia". En el Sacramento del matrimonio podemos reconocer esta presencia en cinco gracias específicas: La gracia de la unidad Nadie como una pareja conoce lo distintos que somos los seres humanos. La convivencia cotidiana nos permite reconocer los mil matices diferentes que distinguen nuestra propia aproximación al mundo y que nos llevan permanentemente a buscar satisfacer nuestras necesidades por caminos diferentes. Sin embargo, de aquella opción inicial, sacramentada por Dios frente a la Iglesia, de "permanecer unidos hasta que la muerte nos separe", surge una fuerza misteriosa que va mas allá de las diferencias, tentaciones y caídas, permitiéndonos seguir unidos, buscando y trabajando por la cercanía, por sernos fieles. Es la gracia de la unidad que hace brotar en nosotros deseos de pertenecernos y nos permite ir creciendo en el aprendizaje de "ser de otro" y "contar con otro", a lo largo de los años. Sólo así podemos ver y gozar de la individualidad de nuestra pareja como un don que enriquece la esencia de nuestra vida en común, llevándola a una dimensión que trasciende la suma de nuestras personalidades, manifestando el misterio de "los dos se harán una sola carne". De manera profética, esta unidad desafía la visión contemporánea de la autosuficiencia y del antagonismo como motor del progreso, señalando más bien el camino del diálogo y la colaboración. La gracia de la paternidad
  • 19. También conocemos de los sacrificios, renuncias, esfuerzos con que vamos creando una manera y un lugar para acoger la vida de nuestra familia, donde aprendemos a compartir el cariño, a abrir el corazón a las necesidades de quienes buscan consuelo. Hemos optado libremente por ser padres, dispuestos a no separar nuestro amor de pareja de la posible paternidad que le es inherente, y el Señor nos regala la gracia de la paternidad. Somos así de una manera muy especial cocreadores con Dios. El es el padre de todos y crea un mundo grande y hermoso, que en muchas partes hemos transformado en lugares de conflicto y dolor. Pero la vida sacramental de la pareja va engendrando hijos, acogiendo amigos necesitados, y es una invitación interior permanente a donarnos sin medida para su bien. Vamos haciendo con el Señor la "tierra nueva", en la audacia de la renuncia a nuestra propia vida y comodidad, por el bien de los hijos que el Padre nos ha encomendado; y así ellos van aprendiendo a compartir y entregar su vida por otros, a crear espacios donde los hombres se encuentren en la verdad de sí, en la fraternidad y en la búsqueda y celebración de Dios. La gracia de la elevación Muchas veces nos sorprende la transformación que se opera en una pareja que al mirarse se transfigura ante nuestros ojos, desapareciendo las huellas de los años, los dolores, el cansancio. Los vemos en su "imagen y semejanza" al Padre y podemos admirarlos en la esperanza de ser vistos así por el Señor. Es que para aquellos que eligieron amarse en "salud y enfermedad", Dios ha reservado una gracia muy hermosa, la de la mirada profunda que eleva. Es el don de mirar en el otro, penetrando hasta el fondo de su ser, donde se encuentra en su forma original, para ayudarlo a emerger; y así pueda llegar a ser la creatura que El hizo. Es el lugar donde se encuentra la humanidad del hombres con la divinidad de Dios. Para gozar de esta presencia de Jesús en el interior de la pareja, vamos aprendiendo a estar con nosotros mismos y detenernos para entrar cuidadosamente, junto con el otro, en nuestros jardines interiores. Para esto necesitamos vencer nuestra ignorancia, timidez y superficialidad. Superar el temor a hacernos vulnerables. Aprender a ir más allá de las rutinas para buscar el misterio profundo del otro. Al acoger la gracia de la mirada profunda, la pareja puede ir por el mundo reconociendo, más allá de las apariencias, la presencia de Dios en cada hombre y mujer, en cada situación; y, superando las oscuridades y conflictos, esto nos enseña a discernir. La gracia de la irradiación El compromiso libre de los esposos frente a la Comunidad de Iglesia es amar y respetar a su pareja. Permite que se derrame en ellos la gracia de la irradiación con la que se transparenta el amor de Dios a todos los hombres. Nos transformamos así, frente a la comunidad, en testigos del amor del Señor. Es en nuestro amor de pareja donde permitimos visualizar el amor del Señor. La pareja, al irse jugando por vivir la unidad, por crear un hogar que acoge, que abre sus ojos para ver, en la profundidad del otro y de los otros, la obra del Señor, se va inundando de una delicada luminosidad que hace presentir el amor del Señor. Su vida de pareja va siendo una fuerza que atrae a otros. Es al ver a una pareja que se ama cómo
