La abeja narra su vida laboral en una fábrica de miel a través de su diario. Trabaja horas extras para cumplir con pedidos urgentes y se queja de las restricciones que le cortan el tiempo para recolectar néctar. Una compañera se lesiona. La abeja descansa libando en las flores, donde se encuentra con una avispa anarquista que la critica por trabajar para los capitalistas. Los jueves reciben visitas de niños y su profesor, quien los alienta a seguir el ejemplo de las ab
1. (Diario de)LA ABEJA
Álvaro de la Iglesia. El baúl de los cadáveres
Lunes: Esta mañana llegué a la fábrica un poco tarde. “Parece que hoy se nos
han pegado las alas, jovencita”, me dijo la capataza con voz de trueno. Como
tenemos que servir unos pedidos urgentes, trabajamos horas extraordinarias.
No levanto aguijón.
Martes: Es una lata: con esto de las restricciones, nos cortan el néctar cuatro
horas al día. Tenemos que coger néctar de noche, para poder elaborarlo por la
mañana. Josefina, que trabaja en el mismo panal que yo, se ha partido una
pata. Menos mal que el seguro le paga los gastos de clínica y una cuota para
el zángano de su padre.
Miércoles: Al mediodía nos dan una hora de descanso para libar.
Generalmente libo en un heliotropo que han abierto cerca de la fábrica. Hoy
me encontré a la avispa Eulogia. Me ha dicho que hago el tonto
rompiéndome el aguijón trabajando para los capitalistas. «Liba para ti, no
seas boba —me dijo—. Eso hago yo, que soy libertaria.» Por un lado tiene
razón: ¿a mí qué me importan los pedidos de la fábrica? ¡Esta Eulogia!... No
hace más que meter cizaña.
Jueves: Todos los jueves, por la tarde, vienen a verme grupos de hombres
pequeñitos con la ropa corta. Dice una compañera que se llaman «niños», y
que son una especie de larvas que todavía no han logrado su completo
desarrollo. No es que a mí me molesten estas visitas, pero resultan un poco
pesadas; desde muy temprano, la capataza no hace más que dar órdenes para
que la fábrica esté limpia y los niños se vayan bien impresionados. «Es
necesario que nuestros consumidores vean las excelentes condiciones
higiénicas de nuestras dependencias», nos explica el zángano de la gerencia.
Creo que la reina va a colocar en la puerta un cartel con esta inscripción:
«Productos elaborados con los más selectos néctares del país.»
Viernes: Ayer estuvieron los niños acompañados de un espantapájaros vivo
que llaman profesor». El profesor no hacía más que decirles que tomaran
ejemplo de nosotras, ¡Como si esto de hacer miel fuese una cosa divertida! Lo
que es yo, como fuese niño, a buena hora iba a hacer esta pasta dulzona y
pringosa.
Sábado: Bueno: si los hombres viesen cómo hacemos la miel en la fábrica, no
volverían a probar ni gota. Nuestros métodos de fabricación son
antiquísimos, y casi todo se hace a pata: el polen lo cogemos con los dedos; y
el néctar con la boca; y todos los zánganos se pasan el día metiendo sus
patazas en los depósitos de miel lista para exportar... En fin: que más vale no
mirar cómo hacemos la cosa.
2. Domingo: Hoy, día de fiesta, volé un poco por el campo. Me duele bastante la
espalda, pues un hombre me confundió con una avispa y estuvo a punto de
partirme la espina dorsal a sopapos. No es la primera vez que me ocurre.
¡Hay tantos ignorantes que no saben diferenciar la abeja de la avispa, el gallo
del lenguado y el gato de la liebre!...
Lunes: Hoy estuvo la reina visitando algunas dependencias de la fábrica.
Llevaba un cuerpo de terciopelo muy elegante, y nos echó un discursito
explicando que la Casa «Alcarria y Compañía» se ha quejado de que las
últimas remesas eran de calidad muy inferior a las del año pasado. Luego
dijo lo de siempre: «El prestigio de nuestra colmena, fundada en 1902...,
nuestra laboriosidad ejemplar... » Nada nuevo.
Martes: La avispa Eulogia nos ha dicho que pidamos la jornada de ocho
horas. Tal como lo explica ella, la cosa tiene sus ventajas. Ahora sólo nos
pagan un saquete de polen al mes por trabajar a destajo, y ni siquiera nos dan
un polen extraordinario a fin de año. Es poco, desde luego. ¡Y con lo caros
que están los néctares!
Viernes: Hoy no entramos a trabajar. Hemos declarado la huelga de aguijones
caídos. Las avispas prosiguen su labor agitadora. Se han formado comités,
nos hemos sindicado, y zurramos a las esquirolas. He oído decir que el mes
próximo celebraremos elecciones para destronar a la reina y elegir un
presidente zángano….
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