El documento discute el tema del espionaje en el Mercosur a raíz del caso Snowden. Explica cómo los espías de grandes potencias se infiltran en organizaciones para influir en la política de países más débiles. También analiza el libro de un ex agente de la CIA, Philip Agee, quien describió cómo se infiltró en grupos de izquierda en Ecuador para manipularlos. El documento sugiere que los políticos aún usan estrategias similares de espionaje y manipulación a pesar del progreso tecnológico.
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Espionaje según el Mercosur. Gabriel Hidalgo Andrade
1. Espionaje
según el
Mercosur
El viernes pasado se reunieron los
miembros y observadores del
Mercosur. El tema con más cober-
tura mediática fue el tratamiento
del caso Snowden. Cada presidente
buscó la manera de protagonizar en
ese tono antiestadounidense tan
puesto de moda. Sin embargo ¿los
gobiernos de estos países han
confirmado la validez de la infor-
mación difundida por Snowden?
Alinearse con el sujeto espiado es
una de las estrategias de los
informantes y espías de las grandes
potencias. Así lo explica Philip
Agee, un exagente de la CIA, en un
libro publicado en la década del 70
y titulado "Inside the Company:
CIA Diary" cuyos capítulos
relacionados con el Ecuador fueron
traducidos y editados en una nueva
versión. Aunque hay casos más
actuales, las experiencias narradas
por el exagente alimentaron
durante décadas los discursos
radicales sin cambiar un ápice
hasta el día de hoy. Sin haber leído
este testimonio, cuarenta arios
después, muchos políticos y
profesores universitarios que
vienen de esa época, todavía creen
que la política doméstica y las
relaciones internacionales se
suscriben a estos principios que
están al margen de la velocidad de
las tecnologías de la comunicación
y del enorme adelanto en materia
de dispositivos informáticos.
En resumen, Agee explica cómo él
mismo se infiltró en las orga-
nizaciones de la sociedad civil,
sindicatos, gremios profesionales,
claustros docentes, cámaras
empresariales, para militar, con-
vencer, sobornar o hasta intimidar
a ciertas personas asociadas
especialmente con los partidos de
izquierda. Muchas de las deci-
siones que se adoptaron en este
espacio ideológico y momento
cronológico están salpicadas por
las denuncias que hace el propio
exagente de la CIA. Entonces no se
puede hacer una lectura con-
venientemente sesgada de lo que
sucedió en ese momento porque los
herederos de estas decisiones hoy
se encuentran en el poder
repitiendo la misma cantaleta.
Ahora se entiende mejor por qué
los políticos usan tan frecuente-
mente el denigrante apelativo del
"patio trasero" para nuestros países
o para Latinoamérica. De una
breve búsqueda en las novedosas
herramientas de la era de la comu-
nicación, que al parecer no utilizan
con frecuencia estos políticos, no
encontré una sola referencia fiable
que muestre la realidad de esta
ignominiosa etiqueta.
Al contrario, me da la sensación de
que pronunciarla convence a los
moderados y enfervoriza a los más
radicales en contra de las
libertades, del comercio, de la
integración con los países del
mundo, y justifica una práctica
aislacionista en materia de la
relaciones internaciones que nos
margina de la dinámica mundial de
gobierno. En lugar de posicio-
narnos en el contexto global, esto
nos margina, otra vez como en las
décadas del 60,70 y 80 cuando los
gobiernos eran mayormente dicta-
duras autoritarias reconocidas por
los Estados Unidos, que peroraban
un discurso modernizador y otras
hasta "antiimperialista", espiadas
por agentes de inteligencia como
Agge, casi como hoy por Snowden.
Poco ha cambiado, y aunque ten-
gamos autoritarismos con eleccio-
nes, a nosotros nos gusta decir y
creer en el cuento de que ya nos
somos un "patio trasero" de alguna
parte.
ghidalgoandrade@usales
Diario La Hora, domingo 14 de julio de 2013
Sección de Opinión, p. A4