  • 20. los hombres pueden aprender algo del amor que Dios nos tiene. Santos son los hombres que saben amar y es en la donación total de uno por el otro que el Señor quiere hacer sentir su amor por cada hombre. La gracia de la sanación Peleas y reconciliaciones, heridas profundas con lentos y trabajosos reencuentros, son una constante en la vida de las parejas. Pero hemos elegido unirnos para toda la vida a otro ser, distinto y limitado, con una capacidad de amor que será siempre insuficiente para nuestros anhelos de absoluto. Heridos y frustrados, necesitamos constantemente de la gracia de volver a empezar, la sanación. Es la presencia comprometida de Jesús la que restaura nuestras heridas. Cada vez que desilusionados tendemos a separarnos, a encerrarnos en nuestros dolores, lejos del gozo y la fecundidad, percibimos una misteriosa presencia que alienta y confirma nuestra voluntad de volver a partir junto al otro, de reencontrar en el perdón la capacidad de sobrepasar el propio dolor, para fijar la mirada, más amplia y generosa, primero en nuestra pareja y luego en tantos que han sido heridos. La historia de las parejas que optan por vivir el sacramento va permitiendo que la capacidad de reconciliación se vaya expandiendo en el mundo de las desconfianzas y los conflictos. Y crece así la esperanza de un encuentro más amplio entre los hombres. El casarse como cristianos, el recibir el sacramento, es un regalo pero también es una opción. Las decisiones de permanecer unidos, ser padres, amarnos en salud y enfermedad, amar y respetar a nuestra pareja, para toda la vida, es necesario renovarlas día a día. Esto supone seguir el camino de Jesús. Supone creer y aprender a ser felices a su manera. Supone aceptar la invitación a vivir no sólo para sí y los suyos, sino a querer ser testigos, para los hombres de nuestro tiempo, de un amor real, vivo y presente del Señor por cada uno. No basta casarse para que haya sacramento, hay que elegirlo como un camino que toma toda la vida. Sólo así podremos hacer ver con nuestro testimonio que la felicidad y la plenitud son posibles hoy, siguiendo el camino que Jesús y la Iglesia nos proponen. Matrimonio regalo y opción. Gracias a Dios. Para hombres y mujeres que libremente escogen y renuevan su voluntad de permanecer unidos, encarnando el amor de Cristo por su Iglesia, hasta que la muerte los separe. • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes? - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿A qué te sientes llamado? • PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
  • 21. TEMA 2: El matrimonio: gozo y tarea REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  Ensaya una definición propia de matrimonio.  ¿Por qué se puede decir que el matrimonio es un gozo y una tarea?  ¿Cuáles son, a tu juicio, los principales desafíos para las parejas hoy? • LECTURA Y COMENTARIO El Matrimonio: Gozo y Tarea por Álvaro González, Pbro. y Pelagia Ortúzar. (Artículo publicado en los Cuadernos de Espiritualidad del Centro de Espiritualidad Ignaciana) Ser pareja toda una vida es uno de los desafíos mayores y más arduos que un hombre y una mujer pueden emprender. Requiere de cada uno esfuerzo, lucidez y bondad a raudales. Es necesario crear lazos afectivos y canales de comunicación por donde circula una vida nueva y misteriosa, de la que nadie puede dar cuenta en forma clara y precisa. En el matrimonio conocemos bien el punto de partida y se entrevé el punto de llegada pero el camino a recorrer es totalmente incierto y hay que irlo haciendo cada día. Es la convivencia cotidiana la que da forma y realidad al amor de pareja, a los sueños compartidos, y son muchas las personas y situaciones que condicionan la posibilidad de permanecer unidos. El matrimonio es una tarea a realizar, un lugar donde se aprende a vivir, una ocasión de creer y por eso la Iglesia no se cansa de favorecerlo, de servirlo y de invitar a descubrirlo siempre con ojos nuevos para vivirlo mejor. ¿Cómo aprender a vivir gozosamente el matrimonio? La relación de pareja requiere ser cuidada a lo largo de los años. No basta vivir el cada día como vaya saliendo ya que no es así como podemos hacer madurar el amor y crecer en humanidad. Se necesita tiempo y reflexión para aprender de lo vivido, para decidir los caminos a seguir, para cargar juntos con el dolor, que es parte de la vida de todos. El matrimonio es ocasión de gozo, es tarea que no termina y es un lugar de aprendizaje privilegiado, es escuela de vida donde se aprende y se enseña cada día.
