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Especial aniversario del Congreso de Laicos:
Un año «en salida» marcado por la pandemia
En marcha!
!
Año LXXXI NÚM 4.063
13 de febrero de 2021 2€
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BAC
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Sumario
Editorial
Firmas ante el aniversario del Congreso de Laicos,
Luis Manuel Romero, Dolores García Pi e Isaac Martín
¿Cómo se concreta tu compromiso laical?
Entrevista a Carlos Escribano: «Es fundamental trabajar
juntos cuidando el espíritu de comunión», por Sara de la Torre
Repor: La sinodalidad ha llegado para quedarse,
por Asier Solana
Documentación
Entrevista a Eva Fernández, presidenta de Acción Católica
General: «Hay que armonizar e ir todos a una», por A.S.B.
Presentación de la Campaña de Manos Unidas
Myanmar quiere democracia, por José Ignacio Rivarés
Golpe de estado en Myanmar
05
23
06-09
10-12
13
16
31
revista ecclesia
Ediciones CEE Revista de la Conferencia Episcopal Española
Directora: Silvia Rozas Barrero FI (direccion@revistaecclesia.es)
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Redactores: José Ignacio Rivarés, Ángeles Conde y Ricardo Morales
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n marcha! Ha pasado un año, aunque parecieran siglos. La pandemia nos frenó a todos, pero somos testigos
de que el Congreso de Laicos fue un impulso grande. Por eso, en este número queremos seguir avanzando,
mostrando los procesos realizados en diócesis, asociaciones y movimientos. Nuestra #PortadaEcclesia nos
recuerda que estamos en camino, que peregrinamos juntos, desde nuestra diversidad, pero todos en la misma
dirección. Es un tiempo de verdadera comunión eclesial y la ilusión, la esperanza y los frutos del proceso siguen
vivos. Por eso, seguimos adelante. No solo estamos construyendo para hoy, sino forjando un camino para la eternidad. Este es el
momento para implicarse con valentía y generosidad en la vida pública, para crecer en presencia y testimonio y ser artífices del
cambio por el bien común, que tanto necesita la sociedad en la que vivimos. ¡Seamos sal en el mundo! ¡En marcha!
Te gusta tu barrio, eso está claro. Y ahora tienes la
oportunidad de apoyarlo haciendo tu aportación a
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Los laicos, llamados a encarnar el
Evangelio en la estructura social
Editorial
L
os días 14, 15 y 16 de febrero están en la memoria
de la Iglesia que peregrina en España como un
tiempo de gracia muy especial para quienes tuvie-
ron la oportunidad de participar en el Congreso
de Laicos «Pueblo de Dios en Salida». Después
de meses de preparación, laicos, vida consagrada y pas-
tores reflexionamos juntos sobre la vocación, comunión y
misión de los fieles laicos en el actual contexto sociocultu-
ral. No era un evento puntual, ni el más importante, sino un
proceso de discernimiento como actitud interior enraizada
en la fe que se convirtió en un impulso grande del Espíri-
tu. Muchas fueron las propuestas, las inquietudes y sobre
todo, las vivencias de esas tres jornadas que impulsaron
la siguiente etapa: el Poscongreso. Y cuando el fervor se
comenzaba a transmitir por todas las diócesis españolas,
el 14 de marzo, un mes después, el Gobierno español de-
claraba el estado de alarma ante un virus que confinó a
medio planeta.
Al cumplirse el aniversario de uno de los procesos ecle-
siales más importantes del siglo XXI, vuelven al corazón los
días de convivencia fraterna y misionera, de encuentro con
Dios y con los demás. Los laicos expresaban con rotundidad
«somos los protagonistas, no actores de reparto» y en la po-
nencia final lo dijeron con sencillez y en comunión: «Sigamos
adelante, no estamos construyendo para hoy. No estamos
trabajando para mañana. Estamos forjando un camino para
la eternidad». Estas palabras resuenan de un modo más
hondo al contextualizarlas en una pandemia que deja miles
de muertos en España, familias golpeadas por el sufrimiento,
las penurias económicas y laborales en nuestro país. Pero
esta realidad también recuerda que nos necesitamos todos,
que todo está conectado (LS, 15) y que es urgente afianzar
nuestra cultura del cuidado cuestionándonos los estilos de
vida predominantes que no ponen en el centro la dignidad
de la persona sino los intereses de unos pocos.
Esta experiencia tan dolorosa podría haber apagado el
fervor y el ánimo del Congreso de Laicos. Seguramente,
cada uno desde su lugar ha podido «salir de sí mismo» para
encontrarse con la realidad sufriente de los demás. La inspi-
ración del Espíritu continúa y nos sigue interpelando: «¿Qué
tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a
los niños que están creciendo?» (LS, 160). Si la pandemia
ha paralizado muchos de los proyectos en marcha, ¿cuáles
son las rutinas y formas de vivir que los cristianos podemos
encarnar y proponer al mundo?
Al final, el laicado tiene una oportunidad de oro para
implicarse con valentía y generosidad en las formas de ver-
tebración de la vida social. Es tiempo de crecer en la caridad
política que proponía la Conferencia Episcopal Española
en sus orientaciones del año 1986, Los católicos en la vida
pública: «No se trata solo de suplir las deficiencias de la jus-
ticia, aunque en ocasiones sea necesario hacerlo. Ni mucho
menos se trata de encubrir con una supuesta caridad las
injusticias del orden establecido y asentado en profundas
raíces de dominación o explotación. Se trata más bien de
un compromiso como hermanos, en favor de un mundo más
justo y más fraterno, con especial atención a las necesidades
de los más pobres» (n. 61).
Este compromiso se debe reflejar en los valores cristianos
en el mundo social, político y económico, justamente en
este momento actual en que los ciudadanos, anestesiados
por el dolor, vemos con sorpresa cómo el gobierno actual
legisla sin demanda social y sin diálogo. Los laicos, llamados
a encarnar el Evangelio en las estructuras de la sociedad,
no están solos en el anuncio del Reino y la denuncia de las
injusticias, sino en camino con los pastores y consagrados.
5
4063
Luis Manuel Romero Sánchez
Director del Secretariado de la Comisión
Episcopal para los Laicos, Familia y Vida
A
l cumplirse el primer aniversario de la
celebración del Congreso de Laicos,
el primer sentimiento que me surge
es el de acción de gracias, porque
este acontecimiento fue un verdade-
ro regalo del Espíritu Santo para la
Iglesia que peregrina en España, y de
un modo particular, para el laicado.
Esos días de mediados de febrero
del 2020, vivimos una auténtica ex-
periencia de comunión eclesial y se
pudo percibir novedad, frescura y es-
peranza, una imagen de Iglesia que
quiere ser en salida, en diálogo con el
mundo contemporáneo.
Durante este año, a pesar de la
pandemia, que ha ralentizado nues-
tras tareas y debilitado nuestro áni-
mo, se está intentando conseguir que
siga sonando la música del Congreso.
Para ello, hay dos acciones que están
sirviendo de impulso y dinamización:
a) la Guía de Trabajo sobre el Poscon-
greso de laicos y b) la constitución del
Consejo Asesor de Laicos.
La Guía de Trabajo, que recoge las
aportaciones del Congreso de Laicos,
no pretende ser un boceto pasto-
ral, ni un manual de uso para poner
en práctica de un modo literal en
nuestras comunidades, sino que se
trata de un documento muy abierto
que puede tomarse como referencia
orientadora de la acción pastoral de
nuestras diócesis, movimientos y aso-
ciaciones. Su contenido, en el que se
percibe la riqueza y pluralidad ecle-
sial, nos ofrece nuevos caminos y de-
safíos pastorales, pero no agota ni la
creatividad ni la libertad a la hora de
concretarlo en cada realidad.
A nivel nacional, se ha constituido
un Consejo Asesor de Laicos, pensa-
do como un equipo de trabajo, de
servicio, no un órgano de poder, que
tiene como tareas fundamentales la
Una Iglesia en salida
que sueña horizontes
nuevos
6 4063
coordinación de los trabajos del Pos-
congreso, diseñar una hoja de ruta o
proyecto común para todo el laicado
y ofrecer herramientas para acompa-
ñar a las delegaciones de Apostolado
Seglar, movimientos y asociaciones.
El Consejo aspira a ser también un
canal de comunión y comunicación
entre las delegaciones y las provincias
eclesiásticas, entre el Foro de Laicos
y los movimientos y asociaciones y
también entre CONFER y las congre-
gaciones, donde los laicos trabajan
en una misión compartida con los re-
ligiosos.
Ambas iniciativas, junto a otras mu-
chas que se están llevando a cabo en
los niveles diocesanos y en el laica-
do asociado, pretenden tener como
ejes transversales la sinodalidad y el
discernimiento, sin olvidar la centra-
lidad de los cuatro itinerarios (primer
anuncio, acompañamiento, procesos
formativos y presencia en la vida pú-
blica), que serán objeto de trabajo y
profundización en los próximos años.
En líneas generales, lo más impor-
tante es que, a la luz del Congreso,
vamos tomando conciencia de lo que
significa la vocación laical frente al
clericalismo, la importancia de cami-
nar juntos (sinodalidad) y el descubri-
miento del valor del discernimiento
comunitario, para escuchar la voz del
Espíritu Santo y el clamor de nuestra
sociedad.
En esta hora, estamos llamados a
ser Iglesia en salida que sueña hori-
zontes nuevos con alegría y con es-
peranza, siendo conscientes de que
todos nosotros (laicos, vida religiosa
y pastores) nos necesitamos, porque,
como afirma el Papa Francisco, en la
encíclica Fratelli tutti, «los sueños se
construyen juntos» (FT, 8).
¿U
n año? ¿Ya pasó un año? ¡¡Increíble!!
Todavía tenemos grabado en nuestras
pupilas el Pabellón de Cristal con ese
variopinto «Pueblo de Dios en Salida»
y, sobre todo, la fuerte experiencia de
comunión vivida tanto en la fase pre-
congresual, como aquellos días.
Y aunque las circunstancias que vi-
vimos en estos meses son tan extraor-
dinarias que parecen distanciar años
luz lo anterior, el «renovado Pente-
costés» del Congreso se ha converti-
do en un faro de esperanza y empuje
en nuestro compromiso como laicos
en la sociedad.
El Congreso fue una ocasión fe-
cunda para visibilizar la calidad de
nuestra realidad eclesial, pero ¡¡aún
queda mucho camino!! La pandemia
ha activado acciones que, con mucha
creatividad y sin programar, han im-
pulsado los itinerarios del Congreso y
sobre todo no ha frenado el compro-
miso por la sinodalidad, implicando a
un número creciente de agentes de
pastoral de la Iglesia en la periferia.
Desde el «observatorio» privilegia-
do del Foro de Laicos somos cono-
cedores del trabajo de muchos laicos
por escribir esa «página en blanco» a
la que hacía referencia el Papa Fran-
El camino no ha hecho
más que empezar
cisco en su mensaje al Congreso. De
ahí la multiplicación de iniciativas de
encuentro, oración y celebrativas, de
cercanía en la familia, con jóvenes y
adolescentes, con los ancianos… Los
teléfonos, las redes e Internet se han
convertido en púlpitos de la Palabra
de Dios y en redes capilares para el
acompañamiento en la soledad y en
la enfermedad.
También crecieron las propuestas
formativas, fundamentalmente con
recursos online, entre las que desta-
can: materiales de catequesis, pla-
nes sobre discernimiento, escuelas
de acompañamiento o sobre temas
como la cultura del encuentro.
Fundamental el uso de las redes
sociales u otras herramientas comuni-
cativas, que despertaron la imagina-
ción para actividades en el campo del
primer anuncio. En algunas entidades
este tipo de acciones ha cristalizado
en la creación de nuevos grupos o
consolidado los existentes en distin-
tas ciudades.
Se ha dado asimismo un mayor
compromiso público, en redes de so-
lidaridad de barrio, en la acogida de
Dolores García Pi
Presidenta del Foro de Laicos
7
4063
inmigrantes, en la defensa de los más
pobres y con situaciones más preca-
rias, al igual que ha crecido la coope-
ración entre grupos y el apoyo mutuo.
No se han detenido actividades que
ya se hacían anteriormente, como la
presencia en órganos de representa-
ción civil, en los medios, en ámbitos
universitarios, empresariales o del
mundo del trabajo. Algún movimien-
to ha comunicado un incremento de
participación en la vida pública, es-
pecialmente a nivel municipal. Y todo
sin olvidar los grandes temas también
presentes en estos meses como la eu-
tanasia o la educación y sobre los que
hemos tratado de hacer sentir nues-
tra voz. Además, siendo conscientes
del paso grandísimo que supuso el
Congreso y en un ejercicio de corres-
ponsabilidad, en varias entidades se
programaron acciones de difusión del
«patrimonio» de ese momento y del
proceso sinodal (ahora mismo la Guía
del Poscongreso) y se está dando una
mayor implicación en distintos ámbi-
tos diocesanos.
Existe un mayor deseo de reforzar
la vida comunitaria, con la certeza de
ser parte de un solo cuerpo, poten-
ciando la escucha, compartiendo la
vida del Evangelio y los bienes ma-
teriales, saliendo de nosotros mismos
para enriquecernos con las aporta-
ciones de los hermanos, en vistas a
ser fermento en la sociedad. Preocu-
pa cuidar y acompañar a los mayores
y también saber estar cerca de los
más jóvenes.
Mucha vida y esperanza, muchas
inquietudes y situaciones frágiles que
fortalecer, para discernir lo que Dios
quiere para llevar adelante, con nue-
vas formas, nuestro ser laicos hoy.
Termino recordando a los que nos
han dejado en este tiempo, que son
«raíz de vida nueva» de nuestro cami-
no.
Ánimo, ¡¡esto no ha hecho nada
más que empezar!!
Revivir el
congreso
para reactivar
el proceso
Isaac Martín Delgado
Delegado de Apostolado Seglar de Toledo
@imdelga
H
a transcurrido solo un año, pero pa-
rece que hubiera pasado un siglo.
Los días 14, 15 y 16 de febrero de
2020 celebrábamos en Madrid nues-
tro Congreso de Laicos —que queda
para la historia—, tras un proceso se-
rio y bien trabajado que implicó a las
distintas diócesis españolas, asocia-
ciones y movimientos y que nos hizo
protagonizar una auténtica experien-
cia de comunión eclesial, verdade-
ramente profunda. La pandemia, sin
embargo, lo ha cambiado todo. No
solo hace pensar que lo vivido antes
de su llegada es tiempo remoto;
además, nos ha empujado a redefinir
prioridades, nos ha impedido seguir
con los planes organizados para arti-
cular la fase poscongresual y nos ha
obligado, incluso, a renunciar a gran
parte de nuestra forma ordinaria de
vivir la fe. Ciertamente, esta situación
nos ha hecho descubrir nuevas posi-
bilidades, pero, conviene reconocer-
lo, la inercia generada con el Congre-
so se ha visto afectada.
Un vistazo a la realidad de la Igle-
sia que peregrina en España, sin em-
bargo, nos permite comprobar que la
ilusión, la esperanza y, en definitiva,
los frutos del proceso siguen vivos
en nuestra memoria y en nuestras ac-
8 4063
ciones. La presentación de la Guía de
Trabajo del Poscongreso elaborada
desde la Comisión para los Laicos,
Familia y Vida —documento de refe-
rencia que contiene las claves sobre la
base de las cuales articular el trabajo
que tenemos por delante— está ayu-
dando a recuperar paulatinamente su
actualidad; la creación del Congreso
Asesor de Laicos, uno de los frutos
del Congreso, ayudará eficazmente a
dar continuidad a lo vivido, a profun-
dizar en los cuatro itinerarios (primer
anuncio, acompañamiento, proce-
sos formativos y presencia en la vida
pública) y a poner en práctica la sino-
dalidad y el discernimiento. En defini-
tiva, revivir el Congreso nos permitirá
reavivar el proceso. Así ha de ser, no
por obligación ni porque nos venga
dado, sino porque, como Iglesia, he-
mos experimentado la fuerza de la
comunión del Pueblo de Dios y la ne-
cesidad de salir de nosotros mismos
para ser el corazón del mundo.
Sería un error pensar que el proce-
so ha caducado. Antes al contrario, la
pandemia no ha hecho sino poner de
manifiesto la centralidad de los cuatro
itinerarios, su «utilidad» para articular
nuestras acciones pastorales y la ur-
gencia de ser verdaderamente Igle-
sia en salida. Podemos afirmar, con
rotundidad, que tanto el Congreso
como todo el proceso han sido pro-
videnciales.
Así se está entendiendo en las
distintas realidades eclesiales, desde
la que, paulatinamente, se están re-
tomando iniciativas pospuestas, pre-
sentando la Guía, creando equipos de
trabajo y, en definitiva, comenzando
a discernir cómo interiorizar las pro-
puestas planteadas durante el mismo.
Ese es el camino en este momento.
Pero, de nuevo, lo más importante
está por hacer: hemos identificado las
prioridades, hemos reflexionado y he-
mos planteado propuestas concretas
que merecen ser puestas en práctica;
sin embargo, ahora nos corresponde
recorrerlo juntos.
Nos puede ayudar a afrontarlo re-
memorar lo vivido: ¿No ardía nues-
tro corazón cuando estábamos en el
Pabellón de Cristal? ¿No notamos
que algo nuevo estaba naciendo con
este proceso? ¿No comprendimos
que cuantos hemos participado en él
y quienes se vinculen ahora a al mis-
mo somos auténticos protagonistas
llamados a escribir una importante
página en blanco del momento pre-
sente?
De nuevo, la responsabilidad es
nuestra. ¿Salimos?
9
4063
¿Cómo se concreta tu
compromiso laical?
Esther Barba Parreño
Presidenta de Juventud Obrera Cristiana (JOC)
Santiago Ruiz Gómez
Presidente del Movimiento Scout Católico
Salvador Ruiz Pino
Delegado de Apostolado Seglar de Córdoba,
director de Cáritas diocesana y presidente de ACG diocesana
Mi compromiso laical se ha concretado en el trabajo
que realizo dentro de Juventud Obrera Cristiana
(JOC), movimiento especializado de la Acción Católica,
donde he encontrado mi manera de aportar, desde mi
compromiso cristiano, a la Iglesia y a la sociedad. Gracias
a mi participación en el Congreso de Laicos, fui conscien-
te de que una Iglesia sinodal era necesaria, y que la fra-
Al cumplirse un año de la celebración del Congreso de
Laicos «Pueblo de Dios en Salida», aún en este tiem-
po tan incierto y difícil por la situación de pandemia, ten-
go la impresión de que los fieles laicos hemos dado pasos
importantes en la tarea de asumir nuestra corresponsabili-
dad en el ser y la misión de la Iglesia. En mi caso, mi com-
promiso concreto se desarrolla en cuatro ámbitos: en mi
Posiblemente, el año de mayor compromiso con la Igle-
sia de mi vida. Lo fácil como laico durante este año que
ha coincidido con la crisis sanitaria y económica que esta-
mos viviendo hubiera sido estar parado, pero lo realizado
ha sido absolutamente todo lo contrario. Donde hay una
crisis hemos visto una gran oportunidad de evangelización.
A nivel diocesano como delegado de Medios, aportando
ternidad con otros movimientos eclesiales y sociales es
imprescindible para la construcción del Reino de Dios. En
estos tiempos de pandemia quiero destacar que ha sido
de vital importancia el compromiso de las personas laicas
en parroquias, organizaciones, movimientos y colectivos
sociales, y en especial valorar la implicación que he visto
de los y las jóvenes en estos espacios.
trabajo como profesor universitario, procurando fermen-
tar cristianamente mi ambiente diario; en mi parroquia,
lugar privilegiado donde participo de la misión pastoral
como ACG; en Cáritas donde continuamente me siento
evangelizado por los pobres; y en la delegación diocesana
de Apostolado Seglar, intentando prestar un servicio de
comunión al servicio de toda la diócesis.
mi granito de arena en la evangelización digital a través
de peregrinaciones, catequesis y formaciones virtuales. Y
a nivel voluntario como scout, dando un paso adelante
presentando una candidatura para presidir durante los
tres próximos años el Movimiento Scout Católico en Espa-
ña y trabajar día tras día en la construcción de un mundo
mejor al servicio de la Iglesia.
Amparo Estellés Rodríguez
Delegada de Apostolado Seglar de Valencia
María Isabel Márquez Recio
Delegación de Apostolado Seglar de Málaga
Alejandro Palacios y Clara Acebrón
Delegados de Apostolado Seglar en Pamplona-Tudela
Ana Isabel Gil Valdeolivas
Delegada de Apostolado Seglar de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara
Como la mayoría de las personas que participaron en el
Congreso de Laicos, yo ya tenía un compromiso laical
en mi comunidad parroquial, como presidenta diocesana de
Acción Católica General, en el Consejo Diocesano de Laicos
y como delegada diocesana de Apostolado Seglar. Tras el
Congreso, ese compromiso se ha concretado en difundir en
Realmente mi compromiso laical no ha cambiado mucho
durante este año, continúo con mi labor en la delegación
de Apostolado Seglar de Málaga, soy la responsable de Li-
turgia de mi parroquia, Santa María de la Amargura, y presto
el servicio de coordinadora del coro parroquial. Pero lo que
E
n una mayor participación en la parroquia a través de
la catequesis a jóvenes y en la realidad matrimonial que
vivimos en Equipos de Nuestra Señora. Por otro lado, tras
el Congreso de Laicos, detectamos la necesidad de ofrecer
ejemplos y testimonios concretos que animen a los laicos a
comprometerse más con el Señor y con la sociedad. «San-
En este año marcado por la pandemia, mi compromiso ha
consistido en intentar ser cercana a todas las personas
que Dios ha ido poniendo en mi camino, como madre, espo-
sa, con la familia, con mis compañeros de trabajo, vecinos,
como delegada en mi diócesis de Apostolado Seglar inten-
tando acompañar desde la escucha y la ayuda, según mis
esos ámbitos las conclusiones del Congreso. En ese senti-
do, estamos trabajando en la preparación de un Congreso
Diocesano de Laicos que dé continuidad y concreción a lo
indicado en las conclusiones y nos ayude a discernir sobre
qué procesos hay que iniciar hoy en nuestra diócesis para
renovar nuestra tarea evangelizadora.
tos de la puerta de al lado», como diría el Papa Francisco.
Por ello, surge la idea de realizar el programa Laicos por
el mundo, en Radio María. En este espacio cada mes en-
trevistamos a laicos comprometidos en su vida personal,
profesional y pública. De esta manera, también se hace
más visible el papel de los laicos en nuestra Iglesia.
sí se ha reforzado es la idea de que los laicos debemos
asumir las responsabilidades que se nos pidan o para las
que tengamos capacidad, incluso sin esperar esa llamada,
sino viendo las necesidades e intentando cubrirlas de for-
ma clara y comprometida.
posibilidades y según me ha ido capacitando el Señor. El
primer compromiso sin duda alguna ha sido incrementar
mi vida interior, para saber discernir qué caminos y cómo
emprender esta novedad que se nos pide como Pueblo
de Dios en Salida, y en este camino espiritual he ido des-
cubriendo que la «novedad» está en llevar a Dios.
