El documento narra la historia del advenimiento del Señor Krishna. Madre Tierra acude al Señor Brahma quejándose de la carga de los demonios. Brahma y los demás semidioses adoran a Vishnu, quien promete encarnarse como Krishna para aliviar los sufrimientos de la Tierra. Se profetiza que el octavo hijo de Devaki matará a Kamsa, por lo que éste encarcela a Vasudeva y Devaki y mata a sus siete primeros hijos.
1. CLUB VEGETARIANO
El rincón del sabio
El Advenimiento
Un día, sintiéndose abrumada por el peso de cientos de miles de falanges militares armadas por demonios vanidosos
que se hacían pasar por reyes, madre Tierra acudió al Señor Brahma. Madre Tierra adoptó la forma de una vaca y,
muy afligida, con los ojos llenos de lágrimas, se presentó ante el Señor Brahma y le informó de su desdicha. Después
de que madre Tierra le informase de sus sufrimientos, el Señor Brahma, acompañado de madre Tierra, el Señor Shiva
y todos los demás semidioses, se dirigieron a la orilla del océano de leche. En la orilla del océano de leche, los
semidioses adoraron a la Suprema Personalidad de Dios, el Señor Vishnu, el amo del universo entero, el Dios
Supremo de todos los dioses, que mantiene a todos y disminuye el sufrimiento de todos. Para adorar al Señor Vishnu,
que se acuesta en el océano de leche, recitaron con gran concentración los mantras védicos del purusha-sukta. En
estado de trance, el Señor Brahma escuchó en el cielo la vibración de las palabras del Señor Vishnu. Entonces dijo a
los semidioses: Oh! semidioses, escuchadme, y cumplid atentamente y sin demora la orden de la Persona Suprema. El
Señor Brahma informó a los semidioses: Antes de que nosotros le expusiéramos nuestra súplica, el Señor ya era
consciente de los sufrimientos de la Tierra. Por ello, mientras el Señor camine por la Tierra para aliviarla de su carga
mediante Su propia potencia en la forma del tiempo, todos vosotros, semidioses, deberéis manifestaros en
expansiones plenarias como hijos y nietos de la familia de los Yadus. La Suprema Personalidad de Dios, Sri Krishna,
que goza de plena potencia, nacerá personalmente como hijo de Vasudeva. Por lo tanto, todas las esposas de los
semidioses deberán nacer también a fin de satisfacerle. Sankarshana, conocido con el nombre de Ananta, es la
principal manifestación de Krishna. Él es el origen de todas las encarnaciones en el mundo material. Antes del
advenimiento del Señor Krishna, ese Sankarshana original nacerá en la forma de Baladeva, a fin de complacer al
Supremo Señor Krishna en Sus pasatiempos trascendentales. Vishnu-maya, la potencia del Señor, que puede
compararse a la Suprema Personalidad de Dios, descenderá también con el Señor Krishna. Esa potencia, que
manifiesta distintas capacidades de actuación, cautiva todos los mundos, tanto materiales como espirituales. Por
orden de su amo, ella nacerá con sus diversas potencias para realizar la obra del Señor. Después de dar estos consejos
a los semidioses y tranquilizar a madre Tierra, el muy poderoso Señor Brahma, regresó a su planeta (Brahmaloka). En
el pasado, Surasena, el caudillo de la dinastía Yadu, había trasladado su residencia a la ciudad de Mathura, donde
disfrutó de los distritos llamados Mathura y Surasena. Desde aquel entonces, la ciudad de Mathura había sido la
capital de todos los reyes de la dinastía Yadu. La ciudad y el distrito de Mathura están muy íntimamente ligados a
Krishna, pues el Señor Krishna vive allí eternamente. Hace algún tiempo, Vasudeva, que pertenecía a la dinastía de
los semidioses dinastía Sura, se casó con Devaki. Después de la boda, subió a su cuadriga para regresar a casa con su
esposa recién casada. Kamsa, el hijo del rey Ugrasena, para complacer a su hermana Devaki en el día de su boda,
tomó las riendas de los caballos y se dispuso a conducir la cuadriga. Cientos de cuadrigas doradas les acompañaban.
El rey Devaka, el padre de Devaki, sentía mucho cariño por su hija, por eso, cuando ella abandonaba el hogar para
irse con su esposo, le entregó una dote de cuatrocientos elefantes hermosamente adornados con guirnaldas doradas.