  • 22. 1. El matrimonio es gozo. Ser pareja permite compartir lo bello de la vida, lo grande y lo pequeño, lo cotidiano y lo especial. Necesitamos adiestrar los ojos para tener una mirada penetrante y un corazón capaz de admiración. Algunos de los gozos que a lo largo de los años cada pareja va celebrando: a) La alegría de pasar por la vida acompañados, de ser dos para enfrentar las mil encrucijadas que a lo largo de los años se plantean. Es el gozo de tener a alguien junto a sí con quien compartir el "buenos días" cotidiano, las preocupaciones del día y los sueños de la noche. Es la posibilidad de discutir alternativas ante una decisión, sabiendo que el otro conoce lo que para mí significa la incertidumbre, el amor, la familia, el trabajo, el dinero, el ayer, la enfermedad, el fracaso. En una palabra, la vida. Es el gozo de contar con alguien que refleje lo que soy y lo que digo. A veces estará de acuerdo, otras muchas no, pero mis palabras no se pierden en el silencio. ¿Cómo no celebrar el poder compartir alegrías y logros que son frutos de la complicidad y que al ser compartidos se plenifican y adquieren un peso de vida mayor? b) El gozo de ir haciendo una historia juntos, de recorrer un camino juntos, en el afecto, en el sexo, en la fe. Es poder mirar para atrás y hacer recuerdos de lo que fuimos. Es la alegría de ser testigos de los procesos tuyos y míos y de los de ambos en la tarea de hacernos pareja. ¡Cuántas experiencias nuevas a medida que las etapas de la vida se suceden! Casi sin darse cuenta viene la vejez y es ocasión de gozo el poder envejecer juntos, compartir lo que la vida va enseñando y reírse y llorar de tantos hechos que conforman el hoy y nos preparan para el mañana. c) El gozo de llegar a tener y compartir una casa, un lugar nuestro. Arreglar sus espacios, decorar sus murallas, tener un lugar grato donde sentarse a conversar, a leer el diario, a tomarse un café, donde podamos recibir a otros. Es el gozo de tener un dormitorio, lugar de encuentros y desencuentros, albergue de penas, espacio de compañía y un lugar especial tiene la cama, nuestra cama, testigo privilegiado de nuestra historia. d) El gozo de engendrar vida nueva y contemplar cómo nuestros hijos crecen y van encontrando su camino. Es el gozo simple de ver salir un diente, aprender a caminar; es el primer día de colegio y la graduación; es reconocer en otro mis rasgos y los tuyos, es sentirse prolongado y que nuestra vida, nuestro esfuerzo y nuestro amor no han sido en vano. Es poder contemplar, también, lo que hemos podido hacer por los demás, nuestro aporte como pareja y como familia a la sociedad. Esos pequeños grandes proyectos a los que
  • 23. hemos entregado nuestro trabajo y dedicación y que son parte importante de nuestra vida. e) Un gozo más profundo es cuando podemos reconocer que somos sacramento del amor de Dios, que nuestra historia de amor, nuestras peleas y reconciliaciones, nuestros esfuerzos por compartir son historia santa, hechos de Iglesia. Nuestra vida simple tiene un valor incomparable a los ojos de la comunidad cristiana porque anuncia y explicita el amor de Dios por su pueblo. Nuestro amor matrimonial se va poniendo paciente, misericordioso y transformador como el de El y esto es el triunfo de la gracia en nosotros. 2. El Matrimonio es tarea Para ser pareja se necesita del esfuerzo humano y de la ayuda de Dios para que el amor no se canse sino que se recree mil veces y con los años sea más fuerte y vitalizador. Cuesta ajustar dos historias de vida, dos personalidades, dos maneras de estar presente en el mundo, como son la del hombre y la mujer. Es un trabajo arduo y hay que descubrir caminos propios, ensayar qué vivir y cómo hacerlo. Esta dificultad se ve acentuada por el contexto social en el que estamos inmersos donde se acentúa la realización individual y se valora lo rápido y eficiente, lo cual dificulta el ajuste que siempre conlleva tiempo, paciencia y dolor. Algunos desafíos que cada pareja tiene que trabajar son: a) Aprender cada uno a ser lo que es, con toda su riqueza de personalidad, sus recursos emocionales e intelectuales, físicos y estéticos, pero también con las limitaciones propias de nuestra manera de ser. Este ser lo que uno es toma tiempo y está, a menudo, amenazado, por el deseo de dominar de uno o por el de