11
4063
Javier Andreo
Comunión y Liberación
Enrique Alarcón García
Presidente de Fraternidad Cristiana de Personas
con Discapacidad (FRATER)
Álvaro Medina del Campo
Presidente de Vida Ascendente
Anna Almuni de Muga
Delegada de Apostolado Seglar de Barcelona
Una de las tareas más propias de la vocación laical es
llevar a Cristo a los ambientes cotidianos en los que
nos encontramos, especialmente en el mundo del trabajo.
Yo soy profesor de ESO en un colegio de la periferia de
Madrid, y allí es donde me he visto llamado a vivir mi fe
en este año tan difícil, con mis alumnos y mis compañeros.
Ha habido una pregunta que ha sido mi motor: «Señor, ¿a
T
ras nuestra asistencia y participación en el Congreso
hemos procedido a alentar y animar a nuestras Comi-
siones Diocesanas a participar en la actividades que en
su desarrollo se realicen, enviándoles la documentación:
Guía de Trabajo para el Poscongreso y las ponencias, que
publicó ECCLESIA. Pese a las limitaciones debidas a la
H
a sido una gran oportunidad de contactar a diver-
sos colectivos laicales y trabajar en la sinodalidad.
En Barcelona estamos viviendo un momento de ilu-
sión que la pandemia no ha paralizado. Contamos con
un equipo episcopal que creyó en lo trabajado en el
Personalmente, la experiencia del Congreso puso ante
mis ojos una realidad eclesial viva y entusiasmada,
pero también un Pueblo de Dios sediento de transformar-
se en la España del siglo XXI en signo y luz del inmenso
amor de Dios Padre. Desde entonces, he procurado que
qué me llamas con esta situación? ¿Cómo puedo contri-
buir a tu Reino?». Con estas preguntas todo se convierte
en una aventura, y me impresiona ver lo que Él puede ha-
cer a través de nosotros si estamos disponibles. Este año
he sido un profesor conmovido: Jesús sigue cambiando
los corazones de los hombres, llenándolos de paz y espe-
ranza. Mi compromiso es mendigarle. Y Él salva el mundo.
pandemia, muchas de dichas Comisiones están colaboran-
do en sus respectivas diócesis y grupos. Igualmente se ha
animado a trabajar en la Pastoral del mayor, cuyo Congre-
so organizado por el Dicasterio de Laicos, Familia y Vida se
celebró en Roma entre los días 29 y 31 de enero de 2020,
con la presencia de Su Santidad el Papa Francisco.
los frutos del Congreso de Laicos se hicieran presentes en
mis tareas apostólicas en su espíritu y con sus contenidos.
De hecho, los materiales del Congreso los hemos ido in-
corporando como apoyo para la formación en los equipos
de FRATER, fortaleciendo así la comunión eclesial.
Congreso y que quieren ponerlo en marcha. Para mí
el Congreso fue como un renovado Pentecostés y se
concreta en el hecho de poder ver cuánta gente está
ilusionada y teniendo como expectativa hasta dónde
vamos a llegar.
«Es
fundamental
trabajar juntos
cuidando el
espíritu de
comunión»
Entrevista
Carlos Escribano
Arzobispo de Zaragoza y presidente de la
Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida
E
l Congreso de Laicos «Pueblo de Dios
en Salida» tenía como horizonte la lle-
gada de «un renovado Pentecostés».
Y para eso la Iglesia fijaba y sigue fi-
jando su mirada en los laicos. Pese a
que muchos planes hayan quedado
alterados o anulados por la pande-
mia, este tiempo de reflexión perso-
nal también ha propiciado espacios
para buscar las claves para descubrir
por dónde queremos ir.
El arzobispo de Zaragoza, Carlos
Escribano, es desde el pasado mes de
13
4063
Particularmente entiendo que hay uno
de singular importancia y que hace re-
ferencia al descubrimiento pleno de la
vocación bautismal. El poder ayudar a
todos los miembros del Pueblo de Dios
a conseguirlo, pero de un modo espe-
cial a los laicos, nos ayudará a desarro-
llar todo el potencial que tiene el plan
de Dios para cada uno, a buscar la vida
plena y a tomar conciencia de lo que
significa ser discípulo misionero.
Eso supone una conversión en nues-
tra acción pastoral que nos conduce a
un cambio de paradigma a la hora de
plantearla. Y no solo afecta a quien re-
cibe la propuesta de evangelización;
también habría que adaptar la «estruc-
tura» pastoral para priorizar lo que es
realmente significativo para conseguir
esa experiencia de vocación bautismal
plena.
—Si hace un año decíamos que «era
la hora de los laicos», ¿esta pande-
mia ha agudizado aún más la misión
de impregnar las realidades de este
mundo con el Espíritu?
—Sin duda. Una de las sensaciones
que está engendrando esta situación
es que parece que la secularización ha
acelerado su proceso. Si antes de la
pandemia, que es cuando se ve la ne-
cesidad de hacer este Congreso para
reflexionar sobre el papel del laicado
en una sociedad que había mutado, ya
se veía imprescindible, con más moti-
vo en este momento. Hay que seguir
marzo presidente de la Comisión para
los Laicos, Familia y Vida. Un contenido
nada ajeno para él, ya que desde el año
2010 es miembro de esta Comisión, y
dentro de ella, fue el obispo responsa-
ble del departamento de Pastoral de
Juventud, desde 2017 hasta marzo de
2020.
Un año después del gran evento de
Madrid, el arzobispo ha dialogado con
ECCLESIA sobre uno de los grandes ob-
jetivos de esta Comisión: «Desarrollar el
contenido del Congreso de Laicos». Tal
y como ha reconocido Escribano, «hay
elementos muy positivos que nos van a
permitir dar pasos muy importantes en
la organización del laicado». Por eso,
«hay que seguir acompañándolos para
que no sean actores de reparto, sino ac-
tores principales en la evangelización».
Entre todos, tenemos el reto de fomen-
tar «el trabajo sinodal y la experiencia
de comunión para la misión». Trabajar
juntos cuidando la espiritualidad de
comunión «es fundamental», según el
arzobispo. Es una experiencia indispen-
sable para poder dar pasos seguros en
la tarea evangelizadora.
—El Congreso de Laicos 2020 cele-
brado en Madrid se convirtió en uno
de los eventos más importantes de la
Iglesia española. Una alegría inspira-
dora que se ha visto marcada por la
pandemia. ¿Cómo podemos sacar el
lado enriquecedor de esta situación?
—Es cierto que la pandemia y las
restricciones posteriores impuestas por
la crisis sanitaria afectaron al desarrollo
del Poscongreso. Eran muchas las ini-
ciativas planteadas para poder acoger
las conclusiones del Congreso que se
vieron, en muchas ocasiones, truncadas
o aplazadas.
A pesar de estas circunstancias ad-
versas se ha seguido trabajando. Se han
propuesto nuevos modos de reunirse,
auxiliados por la tecnología, y se han
dado pasos sustanciales en el proceso
congresual. Baste nombrar dos hitos: el
primero sería la publicación de la Guía
de Trabajo que recoge muchas de las
aportaciones realizadas durante la ce-
lebración del Congreso por los partici-
pantes en los diferentes itinerarios y, a
su vez, contiene una serie de propues-
tas para seguir discerniendo a la hora
de poder acoger y desarrollar dichos
itinerarios en nuestra propia realidad.
El segundo sería la constitución de
un órgano de coordinación y trabajo, el
Consejo Asesor de Laicos dependiente
de la Comisión Episcopal para los Lai-
cos, que ya ha empezado a funcionar y
que puede ayudar a desarrollar los con-
tenidos y procesos que han surgido del
Congreso.
—¿Cuáles son los retos del laicado
para ser «sal y luz» en el mundo?
—Hay muchos retos que habría que
abordar para conseguirlo plenamente.
14 4063
para que sea realmente útil a la hora de
evangelizar en este momento.
El fomentar el trabajo sinodal y la ex-
periencia de comunión para la misión.
Trabajar juntos cuidando la espiritua-
lidad de comunión me parece funda-
mental. Supone una experiencia enri-
quecedora e indispensable para poder
dar pasos seguros en la tarea evangeli-
zadora con el laicado.
También es necesario el cuidado de
índole secular. Es la concreción y el cui-
dado de la especificidad del laico den-
tro de la vida de la Iglesia y su misión en
el mundo. El laico está inmerso en me-
dio de la sociedad y eso es lo específico
suyo. Es muy importante la tarea evan-
gelizadora que se puede desarrollar en
medio del mundo para constituirnos en
auténticas Iglesias en estado de misión
permanente.
—¿Cómo acompañarles para que no
sean actores de reparto, sino actores
principales en la evangelización?
—Para que no sean actores secun-
darios hay que empezar confiando en
ellos. Doy gracias a Dios que me ha
permitido trabajar muchas veces, en
distintos ámbitos, con laicos y ha sido
siempre una experiencia interesante y
enriquecedora.
El acompañamiento debe suscitar-
se en la cercanía que procura el poder
compartir espacios en las tareas pasto-
rales encomendadas. Sería un acom-
pañamiento en sentido amplio que
podría, si fuese necesario, convertirse
en un acompañamiento personal que
permitiese al laico desarrollar todo el
potencial de su vocación bautismal y
laical. Acompañamiento que deberá
ser integral y que permita iluminar las
dimensiones intelectual, pastoral y es-
piritual del laico.
@delatorreSM
Sara de la Torre
buscando caminos de presencia en los
tres escenarios que recuerda Francisco
en la Evangelii Gaudium (cfr. nº 14): los
presentes, los alejados y los ausentes. Y
para aproximarnos a ellos necesitamos
«estrategias pastorales diferenciadas».
En ellas los laicos, especialmente entre
los alejados y los ausentes, tienen un
especial protagonismo y solo desde su
compromiso misionero podremos im-
pregnarlas con la presencia del Espíritu.
—¿Cuáles son las claves para desper-
tar a los laicos a esta corresponsabi-
lidad con la Iglesia para llevar a cabo
la misión compartida en todos los
ámbitos?
—Sin animo de ser exhaustivo voy
a subrayar algunas que me parecen
fundamentales. La primera, que ya he
mencionado anteriormente, sería el fa-
vorecer el que puedan tomar concien-
cia de su vocación bautismal, que les
haga vivirla desde la perspectiva de la
búsqueda de la santidad.
Creo que es importante también la
escucha para que puedan expresar la
realidad en la que están inmersos y el
cómo asumen y viven, cada uno en con-
texto en el que están inmersos, el he-
cho de ser discípulos misioneros.
Cuidar las propuestas formativas
para que los laicos puedan dar razones
de nuestra esperanza. Es verdad que se
han dado muchos pasos en este senti-
do, pero hay que seguir profundizando
en la formación y conseguir adaptarla
15
4063
Aniversario
del Congreso
de Laicos
La sinodalidad
ha llegado
para quedarse
16 4063
A
lgunos momentos viven más allá del tiem-
po que el reloj les acota. Bien lo podemos
decir del Congreso de Laicos; más que un
congreso, un camino; más que de laicos, de
todo el Pueblo de Dios, con su diversidad
de carismas. Ni siquiera podemos decir que empezó hace
un año, porque cuando más de 2.000 personas se dieron
cita, durante aquel fin de semana de febrero, en el Pabe-
llón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid, ya se había
trabajado durante meses en la preparación.
Allí, los congresistas llegaron con tantas esperanzas
como incertidumbres. Estas últimas se apagaron ensegui-
da, y las primeras empezaron a crecer. «Nunca nos había-
mos visto, pero era como si lleváramos toda la vida juntos»,
recuerda, a día de hoy, María José Sánchez, que participó
como delegada episcopal de Apostolado Seglar de la ar-
chidiócesis de Zaragoza, e incluso se encargó de organizar
alguno de los talleres. Su sensación aquellos días era de
«una gran familia». Con ella y con unos pocos congresistas
de otros lugares hemos hablado para celebrar el aniver-
sario del Congreso, echando la vista hacia atrás y luego
fijándola hacia delante. ¿Qué frutos, qué procesos, qué de
nuevo está trayendo este camino sinodal al Pueblo de Dios
que peregrina en España?
Aquellos dos días tuvieron un poco de todo: un concier-
to que, a ritmo de rock y de rap, levantó a todos de sus
asientos, sin distinción de vida ni estado; una oración so-
brecogedora y profunda; mucho trabajo; unas conclusio-
nes; y mucho encuentro, mucho de compartir y conocerse.
Para Antonio Alcedo, aquella ocasión fue «un momento
de la vida de la Iglesia española en la que, de alguna ma-
nera, se han retomado varios aspectos del Concilio Vatica-
no II que el Espíritu Santo desea impulsar». Él y su esposa,
María Ángeles González, habían llegado a Madrid desde
Rota como responsables de la delegación episcopal de
Apostolado Seglar de la diócesis de Asidonia-Jerez.
Con ganas de darlo a conocer
María Ángeles y Antonio pertenecían a esta delegación
diocesana representando al movimiento de los Focolares,
pero su nombramiento para asumir la responsabilidad les
sorprendió apenas un mes antes del Congreso. Una vez
en el Pabellón de Cristal, a ella le vienen a la mente dos
recuerdos. El primero: «Estaba agotada y me dije: “Voy al
sagrario”, pensando que no habría nadie, para sentarme
y permanecer recogida un rato. Para mi sorpresa, aquella
capilla estaba lleno de gente: cardenales, monjas, laicos…
17
4063
Los delegados de Apostolado Seglar de Asidonia-Jerez,
en el encuentro celebrado en el templo del Carmen de
Rota para dar a conocer la experiencia del Congreso.
¡esto es lo que es! Todos juntos, como pueblo, ante Él». El
segundo, la alegría y la vitalidad.
Esto les permitió emprender el viaje de vuelta hasta su
comunidad parroquial y diocesana llenos de energía para
caminar con el impulso del Congreso. «Queríamos hacer
muchas cosas, pero llegó la pandemia y…», comenta Ma-
ría Ángeles. Aun así, fueron poco a poco trabajando. El
objetivo era, antes de nada, compartir la experiencia con
el resto de la diócesis. Allí comenzaron el proyecto Cono-
cernos para querernos, en el que se marcaron como obje-
tivo visitar «parroquia por parroquia», empezando por la
de ellos, la del Carmen de Rota.
En estos meses en los que ha sido necesario adaptarse
a la situación de emergencia sanitaria, las reuniones han
sido telemáticas. Pero el pasado 11 de enero, con la ayuda
de Miguel Puyo, el párroco, pudieron dar el pistoletazo
de salida para dar a conocer el Congreso. En torno a cien
personas se reunieron en el templo que, por suerte, tiene
grandes dimensiones y puede acoger a muchas personas
respetando todas las medidas sanitarias.
Una iniciativa que irá más allá de una simple exposi-
ción. Antonio y María Ángeles están empleando muchos
esfuerzos en armonizar la organización y coordinación pa-
rroquiales, de manera que se creen redes de encuentro
entre quienes participan de la vida eclesial. «La nuestra es
un poco de laboratorio para, en primer lugar, aunar ele-
mentos que estarán más o menos desarrollados en otros.
Por ejemplo, crear una base de datos con la que sepamos,
de manera organizada, quiénes están comprometidos con
la parroquia y qué hacen», explica Alcedo.
Y todo ello lo han tenido que poner en marcha en una
situación de cambio para Asidonia-Jerez. Nada más vol-
ver del Congreso, Antonio y María Ángeles se pusieron
en contacto con el obispo, José Mazuelos… quien poco
después fue destinado a la diócesis de Canarias. Así que,
por ahora, avanzan en la pastoral a la espera de que tenga
lugar un nombramiento episcopal.
Antonio Salcedo y María Ángeles González,
delegados de Apostolado Seglar de Asidonia-Jerez.
18 4063
Participantes en el Congreso
enviados desde la diócesis de
Segorbe-Castellón.
«La sinodalidad es real y funciona»
En el camino sinodal que ya está en marcha en la Iglesia
de nuestro país están tomando la voz iglesias particulares
pequeñas, desde donde mucho y muy bueno puede apor-
tarse. Es el caso de Francisco Javier Vicente, delegado
episcopal de Apostolado Seglar en Segorbe-Castellón. Lo
primero que intuyó hace un año, tras vivir la experiencia
del Congreso de Laicos, fue que aquello tenía que repro-
ducirse a nivel local. Para ello, los 18 que participaron des-
de la diócesis crearon un grupo de trabajo para ponerse
manos a la obra. Algo que, según recuerda Javier, no era
sencillo. «¿Qué elemento, de todo lo que se habló, desta-
caríamos? ¿Por dónde empezar? Queríamos hacer tantas
cosas que resultaba complicadísimo. Hay quien dice que
empecemos por un itinerario, otro que por los cuatro a la
vez; al final, nos damos cuenta de que hay algo que todos
teníamos claro: el diálogo y la escucha», señala, aunque
quizás sea la escucha lo más necesario y prioritario. «A
veces somos muy dogmáticos para decir corriendo “esta
cosa es así”, pero… ¡espérate, escucha antes!», apunta.
Este grupo de casi una veintena de personas comenzó
su andadura en octubre. Con la pandemia, llegaron unos
meses de shock en lo que poco más pudieron hacer ade-
más de reflexionar y reposar lo que el Espíritu les había
transmitido durante el Congreso y las etapas previas del
camino sinodal. Ahora ya han dibujado un plan e incluso
no pierden la esperanza de poder celebrar el 22 de mayo,
día de Pentecostés, un encuentro diocesano de laicos pre-
sencial. En cualquier caso, al menos se celebrará de mane-
ra telemática.
Javier no solo destaca los contenidos de lo desarro-
llado a través de los cuatro itinerarios del Congreso: pri-
mer anuncio, formación, acompañamiento y presencia en
la vida pública. Sobre todo, se queda con la manera de
trabajar, el encuentro entre todos. «Desde la fe, la sino-
dalidad es real y funciona. Cuando hacemos juntos un dis-
Francisco Javier Vicente, delegado de Apostolado
Seglar de la diócesis de Segorbe-Castellón.
19
4063
Las dificultades vividas en este último año les han obli-
gado a reinventarse. «No podemos permitir que la pande-
mia nos siga paralizando», opina María Jesús. Por ello, la
diócesis cuenta desde noviembre con un equipo de traba-
jo del Poscongreso del que forman parte las diez personas
que asistieron hace un año al Pabellón de Cristal desde
Osma-Soria. Este grupo ya cuenta con un plan de trabajo
asentado sobre la base de la nueva forma de ser y trabajar
sinodal, poniendo en este primer momento el énfasis en
el discernimiento comunitario. «Es importante interiorizar
esto y asumirlo personalmente», añade. Este grupo traba-
jará de febrero a mayo los cuatro itinerarios del Congreso
de Laicos, y con las conclusiones, aportaciones y propues-
tas, pensarán en cómo darle mayor concreción en cada
realidad. «No queremos correr demasiado ni quedarnos
parados. El Congreso está siendo ahora, porque también
ha sido un proceso, y tiene que llevarnos a cambiar desde
nosotros mismos», apunta.
En esa insistencia de caminar todos juntos, María Jesús
ha puesto especial empeño en favorecer la creación de
redes y puntos de encuentro. Se ha creado un blog de la
delegación de laicos de la diócesis en el que quieren revi-
vir todo lo compartido en el Congreso. Además, los más
de veinte movimientos de laicos asociados en Osma-Soria
tienen cabida en un grupo de WhatsApp en el que la de-
legación de laicos informa de las actividades diocesanas
y cada uno anuncia también sus iniciativas pastorales. «Es
imposible ir a todas, pero así estamos en comunión y nos
hacemos presentes con la oración. Si no nos podemos re-
unir ni tener contacto en persona, nos reinventamos así»,
comenta María Jesús.
«En periodo de siembra»
La llegada de María José Rodríguez al Congreso fue
accidentada. Su primera bienvenida en Madrid fue la de
quien le robó la cartera. Pero incluso aquella circunstancia
fue una oportunidad para experimentar el compañerismo.
«Si no nos
podemos reunir
ni tener contacto
en persona, nos
reinventamos»
cernimiento, los frutos son muy ricos y podemos ver qué
quiere Dios para que su sueño se haga realidad», expresa.
El delegado de Segorbe-Castellón también reflexiona,
al hilo del proceso sinodal, uno de los retos que estaban
desde el propio lema del Congreso, «Pueblo de Dios en
salida». Esto, lo de no encerrarse y abandonar la autorre-
ferencialidad, es vital para él. «Nuestro lenguaje y paráme-
tros son de hace treinta o cincuenta años, cuando la gente
nos venía. Pero hoy día esto no es así, hemos de saber
estar en la calle y anunciar el kerygma… esta necesidad
nos ha sorprendido con el pie cambiado», afirma.
Adaptándose a las circunstancias
Desde hace años Soria es, oficialmente, un desierto
demográfico. Así se definen los territorios en los que la
densidad de población es inferior a 10 habitantes por kiló-
metro cuadrado. Esta provincia castellanoleonesa es para-
digmática si queremos hablar de lo que se ha etiquetado
como la España vaciada. Desde la diócesis de Osma-Soria
ya se han puesto manos a la obra, reinventándose y adap-
tándose a las circunstancias. Al formar parte de Castilla y
León, una de esas circunstancias es la restricción del aforo
al culto con un máximo de 25 personas, independiente-
mente del tamaño del templo. La delegada de Apostolado
Seglar de la diócesis, María Jesús Gañán, define esta me-
dida como «irracional e injusta».
Por eso, a título personal, fue una de las participantes
en la iniciativa que surgió entre un grupo de cristianos de
la diócesis en la que se recabaron 1.275 firmas. Estas se
presentaron ante la Junta para solicitar la rectificación de
esa medida reclamando limitar el aforo en relación a la ca-
pacidad y no restringiéndolo a un numerus clausus.
María Jesús Gañán, delegada de Apostolado
Seglar de Osma-Soria.
20 4063
«¡Hay sucesos que unen mucho!», exclama. Enseguida se
dio cuenta de la sencillez que se respiraba en el Pabellón
de Cristal de la Casa de Campo, y también percibía cómo
«brotaba la alegría por reconocernos simplemente como
cristianos». Veterana en estas lides, Rodríguez apreciaba
que los rostros eran «bastante relajados, con ilusión en
la cara, y ya dice mucho porque en muchas reuniones de
Iglesia nuestros gestos son muy serios».
María José acudió al Congreso como delegada de
Apostolado Seglar de la diócesis de Vitoria, y tomó la auto-
pista de vuelta a la capital alavesa con dos ideas: que «por
fin cuajaba que la vocación laical es una verdadera voca-
ción», y que «de alguna forma, se reactivaba la ilusión». Un
año después, valora también lo acertados que, para ella,
María José Rodríguez, delegada de Apostolado
Seglar de Vitoria.
fueron los cuatro itinerarios escogidos. Aprendió de ellos
muchas cosas, pero destaca la importancia de «aclarar pa-
labras y necesidades de la gente» para acortar distancias
y no referirnos a cosas distintas con los mismos términos.
«Lo recuerdo como una enseñanza que me apunté para el
futuro», señala.
¿Y ahora? «Estamos en periodo de siembra», señala.
Como en otros lugares, han formado un equipo de trabajo
del Poscongreso al que se han unido inicialmente perso-
nas que participaron hace un año en la Casa de Campo.
Y, poco a poco, van tomando iniciativas. Para el sábado
13 de febrero han programado un encuentro del laicado.
