1. Texto: J. Roman Flecha
Presentación: Justino Izquierdo OH 23 Tiempo Ordinario –B-
09 septiembre 2012
2. El profeta Isaías anunciaba
a su pueblo la liberación
de la esclavitud que había
padecido en Babilonia.
Junto a la recuperación de
los sentidos, anunciaba él
que brotarían aguas en el
desierto y que el páramo
se convertiría en un
estanque. Pero tampoco
esos prodigios se atribuían
a la técnica, sino a la
acción del Señor.
(Is 35, 4-7).
3. El evangelio que hoy se proclama
parece recoger aquellas aspiraciones
de siempre. Hasta Jesús traen un
sordo que tiene grandes dificultades
parar hablar correctamente. En
Jesús encontrará la curación..
4. No sabemos si conocía a Jesús. De hecho son otros los
que lo conducen hasta el Señor. Los que piden que le
imponga las manos
. El discapacitado depende de los demás. Pero
Jesús lo aparta por un momento de la gente.
5. Jesús tiene que despertar sus
"sentidos" para que él
pueda redescubrir el
"sentido" del vivir.
El evangelio no deja de
señalar el modo de la
curación. Jesús mete sus
dedos en los oídos del sordo
y con la saliva le toca la
lengua. Son los gestos los
que hacen inteligible la
acción del Señor. Pero los
gestos no lo dicen todo, si no
van acompañados por la
orden de Jesús: "Effetá", esto
es "ábrete".
6. Jesús hace oír a los sordos.
En tierra de paganos Jesús
cura a este sordo. El
puede oír al Señor,
mientras sus propios
discípulos parecen sordos
a sus mensaje. También
hoy Él puede hacernos oír
su Palabra. De ella
depende la vida y la fe.
Pero es preciso que nos
acerquemos y nos dejemos
tocar por Él.
7. Jesús hace hablar
a los mudos”.
Tanto el que fue
sordo como las
gentes que lo
contemplan se
desatan en
alabanzas del
Señor.
8.
9. - Señor Jesús, tú
conoces nuestra
dificultades y
resistencias para
escuchar tu palabra y
convertirla en lámpara
que alumbre nuestros
pasos. Ayúdanos a
prestarle atención y a
pregonarla a los cuatro
vientos. Porque sólo tú
tienes palabras de vida
eterna. Amén.
11. LOS OÍDOS Y LA LENGUA
“Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del
mudo cantará”. Estos versos cantan y anuncian la promesa de un futuro apenas imaginable. Lo imposible se hará posible. Y
las utopías más increíbles se harán realidad. Esas promesas y otras semejantes hoy se atribuyen a la ciencia y a la técnica. De
hecho, el progreso se entiende precisamente como la superación de las deficiencias humanas. El buen funcionamiento de los
sentidos es señal de salud y de juventud. Recuperar la vista, la audición o la palabra y caminar con agilidad son los milagros
que hoy se esperan de la medicina.
Con esas promesas, el profeta Isaías anunciaba a su pueblo la liberación de la esclavitud que había padecido en
Babilonia. Junto a la recuperación de los sentidos, anunciaba él que brotarían aguas en el desierto y que el páramo se
convertiría en un estanque. Pero tampoco esos prodigios se atribuían a la técnica, sino a la acción del Señor (Is 35, 4-7).
El evangelio que hoy se proclama parece recoger aquellas aspiraciones de siempre. Hasta Jesús traen un sordo
que tiene grandes dificultades parar hablar correctamente. En Jesús encontrará la curación. El que es la Palabra de Dios
capacita al hombre para oír las palabras humanas y para recobrar la capacidad de expresarse. No sabemos si conocía a Jesús.
De hecho son otros los que lo conducen hasta el Señor. Los que piden que le imponga las manos. El discapacitado depende
de los demás. Pero Jesús lo aparta por un momento de la gente. El relato incluye una dialéctica interesante. Son los demás los
que nos acercan al Señor, pero nuestra salvación depende sólo de Él.
El sordo balbuciente tiene muy limitada la capacidad de comunicación con los demás. Y esa discapacidad, limita
sus posibilidades de disfrutar de la vida. Como han escrito los hermanos de la Comunidad de Bose, Jesús tiene que despertar
sus “sentidos” para que él pueda redescubrir el “sentido” del vivir.
El evangelio no deja de señalar el modo de la curación. Jesús mete sus dedos en los oídos del sordo y con la
saliva le toca la lengua. Son los gestos los que hacen inteligible la acción del Señor. Pero los gestos no lo dicen todo, si no
van acompañados por la orden de Jesús: “Effetá”, esto es “ábrete”. El relato evangélico concluye con un vibrante
comentario: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Ese es precisamente el eco que la acción de
Jesús suscita en las gentes, asombradas al ver al sordo oír y hablar sin dificultad.
Jesús hace oír a los sordos. En tierra de paganos Jesús cura a este sordo. El puede oír al Señor, mientras sus
propios discípulos parecen sordos a sus mensaje. También hoy Él puede hacernos oír su Palabra. De ella depende la vida y la
fe. Pero es preciso que nos acerquemos y nos dejemos tocar por Él. Jesús hace hablar a los mudos”. Tanto el que fue sordo
como las gentes que lo contemplan se desatan en alabanzas del Señor. También hoy, quien ha escuchado con fe la palabra de
Señor ha de anunciar su mensaje con diligencia y esperanza. El evangelizado ha de convertirse en evangelizador.
-
José-Román Flecha Andrés