dejarse llevar y no crear dificultades del otro. Es necesario descubrir y aceptar nuestras insuficiencias en el hacer y en el querer para que así podamos aceptar y querer al otro en su realidad. Nuestra tendencia es poner nuestra mirada en los defectos y carencias del otro considerando que nuestras debilidades y límites son pequeños, llevaderos, a veces hasta simpáticos. Es así como fácilmente asignamos al otro la causa de los dolores y frustraciones que vamos encontrando en la vida de pareja. Ciertamente es más fácil acusar a la pareja que asumir la parte propia en las dificultades. b) Necesitamos aprender a crear el "nosotros", lo cual es un proceso lento, que toma tiempo, ya que se trata de crear una realidad toda nueva. Para ello cada uno tiene que crecer en autonomía, que es una independencia creciente de los modelos y costumbres aprendidas en las familias de origen. El desafío es estar libre para crear nuevas relaciones y tener prioridades distintas a las que teníamos con anterioridad. Los apegos a personas y estilos de relación que teníamos con los miembros de nuestra familia, como también el oposicionismo excesivo a ellos, que delatan una dependencia importante, dificultan la formación de una nueva cultura, de un nosotros.
  • 24. c) Otra tarea que nunca termina es la de crecer en la capacidad de aceptar las diferencias que hay entre nosotros. A medida que pasa el tiempo, se descubre cómo las diferencias marcan todos los niveles de la existencia y van desde los ritmos de vida, los gustos, las maneras de expresarse, los modos de gastar el dinero, a los significados de las cosas y los acontecimientos y a la manera de crecer y de buscar a Dios. El descubrimiento y la aceptación de las diferencias conlleva mucho dolor. Nuestros deseos, velados o explícitos, son que el otro cambie sus gustos, ritmos, intereses y criterios para que lleguen a ser más semejantes a los míos. Lo distinto nos saca de nuestros marcos y lo juzgamos inadecuado, anormal, amenazador al camino trazado. La aceptación del otro, con sus diferencias, toma años y exige esfuerzo y bondad de parte de cada uno, hasta que lentamente se abre un mundo nuevo donde empiezo a acoger y valorar que el otro sea distinto, con sensibilidad y sueños diferentes a los míos. Cuesta llegar a tener un corazón universal y más libre, que nos permita aceptar que no somos la medida de los demás, ni de los cercanos ni de los lejanos. d) Necesitamos buscar y respetar los espacios propios y los espacios del otro como también desarrollar y gozar de espacios comunes. En la relación de pareja no todo es privado y no todo es común y es necesario ir estableciendo las áreas compartidas, el tiempo a dedicarles y las actividades a realizar. Esto exige diálogo intenso, claridad sobre sí para plantear las necesidades, gustos, y comprensión para llegar a acuerdos que faciliten el desarrollo de las personas y el amor de pareja. Un problema anexo en esta tarea matrimonial es que las necesidades, las posibilidades, los gustos y las circunstancias van cambiando a lo largo de los años y por eso es necesario ir negociando muchas veces, a medida que los acuerdos alcanzados se muestran insuficientes. e) Querer es una tarea que nunca termina, cada vez nos invita a una conversión mayor, a descentrarnos para estar más abiertos a la realidad del otro, a lo nuevo, a lo verdadero y hermoso que está en su profundidad, a los pasos que ha podido dar, que manifiestan su dedicación, su amor, su perseverancia. La tarea de alimentar el amor es urgente y es ardua y de especial importancia en los momentos de conflicto, de sequedad y de apatía que se suceden a lo largo del tiempo y que son invitaciones a dar un paso más, a crecer en gratuidad. La rutina es un fantasma que ronda en torno a cada pareja y amenaza con carcomer la vitalidad de su amor. Los años juntos, el quehacer y cansancio cotidiano nos envuelven con un manto de escepticismo, de pereza, que dificulta imaginarse un mañana distinto y mejor. Repetimos sin elegir, vivimos sin sorprendernos y todo adquiere un tamaño similar y un color gris cansador. La rutina siempre va a ser un síntoma y una invitación: nuestro amor se instaló, tenemos que ir más profundo para descubrir con ojos nuevos y más penetrantes lo delicado, lo hermoso, lo único que somos como personas y como pareja.