«Con el título “Pueblo de Dios en Salida: te reconocemos
caminando juntos”. Hablaremos de sinodalidad y discer-
nimiento, y presentaremos la Guía de Trabajo. La idea es
que las palabras calen no por repetirlas hasta el infinito,
sino por cobrar sentido en nuestra praxis eclesial».
Y, adaptándose a la situación, también han emprendido
alguna iniciativa que puede llevarse a cabo por Internet,
como un boletín informativo en el que se contará todo lo
que la diócesis realice en este camino. Y despues, «los fru-
tos… Dios dirá».
Dios responde a las oraciones
María Jose Sánchez también estuvo en el Congreso de
Laicos hace un año. Era de las delegadas de Apostolado
Seglar más veteranas, desde que en el año 2017 empezó
a servir en este cargo a la archidiócesis de Zaragoza. En
sus palabras rezuma el cariño por aquellos días vividos:
«Me sentí Pueblo que camina en una misma Iglesia guiada
por el Espíritu con gran riqueza de carismas, todos necesa-
rios. Me aportó seguir creciendo en la corresponsabilidad
María José Sánchez, delegada de Apostolado
Seglar de Zaragoza.
21
4063
Grupo de la archidiócesis de Zaragoza durante
el Congreso de Laicos en marzo pasado.
y complementariedad pastoral de las distintas vocaciones
de la Iglesia. Dios nos quiere con el protagonismo que Él
nos ha ungido desde nuestro Bautismo, no somos actores
de segunda y nuestra vocación laical es auténtica», expre-
sa, en consonancia con las opiniones de muchos otros que
vivieron aquellos días y que tratan de hacerlas presentes
en su vida cotidiana.
A María José le resuena, al pasar por la memoria y el
corazón, el fin de semana del Congreso, una frase sobre
la primera comunidad cristiana: «Un solo corazón y una
sola alma» (Hch 4, 32). Sobre aquella experiencia, remarca
la importancia de que estar todos con el mismo proyec-
to común de seguimiento a Jesús y que cada uno tiene,
además, una llamada específica. Y ella la encontró de una
manera bastante sorprendente, porque le preguntaba al
Señor qué hacer, y la respuesta, o al menos parte de ella,
le llegó en la clausura: «De entre más de 2.000 personas
que participábamos, solo ocho sobres habían sido coloca-
dos debajo de las sillas [durante la ponencia final]. Enton-
ces nos dijeron que mirásemos, y efectivamente alargué la
mano y toqué algo. Inmediatamente mi corazón se acele-
ró. Mi sobre tenía el número uno. El Señor me decía en ese
sobre: “Saliendo a las periferias”. La tarjeta tenía pegada
una bolsita llena de semillas de mostaza. Estaba claro».
Pero la periferia empezó siendo, con profundo signifi-
cado, la Iglesia doméstica que se vivió con la llegada del
confinamiento y de la peor fase de la pandemia. En vez de
lamentarse por las restricciones y la situación, se reunieron
telemáticamente. Una de las partes buenas, aprovechar
mejor los momentos y evitar desplazamientos. Mientras
tanto, las propias casas convertidas «en auténticos orato-
rios y cenáculos donde el Señor se sentaba a diario en la
mesa con nosotros». Y, en la distancia, acompañando las
experiencias de soledad y sufrimiento. Ahora, el equipo de
trabajo de la archidiócesis se va a centrar en «desarrollar
el proyecto de una Iglesia en Salida difundiendo la Guía
de Trabajo y responsabilizándose de recordar y reavivar las
conclusiones con presentaciones online en vicarías, parro-
quias, y en la coordinadora de asociaciones y movimien-
tos».
Un camino de ida y vuelta
Hace un año, dos mil personas se reunieron después de
trabajar en sus diócesis durante meses. Desde allí, regresa-
ron con la maleta cargada de ilusiones y el alma encendida
por el Espíritu. María José, Javier, Antonio y María Ángeles
o María Jesús son unos pocos ejemplos, tan diversos como
lo es la Iglesia en España, con sus realidades y carismas, y
con su apuntar a la sinodalidad: ese tan repetido caminar
juntos. Por ese motivo, la palabra y el encuentro tienen
que viajar constantemente en todas direcciones. Y eso será
posible, en parte, gracias al Consejo Asesor de Laicos, que
ha comenzado su andadura hace poco.
A él pertenece un representante de cada provincia ecle-
siástica, la presidenta del Foro de Laicos representando
a movimientos y asociaciones, y otras cinco personas de
diferentes realidades eclesiales transversales en lo geográ-
fico como CONFER o Acción Católica General, por ejem-
plo. «¿De Galilea puede salir algo bueno?», se preguntan
Antonio y María Ángeles desde Rota: ellos son la voz de
la provincia de Sevilla en este consejo. La respuesta, por
supuesto, es afirmativa. «Hay gente muy preparada. ¿Qué
podemos aportar? La Iglesia es como un cuerpo en el que
todos se necesitan. Y nosotros queremos dar humildad y
santidad», señala el matrimonio. Y así, al final, no hay pe-
queños y grandes, sino un caminar en el que todos piden
que el Espíritu siga soplando, como desde hace dos mil
años.
@asolanab
Asier Solana
22 4063
23
4063
«No podemos dejar de hablar de lo
que hemos visto y oído» (Hch 4, 20)
Queridos hermanos y hermanas:
C
uando experimentamos la fuerza del amor de
Dios, cuando reconocemos su presencia de
Padre en nuestra vida personal y comunitaria,
no podemos dejar de anunciar y compartir lo
que hemos visto y oído. La relación de Jesús
con sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el
misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua
nos hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humani-
dad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros
deseos y nuestras angustias (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const.
past. Gaudium et spes, 22). Todo en Cristo nos recuerda
que el mundo en el que vivimos y su necesidad de reden-
ción no le es ajena y nos convoca también a sentirnos par-
te activa de esta misión: «Salgan al cruce de los caminos
e inviten a todos los que encuentren» (Mt 22, 9). Nadie es
ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor
de compasión.
La experiencia de los apóstoles
La historia de la evangelización comienza con una bús-
queda apasionada del Señor que llama y quiere entablar
con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de
amistad (cf. Jn 15, 12-17). Los apóstoles son los primeros
en dar cuenta de eso, hasta recuerdan el día y la hora en
que fueron encontrados: «Era alrededor de las cuatro de la
tarde» (Jn 1, 39). La amistad con el Señor, verlo curar a los
enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los ham-
brientos, acercarse a los excluidos, tocar a los impuros,
identificarse con los necesitados, invitar a las bienaventu-
ranzas, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad,
deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y
una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener.
Como decía el profeta Jeremías, esta experiencia es el fue-
go ardiente de su presencia activa en nuestro corazón que
nos impulsa a la misión, aunque a veces comporte sacrifi-
cios e incomprensiones (cf. 20, 7-9). El amor siempre está
en movimiento y nos pone en movimiento para compartir
el anuncio más hermoso y esperanzador: «Hemos encon-
trado al Mesías» (Jn 1, 41).
Con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas
pueden ser diferentes. Él inauguró, ya para hoy, los tiem-
pos por venir recordándonos una característica esencial de
nuestro ser humanos, tantas veces olvidada: «Hemos sido
hechos para la plenitud que solo se alcanza en el amor»
(Carta enc. Fratelli tutti, 68). Tiempos nuevos que suscitan
una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar comunidades a
partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo
de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la
fraternidad y la amistad social (cf. ibíd., 67). La comunidad
eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gra-
titud que el Señor nos amó primero (cf.1Jn 4, 19). Esa «pre-
dilección amorosa del Señor nos sorprende, y el asombro
—por su propia naturaleza— no podemos poseerlo por
nosotros mismos ni imponerlo. […] Solo así puede florecer
el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco
el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia
de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado
de misión” es un efecto del agradecimiento» (Mensaje a
las Obras Misionales Pontificias, 21 mayo 2020).
Sin embargo, los tiempos no eran fáciles; los primeros
cristianos comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil
y complicado. Historias de postergaciones y encierros se
cruzaban con resistencias internas y externas que parecían
contradecir y hasta negar lo que habían visto y oído; pero
eso, lejos de ser una dificultad u obstáculo que los lleva-
ra a replegarse o ensimismarse, los impulsó a transformar
todos los inconvenientes, contradicciones y dificultades en
una oportunidad para la misión. Los límites e impedimen-
tos se volvieron también un lugar privilegiado para ungir
todo y a todos con el Espíritu del Señor. Nada ni nadie
podía quedar ajeno a ese anuncio liberador.
Tenemos el testimonio vivo de todo esto en los Hechos
de los Apóstoles, libro de cabecera de los discípulos mi-
sioneros. Es el libro que recoge cómo el perfume del Evan-
gelio fue calando a su paso y suscitando la alegría que solo
el Espíritu nos puede regalar. El libro de los Hechos de
los Apóstoles nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos
a Cristo, para madurar la «convicción de que Dios puede
«Vivir la vocación como
una verdadera historia de amor»
Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2021 (29-01-2021)
Documentación
24 4063
actuar en cualquier circunstancia, también en medio de
aparentes fracasos» y la certeza de que «quien se ofrece y
entrega a Dios por amor seguramente será fecundo» (Ex-
hort. ap. Evangelii gaudium, 279).
Así también nosotros: tampoco es fácil el momento ac-
tual de nuestra historia. La situación de la pandemia evi-
denció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las
injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto
nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polari-
zaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles
y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad
y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el des-
encanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y
desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas.
Pero nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos,
sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que
servidores de ustedes por causa de Jesús» (2Co 4, 5). Por
eso sentimos resonar en nuestras comunidades y hogares
la Palabra de vida que se hace eco en nuestros corazones y
nos dice: «No está aquí: ¡ha resucitado!» (Lc 24, 6); Palabra
de esperanza que rompe todo determinismo y, para aque-
llos que se dejan tocar, regala la libertad y la audacia ne-
cesarias para ponerse de pie y buscar creativamente todas
las maneras posibles de vivir la compasión, ese «sacramen-
tal» de la cercanía de Dios con nosotros que no abandona
a nadie al borde del camino. En este tiempo de pandemia,
ante la tentación de enmascarar y justificar la indiferencia y
la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge
la misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria
distancia un lugar de encuentro, de cuidado y de promo-
ción. «Lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20), la miseri-
cordia con la que hemos sido tratados, se transforma en
el punto de referencia y de credibilidad que nos permite
recuperar la pasión compartida por crear «una comunidad
de pertenencia y solidaridad, a la cual destinar tiempo, es-
fuerzo y bienes» (Carta enc. Fratelli tutti, 36). Es su Palabra
la que cotidianamente nos redime y nos salva de las excu-
sas que llevan a encerrarnos en el más vil de los escepti-
cismos: «todo da igual, nada va a cambiar». Y frente a la
pregunta: «¿para qué me voy a privar de mis seguridades,
comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado
importante?», la respuesta permanece siempre la misma:
«Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está
lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive» (Exhort.
ap. Evangelii gaudium, 275) y nos quiere también vivos,
fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperan-
za. En el contexto actual urgen misioneros de esperanza
que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar pro-
féticamente que nadie se salva por sí solo. Al igual que los
apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros de-
cimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de
hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20). Todo lo
que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido con-
cediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en
juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás. Como
los apóstoles que han visto, oído y tocado la salvación de
Jesús (cf.1 Jn 1, 1-4), así nosotros hoy podemos palpar la
carne sufriente y gloriosa de Cristo en la historia de cada
día y animarnos a compartir con todos un destino de espe-
ranza, esa nota indiscutible que nace de sabernos acom-
pañados por el Señor. Los cristianos no podemos reservar
al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora
de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la
transformación del mundo y en la custodia de la creación.
Una invitación a cada uno de nosotros
El lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este
año, «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y
oído» (Hch 4, 20), es una invitación a cada uno de nosotros
a «hacernos cargo» y dar a conocer aquello que tenemos
en el corazón. Esta misión es y ha sido siempre la identidad
de la Iglesia: «Ella existe para evangelizar» (S. Pablo VI,
Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). Nuestra vida de fe se
debilita, pierde profecía y capacidad de asombro y grati-
tud en el aislamiento personal o encerrándose en peque-
ños grupos; por su propia dinámica exige una creciente
apertura capaz de llegar y abrazar a todos. Los primeros
cristianos, lejos de ser seducidos para recluirse en una éli-
te, fueron atraídos por el Señor y por la vida nueva que
ofrecía para ir entre las gentes y testimoniar lo que habían
visto y oído: el Reino de Dios está cerca. Lo hicieron con la
generosidad, la gratitud y la nobleza propias de aquellos
que siembran sabiendo que otros comerán el fruto de su
entrega y sacrificio. Por eso me gusta pensar que «aun los
más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a
su manera, porque siempre hay que permitir que el bien
se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades»
(Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 239).
En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra
cada año el penúltimo domingo de octubre, recordamos
agradecidamente a todas esas personas que, con su testi-
monio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso
bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evan-
gelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capa-
ces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares
para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin
miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas
vidas se encuentran sedientas de bendición.
Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser
valientes y a pedir con insistencia «al dueño que envíe tra-
bajadores para su cosecha» (Lc 10, 2), porque somos cons-
cientes de que la vocación a la misión no es algo del pasa-
do o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús
necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación
como una verdadera historia de amor, que les haga salir a
25
4063
«Combatir la lepra»
Mensaje del prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano
Integral con ocasión del 68° Día Mundial contra la Lepra (31-01-2021)
Documentación
E
l Día Mundial de la Lepra 2021 se celebra este
31 de enero con el siguiente objetivo general:
«Combatir la lepra». Este noble objetivo tiene
como punto de partida la realidad médica de
que la lepra es una enfermedad que se puede
curar; sin embargo, esto implica algo más que una simple
lucha, a nivel médico, contra la lepra. Tiene también como
objetivo acabar con el estigma social que acompaña a esta
difícil enfermedad y, en última instancia, contempla una
recuperación integral de la persona humana.
En el Evangelio de san Lucas se narra, de manera fasci-
nante, la curación de la lepra. Mientras Jesús se dirigía a
Jerusalén, se encontró con diez hombres que padecían esa
enfermedad tropical desatendida de la piel. Se pararon a
lo lejos y le pidieron a gritos ayuda y consuelo en su aflic-
ción. Él les respondió curándolos de su dolencia física. Uno
volvió a Jesús y, reconociendo que había sanado y recupe-
rado su condición social, se le acercó dándole gracias. Al
concluir ese encuentro, Jesús respondió: «Levántate, vete;
tu fe te ha salvado» (Lc 17, 19).
La palabra latina para salvación es salus, y es la misma
palabra que se emplea para expresar «curación». Cuando
en el Evangelio se narra que Cristo sana al hombre enfer-
mo de lepra, Éste aplica el bálsamo de la dignidad humana
además del remedio físico. Se convierte en un hecho que
afecta a toda la persona y cuyas consecuencias tienen un
gran alcance. Cuando la Iglesia habla de la generosa oferta
de Dios de salvar a todos los hombres, la describe como
un don universal e integral (1). Dios desea sanar a todas
las personas y a toda la persona. La salud integral abarca
también la dimensión personal y social; incluye tanto la na-
turaleza espiritual de la persona como la física.
En las últimas décadas, los servicios de atención a la
salud han avanzado notablemente en el tratamiento de la
lepra o enfermedad de Hansen. La terapia multimedica-
mentosa ha demostrado ser eficaz y todo un éxito para
curar la lepra infundiendo gran esperanza. La atención sa-
nitaria, además de tratar las dolencias físicas de la persona,
debe también tener en cuenta las dimensiones sociales y
psicológicas. La salud integral implica «la prevención, el
diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación, para mejorar
el equilibrio y bienestar físico, psíquico, social y espiritual
de la persona»(2). La Organización Mundial de la Salud se-
ñala que el estigma sigue siendo un reto para la detección
precoz y el éxito del tratamiento de la lepra. «Muchos pa-
cientes padecen todavía exclusión social, depresión y pér-
dida de ingresos» (3), explica. Promover la inclusión de to-
das las personas en la sociedad y garantizar la integración
en la comunidad, seguirán siendo prioridades. Además, el
apoyo financiero y las oportunidades para participar ac-
tivamente en el lugar de trabajo y en la vida económica
son esenciales para las personas afectadas por la lepra y
sus familias. «Todo ser humano», insiste el Papa Francisco,
«tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse inte-
las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e ins-
trumentos de compasión. Y es un llamado que Él nos hace
a todos, aunque no de la misma manera. Recordemos que
hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de
una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto
de la apertura universal del amor que no es geográfico sino
existencial. Siempre, pero especialmente en estos tiempos
de pandemia es importante ampliar la capacidad cotidiana
de ensanchar nuestros círculos, de llegar a aquellos que
espontáneamente no los sentiríamos parte de «mi mundo
de intereses», aunque estén cerca nuestro (cf. Carta enc.
Fratelli tutti, 97). Vivir la misión es aventurarse a desarrollar
los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que
quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana.
Que su amor de compasión despierte también nuestro co-
razón y nos vuelva a todos discípulos misioneros.
Que María, la primera discípula misionera, haga crecer
en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nues-
tras tierras (cf. Mt 5, 13-14).
Roma, San Juan de Letrán, 6 de enero de 2021
Solemnidad de la Epifanía del Señor.
26 4063
«Necesitamos medios de comunicación
que ayuden a distinguir el bien del mal»
Saludo del Papa Francisco a una delegación del Catholic News Service
de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (01-02-2021)
Documentación
Queridos amigos:
M
e complace saludar a los representantes
de tantos otros periodistas del Catholic
News Service, con motivo del centenario
de su institución. A lo largo de estos cien
años, el Catholic News Service ha aporta-
do una contribución inestimable al mundo de habla ingle-
sa a través de la información sobre la misión de la Iglesia
de anunciar el Evangelio y dar testimonio del amor de Dios
revelado en Jesucristo. En una época en la que las noticias
pueden ser fácilmente manipuladas y la desinformación
está muy extendida (cf. Mensaje para la Jornada Mundial
de las Comunicaciones Sociales 2021), vosotros tratáis de
dar a conocer la verdad de una manera que sea, en pa-
labras de vuestro lema, «justa, fiel e informada». Os doy
las gracias por vuestro trabajo y os animo a seguir promo-
viendo el diálogo y la comunicación justa entre personas y
comunidades. Necesitamos medios de comunicación que
ayuden a las personas, especialmente a los jóvenes, a dis-
tinguir el bien del mal, a elaborar juicios sólidos basados
en una presentación clara e imparcial de los hechos, y a
reconocer la importancia de trabajar por la justicia, la con-
cordia social y el respeto a nuestra casa común.
Que el espíritu de comunión con el Obispo de Roma,
que siempre ha caracterizado al Catholic News Service,
siga guiando vuestro compromiso de servir a la verdad
con humildad y responsabilidad. Os aseguro, al igual que
a vuestros colegas mis oraciones; y os pido, por favor, que
os acordéis de rezar por mí. Gracias.
gralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por
ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque
haya nacido o crecido con limitaciones» (4). La salud inte-
gral es también un imperativo para las personas afectadas
por la lepra, para su bienestar mental, «ya que se puede
demostrar que la lepra repercute significativamente en la
participación social y la salud mental, además de causar
discapacidades físicas» (5). En cierto sentido, el enfermo
de lepra no solo padece la enfermedad misma, sino tam-
bién la forma negativa en que se le acoge en la comuni-
dad. La falta de adhesión social puede tener repercusiones
profundamente negativas en la autoestima y la perspectiva
de vida de una persona, haciendo que ésta sea aún más
vulnerable a la enfermedad mental. El Papa Francisco in-
dica que la persona humana está, por naturaleza, abierta
a las relaciones. «En su propia raíz reside el llamado a tras-
cenderse a sí misma en el encuentro con otros» (6), insiste.
La comunidad de los profesionales sanitarios, en particular,
y la sociedad en su conjunto, ofrecen un enorme servicio
al bien común cuando ayudan a crear mecanismos que
facilitan este proceso de integración personal de quienes
padecen lepra y de sus familias. No todos tendrán las ha-
bilidades o la experiencia necesaria para curar físicamente
la enfermedad de Hansen, pero todos serán capaces de
promover esa cultura del encuentro que trae consigo la
curación y el bienestar mental de los afectados por esta
preocupante enfermedad.
En conclusión, ofrezco mi más sincero respeto y grati-
tud a quienes se dedican a «combatir la lepra» y ofrecen
curación y esperanza a los que se ven afectados por la en-
fermedad de Hansen. Nos muestran, de manera muy prác-
tica, que la lepra se puede curar, que el encuentro humano
puede acabar con el estigma y que el bienestar mental es
una parte esencial de la salud integral. Que la poderosa
intercesión de María, salud de los enfermos, nos lleve a
todos, de forma más completa, hacia el toque sanador de
Jesucristo.
NOTAS
(1) Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 38.
(2) Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios.
«Nueva Carta de los Agentes Sanitarios», 3.
(3) Organización Mundial de la Salud.
«Estrategia Mundial para la Lepra 2016-2020», 5.
(4) Papa Francisco Fratelli tutti, 107.
(5) PMW Somas, MW Waltz, WH van Brakel (2020.) The impact of le-
prosy on the mental wellbeing of leprosy —affected persons and their
family member— a systematic review Global Mental Health , e 15, 1.
(6) Papa Francisco Fratelli tutti, 111.
27
4063
S
imeón —escribe san Lucas— «esperaba el con-
suelo de Israel» (Lc 2, 25). Subiendo al templo,
mientras María y José llevaban a Jesús, acogió
al Mesías en sus brazos. Es un hombre ya ancia-
no quien reconoce en el Niño la luz que venía
a iluminar a las naciones, que ha esperado con paciencia
el cumplimiento de las promesas del Señor. Esperó con
paciencia.
La paciencia de Simeón. Observemos atentamente la
paciencia de este anciano. Durante toda su vida esperó
y ejerció la paciencia del corazón. En la oración aprendió
que Dios no viene en acontecimientos extraordinarios,
sino que realiza su obra en la aparente monotonía de nues-
tros días, en el ritmo a veces fatigoso de las actividades,
en lo pequeño e insignificante que realizamos con tesón y
humildad, tratando de hacer su voluntad. Caminando con
paciencia, Simeón no se dejó desgastar por el paso del
tiempo. Era un hombre ya cargado de años, y sin embargo
la llama de su corazón seguía ardiendo; en su larga vida
habrá sido a veces herido, decepcionado; sin embargo,
no perdió la esperanza. Con paciencia, conservó la pro-
mesa —custodiar la promesa—, sin dejarse consumir por
la amargura del tiempo pasado o por esa resignada me-
lancolía que surge cuando se llega al ocaso de la vida. La
esperanza de la espera se tradujo en él en la paciencia
cotidiana de quien, a pesar de todo, permaneció vigilante,
hasta que por fin «sus ojos vieron la salvación» (cf. Lc 2, 30).