También le entregó diez mil caballos, mil ochocientas cuadrigas y doscientas sirvientas muy hermosas, jóvenes y
perfectamente engalanadas con alhajas. Cuando los novios se disponían a salir, un armónico resonar de caracolas,
trompetas, tambores y timbales acompañó de vibraciones auspiciosas su partida. En el camino, mientras Kamsa
llevaba las riendas de los caballos, haciendo de auriga, una voz incorpórea le increpó diciéndole: « Oh! necio
2. sinvergüenza, el octavo hijo de la mujer que llevas contigo te matará». Kamsa era una personalidad aborrecible en la
dinastía Bhoja, pues era envidioso y pecador. Así, tan pronto como escuchó aquel oráculo del cielo, tomó a su
hermana del cabello con la mano izquierda, y en la derecha empuñó la espada para cortarle la cabeza. Tratando de
calmar al desvergonzado Kamsa, que era tan cruel y envidioso que se disponía a matar a su propia hermana, la gran
alma Vasudeva, que estaba llamado a ser el padre de Krishna, le habló con las siguientes palabras. Vasudeva dijo:
Kamsa, querido cuñado, tú eres el orgullo de tu familia, la dinastía Bhoja, y los grandes héroes alaban tus cualidades.
Una personalidad tan elevada como tú no puede matar a una mujer, y mucho menos a su propia hermana en el día de
su boda. Oh! gran héroe, todo el que nace tiene que morir, pues la muerte nace con el cuerpo. Hoy mismo o de aquí
cientos de años, la muerte es segura para todas las entidades vivientes. Cuando el cuerpo que tenemos vuelve al polvo
y se descompone de nuevo en los cinco elementos tierra, agua, fuego, aire y éter -, el propietario del cuerpo, el ser
vivo, recibe de forma automática, conforme a sus actividades fruitivas, otro cuerpo hecho de elementos materiales. Y
tan pronto como obtiene el siguiente cuerpo, abandona el que ahora tiene. Una persona que camina por la calle se
apoya primero en un pie, y entonces levanta el otro. Lo mismo ocurre con la oruga, que se desplaza hacia una hoja y
entonces se suelta de la anterior. Del mismo modo, el alma condicionada se refugia en otro cuerpo y entonces
abandona el que tenía. Después de experimentar una situación con la vista o el oído, meditamos y especulamos acerca
de ella. Así acabamos por entregarnos a esa situación, sin tener en cuenta nuestro cuerpo actual. Del mismo modo,
sirviéndonos de la mente, de noche soñamos que vivimos en circunstancias distintas, en otros cuerpos, y olvidamos
nuestra verdadera posición. Por ese mismo proceso, abandonamos nuestro cuerpo actual y recibimos el siguiente. En
el momento de morir, los pensamientos, sentimientos y deseos de la mente, que está enredada en actividades fruitivas,
nos hacen recibir un determinado cuerpo. En otras palabras, el cuerpo se forma en función de las actividades de la
mente. Los cambios de cuerpo se deben a la inestabilidad de la mente, pues, de no ser por ello, el alma podría
permanecer en su cuerpo espiritual original. Los astros del cielo, como la Luna, el Sol y las estrellas, al reflejarse en
la superficie líquida del aceite o del agua, parecen tener otras formas, y, según los movimientos del viento, a veces los
vemos redondos, a veces alargados, etc. Del mismo modo, cuando se absorbe en pensamientos materialistas, la
entidad viviente, el alma, llevada por la ignorancia, confunde una serie de manifestaciones con su propia identidad.
En otras palabras, debido a la agitación causada por las modalidades materiales de la naturaleza, las invenciones de la
mente la tienen sumida en un estado de confusión. Si los actos impíos y envidiosos son causa de que en la siguiente
vida recibamos un cuerpo y suframos en él, ¿por qué realizar ese tipo de actos? Pensando en nuestro propio bien, no
debemos envidiar a nadie, pues la persona envidiosa siempre sentirá temor de que sus enemigos la hagan daño, en
esta vida o en la siguiente. Devaki, esta pobre muchacha, es tu hermana menor, y por ello es como tu propia hija, y tu
deber es cuidarla con mucho cariño. Tú eres misericordioso, y por eso no debes matarla. En verdad, debes darle tu
afecto. Kamsa era cruel y muy violento, un verdadero seguidor de los rakshasas (demonios), de modo que las buenas
instrucciones de Vasudeva ni lograron calmarle ni le intimidaron. No le preocupaban los resultados que pudieran
traerle las actividades pecaminosas, ni en esta vida ni en la siguiente. Al ver que Kamsa estaba decidido a matar a su
hermana Devaki, Vasudeva se concentró en una profunda reflexión. Teniendo en cuenta el inminente peligro de
muerte, ideó otro plan para detener a Kamsa. La persona inteligente, mientras tenga inteligencia y fuerza física, debe
tratar de evitar la muerte. Ése es el deber de todo el que ha recibido un cuerpo. Pero si, a pesar de todos sus esfuerzos,