  • 25. A medida que aprendemos a querer vamos preguntándonos con más insistencia: ¿cómo querer más y mejor? ¿Cómo aprender a esperar? ¿Qué puedo ofrecer ahora? ¿Cómo volver a partir? Sólo así pasamos del 50% 50% al 100% 100%. No hay amor verdadero mientras el que ama no pasa por la cruz. Es allí donde el amante y el amor se purifican del egoísmo y de los deseos de posesión y brota una vida nueva, cercana, resucitada. 3. El Matrimonio es escuela Aprender a ser pareja toma toda la vida. Al casarse uno elige aprender junto a otro lo que es querer, lo que es formar una familia, lo que son los hijos, el trabajo y el dinero, el cansancio y la salud, los amigos, los parientes, la sociedad. El matrimonio es escuela de vida y allí, en la convivencia diaria, es necesario aprender a expresar los deseos de cercanía como también compartir los dolores y los temores. Aprender a comunicar más y mejor hasta llegar a tener un corazón transparente para el otro. Los casados son los grandes testigos de una unidad anhelada y necesaria, construida con paciencia y tantas veces desbaratada por malos entendidos y cansancios. Es necesario aprender a mantenerse abiertos y flexibles para ser compañeros de camino y signos de un gran amor. El amor humano se demora en echar raíces, florecer y fructificar y, cuando con cuidados pacientes lo vamos cultivando, se llega a poder afirmar con paz: "somos pareja", y algo distinto empezamos a vivir; el "para siempre" toma forma y peso de vida junto a nosotros. Son meses y años que van pasando y han puesto a prueba nuestra palabra ante Dios y ante la ley de permanecer unidos, de buscarnos con afán, de hacer todo el camino, de compartir hasta la eternidad. El matrimonio no sólo es escuela para nosotros; lo es también para los hijos. De nosotros aprenden a querer y ser pareja, a cuidar y a ser padres, a convivir y a perdonar, a pelear y a volver a partir. De nosotros aprenden cómo esperar los tiempos propios y de los demás, cómo permanecer unidos en el sufrimiento y cuando la vida nos sacude y parece que todo va a caer. Por último, el matrimonio es escuela donde tenemos que aprender a ser felices, un hábito difícil de adquirir pero necesario para vivir en plenitud. Nos cuesta convencernos que en esta relación simple de un hombre y una mujer podremos encontrar el gozo y la paz necesarios para vivir. Mañana podremos ver con claridad cómo los gozos y las penas compartidos fueron los materiales para la construcción del amor hermoso que no termina; también podremos reconocer que Jesucristo nunca nos dejó, sino que nos condujo con ternura de Maestro y con amor de Salvador.