Y yo me pregunto: ¿De dónde aprendió Simeón esta
paciencia? La recibió de la oración y de la vida de su pue-
blo, que en el Señor había reconocido siempre al «Dios
misericordioso y compasivo, que es lento para enojarse y
rico en amor y fidelidad» (Ex 34, 6); reconoció al Padre que
incluso ante el rechazo y la infidelidad no se cansa, sino
que «soporta con paciencia muchos años» (cf. Ne 9, 30),
como dice Nehemías, para conceder una y otra vez la po-
sibilidad de la conversión. La paciencia de Simeón es, en-
tonces, reflejo de la paciencia de Dios. De la oración y de
la historia de su pueblo, Simeón aprendió que Dios es pa-
ciente. Con su paciencia —dice san Pablo— «nos conduce
a la conversión» (Rom 2, 4). Me gusta recordar a Romano
Guardini, que decía: la paciencia es una forma en que Dios
responde a nuestra debilidad, para darnos tiempo a cam-
biar (cf. Glaubenserkenntnis, Würzburg 1949, 28). Y, sobre
todo, el Mesías, Jesús, a quien Simeón tenía en brazos, nos
revela la paciencia de Dios, el Padre que tiene misericordia
de nosotros y nos llama hasta la última hora, que no exige
la perfección sino el impulso del corazón, que abre nue-
vas posibilidades donde todo parece perdido, que intenta
abrirse paso en nuestro interior incluso cuando cerramos
nuestro corazón, que deja crecer el buen trigo sin arrancar
la cizaña. Esta es la razón de nuestra esperanza: Dios nos
espera sin cansarse nunca. Dios nos espera sin cansarse
jamás. Este es el motivo de nuestra esperanza Cuando nos
extraviamos, viene a buscarnos; cuando caemos por tierra,
nos levanta; cuando volvemos a Él después de habernos
perdido, nos espera con los brazos abiertos. Su amor no
se mide en la balanza de nuestros cálculos humanos, sino
que nos infunde siempre el valor de volver a empezar. Nos
enseña la resiliencia, el valor de volver a empezar. Siempre,
todos los días. Después de las caídas, volver a empezar
siempre. Él es paciente.
Y miramos nuestra paciencia. Fijémonos en la paciencia
de Dios y la de Simeón para nuestra vida consagrada. Y
preguntémonos: ¿qué es la paciencia? Indudablemente no
es una mera tolerancia de las dificultades o una resistencia
fatalista a la adversidad. La paciencia no es un signo de
debilidad: es la fortaleza de espíritu que nos hace capaces
de «llevar el peso», de soportar: soportar el peso de los
problemas personales y comunitarios, nos hace acoger la
diversidad de los demás, nos hace perseverar en el bien
incluso cuando todo parece inútil, nos mantiene en movi-
miento aun cuando el tedio y la pereza nos asaltan.
Quisiera indicar tres «lugares» en los que la paciencia
toma forma concreta.
La primera es nuestra vida personal. Un día respon-
dimos a la llamada del Señor y, con entusiasmo y gene-
rosidad, nos entregamos a Él. En el camino, junto con las
consolaciones, también hemos recibido decepciones y
frustraciones. A veces, el entusiasmo de nuestro trabajo
no se corresponde con los resultados que esperábamos,
nuestra siembra no parece producir el fruto adecuado,
el fervor de la oración se debilita y no siempre somos in-
«La paciencia nos mantiene en movimiento
aun cuando la pereza nos asalta»
Homilía del Papa Francisco en la misa en la Fiesta de la Presentación del Señor y la XXV
Jornada Mundial de la Vida Consagrada (02-02-2021)
Documentación
28 4063
munes a la sequedad espiritual. Puede ocurrir, en nuestra
vida de consagrados, que la esperanza se desgaste por
las expectativas defraudadas. Debemos ser pacientes con
nosotros mismos y esperar con confianza los tiempos y los
modos de Dios: Él es fiel a sus promesas. Ésta es la piedra
base: Él es fiel a sus promesas. Recordar esto nos permite
replantear nuestros caminos, revigorizar nuestros sueños,
sin ceder a la tristeza interior y al desencanto. Hermanos y
hermanas: La tristeza interior en nosotros consagrados es
un gusano, un gusano que nos come por dentro. ¡Huyan
de la tristeza interior!
El segundo lugar donde la paciencia se concreta es en
la vida comunitaria. Las relaciones humanas, especial-
mente cuando se trata de compartir un proyecto de vida
y una actividad apostólica, no siempre son pacíficas, to-
dos lo sabemos. A veces surgen conflictos y no podemos
exigir una solución inmediata, ni debemos apresurarnos a
juzgar a la persona o a la situación: hay que saber guardar
las distancias, intentar no perder la paz, esperar el mejor
momento para aclarar con caridad y verdad. No hay que
dejarse confundir por la tempestad. En la lectura del bre-
viario de mañana hay un pasaje hermoso de Diadoco de
Foticé sobre el discernimiento espiritual, que dice: «Cuan-
do el mar está agitado no se ven los peces, pero cuando el
mar está en calma, se pueden ver». Nunca podremos tener
un buen discernimiento, ver la verdad, si nuestro corazón
está agitado e impaciente. Jamás. En nuestras comunida-
des necesitamos esta paciencia mutua: soportar, es decir,
llevar sobre nuestros hombros la vida del hermano o de la
hermana, incluso sus debilidades y defectos. Todos. Re-
cordemos esto: el Señor no nos llama a ser solistas —en
la Iglesia ya hay muchos, lo sabemos—, no, no nos llama
a ser solistas, sino a formar parte de un coro, que a veces
desafina, pero que siempre debe intentar cantar unido.
Por último, el tercer «lugar», la paciencia ante el mun-
do. Simeón y Ana cultivaron en sus corazones la esperanza
anunciada por los profetas, aunque tarde en hacerse rea-
lidad y crezca lentamente en medio de las infidelidades y
las ruinas del mundo. No se lamentaron de todo aquello
que no funcionaba, sino que con paciencia esperaron la luz
en la oscuridad de la historia. Esperar la luz en la oscuridad
de la historia. Esperar la luz en la oscuridad de la propia
comunidad. Necesitamos esta paciencia para no quedar-
nos prisioneros de la queja. Algunos son especialistas en
quejas, son doctores en quejas, muy buenos para quejar-
se. No, la queja encarcela. «El mundo ya no nos escucha»
—oímos decir esto tantas veces—, «no tenemos más voca-
ciones», «vamos a tener que cerrar», «vivimos tiempos di-
fíciles» —«¡ah, ni me lo digas!…»—. Así empieza el dúo de
las quejas. A veces sucede que oponemos a la paciencia
con la que Dios trabaja el terreno de la historia, y trabaja
también el terreno de nuestros corazones, la impaciencia
de quienes juzgan todo de modo inmediato: ahora o nun-
ca, ahora, ahora, ahora. Y así perdemos aquella virtud, la
«pequeña» pero la más hermosa: la esperanza. He visto a
muchos consagrados y consagradas perder la esperanza.
Simplemente por impaciencia.
La paciencia nos ayuda a mirarnos a nosotros mismos, a
nuestras comunidades y al mundo con misericordia. Pode-
mos preguntarnos: ¿acogemos la paciencia del Espíritu en
nuestra vida? En nuestras comunidades, ¿nos cargamos los
unos a los otros sobre los hombros y mostramos la alegría
de la vida fraterna? Y hacia el mundo, ¿realizamos nuestro
servicio con paciencia o juzgamos con dureza? Son retos
para nuestra vida consagrada: nosotros no podemos que-
darnos en la nostalgia del pasado ni limitarnos a repetir lo
mismo de siempre, ni en las quejas de cada día. Necesita-
mos la paciencia valiente de caminar, de explorar nuevos
caminos, de buscar lo que el Espíritu Santo nos sugiere.
Y esto se hace con humildad, con simplicidad, sin mucha
propaganda, sin gran publicidad.
Contemplemos la paciencia de Dios e imploremos la
paciencia confiada de Simeón y también de Ana, para que
del mismo modo nuestros ojos vean la luz de la salvación y
la lleven al mundo entero, como la llevaron en la alabanza
estos dos ancianos.
29
4063
«La Misa no puede ser solo escuchada»
Catequesis del Papa en la audiencia general del 3 de febrero de 2021
Documentación
Catequesis 23. Rezar en la liturgia
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
E
n la historia de la Iglesia, se ha registrado en
más de una ocasión, la tentación de practicar un
cristianismo intimista, que no reconoce a los ri-
tos litúrgicos públicos su importancia espiritual.
A menudo esta tendencia reivindicaba la pre-
sunta mayor pureza de una religiosidad que no dependiera
de las ceremonias exteriores, consideradas una carga inútil
o dañina. En el centro de las críticas terminaba no una par-
ticular forma ritual, o una determinada forma de celebrar,
sino la liturgia misma, la forma litúrgica de rezar.
De hecho se pueden encontrar en la Iglesia ciertas
formas de espiritualidad que no han sabido integrar ade-
cuadamente el momento litúrgico. Muchos fieles, incluso
participando asiduamente en los ritos, especialmente en la
Misa dominical, han obtenido alimento para su fe y su vida
espiritual más bien de otras fuentes, de tipo devocional.
En los últimos decenios, se ha caminado mucho. La
Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vatica-
no II representa el eje de este largo viaje. Esta reafirma de
forma completa y orgánica la importancia de la divina litur-
gia para la vida de los cristianos, los cuales encuentran en
ella esa mediación objetiva solicitada por el hecho de que
Jesucristo no es una idea o un sentimiento, sino una Per-
sona viviente, y su Misterio un evento histórico. La oración
de los cristianos pasa a través de mediaciones concretas:
la Sagrada Escritura, los Sacramentos, los ritos litúrgicos,
la comunidad. En la vida cristiana no se prescinde de la
esfera corpórea y material, porque en Jesucristo esta se
ha convertido en camino de salvación. Podemos decir que
debemos rezar también con el cuerpo: el cuerpo entra en
la oración.
Por tanto, no existe espiritualidad cristiana que no tenga
sus raíces en la celebración de los santos misterios. El Ca-
tecismo escribe: «La misión de Cristo y del Espíritu Santo
que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actua-
liza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en
el corazón que ora» (n. 2655). La liturgia, en sí misma, no es
solo oración espontánea, sino algo más y más original: es
acto que funda la experiencia cristiana por completo y, por
eso, también la oración es evento, es acontecimiento, es
presencia, es encuentro. Es un encuentro con Cristo. Cristo
se hace presente en el Espíritu Santo a través de los signos
sacramentales: de aquí deriva para nosotros los cristianos
la necesidad de participar en los divinos misterios. Un cris-
tianismo sin liturgia, yo me atrevería a decir que quizá es
un cristianismo sin Cristo. Sin el Cristo total. Incluso en el
rito más despojado, como el que algunos cristianos han
celebrado y celebran en los lugares de prisión, o en el es-
condite de una casa durante los tiempos de persecución,
Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles.
La liturgia, precisamente por su dimensión objetiva,
pide ser celebrada con fervor, para que la gracia derrama-
da en el rito no se disperse sino que alcance la vivencia de
cada uno. El Catecismo lo explica muy bien y dice así: «La
oración interioriza y asimila la liturgia durante y después de
la misma» (ibid.). Muchas oraciones cristianas no proceden
de la liturgia, pero todas, si son cristianas, presuponen la
liturgia, es decir la mediación sacramental de Jesucristo.
Cada vez que celebramos un Bautismo, o consagramos el
pan y el vino en la Eucaristía, o ungimos con óleo santo el
cuerpo de un enfermo, ¡Cristo está aquí! Es Él que actúa y
está presente como cuando sanaba los miembros débiles
de un enfermo, o entregaba en la Última Cena su testa-
mento para la salvación del mundo.
La oración del cristiano hace propia la presencia sacra-
mental de Jesús. Lo que es externo a nosotros se convierte
en parte de nosotros: la liturgia lo expresa incluso con el
gesto tan natural del comer. La Misa no puede ser solo
«escuchada»: no es una expresión justa, «yo voy a escuchar
Misa». La Misa no puede ser solo escuchada, como si no-
sotros fuéramos solo espectadores de algo que se desliza
sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo
por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristia-
nos que la viven. ¡Y el centro es Cristo! Todos nosotros, en
la diversidad de los dones y de los ministerios, todos nos
unimos a su acción, porque es Él, Cristo, el Protagonista
de la liturgia.
Cuando los primeros cristianos empezaron a vivir su cul-
to, lo hicieron actualizando los gestos y las palabras de
Jesús, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, para que su
vida, alcanzada por esa gracia, se convirtiera en sacrificio
espiritual ofrecido a Dios. Este enfoque fue una verdadera
«revolución». Escribe San Pablo en la Carta a los Romanos:
«Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios,
a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva,
santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual»
30 4063
(12, 1). La vida está llamada a convertirse en culto a Dios,
pero esto no puede suceder sin la oración, especialmente
la oración litúrgica.
Que este pensamiento nos ayude cuando se vaya a
Misa: voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo que
está presente. Cuando vamos a la celebración de un Bau-
tismo, por ejemplo, Cristo está ahí, presente, que bautiza.
«Pero, Padre, esta es una idea, una forma de hablar»: no,
no es una forma de hablar. Cristo está presente y en la
liturgia tú rezas con Cristo que está junto a ti.
Saludos
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Pi-
damos al Señor que avive en nosotros la necesidad de par-
ticipar en los divinos misterios, donde Cristo está presente,
y que a través de la oración, especialmente de la oración
litúrgica, toda nuestra vida sea un culto agradable a Dios.
Que el Señor los bendiga.
Llamamiento
Mañana se celebrará la Primera Jornada Internacional
de la Fraternidad Humana, que estableció recientemente
una Resolución de la Asamblea General de las Naciones
Unidas. Esta iniciativa también tiene en cuenta el encuen-
tro del 4 de febrero de 2019 en Abu Dhabi, cuando el Gran
Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, y yo firmamos el Do-
cumento sobre la Fraternidad humana para la paz mundial
y la convivencia común. Me complace mucho que las na-
ciones de todo el mundo se unan a esta celebración, des-
tinada a promover el diálogo interreligioso e intercultural.
Por ello, mañana por la tarde participaré en un encuentro
virtual con el Gran Imán de Al-Azhar, con el secretario ge-
neral de las Naciones Unidas, António Guterres, y con otras
personalidades. La citada Resolución de las Naciones Uni-
das reconoce «la contribución que el diálogo entre todos
los grupos religiosos puede aportar para que se conozcan
y se comprendan mejor los valores comunes compartidos
por toda la humanidad». Que esta sea nuestra oración hoy
y nuestro compromiso durante todos los días del año.
Entrevista_
Eva Fernández
Mateo
Presidenta de
Acción Católica General
«Hay que
armonizar e ir
todos a una»
C
uando el 16 de febrero
los asistentes al Congre-
so de Laicos se despe-
dían, ninguno pensaba
que muy poco después,
un confinamiento paralizaría casi
todo. Tocaba seguir abiertos al Espí-
ritu en una situación nueva, con gran-
des incertidumbres. A la imprevista
realidad han tenido que adaptarse en
Acción Católica General (ACG), quie-
nes, con su carisma enraizado en el
laicado, trabajaron incansablemente
en que este Congreso llegara a buen
término.
Con su presidenta a la cabeza,
Eva Fernández Mateo (Santiago de
Compostela, 1977), han aprovechado
estos meses para incidir en algunas
reflexiones y para ir, poco a poco,
asentando algunos aspectos de la
presencia laical en España. Pero no
solo, porque el pasado mes de octu-
bre ha nacido una nueva Acción Ca-
tólica General, esta vez en la diócesis
de Jaén. Actualmente, unas 2.500
personas pertenecen a ACG, pero en
total hasta 20.000 se forman con los
itinerarios de infancia, jóvenes o adul-
tos en las parroquias. Fernández asu-
mió la responsabilidad de dirigir ACG
durante el cuatrienio 2018-2022. A
medio camino de este periodo, la es-
cucha al Espíritu y el discernimiento se
hacen tan necesarios como siempre.
Para Eva Fernández sigue habiendo mucha
ilusión de la experiencia vivida en el proceso
del Congreso de Laicos / Foto: Ignacio Arregui.
31
4063
—Tras el Congreso de Laicos, en
cuestión de semanas nos confina-
ron. ¿Cómo se han visto alterados
los planes y las ilusiones?
—Por un lado, ha sido un peque-
ño freno a la difusión del proyecto de
ACG para ser instrumento al servicio
de la Iglesia, porque teníamos muchas
presentaciones que no se han podido
hacer o, si se han hecho, a otro ritmo.
Pero, por otro lado, lo hemos asumi-
do como un momento para aprove-
char el parón para reflexionar. Estos
meses nos han permitido, desde la
comisión permanente, junto con otras
personas, acabar el itinerario de in-
fancia, publicar la mitad del itinerario
de jóvenes y estar próximos a sacar el
de adultos. Hemos acelerado el tra-
bajo en algunos de los documentos.
—Entre las cosas que sí se han
llevado a cabo... han presentado su
proyecto a la diócesis de Guadix y
constituido ACG en Jaén.
—Desde 2009, en que se constitu-
ye la nueva Acción Católica General,
hemos insistido en que queremos ser
instrumento al servicio de las diócesis
y las parroquias. Después, en 2014, la
Asamblea Plenaria de los obispos dio
un impulso y a raíz de nuestra asam-
blea de 2017, en Santiago de Com-
postela, se vio claramente que era
un proyecto abierto para todos los
laicos. Aquello supuso un punto de
inflexión para que ahora se constituya
ACG en Jaén (el sábado 24 de octu-
bre), y también para Barcelona, según
nos han comentado. Ahora tenemos
pendiente poder visitar otras dióce-
sis como Mallorca o Menorca, entre
otras, pero los viajes son cada vez
más difíciles. Pero el Señor sabrá y
nosotros intentaremos dar salida a la
creatividad para llegar, poco a poco,
a todos.
—ACG se implanta por diócesis
y en las parroquias. ¿Se podría
decir que es uno de los aspectos
principales de vuestro ser?
—El vínculo especial con la dió-
cesis y la parroquia es una de nues-
tras notas esenciales. Insertados en
la parroquia y al servicio de ella para
articular al laicado habitual de las pa-
rroquias que no vive un carisma es-
pecífico. La Acción Católica General
es la asociación de la Iglesia para la
formación del laicado de una manera
que podríamos llamar oficial, aunque
hay otras muchas asociaciones y mo-
vimientos de laicos.
—Además de nacer oficialmente en
Jaén, este otoño ha sido el momen-
to para la Jornada de Apostolado
Seglar en la CEE. ¿Qué significa-
ción le da a este encuentro?
—Era muy esperado y hay muchas
ganas en toda España. Nos permite
muchas cosas que vimos y vivimos en
el Congreso. Es fundamental. Ade-
más de la Guía de Trabajo, fue un
impulso para la creación del consejo
asesor de laicos a nivel nacional. Es
muy importante porque una de las
tentaciones es que cada uno cons-
truya en su diócesis, cuando hay que
armonizar e ir todos a una.
—¿Cómo podríamos cada uno,
personalmente, trabajar en
impulsar todo lo que se vivió
en el Congreso de Laicos,
con su significatividad?
—El momento es ahora, y es re-
tomar a la luz del documento de tra-
bajo todo lo que vivimos allí para, a
nivel de cada diócesis, ponerlo en
marcha. Sigue habiendo mucha ilu-
sión y, además, estoy convencida de
que muchas de las conclusiones del
Congreso, aunque no lo que íbamos
a vivir, dan respuesta perfectamente
a la situación vital de ahora. Hemos
descubierto los valores que debemos
potenciar y los contravalores en que
vivíamos. Se ve en cada uno de los
Durante la ponencia final, debajo de
algunas sillas había mensajes clave
para ser Pueblo de Dios en Salida y
seguir dando continuidad al proceso.
Esto es lo que encontró Eva Fernández.
32 4063
cuatro itinerarios. En el primer anun-
cio, es un momento fundamental para
decir que Jesucristo es lo mejor que
nos ha pasado en la vida, nos plenifi-
ca y puede ayudar a la sociedad a dar
sentido. También podemos acompa-
ñar muchas realidades de sufrimiento,
estar cerca unos de otros para crecer
en nuestra fe y ver dónde Dios nos
quiere a cada uno. También acompa-
ñar a cada persona en cualquier espa-
cio. El tema de la formación: veíamos
que la necesitábamos para ayudar a
dar coherencia entre fe y vida. Eso
nos lleva a la presencia pública, que
era una asignatura pendiente, y he-
mos descubierto que tenemos una
voz en nuestra sociedad y que debe-
mos estar presentes.
—Era la responsable del itinerario
de formación. ¿Qué es lo
importante de este ámbito?
—Hablamos de una formación in-
tegral en la que cuidar todas las di-
mensiones de nuestra fe: el anuncio,
el compartir, el vivir, la oración… que
fuera no solo de doctrina, sino del co-
razón, que sea un proceso para toda
la vida. También, de lo necesaria que
es la Doctrina Social de la Iglesia.
—¿Cómo afrontan desde ACG,
con su carisma laical de estar en el
mundo, el primer anuncio?
—Hay muchas asociaciones e ini-
ciativas que ya trabajan en él. En ese
contexto, creíamos que era necesa-
rio gestar una propuesta de primer
anuncio para estimular a las personas
a que tengan ese encuentro fundante
con Cristo para continuar el proceso
dentro de la parroquia.
«Un círculo virtuoso»
—Precisamente, hablando de la
Doctrina Social de la Iglesia (DSI),
Francisco acaba de publicar Fratelli
tutti. ¿Qué valor le da?
—Más formación en DSI nos per-
mitirá estar más presentes en la so-
Para la presidenta de Acción Católica, es necesario
vivir la fe en comunidad, «ad intra» y «ad extra».
33
«La formación
debe ser integral,
no solo de doctrina,
y ser un proceso
para toda la vida»
ciedad. Con la nueva encíclica y a la
escucha de lo que nos dice el Papa,
necesitamos conjugarlo con aquello
que el Señor pide a cada uno: a ni-
vel personal, comunitario, en las pa-
rroquias y en las diócesis. Ya no solo
es decir «qué bonita es Fratelli tutti»,
sino ponerla en marcha cada uno se-
gún lo que Dios le pida.
—Para ser cristiano, ¿podríamos
decir que es necesario serlo en
comunidad?
—Exacto. Estoy convencida de
que se es cristiano arraigado a la pa-
rroquia y a la comunidad, celebrando
juntos la Eucaristía y los sacramentos
para, desde ahí, sentirnos enviados a
nuestro mundo y nuestra sociedad.
Es un ciclo en el que bebo en mi co-
munidad eclesial y, arropada por ella,
doy testimonio del amor y de la mi-
sericordia de Dios. Al mismo tiempo,
traigo otra vez las alegrías y penas de
mi mundo, y las pongo en la vida de
la Iglesia. Es un círculo virtuoso y oja-
lá fuéramos capaces de ser más cons-
cientes de ello.
—En ese círculo virtuoso, ¿cuál es
el papel del laico dentro y fuera de
la Iglesia?
—En la Iglesia, vivir la correspon-
sabilidad y descubrir a qué te llama
a ti el Señor poniendo tus dones al
servicio para construir juntos la co-
munidad, como catequista, desde el
consejo pastoral, la liturgia... En la
sociedad, estar allí donde el Señor te
quiere presente: desde la comunidad
de vecinos al mundo de la cultura o
la política pasando por el AMPA del
colegio, o quizá sin ninguna tarea es-
pecífica porque tienes que cuidar a
alguien enfermo en tu familia. Se tra-
ta de discernir y dar respuesta a las
llamadas que Dios te hace en cada
circunstancia de tu vida.
