La Iglesia debería autofinanciarse mediante cinco tesis: 1) Aprovechar los bienes inmuebles y terrenos que posee en lugar de depender de fondos públicos, 2) Recaudar fondos a través de donaciones y legados de los fieles, 3) Promover la cultura y la educación con cuotas asequibles, 4) Crear empresas y explotar recursos propios, y 5) Aplicar un modelo de austeridad y contención del gasto.