  • 26. • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes? - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te sientes llamado? • PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA
  • 27. TEMA 3: El matrimonio: un regalo y una opción REFLEXIONEMOS EN GRUPO: Antes de leer el texto anexo, responde y comparte:  Ensaya una definición propia de matrimonio.  ¿Por qué se puede decir que el matrimonio es un regalo y una opción?  ¿Cuáles son, a tu juicio, los componentes principales de una relación matrimonial? • LECTURA Y COMENTARIO El Matrimonio: Un Camino de Santidad por Álvaro González, Pbro. y Pelagia Ortúzar (Artículo publicado en los Cuadernos de Espiritualidad del Centro de Espiritualidad Ignaciana) La Iglesia muestra en sus santos, modelos de vida para los hombres de todos los tiempos. En ellos celebra cómo la gracia los trabaja interiormente y los transforma, hasta llegar a vivir las virtudes en forma heroica. Llama la atención, por esto, que la Iglesia no presente a alguna pareja de casados que se hayan caracterizado por la santidad en su relación matrimonial y que hoy podríamos presentar como testigos insignes del sacramento del matrimonio. ¿Acaso no existe la santidad en la vida matrimonial? Santos son aquellos que saben amar y el matrimonio es el lugar por excelencia donde podemos aprender a entrar en comunión cada vez más profunda hasta llegar a ser "dos en una sola carne". Vamos aprendiendo, con la ayuda de Dios, a dar y recibir, a entregarnos cada vez más generosamente, a contar con nuestros límites y los límites del otro. Así podemos, a lo largo de los años, configurarnos con el amor salvador de Jesucristo y llegar a ser testigos de la paciencia, de la bondad sin medida y de la ternura de Dios. Ser santos en el matrimonio es buscar incansablemente caminar juntos, sufrir juntos, gozar juntos, aprender a servir cada día más. Es un largo proceso, con altos y bajos, y tarde o temprano, las propias fuerzas flaquean, los sueños se desdibujan, el amor se cuestiona. Algo nuevo tiene que nacer, un proyecto común, fruto del amor perseverante y de la larga contemplación de Jesús crucificado, maestro de dolores y fuente de vida nueva. De su costado y del nuestro brota la misión como pareja, la impronta que cada pareja aporta a la sociedad.
  • 28. Los caminos de Dios para los casados pasan por sendas humildes y cotidianas que cada pareja recorre con gozo y con dolor y que los santos se disponen a llevar hasta el final. Nadie se salva solo, pero esto adquiere un significado especial en el matrimonio. La salvación, el amor liberador de Jesucristo para mí, pasa por mi pareja y me plenifica. Es por esto que cada cónyuge se hace santo con el otro, a través del otro, para el otro. Mi tarea para contigo es anhelar que mañana participes en el gozo del cielo y hoy, participando en los afanes y trabajos de los hombres, sepas responder a los llamados de Dios para ti. Nos parece que la santidad en la pareja pasa por algunas conductas y aprendizajes que son canales de comunicación y de gracia. Aprender a escuchar Es una manera muy especial de querer. Necesitamos ser escuchados, ya que, al serlo, nos sentimos valorados, respetados, confirmados en nuestro ser mismo. Cuesta escuchar a mi pareja, dado que supone crear un espacio interior en mí, un lugar donde acoger, y esto requiere postergar planes y deseos propios, disponerme a entrar en comunión, posiblemente tener que revisar juicios y maneras propias de ver y por último, será necesario eventualmente servir. En pocas palabras, para aprender a escuchar hay que olvidarse de sí, estar dispuesto a desinstalarse por amor al otro. Escuchar no es algo pasivo. Hay que descubrir, en lo que el otro dice, lo que el otro es, lo que quiere decir, lo que no se atreve a decir. Es ir más allá de las palabras para descubrir al otro en toda su realidad, en su historia, en sus proyectos. Por eso, para escuchar a nuestra pareja, no sólo hay que hacerlo con los oídos, sino con la mente, con el corazón, con todo nuestro ser. Es frecuente querer oír del otro sólo aquello que uno quiere oír, lo que no perturba mis planes ni me cuestiona en mi manera de ser. Así puedo permanecer tranquilo, en lo mío, tratando que la realidad del otro no me toque. A menudo oímos sólo para responder y seguir en lo propio, no para acoger. Al casarse una pareja se compromete a vivir en comunión y para ello necesitamos aprender a ver el mundo desde un punto de vista distinto del propio. El escuchar con el corazón es un paso importante en el descentrarnos. Nos hace salir de nosotros mismos y entrar en la perspectiva del otro, dada por su historia y su familia, sus miedos, sus gozos e intereses. Cuando escuchamos verdaderamente, nos hacemos dóciles y vulnerables a la suerte del otro, y de los otros, y esto nos desinstala y nos hace peregrinos, contemplativos, acogedores de la suave voz de Dios que nos invita a crecer y a servir a los demás como El mismo quiere hacerlo. Es así como el escuchar, la más sencilla de las vivencias humanas, pasa a ser un medio indispensable que nos hace nacer a una nueva existencia. Morir es una manera de poder resucitar.