no logra evitar la muerte, esa persona no comete ofensa. Vasudeva pensó: Kamsa es la personificación de la muerte;
si le entrego todos los hijos que tenga, salvaré la vida de Devaki. Es posible que Kamsa muera antes de que nazcan
3. mis hijos, o que uno de mis hijos le mate, pues está destinado a morir de esa forma. En cuanto a ahora, tengo que
alejar esta amenaza inmediata, así que voy a prometer a Kamsa que le entregaré todos mis hijos. El tiempo pasa, y si
Kamsa muere, no tendré nada que temer. A veces, por alguna razón invisible, el fuego salta por encima de un pedazo
de leña sin tocarlo y prende fuego en el siguiente; la causa es el destino. Del mismo modo, cuando un ser vivo recibe
un determinado cuerpo y abandona otro, la única causa es el invisible destino. Después de considerar la cuestión a la
luz del conocimiento que poseía, Vasudeva, con mucho respeto, hizo una propuesta al pecaminoso Kamsa. Viendo a
su esposa en peligro, Vasudeva tenía la mente llena de ansiedad. Sin embargo, para complacer al cruel,
desvergonzado y pecaminoso Kamsa, logró componer una sonrisa y le dijo lo siguiente. Vasudeva dijo: Oh! sobrio
entre los sobrios, nada tienes que temer de tu hermana Devaki. Según las palabras del misterioso oráculo, la muerte
no vendrá de ella, sino de sus hijos. Por eso te prometo que cuando ella sea madre, yo te entregaré esos hijos que
tanto temes. Kamsa aceptó la lógica de los argumentos de Vasudeva, y, con plena fe en las palabras de su cuñado, se
contuvo y no mató a su hermana. Vasudeva, complacido con Kamsa, siguió tranquilizándole y, finalmente, entró en
su casa. A partir de entonces, Devaki, la madre de Dios y de todos los semidioses, tuvo un hijo cada año. Con el paso
del tiempo, llegó a tener, uno tras otro, ocho hijos y una hija, que se llamó Subhadra. La idea de romper su promesa y
volverse un mentiroso perturbaba y llenaba de temor a Vasudeva. Así, con inmenso dolor, puso en manos de Kamsa a
su primogénito, Kirtiman. ¿Qué sentido tiene el dolor para las personas santas que se atienen estrictamente a la
verdad? ¿Qué independencia no tendrán los devotos puros que saben que el Señor Supremo es la esencia de todo lo
que existe? ¿Qué actos les están prohibidos a las personas de carácter ruin?; y ¿qué no abandonarían por satisfacer al
Señor Krishna quienes se han entregado plenamente a Sus pies de loto? Al ver que Vasudeva era fiel a su palabra y le
daba su hijo con perfecta presencia de ánimo, Kamsa se sintió muy feliz. Entonces, con una sonrisa en el rostro, dijo
lo siguiente. Oh! Vasudeva, puedes llevarte el niño a casa. No es el primer hijo de Vasudeva y Devaki el que yo
temo. El que me preocupa es vuestro octavo hijo, pues es el que está destinado a matarme. Vasudeva asintió y regresó
a su casa con el niño. Sin embargo, como Kamsa no era un hombre de buenas cualidades y no sabía dominarse,
Vasudeva sabía que no podía confiar en su palabra. Los habitantes de Vrindavana, como Nanda Majarash, los demás
pastores de vacas, y sus esposas, eran en realidad habitantes de los planetas celestiales, ésa era también la posición de
Vasudeva y los descendientes de la dinastía Vrishni, así como de Devaki y las demás mujeres de la dinastía Yadu.
También los amigos, familiares y bienquerientes de Nanda Majarash y de Vasudeva, así como los supuestos
seguidores de Kamsa, eran todos semidioses. Un día, el gran santo Narada fue a ver a Kamsa y le informó de que las
personas demoníacas, que eran una gran carga para la Tierra, iban a ser matadas. Kamsa comenzó entonces a
debatirse entre grandes dudas y temores. Cuando el gran sabio Narada se fue, Kamsa pensó que todos los miembros
de la dinastía Yadu eran semidioses, y que cualquiera de los hijos nacidos del vientre de Devaki podía ser Vishnu.
Asustado ante la idea de morir, Kamsa mandó encerrar a Vasudeva y a Devaki y les encadenó con grilletes.
Sospechando que cualquiera de sus hijos podía ser Vishnu, Kamsa los fue matando uno tras otro, debido a la profecía
que anunciaba su muerte a manos de Vishnu. Los reyes ávidos de complacer los sentidos en este mundo casi nunca
tienen escrúpulos en matar a sus enemigos. Por satisfacer sus propios caprichos, podrían matar a cualquiera, sin
perdonar ni a sus propias madres, padres, hermanos o amigos. En su vida anterior, Kamsa había sido un gran demonio
llamado Kalanemi, a quien Vishnu había matado. Al recibir de Narada esta información, Kamsa se llenó de envidia
contra todos los que tuviesen relación con la dinastía Yadu. Kamsa, el muy poderoso hijo de Ugrasena, llegó al
4. extremo de encerrar en prisión a su propio padre, el rey de las dinastías Yadu, Bhoja y Andhaka, y asumió
personalmente el gobierno de los estados de Surasena.
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Yogisa