Asier Solana Bermejo
y jóvenes. Dos ámbitos nos preocu-
pan: el primero, la infancia. Hemos
visto que la catequesis es complicada
y hemos elaborado un material para
seguirla en casa con los padres. Para
los adolescentes, complementamos
con una plataforma digital en el mó-
vil, y está siendo una gran ayuda para
muchas parroquias donde la cateque-
sis no puede ser presencial. El segun-
do, el de los mayores, para quienes
estamos pensando en alternativas
que ojalá podamos concretar. Quizá
a través de alguna radio, para que ha-
gan algo aunque no puedan reunirse
en grupo.
—¿Se puede recuperar el valor
de la familia?
—Se estaba perdiendo y ahora
vemos que se está recuperando, al
igual que el trato a nuestros mayo-
res. Nuestra asociación intenta tra-
bajar mucho la cultura del encuentro
y parte de ello es el diálogo interge-
neracional, en lo que el Papa insiste
mucho. Nosotros queremos ayudar
y crear espacios para ello, y se hace
muy claro en la familia. Por ejemplo,
el verano de 2019, en Ávila, decidi-
mos hacer la revisión del encuentro
con un formulario de Google. Los ma-
yores nos miraban sorprendidos, y les
dije: «Todos tenéis nietos, les pedís
que os digan cómo». Y más de uno
lo hizo.
—Menciona la política. Ahora
vivimos un momento de mucha po-
larización. ¿Qué cree que pueden
aportar los políticos en esta situa-
ción tan complicada? No parece
fácil.
—No lo es. Lo primero es enten-
der la política como un servicio y
búsqueda del bien común, indepen-
dientemente del partido político en
el que uno siente que puede militar.
Hay valores que vivimos como cre-
yentes y son buenos para el hoy. La
capacidad de diálogo, la autocrítica,
el ver al otro como un bien para mí,
aunque piense diferente, son algunos
ejemplos.
—En ACG la formación es funda-
mental, y ahora pasa a ser, en gran
medida, telemática. ¿Cómo ha sido
la adaptación por vuestra parte?
¿Qué les preocupa?
—Primero, seguimos las recomen-
daciones generales de cada diócesis.
Pero luego, sí que hay una preocupa-
ción común y cada uno se organiza.
Hay sitios donde los grupos se reúnen
presencialmente, sobre todo adultos @asolanab
«Vemos que
se está
recuperando
el valor de
la familia y
el trato a los
mayores»
Eva Fernández, durante la entrevista en ECCLESIA.
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4063
Ecclesia 4063
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  • 1. Especial aniversario del Congreso de Laicos: Un año «en salida» marcado por la pandemia En marcha! ! Año LXXXI NÚM 4.063 13 de febrero de 2021 2€
  • 3. Sumario Editorial Firmas ante el aniversario del Congreso de Laicos, Luis Manuel Romero, Dolores García Pi e Isaac Martín ¿Cómo se concreta tu compromiso laical? Entrevista a Carlos Escribano: «Es fundamental trabajar juntos cuidando el espíritu de comunión», por Sara de la Torre Repor: La sinodalidad ha llegado para quedarse, por Asier Solana Documentación Entrevista a Eva Fernández, presidenta de Acción Católica General: «Hay que armonizar e ir todos a una», por A.S.B. Presentación de la Campaña de Manos Unidas Myanmar quiere democracia, por José Ignacio Rivarés Golpe de estado en Myanmar 05 23 06-09 10-12 13 16 31 revista ecclesia Ediciones CEE Revista de la Conferencia Episcopal Española Directora: Silvia Rozas Barrero FI (direccion@revistaecclesia.es) Redactora jefe: Sara de la Torre (saradelatorre@revistaecclesia.es) Redactores: José Ignacio Rivarés, Ángeles Conde y Ricardo Morales (redaccion@revistaecclesia.es) Diseño y Maquetación: Antonio Jesús Marcos (antoniojmarcos@revistaecclesia.es) Secretaria: Carmen González de Vega (913439703, secretaria@revistaecclesia.es) Administración y suscripciones: Antonio Cortés y José Díaz (913439704, suscripciones@revistaecclesia.es) Domicilio: C/ Añastro, 1, 4ª. 28033 Madrid Imprime: Gráficas Arias Montano, S.A. Pinto (Madrid) ISSN 0012-9038 Depósito Legal: M-2.095-1958 Tarifas España: 91 euros al año Europa: 120,00 euros Resto de países: 141,00 euros Número atrasado: 2,40 euros (más gastos de envío). Nosotros utilizamos material certificado FSC ® y otros materiales controlados 46 36 Ante los problemas logísticos ajenos a la revista ECCLESIA y derivados de la pandemia, los envíos de la publicación en papel pueden ver retrasada su entrega. Les recordamos que pueden seguir toda la información de la Iglesia en www.revistaecclesia.com ¡E n marcha! Ha pasado un año, aunque parecieran siglos. La pandemia nos frenó a todos, pero somos testigos de que el Congreso de Laicos fue un impulso grande. Por eso, en este número queremos seguir avanzando, mostrando los procesos realizados en diócesis, asociaciones y movimientos. Nuestra #PortadaEcclesia nos recuerda que estamos en camino, que peregrinamos juntos, desde nuestra diversidad, pero todos en la misma dirección. Es un tiempo de verdadera comunión eclesial y la ilusión, la esperanza y los frutos del proceso siguen vivos. Por eso, seguimos adelante. No solo estamos construyendo para hoy, sino forjando un camino para la eternidad. Este es el momento para implicarse con valentía y generosidad en la vida pública, para crecer en presencia y testimonio y ser artífices del cambio por el bien común, que tanto necesita la sociedad en la que vivimos. ¡Seamos sal en el mundo! ¡En marcha!
  • 4. Te gusta tu barrio, eso está claro. Y ahora tienes la oportunidad de apoyarlo haciendo tu aportación a la parroquia, ella se encargará de distribuirlo entre los que más lo necesitan. Con tu ayuda llegaremos más cerca y más lejos que nunca. Haz tu donativo en  www.donoamiiglesia.es y ¡que el barrio se llene de likes! Dale Like a tu parroquia Like a los comedores sociales. Like a los roperos sociales. Like a ayudar a familias en riesgo de exclusión social. Like a atender mujeres en situaciones de violencia. *Domiciliación bancaria: *Obligatorio rellenar estos campos *D./Dª: *Domicilio: *Titular: *Datos bancarios (IBAN): *Firma *Banco: *Fecha : La información que nos facilita será tratada con el fin de prestarle el servicio solicitado y realizar la facturación del mismo. Los datos proporcionados se conservarán mientras se mantenga la relación comercial o durante los años necesarios para cumplir con las obligaciones legales. Los datos no se cederán a terceros salvo en los casos que exista una obligación legal. Usted tiene derecho a obtener confirmación sobre si en ECCLESIA estamos tratando sus datos personales, por tanto tiene derecho a acceder a sus datos personales, rectificar los datos inexactos con solicitar su supresión cuando los datos ya no sean necesarios. Así mismo solicitamos su autorización para ofrecerle los servicios relacionados y fidelizarle como cliente. Responsable: CEE - ECCLESIA NIF: R2800387I Añastro 1, 4º 28033 Madrid Teléfono: 913439704 Correo electrónico: suscripciones@revistaecclesia.es de de *Municipio: *Teléfono: Email: *C.P.: *Provincia: *D.N.I.: Importe: 91 € en España Periodicidad: Anual Suscríbete suscripciones@revistaecclesia.es www.revistaecclesia.com 913 439 704
  • 5. Los laicos, llamados a encarnar el Evangelio en la estructura social Editorial L os días 14, 15 y 16 de febrero están en la memoria de la Iglesia que peregrina en España como un tiempo de gracia muy especial para quienes tuvie- ron la oportunidad de participar en el Congreso de Laicos «Pueblo de Dios en Salida». Después de meses de preparación, laicos, vida consagrada y pas- tores reflexionamos juntos sobre la vocación, comunión y misión de los fieles laicos en el actual contexto sociocultu- ral. No era un evento puntual, ni el más importante, sino un proceso de discernimiento como actitud interior enraizada en la fe que se convirtió en un impulso grande del Espíri- tu. Muchas fueron las propuestas, las inquietudes y sobre todo, las vivencias de esas tres jornadas que impulsaron la siguiente etapa: el Poscongreso. Y cuando el fervor se comenzaba a transmitir por todas las diócesis españolas, el 14 de marzo, un mes después, el Gobierno español de- claraba el estado de alarma ante un virus que confinó a medio planeta. Al cumplirse el aniversario de uno de los procesos ecle- siales más importantes del siglo XXI, vuelven al corazón los días de convivencia fraterna y misionera, de encuentro con Dios y con los demás. Los laicos expresaban con rotundidad «somos los protagonistas, no actores de reparto» y en la po- nencia final lo dijeron con sencillez y en comunión: «Sigamos adelante, no estamos construyendo para hoy. No estamos trabajando para mañana. Estamos forjando un camino para la eternidad». Estas palabras resuenan de un modo más hondo al contextualizarlas en una pandemia que deja miles de muertos en España, familias golpeadas por el sufrimiento, las penurias económicas y laborales en nuestro país. Pero esta realidad también recuerda que nos necesitamos todos, que todo está conectado (LS, 15) y que es urgente afianzar nuestra cultura del cuidado cuestionándonos los estilos de vida predominantes que no ponen en el centro la dignidad de la persona sino los intereses de unos pocos. Esta experiencia tan dolorosa podría haber apagado el fervor y el ánimo del Congreso de Laicos. Seguramente, cada uno desde su lugar ha podido «salir de sí mismo» para encontrarse con la realidad sufriente de los demás. La inspi- ración del Espíritu continúa y nos sigue interpelando: «¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?» (LS, 160). Si la pandemia ha paralizado muchos de los proyectos en marcha, ¿cuáles son las rutinas y formas de vivir que los cristianos podemos encarnar y proponer al mundo? Al final, el laicado tiene una oportunidad de oro para implicarse con valentía y generosidad en las formas de ver- tebración de la vida social. Es tiempo de crecer en la caridad política que proponía la Conferencia Episcopal Española en sus orientaciones del año 1986, Los católicos en la vida pública: «No se trata solo de suplir las deficiencias de la jus- ticia, aunque en ocasiones sea necesario hacerlo. Ni mucho menos se trata de encubrir con una supuesta caridad las injusticias del orden establecido y asentado en profundas raíces de dominación o explotación. Se trata más bien de un compromiso como hermanos, en favor de un mundo más justo y más fraterno, con especial atención a las necesidades de los más pobres» (n. 61). Este compromiso se debe reflejar en los valores cristianos en el mundo social, político y económico, justamente en este momento actual en que los ciudadanos, anestesiados por el dolor, vemos con sorpresa cómo el gobierno actual legisla sin demanda social y sin diálogo. Los laicos, llamados a encarnar el Evangelio en las estructuras de la sociedad, no están solos en el anuncio del Reino y la denuncia de las injusticias, sino en camino con los pastores y consagrados. 5 4063
  • 6. Luis Manuel Romero Sánchez Director del Secretariado de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida A l cumplirse el primer aniversario de la celebración del Congreso de Laicos, el primer sentimiento que me surge es el de acción de gracias, porque este acontecimiento fue un verdade- ro regalo del Espíritu Santo para la Iglesia que peregrina en España, y de un modo particular, para el laicado. Esos días de mediados de febrero del 2020, vivimos una auténtica ex- periencia de comunión eclesial y se pudo percibir novedad, frescura y es- peranza, una imagen de Iglesia que quiere ser en salida, en diálogo con el mundo contemporáneo. Durante este año, a pesar de la pandemia, que ha ralentizado nues- tras tareas y debilitado nuestro áni- mo, se está intentando conseguir que siga sonando la música del Congreso. Para ello, hay dos acciones que están sirviendo de impulso y dinamización: a) la Guía de Trabajo sobre el Poscon- greso de laicos y b) la constitución del Consejo Asesor de Laicos. La Guía de Trabajo, que recoge las aportaciones del Congreso de Laicos, no pretende ser un boceto pasto- ral, ni un manual de uso para poner en práctica de un modo literal en nuestras comunidades, sino que se trata de un documento muy abierto que puede tomarse como referencia orientadora de la acción pastoral de nuestras diócesis, movimientos y aso- ciaciones. Su contenido, en el que se percibe la riqueza y pluralidad ecle- sial, nos ofrece nuevos caminos y de- safíos pastorales, pero no agota ni la creatividad ni la libertad a la hora de concretarlo en cada realidad. A nivel nacional, se ha constituido un Consejo Asesor de Laicos, pensa- do como un equipo de trabajo, de servicio, no un órgano de poder, que tiene como tareas fundamentales la Una Iglesia en salida que sueña horizontes nuevos 6 4063
  • 7. coordinación de los trabajos del Pos- congreso, diseñar una hoja de ruta o proyecto común para todo el laicado y ofrecer herramientas para acompa- ñar a las delegaciones de Apostolado Seglar, movimientos y asociaciones. El Consejo aspira a ser también un canal de comunión y comunicación entre las delegaciones y las provincias eclesiásticas, entre el Foro de Laicos y los movimientos y asociaciones y también entre CONFER y las congre- gaciones, donde los laicos trabajan en una misión compartida con los re- ligiosos. Ambas iniciativas, junto a otras mu- chas que se están llevando a cabo en los niveles diocesanos y en el laica- do asociado, pretenden tener como ejes transversales la sinodalidad y el discernimiento, sin olvidar la centra- lidad de los cuatro itinerarios (primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pú- blica), que serán objeto de trabajo y profundización en los próximos años. En líneas generales, lo más impor- tante es que, a la luz del Congreso, vamos tomando conciencia de lo que significa la vocación laical frente al clericalismo, la importancia de cami- nar juntos (sinodalidad) y el descubri- miento del valor del discernimiento comunitario, para escuchar la voz del Espíritu Santo y el clamor de nuestra sociedad. En esta hora, estamos llamados a ser Iglesia en salida que sueña hori- zontes nuevos con alegría y con es- peranza, siendo conscientes de que todos nosotros (laicos, vida religiosa y pastores) nos necesitamos, porque, como afirma el Papa Francisco, en la encíclica Fratelli tutti, «los sueños se construyen juntos» (FT, 8). ¿U n año? ¿Ya pasó un año? ¡¡Increíble!! Todavía tenemos grabado en nuestras pupilas el Pabellón de Cristal con ese variopinto «Pueblo de Dios en Salida» y, sobre todo, la fuerte experiencia de comunión vivida tanto en la fase pre- congresual, como aquellos días. Y aunque las circunstancias que vi- vimos en estos meses son tan extraor- dinarias que parecen distanciar años luz lo anterior, el «renovado Pente- costés» del Congreso se ha converti- do en un faro de esperanza y empuje en nuestro compromiso como laicos en la sociedad. El Congreso fue una ocasión fe- cunda para visibilizar la calidad de nuestra realidad eclesial, pero ¡¡aún queda mucho camino!! La pandemia ha activado acciones que, con mucha creatividad y sin programar, han im- pulsado los itinerarios del Congreso y sobre todo no ha frenado el compro- miso por la sinodalidad, implicando a un número creciente de agentes de pastoral de la Iglesia en la periferia. Desde el «observatorio» privilegia- do del Foro de Laicos somos cono- cedores del trabajo de muchos laicos por escribir esa «página en blanco» a la que hacía referencia el Papa Fran- El camino no ha hecho más que empezar cisco en su mensaje al Congreso. De ahí la multiplicación de iniciativas de encuentro, oración y celebrativas, de cercanía en la familia, con jóvenes y adolescentes, con los ancianos… Los teléfonos, las redes e Internet se han convertido en púlpitos de la Palabra de Dios y en redes capilares para el acompañamiento en la soledad y en la enfermedad. También crecieron las propuestas formativas, fundamentalmente con recursos online, entre las que desta- can: materiales de catequesis, pla- nes sobre discernimiento, escuelas de acompañamiento o sobre temas como la cultura del encuentro. Fundamental el uso de las redes sociales u otras herramientas comuni- cativas, que despertaron la imagina- ción para actividades en el campo del primer anuncio. En algunas entidades este tipo de acciones ha cristalizado en la creación de nuevos grupos o consolidado los existentes en distin- tas ciudades. Se ha dado asimismo un mayor compromiso público, en redes de so- lidaridad de barrio, en la acogida de Dolores García Pi Presidenta del Foro de Laicos 7 4063
  • 8. inmigrantes, en la defensa de los más pobres y con situaciones más preca- rias, al igual que ha crecido la coope- ración entre grupos y el apoyo mutuo. No se han detenido actividades que ya se hacían anteriormente, como la presencia en órganos de representa- ción civil, en los medios, en ámbitos universitarios, empresariales o del mundo del trabajo. Algún movimien- to ha comunicado un incremento de participación en la vida pública, es- pecialmente a nivel municipal. Y todo sin olvidar los grandes temas también presentes en estos meses como la eu- tanasia o la educación y sobre los que hemos tratado de hacer sentir nues- tra voz. Además, siendo conscientes del paso grandísimo que supuso el Congreso y en un ejercicio de corres- ponsabilidad, en varias entidades se programaron acciones de difusión del «patrimonio» de ese momento y del proceso sinodal (ahora mismo la Guía del Poscongreso) y se está dando una mayor implicación en distintos ámbi- tos diocesanos. Existe un mayor deseo de reforzar la vida comunitaria, con la certeza de ser parte de un solo cuerpo, poten- ciando la escucha, compartiendo la vida del Evangelio y los bienes ma- teriales, saliendo de nosotros mismos para enriquecernos con las aporta- ciones de los hermanos, en vistas a ser fermento en la sociedad. Preocu- pa cuidar y acompañar a los mayores y también saber estar cerca de los más jóvenes. Mucha vida y esperanza, muchas inquietudes y situaciones frágiles que fortalecer, para discernir lo que Dios quiere para llevar adelante, con nue- vas formas, nuestro ser laicos hoy. Termino recordando a los que nos han dejado en este tiempo, que son «raíz de vida nueva» de nuestro cami- no. Ánimo, ¡¡esto no ha hecho nada más que empezar!! Revivir el congreso para reactivar el proceso Isaac Martín Delgado Delegado de Apostolado Seglar de Toledo @imdelga H a transcurrido solo un año, pero pa- rece que hubiera pasado un siglo. Los días 14, 15 y 16 de febrero de 2020 celebrábamos en Madrid nues- tro Congreso de Laicos —que queda para la historia—, tras un proceso se- rio y bien trabajado que implicó a las distintas diócesis españolas, asocia- ciones y movimientos y que nos hizo protagonizar una auténtica experien- cia de comunión eclesial, verdade- ramente profunda. La pandemia, sin embargo, lo ha cambiado todo. No solo hace pensar que lo vivido antes de su llegada es tiempo remoto; además, nos ha empujado a redefinir prioridades, nos ha impedido seguir con los planes organizados para arti- cular la fase poscongresual y nos ha obligado, incluso, a renunciar a gran parte de nuestra forma ordinaria de vivir la fe. Ciertamente, esta situación nos ha hecho descubrir nuevas posi- bilidades, pero, conviene reconocer- lo, la inercia generada con el Congre- so se ha visto afectada. Un vistazo a la realidad de la Igle- sia que peregrina en España, sin em- bargo, nos permite comprobar que la ilusión, la esperanza y, en definitiva, los frutos del proceso siguen vivos en nuestra memoria y en nuestras ac- 8 4063
  • 9. ciones. La presentación de la Guía de Trabajo del Poscongreso elaborada desde la Comisión para los Laicos, Familia y Vida —documento de refe- rencia que contiene las claves sobre la base de las cuales articular el trabajo que tenemos por delante— está ayu- dando a recuperar paulatinamente su actualidad; la creación del Congreso Asesor de Laicos, uno de los frutos del Congreso, ayudará eficazmente a dar continuidad a lo vivido, a profun- dizar en los cuatro itinerarios (primer anuncio, acompañamiento, proce- sos formativos y presencia en la vida pública) y a poner en práctica la sino- dalidad y el discernimiento. En defini- tiva, revivir el Congreso nos permitirá reavivar el proceso. Así ha de ser, no por obligación ni porque nos venga dado, sino porque, como Iglesia, he- mos experimentado la fuerza de la comunión del Pueblo de Dios y la ne- cesidad de salir de nosotros mismos para ser el corazón del mundo. Sería un error pensar que el proce- so ha caducado. Antes al contrario, la pandemia no ha hecho sino poner de manifiesto la centralidad de los cuatro itinerarios, su «utilidad» para articular nuestras acciones pastorales y la ur- gencia de ser verdaderamente Igle- sia en salida. Podemos afirmar, con rotundidad, que tanto el Congreso como todo el proceso han sido pro- videnciales. Así se está entendiendo en las distintas realidades eclesiales, desde la que, paulatinamente, se están re- tomando iniciativas pospuestas, pre- sentando la Guía, creando equipos de trabajo y, en definitiva, comenzando a discernir cómo interiorizar las pro- puestas planteadas durante el mismo. Ese es el camino en este momento. Pero, de nuevo, lo más importante está por hacer: hemos identificado las prioridades, hemos reflexionado y he- mos planteado propuestas concretas que merecen ser puestas en práctica; sin embargo, ahora nos corresponde recorrerlo juntos. Nos puede ayudar a afrontarlo re- memorar lo vivido: ¿No ardía nues- tro corazón cuando estábamos en el Pabellón de Cristal? ¿No notamos que algo nuevo estaba naciendo con este proceso? ¿No comprendimos que cuantos hemos participado en él y quienes se vinculen ahora a al mis- mo somos auténticos protagonistas llamados a escribir una importante página en blanco del momento pre- sente? De nuevo, la responsabilidad es nuestra. ¿Salimos? 9 4063
  • 10. ¿Cómo se concreta tu compromiso laical? Esther Barba Parreño Presidenta de Juventud Obrera Cristiana (JOC) Santiago Ruiz Gómez Presidente del Movimiento Scout Católico Salvador Ruiz Pino Delegado de Apostolado Seglar de Córdoba, director de Cáritas diocesana y presidente de ACG diocesana Mi compromiso laical se ha concretado en el trabajo que realizo dentro de Juventud Obrera Cristiana (JOC), movimiento especializado de la Acción Católica, donde he encontrado mi manera de aportar, desde mi compromiso cristiano, a la Iglesia y a la sociedad. Gracias a mi participación en el Congreso de Laicos, fui conscien- te de que una Iglesia sinodal era necesaria, y que la fra- Al cumplirse un año de la celebración del Congreso de Laicos «Pueblo de Dios en Salida», aún en este tiem- po tan incierto y difícil por la situación de pandemia, ten- go la impresión de que los fieles laicos hemos dado pasos importantes en la tarea de asumir nuestra corresponsabili- dad en el ser y la misión de la Iglesia. En mi caso, mi com- promiso concreto se desarrolla en cuatro ámbitos: en mi Posiblemente, el año de mayor compromiso con la Igle- sia de mi vida. Lo fácil como laico durante este año que ha coincidido con la crisis sanitaria y económica que esta- mos viviendo hubiera sido estar parado, pero lo realizado ha sido absolutamente todo lo contrario. Donde hay una crisis hemos visto una gran oportunidad de evangelización. A nivel diocesano como delegado de Medios, aportando ternidad con otros movimientos eclesiales y sociales es imprescindible para la construcción del Reino de Dios. En estos tiempos de pandemia quiero destacar que ha sido de vital importancia el compromiso de las personas laicas en parroquias, organizaciones, movimientos y colectivos sociales, y en especial valorar la implicación que he visto de los y las jóvenes en estos espacios. trabajo como profesor universitario, procurando fermen- tar cristianamente mi ambiente diario; en mi parroquia, lugar privilegiado donde participo de la misión pastoral como ACG; en Cáritas donde continuamente me siento evangelizado por los pobres; y en la delegación diocesana de Apostolado Seglar, intentando prestar un servicio de comunión al servicio de toda la diócesis. mi granito de arena en la evangelización digital a través de peregrinaciones, catequesis y formaciones virtuales. Y a nivel voluntario como scout, dando un paso adelante presentando una candidatura para presidir durante los tres próximos años el Movimiento Scout Católico en Espa- ña y trabajar día tras día en la construcción de un mundo mejor al servicio de la Iglesia.