  • 29. Santos son los que, reconociendo sus sorderas, ayudados por el amor de Dios, aprenden a escucharse y aceptarse con libertad, tal como cada uno es. Aprender a confiar Confianza es la firme decisión de mostrarme al otro en mi verdad, hacerme transparente a su mirada para que descubra en mi interior, mi realidad, hecha de grandezas y limitaciones, caídas y miserias. Es la capacidad que tengo de desnudarme y permanecer disponible ante el otro. Confianza no es un compartir con el otro sobre la realidad que nos rodea sino, principalmente, dar cuenta de lo que soy y me pasa. A nadie le sale fácil confiar de esta manera, supone creer en la bondad y en la grandeza de corazón del otro, es tener la firme convicción que puede comprenderme, tomarme, acompañarme en este momento de mi vida y en los que vendrán. Cuando se desconfía se afirma implícitamente: "no creo en tu bondad, en tu capacidad de tomarme como soy". Es una descalificación del otro. No es posible establecer una relación estable y verdadera sin la firme convicción de cultivar la confianza. Necesito decidir poner mi vida, lo que soy y lo que hago, en las manos de mi pareja, tengo que vencer mil dudas y temores sobre la conveniencia de hacerlo, sobre la bondad del otro y sobre mi propia amabilidad. Cuesta mucho mostrarse a sí mismo necesitado y vulnerable, es el temor a ser ridiculizado, incomprendido, descalificado. Es en estas situaciones donde cada gesto, mirada y palabra del otro adquiere un significado y un valor inconmensurable que expresan el cuidado y la habilidad para reconocer lo más profundo y hermoso que hay en cada uno de nosotros. Cuando flaquea la confianza, se crea lentamente un paralelismo y una soledad en la relación, que le quita fuerza al amor matrimonial y al deseo de santidad que habita en cada uno. Muchas veces y es fácil culpamos al otro por su dificultad para acogernos en nuestra debilidad y buscamos compartir con otros lo que no queremos o no sabemos compartir en pareja. Nuestro compromiso primero es permitir que el otro sepa todo lo que soy y me pasa, como también ayudarlo a crecer en realismo y humanidad para querernos con un amor verdadero y salvador. El amor y la gracia de Dios son los que nos convencen interiormente que nos arriesguemos una y otra vez a poner en común y a acoger la debilidad, los límites y la pobreza de ser hombres. En realidad cuesta creer que una relación verdadera y hermosa se construye con estos materiales. La confianza es un largo camino, un estilo de vida, un requisito indispensable para vivir en el amor. De ninguna manera podemos confundirla con un sentimiento. Los sentimientos son cambiantes, mientras la confianza es una decisión que tenemos que tomar 70x7 veces y mucho más cada día.
