1ro Programación Anual D.P.C.C planificación anual del área para el desarroll...
Ah30sumario
1. AH
OCT
2010
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E N F O Q U E
Tiemposdesilencio
A
partir del 18 de julio de 1936,
y allí donde triunfaban los
rebeldes, el número de
cómplices con el nuevo régimen fue
en continuo e imparable aumento.
En la Andalucía rural, en su mayor
parte, las labores de limpieza
política y exterminio físico no
fueron desplegadas en exclusiva por
el ejército rebelde. A la hora de
elaborar aquellas fatídicas listas
negras, en muchos de nuestros
pueblos, se codearon numerosos
señoritos, con curas, pequeños
propietarios e, incluso, algunos
jornaleros.
El 19 de julio los militares golpistas
publicaron el primer bando de decla-
ración del estado de guerra, y con él
quedó establecida la censura de la
prensa, revistas, libros o radio. Sobre
el silencio se erigieron voces fuertes
y represoras, destinadas a fomentar
una cultura oficial que exaltaba los
valores del régimen: catolicismo
integrista, culto a la familia, apolo-
gía del hecho diferencial hispáni-
co,... De ese modo, como ha señala-
do Zira Box, se fueron limando las
aristas del heterogéneo bloque de los
sublevados. Al ímpetu revoluciona-
rio de grupos falangistas se impuso
el componente tradicional y reaccio-
nario, y sobre la tentación fascista
triunfó la legitimidad otorgada por
la Iglesia y el nacionalcatolicismo.
Desde aquel fatídico día, y con los
primeros muertos esparcidos ya por
las calles, la tentación de pensar, de
escribir o de sentir fuera de la nueva
cultura oficial o al margen de los dis-
cursos eclesiásticos fue duramente
reprimida.
A quienes quedaron atrapados en sus
pueblos y no comulgaban con los nue-
vos poderes, sólo les quedó una
opción: el silencio. Ni España republi-
cana ni España nacional. La tercera
España, la más numerosa, fue la
silenciosa, la cautelosa, la discreta.
En ocasiones cómplice, en otras amar-
ga y contenida, triste y hasta mortal.
Y de un plumazo, muchas familias
borraron su pasado. El silencio fue tan
intenso que muchos hijos del 36 igno-
raron durante el franquismo, e inclu-
so hasta hoy día, qué hicieron sus
padres o sus familiares más directos
durante la República o la guerra.
Entre el revisionismo neofranquista y
la historiografía‘republicanista’ hay
un amplio espacio para la reflexión y
el debate. Los historiadores deberían
lamentar que esos extremos sean due-
ños y señores en tertulias y bochorno-
sos espectáculos mediáticos. La distor-
sión y la manipulación de la historia
sólo conduce a la confusión y a un vul-
gar maniqueísmo. Ni la democracia
actual es heredera directa de los valo-
res democráticos republicanos, ni la
España franquista fue un remanso de
paz. Y quizás lo más negativo de esta
polarización sea la persistencia del
silencio y, sobre todo, de la ignoran-
cia. Sirvan de advertencia estos versos
machadianos:“Nuestro español boste-
za / ¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío? /
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío? / El
vacío es más bien en la cabeza”. Y sean
las páginas de esta revista un buen
modo para combatirlo.
MANUEL PEÑA DÍAZ
DIRECTOR DE ANDALUCÍA EN LA HISTORIA