  • 11. Amparo Estellés Rodríguez Delegada de Apostolado Seglar de Valencia María Isabel Márquez Recio Delegación de Apostolado Seglar de Málaga Alejandro Palacios y Clara Acebrón Delegados de Apostolado Seglar en Pamplona-Tudela Ana Isabel Gil Valdeolivas Delegada de Apostolado Seglar de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara Como la mayoría de las personas que participaron en el Congreso de Laicos, yo ya tenía un compromiso laical en mi comunidad parroquial, como presidenta diocesana de Acción Católica General, en el Consejo Diocesano de Laicos y como delegada diocesana de Apostolado Seglar. Tras el Congreso, ese compromiso se ha concretado en difundir en Realmente mi compromiso laical no ha cambiado mucho durante este año, continúo con mi labor en la delegación de Apostolado Seglar de Málaga, soy la responsable de Li- turgia de mi parroquia, Santa María de la Amargura, y presto el servicio de coordinadora del coro parroquial. Pero lo que E n una mayor participación en la parroquia a través de la catequesis a jóvenes y en la realidad matrimonial que vivimos en Equipos de Nuestra Señora. Por otro lado, tras el Congreso de Laicos, detectamos la necesidad de ofrecer ejemplos y testimonios concretos que animen a los laicos a comprometerse más con el Señor y con la sociedad. «San- En este año marcado por la pandemia, mi compromiso ha consistido en intentar ser cercana a todas las personas que Dios ha ido poniendo en mi camino, como madre, espo- sa, con la familia, con mis compañeros de trabajo, vecinos, como delegada en mi diócesis de Apostolado Seglar inten- tando acompañar desde la escucha y la ayuda, según mis esos ámbitos las conclusiones del Congreso. En ese senti- do, estamos trabajando en la preparación de un Congreso Diocesano de Laicos que dé continuidad y concreción a lo indicado en las conclusiones y nos ayude a discernir sobre qué procesos hay que iniciar hoy en nuestra diócesis para renovar nuestra tarea evangelizadora. tos de la puerta de al lado», como diría el Papa Francisco. Por ello, surge la idea de realizar el programa Laicos por el mundo, en Radio María. En este espacio cada mes en- trevistamos a laicos comprometidos en su vida personal, profesional y pública. De esta manera, también se hace más visible el papel de los laicos en nuestra Iglesia. sí se ha reforzado es la idea de que los laicos debemos asumir las responsabilidades que se nos pidan o para las que tengamos capacidad, incluso sin esperar esa llamada, sino viendo las necesidades e intentando cubrirlas de for- ma clara y comprometida. posibilidades y según me ha ido capacitando el Señor. El primer compromiso sin duda alguna ha sido incrementar mi vida interior, para saber discernir qué caminos y cómo emprender esta novedad que se nos pide como Pueblo de Dios en Salida, y en este camino espiritual he ido des- cubriendo que la «novedad» está en llevar a Dios. 11 4063
  • 12. Javier Andreo Comunión y Liberación Enrique Alarcón García Presidente de Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER) Álvaro Medina del Campo Presidente de Vida Ascendente Anna Almuni de Muga Delegada de Apostolado Seglar de Barcelona Una de las tareas más propias de la vocación laical es llevar a Cristo a los ambientes cotidianos en los que nos encontramos, especialmente en el mundo del trabajo. Yo soy profesor de ESO en un colegio de la periferia de Madrid, y allí es donde me he visto llamado a vivir mi fe en este año tan difícil, con mis alumnos y mis compañeros. Ha habido una pregunta que ha sido mi motor: «Señor, ¿a T ras nuestra asistencia y participación en el Congreso hemos procedido a alentar y animar a nuestras Comi- siones Diocesanas a participar en la actividades que en su desarrollo se realicen, enviándoles la documentación: Guía de Trabajo para el Poscongreso y las ponencias, que publicó ECCLESIA. Pese a las limitaciones debidas a la H a sido una gran oportunidad de contactar a diver- sos colectivos laicales y trabajar en la sinodalidad. En Barcelona estamos viviendo un momento de ilu- sión que la pandemia no ha paralizado. Contamos con un equipo episcopal que creyó en lo trabajado en el Personalmente, la experiencia del Congreso puso ante mis ojos una realidad eclesial viva y entusiasmada, pero también un Pueblo de Dios sediento de transformar- se en la España del siglo XXI en signo y luz del inmenso amor de Dios Padre. Desde entonces, he procurado que qué me llamas con esta situación? ¿Cómo puedo contri- buir a tu Reino?». Con estas preguntas todo se convierte en una aventura, y me impresiona ver lo que Él puede ha- cer a través de nosotros si estamos disponibles. Este año he sido un profesor conmovido: Jesús sigue cambiando los corazones de los hombres, llenándolos de paz y espe- ranza. Mi compromiso es mendigarle. Y Él salva el mundo. pandemia, muchas de dichas Comisiones están colaboran- do en sus respectivas diócesis y grupos. Igualmente se ha animado a trabajar en la Pastoral del mayor, cuyo Congre- so organizado por el Dicasterio de Laicos, Familia y Vida se celebró en Roma entre los días 29 y 31 de enero de 2020, con la presencia de Su Santidad el Papa Francisco. los frutos del Congreso de Laicos se hicieran presentes en mis tareas apostólicas en su espíritu y con sus contenidos. De hecho, los materiales del Congreso los hemos ido in- corporando como apoyo para la formación en los equipos de FRATER, fortaleciendo así la comunión eclesial. Congreso y que quieren ponerlo en marcha. Para mí el Congreso fue como un renovado Pentecostés y se concreta en el hecho de poder ver cuánta gente está ilusionada y teniendo como expectativa hasta dónde vamos a llegar.
  • 13. «Es fundamental trabajar juntos cuidando el espíritu de comunión» Entrevista Carlos Escribano Arzobispo de Zaragoza y presidente de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida E l Congreso de Laicos «Pueblo de Dios en Salida» tenía como horizonte la lle- gada de «un renovado Pentecostés». Y para eso la Iglesia fijaba y sigue fi- jando su mirada en los laicos. Pese a que muchos planes hayan quedado alterados o anulados por la pande- mia, este tiempo de reflexión perso- nal también ha propiciado espacios para buscar las claves para descubrir por dónde queremos ir. El arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, es desde el pasado mes de 13 4063
  • 14. Particularmente entiendo que hay uno de singular importancia y que hace re- ferencia al descubrimiento pleno de la vocación bautismal. El poder ayudar a todos los miembros del Pueblo de Dios a conseguirlo, pero de un modo espe- cial a los laicos, nos ayudará a desarro- llar todo el potencial que tiene el plan de Dios para cada uno, a buscar la vida plena y a tomar conciencia de lo que significa ser discípulo misionero. Eso supone una conversión en nues- tra acción pastoral que nos conduce a un cambio de paradigma a la hora de plantearla. Y no solo afecta a quien re- cibe la propuesta de evangelización; también habría que adaptar la «estruc- tura» pastoral para priorizar lo que es realmente significativo para conseguir esa experiencia de vocación bautismal plena. —Si hace un año decíamos que «era la hora de los laicos», ¿esta pande- mia ha agudizado aún más la misión de impregnar las realidades de este mundo con el Espíritu? —Sin duda. Una de las sensaciones que está engendrando esta situación es que parece que la secularización ha acelerado su proceso. Si antes de la pandemia, que es cuando se ve la ne- cesidad de hacer este Congreso para reflexionar sobre el papel del laicado en una sociedad que había mutado, ya se veía imprescindible, con más moti- vo en este momento. Hay que seguir marzo presidente de la Comisión para los Laicos, Familia y Vida. Un contenido nada ajeno para él, ya que desde el año 2010 es miembro de esta Comisión, y dentro de ella, fue el obispo responsa- ble del departamento de Pastoral de Juventud, desde 2017 hasta marzo de 2020. Un año después del gran evento de Madrid, el arzobispo ha dialogado con ECCLESIA sobre uno de los grandes ob- jetivos de esta Comisión: «Desarrollar el contenido del Congreso de Laicos». Tal y como ha reconocido Escribano, «hay elementos muy positivos que nos van a permitir dar pasos muy importantes en la organización del laicado». Por eso, «hay que seguir acompañándolos para que no sean actores de reparto, sino ac- tores principales en la evangelización». Entre todos, tenemos el reto de fomen- tar «el trabajo sinodal y la experiencia de comunión para la misión». Trabajar juntos cuidando la espiritualidad de comunión «es fundamental», según el arzobispo. Es una experiencia indispen- sable para poder dar pasos seguros en la tarea evangelizadora. —El Congreso de Laicos 2020 cele- brado en Madrid se convirtió en uno de los eventos más importantes de la Iglesia española. Una alegría inspira- dora que se ha visto marcada por la pandemia. ¿Cómo podemos sacar el lado enriquecedor de esta situación? —Es cierto que la pandemia y las restricciones posteriores impuestas por la crisis sanitaria afectaron al desarrollo del Poscongreso. Eran muchas las ini- ciativas planteadas para poder acoger las conclusiones del Congreso que se vieron, en muchas ocasiones, truncadas o aplazadas. A pesar de estas circunstancias ad- versas se ha seguido trabajando. Se han propuesto nuevos modos de reunirse, auxiliados por la tecnología, y se han dado pasos sustanciales en el proceso congresual. Baste nombrar dos hitos: el primero sería la publicación de la Guía de Trabajo que recoge muchas de las aportaciones realizadas durante la ce- lebración del Congreso por los partici- pantes en los diferentes itinerarios y, a su vez, contiene una serie de propues- tas para seguir discerniendo a la hora de poder acoger y desarrollar dichos itinerarios en nuestra propia realidad. El segundo sería la constitución de un órgano de coordinación y trabajo, el Consejo Asesor de Laicos dependiente de la Comisión Episcopal para los Lai- cos, que ya ha empezado a funcionar y que puede ayudar a desarrollar los con- tenidos y procesos que han surgido del Congreso. —¿Cuáles son los retos del laicado para ser «sal y luz» en el mundo? —Hay muchos retos que habría que abordar para conseguirlo plenamente. 14 4063
  • 15. para que sea realmente útil a la hora de evangelizar en este momento. El fomentar el trabajo sinodal y la ex- periencia de comunión para la misión. Trabajar juntos cuidando la espiritua- lidad de comunión me parece funda- mental. Supone una experiencia enri- quecedora e indispensable para poder dar pasos seguros en la tarea evangeli- zadora con el laicado. También es necesario el cuidado de índole secular. Es la concreción y el cui- dado de la especificidad del laico den- tro de la vida de la Iglesia y su misión en el mundo. El laico está inmerso en me- dio de la sociedad y eso es lo específico suyo. Es muy importante la tarea evan- gelizadora que se puede desarrollar en medio del mundo para constituirnos en auténticas Iglesias en estado de misión permanente. —¿Cómo acompañarles para que no sean actores de reparto, sino actores principales en la evangelización? —Para que no sean actores secun- darios hay que empezar confiando en ellos. Doy gracias a Dios que me ha permitido trabajar muchas veces, en distintos ámbitos, con laicos y ha sido siempre una experiencia interesante y enriquecedora. El acompañamiento debe suscitar- se en la cercanía que procura el poder compartir espacios en las tareas pasto- rales encomendadas. Sería un acom- pañamiento en sentido amplio que podría, si fuese necesario, convertirse en un acompañamiento personal que permitiese al laico desarrollar todo el potencial de su vocación bautismal y laical. Acompañamiento que deberá ser integral y que permita iluminar las dimensiones intelectual, pastoral y es- piritual del laico. @delatorreSM Sara de la Torre buscando caminos de presencia en los tres escenarios que recuerda Francisco en la Evangelii Gaudium (cfr. nº 14): los presentes, los alejados y los ausentes. Y para aproximarnos a ellos necesitamos «estrategias pastorales diferenciadas». En ellas los laicos, especialmente entre los alejados y los ausentes, tienen un especial protagonismo y solo desde su compromiso misionero podremos im- pregnarlas con la presencia del Espíritu. —¿Cuáles son las claves para desper- tar a los laicos a esta corresponsabi- lidad con la Iglesia para llevar a cabo la misión compartida en todos los ámbitos? —Sin animo de ser exhaustivo voy a subrayar algunas que me parecen fundamentales. La primera, que ya he mencionado anteriormente, sería el fa- vorecer el que puedan tomar concien- cia de su vocación bautismal, que les haga vivirla desde la perspectiva de la búsqueda de la santidad. Creo que es importante también la escucha para que puedan expresar la realidad en la que están inmersos y el cómo asumen y viven, cada uno en con- texto en el que están inmersos, el he- cho de ser discípulos misioneros. Cuidar las propuestas formativas para que los laicos puedan dar razones de nuestra esperanza. Es verdad que se han dado muchos pasos en este senti- do, pero hay que seguir profundizando en la formación y conseguir adaptarla 15 4063
  • 16. Aniversario del Congreso de Laicos La sinodalidad ha llegado para quedarse 16 4063
  • 17. A lgunos momentos viven más allá del tiem- po que el reloj les acota. Bien lo podemos decir del Congreso de Laicos; más que un congreso, un camino; más que de laicos, de todo el Pueblo de Dios, con su diversidad de carismas. Ni siquiera podemos decir que empezó hace un año, porque cuando más de 2.000 personas se dieron cita, durante aquel fin de semana de febrero, en el Pabe- llón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid, ya se había trabajado durante meses en la preparación. Allí, los congresistas llegaron con tantas esperanzas como incertidumbres. Estas últimas se apagaron ensegui- da, y las primeras empezaron a crecer. «Nunca nos había- mos visto, pero era como si lleváramos toda la vida juntos», recuerda, a día de hoy, María José Sánchez, que participó como delegada episcopal de Apostolado Seglar de la ar- chidiócesis de Zaragoza, e incluso se encargó de organizar alguno de los talleres. Su sensación aquellos días era de «una gran familia». Con ella y con unos pocos congresistas de otros lugares hemos hablado para celebrar el aniver- sario del Congreso, echando la vista hacia atrás y luego fijándola hacia delante. ¿Qué frutos, qué procesos, qué de nuevo está trayendo este camino sinodal al Pueblo de Dios que peregrina en España? Aquellos dos días tuvieron un poco de todo: un concier- to que, a ritmo de rock y de rap, levantó a todos de sus asientos, sin distinción de vida ni estado; una oración so- brecogedora y profunda; mucho trabajo; unas conclusio- nes; y mucho encuentro, mucho de compartir y conocerse. Para Antonio Alcedo, aquella ocasión fue «un momento de la vida de la Iglesia española en la que, de alguna ma- nera, se han retomado varios aspectos del Concilio Vatica- no II que el Espíritu Santo desea impulsar». Él y su esposa, María Ángeles González, habían llegado a Madrid desde Rota como responsables de la delegación episcopal de Apostolado Seglar de la diócesis de Asidonia-Jerez. Con ganas de darlo a conocer María Ángeles y Antonio pertenecían a esta delegación diocesana representando al movimiento de los Focolares, pero su nombramiento para asumir la responsabilidad les sorprendió apenas un mes antes del Congreso. Una vez en el Pabellón de Cristal, a ella le vienen a la mente dos recuerdos. El primero: «Estaba agotada y me dije: “Voy al sagrario”, pensando que no habría nadie, para sentarme y permanecer recogida un rato. Para mi sorpresa, aquella capilla estaba lleno de gente: cardenales, monjas, laicos… 17 4063
  • 18. Los delegados de Apostolado Seglar de Asidonia-Jerez, en el encuentro celebrado en el templo del Carmen de Rota para dar a conocer la experiencia del Congreso. ¡esto es lo que es! Todos juntos, como pueblo, ante Él». El segundo, la alegría y la vitalidad. Esto les permitió emprender el viaje de vuelta hasta su comunidad parroquial y diocesana llenos de energía para caminar con el impulso del Congreso. «Queríamos hacer muchas cosas, pero llegó la pandemia y…», comenta Ma- ría Ángeles. Aun así, fueron poco a poco trabajando. El objetivo era, antes de nada, compartir la experiencia con el resto de la diócesis. Allí comenzaron el proyecto Cono- cernos para querernos, en el que se marcaron como obje- tivo visitar «parroquia por parroquia», empezando por la de ellos, la del Carmen de Rota. En estos meses en los que ha sido necesario adaptarse a la situación de emergencia sanitaria, las reuniones han sido telemáticas. Pero el pasado 11 de enero, con la ayuda de Miguel Puyo, el párroco, pudieron dar el pistoletazo de salida para dar a conocer el Congreso. En torno a cien personas se reunieron en el templo que, por suerte, tiene grandes dimensiones y puede acoger a muchas personas respetando todas las medidas sanitarias. Una iniciativa que irá más allá de una simple exposi- ción. Antonio y María Ángeles están empleando muchos esfuerzos en armonizar la organización y coordinación pa- rroquiales, de manera que se creen redes de encuentro entre quienes participan de la vida eclesial. «La nuestra es un poco de laboratorio para, en primer lugar, aunar ele- mentos que estarán más o menos desarrollados en otros. Por ejemplo, crear una base de datos con la que sepamos, de manera organizada, quiénes están comprometidos con la parroquia y qué hacen», explica Alcedo. Y todo ello lo han tenido que poner en marcha en una situación de cambio para Asidonia-Jerez. Nada más vol- ver del Congreso, Antonio y María Ángeles se pusieron en contacto con el obispo, José Mazuelos… quien poco después fue destinado a la diócesis de Canarias. Así que, por ahora, avanzan en la pastoral a la espera de que tenga lugar un nombramiento episcopal. Antonio Salcedo y María Ángeles González, delegados de Apostolado Seglar de Asidonia-Jerez. 18 4063
  • 19. Participantes en el Congreso enviados desde la diócesis de Segorbe-Castellón. «La sinodalidad es real y funciona» En el camino sinodal que ya está en marcha en la Iglesia de nuestro país están tomando la voz iglesias particulares pequeñas, desde donde mucho y muy bueno puede apor- tarse. Es el caso de Francisco Javier Vicente, delegado episcopal de Apostolado Seglar en Segorbe-Castellón. Lo primero que intuyó hace un año, tras vivir la experiencia del Congreso de Laicos, fue que aquello tenía que repro- ducirse a nivel local. Para ello, los 18 que participaron des- de la diócesis crearon un grupo de trabajo para ponerse manos a la obra. Algo que, según recuerda Javier, no era sencillo. «¿Qué elemento, de todo lo que se habló, desta- caríamos? ¿Por dónde empezar? Queríamos hacer tantas cosas que resultaba complicadísimo. Hay quien dice que empecemos por un itinerario, otro que por los cuatro a la vez; al final, nos damos cuenta de que hay algo que todos teníamos claro: el diálogo y la escucha», señala, aunque quizás sea la escucha lo más necesario y prioritario. «A veces somos muy dogmáticos para decir corriendo “esta cosa es así”, pero… ¡espérate, escucha antes!», apunta. Este grupo de casi una veintena de personas comenzó su andadura en octubre. Con la pandemia, llegaron unos meses de shock en lo que poco más pudieron hacer ade- más de reflexionar y reposar lo que el Espíritu les había transmitido durante el Congreso y las etapas previas del camino sinodal. Ahora ya han dibujado un plan e incluso no pierden la esperanza de poder celebrar el 22 de mayo, día de Pentecostés, un encuentro diocesano de laicos pre- sencial. En cualquier caso, al menos se celebrará de mane- ra telemática. Javier no solo destaca los contenidos de lo desarro- llado a través de los cuatro itinerarios del Congreso: pri- mer anuncio, formación, acompañamiento y presencia en la vida pública. Sobre todo, se queda con la manera de trabajar, el encuentro entre todos. «Desde la fe, la sino- dalidad es real y funciona. Cuando hacemos juntos un dis- Francisco Javier Vicente, delegado de Apostolado Seglar de la diócesis de Segorbe-Castellón. 19 4063
  • 20. Las dificultades vividas en este último año les han obli- gado a reinventarse. «No podemos permitir que la pande- mia nos siga paralizando», opina María Jesús. Por ello, la diócesis cuenta desde noviembre con un equipo de traba- jo del Poscongreso del que forman parte las diez personas que asistieron hace un año al Pabellón de Cristal desde Osma-Soria. Este grupo ya cuenta con un plan de trabajo asentado sobre la base de la nueva forma de ser y trabajar sinodal, poniendo en este primer momento el énfasis en el discernimiento comunitario. «Es importante interiorizar esto y asumirlo personalmente», añade. Este grupo traba- jará de febrero a mayo los cuatro itinerarios del Congreso de Laicos, y con las conclusiones, aportaciones y propues- tas, pensarán en cómo darle mayor concreción en cada realidad. «No queremos correr demasiado ni quedarnos parados. El Congreso está siendo ahora, porque también ha sido un proceso, y tiene que llevarnos a cambiar desde nosotros mismos», apunta. En esa insistencia de caminar todos juntos, María Jesús ha puesto especial empeño en favorecer la creación de redes y puntos de encuentro. Se ha creado un blog de la delegación de laicos de la diócesis en el que quieren revi- vir todo lo compartido en el Congreso. Además, los más de veinte movimientos de laicos asociados en Osma-Soria tienen cabida en un grupo de WhatsApp en el que la de- legación de laicos informa de las actividades diocesanas y cada uno anuncia también sus iniciativas pastorales. «Es imposible ir a todas, pero así estamos en comunión y nos hacemos presentes con la oración. Si no nos podemos re- unir ni tener contacto en persona, nos reinventamos así», comenta María Jesús. «En periodo de siembra» La llegada de María José Rodríguez al Congreso fue accidentada. Su primera bienvenida en Madrid fue la de quien le robó la cartera. Pero incluso aquella circunstancia fue una oportunidad para experimentar el compañerismo. «Si no nos podemos reunir ni tener contacto en persona, nos reinventamos» cernimiento, los frutos son muy ricos y podemos ver qué quiere Dios para que su sueño se haga realidad», expresa. El delegado de Segorbe-Castellón también reflexiona, al hilo del proceso sinodal, uno de los retos que estaban desde el propio lema del Congreso, «Pueblo de Dios en salida». Esto, lo de no encerrarse y abandonar la autorre- ferencialidad, es vital para él. «Nuestro lenguaje y paráme- tros son de hace treinta o cincuenta años, cuando la gente nos venía. Pero hoy día esto no es así, hemos de saber estar en la calle y anunciar el kerygma… esta necesidad nos ha sorprendido con el pie cambiado», afirma. Adaptándose a las circunstancias Desde hace años Soria es, oficialmente, un desierto demográfico. Así se definen los territorios en los que la densidad de población es inferior a 10 habitantes por kiló- metro cuadrado. Esta provincia castellanoleonesa es para- digmática si queremos hablar de lo que se ha etiquetado como la España vaciada. Desde la diócesis de Osma-Soria ya se han puesto manos a la obra, reinventándose y adap- tándose a las circunstancias. Al formar parte de Castilla y León, una de esas circunstancias es la restricción del aforo al culto con un máximo de 25 personas, independiente- mente del tamaño del templo. La delegada de Apostolado Seglar de la diócesis, María Jesús Gañán, define esta me- dida como «irracional e injusta». Por eso, a título personal, fue una de las participantes en la iniciativa que surgió entre un grupo de cristianos de la diócesis en la que se recabaron 1.275 firmas. Estas se presentaron ante la Junta para solicitar la rectificación de esa medida reclamando limitar el aforo en relación a la ca- pacidad y no restringiéndolo a un numerus clausus. María Jesús Gañán, delegada de Apostolado Seglar de Osma-Soria. 20 4063