  • 30. Aprender a perdonar Un tercer camino por donde circula la gracia y hace florecer a la pareja es el perdón, remedio indispensable ya que cada día nos herimos. Son tantas las diferencias que nos separan y las limitaciones que cada uno tiene, que nos impiden estar atentos para querer al otro como lo necesita. También el pecado opera en nosotros y nos enceguece haciéndonos elegir alternativas que hacen sufrir al otro. Perdonar es la capacidad de comprender al otro en sus errores, en su debilidad, en su pecado, ir a su encuentro y, mirándolo con ojos renovados, restaurarlo en su dignidad para seguir caminando juntos. Perdonar es una gracia de Dios que me permite ver nuevamente al otro como un don para mí y redescubrirlo en su verdad, en su belleza, como alguien a quien necesito para seguir viviendo. Es hacerle sentir que es más importante que cualquier cosa que haya podido hacer y que no quiero quedarme en el dolor de la herida sino restablecer la relación. El perdón se hace posible cuando constato mis propias limitaciones y pecado, cuando reconozco que yo también tengo que ser perdonado. Pedir perdón es una audacia y una experiencia del amor humilde. Es mostrarse vulnerable y necesitado, poniendo nuestra vida en las manos del otro para ser recreados. Es un pedido que nace desde el corazón mismo de nuestra limitación y de los errores cometidos. Es un grito todo lleno de humanidad que solicita ser escuchado para recuperar la cercanía perdida. Al pedir perdón estamos reconociendo cuánto necesitamos estar en comunión para poder seguir viviendo. Son las experiencias de perdonar y de pedir perdón las que robustecen y le dan madurez a la relación de pareja. No hay unión más profunda que la que nace de dar vida y recibir vida del otro y no hay gozo comparable a esa experiencia de comunión. Aprender a celebrar Aprender a celebrar es cultivar la capacidad de admirarnos de lo que el otro es y de reflejar lo que es para mí. Se requiere aprender a mirar, a desentrañar la realidad y a cantar su vida y la vida como un don de Dios. Desgraciadamente vivimos en un contexto de exigencias, de más y más, y de frustraciones por lo que aún falta, por lo no logrado. Es por esto que nos cuesta detenernos para volver a mirar y permitirnos gozar de lo que el otro es y hace, de lo hermoso y verdadero que tiene, de los pasos que ha podido dar, de lo que hemos podido caminar juntos, de lo que juntos hemos creado y de lo que Dios y los hermanos nos han regalado. Nuestra sensibilidad está más atenta a reconocer y reflejar lo que nos incomoda e irrita; por eso tenemos que hacer un esfuerzo importante para que nuestros ojos vean, nuestro corazón celebre y, echando fuera toda rutina, admiremos cada día la gratuidad del amor, de la compañía, de la vida junto a otro.
  • 31. Celebrar es darle relieve a la vida junto al otro, es pensar para sacar la cuenta de lo vivido, gozar de un nuevo acontecimiento de la vida, cantar lo logrado, es decir mi gozo, nuestro gozo de vivir. Celebrar está estrechamente vinculado a contemplar la realidad; y los que lo hacen, al terminar, dicen amén a la vida y gracias a Dios, su autor. Celebrar supone una opción y un aprendizaje. Es estar abierto a lo bueno, lo gozoso y lo logrado, es destacar lo rescatable de cada situación, es cultivar una mirada clara, un corazón agradecido y unos labios que dicen la vida; unas manos que apoyan y aplauden, unos pies que bailan, una boca que canta. Es todo nuestro ser el que se sobrecoge ante la bondad de Dios que pasa por nuestra vida de pareja y de familia. El sacramento del matrimonio es una gran invitación a todos los casados a entrar en la escuela de humanidad que es vivir humildemente cada día escuchando al otro, confiando en él, perdonando y pidiendo perdón, celebrando toda la vida juntos. Cada pareja ya tiene un cierto camino recorrido y le queda todavía tanto por andar. Es la gracia, son los hombres, es la Iglesia la que hace posible continuar ya que necesitamos del testimonio de parejas que buscan vivir con santidad estos caminos para así configurarse con Cristo. El Evangelio es una larga lista de hombres y mujeres confiados que supieron poner sus vidas en las manos de Jesús. Intuían que El podía salvarlos, darles gozo y sentido, al entrar en comunión. Hoy cada pareja sigue escribiendo su evangelio de salvación y los hombres necesitan escuchar su anuncio para despertar a la esperanza. Es difícil la tarea para el hombre pero sí es posible para Dios, Maestro de imposibles. Ser uno en la vida, ser testigos del amor de Dios es invitación, es desafío, es esperanza. • DESCUBRIMIENTOS, DESAFÍOS Y COMPROMISOS: - ¿Qué elementos nuevos has descubierto? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te comprometes? - ¿Cómo reaccionaste ante algún pensamiento negativo? - ¿De qué te diste cuenta a través de las vivencias compartidas? - ¿Qué desafío se te plantea? - ¿A qué te sientes llamado? • PADRE NUESTRO Y AVE MARÍA