El hueco del corazón (Gerardo P. Nieves)
No todo puede ser dicho con palabras ni existe una palabra que pueda ser dicha sin conocimiento de significado anterior.
Una vida pasa en un instante, y su estela apenas sí deja una poesía de perlas que en el tiempo siempre serán un collar, una constalación cuyo sentido era una melodía de esferas celestes.
El sentido de nuestra meditacióny de todos nuestros actos es simplemente conocer el fondo de ese hueco que es el corazón humano .
5. "Dejo caer estas palabras", sobre la tersa superficie que representa
la débil memoria de unas líneas libradas a su suerte en el
maremágnum de todo lo que está dicho, (y habrá de serlo), para
perderlas y salvarlas también, como si echara al agua una chalupa
en la que hacen el vano intento de huir del destino los
sentimientos traicionados por sus propios amantes.
Es éste un acto de fé? La patética revelación de un instinto
insospechado ante el cual comparece la realidad transformándose
en el salvoconducto de un intemperado terror ante la extinción?
6. (313)
La distancia se brota de espinas, se hace un dolor insalvable, una
geografía morbífica, intransitable; así es cuando la distancia,
poblada de las picudas vegetaciones del dolor, se convierte en
separación.
7. (65)
El patio lejano acerca las cosas amablemente, hinchado de sol,
retiene un instante el cuenco de su pecho abierto al cielo, como si
contuviera el aliento para guardar un breve esplendor en el
tiempo, en el corazón del olvido, que es de donde nada se borra
jamás; allí reluce su lujosa pobreza, su abundante principio de
extinción, su retorcida simpleza se desnuda, transparenta sus
nervaduras bajo el dorado asolamiento del mediodía apenas
abandonado, el patio en llamas que es el mismo que luego,
durante la noche, arde calladamente con los colores silenciados
por la nieve lunar, con la misma pasión desconsoladamente
transida, agotada limpiamente en el estólido ahuecamiento de una
soledad preciosamente contínua, como se esfuman las cosas, todo
lo que importa, de este mundo para siempre.
8. (67)
La sinfinalidad reverberante tras la cotidiana muerte,
escondecelos apeluchados en su bosquejo simétrico. Subido al
telúrico cosquilleo me tiernizan las acópicas turbulencias, ese
equipaje involuntario, esa sucia melena aural despeinada al dolor
que arremete, sopla cálido, como un beso penetrante. ¡Como un
dolor arremete abesándose humanamente!
En el collar de ventanitas de esta memo(re)tracción, tras volver
continuamente como debe ser un equilibrio arcade, salta como un
hilo de agua la esencia fugitiva de baldosa en baldosa sin repartir
un cuerpo, anticrísticamente, dádiva egoísta que ve pasar y pasa
en asesina sucesión creando la ilusión sólida de asfixia por
agotamiento.
9. (87)
"Estas llagas que levitan como pájaros de la imaginación, no
cruzan ni duelen ni se placen en el viento."
13. I
Una luz
no aparece,
ni despierta;
corre, corre
todos los rieles
locamente derramados.
No se ve,
no cree verse,
como el miedo en la niebla
se convierte en nosotros.
17. (187)
"Ya no nombraré mi alma, los duendes de los labios, encantados
jugarán ya más en el bosque inmenso a donde llegaba sosegada
por anciana ternura la calida luz del ocaso"
18. (188)
El tiempo se ha detenido
pero el dolor continúa;
el tiempo no ha comido,
y la triste y dulce laguna...
23. (21)
Me pregunto si alguien ha llegado a conocerme alguna vez; en la
noche, las cometas fantasmas de unas risas que se elevan
alejándose, suponen también unos niños o monstruos que corren
por la ciudad chata de sus sueños con miles de hilos negros en las
manos. En la noche me pregunto, sin remontar la sevicia de mis
anudadas extremidades, sin correr riendo a dentelladas detrás de
estropajos volantes que asustan a los árboles, si cualquier cuestión
fecundada en la misma, no es un hoyo por el que aparece el
abismo, en cuya certeza espirálica no me fiaría.
24. (22)
La lluvia no aparece.