  • 21. «¡Hay sucesos que unen mucho!», exclama. Enseguida se dio cuenta de la sencillez que se respiraba en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, y también percibía cómo «brotaba la alegría por reconocernos simplemente como cristianos». Veterana en estas lides, Rodríguez apreciaba que los rostros eran «bastante relajados, con ilusión en la cara, y ya dice mucho porque en muchas reuniones de Iglesia nuestros gestos son muy serios». María José acudió al Congreso como delegada de Apostolado Seglar de la diócesis de Vitoria, y tomó la auto- pista de vuelta a la capital alavesa con dos ideas: que «por fin cuajaba que la vocación laical es una verdadera voca- ción», y que «de alguna forma, se reactivaba la ilusión». Un año después, valora también lo acertados que, para ella, María José Rodríguez, delegada de Apostolado Seglar de Vitoria. fueron los cuatro itinerarios escogidos. Aprendió de ellos muchas cosas, pero destaca la importancia de «aclarar pa- labras y necesidades de la gente» para acortar distancias y no referirnos a cosas distintas con los mismos términos. «Lo recuerdo como una enseñanza que me apunté para el futuro», señala. ¿Y ahora? «Estamos en periodo de siembra», señala. Como en otros lugares, han formado un equipo de trabajo del Poscongreso al que se han unido inicialmente perso- nas que participaron hace un año en la Casa de Campo. Y, poco a poco, van tomando iniciativas. Para el sábado 13 de febrero han programado un encuentro del laicado. «Con el título “Pueblo de Dios en Salida: te reconocemos caminando juntos”. Hablaremos de sinodalidad y discer- nimiento, y presentaremos la Guía de Trabajo. La idea es que las palabras calen no por repetirlas hasta el infinito, sino por cobrar sentido en nuestra praxis eclesial». Y, adaptándose a la situación, también han emprendido alguna iniciativa que puede llevarse a cabo por Internet, como un boletín informativo en el que se contará todo lo que la diócesis realice en este camino. Y despues, «los fru- tos… Dios dirá». Dios responde a las oraciones María Jose Sánchez también estuvo en el Congreso de Laicos hace un año. Era de las delegadas de Apostolado Seglar más veteranas, desde que en el año 2017 empezó a servir en este cargo a la archidiócesis de Zaragoza. En sus palabras rezuma el cariño por aquellos días vividos: «Me sentí Pueblo que camina en una misma Iglesia guiada por el Espíritu con gran riqueza de carismas, todos necesa- rios. Me aportó seguir creciendo en la corresponsabilidad María José Sánchez, delegada de Apostolado Seglar de Zaragoza. 21 4063
  • 22. Grupo de la archidiócesis de Zaragoza durante el Congreso de Laicos en marzo pasado. y complementariedad pastoral de las distintas vocaciones de la Iglesia. Dios nos quiere con el protagonismo que Él nos ha ungido desde nuestro Bautismo, no somos actores de segunda y nuestra vocación laical es auténtica», expre- sa, en consonancia con las opiniones de muchos otros que vivieron aquellos días y que tratan de hacerlas presentes en su vida cotidiana. A María José le resuena, al pasar por la memoria y el corazón, el fin de semana del Congreso, una frase sobre la primera comunidad cristiana: «Un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32). Sobre aquella experiencia, remarca la importancia de que estar todos con el mismo proyec- to común de seguimiento a Jesús y que cada uno tiene, además, una llamada específica. Y ella la encontró de una manera bastante sorprendente, porque le preguntaba al Señor qué hacer, y la respuesta, o al menos parte de ella, le llegó en la clausura: «De entre más de 2.000 personas que participábamos, solo ocho sobres habían sido coloca- dos debajo de las sillas [durante la ponencia final]. Enton- ces nos dijeron que mirásemos, y efectivamente alargué la mano y toqué algo. Inmediatamente mi corazón se acele- ró. Mi sobre tenía el número uno. El Señor me decía en ese sobre: “Saliendo a las periferias”. La tarjeta tenía pegada una bolsita llena de semillas de mostaza. Estaba claro». Pero la periferia empezó siendo, con profundo signifi- cado, la Iglesia doméstica que se vivió con la llegada del confinamiento y de la peor fase de la pandemia. En vez de lamentarse por las restricciones y la situación, se reunieron telemáticamente. Una de las partes buenas, aprovechar mejor los momentos y evitar desplazamientos. Mientras tanto, las propias casas convertidas «en auténticos orato- rios y cenáculos donde el Señor se sentaba a diario en la mesa con nosotros». Y, en la distancia, acompañando las experiencias de soledad y sufrimiento. Ahora, el equipo de trabajo de la archidiócesis se va a centrar en «desarrollar el proyecto de una Iglesia en Salida difundiendo la Guía de Trabajo y responsabilizándose de recordar y reavivar las conclusiones con presentaciones online en vicarías, parro- quias, y en la coordinadora de asociaciones y movimien- tos». Un camino de ida y vuelta Hace un año, dos mil personas se reunieron después de trabajar en sus diócesis durante meses. Desde allí, regresa- ron con la maleta cargada de ilusiones y el alma encendida por el Espíritu. María José, Javier, Antonio y María Ángeles o María Jesús son unos pocos ejemplos, tan diversos como lo es la Iglesia en España, con sus realidades y carismas, y con su apuntar a la sinodalidad: ese tan repetido caminar juntos. Por ese motivo, la palabra y el encuentro tienen que viajar constantemente en todas direcciones. Y eso será posible, en parte, gracias al Consejo Asesor de Laicos, que ha comenzado su andadura hace poco. A él pertenece un representante de cada provincia ecle- siástica, la presidenta del Foro de Laicos representando a movimientos y asociaciones, y otras cinco personas de diferentes realidades eclesiales transversales en lo geográ- fico como CONFER o Acción Católica General, por ejem- plo. «¿De Galilea puede salir algo bueno?», se preguntan Antonio y María Ángeles desde Rota: ellos son la voz de la provincia de Sevilla en este consejo. La respuesta, por supuesto, es afirmativa. «Hay gente muy preparada. ¿Qué podemos aportar? La Iglesia es como un cuerpo en el que todos se necesitan. Y nosotros queremos dar humildad y santidad», señala el matrimonio. Y así, al final, no hay pe- queños y grandes, sino un caminar en el que todos piden que el Espíritu siga soplando, como desde hace dos mil años. @asolanab Asier Solana 22 4063
  • 23. 23 4063 «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20) Queridos hermanos y hermanas: C uando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído. La relación de Jesús con sus discípulos, su humanidad que se nos revela en el misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humani- dad y hace suyos nuestros gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22). Todo en Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de reden- ción no le es ajena y nos convoca también a sentirnos par- te activa de esta misión: «Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren» (Mt 22, 9). Nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión. La experiencia de los apóstoles La historia de la evangelización comienza con una bús- queda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad (cf. Jn 15, 12-17). Los apóstoles son los primeros en dar cuenta de eso, hasta recuerdan el día y la hora en que fueron encontrados: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1, 39). La amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los ham- brientos, acercarse a los excluidos, tocar a los impuros, identificarse con los necesitados, invitar a las bienaventu- ranzas, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener. Como decía el profeta Jeremías, esta experiencia es el fue- go ardiente de su presencia activa en nuestro corazón que nos impulsa a la misión, aunque a veces comporte sacrifi- cios e incomprensiones (cf. 20, 7-9). El amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador: «Hemos encon- trado al Mesías» (Jn 1, 41). Con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser diferentes. Él inauguró, ya para hoy, los tiem- pos por venir recordándonos una característica esencial de nuestro ser humanos, tantas veces olvidada: «Hemos sido hechos para la plenitud que solo se alcanza en el amor» (Carta enc. Fratelli tutti, 68). Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad social (cf. ibíd., 67). La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gra- titud que el Señor nos amó primero (cf.1Jn 4, 19). Esa «pre- dilección amorosa del Señor nos sorprende, y el asombro —por su propia naturaleza— no podemos poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. […] Solo así puede florecer el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento» (Mensaje a las Obras Misionales Pontificias, 21 mayo 2020). Sin embargo, los tiempos no eran fáciles; los primeros cristianos comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado. Historias de postergaciones y encierros se cruzaban con resistencias internas y externas que parecían contradecir y hasta negar lo que habían visto y oído; pero eso, lejos de ser una dificultad u obstáculo que los lleva- ra a replegarse o ensimismarse, los impulsó a transformar todos los inconvenientes, contradicciones y dificultades en una oportunidad para la misión. Los límites e impedimen- tos se volvieron también un lugar privilegiado para ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor. Nada ni nadie podía quedar ajeno a ese anuncio liberador. Tenemos el testimonio vivo de todo esto en los Hechos de los Apóstoles, libro de cabecera de los discípulos mi- sioneros. Es el libro que recoge cómo el perfume del Evan- gelio fue calando a su paso y suscitando la alegría que solo el Espíritu nos puede regalar. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la «convicción de que Dios puede «Vivir la vocación como una verdadera historia de amor» Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2021 (29-01-2021) Documentación
  • 24. 24 4063 actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos» y la certeza de que «quien se ofrece y entrega a Dios por amor seguramente será fecundo» (Ex- hort. ap. Evangelii gaudium, 279). Así también nosotros: tampoco es fácil el momento ac- tual de nuestra historia. La situación de la pandemia evi- denció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polari- zaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el des- encanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas. Pero nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús» (2Co 4, 5). Por eso sentimos resonar en nuestras comunidades y hogares la Palabra de vida que se hace eco en nuestros corazones y nos dice: «No está aquí: ¡ha resucitado!» (Lc 24, 6); Palabra de esperanza que rompe todo determinismo y, para aque- llos que se dejan tocar, regala la libertad y la audacia ne- cesarias para ponerse de pie y buscar creativamente todas las maneras posibles de vivir la compasión, ese «sacramen- tal» de la cercanía de Dios con nosotros que no abandona a nadie al borde del camino. En este tiempo de pandemia, ante la tentación de enmascarar y justificar la indiferencia y la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge la misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria distancia un lugar de encuentro, de cuidado y de promo- ción. «Lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20), la miseri- cordia con la que hemos sido tratados, se transforma en el punto de referencia y de credibilidad que nos permite recuperar la pasión compartida por crear «una comunidad de pertenencia y solidaridad, a la cual destinar tiempo, es- fuerzo y bienes» (Carta enc. Fratelli tutti, 36). Es su Palabra la que cotidianamente nos redime y nos salva de las excu- sas que llevan a encerrarnos en el más vil de los escepti- cismos: «todo da igual, nada va a cambiar». Y frente a la pregunta: «¿para qué me voy a privar de mis seguridades, comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?», la respuesta permanece siempre la misma: «Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 275) y nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar y compartir esta esperan- za. En el contexto actual urgen misioneros de esperanza que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar pro- féticamente que nadie se salva por sí solo. Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros de- cimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20). Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido con- cediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás. Como los apóstoles que han visto, oído y tocado la salvación de Jesús (cf.1 Jn 1, 1-4), así nosotros hoy podemos palpar la carne sufriente y gloriosa de Cristo en la historia de cada día y animarnos a compartir con todos un destino de espe- ranza, esa nota indiscutible que nace de sabernos acom- pañados por el Señor. Los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la transformación del mundo y en la custodia de la creación. Una invitación a cada uno de nosotros El lema de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20), es una invitación a cada uno de nosotros a «hacernos cargo» y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón. Esta misión es y ha sido siempre la identidad de la Iglesia: «Ella existe para evangelizar» (S. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 14). Nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad de asombro y grati- tud en el aislamiento personal o encerrándose en peque- ños grupos; por su propia dinámica exige una creciente apertura capaz de llegar y abrazar a todos. Los primeros cristianos, lejos de ser seducidos para recluirse en una éli- te, fueron atraídos por el Señor y por la vida nueva que ofrecía para ir entre las gentes y testimoniar lo que habían visto y oído: el Reino de Dios está cerca. Lo hicieron con la generosidad, la gratitud y la nobleza propias de aquellos que siembran sabiendo que otros comerán el fruto de su entrega y sacrificio. Por eso me gusta pensar que «aun los más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a su manera, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 239). En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testi- monio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evan- gelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capa- ces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición. Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser valientes y a pedir con insistencia «al dueño que envíe tra- bajadores para su cosecha» (Lc 10, 2), porque somos cons- cientes de que la vocación a la misión no es algo del pasa- do o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a
  • 25. 25 4063 «Combatir la lepra» Mensaje del prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral con ocasión del 68° Día Mundial contra la Lepra (31-01-2021) Documentación E l Día Mundial de la Lepra 2021 se celebra este 31 de enero con el siguiente objetivo general: «Combatir la lepra». Este noble objetivo tiene como punto de partida la realidad médica de que la lepra es una enfermedad que se puede curar; sin embargo, esto implica algo más que una simple lucha, a nivel médico, contra la lepra. Tiene también como objetivo acabar con el estigma social que acompaña a esta difícil enfermedad y, en última instancia, contempla una recuperación integral de la persona humana. En el Evangelio de san Lucas se narra, de manera fasci- nante, la curación de la lepra. Mientras Jesús se dirigía a Jerusalén, se encontró con diez hombres que padecían esa enfermedad tropical desatendida de la piel. Se pararon a lo lejos y le pidieron a gritos ayuda y consuelo en su aflic- ción. Él les respondió curándolos de su dolencia física. Uno volvió a Jesús y, reconociendo que había sanado y recupe- rado su condición social, se le acercó dándole gracias. Al concluir ese encuentro, Jesús respondió: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado» (Lc 17, 19). La palabra latina para salvación es salus, y es la misma palabra que se emplea para expresar «curación». Cuando en el Evangelio se narra que Cristo sana al hombre enfer- mo de lepra, Éste aplica el bálsamo de la dignidad humana además del remedio físico. Se convierte en un hecho que afecta a toda la persona y cuyas consecuencias tienen un gran alcance. Cuando la Iglesia habla de la generosa oferta de Dios de salvar a todos los hombres, la describe como un don universal e integral (1). Dios desea sanar a todas las personas y a toda la persona. La salud integral abarca también la dimensión personal y social; incluye tanto la na- turaleza espiritual de la persona como la física. En las últimas décadas, los servicios de atención a la salud han avanzado notablemente en el tratamiento de la lepra o enfermedad de Hansen. La terapia multimedica- mentosa ha demostrado ser eficaz y todo un éxito para curar la lepra infundiendo gran esperanza. La atención sa- nitaria, además de tratar las dolencias físicas de la persona, debe también tener en cuenta las dimensiones sociales y psicológicas. La salud integral implica «la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación, para mejorar el equilibrio y bienestar físico, psíquico, social y espiritual de la persona»(2). La Organización Mundial de la Salud se- ñala que el estigma sigue siendo un reto para la detección precoz y el éxito del tratamiento de la lepra. «Muchos pa- cientes padecen todavía exclusión social, depresión y pér- dida de ingresos» (3), explica. Promover la inclusión de to- das las personas en la sociedad y garantizar la integración en la comunidad, seguirán siendo prioridades. Además, el apoyo financiero y las oportunidades para participar ac- tivamente en el lugar de trabajo y en la vida económica son esenciales para las personas afectadas por la lepra y sus familias. «Todo ser humano», insiste el Papa Francisco, «tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse inte- las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e ins- trumentos de compasión. Y es un llamado que Él nos hace a todos, aunque no de la misma manera. Recordemos que hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Siempre, pero especialmente en estos tiempos de pandemia es importante ampliar la capacidad cotidiana de ensanchar nuestros círculos, de llegar a aquellos que espontáneamente no los sentiríamos parte de «mi mundo de intereses», aunque estén cerca nuestro (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 97). Vivir la misión es aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana. Que su amor de compasión despierte también nuestro co- razón y nos vuelva a todos discípulos misioneros. Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nues- tras tierras (cf. Mt 5, 13-14). Roma, San Juan de Letrán, 6 de enero de 2021 Solemnidad de la Epifanía del Señor.
  • 26. 26 4063 «Necesitamos medios de comunicación que ayuden a distinguir el bien del mal» Saludo del Papa Francisco a una delegación del Catholic News Service de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (01-02-2021) Documentación Queridos amigos: M e complace saludar a los representantes de tantos otros periodistas del Catholic News Service, con motivo del centenario de su institución. A lo largo de estos cien años, el Catholic News Service ha aporta- do una contribución inestimable al mundo de habla ingle- sa a través de la información sobre la misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio y dar testimonio del amor de Dios revelado en Jesucristo. En una época en la que las noticias pueden ser fácilmente manipuladas y la desinformación está muy extendida (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2021), vosotros tratáis de dar a conocer la verdad de una manera que sea, en pa- labras de vuestro lema, «justa, fiel e informada». Os doy las gracias por vuestro trabajo y os animo a seguir promo- viendo el diálogo y la comunicación justa entre personas y comunidades. Necesitamos medios de comunicación que ayuden a las personas, especialmente a los jóvenes, a dis- tinguir el bien del mal, a elaborar juicios sólidos basados en una presentación clara e imparcial de los hechos, y a reconocer la importancia de trabajar por la justicia, la con- cordia social y el respeto a nuestra casa común. Que el espíritu de comunión con el Obispo de Roma, que siempre ha caracterizado al Catholic News Service, siga guiando vuestro compromiso de servir a la verdad con humildad y responsabilidad. Os aseguro, al igual que a vuestros colegas mis oraciones; y os pido, por favor, que os acordéis de rezar por mí. Gracias. gralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones» (4). La salud inte- gral es también un imperativo para las personas afectadas por la lepra, para su bienestar mental, «ya que se puede demostrar que la lepra repercute significativamente en la participación social y la salud mental, además de causar discapacidades físicas» (5). En cierto sentido, el enfermo de lepra no solo padece la enfermedad misma, sino tam- bién la forma negativa en que se le acoge en la comuni- dad. La falta de adhesión social puede tener repercusiones profundamente negativas en la autoestima y la perspectiva de vida de una persona, haciendo que ésta sea aún más vulnerable a la enfermedad mental. El Papa Francisco in- dica que la persona humana está, por naturaleza, abierta a las relaciones. «En su propia raíz reside el llamado a tras- cenderse a sí misma en el encuentro con otros» (6), insiste. La comunidad de los profesionales sanitarios, en particular, y la sociedad en su conjunto, ofrecen un enorme servicio al bien común cuando ayudan a crear mecanismos que facilitan este proceso de integración personal de quienes padecen lepra y de sus familias. No todos tendrán las ha- bilidades o la experiencia necesaria para curar físicamente la enfermedad de Hansen, pero todos serán capaces de promover esa cultura del encuentro que trae consigo la curación y el bienestar mental de los afectados por esta preocupante enfermedad. En conclusión, ofrezco mi más sincero respeto y grati- tud a quienes se dedican a «combatir la lepra» y ofrecen curación y esperanza a los que se ven afectados por la en- fermedad de Hansen. Nos muestran, de manera muy prác- tica, que la lepra se puede curar, que el encuentro humano puede acabar con el estigma y que el bienestar mental es una parte esencial de la salud integral. Que la poderosa intercesión de María, salud de los enfermos, nos lleve a todos, de forma más completa, hacia el toque sanador de Jesucristo. NOTAS (1) Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 38. (2) Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios. «Nueva Carta de los Agentes Sanitarios», 3. (3) Organización Mundial de la Salud. «Estrategia Mundial para la Lepra 2016-2020», 5. (4) Papa Francisco Fratelli tutti, 107. (5) PMW Somas, MW Waltz, WH van Brakel (2020.) The impact of le- prosy on the mental wellbeing of leprosy —affected persons and their family member— a systematic review Global Mental Health , e 15, 1. (6) Papa Francisco Fratelli tutti, 111.
