2. ¿Qué motivó la muerte de Jesús, el amor o la ira de Dios?
“Ciertamente, la ira de Dios
“Pero Dios demuestra su
viene revelándose desde el
amor por nosotros en esto:
cielo contra toda impiedad e
en que cuando todavía
injusticia de los seres
éramos pecadores, Cristo
humanos, que con su maldad
murió por nosotros”
(Romanos, 5: 8 NVI) obstruyen la verdad”
(Romanos, 1: 18 NVI)
El sacrificio de Jesús fue motivado por el
amor de Dios hacia nosotros. La ira de
Dios se dirige contra el pecado y no
contra los pecadores.
El amor, la justicia y la compasión son la
fuente de la redención. Al comprender
cuán odioso es el pecado a los ojos de
Dios, comprendemos mejor su amor al
hacerse pecado por nosotros.
3. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre
tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en
la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis, 3: 15)
“Estas observaciones muestran claramente que
en este anuncio está condensada la relación del
gran conflicto entre Cristo y Satanás, una batalla
que comenzó en el cielo (Apoc. 12: 7-9), continuó
en la tierra, donde Cristo otra vez derrotó a
Satanás (Heb. 2: 14), y terminará finalmente con la
destrucción del maligno al fin del milenio (Apoc.
20: 10). Cristo no salió ileso de esta batalla. Las
señales de los clavos en sus manos y pies y la
cicatriz en su costado serán recordativos eternos
de la fiera lucha en la cual la serpiente hirió a la
simiente de la mujer (Juan 20: 25; Zac. 13: 6; PE 53)”
(CBA, tomo 1, sobre Génesis 3: 15)
“Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies” (Romanos, 16: 20)
4. En este acto vemos reflejado tanto al
Padre que entrega al Hijo, como al Hijo
que entrega voluntariamente su vida.
“En la ofrenda de Isaac, Dios tuvo el
propósito de prefigurar el sacrificio de
su Hijo. Isaac era una figura del Hijo de
Dios que fue ofrecido como sacrificio por
los pecados del mundo. Dios deseaba
impresionar en Abraham el evangelio
de salvación para los hombres... Había
de entender en su propio caso cuán
grande era la abnegación del Dios
infinito al dar a su Hijo para rescatar al
hombre de la ruina”
E.G.W. (A fin de conocerle, 14 de enero)
5. ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y
sobre quién se ha manifestado el brazo de
Jehová? Subirá cual renuevo delante de
él, y como raíz de tierra seca; no hay
parecer en él, ni hermosura; le
veremos, mas sin atractivo para que le
deseemos.
6. Despreciado y desechado entre los
hombres, varón de
dolores, experimentado en quebranto; y
como que escondimos de él el
rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos.
7. Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores;
y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido.
8. Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre él, y por
su llaga fuimos nosotros curados.
9. Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su
camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros.
10. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca;
como cordero fue llevado al matadero; y
como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió su
boca.
11. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su
generación, ¿quién la contará? Porque fue
cortado de la tierra de los vivientes, y
por la rebelión de mi pueblo fue herido.
12. Y se dispuso con los impíos su
sepultura, mas con los ricos fue en su
muerte; aunque nunca hizo maldad, ni
hubo engaño en su boca.
13. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo,
sujetándole a padecimiento. Cuando haya
puesto su vida en expiación por el pecado,
verá linaje, vivirá por largos días, y la
voluntad de Jehová será en su mano
prosperada.
14. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y
quedará satisfecho; por su conocimiento
justificará mi siervo justo a muchos, y
llevará las iniquidades de ellos.
15. Por tanto, yo le daré parte con los
grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida
hasta la muerte, y fue contado con los
pecadores, habiendo él llevado el pecado
de muchos, y orado por los transgresores.
16. “He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre
será entregado a los principales sacerdotes y a los
escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán
a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y
le crucifiquen; mas al tercer día resucitará”
(Mateo, 20: 18-19)
El centro del ministerio de Jesús fue la cruz.
Durante su ministerio, Él intentó en diversas ocasiones
concienciar a sus discípulos de la realidad de su muerte
(Mateo, 17: 22-23; Marcos, 9: 31; 10: 33-34; Lucas, 9: 44;
18: 32-33; Juan, 3: 14; 12: 32-33)
El único recordatorio que nos dejó
de su ministerio fue la Santa
Cena, donde conmemoramos
precisamente su muerte.
“Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta
copa, la muerte del Señor anunciáis
hasta que él venga” (1ª de Corintios, 11: 26)
17. ¿Has pensado alguna vez todo lo
que Jesús arriesgó al cargar con
nuestros pecados?
“El Señor de gloria estaba muriendo en rescate por la familia humana. [...]
Sobre Cristo, como sustituto y garante nuestro, fue puesta la iniquidad de todos
nosotros. Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la
condenación de la ley. [...] El Salvador no podía ver a través de los portales de
la tumba. [...] Temía que el pecado fuese tan ofensivo para Dios que su
separación resultase eterna. [...] El sentido del pecado, que atraía la ira del
Padre sobre él como sustituto del hombre, fue lo que hizo tan amarga la copa
que bebía el Hijo de Dios y quebró su corazón” (DTG 700, 701)
18. “¿Quién puede estimar el valor de un alma? Si queréis saber su valor, id al Getsemaní, y allí velad con
Cristo durante esas horas de angustia, cuando su sudor era como grandes gotas de sangre. Mirad al
Salvador pendiente de la cruz. Oíd su clamor desesperado: "Dios mío, Dio mío, ¿por qué me has
desamparado?" Mirad la cabeza herida, el costado atravesado, los pies maltrechos. Recordad que
Cristo lo arriesgó todo. Por nuestra redención el cielo mismo se puso en peligro. Podréis estimar el valor
de un alma al pie de la cruz, recordando que Cristo habría entregado su vida por un solo pecador”
E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 15, pg. 154-155)