La luz aún no la penetra.
La noche aún no las envuelve.
25. (151)
Sí, es el pulso intraterreno del futuro que hincha las venas de esta
tormenta a flor de piel; durante un escueto gemido con el que se
escapó tu visión como un color en el aguacero. Tus ojos, naves
omniscientes chupadas por el descuido, rumbaron los paisajes
monocromáticos de un mismo instante a través de todos los
tiempos como quien engarza lenguas de viento, bendito collar.
Tus ojos que hoy están perdidos aquí donde todo es evidente, un
fenómeno de luz, sin atinar el camino de regreso a la oscuridad.
26. (201)
Qué pretérito estanco sin redención de imposibilidad ni las
mejillas disponibles para sucederse en la humillación infinita de
envejecer contra el viento eterno, lo inconmovible de lo futuro!
Soy esta carne llena de sueños que a veces tiene hambre y corre a
buscarte. Soy ese hueco en un árbol desde donde puede verse que
todo equidista del centro del alma y las cosas son piel del estar
siendo.
27. (301)
No es necesario tomar distancia para romper la fila ni contener el
aliento para pintar tus labios, ni desarmar tu cuerpo para
desangrarte el presente, alimentarme para seguir viviendo ya que
el hambre es también un vacío tan intenso como el amor, sino
muy parecido.
29. (311)
Al borde, oyente; el dueño; sin mundos tibios, lejos de todos los
vientos; el ángel descansa en el frizo de un maremagnum desde
donde nada mana.
Más lejos, las montañas imponentes y mansas de las ciudades, de
las máquinas de la tierra herida, las efermedades metálicas y
pesadas del paraíso.
34. (...)Tu corazón espera dormido en el regazo de un bosque el
abrazo de las llamas; canta todos los días su frío reposo como una
rama afilada al viento.
35. (...)
La magia puede ir hasta el centro mismo de la flor y sembrar allí
el sutíl pulso, pero no puede abrirla si no hay muerte en la flor
misma. Pues la magia y la muerte, son las caras de un acto de
continuidad íntima en la aparente memoria del futuro"
36. (32)
Esta calma brutal hace que el sentido se hunda en la propiedad de
sí mismas de las cosas. Sinó, que maravilloso hubiera sido éste
atardecer cuajado en gris-azulados, naranjas y rosas, frío y eterno
como capas del fondo del mundo, a franjas históricas como capas
de roca.
De pronto me doy cuenta de que el cielo es mas grande que la tela
azul perla, arrugada, de tersas nubes, lecho inmaculadamente
destendido por unos amantes cautelosos y esforzados, es
inmensamente mas amplio que ese nido abandonado por dragones
en celo.
Es porque la calma, esa suerte de lluvia pasada, pensada, de foto-
hábitat-nirvana, se ha perlado en mi alma, se ha endurecido hasta
convertirse en algo precioso. Es ahora un tesoro enterrado en el
inmenso atardecer, en el silencio lleno de olas y colores oleosos
que se escurren hacia el azul definitivo de la noche, guardado en
el alma de un gigante donde estoy preso libremente.
37. (42)
La noche pasa por encima como un viento sigiloso, como una
mano amante por sobre el sueño de su adoración. Parece decirme
susurrante: "duerme, monstruo bendecido, mientras la estrella de
tu destino dé la vuelta al cielo y vuelva a buscarte":
Pego el oído a la ventana cerrada y dejo que el suave frío de la
calle me bese la mejilla a través de la persiana. Ahora no tengo
nada; solo el recuerdo de otra noche, inmensamente lejana, se
sostiene en mi mente como un pez en medio de su acuario: sin
esfuerzo, sin motivo alguno. La via láctea atraviesa el cielo
nítidamente, como el salpicón de un chorro de luz que ser perdió
en la inmensidad, como una encantadora prueba de que dios fué
asesinado allí mismo, en la pequeña imaginación sin maldad de
una criatura en cautiverio.
38. (n...)
El codo de un movimiento puede ser descubierto en otro
movimiento, toda la partida resumida a una articulación prefinal,
donde se presume la memoria del futuro.