  • 27. 27 4063 S imeón —escribe san Lucas— «esperaba el con- suelo de Israel» (Lc 2, 25). Subiendo al templo, mientras María y José llevaban a Jesús, acogió al Mesías en sus brazos. Es un hombre ya ancia- no quien reconoce en el Niño la luz que venía a iluminar a las naciones, que ha esperado con paciencia el cumplimiento de las promesas del Señor. Esperó con paciencia. La paciencia de Simeón. Observemos atentamente la paciencia de este anciano. Durante toda su vida esperó y ejerció la paciencia del corazón. En la oración aprendió que Dios no viene en acontecimientos extraordinarios, sino que realiza su obra en la aparente monotonía de nues- tros días, en el ritmo a veces fatigoso de las actividades, en lo pequeño e insignificante que realizamos con tesón y humildad, tratando de hacer su voluntad. Caminando con paciencia, Simeón no se dejó desgastar por el paso del tiempo. Era un hombre ya cargado de años, y sin embargo la llama de su corazón seguía ardiendo; en su larga vida habrá sido a veces herido, decepcionado; sin embargo, no perdió la esperanza. Con paciencia, conservó la pro- mesa —custodiar la promesa—, sin dejarse consumir por la amargura del tiempo pasado o por esa resignada me- lancolía que surge cuando se llega al ocaso de la vida. La esperanza de la espera se tradujo en él en la paciencia cotidiana de quien, a pesar de todo, permaneció vigilante, hasta que por fin «sus ojos vieron la salvación» (cf. Lc 2, 30). Y yo me pregunto: ¿De dónde aprendió Simeón esta paciencia? La recibió de la oración y de la vida de su pue- blo, que en el Señor había reconocido siempre al «Dios misericordioso y compasivo, que es lento para enojarse y rico en amor y fidelidad» (Ex 34, 6); reconoció al Padre que incluso ante el rechazo y la infidelidad no se cansa, sino que «soporta con paciencia muchos años» (cf. Ne 9, 30), como dice Nehemías, para conceder una y otra vez la po- sibilidad de la conversión. La paciencia de Simeón es, en- tonces, reflejo de la paciencia de Dios. De la oración y de la historia de su pueblo, Simeón aprendió que Dios es pa- ciente. Con su paciencia —dice san Pablo— «nos conduce a la conversión» (Rom 2, 4). Me gusta recordar a Romano Guardini, que decía: la paciencia es una forma en que Dios responde a nuestra debilidad, para darnos tiempo a cam- biar (cf. Glaubenserkenntnis, Würzburg 1949, 28). Y, sobre todo, el Mesías, Jesús, a quien Simeón tenía en brazos, nos revela la paciencia de Dios, el Padre que tiene misericordia de nosotros y nos llama hasta la última hora, que no exige la perfección sino el impulso del corazón, que abre nue- vas posibilidades donde todo parece perdido, que intenta abrirse paso en nuestro interior incluso cuando cerramos nuestro corazón, que deja crecer el buen trigo sin arrancar la cizaña. Esta es la razón de nuestra esperanza: Dios nos espera sin cansarse nunca. Dios nos espera sin cansarse jamás. Este es el motivo de nuestra esperanza Cuando nos extraviamos, viene a buscarnos; cuando caemos por tierra, nos levanta; cuando volvemos a Él después de habernos perdido, nos espera con los brazos abiertos. Su amor no se mide en la balanza de nuestros cálculos humanos, sino que nos infunde siempre el valor de volver a empezar. Nos enseña la resiliencia, el valor de volver a empezar. Siempre, todos los días. Después de las caídas, volver a empezar siempre. Él es paciente. Y miramos nuestra paciencia. Fijémonos en la paciencia de Dios y la de Simeón para nuestra vida consagrada. Y preguntémonos: ¿qué es la paciencia? Indudablemente no es una mera tolerancia de las dificultades o una resistencia fatalista a la adversidad. La paciencia no es un signo de debilidad: es la fortaleza de espíritu que nos hace capaces de «llevar el peso», de soportar: soportar el peso de los problemas personales y comunitarios, nos hace acoger la diversidad de los demás, nos hace perseverar en el bien incluso cuando todo parece inútil, nos mantiene en movi- miento aun cuando el tedio y la pereza nos asaltan. Quisiera indicar tres «lugares» en los que la paciencia toma forma concreta. La primera es nuestra vida personal. Un día respon- dimos a la llamada del Señor y, con entusiasmo y gene- rosidad, nos entregamos a Él. En el camino, junto con las consolaciones, también hemos recibido decepciones y frustraciones. A veces, el entusiasmo de nuestro trabajo no se corresponde con los resultados que esperábamos, nuestra siembra no parece producir el fruto adecuado, el fervor de la oración se debilita y no siempre somos in- «La paciencia nos mantiene en movimiento aun cuando la pereza nos asalta» Homilía del Papa Francisco en la misa en la Fiesta de la Presentación del Señor y la XXV Jornada Mundial de la Vida Consagrada (02-02-2021) Documentación
  • 28. 28 4063 munes a la sequedad espiritual. Puede ocurrir, en nuestra vida de consagrados, que la esperanza se desgaste por las expectativas defraudadas. Debemos ser pacientes con nosotros mismos y esperar con confianza los tiempos y los modos de Dios: Él es fiel a sus promesas. Ésta es la piedra base: Él es fiel a sus promesas. Recordar esto nos permite replantear nuestros caminos, revigorizar nuestros sueños, sin ceder a la tristeza interior y al desencanto. Hermanos y hermanas: La tristeza interior en nosotros consagrados es un gusano, un gusano que nos come por dentro. ¡Huyan de la tristeza interior! El segundo lugar donde la paciencia se concreta es en la vida comunitaria. Las relaciones humanas, especial- mente cuando se trata de compartir un proyecto de vida y una actividad apostólica, no siempre son pacíficas, to- dos lo sabemos. A veces surgen conflictos y no podemos exigir una solución inmediata, ni debemos apresurarnos a juzgar a la persona o a la situación: hay que saber guardar las distancias, intentar no perder la paz, esperar el mejor momento para aclarar con caridad y verdad. No hay que dejarse confundir por la tempestad. En la lectura del bre- viario de mañana hay un pasaje hermoso de Diadoco de Foticé sobre el discernimiento espiritual, que dice: «Cuan- do el mar está agitado no se ven los peces, pero cuando el mar está en calma, se pueden ver». Nunca podremos tener un buen discernimiento, ver la verdad, si nuestro corazón está agitado e impaciente. Jamás. En nuestras comunida- des necesitamos esta paciencia mutua: soportar, es decir, llevar sobre nuestros hombros la vida del hermano o de la hermana, incluso sus debilidades y defectos. Todos. Re- cordemos esto: el Señor no nos llama a ser solistas —en la Iglesia ya hay muchos, lo sabemos—, no, no nos llama a ser solistas, sino a formar parte de un coro, que a veces desafina, pero que siempre debe intentar cantar unido. Por último, el tercer «lugar», la paciencia ante el mun- do. Simeón y Ana cultivaron en sus corazones la esperanza anunciada por los profetas, aunque tarde en hacerse rea- lidad y crezca lentamente en medio de las infidelidades y las ruinas del mundo. No se lamentaron de todo aquello que no funcionaba, sino que con paciencia esperaron la luz en la oscuridad de la historia. Esperar la luz en la oscuridad de la historia. Esperar la luz en la oscuridad de la propia comunidad. Necesitamos esta paciencia para no quedar- nos prisioneros de la queja. Algunos son especialistas en quejas, son doctores en quejas, muy buenos para quejar- se. No, la queja encarcela. «El mundo ya no nos escucha» —oímos decir esto tantas veces—, «no tenemos más voca- ciones», «vamos a tener que cerrar», «vivimos tiempos di- fíciles» —«¡ah, ni me lo digas!…»—. Así empieza el dúo de las quejas. A veces sucede que oponemos a la paciencia con la que Dios trabaja el terreno de la historia, y trabaja también el terreno de nuestros corazones, la impaciencia de quienes juzgan todo de modo inmediato: ahora o nun- ca, ahora, ahora, ahora. Y así perdemos aquella virtud, la «pequeña» pero la más hermosa: la esperanza. He visto a muchos consagrados y consagradas perder la esperanza. Simplemente por impaciencia. La paciencia nos ayuda a mirarnos a nosotros mismos, a nuestras comunidades y al mundo con misericordia. Pode- mos preguntarnos: ¿acogemos la paciencia del Espíritu en nuestra vida? En nuestras comunidades, ¿nos cargamos los unos a los otros sobre los hombros y mostramos la alegría de la vida fraterna? Y hacia el mundo, ¿realizamos nuestro servicio con paciencia o juzgamos con dureza? Son retos para nuestra vida consagrada: nosotros no podemos que- darnos en la nostalgia del pasado ni limitarnos a repetir lo mismo de siempre, ni en las quejas de cada día. Necesita- mos la paciencia valiente de caminar, de explorar nuevos caminos, de buscar lo que el Espíritu Santo nos sugiere. Y esto se hace con humildad, con simplicidad, sin mucha propaganda, sin gran publicidad. Contemplemos la paciencia de Dios e imploremos la paciencia confiada de Simeón y también de Ana, para que del mismo modo nuestros ojos vean la luz de la salvación y la lleven al mundo entero, como la llevaron en la alabanza estos dos ancianos.
  • 29. 29 4063 «La Misa no puede ser solo escuchada» Catequesis del Papa en la audiencia general del 3 de febrero de 2021 Documentación Catequesis 23. Rezar en la liturgia Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! E n la historia de la Iglesia, se ha registrado en más de una ocasión, la tentación de practicar un cristianismo intimista, que no reconoce a los ri- tos litúrgicos públicos su importancia espiritual. A menudo esta tendencia reivindicaba la pre- sunta mayor pureza de una religiosidad que no dependiera de las ceremonias exteriores, consideradas una carga inútil o dañina. En el centro de las críticas terminaba no una par- ticular forma ritual, o una determinada forma de celebrar, sino la liturgia misma, la forma litúrgica de rezar. De hecho se pueden encontrar en la Iglesia ciertas formas de espiritualidad que no han sabido integrar ade- cuadamente el momento litúrgico. Muchos fieles, incluso participando asiduamente en los ritos, especialmente en la Misa dominical, han obtenido alimento para su fe y su vida espiritual más bien de otras fuentes, de tipo devocional. En los últimos decenios, se ha caminado mucho. La Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vatica- no II representa el eje de este largo viaje. Esta reafirma de forma completa y orgánica la importancia de la divina litur- gia para la vida de los cristianos, los cuales encuentran en ella esa mediación objetiva solicitada por el hecho de que Jesucristo no es una idea o un sentimiento, sino una Per- sona viviente, y su Misterio un evento histórico. La oración de los cristianos pasa a través de mediaciones concretas: la Sagrada Escritura, los Sacramentos, los ritos litúrgicos, la comunidad. En la vida cristiana no se prescinde de la esfera corpórea y material, porque en Jesucristo esta se ha convertido en camino de salvación. Podemos decir que debemos rezar también con el cuerpo: el cuerpo entra en la oración. Por tanto, no existe espiritualidad cristiana que no tenga sus raíces en la celebración de los santos misterios. El Ca- tecismo escribe: «La misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actua- liza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora» (n. 2655). La liturgia, en sí misma, no es solo oración espontánea, sino algo más y más original: es acto que funda la experiencia cristiana por completo y, por eso, también la oración es evento, es acontecimiento, es presencia, es encuentro. Es un encuentro con Cristo. Cristo se hace presente en el Espíritu Santo a través de los signos sacramentales: de aquí deriva para nosotros los cristianos la necesidad de participar en los divinos misterios. Un cris- tianismo sin liturgia, yo me atrevería a decir que quizá es un cristianismo sin Cristo. Sin el Cristo total. Incluso en el rito más despojado, como el que algunos cristianos han celebrado y celebran en los lugares de prisión, o en el es- condite de una casa durante los tiempos de persecución, Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles. La liturgia, precisamente por su dimensión objetiva, pide ser celebrada con fervor, para que la gracia derrama- da en el rito no se disperse sino que alcance la vivencia de cada uno. El Catecismo lo explica muy bien y dice así: «La oración interioriza y asimila la liturgia durante y después de la misma» (ibid.). Muchas oraciones cristianas no proceden de la liturgia, pero todas, si son cristianas, presuponen la liturgia, es decir la mediación sacramental de Jesucristo. Cada vez que celebramos un Bautismo, o consagramos el pan y el vino en la Eucaristía, o ungimos con óleo santo el cuerpo de un enfermo, ¡Cristo está aquí! Es Él que actúa y está presente como cuando sanaba los miembros débiles de un enfermo, o entregaba en la Última Cena su testa- mento para la salvación del mundo. La oración del cristiano hace propia la presencia sacra- mental de Jesús. Lo que es externo a nosotros se convierte en parte de nosotros: la liturgia lo expresa incluso con el gesto tan natural del comer. La Misa no puede ser solo «escuchada»: no es una expresión justa, «yo voy a escuchar Misa». La Misa no puede ser solo escuchada, como si no- sotros fuéramos solo espectadores de algo que se desliza sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristia- nos que la viven. ¡Y el centro es Cristo! Todos nosotros, en la diversidad de los dones y de los ministerios, todos nos unimos a su acción, porque es Él, Cristo, el Protagonista de la liturgia. Cuando los primeros cristianos empezaron a vivir su cul- to, lo hicieron actualizando los gestos y las palabras de Jesús, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, para que su vida, alcanzada por esa gracia, se convirtiera en sacrificio espiritual ofrecido a Dios. Este enfoque fue una verdadera «revolución». Escribe San Pablo en la Carta a los Romanos: «Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual»
  • 30. 30 4063 (12, 1). La vida está llamada a convertirse en culto a Dios, pero esto no puede suceder sin la oración, especialmente la oración litúrgica. Que este pensamiento nos ayude cuando se vaya a Misa: voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo que está presente. Cuando vamos a la celebración de un Bau- tismo, por ejemplo, Cristo está ahí, presente, que bautiza. «Pero, Padre, esta es una idea, una forma de hablar»: no, no es una forma de hablar. Cristo está presente y en la liturgia tú rezas con Cristo que está junto a ti. Saludos Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Pi- damos al Señor que avive en nosotros la necesidad de par- ticipar en los divinos misterios, donde Cristo está presente, y que a través de la oración, especialmente de la oración litúrgica, toda nuestra vida sea un culto agradable a Dios. Que el Señor los bendiga. Llamamiento Mañana se celebrará la Primera Jornada Internacional de la Fraternidad Humana, que estableció recientemente una Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esta iniciativa también tiene en cuenta el encuen- tro del 4 de febrero de 2019 en Abu Dhabi, cuando el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, y yo firmamos el Do- cumento sobre la Fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia común. Me complace mucho que las na- ciones de todo el mundo se unan a esta celebración, des- tinada a promover el diálogo interreligioso e intercultural. Por ello, mañana por la tarde participaré en un encuentro virtual con el Gran Imán de Al-Azhar, con el secretario ge- neral de las Naciones Unidas, António Guterres, y con otras personalidades. La citada Resolución de las Naciones Uni- das reconoce «la contribución que el diálogo entre todos los grupos religiosos puede aportar para que se conozcan y se comprendan mejor los valores comunes compartidos por toda la humanidad». Que esta sea nuestra oración hoy y nuestro compromiso durante todos los días del año.
  • 31. Entrevista_ Eva Fernández Mateo Presidenta de Acción Católica General «Hay que armonizar e ir todos a una» C uando el 16 de febrero los asistentes al Congre- so de Laicos se despe- dían, ninguno pensaba que muy poco después, un confinamiento paralizaría casi todo. Tocaba seguir abiertos al Espí- ritu en una situación nueva, con gran- des incertidumbres. A la imprevista realidad han tenido que adaptarse en Acción Católica General (ACG), quie- nes, con su carisma enraizado en el laicado, trabajaron incansablemente en que este Congreso llegara a buen término. Con su presidenta a la cabeza, Eva Fernández Mateo (Santiago de Compostela, 1977), han aprovechado estos meses para incidir en algunas reflexiones y para ir, poco a poco, asentando algunos aspectos de la presencia laical en España. Pero no solo, porque el pasado mes de octu- bre ha nacido una nueva Acción Ca- tólica General, esta vez en la diócesis de Jaén. Actualmente, unas 2.500 personas pertenecen a ACG, pero en total hasta 20.000 se forman con los itinerarios de infancia, jóvenes o adul- tos en las parroquias. Fernández asu- mió la responsabilidad de dirigir ACG durante el cuatrienio 2018-2022. A medio camino de este periodo, la es- cucha al Espíritu y el discernimiento se hacen tan necesarios como siempre. Para Eva Fernández sigue habiendo mucha ilusión de la experiencia vivida en el proceso del Congreso de Laicos / Foto: Ignacio Arregui. 31 4063
  • 32. —Tras el Congreso de Laicos, en cuestión de semanas nos confina- ron. ¿Cómo se han visto alterados los planes y las ilusiones? —Por un lado, ha sido un peque- ño freno a la difusión del proyecto de ACG para ser instrumento al servicio de la Iglesia, porque teníamos muchas presentaciones que no se han podido hacer o, si se han hecho, a otro ritmo. Pero, por otro lado, lo hemos asumi- do como un momento para aprove- char el parón para reflexionar. Estos meses nos han permitido, desde la comisión permanente, junto con otras personas, acabar el itinerario de in- fancia, publicar la mitad del itinerario de jóvenes y estar próximos a sacar el de adultos. Hemos acelerado el tra- bajo en algunos de los documentos. —Entre las cosas que sí se han llevado a cabo... han presentado su proyecto a la diócesis de Guadix y constituido ACG en Jaén. —Desde 2009, en que se constitu- ye la nueva Acción Católica General, hemos insistido en que queremos ser instrumento al servicio de las diócesis y las parroquias. Después, en 2014, la Asamblea Plenaria de los obispos dio un impulso y a raíz de nuestra asam- blea de 2017, en Santiago de Com- postela, se vio claramente que era un proyecto abierto para todos los laicos. Aquello supuso un punto de inflexión para que ahora se constituya ACG en Jaén (el sábado 24 de octu- bre), y también para Barcelona, según nos han comentado. Ahora tenemos pendiente poder visitar otras dióce- sis como Mallorca o Menorca, entre otras, pero los viajes son cada vez más difíciles. Pero el Señor sabrá y nosotros intentaremos dar salida a la creatividad para llegar, poco a poco, a todos. —ACG se implanta por diócesis y en las parroquias. ¿Se podría decir que es uno de los aspectos principales de vuestro ser? —El vínculo especial con la dió- cesis y la parroquia es una de nues- tras notas esenciales. Insertados en la parroquia y al servicio de ella para articular al laicado habitual de las pa- rroquias que no vive un carisma es- pecífico. La Acción Católica General es la asociación de la Iglesia para la formación del laicado de una manera que podríamos llamar oficial, aunque hay otras muchas asociaciones y mo- vimientos de laicos. —Además de nacer oficialmente en Jaén, este otoño ha sido el momen- to para la Jornada de Apostolado Seglar en la CEE. ¿Qué significa- ción le da a este encuentro? —Era muy esperado y hay muchas ganas en toda España. Nos permite muchas cosas que vimos y vivimos en el Congreso. Es fundamental. Ade- más de la Guía de Trabajo, fue un impulso para la creación del consejo asesor de laicos a nivel nacional. Es muy importante porque una de las tentaciones es que cada uno cons- truya en su diócesis, cuando hay que armonizar e ir todos a una. —¿Cómo podríamos cada uno, personalmente, trabajar en impulsar todo lo que se vivió en el Congreso de Laicos, con su significatividad? —El momento es ahora, y es re- tomar a la luz del documento de tra- bajo todo lo que vivimos allí para, a nivel de cada diócesis, ponerlo en marcha. Sigue habiendo mucha ilu- sión y, además, estoy convencida de que muchas de las conclusiones del Congreso, aunque no lo que íbamos a vivir, dan respuesta perfectamente a la situación vital de ahora. Hemos descubierto los valores que debemos potenciar y los contravalores en que vivíamos. Se ve en cada uno de los Durante la ponencia final, debajo de algunas sillas había mensajes clave para ser Pueblo de Dios en Salida y seguir dando continuidad al proceso. Esto es lo que encontró Eva Fernández. 32 4063
  • 33. cuatro itinerarios. En el primer anun- cio, es un momento fundamental para decir que Jesucristo es lo mejor que nos ha pasado en la vida, nos plenifi- ca y puede ayudar a la sociedad a dar sentido. También podemos acompa- ñar muchas realidades de sufrimiento, estar cerca unos de otros para crecer en nuestra fe y ver dónde Dios nos quiere a cada uno. También acompa- ñar a cada persona en cualquier espa- cio. El tema de la formación: veíamos que la necesitábamos para ayudar a dar coherencia entre fe y vida. Eso nos lleva a la presencia pública, que era una asignatura pendiente, y he- mos descubierto que tenemos una voz en nuestra sociedad y que debe- mos estar presentes. —Era la responsable del itinerario de formación. ¿Qué es lo importante de este ámbito? —Hablamos de una formación in- tegral en la que cuidar todas las di- mensiones de nuestra fe: el anuncio, el compartir, el vivir, la oración… que fuera no solo de doctrina, sino del co- razón, que sea un proceso para toda la vida. También, de lo necesaria que es la Doctrina Social de la Iglesia. —¿Cómo afrontan desde ACG, con su carisma laical de estar en el mundo, el primer anuncio? —Hay muchas asociaciones e ini- ciativas que ya trabajan en él. En ese contexto, creíamos que era necesa- rio gestar una propuesta de primer anuncio para estimular a las personas a que tengan ese encuentro fundante con Cristo para continuar el proceso dentro de la parroquia. «Un círculo virtuoso» —Precisamente, hablando de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), Francisco acaba de publicar Fratelli tutti. ¿Qué valor le da? —Más formación en DSI nos per- mitirá estar más presentes en la so- Para la presidenta de Acción Católica, es necesario vivir la fe en comunidad, «ad intra» y «ad extra». 33
  • 34. «La formación debe ser integral, no solo de doctrina, y ser un proceso para toda la vida» ciedad. Con la nueva encíclica y a la escucha de lo que nos dice el Papa, necesitamos conjugarlo con aquello que el Señor pide a cada uno: a ni- vel personal, comunitario, en las pa- rroquias y en las diócesis. Ya no solo es decir «qué bonita es Fratelli tutti», sino ponerla en marcha cada uno se- gún lo que Dios le pida. —Para ser cristiano, ¿podríamos decir que es necesario serlo en comunidad? —Exacto. Estoy convencida de que se es cristiano arraigado a la pa- rroquia y a la comunidad, celebrando juntos la Eucaristía y los sacramentos para, desde ahí, sentirnos enviados a nuestro mundo y nuestra sociedad. Es un ciclo en el que bebo en mi co- munidad eclesial y, arropada por ella, doy testimonio del amor y de la mi- sericordia de Dios. Al mismo tiempo, traigo otra vez las alegrías y penas de mi mundo, y las pongo en la vida de la Iglesia. Es un círculo virtuoso y oja- lá fuéramos capaces de ser más cons- cientes de ello. —En ese círculo virtuoso, ¿cuál es el papel del laico dentro y fuera de la Iglesia? —En la Iglesia, vivir la correspon- sabilidad y descubrir a qué te llama a ti el Señor poniendo tus dones al servicio para construir juntos la co- munidad, como catequista, desde el consejo pastoral, la liturgia... En la sociedad, estar allí donde el Señor te quiere presente: desde la comunidad de vecinos al mundo de la cultura o la política pasando por el AMPA del colegio, o quizá sin ninguna tarea es- pecífica porque tienes que cuidar a alguien enfermo en tu familia. Se tra- ta de discernir y dar respuesta a las llamadas que Dios te hace en cada circunstancia de tu vida.
  • 35. Asier Solana Bermejo y jóvenes. Dos ámbitos nos preocu- pan: el primero, la infancia. Hemos visto que la catequesis es complicada y hemos elaborado un material para seguirla en casa con los padres. Para los adolescentes, complementamos con una plataforma digital en el mó- vil, y está siendo una gran ayuda para muchas parroquias donde la cateque- sis no puede ser presencial. El segun- do, el de los mayores, para quienes estamos pensando en alternativas que ojalá podamos concretar. Quizá a través de alguna radio, para que ha- gan algo aunque no puedan reunirse en grupo. —¿Se puede recuperar el valor de la familia? —Se estaba perdiendo y ahora vemos que se está recuperando, al igual que el trato a nuestros mayo- res. Nuestra asociación intenta tra- bajar mucho la cultura del encuentro y parte de ello es el diálogo interge- neracional, en lo que el Papa insiste mucho. Nosotros queremos ayudar y crear espacios para ello, y se hace muy claro en la familia. Por ejemplo, el verano de 2019, en Ávila, decidi- mos hacer la revisión del encuentro con un formulario de Google. Los ma- yores nos miraban sorprendidos, y les dije: «Todos tenéis nietos, les pedís que os digan cómo». Y más de uno lo hizo. —Menciona la política. Ahora vivimos un momento de mucha po- larización. ¿Qué cree que pueden aportar los políticos en esta situa- ción tan complicada? No parece fácil. —No lo es. Lo primero es enten- der la política como un servicio y búsqueda del bien común, indepen- dientemente del partido político en el que uno siente que puede militar. Hay valores que vivimos como cre- yentes y son buenos para el hoy. La capacidad de diálogo, la autocrítica, el ver al otro como un bien para mí, aunque piense diferente, son algunos ejemplos. —En ACG la formación es funda- mental, y ahora pasa a ser, en gran medida, telemática. ¿Cómo ha sido la adaptación por vuestra parte? ¿Qué les preocupa? —Primero, seguimos las recomen- daciones generales de cada diócesis. Pero luego, sí que hay una preocupa- ción común y cada uno se organiza. Hay sitios donde los grupos se reúnen presencialmente, sobre todo adultos @asolanab «Vemos que se está recuperando el valor de la familia y el trato a los mayores» Eva Fernández, durante la entrevista en ECCLESIA. 35 4063